Frío Corazón- Capítulo 3



Llego la hora de comer antes de que Hae saliera de su despacho, donde había estado haciendo esbozos para el diseño de un ático que, según la pareja que le había empleado, debía tener el aspecto de estar cerca del mar.

Lo primero que vio fue a Hyukjae, sin camisa, junto a un montón de leña, frente a la chimenea encendida.

–Es por si se va la luz –explicó él–. Todo es posible.

Hae asintió. Ver la piel desnuda de Hyukjae, brillando ante el fuego, le pareció una escena demasiado íntima. Él le miró con inocencia y se levantó para ojear por la ventana, hacia el cielo gris.

–Sigue sin funcionar Internet, así que he pensado que no te importaría que me pusiera cómodo. ¿Has podido trabajar?

–¿Trabajar?

–¡Llevas ahí metido cuatro horas!

Hae pensó en los esbozos que había tirado a la papelera porque sus pensamientos no le habían dejado concentrarse.

Amor en el aire- Capítulo 3



Su sonrisa era irresistible, igual que su voz, y sin previo aviso tomó su mano entre las suyas.

—Soy Siwon.

—Heechul —dijo, sin aliento, porque el tacto de él estaba haciéndole perder la cabeza—. Kim Heechul. Pero será mejor que me deje usted marchar... no quiero monopolizarlo.

—Mentiroso —le provocó él con suavidad, manteniéndolo agarrado por la muñeca—. Sabes que los dos queremos monopolizar al otro.

—¡Qué atrevimiento! —murmuró, pero no se movió del lugar.

Estuvieron hablando toda la noche. Heechul se sentía arrullado y a la vez estimulado por su mente rápida y su acento sexy. Él provenía del principado de Hyundae, pero hacía tiempo que había rechazado los privilegios de ser príncipe.

—Tal vez eso te decepcione —se burló él.

Love Again- Capítulo 7



Había estado toda la tarde evitando cualquier contacto físico con él. A pesar de que iba contra su naturaleza, se había apartado y no le había ayudado a entrar y salir del bote ni a subir el camino hacia el club. Él había dejado claro muchas veces que lo prefería así. Se las había arreglado solo los demás días, y el hecho de que hubiera abandonado sus vaqueros por algo más elegante no significaba que no pudiera manejarse como siempre.

Pero después, tras haberse tocado, no parecían poder dejarlo estar. Con naturalidad, deslizó las manos sobre sus caderas y las dejó allí. Y con la misma naturalidad, Ryeowook rodeó su nuca con los brazos.

—Hueles muy bien —murmuró él apoyando la barbilla en su cabeza.

Bien. Cuando estaban cenando hubiera situado esa frase solo un poco por encima de «algo en los ojos», pero las cosas habían cambiado. La tensión que cargaba el ambiente se había suavizado con la intimidad cálida que nacía de las cenizas de su anterior desacuerdo.

—Bailas muy bien, Yesung.

Frío Corazón- Capítulo 2



A las seis y media de la mañana siguiente, había dejado de nevar y el paisaje del exterior parecía sacado de una postal de invierno. Muy bonito, pensó Hae, pero nada útil para sacar a su invitado de la casa, en quien no había podido dejar de pensar en toda la noche. Él nunca debió haber mencionado que dormía desnudo. Desde que lo había hecho, no había podido sacarse de la cabeza su imagen sin ropa. No había pegado ojo.

El eficiente sistema de calefacción de la casa se había encendido una hora antes y el ambiente estaba caldeado. Y silencioso.

Hae salió de su dormitorio y pensó que no iba a utilizar el cuarto de baño para no despertar a su invitado. Había decidido, durante la noche, que cuanto menos contacto tuviera con él, mejor. Hyukjae lo molestaba y, por muy bien que le cayeran Kyu y Sungmin, no quería dejarse molestar por un extraño.

Él se levantaría en cualquier momento, por supuesto, se dijo Hae. Pero esperaba poder tomar antes una taza de café en paz.

Bajó las escaleras sin hacer ruido y suspiró aliviado cuando se encontró a solas y a salvo en la cocina.
Como todo lo demás en la cabaña, la cocina era pequeña pero bien proporcionada. Tenía dos vigas de madera en el techo y una mesa antigua de pino.

En Tu Busqueda- Capítulo 17



Heechul volvió a las habitaciones y encontró a Yesung en la puerta de la habitación de Wook. Él llenaba el espacio, así que apenas podía ver a su hermano durmiendo plácidamente en la cama. Pero lo estaba, y algo en el interior de Heechul se soltó y relajó.

—¿Qué estás haciendo? —exigió Heechul en un susurro.

Yesung se dio la vuelta como si no le hubiera oído acercarse. Frunció el ceño y cerró la puerta antes de avanzar más allá de él, ignorando su pregunta.

—No me ignores. Te he preguntado qué estás haciendo.

—Solo estaba vigilándolo.

—Siwon dice que te estás muriendo, y sonó como que antes de que lo hagas ibas a convertirte en algo desagradable. ¿Es verdad?

