Amor en Altamar- Capítulo 16



A la mañana siguiente, Hyukjae permaneció largo rato junto a la hamaca, observándolo mientras dormía. En cuanto se despertó, lamentó no habérselo llevado de nuevo a su cama la noche anterior. Era hombre de fuertes impulsos sexuales; siempre que dormía con un joven, volvía a hacerle el amor a la mañana siguiente.

Por eso se había mostrado tan duro con Donghae, varios días antes, por levantarse antes que él. De ese modo lo dejaba terriblemente frustrado porque ya no lo tenía allí para vestirlo, y el ayudarlo en esos menesteres era supuestamente tarea del grumete. Le costó horrores dominar su cuerpo la primera vez; después fue logrando contenerse.

Sonrió al pensar que ese problema había pasado. Si ese criadito le resultaba sumamente deseable, ya no tenía que disimularlo.

Se arrepentía de haberle consentido que diera rienda suelta a su orgullo en vez de haberle dejado junto a sí. No volvería a ocurrir lo del día anterior. Esa noche él compartiría su cama y allí se quedaría.

-Enseña una pierna, Donnie -Dio un rodillazo a la hamaca para hacerla balancear- He decidido no anunciar a nuestro pequeño mundo marino que no eres lo que has estado aparentando. Así que vuelve a tu disfraz y ve a traerme el desayuno.

Donghae se limitó a mirarlo, con los ojos apenas abiertos. Bostezó, parpadeando, y al despertar del todo abrió asombrado los ojos de terciopelo.

-¿Debo seguir actuando de grumete? -preguntó, incrédulo.

-Excelente conclusión, Donnie –Hyukjae con su voz más seca e irritante.

-Pero...

Donghae se interrumpió. Empezaba a aceptar la idea de continuar como hasta entonces. Así no tendría que revelar a Donghwa que lo habían descubierto. No tendría que explicarle lo ocurrido...¡ Como si pudiera hacerlo! Ni él mismo estaba seguro de lo que había pasado..., aunque sí lo estaba de que no quería revelárselo a nadie.

-Muy bien, capitán, pero quiero alojamiento propio.

-Ni pensarlo. -Levantó una mano para impedirle discutir- Hace una semana que duermes aquí, querido. Si te mudaras ahora, despertarías demasiados rumores. Además, ya sabes que no hay más sitio. Y no se te ocurra mencionar el castillo de proa, porque preferiría encerrarte bajo llave antes que permitirte ir allá.

Donghae lo miró frunciendo el entrecejo.

-¿Y por qué no, si continúo vistiéndome de chico?

-Yo deduje la verdad con mucha facilidad.

-Sólo por esa tonta confesión mía, tan estúpida e ingenua - replicó, algo disgustado.

La sonrisa que él le dedicó entonces era tan tierna, que lo paralizó momentáneamente.

-A mí me pareció una confesión bastante dulce, querido -Le rozó la mejilla con el dorso de los dedos - Por casualidad, ¿no estarás sintiendo... eh... náuseas?

El contacto obró en Donghae un efecto poderoso. Bueno la sonrisa había hecho lo suyo. Pero no pensaba cometer otro error como el de la noche anterior, exponiéndose tan abiertamente a sus burlas.

Tampoco debía volver a ocurrir lo de... Aquel hombre no era para él, aunque le acelerara el pulso y le estremeciera las entrañas. Era un inglés, por amor de Dios; peor aún, un despreciable aristócrata. ¿Acaso no había pasado Norteamérica cuatro años de infierno a causa de su país? Incluso antes de la guerra, sus hermanos ya rabiaban por las arbitrariedades inglesas. Y eso no se podía pasar por alto, por mucho que él lo deseara.

¡Sus hermanos ni siquiera lo dejarían entrar en casa! No, Kim Hyukjae, lord del reino, no era
para él. De ahora en adelante su propósito debía ser firme y se lo daría a entender, aunque fuera preciso mentir con descaro.

-No, capitán, no siento náuseas en absoluto. Usted me prometió una cura y por lo visto ha resultado. Le estoy agradecido, pero no necesito más dosis.

Que él siguiera sonriendo revelaba que no creía en absoluto en ese intento de rechazo.

-¡Lástima! -se limitó a decir.

Fue suficiente para que Donghae se ruborizara.

-Con respecto a mi nuevo alojamiento... -insistió mientras bajaba de la hamaca y marcaba una mayor distancia entre ambos.

-No se hable más, Donnie. Te quedas aquí y se acabó.

