Libre Para Amar II- 13




De reojo, Jaebum vio cómo su esposo caía al suelo cuando Aryth le cortaba el cuello a ese hombre. Tuvo que controlarse para no ir a ayudarlo. Sabía que era mejor así.
Si mostraba preocupación por algo o alguien, Aryth lo usaría en su contra. Muchas veces había tenido que enfrentarse a hombres con los que había trabado amistad. Y sabía que su amo lo había hecho a propósito. No iba a cometer ese error con su esposo. Así que ni siquiera pestañeó.
Lo que sentía en su interior era otra historia. Se alegró de que fuera Jackson el que estuviera hablando con Aryth porque él no habría podido controlarse.
Acordaron que lucharían a la mañana siguiente para conseguir la libertad de sus esposos. Eso le daría la oportunidad de cuidar de él esa noche y explicarle lo que iba a pasar, seguramente delante de sus ojos.
—Que vuelvan con sus esposos, después llevadlos a las tiendas —ordenó Aryth a sus guardias.
Jackson y Yugyeom tomaron las cuerdas que ataban a sus esposos y siguieron a los guardias hasta sus respectivas tiendas. Él tomó a Jinyoung en brazos y fue hasta su carpa. No había camas ni catres. Tuvo que dejarlo en el suelo. Le quitó las cuerdas y la mordaza. Después lo abrazó.
—Jinyoung...

Libre Para Amar II- 12




A Jinyoung le quemaban los ojos por culpa del humo de la fogata y tenía el estómago revuelto.
—Vendrá a buscarme —dijo.
—No lo he dudado nunca —repuso su captor desde el otro lado del fuego.
—Quiero a mi hijo.
—Podéis reclamarlo todo lo que queráis, pero no vais a volver a verlo. Pero que no os preocupe su bienestar, lord Wrenhaven le ha buscado un ama de cría.
Apretó la mandíbula, no quería darle la satisfacción de que lo viera llorar. Algo dentro de él le decía que a ese malnacido le encantaría verlo asustado.
Le consoló algo saber que Osgood se había ocupado de que Doyoung estuviera alimentado. Aunque sabía que no le daría al niño cariño ni atención.
Sabía que quería usar al pequeño para hacerse con el control de Goyang. Así que estaba seguro de que Osgood se encargaría de que el niño estuviera bien.

Libre Para Amar II- 11




Jaebum le había ordenado a Jinyoung que volviera a sus aposentos, pero no lo hizo. Fue hasta la capilla y se arrodilló frente al altar. Estaba desesperado, no sabía qué hacer. Creía que ya había pagado bastante por su pecado.
Cerró los ojos y apoyó la cara en sus manos.
—Dios mío, por favor...
—¿Por favor qué? —dijo alguien tras él.
Abrió un ojo sin moverse de su sitio. El hermano Daniel se arrodilló a su lado.
—Lord Jinyoung, ¿qué problema os ha traído hasta aquí?
Era la manera que el clérigo tenía de reprenderlo por no aparecer por allí más que cuando estaba en apuros.
—¿Sabéis quién ha venido a Goyang?
—Sí —repuso el hermano Daniel.
—Quiere a Doyoung.
—Lord Jaebum no permitirá que eso ocurra.

Libre Para Amar II- 10




—Lo siento, mi señor. He hecho todo lo que he podido.
Durante un doloroso segundo, creyó que la comadrona le decía que su hijo había muerto, pero Doyoung tosió entonces y él se echó a llorar.
Le dijo a la comadrona que se retirara. Estaba claro que necesitaba descansar un poco. Desnudó al pequeño. Estaba algo más colorado de lo habitual, pero no parecía tener demasiada fiebre. La nariz estaba irritada y roja. Cuando tosía, hacía tanto esfuerzo que todo su cuerpo se contraía.
Se colocó al pequeño sobre el hombro y lo tapó. Comenzó a dar vueltas despacio por la habitación mientras le acariciaba la espalda y le susurraba al oído.
Poco a poco dejó de llorar y se quedó más tranquilo. Jaebum se acercó entonces a él para conseguir que se sentara. Él se colocó a su lado en la cama. Sostenía en las manos un jarro y un paño. Mojó éste en el líquido y se lo ofreció.

Libre Para Amar II -9




Jinyoung no sabía si sus acciones meses atrás habían sido las necesarias o si, simplemente, había actuado sin pensar.
—No estoy tan seguro de ello, Jaebum. Pero sé que temía vuestra reacción. Pensé que me echaríais de vuestro lado. O algo peor...
—Pero entonces no sabíais que lucho para apaciguar los demonios de mi interior, ¿y aun así, temíais que abusara de vos con mis propias manos?
—Me avergüenza reconocerlo, pero sí, lo temía.
—Bueno, no os avergoncéis de haberlo temido —le dijo él abrazándolo—. Porque lo cierto es que me gustaría abusar de vos.
Jaebum lo besó en el cuello y consiguió que se estremeciera.
—Abusar de vos hasta que pidáis más —añadió él con picardía.
Agarró sus hombros para sujetarse, le temblaban las rodillas.

