Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 6



–Pues si no lo olvidas estropearás mi vida –dijo muy seriamente–. Porque nadie creerá que he pasado tres horas en casa de lord Guixian y he salido con la virtud intacta. Y estoy intacto, quiero que lo sepas.

Siwon lo miró furioso.

–Entonces no le mataré. Pero le daré una lección que de verdad necesita.

–Pero si no ha habido daño alguno. Siwon –insistió Sungmin con pasión–. Y... yo no quiero que le hagas daño.

–¿Que no quieres? ¡Por Dios, tienes que decirme por qué!

–Me gusta –dijo Sungmin simplemente–. Me recuerda a ti.

Lord Kim se puso lívido.

–Le mataré...

–Basta - exclamó Sungmin –. Tú nunca hubieras forzado a un joven que no desea entregarse, y tampoco lo ha hecho él.

–¿Te besó?

–Bueno...

–Claro que te besó. Sólo un tonto no lo hubiera hecho, y él no es tonto. Le...

–No, no lo harás –exclamó Sungmin de nuevo–. Fingirás que no pudiste averiguar su nombre y, cuando le encuentres con él, ignórale. Hazlo por mí, Siwon, porque no sé si podré perdonarte si haces algún daño a Cho Kyuhyun. Esta noche me he divertido como no me divertía desde hacía tiempo... –Tras decir esto, suplicó:– Por favor, tío Siwon...

Siwon iba a decir algo, pero cerró la boca apretando los dientes, hizo unas muecas, suspiró pesadamente y al fin dijo con dulzura:

–Ese hombre no es para ti, conejito. Lo sabes, ¿verdad?

–Sí, lo sé. Pero, si tuviera una reputación algo mejor tendería la red para atraparle.

–Tendrías que hacerlo sobre mi cadáver...

Sungmin le lanzó la más dulce de las sonrisas:

–De algún modo sabía que ibas a decir eso.




Sungmin estaba frente a su espejo, contemplando soñador el pequeño cardenal en la base de su cuello. La marca de amor de Cho Kyuhyun. Tocó la mancha. Era una suerte que no se hubiera quitado la capa anoche, al regresar a casa de Siwon. Por el momento tendría que cubrirse con una bufanda hasta que desapareciera la marca.

Era tarde por la mañana y había dormido mucho más que de costumbre. Sin duda sus primos ya habían desayunado, y si todavía estaban en casa, tendría que contar la historia en la que se había puesto de acuerdo con Siwon.

Siwon había enviado un mensaje a su hermano Zhoumi antes que Sungmin regresara a casa, diciendo simplemente que no iba a ir al baile, después de todo. Sólo eso, sin dar razones. La historia era que Siwon no había estado en su casa cuando Sungmin llegó, y que lo había esperado horas. Cuando llegó, tuvieron una charla. Y, como después de la conversación ya era muy tarde, simplemente había vuelto a su casa para acostarse. Los criados de tío Zhoumi podían confirmar que tío Siwon lo había acompañado y que en verdad había ido directamente a acostarse.

Sungmin suspiró y tocó la campanilla llamando a Minji; después, rápidamente, buscó una bufanda en su ropero. Tampoco Minji debía ver aquella marca de pasión.

Cuando bajo, media hora después, encontró que el tío Henry y su primo Onew tenían visitas. Estaban en la sala con los visitantes, alguno de los cuales Sungmin no conocía. Todos le clavaron los ojos cuando entró, y Sungmin se sintió muy molesto por las mentiras que iba a tener que decir.

–Mi querido Sungmin – el joven señor hablaba con un tono extrañamente comprensivo– estáis divino... sobre todo teniendo en cuenta que...

Sungmin sintió que un nudo apretado se le formaba en la boca del estómago. No. No era posible. Sólo su conciencia culpable le hacía pensar que podían estar enterados de la escapada de anoche.



Cho Kyuhyun, cuarto vizconde de Guixian, yacía echado sobre su amplio lecho, con las manos detrás de la cabeza y su desnudez cubierta sólo por una delgada sábana. Se había tendido allí tras caminar casi una hora, pero no hizo movimiento alguno para incorporarse y afrontar el día. Hacía mucho que no perdía su habitual cabalgata matutina por Hyde Park. No había nada inmediato que necesitara ver.

Hubiera convenido ponerse en contacto con el gerente de su firma naviera en Southampton, para cancelar la orden de construcción de un barco. Había pensado navegar nuevamente hasta las Indias Occidentales. Pero, después de lo sucedido anoche, no pensaba dejar Londres por nada del mundo.

El se llamaba Sungmin. Dijo el nombre en voz alta, dejando que repercutiera deliciosamente en su lengua. Sungmin. Dulce, precioso Sungmin, con el pelo de ébano. ¡Qué ojos! Bastaba que cerrara los suyos para verlos sonriendo, riendo. ¡Oh, tenían tanta vida! Sungmin, hermoso entre los hermosos, belleza sin igual.