—Lo suficiente cerca. —Se dejó caer al sofá y encendió la tele.

Amor en el aire- Capítulo 2



Heechul no podía leer nada en el brillo de ébano de los ojos de Siwon, y logró mantener su expresión desenfadada, aunque, en el fondo, se sentía impresionado. ¡Siwon quería llevarlo a su casa! Bueno, a una de sus casas. Por fin. Pero, ¿por qué?

—¿Tu apartamento? —preguntó lentamente. No era precisamente el tipo de entusiasmo que él esperaba, lo cual le demostraba que en la vida no se podía esperar nada.

—¿No te gustaría verlo?

Le sonrió.

—Pues claro que me gustaría. Hasta aquel momento siempre se habían alojado en hoteles. A él, como auxiliar de vuelo, le regalaban noches de hotel y, Siwon, como exitoso promotor inmobiliario que era, alquilaba suites de lujo por todo el mundo. Tenía apartamentos en Nueva York y París, pero Heechul no conocía ninguno de los dos.

No debería vivir como un gran logro conseguir poner el pie en casa de su novio, pero de alguna forma Heechul lo sintió así. ¿Era aquello lo que pasaba al salir con un hombre como Siwon, que empezaba a ver como normal un comportamiento poco normal?

En Tu Busqueda- Capítulo 16



El sol se estaba ocultando en el horizonte en el mismo momento en que Siwon llegó con la camioneta de Heechul a la puerta del recinto centinela, al que él consideraba su hogar. La SM. La fortaleza de los guerreros.

Heechul y Wook habían dormido la mayor parte del trayecto hacia aquí, y él odiaba tener que despertarlos ahora. Heechul se veía tan lindo durmiendo, sus mejillas sonrosadas, el pelo alborotado alrededor de su rostro y su exuberante boca separada como si esperara un beso.

Sonrió hacia la cámara, sabiendo que Zhoumi estaría de servicio, deslizó la tarjeta de identificación en la ranura y esperó a que las puertas se abrieran.

Siwon aparcó la camioneta en su plaza del garaje. El complejo era una extraña combinación de estación de esquí y base militar. Las paredes de piedras del edificio principal brillaban rosadas con la última luz del día, y en este momento, la SM se llenaba de actividad. Más de quinientas almas consideraban este lugar su hogar, y entre ellos estaban los Suju, Zea, y algunos de los Elf, los seres humanos que servían a su causa.

Siwon apagó el motor de la furgoneta y acarició la mejilla de Heechul para despertarlo. Su piel era tan cálida y suave para las manos llenas de cicatrices de los combates, que el estremecimiento de placer que le corrió por el brazo sólo intensificó la sensación. Todavía no podía creer que fuera suyo al menos durante dos días más.

En Tu Busqueda- Capítulo 15



Siwon fue tan dulce que hizo llorar a Heechul, maldita sea. Se secó las lágrimas y se deslizó los arrugados pantalones vaqueros sobre las piernas. 
No tenía tiempo para llorar. Tenía un hermano que salvar. La energía pulsaba en su interior, haciéndole sentir la piel como si estuviera al rojo vivo. Tal como él dijo, la intimidad que había compartido con Siwon había funcionado, y ahora quería ver si tenía la capacidad de ayudar a Wook. O si tal vez necesitaba otro empuje con Siwon sobre la hierba.

Ambas opciones eran atractivas.

El cuerpo le cantaba, satisfecho y completo. Normalmente se habría sentido como dormir durante medio día, pero esto no era normal. Ni siquiera cerca. Por un momento, al final, pensó que podría haber sido capaz de ver a través de los ojos, sentir a través de la piel.

Seguramente era sólo una ilusión, un efecto secundario del sexo mágico o algo por el estilo.

—¿Crees que ahora nuestra conexión es lo suficientemente fuerte? —le preguntó.

Siwon descansaban desnudo en la hierba, observándole vestirse con ojos soñolientos.

Love Again- Capítulo 6



«Tranquilízate. Te han dado la oportunidad de empezar de cero con él. No lo estropees repitiendo los errores del pasado. No lo molestes ni lo abrumes con atenciones. Sé agradable y sobre todo, mantén la distancia».

Un consejo fácil, pero difícil de seguir cuando su instinto clamaba para que convirtiera una simple comida en una ocasión inolvidable. ¡Si hubiera sabido que iba a aparecer, si hubiera pensado en llenar los armarios con más comida! Caviar con tostadas y un buen vino blanco hubieran añadido un toque elegante; una porción de queso azul y pan italiano y albaricoques, café expreso y mazapanes...

Pero aquello era una isla no Seul. No había grandes supermercados, solo una tienda en Sukira's Cove, el hijo del dueño, que iba a su casa cada semana para llevarle los productos básicos que necesitaba.
Hizo lo que pudo con lo que tenía a mano. Lo colocó todo en la camarera de madera que su abuelo había hecho años atrás y lo sacó fuera.

Yesung estaba sentado en el balancín del porche frotando distraído las orejas de Melo.

