Volver a Ti- Capítulo 9



Comieron en una zona sombreada de la terraza, rodeados de jardines y fragantes naranjales.

Heechul, pálido y cansado, picoteó pescado con limón y hierbas del jardín. Los perros, tendidos a sus pies, jadeaban por el calor y lo miraban con adoración, negándose a alejarse de él.

Siwon, mientras esperaba a que le hablara, pensó que él no era muy distinto de los perros.
Sabía lo que Heechul tenía en mente, no hacía falta ser un genio para adivinarlo. Podría haber sacado el tema, pero quería ver si lo hacía por sí mismo.

–¿Dónde has vivido estos dos últimos años? –le preguntó, esperando que charlar sobre un tema neutral aliviara la tensión del ambiente.

–En Londres.

–No has tocado un penique de tu asignación.

–No estaba contigo por el dinero, Siwon.

–Yo te habría mantenido económicamente. Me comprometí a hacerlo cuando nos casamos.

–Estás rodeado de gente a la que solo interesas por lo que puedes dar, ¿y te quejas porque yo no quería eso?

–Yo quería mantenerte –afirmó él. Era cierto, y lo sorprendía porque siempre se había considerado progresista para ser un hombre coreano.

–Ah –Heechul lo miró–. El Proveedor.

El pasado se interponía entre ellos. Siwon sabía que aunque había cubierto sus necesidades materiales, había fallado vergonzosamente la única vez que le había pedido ayuda. De repente, comprendió que existía otra razón para que su insensibilidad le hubiera hecho tanto daño: había reabierto una herida que no había terminado de cicatrizar.

Sabía que su infancia había sido difícil, pero Heechul le había dado pocos detalles y no había querido presionar. Pero, de repente, quería saber quién o qué había causado la herida original.

El timbre agudo de su teléfono rasgó el silencio. Siwon, programado para contestar, llevaba la mano al bolsillo cuando recordó su promesa. Su mano se detuvo en el aire. El teléfono siguió sonando y Heechul arqueó una ceja.

–¿Vas a contestar la llamada?

–No –requirió un gran esfuerzo de voluntad no sacar el teléfono, las manos le sudaban y sus dedos anhelaban contestar, pero lo consiguió.

–La próxima vez, contesta –dijo Heechul, cuando por fin dejó de sonar–. Sabes que quieres hacerlo.

Una parte de él quería hacerlo, pero era una respuesta condicionada por haber antepuesto el trabajo a todo durante muchos años.

Heechul lo había llamado -El Proveedor- y era una buena descripción. Había asumido ese papel el día que su padre falleció de repente y su madre lo telefoneó. Había regresado de Estados Unidos para encargarse de todo. Esa función ya no era necesaria, pero se había convertido en una forma de vida que nunca había cuestionado antes.

Pero a partir de ese momento, la posibilidad de cerrar un trato, ampliar el negocio u obtener más beneficios ocuparía un segundo lugar ante su necesidad de conseguir que su matrimonio funcionara. Por primera vez en su vida le daba igual quién llamara, no quería oír el buzón de voz, no le importaba que su empresa se hundiera.

El teléfono volvió a sonar, ahuyentando a los pájaros. Los ojos de Heechul lo observaban.

–Contesta. Así podrás dejar de preguntarte quién es y cuánto dinero estás perdiendo.

–Eso no es lo que me estoy preguntando.

Se preguntaba cómo iba a compensar a Heechul por lo que le había hecho. Cómo iba a demostrarle que lo amaba. Los remordimientos lo asolaban.

–¿Le has dicho a alguien adónde ibas? –sonó exasperado–. Seguramente están organizando una partida de búsqueda mientras hablamos.

–No, la verdad es que no.

–¿Y no habrán dado una alerta de seguridad?

–Es muy posible –al recordar los rostros de su equipo de seguridad, inspiró con fuerza, frustrado por la realidad de su vida–. Tal vez debería…

–Sí. ¡Hazlo! –llevó la mano a su vaso–. No espero que no trabajes, Siwon. Yo pienso leer mi correo electrónico después. Respeto tu empuje y ambición. Yo también tengo ambas cosas. Eso no es problema. Eso no fue el problema –el cambio de tiempo verbal los devolvió al corazón del asunto, donde había residido el problema real.

Heechul tomó un sorbo agua.

Siwon pensó que le había fallado cuando más lo necesitaba. No podía dejar de imaginárselo solo en una cama de hospital.

–Si te sirve de consuelo, me siento como un bastardo por lo que te hice.