Libre Para Amar II -8




Deseoso de sentir por fin sus caricias, Jinyoung moldeó su cuerpo contra el de su esposo. Se rendía a él y Jaebum lo abrazó con más fuerza aún.
Lo besó repetidamente en las mejillas y en el cuello después de volver a centrarse en su boca.
La cabaña y la cama en la que estaban tendidos comenzaron a dar vueltas con cada caricia y cada urgente beso. Deslizó por su espalda la mano para sujetarlo aún más cerca de su cuerpo.
Hasta ese momento, no se había dado cuenta de hasta qué punto deseaba a ese hombre ni cuánto necesitaba recuperar su amor. Se le hizo un nudo en la garganta. Llevaba demasiado tiempo conteniendo las lágrimas y el alivio de tenerlo de nuevo entre sus brazos era demasiado grande como para soportarlo. Había llegado a perder la ilusión de volver a verlo. Pero sus plegarias habían sido contestadas y estaba de nuevo con él. A pesar de que no se creía merecedor de tal bendición.
Pero no quería pensar en eso, intentó contener las lágrimas.
Jaebum dejó de besarlo y lo miró a los ojos. Había notado que estaba disgustado.

Libre Para Amar II -7




Jaebum apretó los dientes al oír las palabras de Jinyoung. Le daban ganas de agarrarlo por los hombros y zarandearlo hasta hacerle entender que estaba equivocado.
La ira iba tomando posesión de su cuerpo, pero no podía dejarse llevar por ella, lo último que hubiera querido era hacerle daño.
Se dio cuenta de que había sido un error volver a sus aposentos tan pronto.
Respiro profundamente varias veces, tenia que tranquilizarse.
Algo de luz se colaba por las rendijas de los cortinajes y pudo distinguir el rostro de su esposo.
Tenía los ojos cerrados y apretados, como si no quisiera ver cómo reaccionaba ante sus palabras. A pesar del gesto, seguía siendo precioso. A pesar de la ira y las mentiras, deseaba abrazarlo más que nada en el mundo.
Por las conversaciones que había tenido con los aldeanos de Goyang, había llegado a la conclusión de que Jinyoung debió de confiar en aquel grupo de forasteros más de lo que debería haber hecho. Era una persona de honor que defendía con orgullo sus votos y sus responsabilidades. Sabía que nunca habría obrado como decía.

Libre Para Amar II -6




Jinyoung observó el bosque apoyado en la pared exterior del castillo. La primavera había llegado por fin a Goyang y todo estaba lleno de luz y color. Capullos verdes renacían entre las hojas secas, llenándolo todo de vida.
Contempló los pinos, siempre verdes, y los narcisos amarillos que ya habían florecido. Ya no ululaba el viento gélido del invierno, sino suaves y fragantes brisas.
La naturaleza parecía reflejar una nueva época de esperanza y comienzos en Goyang.
Se giró y miró a los hombres que llenaban el patio. Su marido le daba la espalda. Lo había estado evitando desde la noche que tuvo que subirlo en brazos desde el comedor. Sir Taecyeon y Nichkhun vieron que estaba observándolos y lo saludaron con un leve movimiento de cabeza. Chan, más expresivo, lo miró a él, después a Jaebum y se encogió de hombros.
Daba la impresión de que ellos, sus queridos casamenteros, tampoco sabían qué más podían hacer. El mismo también estaba perdiendo la esperanza.
No podía dejar que las cosas siguieran de esa forma. Se había jurado que no viviría así el resto de sus días. Había sufrido mucho durante los siete años de separación, pero era casi peor tenerlo allí y no poder estar a su lado.

Libre Para Amar II -5




Un fuerte golpe en la espalda le hizo caer de rodillas.
Sin aliento, Jaebum apoyó las manos en la tierra y se quedó mirando el suelo. No entendía qué había pasado.
—Mi señor... —murmuró sir Taecyeon tras él.
—¿Qué? —suspiró.
—Mi señor, ¿estáis bien?
—Sí —contestó a duras penas.
—Bueno, no lo parece —dijo Taecyeon acercándosele más—. Os sangran las manos.
—Y tengo un fuerte dolor en la espalda...
—Lo siento, señor, pero no sabía cómo deteneros. Pensé que, si seguíais igual, ibais a terminar haciéndoos mucho daño.
Se puso en pie lentamente y miró fijamente al capitán de su guardia. El hombre tenía una vara en la mano, se dio cuenta de que ésa había sido el arma.

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...