Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 1



Los dedos que sostenían la botella de brandy eran largos y delicados. Kim Jinhee estaba orgulloso de sus manos. Las lucía en cuanto se presentaba la ocasión, como en este momento. Alcanzó la botella a Kyuhyun, en lugar de servirle enseguida el brandy, permitiendole ponerse de pie ante él, que estaba recostado en el sofá tapizado de azul; el fuego de la chimenea que estaba a sus espaldas marcaba provocativamente su figura. Incluso un calavera empedernido como Cho Kyuhyun debía ser capaz de apreciar su bello cuerpo.

Un gran rubí refulgía en su mano izquierda, que temblaba ligeramente, cuando sujetó su vaso, y sirvió el brandy. Su anillo de bodas todavía lo exhibía con orgullo, aunque hacía más de dos años que era viudo.

-¿Me escuchas, Kyu?

Kyuhyun tenía aquella irritante expresión pensativa que cada vez era más frecuente. No escuchaba ninguna de las palabras que él decía: estaba profundamente sumergido en pensamientos en los que seguramente Jinhee no estaba incluido. Ni siquiera lo había mirado cuando servía el brandy.

-De verdad, Kyu, no es muy halagadora la manera en que te vas y me dejas cuando estamos solos en la habitación –Se mantenía firme sin ceder terreno ante él, hasta que Kyuhyun levantó la vista y lo miró.

-¿Qué pasa, querido? –A Jinhee le brilló la ira en sus ojos. Si hubiera sido capaz de demostrar su mal humor, incluso hubiera pataleado. ¡Kyuhyun era tan provocativo, tan indiferente, tan... imposible! Pero también era un partido muy bueno.
Procurando guardar la compostura, Jinhee contestó, con voz suave:

–El baile, Kyu. He estado hablando del baile, pero tú no has prestado atención. Si quieres, cambiaré de tema, pero sólo si prometes que vendrás a buscarme temprano mañana por la noche.

–¿Qué baile?

Jinhee contuvo el aliento. Kyuhyun no estaba fingiendo: verdaderamente no sabía de qué estaba hablando él.

–No me provoques, Kyu. El baile de los Park. Ya sabes cuánto deseo ir.

–Ah, sí –dijo él secamente– El baile que superará a todos, aunque es apenas el comienzo de la temporada.

Jinhee fingió no percibir el tono.

–Además, sabes muy bien cuánto he esperado una invitación del joven duque de Park. El baile será, al parecer, el más importante que ha dado en años. Sencillamente todos los que son alguien estarán presentes.

–¿Y qué?

Jinhee contó lentamente hasta cinco.

–Que moriré si me pierdo un solo minuto.

Los labios de Kyuhyun se curvaron con la consabida sonrisa burlona.

–Te sientes morir con demasiada frecuencia, querido. No deberías tomar tan en serio el mundanal ruido.

–Debería ser como tú...

Hubiera retirado la frase, en caso de poder hacerlo. Su furia estaba a punto de estallar y eso sería desastroso. Sabía que él deploraba todo exceso de emoción en cualquiera, aunque él mismo se permitiera dar rienda suelta a su mal humor, lo que podía llegar a ser muy desagradable.

Kyuhyun simplemente se encogió de hombros.

–Puedes decir que soy un excéntrico, querido, una de esas personas a las que les importa un comino los demás.

Esta era una gran verdad. Ignoraba, incluso insultaba, a quien le daba la gana. Se hacía amigo de quien le caía en gracia, incluso de reconocidos canallas despreciados por la sociedad. Y nunca, nunca se sometía a nadie. Era tan arrogante como la gente decía. Aunque también podía ser extraordinariamente encantador... cuando quería serlo.

Jinhee contenía milagrosamente su ira a punto de estallar.

–Recuerda, Kyu, que has prometido acompañarme al baile de los Park.

-¿De veras? –dijo él con aire cansado.

–Sí, lo hiciste –dijo con tranquilidad– Y prométeme que no te retrasarás, ¿quieres?

Él se encogió otra vez de hombros.

–¿Cómo voy a prometer algo así, querido? No puedo prever el futuro. Nadie puede saber si mañana no surgirá algo para retrasarme.

Jinhee casi lanzó un grito. Nada iba a retenerlo como no fuera su pérfida indiferencia, y ambos lo sabían. No lo podía soportar.