–Bien. Deberías sentirte mal –dejó el vaso en la mesa–. Fuiste desconsiderado e insensible.

–No vas a decir: "¿No te preocupes por eso?".

–No. Debes preocuparte. Fue un comportamiento terrible. Si eso no te preocupara, no estaría aquí sentado en este momento.

Siwon se preguntó si era él quien ardía o si la isla estaba en plena ola de calor. Le sudaban las palmas de las manos, y notaba ardor hasta en el cerebro. Cuando el teléfono sonó por tercera vez, lo sacó y miró la pantalla, pensando que una conversación lo liberaría de otras interrupciones.

–Cinco minutos –afirmó–. Es Zhoumi. Le diré que está al mando. Luego lo apagaré.

–¿Qué le ha pasado al teléfono?

–Un accidente. Se cayó del bolsillo cuando recogía la ropa para correr a buscarte.

–Ah. Sí que has tenido una mañana estresante.

–Las he tenido mejores –dijo él con ironía.

–Y si el avión hubiera despegado antes de que llegaras, ¿qué habría ocurrido?

–Habría tenido que ir a Londres –murmuró él–. Dicen que allí está siendo un verano muy húmedo. Por suerte, ambos nos hemos librado de eso.

–Esto es temporal, Siwon. No he accedido a nada –miró el teléfono que vibraba en su mano–. Necesitas un teléfono nuevo, ese se va a partir.

–El estado de mi teléfono es lo que menos me preocupa ahora mismo –lo preocupaba el estado de su matrimonio. Su reto era descubrir la manera de recuperar la confianza de Heechul.

–Contesta, antes de que Zhoumi decida que te he asesinado y enterrado el cuerpo.

–No tardaré… -Siwon se levantó y cambió al coreano. Le hizo a su hermano un resumen de lo ocurrido en las últimas horas. Cuando colgó, Heechul lo miraba fijamente.

–Supongo que quería saber si ya te habías librado de mí.

–Sabe que sigo enamorado de ti –declaró él.

–Dudo que eso le haya sentado bien.

–No necesito el permiso de mi hermano para sentir lo que siento.

–Me odia, Siwon. Ayer vi su expresión. Y tu madre también me miró con reproche. Soy el yerno malvado –con ojos cansados, apartó la silla y se puso en pie–. No puedes simular que no importa. Ni golpear a todo el que diga cosas malas de mí. Este lugar es precioso, pero no cambia el hecho de que somos un desastre. Nada puede cambiarlo –se dio la vuelta y fue hacia la piscina.

Siwon sabiendo que había más que decir, lo siguió y puso las manos sobre sus hombros.

–Un desastre siempre se puede arreglar. Y nos concierne solo a nosotros. Quiero que te relajes. Esos últimos días han sido horrendos para ti.

Lo recordó bajando del avión, valiente y dispuesto a enfrentarse a un infierno para estar con su mejor amigo. Y él, en vez de admirar su coraje, había cuestionado su lealtad.

–Deja de pensar y preocuparte y disfruta de tu lugar favorito en la tierra. Esta tarde te llevaré a un restaurante que he descubierto en la playa. Solo van lugareños, no hay turistas –Siwon se juró que iban a pasar tiempo juntos.

–No tengo nada que ponerme.

Esa respuesta relajó la tensión de sus músculos. Si la ropa era su mayor objeción, habían progresado bastante.

–Tiene fácil arreglo. Hay ropa en el vestidor.

–¿Hay ropa para mi en tu dormitorio? –los bellos ojos se estrecharon y enfriaron.

–Nuestro dormitorio –corrigió él, disfrutando de esa muestra de celos–. La compré para ti.
Era parte de la sorpresa. El día después de saber que estabas embarazado, fuiste a Londres por negocios y yo ultimé los preparativos. Cuando aterrizaras en Jeju iba a traerte directamente aquí.

–Pero volaste al Caribe y ni siquiera nos vimos.

–Sí –otra cosa de la que arrepentirse que podía añadir a las que ya anegaban su cerebro.

–Solo te vi una vez más, cuando hacía la maleta para irme de Jeju –hizo una pausa–.
Esperaba que me siguieras. No era lo que quería, pero lo esperaba. ¿Por qué no lo hiciste?
Siwon se lo había preguntado un millón de veces.

–Me cegaba el creerte injusto por renunciar así a nuestro matrimonio. Cometí muchos errores. Dame la oportunidad de compensarte.

–¿Podemos dar un paseo por el pueblo? –sugirió Heechul tras un largo silencio–. Siempre me encantaron las tiendas y el ambiente.

