Amor en Altamar- Capítulo 20



Hyukjae esperaba con impaciencia, de pie ante la barandilla, el pequeño esquife que por fin habían avistado regresando al barco. Llevaba tres días aguardando en esa pequeña bahía de la costa de Connecticut. Si hubiera sabido que sus marinos tardarían tanto en volver con la información deseada, habría ido personalmente a tierra.

Y el día anterior había estado a punto de hacerlo. Pero Sunnie le había advertido serenamente que en su estado de ánimo no le convenía hacerlo: si los norteamericanos no ponían el grito en el cielo sólo porque él rebosara de nobleza británica, autoridad y condescendencia, su malhumor despertaría en cualquiera desconfianza y aun hostilidad.

Hyukjae rechazó la acusación de condescendencia. Sunnie rió: con dos argumentos a su favor de tres, seguía ganando la discusión.

Hyukjae desconocía por completo esas aguas norteamericanas, pero decidió no continuar tras el navío que había seguido hasta el puerto. De momento, no le interesaba que Donghae supiera que estaba allí. No hizo sino asegurarse de que el barco del muchacho había atracado en la ciudad costera, en vez de navegar aguas arriba por el río. Entonces ancló el Opera tras el cabo que sobresalía de la desembocadura y envió a sus dos hombres a la ciudad, para que averiguaran todo lo posible de su paradero. No tenía sentido que hubieran tardado tres días; tan sólo quería saber dónde estaba el muchacho.

Pero allí estaban. En cuanto los vio subir a bordo, les pidió explicaciones:

-¿Y bien? -Al instante cambió de idea y les ordenó - En mi camarote.

Ninguno de los dos se preocupó mucho por aquella actitud brusca, Tenían mucho de que informar. Además, la actitud del capitán había sido la misma desde que hubieron abandonado Jamaica.

Una vez abajo, junto con Junsu, Hyukjae ni siquiera se instaló ante su escritorio para escuchar el informa.

-Esto no va a gustarle nada, capitán... o tal vez sí. El barco que estábamos siguiendo es de la compañía Mokpo.

Hyukjae arrugó la frente, pensativo, mientras se acomodaba en el sillón.

-No sé por qué, pero ese nombre me resulta vagamente conocido...

La memoria de Junsu le proporcionó la respuesta.

-Tal vez se deba a que, en tu papel de Kry, te enfrentaste con dos barcos de la Mokpo. A uno lo capturamos y el otro se escapó después de haberle causado daños considerables.

-Y Bridgeport es el puerto de origen de la compañía -agregó uno de los marineros- En este momento hay seis o siete barcos de la compañía atracados allí.

Hyukjae sonrió ante el significado de aquel dato.

-Al parecer, he hecho bien al decidir evitar ese puerto, ¿no, Sunnie?

-Cierto. Aunque el Opera no sea reconocible, Tú sí lo eres. Supongo que eso te impide bajar a tierra.

-¿Tú crees?

Junsu se mantuvo firme.

-¡Por favor, Hyukjae! ¡Por ese joven no vas a correr el riesgo de que te ahorquen!

-No seas tan exagerado -fue la seca respuesta - Por esa época llevaba barba; ahora he cambiado mi aspecto. No soy más reconocible que mi barco. Es más, el pirata Kry se retiró hace más de cinco años. El tiempo borra todos los recuerdos.

-En tu caso parece haber borrado también el sentido común -gruñó Sunnie - No hay motivos para que corras ningún peligro, cuando nosotros podemos traerte fácilmente a tu niño.

-¿Y si él no quiere venir?

-yo me encargaré de que quiera.

-¿Estás pensando en un rapto, Sunnie? Que me aspen si me equivoco, pero... ¿acaso no constituye eso un delito?

Enrojecido por la frustración, Junsu acusó:

-Estás decidido a no tomarte esto en serio, ¿eh?

Los labios de Hyukjae se contrajeron muy levemente.

-Sólo recuerdo que, la última vez que intentamos secuestrar a un bello joven, acabamos sacando del saco a mi dulce sobrino. Y la vez anterior, aunque él se mostró muy dispuesto a que lo secuestraran, mis hermanos me desheredaron y me dieron una buena paliza. Pero eso no viene al caso. No he llegado hasta aquí para permitir que tus preocupaciones cambien mis planes. El peligro sólo es una leve posibilidad.

-¿Y cuáles son esos planes?

Esa pregunta irritó de nuevo a Hyukjae.

-¡Aún no tengo ninguno, que diablos! ¿Dónde demonios está, Sukin? Supongo que habéis descubierto su paradero, ¿no, vagos?