Frío Corazón- Capítulo 1




Hyukjae no estaba de muy buen humor. El navegador de su coche le había conducido hasta una pequeña callejuela. Eran poco más de las nueve de la noche y el clima había ido 3720806 empeorando mientras había ido saliendo de Seul. No había parado de nevar desde hacía cuarenta y cinco minutos.

Cuando había organizado una cita con su hermano, aquel lugar no había sido lo que había tenido en mente. De hecho, hubiera preferido quedar en su club en Seul, pero Kyuhyun había insistido en que se vieran en su propio terreno, un sitio que no tenía ningún interés para Hyukjae y que no había visitado nunca.

Hyukjae maldijo para sus adentros mientras aparcaba frente a lo que parecía un almacén abandonado. Durante unos segundos después de apagar el motor, se quedó mirando la pared pintada con grafitis y se preguntó si la voz que le había dado las indicaciones para llegar no le habría dado una dirección incorrecta.

Con impaciencia, salió del coche y buscó la puerta de entrada.

En Tu Busqueda- Capítulo 14



Muy dentro de Siwon, algo estaba pasando -algo verdaderamente maravilloso- pero no sabía qué era. No podía pensar con claridad. No con la boca pegada al pecho y el cuerpo retorciéndose bajo el suyo. No con la luz de la luna bañando su piel y el aroma de su excitación flotando fuertemente en el aire nocturno.

El poder fluyó fuera de él, goteando por todas las partes donde las pieles desnudas se tocaban. Era erótico sentirle absorberlo, sentirle aceptar lo que necesitaba darle.

—Oh —respiró hondo y le sintió contener el aliento durante un momento—. Eso es lo que querías decir.

Siwon no podía hablar. La garganta estaba demasiado tensa por la necesidad de empujar más poder en él y forzarle a tomarlo todo. Sólo su necesidad de protegerlo le contuvo y le permitió una valiosa medida de control.

La feroz necesidad de tomarlo se apoderó de Siwon. Si no podía tomar más poder, malditamente bien iba a tomar su polla en su interior tan profundo como pudiera entrar.

Amor en el aire- Capítulo 1




Siwon miró su reloj y una mueca de disgusto arruinó por un instante la perfección sensual de sus labios.

¡El llegaba tarde!

Pero su irritación dejó paso a una suave sonrisa al imaginar los embriagadores placeres que se avecinaban. Heechul no tenía la culpa de que su avión llegara tarde. De hecho, ni siquiera sabía que él iba a estar allí.

Siwon se preguntó cómo reaccionaría cuando descubriera que había ido a buscarlo, ya que era un raro espécimen, alguien que constantemente lo sorprendía.

Fijó la mirada en el tablón de llegadas. El avión había aterrizado y en breve los auxiliares de vuelo estarían paseándose por el vestíbulo...

Siwon tuvo la sensación de ser observado, y sus brillantes ojos negros se abrieron ligeramente al ver a un joven que lo miraba como si quisiera lamerlo entero y luego devorarlo. Lo predecible era aburrido, pensó él, volviendo la cabeza y viendo un débil destello de rojizo, conforme un joven con un glorioso pelo  rojo caminaba pavoneándose hacia la puerta de salida.

En Tu Busqueda- Capítulo 13



Yesung estaba listo para salir como un rayo de la habitación y dejar que Wook se alimentara por sí mismo.

El temeroso polluelo lunático casi le había escaldado las pelotas con un tazón de sopa, y ahora tenía puesta la mirada en la cuchara como si también tuviese planes para utilizarla.

—Ni se te ocurra —le advirtió.

Wook lo fulminó con la mirada.

—No vas a obligarme a beber tu sangre sin importar lo bien que la disfraces.

Hasta ahora, había sido el señor Tío Encantador -o al menos encantador según él-, pero eso no estaba funcionando, así que era hora de pasar al plan B.

—No es mi sangre. Los Sasaengs no pueden tenerla y tú menos aún. Ahora baja esa jodida cosa y come algo.

Wook apretó los labios. Probablemente no habría querido a desafiarle así, pero por desgracia para él. Lo había hecho.

Love Again- Capítulo 5



Podía infligir un castigo mejor que ningún otro joven  que hubiera conocido. Tocándolo con sus manos suaves, acariciando su brazo y su rostro. Haciendo que deseara cosas que no podía tener. Lo único que tenía aquellos días era nada. Y él lo había podido soportar muy bien hasta que Ryeowook apareció en escena.

«Ya se me han acabado las estatuillas», había dicho con superioridad, pero él le había, engañado con su actuación.

También era inocente. Un joven con más experiencia se habría dado cuenta da que la única parte de su cuerpo que no se había conmovido por su beso estaba sobre la cintura.

Era peligroso, sobre todo porque no tenía ni idea del impacto emocional que causaba. Había llegado el momento de que desapareciera de su línea de tiro, en cuyo caso, quizá aquel viaje frustrado a la isla había sido una bendición después de todo.

Cuando había comprobado su buzón de voz después de comer aquella tarde, lo último que había esperado era oír la voz de un joven.

