Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 15




Sungmin miró el sol matutino que asomaba por el rincón de su dormitorio. Directamente debajo de las ventanas que daban al sur estaba la cúpula del invernadero.

El estaba en el dormitorio principal, en el rincón derecho del bloque central de la casa. Esto le permitía tener dos paredes con ventanas. Los colores de la habitación eran oscuros, excepto el papel azul de la pared. De todos modos, más tarde, cuando todas las ventanas estuvieran iluminadas, el cuarto sería más alegre.

Las ventanas de la otra pared daban a un amplio parque. El paisaje de prados con bosquecillos era sorprendente: a la derecha había un pequeño lago donde se reflejaban todos los colores. Una escena pacífica, tranquila, que casi hizo olvidar sus pesares a Sungmin, aunque no del todo.

Tocó una campanilla para llamar a una criada, esperando que no se presentara la señora OH, el ama de llaves, que, tal como la había descrito Kristal, era un verdadero dragón. Era una criatura gruesa, pretenciosa, fastidiosa. Había querido, nada menos, que llevar a Sungmin a un cuarto de huéspedes y, además, a uno pequeño. Pero Sungmin la había puesto rápidamente en su lugar. Teniendo en cuenta que las habitaciones destinadas al joven dueño de la casa estaban ocupadas por Cho Eunhee, que no podía mudarse de la noche a la mañana, señaló que las habitaciones del señor estaban vacías y que las iba a ocupar.

Esto dejó atónita al ama de llaves. Sólo una salita separaba los dos grandes dormitorios. Lady Eunhee ocupaba uno de estos dormitorios.
Sungmin se salió con la suya tras recordar sutilmente a la señora OH que él era el nuevo dueño de la casa. Era verdad que Cho Eunhee había seguido administrando Foresight después de la muerte de su marido, pero Foresight pertenecía a Kyuhyun, y Sungmin era el esposo de Kyuhyun.

La señora OH le previno para que no hiciera ruido cuando pasaron por la salita contigua al cuarto de Eunhee. A Sungmin le dijeron que Eunhee no se sentía bien y que se había acostado temprano. Por esta razón, no había recibido la bienvenida que le correspondía.

A decir verdad, Sungmin se sintió aliviado. Estaba agotado, avergonzado por la ausencia hacia pocas horas de su marido, y tan lleno de amargura que no tenía ganas de ver a nadie.

Se estableció en el cuarto de Kyuhyun, y descubrió que estaba totalmente desprovisto de objetos personales. De alguna manera esto empeoraba las cosas.

La criada que contestó la llamada de Sungmin era de pelo y piel oscuros, y todo lo contrario de la parlanchina Kristal. Apenas dijo una palabra mientras ayudaba a Sungmin y lo acompañó luego al salón del desayuno.

Esta habitación quedaba en la parte delantera de la casa y se beneficiaba de todo el sol mañanero. La mesa estaba puesta para una sola persona. En una pared había un gran armario de palo de rosa lleno de fina porcelana con borde dorado, con un diseño floral rosado y blanco. Entre las ventanas, en la pared del fondo, había un escritorio preciosamente tallado, de roble y ébano.

–Buenos días, señor. Espero que hayáis pasado una buena noche.

–En verdad que sí. ¿Todavía no ha bajado la condesa? – Sungmin señaló el único asiento.

–Ha salido para dar su cabálgala matutina. Nunca come tan temprano, señor.

–A decir verdad, yo tampoco. ¿Porqué no me muestras entretanto el resto de la casa?

–Pero ahí está toda la comida –dijo Kristal sorprendida, retirando la tapa de la fuente para mostrar huevos, salchichas, jamón, jaleas, tostadas, incluso dos tartas de aspecto delicioso.

–Cielos –dijo Sungmin sin aliento–, no creerás que me puedo comer todo eso, ¿verdad?- Kristal rió.

–La cocinera quiso causaros una buena impresión, teniendo en cuenta que anoche sólo pudo daros platos fríos.

–Bueno, entonces sólo llevaré esto conmigo y una de éstas –dijo Sungmin, envolviendo una gruesa salchicha en un bollo y tomando una de las tartas.– Y ahora hagamos esa gira.

–Pero quizás la señora OH...

-Sí –interrumpió Sungmin con tono conspirativo– supongo que ella debería hacerlo. Pero le permitiré que me muestre todo más adelante. Ahora sólo quiero ver el tamaño de Foresight, y quiero hacerlo con una compañía agradable.

Kristal volvió a reír.

–A ninguno de nosotros nos gusta mucho la señora OH, pero lo cierto es que dirige el barco con vigor, como suele decir. Venid pues, milord. Pero si tropezamos con la señora OH...