Donghae abrió la boca para discutir, pero volvió a cerrarla con la misma celeridad. Podía ceder al respecto, siempre que él entendiera que no lo tenía a su disposición en otros aspectos. De hecho, si no podía disponer de un sitio para él solo, el camarote del capitán era preferible a cualquier otro.

-Muy bien, siempre que nuestras respectivas camas sigan siendo las mismas. -Con eso estaba expresando las cosas claramente- Y no me parece conveniente volver a frotarle la espalda...señor.

Hyukjae estuvo a punto de echarse a reír. ¡Qué recatado se mostraba esa mañana, y qué exigente! Volvió a preguntarse qué tipo de vida llevaría aquel muchacho cuando no iba vestido de grumete. Tras la noche pasada, ya no podía atribuirle andanzas por los muelles del puerto.

-¿Debo recordarte, Donnie, que no tengo otro grumete? Como tú mismo te pusiste en esta situación, te mantendrás en ella mientras yo te lo ordene. ¿O acaso has olvidado que aquí soy yo el capitán?

-Ya veo que piensa ponerse difícil...

-En absoluto. Me limito a señalar que tú mismo me privaste de otras opciones. Pero no pienses que voy a aprovecharme de ti, sólo porque anoche te mostraras tan complaciente.

Donghae lo miró entornando los ojos, pero su expresión no revelaba nada. Finalmente suspiró. Mientras él no diera muestras de exigirle ese tipo de atenciones, no tenía otro remedio que asumir su situación y dar por hecho que él no le molestaría, a no ser que lo invitara a hacerlo.

-Muy bien, seguiremos como hasta ahora... es decir, olvidando lo de anoche -Con esa concesión Donghae incluso le ofreció una sonrisa vacilante- Ahora acabaré de vestirme y le traeré el desayuno, señor.

Hyukjae vio cómo recogía del suelo el resto de su ropa y se encaminaba hacia el biombo. Ante esa recatada actitud, tuvo que contenerse para evitar recordarle el fantástico paseo que se dio, totalmente desnudo, la noche anterior. En lugar de eso, alegó:

-No tienes por qué dejar de tutearme, ¡sabes?

Donghae se detuvo para mirarlo.

-Disculpe, pero me parece más apropiado. Después de todo, usted tiene edad suficiente para ser mi padre, y yo siempre trato a mis mayores con cierto respeto.

Hyukjae buscó en Donghae un gesto en los labios, un brillo de triunfo en los ojos, cualquier cosa que expresara si lo había insultado intencionadamente. El golpe había surtido efecto. No sólo se sentía indignado, también había herido profundamente su orgullo y su vanidad.

Pero la expresión del muchacho no denotaba nada especial. Por el contrario, parecía que el comentario había sido enteramente casual, sin cavilaciones previas.
El capitán controló su cólera. Esta vez, sus cejas no se movieron siquiera una pizca.

-¿Tu padre? Permíteme decirte, querido, que eso es imposible. Aunque tenga un hijo de diecisiete años...

-¿Usted tiene un hijo? – Donghae dio media vuelta - ¿También está casado?

El vaciló antes de responder, pero sólo porque la expresión alicaída del muchacho lo había cogido por sorpresa. ¿Era desilusión, acaso? Pero bastó esa vacilación para que se recobrara.

-¡Diecisiete! -exclamó, casi gritando. Parecía totalmente incrédulo. Luego agregó, con aire triunfal - Eso lo dice todo.

Y continúo su camino hacia el biombo.

Por una vez, a Hyukjae no se le ocurrió una réplica adecuada. Giró en redondo y saliò del camarote antes de ceder al impulso de ahorcar a aquel descarado. "Eso lo dice todo", cielos. ¡Pero si estaba en la flor de la vida! ¿Cómo se atrevía ese criado a tildarlo de viejo?

En el camarote, Donghae estaba sonriendo. Sonrió durante cinco minutos enteros. Después empezó a sufrir remordimientos.

"Has hecho mal en atacar su orgullo, Hae. Ahora estará furioso..." "No pienso preocuparme. Al fin y al cabo se lo merece. Es demasiado engreído..." "Tiene por qué serlo; te recuerdo que anoche pensabas que era lo más hermoso que Dios había creado..." "¡Vaya, lo sabía! Sabía que me lo echarías en cara; pero se trata de mi vida, y si quiero puedo equivocarme. Además, yo le di permiso..." "¡Si no lo necesitaba! Te habría poseído de todas formas... " "Pero ¿qué podría haber hecho yo?..." "Te mostraste demasiado complaciente..." "¡Sí, pero anoche no protestabas tanto!..."