—Yesung, soy Sungjoon. Al final Kyuhyun ha cedido, gracias a mi persuasión debo añadir, y me dijo dónde te habías ido. Los Kang me han invitado a pasar un par de semanas con ellos en su barco al norte de tu isla, así que pensé en pasarme a hacerte una visita rápida al volver a casa, en dos semanas desde el sábado. Me marcho mañana, así que llámame pronto, cariño, y dime si te va bien. Estoy deseando verte. Besos.

Furioso con su amigo y socio por descubrir su paradero, había arrojado el teléfono al otro lado de la habitación. Pero aunque la tecnología hiciera milagros, los móviles no estaban hechos para soportar esa clase de abusos. El impacto al caer al suelo lo había aplastado y dejado fuera de combate para siempre. Eso lo obligó a correr hacia Sukira's Cove para usar la cabina de la tienda, a pesar de la amenaza de tormenta.

En aquel momento, arriesgarse a que le atrapara la tormenta le había parecido el menor de los males.
Sungjoon era un comehombres y la idea había sido disuadirlo de aparecer por su casa, sobre todo estando él atrapado en una silla de ruedas. Solo cuando la lancha estuvo a punto de volcar, a medio camino de su destino, había cambiado de idea y decidido que sufrir su compañía era preferible a morir ahogado. Y quizá no fuera mala idea porque enfriaría el entusiasmo de Ryeowook por su compañía. Sungjoon no soportaba tener competencia.

Se sentó y flexionó la pierna enferma. Le dolía, siempre le dolía. Pero no más que antes, y dio gracias por ello. Cuando la silla había empezado a retroceder por la rampa resbaladiza, había conocido un miedo peor que el que sintió en el momento del accidente que casi había acabado con su vida.

«A ver si lo entiende», le habían dicho cuando le dieron el alta en el hospital. «Es afortunado por conservar las dos piernas. No tiente su suerte. Ya ha agotado su cupo de milagros. La rehabilitación va a ser larga y ardua. No la acelere si espera volver a caminar sin un bastón».

Puso la pierna sana sobre el suelo y después colocó la otra con cuidado e intentó levantarse con precaución, como si estuviera caminando sobre huevos.

Aun así, lenguas de fuego atravesaban su pierna enferma, tan dolorosas, que no pudo contener un grito.
Apretando la mandíbula, esperó a que la agonía terminara o por lo menos remitiera. No lo hizo. Minó su umbral del dolor hasta que el sudor le cubrió el rostro y empezó a temblar de pies a cabeza.

Derrotado, se sentó sobre los cojines, sin aliento y sin paciencia. El frío le erizó el vello cuando dejó de sudar. Tan cansado, que hasta estaba dispuesto a admitirlo, se arropó con el saco de dormir y cerró los ojos.

—Mañana —se prometió—. Mañana empezaré otra vez. Me curaré o moriré en el intento.

Durante la noche, el palpito de la pierna se convirtió en el dolor sordo que él había llegado a considerar normal. Se despertó con un día claro y templado. Se sentó y flexionó los dedos de los pies.

Las muletas estaban bajo la cama. Las había guardado junto con toda la parafernalia que acarreaba estar discapacitado, a pesar de las serias advertencias de los doctores de que no iba a necesitarlas al menos en otros tres meses.

—Yo seré quien decida eso —les había asegurado. Apoyándose en la pierna sana y arrastrando la otra como buenamente pudo, se acercó a la habitación, se vistió, agarró las muletas por segunda vez, la primera había sido cuando el jovencito buenas-intenciones-patoso se quedó atrapado en la escalera, y volvió a la cocina victorioso. Si hubiera sabido que iba a ser tan fácil, las habría utilizado antes.

Silbando puso la cafetera en el fuego y abrió la puerta principal, pensando que tendría que practicar subiendo y bajando la escalera unas cuantas veces antes de aventurarse a ir más lejos. Con un poco de suerte, tendría suficiente movilidad para caminar por el camino que llevaba hacia el norte, lejos de la casa de él, antes de que se diera cuenta. Lo último que necesitaba era que anduviera revoloteando a su alrededor dándole consejos que no había pedido.

La suerte lo abandonó en el instante en que salió fuera. Allí estaba su silla de ruedas y dentro de ella una cesta con pastas recién hechas con una nota.

“Espero que hayas pasado una buena noche. Me acercaré más tarde para ver si estás bien”.

—Me parece que no, querido —murmuró mirando las pastas. Si hubieran sido integrales, las habría arrojado por la barandilla sin arrepentirse. Pero estaban rellenas de moras y de una especia y se le hacía la boca agua.

Solo podía hacer una cosa: olvidarse del café y de cualquier otra forma de empezar el día con alegría. Tenía que salir de allí corriendo antes de que su vecino apareciera y confiar en que captaría el mensaje.

Y eso no parecía muy probable. Ryeowook rebosaba amabilidad y artimañas.

Incapaz de resistirse, tomó una pasta antes de meterse en la casa otra vez. Su mochila colgaba del perchero detrás de la puerta. Rápidamente metió una cazadora de nailon, una botella de agua, un paquete de nueces y un par de chocolatinas. Al pasar junto a la silla de ruedas observó las pastas otra vez, libró una batalla perdida contra su orgullo y añadió un par de ellas al paquete.