-Sí, capitán. Vive en una casa enorme en las afueras de Bridgeport.

-¿En las afueras? Eso significa que puedo verlo sin cruzar la ciudad.

-Con facilidad, pero...

Hyukjae no le permitió terminar.

-¿Lo ves, Sunnie? Estabas preocupándote por nada.

-Capitán...

-No tendré que acercarme al puerto.

-Merde! -estalló finalmente Seungin, fulminando a su amigo con la mirada - ¿Cuándo piensas decírselo, mon ami? ¿Cuándo ya esté en el hocico del león?

-Se dice en el hocico del lobo, Seungin. Es lo que estoy intentando hacer.

Con eso atrajeron de nuevo la atención de Hyukjae:

-Me temo que es la boca del lobo... y si voy a meterme en ella, quizá sea importante que me entere de algún detalle más... ¿De qué se trata?

-Pues de que la familia del muchacho es la propietaria de los barcos Mokpo, señor. Son sus hermanos quienes los capitanean.

Hyukjae se echó a reír.

-por Dios, que ironía. El dijo que era propietario de un barco, pero ¿cómo iba a creérmelo? Supuse que era puro descaro.

-Al parecer, era más bien modestia -comentó su primer piloto - Y esto no tiene nada de divertido, Hyukjae. No puedes...

-Claro que puedo. Sólo es preciso elegir el momento en que esté solo.

-no será hoy, capitán. Esta noche dan una fiesta. Media ciudad está invitada.

-Para celebrar que se ha reunido toda la familia -agregó Seungin - Al parecer, eso no ocurre con mucha frecuencia.

-Ahora comprendo por qué habéis tardado tanto -replicó Hyukjae, disgustado- Os envié a localizar al muchacho, y volvéis con la historia familiar completa. Por cierto, ¿os habéis enterado de qué hacía él en Inglaterra?

-Buscaba a su futuro.

-¿Qué futuro?

-Su prometido -aclaró Seungin.

Hyukjae se incorporó lentamente. Si el capitán ardía en una rabia sorda desde que habían zarpado de Jamaica, en nada podía compararse con la ira que aquella única palabra había provocado.

-¿Tiene...un...prometido?

-¡Ya no! -explicó Seungin apresuradamente.

-Se lo encontró casado con un joven ingles, y eso después de haber estado esperándolo seis años sin... ¡Ay! ¡Cuernos, Seungin, lo que estás pisando es mi pie!

-¡Tendría que haberte pisado la boca mon ami!

-¿Lo ha esperado durante... seis...años?

Sukin hizo una mueca.

-Bueno, es que el joven fue reclutado a la fuerza, capitán. Y después, con la guerra...nadie supo qué había sido de él. En la ciudad no se sabe nada de todo esto. Seungin lo ha averiguado por una de las criadas...

-Seis años -repitió Hyukjae, pero esa vez para sus adentros. En voz más alta, agregó -Se diría que Donnie estaba muy enamorado, ¿no, Sunnie?

-por mi vida, Hyukjae, me parece increíble que te preocupes por eso. Mil veces te he oído decir que un joven desengañado es el más predispuesto para irse a la cama con otro. Además, tú no querías que el pequeño se enamorara de ti. Siempre te fastidia horrores que pase eso.

-Eso sí es cierto.

-Entonces, ¿por qué diablos sigues echando chispas?




-¿Dónde demonios te habías metido, Seunghun? -acusó Hyunjoong, belicoso, en cuanto su hermano entró en el gran despacho donde solían reunirse los hombres de la casa.

Seunghun echó un vistazo a Yunho y a Yoochun, que holgazaneaban en un sofá castaño, buscando una explicación para ese desacostumbrado saludo. Pero como Hyunjoong no se había molestado en explicar a ninguno de ellos por qué esperaba con tanta impaciencia el regreso de Seunghun, se limitaron a encogerse de hombros. Antes de responder, se acercó a su escritorio.

-Creo que tengo por costumbre atender los asuntos comerciales cuando estoy en casa. He pasado la mañana en las oficinas de la Mokpo. Si te hubieras molestado en preguntar ya lo sabrías.

Hyunjoong, que sabía reconocer las reprimendas sutiles, se ruborizó porque no se le había ocurrido interrogar al ama de llaves.

-Hanna estaba demasiado ocupada con los preparativos de la fiesta; no he querido molestarla.