-¡Oh, Dios, estoy hablando conmigo mismo!


- ¿Coñac, Donnie?

Donghae dio un respingo. El capitán estaba tan quieto, sentado ante su escritorio, que casi había olvidado su presencia. Casi, pero no del todo. Porque no era en sentido alguno, ni por su figura ni por su tamaño hombre fácil de ignorar.

-No, gracias, capitán. -Le dedicó una pícara sonrisa - Nunca pruebo esas cosas.

-Demasiado chico para beber, ¿no?

Donghae se quedó rígido. No era la primera vez que Hyukjae le lanzaba alguna indirecta, dándole a entender que era una criatura, infantil en su modo de pensar o para hablar de temas propios de adultos. Y eso, sabiendo perfectamente que ya era todo un joven.

Sin duda lo hacía sólo para desquitarse, tras haber sugerido Donghae que era demasiado viejo para él. Pero el muchacho no se dejaba irritar por esos comentarios. Al fin y al cabo, en lo demás el capitán se mostraba bastante cortés, fríamente cortés, como para demostrarle con claridad lo ofendido que estaba por esos comentarios sobre su edad.

Habían pasado tres días desde aquella fatídica noche en que lo descubrió. Aunque el capitán había dicho que continuarían exactamente como antes, ya no le pedía ayuda cuando se bañaba ni se exhibía desnudo; hasta se dejaba los pantalones puestos bajo el batín antes de acostarse.

Tampoco había vuelto a tocarlo desde aquel tierno roce con los dedos en la mejilla. En el fondo, cuando Donghae era totalmente franco consigo mismo, se sentía algo frustrado porque él ni siquiera intentaba hacerle el amor. Claro que no se lo permitiría, pero al menos podría mostrar alguna intención.

Esa noche terminó temprano con todas sus tareas y se tendió en su hamaca, meciéndose suavemente. Estaba listo para dormir, en pantalones y camisa, pero aún no lo había vencido el sueño.

Echó un vistazo de soslayo hacia Hyukjae. Le habría gustado entablar una discusión para despejar el ambiente, una oportunidad para que él liberara ese resentimiento encerrado en su interior. Pero no sabía si realmente deseaba encararse con el otro Hyukjae, el que sabía derretirlo con una mirada. Era mejor dejar que continuara con su resentimiento el resto del viaje.

-En realidad, capitán -dijo, como respuesta al cáustico comentario - es cuestión de preferencias. Nunca me ha gustado el coñac. El oporto, en cambio...

-Pero ¿qué edad tienes tú, chiquillo?

Por fin se lo preguntaba, y con cuánta irritación al respecto. Donghae pensó cuánto tardaría en estallar...

-Veintidós.

Hyukjae resopló.

-Creía que alguien tan respondon como tú tendría, como mínimo, veintiséis.

Oh, con que estaba buscando pelea, ¿EH? Donghae sonrió de súbito, traviesamente decidido a no complacerle.

-¿Tú crees, Hyukjae? - preguntó con dulzura - Para mí es un cumplido. Siempre me ha desesperado parecer mucho más joven de lo que soy.

-Respondon, como ya he dicho.

-¡Caray, qué gruñón estás esta noche! – el muchacho estaba a punto de dejar escapar la risa - Me gustaría saber por qué.

-No, en absoluto -negó él, serenamente, mientras abría un cajón del escritorio - Y la suerte quiere que tenga aquí lo que prefieres. Acerca una silla y bebe conmigo.

Donghae, que no esperaba eso, se incorporó despacio, preguntándose cómo negarse con donaire, aunque él ya estaba llenando de oporto otra copa. Luego se encogió de hombros; media copa de oporto no le haría daño e incluso la ayudaría a dormir. Cogió una silla y la arrastró hasta el escritorio. Antes de sentarse, cuidando de no dejarse atrapar por aquellos pensativos ojos y de no rozarse los dedos, tomó la copa que él le ofrecía.

Con indiferencia, aún sonriente, la levantó como en un brindis.

-Es muy amable de tu parte, Hyukjae, lo reconozco - el que lo llamara por su nombre, cosa que no había hecho hasta ahora, lo fastidió, justo como Donghae esperaba - Sobre todo teniendo en cuenta que pareces estar enojado conmigo.

-¿Enojado? ¿Con un chiquillo tan encantador? ¿Cómo se te ocurre eso?