–No te preocupes –le aseguró Sungmin – Buscare alguna excusa para justificar que estés conmigo. No te echará nada en cara.

La casa era verdaderamente grande. Después del corredor de entrada pasaron ante una sala de billar, con tres mesas. Había más habitaciones de las que Sungmin podía recordar, cada una con preciosos muebles. Casi todos los elevados techos eran en forma de cúpula y estaban decorados con yeso dorado. En algunas habitaciones había enormes candelabros, finamente trabajados. Sungmin quedó atónito ante la belleza del lugar.

En la parte de atrás de la casa, después del gran comedor formal, estaba el invernadero. A lo largo de un sendero que rodeaba el recinto había sillas, sofás y estatuas sobre pedestales. Había macetas con plantas a los lados de unos amplios peldaños de piedra que llevaban hasta una fuente en el centro. Por todas partes se veían árboles y flores de otoño. Sungmin lamentaba no haber visto aquel lugar en verano, cuando el jardín interior debía estar totalmente... florecido.

Arriba, en toda la extensión del fondo de la casa, estaban las habitaciones del dueño. De derecha a izquierda estaban la cámara del señor, la sala, la cámara que correspondían al joven señor, y después una habitación de niños.

El recorrido duró casi una hora, y Kristal pudo escapar al territorio de los criados, que quedaba en el centro de la casa, a la derecha del salón principal, antes que nadie descubriera lo que habían estado haciendo.

Sungmin se quedó en la biblioteca, esperando a lady Eunhee. La espera fue breve. La condesa se presentó enseguida de su excursión a caballo. Sólo tuvo un momento de sorpresa al ver a alguien en la habitación. Después ignoró a Sungmin mientas se quitaba el sombrero y los guantes.

¿De manera que así iban a ser las cosas? Bueno, esto explicaba en parte la tendencia a la rudeza de Kyuhyun.

Sungmin pudo examinar a Eunhee mientras esta la ignoraba. Para ser una mujer de casi cincuenta años, se mantenía notablemente bien. Era esbelta y juvenil, su porte tieso y erguido. Sus ojos eran de un gris tormentoso. Unos ojos duros, fríos, que tal vez incluso sonreían algunas veces. Pero Sungmin rechazó finalmente esta idea.

Había un leve parecido con Arha, la hermana de Eunhee, pero era un parecido que se insinuaba para terminar enseguida. La hermana menor irradiaba calor, amabilidad, y no había nada de esto en la condesa.

–¿Tengo que llamaros «madre»? –preguntó bruscamente, y la condesa se sobresaltó visiblemente. Se dio la vuelta y miró de frente a Sungmin. Los ojos grises eran helados, los labios estaban contraídos. Probablemente no tenía costumbre de que le dirigieran la palabra antes de que ella se dignara hablar, pensó Sungmin.

Con voz tajante, Eunhee replicó:

–No. No soy vuestra madre del mismo modo que no...

–Oh, Dios –interrumpió Sungmin – comprendí que había un alejamiento entre vos y Kyuhyun cuando no asististeis a nuestra boda, pero yo...

–Mi presencia era necesaria aquí –dijo secamente Eunhee.

–... Ignoraba que negaseis a vuestro propio hijo –terminó Sungmin.

–¿Qué estáis haciendo aquí sin Kyuhyun? –preguntó Eunhee.

–Kyuhyun y yo no nos entendemos, ¿sabéis?, y por lo tanto no podemos vivir juntos... –replicó Sungmin.

Hubo una pausa provocada por la sorpresa.

–¿Entonces, por qué os habéis casado?

Sungmin se encogió de hombros y le lanzó una deslumbrante sonrisa.

–No era una mala idea. Al menos para mí. Estaba harto del continuo remolino de las reuniones. Prefiero la vida en el campo.

–Pero eso no explica por qué se casó Kyuhyun – Sungmin levantó una ceja.

–Sin duda sabéis el motivo. Yo no estaba presente cuando Kyuhyun accedió a casarse conmigo, pero vuestra hermana y vuestra suegra estaban presentes.

Eunhee frunció el ceño. Naturalmente no iba a repetir la pregunta. Ni tampoco iba a reconocer que no se había comunicado con Arha o Hyorin. No le habían comunicado nada con respecto al matrimonio.

–Estamos aquí algo aislados –advirtió Eunhee. Sungmin sonrió.

–Eso me parece maravilloso. Sólo lamento tener que pediros que elijáis para usted otras habitaciones.

Eunhee se irguió, muy tiesa.

–Me han dicho que habéis ocupado las habitaciones de Kyuhyun.

–Pero no las utilizaré por mucho tiempo, ¿sabéis? Debo estar cerca de la habitación de niños –y se palmeó cariñosamente el vientre.

