Amor en Altamar- Capítulo 17



Donghae se quedó demasiado aturdido como para huir. Tampoco habría llegado muy lejos en los pocos segundos que Hyukjae tardó en aterrizar frente a él. Cuando quiso reaccionar, aquellos brazos musculosos lo tenían rodeada y lo estrechaban cada vez más, hasta hacerle sentir cada centímetro de ese recio cuerpo pegado al suyo. En vez de indignarse y ponerse rígido, su cuerpo pareció fundirse con el de él, cediendo por donde no debía, ajustándose tan a la perfección que era como estar en el propio hogar.

Su mente, en una tardía reacción, empezó a reunir fuerzas para protestar, pero ya era demasiado tarde. Donghae cayó víctima de un lento beso, tan provocativamente dulce y sensual que lo envolvió en un hechizo de maravillas, imposible de quebrar. Era un beso interminable , que iba haciendo su efecto poco a poco, sin que pudiera determinar con exactitud en qué momento esa sensación de placer se fue convirtiendo en un ardoroso deseo.

Mientras Hyukjae le estaba mordisqueando suavemente los labios se dio cuenta de que ya no le interesaba liberarse. Sus manos, al acariciar la densa mata rojiza, se lo comunicaron a él. También su cuerpo, que buscó contacto más estrecho. Y, por fin, el suave susurro con que pronunció su nombre. Con eso Donghae se ganó una de esas cálidas sonrisas capaces de derretirlo.

-¿Se ha acostado ya el gazmoño de Donnie? -preguntó él, en voz baja.

-Duerme profundamente.

-Y yo que temía haber perdido la habilidad... por la vejez...

-Ay – Donghae hizo una mueca de disgusto, como para darle su merecido.

-Lo siento, amor mío -pero el capitán sonreía sin el menor arrepentimiento.

-No importa. Estoy acostumbrado a tratar con hombres que no pueden resistir la tentación de presumir un poquito.

-En ese caso, dime, ¿sabe bien?

-¿El qué?

-El anillo...

Aquel hombre era un verdadero demonio para lograr hacerlo reír cuando Donghae sólo deseaba deslizarse sobre él hasta sentirlo dentro de sí.

-No mucho. Pero tú sí.

-¿Yo, qué?

Donghae sacó la lengua para lamerle sensualmente el labio inferior.

-Tú sí que sabes bien.

Hyukjae lo estrechó con tanta fuerza que lo dejó sin aliento.

-Con comentarios como ése obtendrás una disculpa y cualquier otra cosa que desees.

-¿Y si sólo te deseo a ti?

-¡Mi pequeño, eso requiere respuesta!

Y lo alzó en brazos para llevarlo a su cama. Donghae se aferró a él, quería el contacto más íntimo. No quería soltarlo, ni siquiera para que pudiera desvestirse. ¿Cómo había llegado a pensar que podía prescindir de esas cosas que este hombre le hacía sentir? Durante aquellos días los había intentado, con gran esfuerzo. El que él estuviera tan malhumorado lo facilitaba. Pero ya no lo estaba, y no podía resistirse a algo tan poderoso. Dios, esas sensaciones...

Hyukjae comenzó a caminar dentro del camarote hacia la cama avanzando a ciegas, pues su rostro lo tenía metido en el cuello de Donghae llenándolo de besos y pequeñas succiones. Después ataco sus labios, abrazo su cuerpo y lo aferro mas al suyo, intensificaba sus besos que solo hacían gemir más a Donghae.

Lo besaba con fuerza, mientras Donghae fuera de si le correspondía volviendo el beso más apasionado, introduciendo su lengua en la boca del otro y acariciándolo como si en eso se le fuera la vida. Entre besos y caricias, ambos terminaron sin ropa arrodillados encima de la cama.

Nuevamente los labios de Hyukjae buscaron rápidamente el cuello de Donghae, lo mordió suavemente dejando una pequeña marca en él, cosa que realmente poco importaba. Donghae no podía reprimir sus gemidos ante la ávida boca del capitán sobre su cuello y cuando Hyukjae acerco la boca a uno de sus pezones, los chupo, los lamio para después morderlos y jugar con ellos.