–Es mediodía, princesa. Te asarás de calor y los turistas te aplastarán –dijo él. El alivio de que no le hubiera exigido llevarlo al aeropuerto era inmenso.

–Seguro que hay algún sombrero en ese vestidor, y entre los dos apartaremos a los turistas. Por favor. Quiero hacer algo normal.

–Querer andar bajo el calor del sol no tiene nada de normal –alegó Siwon. "Sobre todo cuando quiero llevarte a la cama, desnudarte y explorar cada centímetro de tu cuerpo".
Pero esa parte de su relación siempre había sido fácil. Lo que se había jurado arreglar era el resto.



Pasearon por el pueblo, explorando el entramado de estrechas calles y callejones. Seguramente parecían un par de amantes de vacaciones, pero Heechul era consciente de que a él no lo motivaba el entorno romántico, sino el genuino deseo de salvar el abismo que los separaba. Heechul no sabía si era posible.

Había requerido un enorme salto de fe de su parte confiar en él, y le había dejado caer. No sabía si estaba listo para arriesgarse otra vez.

Le llamó la atención el boxer de playa de un escaparate y entró a probárselo. Mientras se miraba en el espejo, se dio cuenta de que hacía mucho que no disfrutaba de vacaciones. Desde su luna de miel. Sería una delicia pasar tiempo junto a la piscina leyendo un libro. Si conseguía relajarse lo bastante.

No sabía qué hacían allí. Si eran unas vacaciones, una reconciliación o una prueba amor. No sabía si era posible arreglar lo que había ido mal entre ellos, pero sí sabía que no era el mismo chico con el que Siwon se había casado y cabía la posibilidad de que no le interesara.

Entregó el boxer a la dependienta y Siwon insistió en pagarlo. Lo permitió porque sabía que le gustaba hacerle regalos. La dependienta aceptó su tarjeta de crédito y se ruborizó intensamente.

Incluso con ropa informal tenía ese efecto. Y la mayor parte del tiempo ni se daba cuenta. O tal vez ya ni se fijaba.

–Esa chica estaba dispuesta a casarse contigo y tener tus bebés –dijo Heechul cuando salieron de la tienda y vio que la chica lo miraba con envidia.

–¿Qué chica? –preguntó Siwon.

–La de la tienda.

–Ya estoy casado. Y voy a seguir estándolo.

No comentó el resto de la frase y Heechul se preguntó por qué lo había dicho. Intentar una reconciliación no tenía sentido; aunque arreglaran parte del asunto, otra parte no tenía solución.

Siwon vio su expresión desolada y se hizo cargo de la situación. Apretó su mano y lo llevó a
una calle lateral, en sombra y relativamente vacía.

–Basta –lo acorraló contra la pared–. Desde que me contaste lo que ocurrió, he estado esperando que sacaras el tema que te preocupa, pero no lo has hecho. He tenido que verte picotear la comida, cada vez más pálido mientras tu mente busca razones que justifiquen nuestra separación.

–No sé de qué hablas.

–Hablo de bebés. Estás pensando: "No tiene sentido arreglar esto porque no puedo tener hijos, y él no me querrá si no puedo tener hijos".

Era parte de la verdad y Heechul sintió que las lágrimas le quemaban los ojos, porque la verdad era más complicada que esa. Siwon no tenía ni idea. Alarmado por su reacción emocional, parpadeó. Estaba cansado. Muy cansado.

–¿Ahora lees la mente?

–¿Estás diciendo que me equivoco?

–No –el problema era que había más. A pesar del calor, sintió un escalofrío–. Es una barrera más entre nosotros, eso es seguro.

–No para mí –lo miró con ojos negros e intensos–. Te amo. Tengo que demostrártelo, pero te amo. Y siento no haber estado contigo cuando te dieron la noticia. No puedo ni imaginar lo horrible que debió de ser.

Heechul no le dio ninguna pista. Era demasiado pronto y, además, sabía que sus sentimientos al respecto probablemente lo conmocionarían.

–Tendría que haber estado contigo, apoyándote. No me extraña que me dejaras.

Era la primera vez que admitía que su reacción podía haber estado justificada.

–No lo hice para castigarte. Fue porque decidí que estaba mejor solo. Más seguro.

–¿Seguro? –él puso las manos en sus hombros.

–Me estaba protegiendo.

–¿De mí? –él arrugó la frente.

–Del dolor. Es instintivo.

–Lo sé. He descubierto eso sobre ti. Pero ojalá me hubieras gritado en vez de irte. Ojalá te hubieras encolerizado y dicho lo que sentías.