Seunghun tuvo que dominar el impulso sonreír ante aquella apresurada justificación. Los arrebatos temperamentales eran escasos en Hyunjoong; por eso resultaban sorprendentes. No tenía sentido agravar el que exhibía en ese momento. Yunho no tuvo tantos reparos.

-Podrías haberme preguntado a mí, cabeza hueca-rió entre dientes - Yo te habría dicho...

Como Hyunjoong iba ya hacia el sofá, Yunho no se molestó en terminar la frase. Se limitó a ponerse de pie para enfrentarse al ataque de su hermano.

-¡Hyunjoong!

Seunghun tuvo que repetir la advertencia en voz más alta para que el menor se volviera fulminándolo con la mirada. Tras la última diferencia de opiniones entre aquellos dos había sido necesario reparar el escritorio y cambiar dos lámparas y una mesa.

-Podríais recordar que esta noche tenemos invitados -los amonestó el mayor con severidad - Puesto que va a venir casi toda la ciudad, lo más probable es que utilicemos todas las habitaciones de la casa. Os agradecería que no me obligarais a repararla antes de la fiesta.

Yunho, contrariado, tuvo que volver a sentarse. Mientras tanto, Yoochun los observaba a todos meneando la cabeza.

-¿Qué te tiene tan preocupado, Hyunjoong, que no puedes hablar de ello ni con Yunho ni conmigo? -preguntó Yoochun, tratando de que su voz sonara tranquilizadora - No tenías por qué esperar a que llegara...

-Anoche vosotros dos no estabais, pero Seunghun sí.

Y Hyunjoong no dijo más, como si con eso lo explicara todo.
La renombrada paciencia de Yoochun se hizo evidente al continuar.

-Tú también saliste, ¿verdad? ¿A qué viene esto, entonces?

-Quiero saber qué demonios pasó mientras yo no estaba, eso es todo.- Hyunjoong se volvió de nuevo hacia el hermano mayor - Pobre de ti, Seunghun, si castigaste a Hae después de asegurar que no...

-¡No hice nada de eso! -replicó Seunghun, indignado.

-Pues deberías hacerlo -intervino Yunho -Una buena paliza es lo que aliviaría sus remordimientos.

-¿Remordimientos, por qué?

-Por habernos tenido preocupados. Eso es lo que lo tiene llorando por toda la casa.

-Si lo has visto llorar es porque aún no ha superado lo de Yoon. El lo amaba...

-¡Tonterías! -se burló Yunho - El nunca estuvo enamorado de ese malnacido. Lo quería sólo porque era el chico más apuesto de la ciudad.

-En ese caso, hermano, ¿por qué se pasó una semana entera llorando cuando zarpamos de Jamaica? Me partía el corazón verlo con los ojos hinchados y enrojecidos, y lo único que pude hacer fue animarlo un poco antes de que llegáramos a casa. Por eso quiero saber qué es lo que le ha hecho llorar otra vez. ¿Le has dicho algo tú, Seunghun?

-Apenas he cambiado dos palabras con él. Ha pasado casi toda la tarde en su cuarto.

-¿Dices que ha estado llorando otra vez, Hyunjoong? -preguntó Yoochun, con cautela - ¿Por eso estás tan alterado?

Hyunjoong asintió con un gesto seco, hundiendo las manos en los bolsillos.

-No lo soporto, de veras...

-Pues acostúmbrate, cabeza hueca -intervino Yunho - Todos los jóvenes tienen un tonel de lágrimas listo para derramar de un momento a otro.

-Es lógico que aun asno cínico como tú no comprenda la diferencia entre lágrimas auténticas y lágrimas de cocodrilo -replicó Hyunjoong.

Seunghun estuvo a punto de intervenir, al ver que Yunho iba a lanzarse otra vez contra Hyunjoong ante tal comentario. Pero no hizo falta. Yoochun aplacó el mal genio de su hermano poniéndole una mano en el brazo y meneando suavemente la cabeza.

Seunghun se vio obligado a retenerse, y la ira contenida dibujó una mueca fiereza en sus labios. Toda la familia admiraba la calma que Yoochun mantenía en cualquier circunstancia; lo irónico era que Yunho la admiraba más que ningún otro. También tendía a tomarse muy en serio sus críticas, mientras que solía ignorar las de Seunghun; y eso fastidiaba infinitamente a éste, considerando que Yoochun era menor.

- Hyunjoong, no olvides que tú también eras de la misma opinión cuando accedimos a aquel ridículo compromiso -apuntó el mayor - Ninguno de nosotros creía que los sentimientos de Donghae fueran muy profundos. Por amor de Dios, apenas tenía dieciséis años.

