Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 19



-¡Kyuhyun! –Arha se puso de pie cuando los tres hombres entraron en la sala de la casa de Kyuhyun en Londres

Sungmin se puso de pie más lentamente, y sus ojos se estrecharon. Unos hombres acompañaban a su marido.

–Tío Hyukjae, ¿es ésta obra vuestra?

–Acabo de tropezar con él, tesoro.

–Bueno, puedes llevarlo de vuelta al lugar donde lo encontraste –dijo con voz tensa–. Aquí no es bienvenido.

–Sungmin –A Arha se le cortó el aliento.

Sungmin cruzó los brazos sobre el pecho, negándose tercamente a mirar a la tía de Kyuhyun. En los últimos meses se había hecho muy amigo de Arha, incluso había llegado a tomarle cariño. Pero nadie, ni los parientes de él ni los suyos, iban a hacer que Sungmin aceptara a un hombre que había regresado a la fuerza. La humillación de esto era casi tan doloroso como su abandono.

Kyuhyun examinó a Sungmin a hurtadillas, mientras fingía mirar a su tía. Tuvo ganas de golpear los puños contra cualquier cosa. Y también ganas de llorar. ¡No había más que verlo! Sin duda ya estaba enterado del secreto de su ascendencia, estaba enterado y lo despreciaba por esto. Lo vio en la línea dura de sus labios; en su postura tiesa, inconmovible.

De manera que Eunhee se lo había dicho. Tanto mejor. Si Sungmin detestaba la idea de estar casado con un bastardo, era lo que se merecía por haberle obligado a casarse.

Kyuhyun, al ser traído a casa por el tío de él y a la fuerza, había olvidado que estaba ya decidido a volver y que quería reconciliarse. Lo cierto es que había olvidado todo menos su furia.

–¿No soy bienvenido aquí, señor? –dijo con suavidad–. Si no me equivoco, esta casa me pertenece.

Los ojos de Sungmin se enfrentaron a él por primera vez. Dios, él había olvidado hasta qué punto eran devastadores aquellos ojos color café. Y estaba magnífico, con la piel muy bronceada, el pelo con mechas decoloradas por el sol. Pero no iba a dejar que volviera a hechizarlo.

–Habéis olvidado, señor, que os negasteis a compartir una casa conmigo. Para ser claro: me disteis vuestra casa.

–Foresight, no mi casa de la ciudad. ¿Y qué diablos habéis hecho aquí? –preguntó, mirando todos los muebles nuevos y el papel floreado de la pared.

Sungmin sonrió inocente, con voz dulce.

–Vamos, Kyuhyun, ¿no te agrada? Claro que no estabas aquí conmigo para ayudarme a decorar, pero he sido cuidadoso con tu dinero. Sólo he gastado cuatro mil libras.

Hyukjae se dio la vuelta rápidamente para ocultar su risa. Para Junsu el techo se volvió de pronto fascinante. Sólo Arha frunció el ceño. Los dos esposos se miraban ahora, furiosos.

–Kyuhyun ¿es ésta la manera de saludar a tu esposo después de siete meses?

–¿Qué hacéis aquí, tía Arha?

–¿Y es esa la manera de saludarme a mí? –La expresión de la dama no se ablandó. Suspiró– Para que sepas, esta casa es tan grande que creí que mi compañía le vendría bien a Sungmin. No era correcto que tu esposo viviera aquí solo.

–¡Yo lo dejé en Foresight! –atronó él.

–¡No te atrevas a gritarle a Arha! –le gritó a su vez Sungmin – ¡Vete a vivir a Foresight con Eunhee! A mí me encanta estar aquí.

–Creo que ambos regresaremos a Foresight –dijo él con voz fría– ahora que ya no tengo motivos para evitar a mi madre.

–Inaceptable.

–No te he pedido permiso. Un marido no necesita el permiso de su joven esposo... para nada –dijo él con rudeza.

Sungmin contuvo el aliento ante el significado de aquello.

–Has perdido todos los derechos –dijo Sungmin con orgullo. Kyuhyun sonrió.