—Solo por si necesito una dosis extra de energía para volver de una pieza —explicó al mundo.

Poco después, iba caminando hasta el extremo del porche hacia las escaleras que nunca había sido capaz de utilizar antes. Eran ocho y un poco más empinadas de lo que le habían parecido desde la silla de ruedas, pero ofrecían libertad.

El camino que descendía levemente era tan amplio que casi cabía un coche. Unos doscientos metros más lejos, se desviaba hacia la derecha alejándose del mar y desaparecía en una alameda.

—Primer gol. Cuando haya desaparecido bajo esos árboles, seré hombre libre. Nunca me encontrará —murmuró.


Cuando eran cerca de las diez y seguía sin haber señal de vida en la casa de Yesung, dejó de fingir que no le preocupaba. No era propio de él. Había sido su vecino el tiempo suficiente para saber que era madrugador. Tanto si era bien recibido como si no, tenía que averiguar qué pasaba.

Cuando tomó la decisión, la prisa aceleró su paso. —¿Por qué he esperado tanto? —preguntó a Melo mientras la leve preocupación que había tratado de ignorar explotaba mientras se resbalaba al caminar sobre la hierba húmeda—. ¿Y si estaba peor de lo que yo creía? ¿Y si está muerto?

Si el latido de su corazón no hubiera sido tan intenso, probablemente habría escuchado que Yesung se acercaba y que estaba vivo. Cuando llegó a la casa, solo vio la silla de ruedas en el porche, evidencia de que sus temores tenían fundamento.

Pero no había nadie en la casa. El saco de dormir colgaba de un extremo del sofá y los pantalones mojados seguían en el suelo. O había conseguido arrastrarse hasta la habitación o lo habían raptado.

Entonces lo supo: de algún lugar fuera de la casa llegó una sarta de maldiciones. Corriendo por fuera de la casa siguió la voz por el porche hasta el extremo más alejado de la casa.

Cuando llegó, Melo ya estaba en la escena, lo que no sirvió de gran ayuda. Una muleta había quedado atrapada entre dos peldaños. La otra había resbalado y se había clavado entre las madreselvas y las ortigas. En medio de las dos e incapaz de alcanzar ninguna de ellas, Yesung yacía sobre el polvo al pie de la escalera, con los pies hacia la casa y la cabeza apoyada sobre la mochila hacia la colina.

Frenando en seco, se puso una mano en el pecho y examinó la escena. No había necesidad de preguntar qué había sucedido, estaba claro. Como él, Yesung había comprobado que el rocío combinado con los restos de la lluvia del día anterior hacían que el suelo estuviera resbaladizo. Al contrario que él, se había caído.

Su primer impulso fue correr hacia él, acunarlo en su pecho, retirarle el cabello de la cara y susurrarle palabras de consuelo y de calma.

Por una vez, siguió su segundo impulso.

—Estás loco de remate —afirmó cruzándose de brazos y mirándolo desde lo alto de las escaleras—. ¿Siempre has sido así o has empezado hace poco?

—¡Lárgate, Wook! Nadie te ha dado vela en este entierro —replicó sonrojado.

—¿Quieres que me vaya?

—¡Gracias al cielo! ¡Ha captado el mensaje! —exclamó mirando hacia el cielo.

—No te pongas sarcástico, Yesung. Capto las indirectas, sobre todo cuando me las lanzan con tanta sutileza.

Lentamente, descendió las escaleras, recogió la primera muleta y tiró de un extremo de la segunda para arrancarla de la arena. Con las dos bajo el brazo se dio la vuelta para irse por donde había llegado.

—Que tengas un buen día —se despidió.

—¡Oye! ¿Qué diablos crees que estás haciendo con mis muletas?

—Por favor, Yesung. Creí que un hombre de tu inteligencia podría adivinarlo. Me las llevo. Es lo único que se me ocurre para acabar con estas tonterías de machito. Puedes quedarte con la mochila. Por lo que parece lo que llevaba dentro no habrá sobrevivido a la caída y no te será de mucha ayuda para que intentes romperte el cuello otra vez.

—¡Escúchame, víbora!

—Sigue así y me llevaré la silla de ruedas también —aseguró con dulzura.

—¡Será sobre mi cadáver!

—Eso es fácil, Yesung. Por el camino que llevas lo conseguirás tú solo antes de que termine la semana.

—¡Ni se te ocurra marcharte!

Se detuvo en la cima de las escaleras y lo miró por encima del hombro.

—Aclárate, querido. ¿Quieres que me quede o no?

—Parece que lo que yo quiero no cuenta mucho. Entre tú y esta maldita pierna no me quedan muchas opciones.

—Eso es la primera cosa sensata que dices hoy. ¿Debería suponer que aún dirás más?

—¡Deja los comentarios jocosos, Wook! No hacen falta.