-los motivos por los que accedimos no importan. Ahora nos ha demostrado que estábamos equivocados.

-Sólo ha demostrado que es increíblemente fiel... y testarudo -replicó Seunghun - Y me inclino a pensar como Yunho. Aun no creo que amara de verdad a Yoon.

-¿Por qué, entonces, esperó seis...?

-No seas idiota, Hyunjoong - intervino Yunho - En esa ciudad la situación no ha cambiado. Sigue habiendo muy pocos hombres solteros entre los que Hae pueda elegir. Se explica que esperara el retorno de Yoon, porque en ese tiempo no encontró ninguno que le gustara. De lo contrario, puedes estar seguro de que se habría olvidado de ese inglés en un abrir y cerrar de ojos.

-En ese caso, ¿por qué huyó para buscarlo? -inquirió Hyunjoong, acalorado - Respóndeme a eso.

-Por lo visto, consideró que ya había esperado lo suficiente. Seunghun y yo ya habíamos llegado a la misma conclusión. El pensaba llevarla consigo a New Haven cuando fuera a visitar a sus niñas. Su suegra aún se mueve en el ambiente social de esa ciudad.

-¿Qué ambiente social? -resopló Hyunjoong - ¡Si New Haven no es mucho mayor que Bridgeport!

-Y si eso no resultaba, yo pensaba llevarlo a Nueva York.

-¿Tú? ¿De veras?

La expresión del rostro de Yunho se tornó decididamente amenazadora.

-¿Crees que no sé cómo se acompaña a un joven?

-A un joven, sí; pero a un joven hermano, no. ¿Quién se atrevería a acercarse a él si tú, el perpetuo malhumorado, estuvieses a su lado?

Ante eso, Yunho se puso otra vez de pie, echando chispas por los ojos.

-¿Cómo me has llamado?

-¿Por qué no dejáis de provocaros mutuamente? -logró intervenir Yoochun, sin levantar la voz - Nos hemos alejado del tema. Ahora lo que importa es que Hae está muy deprimido. Si ha estado llorando... ¿Le has preguntado por qué, Hyunjoong?

-¿Por qué? -exclamó Hyunjoong - ¿Por qué queréis que sea? Os digo que tiene el corazón destrozado.

-¿Te lo ha dicho él?

-No ha sido necesario. El día en que me encontró, en Jamaica, dijo que Shang se había casado con otro joven y rompió a llorar.

-pues no me ha parecido que tuviera el corazón muy destrozado -comentó Seunghun - Al contrario, se muestra muy autoritario desde que se salió con la suya el día de su llegada. La maldita fiesta de esta noche también ha sido idea de él, y está muy ocupado arreglándose.

-Pero hoy no ha bajado, ¿verdad? Probablemente esté escondido en su cuarto porque tiene otra vez los ojos enrojecidos por el llanto.

Yoochun frunció el entrecejo.

-Es hora de que alguien hable con él. ¿Tú, Seunghun?

-¿Qué demonios sé yo de estas cosas?

-¿Tú, Yunho? - pero antes de que éste pudiera responder, Yoochun rió entre dientes - No, mejor que no.

-Lo haré yo -se ofreció Hyunjoong a regañadientes.

-¿tú, que estás lleno de suposiciones y te derrites a la primera lágrima? - se burló Yunho.

Antes de que iniciaran una nueva discusión, Yoochun echó a andar hacia la puerta, diciendo:

-Como Kyujong sigue durmiendo, creo que me toca a mí.

-Muchísima suerte -le deseó Hyunjoong - No te olvides de que está muy enfadado contigo.

Yoochun se detuvo a mirarlo.

-¿Se te ha ocurrido preguntarte por qué?

-No hace falta. El no quería ir a Inglaterra. Querías que fueras tú.

-Exactamente -replicó Yoochun - Eso significa que no le importaba realmente ver o no a Yoon. Sólo quería aclarar el asunto.

Después de que Yoochun saliera, Hyunjoong comentó:

-Bueno, demonios, ¿qué más dá?

Yunho no pudo dejar pasar la ocasión.

-lo que me extraña es que hayas dejado de ser virgen, Hyunjoong, considerando lo poco que sabes de jovenes.

-¿Yo? -barbotó Hyunjoong - Bueno, al menos yo los dejo sonriendo. Lo que me extraña a mí es que los tuyos no mueran congelados en la cama.

La distancia entre ambos resultaba ciertamente insuficiente para ese tipo de diálogos. Seunghun sólo alcanzó a chillar:

-¡Cuidado con los muebles, maldición!


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...