Jinhee tomó una rápida decisión y dijo como al descuido:

–Está bien, Kyu. Como es tan importante para mí y no puedo contar contigo, buscaré otra escolta, aunque espero que vayas al baile. –Los dos podían jugar al mismo juego.

–¿En tan poco tiempo? –preguntó él.

–¿Dudas que lo logre? –contestó provocándole. Él sonrió y lo recorrió con la mirada con ternura.

–No, desde luego creo que te costará muy poco reemplazarme.

Jinhee le dio la espalda antes de que él pudiera notar cómo le había afectado esa frase. ¿Había sido un aviso? ¡Oh, Kyuhyun estaba tan seguro de sí mismo! Se merecía que él rompiera la relación. Ninguno de sus amantes lo había hecho jamás. Siempre era él quien terminaba. Siempre era él quien dirigía. ¿Cómo reaccionaría si lo dejaba? ¿Iba a enfurecerse? ¿Lo forzaría? Debía meditarlo seriamente.


Cho Kyuhyun se sentó cómodamente en el sofá y vio que Jinhee tomaba su copa de jerez y después se tendía en la tupida alfombra de piel frente al fuego, dándole la espalda. Los labios de él se curvaron sardónicos. La pose de Jinhee era muy tentadora, y lo sabía. Jinhee siempre sabía lo que estaba haciendo.

Estaban en la ciudad, en la casa de un amigo de Jinhee, quien con su amante de turno se habían ido a una habitación de arriba, dejando solos a Kyuhyun y a Jinhee. Vivía arriesgadamente cuando su marido, el conde, esta fuera de la ciudad.

Y esta noche también había otra diferencia. La habitación era igualmente romántica, el fuego ardía, había una discreta lámpara en un rincón, el brandy era bueno, los criados se habían retirado discretamente. Jinhee estaba tan seductor como siempre. Pero esta noche Kyuhyun estaba aburrido. Tan sencillo como esto. No tenía ganas de dejar el sofá y unirse a Jinhee sobre la alfombra.

Desde hacía un tiempo se había dado cuenta de que estaba perdiendo interés por él. El hecho de que esta noche no deseara especialmente ir a la cama con él confirmaba su sensación de que era el momento de terminar. Esta aventura había durado más que las anteriores, casi tres meses. Tal vez por esto deseaba dejar a Jinhee a pesar de no tener con quién reemplazarlo.

Aunque tampoco quería, por el momento, perseguir a nadie. Su coto de caza no se limitaba a los jóvenes casados aburridos de sus maridos, claro que no. No tenía escrúpulos para dedicarse también a los dulces ingenuos, que se habían presentado en sociedad hacía una o dos temporadas. Si los tiernos jovenes eran proclives a sucumbir, no estaban a salvo de Kyuhyun. Y si ellos estaban ansiosos por acostarse con él, él sólo los atendía, mientras la aventura pudiera escapar a los ojos de sus padres. Es verdad que eran las aventuras más breves, pero también las que más le entusiasmaban.

En su primera juventud, cuando era como un demonio suelto, había seducido a tres vírgenes. Uno, el hijo de un duque, fue rápidamente casado con un primo segundo, o con algún otro afortunado caballero. Los otros dos se habían casado antes de que tomaran grandes dimensiones los escándalos. Lo que no quiere decir que las lenguas afiladas no hubieran disfrutado con cada aventura. Pero, sin el peligro de las familias enfurecidas, las aventuras se habían reducido a chismes y comentarios. La verdad era que los padres en cuestión habían tenido miedo de enfrentarse a él en el terreno del honor. En el momento que nos ocupa ya había vencido a dos maridos furiosos.

No estaba orgulloso de haber iniciado a tres inocentes, o de haber herido a dos hombres, cuya única falta era la de tener esposos promiscuos. Pero tampoco se sentía culpable de ninguno de los casos. Si los jovencitos habían sido lo bastante tontos como para entregársele sin una promesa de matrimonio, eso era problema de ellos. Y, por otro lado, los esposos de los nobles sabían exactamente lo que estaban haciendo.

Se decía de Kyuhyun que no le preocupaba quién resultara herido cuando se trataba de sus placeres. Quizás fuera verdad, quizás no. Nadie conocía lo suficiente a Kyuhyun como para estar seguro. Ni siquiera él mismo estaba seguro de por qué hacía algunas de las cosas que hacía.