—¿Qué te hace falta, Yesung? —preguntó. Agarrándose al último escalón consiguió incorporarse para mirar hacia el mar. Su gesto era pétreo, orgulloso—. Estoy esperando —insistió negándose a ablandarse.

Pasaron unos segundos, quizá un minuto, hasta que se cruzaron sus miradas.

—¡Por Dios! Ya estoy revoleándome en el polvo a tus pies. ¿Tengo que arrastrarme aún más?

La vergüenza y la pena le inundaron al ver sus ojos llenos de dolor. El dolor físico no era lo que lo estaba hundiendo, sino la afrenta a su dignidad y a su autosuficiencia.

¿Qué le había pasado a su humanidad, que se había dejado atrapar por el placer mezquino de demostrarle lo indefenso que estaba para afrontar la menor adversidad? ¿Se le había secado la fuente de la bondad completamente tras la muerte de Eric?

—Perdóname —pidió arrepentido—. Me temo que estoy dejando que el orgullo se anteponga al sentido común. ¿Quieres que... te ayude a subir las escaleras? 

Él soltó una carcajada irónica.

—No, pero si te sobra una pierna podría servirme. Puedo arreglármelas con las escaleras mientras pueda subir y bajar arrastrándome. Lo estaba haciendo muy bien hasta que... me resbalé con el rocío.

—Lleva tiempo acostumbrarse a las muletas —afirmó deseando consolarlo—. Puede que te caigas unas cuantas veces hasta que aprendas a usarlas. ¿Pero yo qué se? Si no hay nada más que pueda hacer por ti, será mejor que me marche —continuó al ver su mirada iracunda.

—¡No tan rápido, Wook!

—No te preocupes. Te dejaré las muletas.

—Ya lo sé —dijo con humor—. Y también dejarás la silla de ruedas. Puede que se te dé bien actuar como un sargento, pero no tienes narices para salir airoso de la situación.

—No quería darte órdenes. Lo que hagas es asunto tuyo al fin y al cabo. Pero saber que estabas aquí solo... Me preocupa. Has estado a punto de tener un accidente grave dos veces en las últimas veinticuatro horas, y este es un lugar muy remoto. La casa de Jongjin es bastante cómoda, pero no es adecuada para...

Para entonces él ya había llegado al porche. Usando la barandilla como apoyo, colocó las muletas y empezó a volver por donde había llegado. Ryeowook tenía que ir deprisa para ir a su paso. Era lo único que podía hacer para evitar decirle que fuera más despacio, que aquello no era una carrera y que cubrir la distancia en un tiempo récord no iba a probar nada.

—Ahí es donde te equivocas —replicó doblando la esquina hacia el lado sureste de la casa—. Es perfecto. Quizá no sea el lujo al que estoy acostumbrado, pero si quisiera las comodidades de mi casa me habría quedado en la ciudad donde todos mis amigos bienintencionados podrían acercarse a destilar su pena sobre mí.

Se percató de lo satisfecho que estaba por haber alcanzado la hamaca y cómo se tumbó en ella.

—¿No tienes a nadie cercano que pueda quedarse contigo? ¿Un familiar quizá?

—No —replicó con tanta seguridad que Ryeowook no osaría preguntar más—. Si necesito llenar el frigorífico, puedo tomar el bote para ir a Sukira's Cove. Hay una escalera al final del muelle, así puedo meter mi dolorido trasero dentro del agua y hacer ejercicio con la pierna sin forzar las articulaciones. Y el resto del tiempo... Puedo vegetar, tomar el sol y disfrutar de la soledad.

Ryeowook apretó los labios.

—Mensaje recibido. No te molestaré más.

Se estaba volviendo blando. Después de conseguir lo que quería, se sorprendió deseando que regresara.
No lo hizo. Pero su perro sí, cada día de la siguiente semana. La criatura había desarrollado una simpatía por él, que para su horror, él correspondía. Cada mañana, el animal aparecía con la lengua colgando, agitando la cola y con los ojos húmedos de admiración. Y a él le agradaba la compañía. Debía de estar perdiendo la cabeza.

Establecieron una rutina. Cada día desarrollaba un sistema de ejercicios rigurosos de estiramiento, mientras tanto el perro daba vueltas a su alrededor.

Cuando él se tumbaba exhausto en la hamaca Melo le llevaba algo que estuviera cerca, un zapato, un palo, una toalla, después se sentaba a su lado y no se movía hasta las doce, en que se marchaba para inspeccionar la casa de Ryeowook.

Cuando Yesung se sorprendió considerando raptar a la criatura, para hacer que fuera a buscarlo, reconoció la derrota. Se había acostumbrado a sus comentarios descarados, a su sonrisa, a su preocupación y también, debía admitirlo, a su cocina. El pan duro y el queso empezaban a escasear después de tres días y no le había apetecido pescar últimamente. Tomar el bote hacía Sukira´s cove para que le arreglaran el teléfono, lo había dejado sin fuerzas. La rehabilitación lo cansaba mucho.

—Acéptalo, lo echas de menos, simple y llanamente —se dijo mientras se afeitaba.