La condesa pareció a punto de sofocarse.

–Tonterías. No podéis estar embarazado. Os habéis casado ayer, y aunque os hayáis detenido en alguna posada después de la boda, no podríais haber...

–Olvidáis la reputación de vuestro hijo, lady Eunhee. Kyuhyun es un experimentado seductor. No pude resistir a su encanto. Y estoy embarazado de cuatro meses.

La condesa clavó los ojos en el vientre de Sungmin, y este añadió:

–Por suerte no se nota.

–No veo cómo podéis supone que esto es una suerte sea como sea –dijo Eunhee con seca altanería–. La gente sabe contar, ¿sabéis? Y es una vergüenza que ni siquiera os ruboricéis cuando... ¡Es sencillamente vergonzoso!

–No me ruborizo, señora, porque no siento vergüenza - replicó fríamente Sungmin - Y si no hay vergüenza no hay culpa. Y si mi hijo nace cinco meses después de la boda, bueno, otros niños han nacido antes. Por lo menos tengo un marido, aunque no se haga presente con frecuencia. Y mi hijo tiene un nombre. Teniendo en cuenta la reputación de vuestro hijo, a nadie le sorprenderá que Kyuhyun no haya podido contenerse durante los cuatro meses del compromiso.

–¡Realmente tenéis descaro!

–¿Y usted, no lo tiene?

Cho Eunhee se puso escarlata ante la suposición y salió de la habitación. Sungmin suspiró. Bueno, como quien dice, se había hecho su propia cama. Tal vez hubiera sido mejor no irritar a aquel agrio pajarraco, pero... Sungmin sonrió. La expresión ultrajada de la cara de la condesa valía cualquier cosa desagradable que pudiera provenir de aquella mujer.




–Has engordado un poco al parecer, conejo –dijo Siwon al besar la mejilla de Sungmin y sentarse junto a él en el césped–. Sin duda comes de más, porque eres desdichado. Y no me sorprende, viviendo con ese pescado frío.

Sungmin dejó a un lado el cuaderno de dibujo y sonrió cariñosamente a su tío.

–Si te refieres a Eunhee, te diré que no es tan mala. Después de dos peleas llegamos a un acuerdo. Simplemente no nos hablamos.

–Supongo que es la manera de entenderse con algunos –replicó Siwon, con su tono más seco. Sungmin rió con deleite.

–¡Oh, Siwon, te he echado de menos este mes! En verdad te esperaba antes. Todos los demás han venido.

–No te hubiera gustado verme después de haberme enterado de lo que pasaba. He necesitado este mes para apaciguarme.

Sungmin suspiró.

–Supongo que querrás matarle de nuevo...

–Exactamente. Procuré dar con ese canalla, pero había desaparecido.

–Te hubiera ahorrado la molestia de buscarle –dijo tranquilo–. Me dijo que se iba de Inglaterra. Y creo que lo dijo en serio.

Siwon se enojó.

–Es mejor que hablemos de otra cosa, conejo. Tu marido no es uno de mis temas favoritos. ¿Que es eso que estás dibujando?

Sungmin le tendió el cuaderno de dibujo.

–Sólo un sabueso corriendo tras las hojas que caen. He hecho algunos buenos diseños de los jardineros, de todos modos, y de los caballerizos ejercitando a los caballos.

El pasó las páginas, admirando los dibujos.

–Ese es Sir Sooman, un vecino –dijo cuando Siwon llegó ante el retrato de un dandy de edad madura–. ¿Puedes creer que el y la condesa...?

–¡No!

–Bueno, no lo sé con certeza, pero ella es como otra persona cuando él está cerca. Aunque no lo creas parece una adolescente.

–No puedo creerlo –dijo él con firmeza. Sungmin rió.

–Y ese es el caballero Park Jungmin y su joven esposo, Hyungjoon. El me gusta mucho. Eunhee está furiosa de que nos hayamos hecho amigos. ¿Sabes? Una invitación a Foresight siempre ha sido considerada un honor y, cuando recibí abiertamente a Hyungjoon, la condesa se encerró dos días en su cuarto para mostrar su desagrado.

–Le gusta dominar a la nobleza menor, ¿verdad? –preguntó Siwon.

–Oh, toma eso muy en serio Siwon.

Siwon pasó otra hoja.

–Dios, ¿quiénes son estos personajes?

–Dos Jardineros, creo. Hay aquí tantos criados, que aún no los conozco a todos. Dibujé ayer a esos hombres, Junto al lago.

–Debes haber estado especialmente deprimido ayer. Les has dado un aire siniestro. Sungmin se estremeció.

–No fue mi estado de ánimo. Tenían un aspecto siniestro. Se alejaron al ver que los estaba dibujando, de manera que tuve que terminar el diseño de memoria.