En todo caso, pagaba por su reputación. Los padres que poseían títulos superiores al suyo no lo tomaban en cuenta para sus hijos. Sólo los más audaces y la gente en busca de un marido rico tenía el nombre de Kyuhyun en sus listas sociales.

Pero él no buscaba esposo. Hacía tiempo que se daba cuenta de que no tenía derecho como lo exigía su título, a proponer matrimonio a un joven bien educado y de linaje. Era probable que no se casara nunca. Nadie se explicaba por qué el vizconde de Guixian se resignaba a la vida de soltero, de manera que aún había innumerables esperanzas de atraerlo, de regenerarlo.

Lord Kim Jinhee era uno de estos esperanzados. Procuraba por todos los medios no demostrarlo, pero él sabía perfectamente cuando estaban detrás de su título.

Ningún joven había logrado mantener mucho tiempo su interés. Él había esperado que esta aventura se fuera desvaneciendo. Todos lo esperaban. A él lo único que le sorprendía era su disposición para terminar antes de tener a la vista otra nueva conquista. La decisión iba a forzarle a andar de cacería por algún tiempo en el escenario social, hasta que alguno lo atrajera, y Kyuhyun detestaba tener que hacer eso.

Quizás el baile le daría la respuesta. Como se iniciaba la temporada, habría allí docenas de jovencitos. Kyuhyun suspiró. A los veintisiete años, tras siete de vida agitada, había perdido el gusto por los jóvenes inocentes.

Decidió que esa noche no iba a romper con Jinhee, porque ya estaba enfadado con él, e iba a soltar todo el temperamento iracundo que Kyuhyun sabía escondía en su interior. Y había que evitarlo. Él deploraba las escenas pasionales, porque su propia naturaleza era ya bastante apasionada. Los jóvenes nunca habían soportado su cólera. Siempre terminaban en lágrimas, y esto era igualmente deplorable. No, se lo diría en el baile. Así no se atrevería a hacer una escena en público.

Jinhee levantó ante el fuego la copa de cristal llena de aquel liquido parecido al color de los ojos de Kyuhyun. Eran unos ojos perturbadores, porque incluso cuando se veían más oscuros, siempre ardían con intensa luz interior. El pelo, castaño con mechones dorados, impedía que tuviera un aspecto siniestro. Lo llevaba a la moda, es decir, aparentemente despeinado y naturalmente ondulado.

Era detestable que este hombre fuera tan apuesto y que con sólo mirarle hiciera palpitar el corazón de un joven. Jinhee lo había comprobado muchas veces. Los muchachos se convertían en unos tontos llenas de risitas en su presencia. Los de más edad le invitaban descaradamente con los ojos. No era de extrañar que aquel hombre fuera tan difícil de manejar. No cabía duda de que muchos se le habían arrojado encima desde que era adolescente, e incluso antes. Además le sentaban bien los pantalones ajustados y los fraques recortados, como si la moda hubiera sido creada para él. Su cuerpo era soberbio: esbelto, con sus músculos definidos, alto y flexible.

¡Si al menos no fuera así! Entonces el corazón de Jinhee no palpitaría tanto cada vez que lo miraba con aquellos ojos. Estaba decidido a llevarlo al altar, porque no sólo él era el hombre más apuesto que había visto, sino que también era el cuarto vizconde Cho de Guixian, y rico además. Estaba en verdad hecho a la medida, y él era arrogantemente consciente de ello.

¿Qué podría decidirle? Algo tenía que hacer, porque era dolorosamente obvio que él estaba perdiendo interés por él. ¿Qué hacer para reavivar la llama?. Tal vez podía empezar a ignorarle. Incluso... Dios santo, claro, ¡podía dejarlo por otro hombre! El no se moriría. Pero su vanidad no soportaría el golpe. Esto despertaría su ira y sus celos, y entonces le pediría en un impulso que se casara con él.

Debía dar resultado. De todos modos tenía que probarlo. Si no servía, no habría perdido nada, porque, tal como estaban las cosas, ya lo estaba perdiendo.

–Kyuhyun –Pronunció suavemente el nombre y él le contestó enseguida. Por lo menos no estaba dormido.– Kyuhyun, esta noche he pensado mucho en nuestra relación.

–¿De veras, Jinhee ?

El se contrajo ante el desinterés que resonaba en su voz.

–Sí –prosiguió valerosamente–. Y he llegado a una conclusión. Debido a tu falta de... digamos calor... se me ocurre que otro sabría apreciarme más.