Pero se resistió a hacer algo al respecto durante otra semana. Si iba a aparecer por su casa, no sería con las muletas. Movido por esa motivación duplicó sus ejercicios.

Finalmente, un viernes, con solo un bastón como apoyo, recorrió el camino tomando el más largo porque no le apetecía resbalarse en las rocas que rodeaban la playa.

Estaba en el jardín trasero, colgando sábanas, toallas, ropa interior, un pequeño traje de baño tan minúsculo que más bien parecía un retazo de tela.

Aproximándose a la casa lo contempló bastante tiempo antes de que él se diera cuenta. Un par de sábanas agitándose con la brisa ocultaban completamente su llegada.

Más cautivado de lo que quería admitir, se apoyó contra el tronco del abeto al fondo de la propiedad y lo observó. Estaba canturreando mientras trabajaba, aparentemente satisfecho de la vida sencilla que había elegido. Cada cierto tiempo tomaba otra pinza o agitaba una prenda para tenderla.

Como un viejo libidinoso lo observaba.

Después, el perro, que se había detenido para oler algo, llegó a su lado y lo estropeó todo. Antes de ser descubierto, Yesung salió de las sombras.

—Perdone, señor ¿también limpia ventanas?

Dejó escapar un chillido y tembló entre las sábanas, con los ojos abiertos y sorprendidos. Después, al reconocerlo, se apartó del tendedero con una mano en la garganta.

—¡Yesung, me has asustado!

Todos los comentarios amables que había ensayado se evaporaron al mirarlo. Había ganado peso desde la última vez que lo había visto. Sus caderas se habían redondeado ligeramente, sus clavículas sobresalían menos y sus pómulos no parecían tan prominentes.

Había pasado mucho tiempo fuera de la casa. El sol había bronceado su piel. Su cabello oscuro había adquirido un brillo rojizo. Sus piernas...

—Sí, bueno... —empezó a decir. Carraspeó y desvió la mirada. Mejor no fijarse demasiado en sus piernas porque llevaban a un territorio peligroso—. Lo siento.

Echando un puñado de pinzas en la cesta que estaba en el suelo, observó y esperó mientras él se acercaba.

—¿Cómo estás?

—¿Qué crees? —respondió levantando el bastón.

La alegría iluminó su rostro.

—¡Dios mío! ¡Las muletas! Te mantienes de pie sin ellas… ¡Yesung, es maravilloso!

Si impresionarlo había sido la fuerza que le había llevado a conseguir objetivos imposibles, había merecido la pena cada minuto doloroso para bañarse en el calor de su alegría.

—Gracias —respondió.

—Bueno —dijo levantando los hombros—. Esto pide una celebración. Tengo té helado en el frigorífico, ¿quieres un poco?

—Estará bien para empezar —contestó siguiéndolo por un emparrado y entrando en la cocina por el lado este de la casa.

Era bastante sencilla, un fregadero, un frigorífico, un armario blanco lleno de vajilla azul y una mesa de pino como la de la casa de su niñez. Pero Ryeowook le había dado un toque encantador al colocar unas cortinas blancas, un macetero en la ventana con capuchinas naranjas y rojas y un jarrón con rosas salvajes sobre la mesa.

Una puerta abierta permitía ver una parte del salón, con una escalera de caracol hacia el primer piso.

—Es bonito —comentó apoyándose en el bastón y mirando alrededor—. Siempre había creído que todas las casas de por aquí eran iguales que la mía, pero esta es más espaciosa.

—Y no te habías dado cuenta hasta ahora —señaló dejando de servir el té.

—No. No estaba preparado para hacer visitas antes.

—¿Y ahora lo estás?

—Hasta cierto punto. Me apetecía estirar las piernas y pensé en acercarme para ver cómo estabas.

—¿Debería sentirme halagado?

Se encogió de hombros mientras la vieja señal de alarma resonaba en su mente. «Anima un poco a un joven y se lo tomará como un compromiso de por vida...».

—No especialmente. Hace tiempo que no hablamos, eso es todo y yo...

—Está bien, Yesung, no tienes que dar explicaciones. Ambos sabemos lo mucho que valoras tu intimidad.

—Parece que eso es algo que tenemos en común. Tú tampoco has llamado a mi puerta últimamente.

Él se rió y Yesung miró su boca. Lo había llamado muchas cosas poco amables: «nervioso, mandón, entrometido». Pero lo que le vino a la mente en aquel momento fue «sexy».

—Sé cuando no se desea mi compañía —señaló—. Y por si no lo había descubierto, lo cierto es que tú lo dejaste bien claro.

No era así como había imaginado su encuentro, con él de pie babeando y Wook tan... al mando.

—Como ambos aceptamos las reglas básicas, ¿qué hay de malo en pasar un poco de tiempo juntos?

—Quizá será mejor que definas exactamente lo que quieres decir con «pasar un poco de tiempo juntos», para evitar malos entendidos.

—Una copa de vino de vez en cuando, un café por la mañana de tanto en tanto, cosas así.

—Suena apasionante —replicó mordiéndose el labio para evitar reírse otra vez.