Kyuhyun rió ante su fantasía. Changmin iba a decir que se había enamorado de pies a cabeza. ¿Sería posible? Bueno, no, claro que no. Pero no recordaba haber deseado tanto a un joven como deseaba a Lee Sungmin.

Suspiro. La tía Ahra le diría que se casara con el chico y que fuera feliz. Ella era la única, desde la muerte de su padre, que quería un poco a Kyuhyun. Quizá su abuela le había querido, o quizás no. Era difícil decir cómo eran las cosas con Hyorin, la vieja tirana.

Y naturalmente, también estaba su «madre». Ella seria la última en desearle un bien. Era a causa de ella por lo que él no quería –o no podía– casarse con Sungmin o con cualquier muchacho de buena familia. No se casaría, al menos no lo haría, hasta que la mujer conocida ante el mundo como su madre, hubiera muerto. El cordón con el que le tenía atado moriría con ella.

Kyuhyun arrojó lejos la sábana y se sentó, porque el recuerdo de la condesa viuda estropeaba su grato estado idílico. Era por eso por lo que rara vez iba a Foresight, su propiedad de campo en Hampshire. Sin embargo, amaba Foresight, echaba de menos ese lugar hasta la amargura. De todos modos, las únicas veces que iba era cuando la condesa no estaba. Y ella vivía allí casi rodó el año, principalmente para mantener alejado a Kyuhyun.

Tocó la campanilla para llamar a Jay, y éste le informó que lord Shin y lord Kim le esperaban en el comedor. El no pensó en nada especial, porque estos dos amigos, con frecuencia llegaban sin anunciarse.

Cuando se reunió con ellos, un poco después, Kim Kangin estaba sentado junto a la mesa ante un gran plato de comida, y Changmin estaba al lado del aparador, bebiendo café. Kangin saludó alegremente y volvió a provocar al joven criado. Changmin hizo una seña a Kyuhyun para que se acercara, con una sonrisa conspiradora.

–Ya sé quien es el pajarito que llevaste anoche a tu nido –murmuró, y cabeceó en dirección a Kangin- El no lo sabe todavía, pero naturalmente se enterará antes de que acabe el día.

Kyuhyun sintió como si le hubieran dado un tremendo golpe en el estómago. Conservó la calma en la voz al murmurar:

–¿Serías tan amable de decirme cómo ha llegado hasta ti la información?

–No es un secreto –dijo Changmin riendo–. De hecho apostaría a que recorrerá todo Londres antes de esta noche. Yo lo escuché en Rotten Row. Tropecé con un par de bellezas que conozco y no pudieron esperar para contarme el último chisme.

–¿Cómo? –Fue una palabra como un estallido, lo bastante fuerte como para merecer que
Kangin mirara, aunque después volvió a prestar atención al joven.

–Lord K. ¿sabes? Al parecer su cochero creyó que iba a estar muy interesado en enterarse de tu maligno plan. Y ¿sabes? le cosquilleaba la idea de que habías estado lo bastante celoso como para hacer algo tan desusado. Y no pudo esperar a contar la historia a sus queridos amigos... e incluso a los que no son tan queridos. Oh, ha tenido una mañana muy ocupada.

–¡Maldita ramera!

–Sí, claro, pero, si yo estuviera en tu caso, me iría de Londres por un tiempo.

–¿Y dejarías al joven para que se enfrentara sola a esto?

–eso es algo que nunca te había preocupado antes.

Por esta frase, Changmin recibió la más sombría de las muecas.

–No me ladres, Kyu. El lo tolerará mejor que tú, sin duda se casará, como se han casado tus otros doncels inocentes, y vivirá feliz. Pero tenemos que pensar en el tío de Kangin, por no hablar del padre de Kangin. Ese chico tiene unos parientes que pedirán tu pellejo. No saldrás ileso por haber comprometido a este chico como has hecho con los otros.

–Maldición, no le he tocado...

–Claro que no lo has tocado, pero nadie lo creerá –dijo Changmin significativamente–. Lo mejor que puedes hacer es marcharte antes de que uno de sus tíos te rete a duelo.

En aquel momento Jay apareció en la puerta y anunció:

–El criado de lord Kim quiere deciros unas palabras, milord.

Kangin levantó la cabeza, sorprendido, al ver al criado que estaba de pie detrás de Jay.

–Oh, Kyu, debe tratarse de algún error. Ese hombre no está a mi servicio.

–No pensé eso –murmuró Kyuhyun y Changmin gruñó.




–¡No!

Kim Siwon levantó la vista cuando su sobrino se precipitó en la habitación, mirando con ojos desorbitados la pistola que él estaba limpiando sobre el escritorio. Él le lanzó una mirada de impaciencia antes de volver a examinar el arma.

–Ya es demasiado tarde, Min.

–¡Ya lo has matado! –exclamó Sungmin. Siwon no lo miraba, de manera que no vio que el color desaparecía de las mejillas de Sungmin.

–He enviado un hombre a su casa. No tuve dificultad en averiguar la dirección esta mañana. Pronto vendrá aquí para discutir el lugar y la hora.