–Parecen matones de esos que andan por los muelles –dijo Siwon – no jardineros.

–Oh, tonterías. Toda la gente de aquí es agradable cuando uno la conoce.

–Excepto el pescado frío.

–No seas malo, Siwon. No creo que ella haya tenido una vida muy feliz.

–Esa no es excusa para cargar con su desdicha. Y hablando de...

–No –dijo Sungmin secamente–. Estoy muy bien, Siwon, de verdad.

–A mí no puedes engañarme, conejo. Basta mirarte. No engordarías si hicieras ejercicio, y cuando te abandonas y no cuidas tu salud es porque eres desdichado. Recuerda que te conozco. Eres igual a tu madre en cierto sentido. Pero no tienes por qué seguir aquí, ¿sabes? Puedes volver a casa.

–Sé que he cometido un error, Siwon, pero no quiero que todo el mundo lo sepa. ¿Entiendes?

–¿A causa de él? –preguntó Siwon agudamente.

–No –replicó y añadió, vacilante–: No he engordado como crees, Siwon. Lo que sucede es que estoy embarazado.

Hubo un momento de sorprendido silencio. Después él dijo:

–No puedes saberlo tan pronto. Sólo hace un mes que te has casado.

–Estoy embarazado, Siwon. Seguro, positivamente embarazado.

Los ojos negros de Siwon, tan parecidos a los de él, se agrandaron, y luego se entrecerraron, enfurecidos.

–¡No puede haberte hecho esto! ¡Lo mataré!

–No, no lo harás –replicó Sungmin, vetando la solución favorita de Siwon–. Este será tu primer sobrino o sobrina nieta. ¿Acaso podrás explicar alguna vez a la criatura que has matado a su padre?

–Por lo menos merece una buena paliza –gruñó el tío.

–Quizás –asintió –. Pero no por haberme seducido antes de la boda. Yo participé de buena gana en la fabricación de este niño.

–No te molestes en defenderlo conejo. Olvidas que él es como yo y yo conozco todas las vueltas. Te sedujo.

–Pero yo sabía exactamente lo que estaba haciendo –insistió Sungmin – Yo... fue una tremenda tontería, ahora lo sé, pero creí que iba a ayudar a que cambiara de actitud. Seguía haciendo de todo para que yo rompiera el compromiso, ¿sabes? Nunca me engañó diciendo que se casaba conmigo de buena gana.

–Pero se comprometió a hacerlo.

–Sí, pero creyó que iba a poder lograr que yo le dejara antes de la boda.

–Debiste hacerlo.

–El pasado, lo que debimos hacer y no hicimos, no cuenta, Siwon.

–Lo sé, lo sé, pero, maldición, Min, ¿cómo puede haberte abandonado sabiendo...?

–Nunca se lo he dicho. Supongo que no imaginarás que soy capaz de retener a un hombre de ese modo, ¿verdad? – Sungmin parecía auténticamente molesto.

–En verdad, conejo, eres como tu madre. Amber te dio a luz poco después de la boda.- Min contuvo el aliento.

–¿De veras? Pero... ¿por qué ninguno de vosotros me lo ha dicho hasta ahora?

Siwon se puso colorado y apartó la mirada.

–Bueno, gracias por habérmelo dicho. Me alegro de saber que no soy la única persona promiscua de la familia... además de tío Shindong, claro está –bromeó.

–¡Promiscuo! Al menos tu padre no abandonó a Amber. La adoraba. Se hubiera casado antes con ella, si el orgullo de ella no los hubiera separado.

–Nunca he sabido nada de esto –murmuró Sungmin.

–Tenían peleas tremendas. Ella rompió tres veces el compromiso, ya en cada una juró que no quería volver a verle.

–Pero todos me han dicho siempre que se adoraban –protestó Sungmin.

–Así es, conejito –le aseguró él–. Pero ella tenía un carácter tan tempestuoso como el mío. Ante el más mínimo contratiempo perdía el control. Gracias a Dios no has heredado eso de ella.

–Ah, no lo sé- musitó Sungmin – Si él vuelve alguna vez, no voy a perdonarle. Hizo que lo amara y después ni siquiera dio una oportunidad a nuestro matrimonio. Y tengo orgullo, aunque prácticamente le supliqué que se quedara. Mi amor se ha convertido en… bueno, me enfurece sólo pensar en él.

–Te felicito. Piensa en volver a casa, ¿quieres? No hay motivos para que no des a luz en casa de tu familia. Mantendremos alejados a los curiosos.

–Bueno, cuento con Minji y yo...

–Piénsalo –dijo él con severidad. Sungmin le sonrió.

–Lo pensaré, tío.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...