—¿Qué estabas esperando, Wook? ¿Una proposición de matrimonio?

—No. Ya te lo dije, el matrimonio es lo último que busco con un hombre como tú.

—¿Y por qué no? ¿Un espécimen imperfecto no es lo bastante bueno para ti?

—Son tus otras características las que encuentro molestas.

—¿Como por ejemplo?

—Para empezar, no me gusta que me llamen Wook —afirmó.

—Si esas son todas tus quejas...

—Y no me gusta tu actitud agresiva.

—¿Yo, agresivo?

Ryeowook miró al techo con un gesto de desesperación.

—De acuerdo, lo soy. Pero hablando de cosas molestas, vine aquí para conseguir una tregua y estoy a punto de empezar otra guerra. Mejor hubiera sido mantenerme lejos.

—Me alegro de que vinieras —aseguró suavemente—. Te he echado de menos.

—¿Aunque haya sido un ogro todo el tiempo?

—Tenías un motivo. Y ahora que has progresado tanto, ¿te marcharás de la isla?

—Pronto. Me marcho a finales de agosto. Pero debo admitir que no tengo prisa por volver a la ciudad.

—Yo tampoco.

—¿Entonces? ¿Qué hacemos ahora, Lee Ryeowook?

—Si no fuera porque me temo que te tomarías la invitación por otro lado, te pediría que te quedaras a comer.

—Estaba esperando que lo hicieras. Estoy harto de  cocinar para mí solo.

—No es mucho, solo fruta y queso y galletas caseras.

—A mí me parece un banquete.

—¿Por qué no te sientas en el porche mientras lo preparo?

—Claro —dijo y se preguntó cómo no se había dado cuenta de que se le hacían hoyuelos al sonreír.
Desapareció hacia la cocina como una exhalación.


Frío Corazón


Introducción



Título: Frío Corazón
Autora original: Cathy Williams
Título original: Alma de Fuego
Género: AU, FLAFF
Clasificación: Rating {NC17}
Advertencia: Ninguna

Comentario de adaptadora:
Tercera historia de nuestra "saga" de Mpreg, disfruten de la historia. No están conectadas una con la otra, son historias independientes.

Descripción:

Por la cama de Hyukjae Lee ha pasado una larga lista de guapos jóvenes y mujeres de la alta sociedad hasta que conoce a Hae. ¡Su belleza inmaculada hace arder su sangre!

Hae se esfuerza por encajar en el exclusivo mundo en que vive Hyukjae. Pero su inexperiencia pronto se pone de manifiesto: está esperando un hijo de él. Para Hyukjae, sólo existe una opción… el matrimonio. 

Después de todo, él es un Lee. Y, como Hae pronto descubre, su proposición no es una pregunta… ¡es una orden!



La historia original no es mía, YO SOLO LA ADAPTO, modifico nombres y una que otra situación. Créditos a su autora original y de traducción a quien corresponda.

Amor en el aire


Introducción



Título: Amor en el aire
Autora original: Sharon Kendrick
Título original: El hijo del príncipe
Género: AU, FLAFF
Clasificación: Rating {NC17}
Advertencia: Ninguna

Comentario de adaptadora:
Segunda historia de nuestra "Saga" de Mpreg. Ya saben las historias no estan relacionadas una con la otra, son independiente que tienen en común el Mpreg.

Descripción:

¿Qué pasaba cuando el amante se convertía en el appa del futuro príncipe?
Pasaban sus noches de pasión en los lujosos hoteles de cualquier ciudad del mundo. Pero, a pesar de lo que sentía por Siwon, Heechul sabía que no era más que su amante; no debía encariñarse con él, ni hablarle de amor…
Ni por supuesto quedarse embarazado… ¡Pero ya lo estaba!
El príncipe Choi Siwon de Hyundae no podía tener un hijo ilegítimo, así que Heechul tendría que casarse con él… 




La historia original no es mía, YO SOLO LA ADAPTO, modifico nombres y una que otra situación. Créditos a su autora original y de traducción a quien corresponda.

Love Again- Capítulo 4



Abrió los ojos como platos por la sorpresa. Se apresuró a taparse con las manos, aunque se agachó en el agua para ocultarse de él.

Con un susurro lo insultó más que si hubiera gritado su humillación.

—¡Pervertido! Si es así como te diviertes no me extraña que tu esposo te dejara por otro. No eres más que un adolescente crecidito disfrazado de adulto.

—Fue un accidente. No vine buscándote, salí a quemar unas cuantas calorías. Creí que estabas acostado. Tu casa lleva horas a oscuras.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó dirigiéndose hacia la barca. Las ondas que provocaba en la superficie del agua camuflaban su desnudez—. ¿Te sientas a espiar cada uno de mis movimientos?

—¡Dame un respiro, Ryeowook! Tu casa es la única en kilómetros a la redonda. No hace falta ser voyeur para saber si hay luz o no en la casa del al lado. Y como vivimos tan cerca, deberías pensártelo dos veces antes de volver a nadar desnudo, si es que vas a enfadarte por que te sorprendan.

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...