–No, no, no...

Cuando Siwon lo miró, los ojos de Sungmin lanzaban chispas.

–Vamos Min –empezó Siwon, pero Sungmin se adelantó 'hacia él.

–¿No tienes otra solución aparte de esa? –señaló con el dedo el arma que él tenía en la mano–. Creí que anoche habíamos hecho un pacto.

–Eso fue antes de que la hazaña de Guixian se convirtiera en la comidilla de Londres. ¿O acaso no estás enterado de que tu nombre está en boca de todos, esa mañana?

Sungmin se estremeció, pero dijo tranquilo:

–Lo sé. Acabo de abandonar una sala llena de jóvenes que no pudieron retrasarse en expresar sus simpatías.

–¿Y qué les dijiste?

–Bueno, no podía negar lo que había sucedido, porque el cochero de lord Jinhee presenció todo. Pero mentí diciendo que me había traído enseguida, que lord Guixian se había dado cuenta de su error.

Siwon movió la cabeza.

–Cosa que no creyeron, ¿no es así?

–Bueno... no –reconoció Sungmin de mala gana.

–Porque ese maldito cochero esperó toda una hora a que regresaras, y todos lo saben. Y no se necesita una hora para que ocurra lo que dicen que ha ocurrido. El hecho de que mientas en eso, sugiere que tienes algo que ocultar.

–¡Pero eso no es verdad!

–¿Y desde cuándo los apasionados por el chisme han tenido en cuenta la verdad?

–Oh, ¿qué voy a hacer, Siwon ? –exclamó angustiado.

–Tú no harás nada. Soportarás lo que suceda con el apoyo de tu familia. Pero él pagará el precio por haber manchado tu buen nombre.

–No debes retarle a duelo.

Los ojos de Siwon se estrecharon.

–Si no lo hago yo, lo hará Shindong, y Shindong se dejará matar. No tiene mi puntería.

–Nadie morirá, Siwon –dijo Sungmin, como si el asunto dependiera enteramente de él –. Tiene que haber otra solución. Para eso he venido. Pero temí que ya fuera tarde para alcanzarte antes de que dejaras la ciudad. ¿Cómo descubriste lo que pasaba?

–Lo cierto es que ya me iba de Londres y mi buen amigo Hanheng me visitó para anunciarme que el gato se había escapado de la bolsa. Ha sido una suerte que yo me haya retrasado en partir esta mañana. De otro modo, ya estaría en camino de Gloucester, y el pobre Zhou hubiera tenido que afrontar esto. Imagino el desbarajuste que habría hecho.

–Al menos su solución no habría sido la de tomar la primera pistola que encontrara a mano –replicó Sungmin.

Siwon hizo una mueca.

–¿Ya está enterado?

–No. Ha estado toda la mañana encerrado en su despacho. Y allí sigue. Tío Henry dice que procurará ocultárselo todo el tiempo posible. Pensé que tal vez no iba a importarte...

–Cobarde. Pero no tienes que preocuparte por Zhou. Es Shindong quien es capaz de hacer volar el techo.

–Bueno, por suerte él tardará un tiempo en enterarse.

–No cuentes con eso, conejito. Se enterará hoy a última hora, mañana a más tardar. ¿Crees acaso que no te hace vigilar cuando estás en el perverso Londres?

–No lo creo.

–Pues lo hace –aseguró Siwon –. También recibía informes acerca de ti cuando estabas en el continente. Nada se le escapa a Shindong. Incluso yo no estoy a salvo de sus ojos, que todo lo ven. ¿Cómo crees que ha averiguado tan pronto mis tremendas escapadas?

Sungmin gimió. Esto iba de mal en peor. Shindong era capaz de enfadarse tanto como Siwon. Además, era un hombre de rígidos principios. Cuando se trataba de alguna cuestión de honor, no transigía.

Para él sólo existía otra solución y, si eso no daba resultado, limpiaría las pistolas de la misma manera que lo estaba haciendo Siwon. Pero la primera solución era imposible. Cho Kyuhyun nunca estaría de acuerdo. Preferiría enfrentarse a uno de los tíos en el campo de honor, antes que verse obligado a casarse, estaba seguro.

Se mordió el labio inferior.

–Debe haber algo que podamos hacer, Siwon, alguna historia que podamos inventar.

–Podemos inventar una docena, conejito, pero nadie creerá ninguna. Lo malo es que Guixian ha seducido antes a jóvenes inocentes como tú. El hecho de que hayas estado solo con él, aunque no fuera contigo con quien quisiera estar a solas, implica que él se aprovechó de la situación. Es un demonio tan apuesto, que se supone que no hubieras podido resistirle. Esto es lo que pensará la gente. Y lo que se comentará.

Sungmin se ruborizó y miró hacia otro lado, incómodo.

–No sé siquiera por qué estoy discutiendo esto contigo –añadió Siwon tajante–. Sólo queda una cosa por hacer y me corresponde a mí.


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