–Decírtelo no habría cambiado nada. No me fui porque estuviera enfadado contigo. Me fui porque sabía que no podría volver a confiar en ti. No me atrevía –sintió que Siwon se tensaba antes de atraerlo hacia sí. La parte física de su relación siempre había nublado todo lo demás, y estaba volviendo a ocurrir. Supo qué él sentía lo mismo porque cuando habló su voz sonó grave y ronca.

–¿Y ahora? ¿Te atreves a correr ese riesgo?

–No lo sé.

–¿Es porque temes que vuelva a fallarte, o por el tema de los niños?

–Las dos cosas. Tú quieres hijos. Es un hecho. Hablamos de ello a menudo y tu madre me preguntaba a diario cuándo iba darte bebés –Heechul intentó apartarse, pero él volvió a rodearlo con sus brazos y apoyó la barbilla en su cabeza.

–Princesa, lo siento. Eso fue insensible de su parte, no lo sabía. Hablaré con ella.

–Es lo que quiere para ti –murmuró Heechul contra su pecho. Los turistas los miraban, sin duda preguntándose qué le decía el espectacular coreano al chico que tenía en brazos.

–Hablemos del tema de los niños ahora mismo, porque está dominándolo todo. Contéstame con sinceridad… –le apartó el pelo de la cara con gentileza–. Si fuera yo quien no pudiera tener hijos, ¿me habrías dejado?

–¡Claro que no! –era una pregunta razonable pero no la más relevante–. No es lo mismo.

–Es exactamente lo mismo.

–No. Es más complicado que eso. Tal vez sea más fácil para mí porque no crecí soñando con familias e hijos. No tenía esa ambición. Supongo que no creía en finales felices. Pero tú sí.

–No era una ambición. Más bien asumía que sería así. Y si crees que lo que acabas de decir cambiará lo que siento por ti, no tienes ni idea de cuánto te amo –le temblaba la voz–. Lo que significa que aún tengo mucho que probar.

–No pretendo hacerte pasar por el aro, Siwon… –esa vez consiguió apartarse de él–. Ni siquiera sé si tenemos un futuro juntos. Me estás pidiendo que confíe de nuevo y no sé si puedo hacerlo. Para mí es algo enorme.

–Comparado con perderte, es minúsculo.

Al oírlo, Heechul supo que, independientemente de lo que dijera o hiciera, siempre amaría a ese hombre y la profundidad de ese amor siempre la haría vulnerable.

–El problema no solo eres tú –admitió–. Soy yo. No se me dan bien las relaciones. No estoy seguro de poder darte lo que quieres de mí.

–¿Es por lo que te hice hace dos años? ¿O por lo que alguien te hizo años antes? –el tono suave de su voz quitó hierro a las palabras–. Sí, actué mal y tienes derecho a estar enfadado, pero tus problemas de confianza no empezaron conmigo.

Tenía razón, por supuesto. Sus problemas de confianza y dependencia habían empezado años antes de conocerlo. Eran parte de sus cimientos.

–Sé que tu infancia fue un infierno y que aprendiste a no confiar en nadie, pero te digo que puedes confiar en mí. Me equivoqué, pero no fue porque no te quisiera. Estaba loco por ti, adoraba cada centímetro de tu ser. Tomé una decisión errónea, pero la situación era más complicada de lo que tu crees. Ahora, deja de pensar y preocuparte y vamos a casa a estar juntos –entrelazó los dedos, con los de Heechul y lo condujo de vuelta.

–Supongo que "estar juntos" significa sexo.

–No me refería a eso. Esa parte de nuestra relación nunca ha necesitado atención –hizo una pausa para besarlo y el roce sensual le recordó lo que habían compartido la noche anterior.

Heechul se preguntó si todo habría sido más fácil si la atracción sexual entre ellos no fuera tan intensa.

–No puedo pensar cuando haces eso.

–Bien –miró su boca–. Piensas demasiado.

En ese momento, Heechul solo podía pensar en el sexo. Y veía en sus ojos pesados que él pensaba en lo mismo. De hecho estuvo seguro cuando empezó a moverse y Siwon lo detuvo con una mueca.

–No te muevas durante un minuto.

–¿Qué pasará si me muevo? –lo pinchó, lamiéndose el labio inferior.

–Seguramente me arrestarán por indecencia. Quédate quieto. Y deja de mirarme así.

Soltó el aire lentamente y se apartó de Heechul.

–Volvamos a casa rápido. Venga –dijo.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...