–No los abandoné. Simplemente postergué el usarlos... hasta ahora. De todos modos tu familia se ha tomado tanto trabajo para volver a reunimos, que no quiero frustrarlos de nuevo. Desde luego voy a usar mis derechos –dijo con crueldad.

–Lord Min –dijo una criada de edad madura desde la puerta–. Es la hora.

–Gracias, Luna –Sungmin despidió a la niñera con un movimiento de cabeza, después se volvió a Hyukjae y Junsu y añadió – Sé que vuestra intención ha sido buena, pero entenderéis que no os agradezca el trabajo que os habéis tomado.

–Dijiste que te las podías arreglar muy bien, Minnie –le recordó Hyukjae.

Sungmin sonrió por primera vez desde la llegada de ellos. Era su antigua sonrisa de picardía, y dio a ambos hombres un abrazo y un beso.

–Y así lo he hecho. Y lo seguiré haciendo. Y ahora, si me disculpáis, señores, debo ocuparme de mi hijo.

Hyukjae y Junsu soltaron estruendosas carcajadas cuando Sungmin salió del cuarto. El marido se había quedado como petrificado, clavado en el suelo, con la boca abierta, una expresión estupefacta en la cara.

-¿Qué te dije, Junsu? –rugió Hyukjae –.¿Verdad que la expresión de la cara de él valía todas las molestias que hemos pasado?


Kyuhyun tragó su tercer brandy en veinte minutos y se sirvió otro. Kim Hyukjae y Xia Junsu, sus sombras durante tanto tiempo, acababan de salir de su casa, y él todavía sentía escozor por lo que se habían divertido a su costa. Pero, de todos modos, se dijo, tenía motivos más importantes para enojarse.

Estaba sentado en lo que hasta hacía poco tiempo había sido su estudio, convertido ahora en sala de música. ¡Una sala de música! Si aquello no era una burla maligna, no sabía qué era. El estudio de un hombre era sagrado. Y su esposo no se había limitado a cambiar el estudio, lo había eliminado del todo.

¿Acaso había creído que él nunca iba a volver? ¿O había esperado que lo hiciera? ¡Maldita sea! Su dulce y hermoso esposo se había convertido en un esposo vengativo, de mal carácter, del mismo estilo que sus dos tíos menores. ¡Malditos todos ellos!

Arha recorría el cuarto lanzando miradas de desaprobación a Kyuhyun cada vez que él se llevaba la copa de brandy a los labios. El ardía de resentimiento.

–¿Qué diablos hizo con mis papeles, mi escritorio, mis libros?

Arha se esforzó en mantener la calma.

–Acabas de enterarte de que tienes un hijo. ¿Es esto lo único que se te ocurre preguntar?

–¿Quieres decir que no sabes dónde puso mis cosas?

Arha suspiró.

–En la buhardilla, Kyu. Todo está en la buhardilla.

–¿Estabas presente cuando dio la vuelta a mi casa? –acusó él,

–Sí, estaba aquí.

–¿Y no procuraste impedirlo? –preguntó él incrédulo.

–Por el amor de Dios, Kyu, te has casado. No podías seguir con una casa de soltero después de haberte casado.

–Yo no pedí tener un esposo –dijo él con amargura–. Y esperaba que se quedara donde lo dejé, no que se viniera a meter aquí. Si quería redecorar, ¿por qué diablos no se contentó con remodelar Foresight?

–Creo que Foresight le gusta tal como está.

–¿Entonces por qué no se quedó allí? –dijo él, furioso.

–¿Tienes acaso que preguntarlo?

–Qué problema había –dijo él sarcástico.– ¿No quiso entregar las riendas mi querida madre?

–Sungmin ha sabido ocupar allí el lugar que le corresponde, si te refieres a eso.

–¿Entonces se entendieron espléndidamente? Bueno, ¿por qué no? –Rió con amargura.– Ambos tienen algo en común al despreciarme como lo hacen.

–Eso es injusto, Kyu.

–¡No me digas que vas a defender a tu hermana!

–No –contestó Arha con tristeza.

–Ya veo. Te unes a Sungmin. Bueno, querías que me casara con él. ¿Estás contenta con el giro que han tomado las cosas?

Arha movió la cabeza.