El calor que le abrasó la piel cuando la boca de Hyukjae posó sobre otro de sus pezones le hizo ahogar una exclamación.

Y antes de que él terminara con el otro, Donghae estaba ya retorciéndose. Lo quería de inmediato, pero él se tomaba su tiempo, haciéndolo girar, enloqueciéndolo por cada centímetro de su piel, en especial por las firmes nalgas de su trasero: las acarició, las besó y mordió hasta que Donghae temió estallar en llamaradas.

Hyukjae lo volvió a besar con pasión empujándolo suavemente quedar acostados en la cama, de nuevo las caricias se hicieron presentes, torturando a Donghae por la lentitud.

Cuando por fin lo puso de espaldas, Hyukjae comenzó a tocar el miembro de Donghae masturbándolo lentamente. A su vez Hyukjae se lamió los dedos y fue un dedo lo que se deslizó en él, buscando su perdición. Donghae gritó al sentir aquella intromisión, y él le cubrió la boca con sus labios, aceptando ese tributo a su habilidad.

Al tener tres de sus dedos dentro, Donghae levanto un poco sus caderas en busca de más contacto con él, Hyukjae sabia que su pequeño estaba listo para él.

Cuando penetró en él, momentos después, Donghae podía sentir como el miembro del capitán se abría paso lentamente dentro de él que lo hizo gemir fuertemente. Hyukjae lo obsequió con una nueva demostración de su experiencia: cada embestida era diferente, más placentera que la anterior, y todas tenían la potencia necesaria para arrancarle otro grito, si él no hubiera seguido besándolo.

Cada vez que Donghae era penetrado su mente se nublada por el placer que Hyukjae le hacía sentir, pero aun así entre tanto placer podía escuchar como el mayor también gemía al estar dentro de su cuerpo. Las embestidas de Hyukjae eran fuertes y certeras, pronto llegó a tocar ese punto que hacia que el menor ya no pudiera pensar.

Las embestidas se aceleraron y Hyukjae siguió tocando en el punto de satisfacción del menor, mientras su mano se ocupaba del miembro necesitado de Donghae y así aumentar su placer. El menor se encontraba en el límite de las sensaciones, el hombre encima de él no sólo entraba y salía de su cuerpo tocando ese punto que le nublaba los sentidos; sino que también lo estaba masturbando increíblemente.

Hyukjae podía sentir como la cavidad de Donghae comenzaba a contraerse sobre su miembro, por lo que acelero sus movimientos de caderas y también el de su mano sobre el miembro del menor. Por lo que después de algunas penetraciones más terminaron los dos al mismo tiempo, Hyukjae dentro de Donghae y este en su mano.

¿Experto en jóvenes? Sí. ¡Podía alardear de ello!



Poco rato después, Donghae se encontró tendido en un lado de la cama, con Hyukjae al otro, y un sólido tablero de ajedrez entre los dos. ¿Qué le había inducido a responder afirmativamente al preguntarle él si sabía jugar? Pero iniciada la partida, el desafío lo activó por completo; la promesa de permitirle pasar la mañana en la cama hacía que jugara sin prisas.

Además, la perspectiva de derrotar a Kim Hyukjae era demasiado tentadora, sobre todo al ver que él se empeñaba en dialogar, como si quisiera romper su concentración. Ya descubriría que eso no daba resultado. Donghae había aprendido a jugar rodeado por el bullicio que armaba toda su familia.

-¡Muy bien, Donnie -dijo Hyukjae cuando él le comió un peón, amenazando su alfil, sin ofrecerle a cambio ninguna pieza propia.

-¿Acaso creías que iba a resultarte fácil?

-Tenía la esperanza de que no fuera así. Te agradezco que no me desilusiones. –Hyukjae movió su reina para proteger el alfil. Era un movimiento perdido y ambos lo sabían - ¿Qué parentesco dijiste que tenías con Chang Donghwa?

Donghae estuvo a punto de echarse a reír ante ese modo de dejar caer la pregunta, probablemente buscando que él respondiera sin pensar. Era preciso reconocer que el hombre era astuto, pero todo eso no hacía falta. Ya no necesitaba fingir que Donghwa era su hermano.

-Nunca te lo he dicho. ¿Quieres saberlo?

-Bueno, habíamos quedado en que no era hermano tuyo.