Donghae estuvo a punto de atragantarse con el dulce vino color oscuro.

-¿Quizá... por el fuego de tus ojos? - sugirió, descarado.

-Es pasión, querido niño. Pura pasión.

El corazón de Donghae dio un doble salto y lo dejó inmóvil. Olvidándose de sus firmes propósitos, lo miró a los ojos. Y allí estaba esa pasión, tan ardorosa, tan hipnótica y sensual que le llegó al fondo. ¿Ya se estaba derritiendo? Dios mío, si no era así, poco faltaba.

Se tomó el resto de su oporto y esta vez se atragantó de verdad. Fue una suerte, la mejor manera de romper con ese hechizo momentáneo. Y agregó en tono sensato:

-Lo que me imaginaba. Cólera apasionada. La reconozco muy bien.

El cambió su ceñuda expresión en un intento de sonrisa.

-Estás en tu mejor forma, chiquillo. No, no huyas -agregó con firmeza, al ver que Donghae dejaba la copa y empezaba a levantarse - Todavía no hemos averiguado la causa de mi... cólera apasionada. Eso me gusta, de verdad. Debo acordarme de usar esta expresión con Shindong la próxima vez que se suba por las paredes.

-¿Shindong? -cualquier cosa era adecuada para apartarlo de ese tema que a Donghae le aceleraba el pulso.

-Uno de mis hermanos. – Hyukjae se encogió de hombros - Uno entre varios. Pero no divaguemos, cariño.

-¿Cómo que no? Hagámoslo. Pero no quiero más vino, estoy muy cansado- frunció el entrecejo al verle acercar otra vez la botella a su copa.

-Cobarde.

Hyukjae lo dijo en tono divertido, pero aun así, Donghae mostró su orgullo ante tan directo desafío.

-Muy bien. -Levantó la colmada copa casi derramando su contenido, y se reclinó en la silla para tomar un trago fortalecedor - ¿Qué es lo que te gustaría analizar?

-Mi cólera apasionada, por supuesto. Me gustaría saber por qué piensas tú en cólera cuando yo digo pasión.

-Porque... porque... Oh, por todos los diablos, Kim, sabes muy bien que estás molesto conmigo.

-No sé nada de eso -ahora sí que sonreía, como el gato que se prepara para el ataque - ¿Por qué iba a estar molesto contigo?

Donghae no podía admitir que había herido su orgullo deliberadamente.

-No tengo la menor idea -insistió, con la mayor inocencia que pudo fingir.

-¿Ah, no? -La ceja se enarcó. Donghae cayó en la cuenta de que en los últimos días había echado de menos ese gesto - Ven aquí, Donnie.

Doghae movió con fuerza la cabeza.

-Ah, no.

-Sólo quiero demostrarte que no estoy en absoluto encolerizado contigo.

-Te aseguro que me basta con tu palabra.

-Donnie...

-¡No!

-En ese caso iré yo hacia ti.

Donghae se levantó de un brinco, levantando ridículamente la copa como si con eso pudiera protegerse.

-Debo protestar, capitán.

-Yo también -manifestó él, dando la vuelta al escritorio, mientras Donghae hacía lo mismo en sentido contrario para mantener el mueble entre ambos - ¿No confías en mí, Donnie?

No era un buen momento para diplomacias.

-No.

El capitán rió entre dientes, ahorrándole agregar detalles.

-Muchacho inteligente. Después de todo, dicen que soy un calavera de lo más reprensible, pero prefiero la expresión de Minnie, mucho mas explícita"experto en jovenes". ¿No te parece que suena mucho mejor?

-Creo que estás borracho.

-Mi hermano se ofendería ante esa acusación.

-¡Al demonio con tu hermano! - replicó - Todo esto es absurdo.

No dejó de moverse alrededor del escritorio hasta que él se detuvo. Mantenía la copa en la mano, y le sorprendió no haber derramado ni una gota de su contenido. La dejó en la mesa y fulminó a Hyukjae con una mirada. El se la devolvió, muy sonriente.

-Estoy muy de acuerdo, Donnie. No querrás que te persiga alrededor de este trasto, ¿verdad? Ese deporte es para viejos chochos.

-Entonces te viene como anillo al dedo... -le espetó Donghae, automáticamente. Al darse cuenta de su error, ahogó una exclamación.

Ante la explícita indirecta, todo el humor de Hyukjae se evaporó.

-¡Pues te haré comer ese maldito anillo! -gruñó, antes de saltar por encima del escritorio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...