–Juro que ya no te reconozco. ¿Por qué has hecho esto, Kyu? El es un chico maravilloso. Podría haberte hecho muy feliz.

Un súbito dolor invadió el pecho de él, casi lo sofocó. La felicidad con Sungmin era algo que nunca iba a tener, por más que lo deseara. Pero Arha no podía entender, porque Eunhee nunca le había dicho la verdad, las hermanas no se llevaban bien desde que él recordaba. Y si Eunhee y Sungmin no se lo habían dicho, desde luego que él no iba a hacerlo. La dulce Arha iba a compadecerle, y él no quería compasión. Era mejor que creyera que era el detestable personaje que todos pensaban que era.

Clavó los ojos en el vaso que tenía en la mano y murmuró:

–No me gusta que me fuercen.

–Pero lo hiciste –señaló Arha – Te casaste con él. ¿por qué no le diste una oportunidad?

–Eso no.

–Está bien. Entiendo. Estabas resentido, pero, ¿por qué no lo intentas ahora, Kyu?

–¿Y hacer que se ría en mi cara? No, gracias.

–El está herido, eso es todo. ¿Qué esperabas, tras abandonar a tu esposo en el día de la boda?

Apretó con fuerza la mano sobre la copa.

–¿El te dijo eso? ¿Qué estaba herido?

Arha miró liada otro lado.

- Lo cierto es que...

- Es lo que he pensado.

–No me interrumpas, Kyu –frunció el ceño con severidad–. iba a decirte que no me ha hablado para nada de ti. Pero debes suponer que conozco algo a tu esposo tras haber vivido cuatro meses con él.

– Ha tenido el acierto de no decirte lo que piensa de mí. Sabe que tienes alguna debilidad por mí.

–Simplemente no quieres doblegarte, ¿eh? –exclamó ella. El se negó a contestar y ella perdió la paciencia.- ¿Y tu hijo? ¿Quieres que crezca en un hogar lleno de disputas... como creciste tú? ¿Es eso lo que quieres para él?

Kyuhyun se levantó de un salto del asiento y estrelló la copa contra la pared.
Arha quedó demasiado atónita para hablar y, tras un momento, él se explicó diciendo con voz ronca:

–No soy un tonto, tía. Tal vez él le haya dicho a todo el mundo que el niño es mío, no podía decir otra cosa. Pero veremos si se atreve a decirme cara a cara esa mentira.

–¿Estás sugiriendo que tú y él... que vosotros nunca...?

–Una vez, tía, sólo una vez. Y fue cuatro meses antes de casarnos.

La expresión de Arha se dulcificó.

–Sungmin dio a luz cinco meses después de la boda, Kyu.

El se detuvo petrificado, después dijo con voz apagada:

–Un nacimiento prematuro.

–¡En modo alguno! –exclamó Arha –. ¿Cómo puedes suponerlo?

–Porque –dijo él– él me habría dicho que esperaba un niño para evitar que partiera si hubiera estado embarazado cuando me fui. Y, si estaba de cuatro meses, tenía que tener la certeza. Y se hubiera notado algo, cosa que no sucedió. Debe haber tenido de dos o de un mes cuando yo me fui, y sin duda todavía ignoraba que esperaba un hijo.

–Cho Kyuhyun, hasta que no dejes de ser tan perverso no tengo nada que decirte... –Y tras esto, Arha salió enfadada del cuarto.

Kyuhyun aferró el botellón de brandy, a punto de arrojarlo contra algo, como había hecho con la copa. Pero, en lugar de esto, lo llevó a sus labios. ¿Por qué no?

–Sí, él se lo habría dicho en caso de estar embarazado cuando se casaron. Recordó las veces que otros hombres lo habían acompañado a su casa. En particular recordaba a Park Hanheng y la ira sangrienta que había experimentado al enterarse de esto. ¿Acaso intuición? ¿Acaso no sabía que el maldito hijo de puta no iba a llevarlo directamente a su casa?

Kyuhyun estaba tan furioso que apenas podía pensar claramente. Había procurado no pensar en el niño desde el momento en que se entero de su existencia. ¿Acaso era hijo suyo? Vería si Sungmin era capaz de convencerle.


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yota´s news : De regreso?

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