–De eso no cabe duda.

Jinhee frunció el ceño. Él tomaba las cosas demasiado bien.

–Bueno, últimamente he recibido varias propuestas para... sustituirte en mi afecto, y he decidido... –Hizo una pausa antes de decir una mentira, después cerró los ojos y se decidió:– he resuelto aceptar una.

Esperó un momento antes de volver a abrir los ojos. Kyuhyun no se había movido ni un centímetro en el sofá, y pasó un minuto hasta que finalmente lo hizo. Se sentó lentamente, clavándole los ojos. Jinhee contuvo el aliento. La expresión de él era inescrutable.

Kyuhyun tomó la copa vacía que estaba sobre la mesa y la levantó hacia él.

–¿De veras, querido?

–Claro, naturalmente

Se precipitó para llenarle la copa, sin pensar siquiera que era un gesto muy autocrático esperar que le sirviera de este modo.

–¿Y quién es el afortunado?

Jinhee se sobresaltó y derramó brandy sobre la mesa. ¿Acaso había un fondo penetrante en su voz, o era que él deseaba oírlo?

–Él quiere que nuestro acuerdo sea muy discreto, de manera que me perdonarás que no divulgue su nombre.

–¿Es casado?

Jinhee le trajo la copa, peligrosamente llena hasta el borde, temblando debido a sus nervios.

–No. En verdad tengo motivos para suponer que saldrán grandes cosas de esta relación. Como he dicho, él sólo quiere ser discreto... por ahora.

Jinhee comprendió rápidamente que no debía haber tomado este camino. El y Kyuhyun también habían sido discretos, nunca habían hecho el amor en casa de Jinhee a causa de los criados, él no lo visitaba allí, y nunca habían utilizado la casa de él en Park Lane. Pero todos sabían que era su querido. Bastó ser visto tres veces en una reunión con Cho Kyuhyun para que todos los supieran.

-No me pidas que le traicione, Kyu –dijo con una sonrisa a medias– Pronto sabrás quién es.

–Entonces, ¿por qué no me dices ahora su nombre?

¿Acaso sospechaba que estaba mintiendo? Lo sabía. Su rostro lo demostraba. Porque, ¿quién diablos, podía reemplazar a Kyuhyun ? Los hombres que él conocía se habían alejado en cuanto Kyuhyun se convirtió en su escolta.

–No insistas, Kyuhyun –Jinhee decidió atacar– No puede importarte quién es ese hombre porque, aunque me duela reconocerlo, he notado últimamente poco entusiasmo por tu parte. Sólo me queda pensar que ya no me quieres.

Era el momento en que él podía negarlo todo. Pero el momento se perdió.

–¿Qué significa todo esto? –su voz era aguda.– ¡Ese maldito baile! ¿Es eso?

–Claro que no –replicó Jinhee indignado.

–¿Ah, no? ¿Crees que vas a obligarme a que te acompañe al baile mañana por la noche contándome esa mentira? No te creo, querido.

Su colosal egoísmo iba a ser la muerte de Jinhee, no cabía duda. ¡Qué vanidad! Simplemente no podía creer que él prefiriera a otro.

El entrecejo de Kyuhyun se contrajo sorprendido. Y Jinhee comprendió horrorizado que había expresado sus pensamientos en voz alta. Quedó estremecido, pero su resolución se afirmó.

–Pues, es verdad –dijo con audacia, apartándose de su lado y volviendo junto a la chimenea.

Jinhee se paseaba de arriba abajo ante el fuego, cuyo calor casi igualaba al calor de su ira. El no merecía ser amado.

–Perdón, Kyu –dijo después de unos momentos, sin atreverse a mirarle–. No quiero que nuestra aventura termine con una nota falsa. En verdad has sido maravilloso... casi siempre. Oh, querido – suspiró –, eres experto en estas cosas. ¿Es así como se hacen?

Kyuhyun casi rió.

–No lo has hecho mal para ser un aficionado, querido.

–Bueno –dijo con tono más alegre y atreviéndose a mirarle. Caramba, seguía sin creerse el cuento– Puedes dudar de mí, pero el tiempo dirá la verdad, ¿no? No te sorprendas al verme con mi nuevo acompañante.

Regresó junto al fuego y, cuando volvió a mirarle, Kyuhyun ya se había ido.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...