-¿Ah, si? ¿En qué habíamos quedado?

-Maldita sea, Donnie. No es tu hermano. ¿O si?

Hae lo dejó esperando mientras efectuaba la siguiente jugada, amenazándole la reina.

-No. Él es sólo un gran amigo de la familia, algo así como un tío muy querido. Siempre ha estado cerca de nosotros y, en cierto modo, me considera como su hijo. Tu turno, Hyukjae.

-Sí.

En vez de bloquear el último movimiento para proteger su reina, le capturó un peón con la torre, con lo que puso en peligro a la reina de Donghae. Y como ninguno de los dos estaba dispuesto a perder esta pieza, Donghae retrocedió, dando la ventaja del ataque. Hyukjae, que no se lo esperaba, se tomó un instante para estudiar el tablero.

Pero Hae se dio cuenta de que la estrategia de romper la concentración del contrincante también podía serle útil.

-¿A qué viene ese súbito interés por Donghwa? ¿Has hablado con el?

-Claro, amor mío. Al fin y al cabo, es mi contramaestre.

Hae se quedó inmóvil. Tal vez no importara que Donghwa no fuera su hermano, pero no convenía que Hyukjae lo reconociera y recordara aquel primer encuentro en la taberna. Eso conduciría a toda una serie de preguntas a las que no quería responder... y la primera de ellas sería por qué estaba a bordo. Además, el capitán podría enfurecerse si descubría el doble engaño: no sólo se había disfrazado, sino que ya lo conocía.

-¿Y? -inquirió, cauteloso.

-¿Y qué, Donnie?

-Por todos los diablos, Hyukjae. ¿Lo reco...? Eh... es decir... ¿le contaste algo de lo nuestro?

-¿Lo nuestro?

-Sabes exactamente a qué me refiero, Kim Hyukjae. Y si no me respondes ahora mismo, te... ¡te estrellaré el tablero en la cabeza!

El capitán rompió a reír.

- ¡Dios, cómo adoro ese genio que tienes! Tanto fuego en una hoguera tan pequeña. - Alargó la mano por encima del tablero para retorcerle un mechón - No le dije nada, por supuesto. Hablamos del barco. Nada personal.

Si hubiera reconocido a Donghwa habría dicho algo, ¿no? Y también Donghwa, sin duda. Hae se tranquilizó.

-Deberías haber dejado que te sacudiera con el tablero - dijo, recuperando el humor - De todas maneras, estás perdiendo.

-Eso es lo que tú te crees -bufó Hyukjae - En tres jugadas más te quedas sin rey.

Después de cuatro movimientos, el capitán se encontró a la defensiva, de modo que intentó distraerlo otra vez al tiempo que saciaba su curiosidad.

-¿A qué vas a Jamaica?

Donghae sonrió descaradamente.

-Porque vas tú.

La ceja se alzó, tal como Hae esperaba.

-¿Debo sentirme halagado?

-No. Tu barco era el primero, entre los que no eran ingleses, que zarpaba hacia esta parte del mundo, y yo estaba demasiado impaciente como para esperar. Si hubiera sabido que tú también eras inglés...

-No empecemos otra vez con eso, ¿quieres?

Donghae se echó a reír.

-¿Y qué me dices de ti? ¿Vuelves a Jamaica o vas sólo de visita?

-Ambas cosas. Ha sido mi hogar durante mucho tiempo, pero he decidido volver definitivamente a Inglaterra. Por eso debo liquidar mis asuntos en Jamaica.

-Ah... -murmuró Donghae, consciente de su desilusión por la respuesta, aunque confió en que él no lo hubiera notado.

Había hecho mal en suponer que él iba a quedarse en Jamaica sólo por el hecho de que el navío llevara la bandera de las Indias Occidentales. Jamaica, al menos, era un sitio aceptable. Pero de Inglaterra no quería volver a saber nada. Claro que el viaje aún no había terminado, y sin embargo... Donghae despertó súbitamente de sus ensueños. ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso creía tener futuro con ese hombre? Sabía que eso era imposible, que su familia no lo aceptaría jamás. Ni siquiera estaba seguro de lo que sentía por él, aparte de pasión.

-Así que no pasarás mucho tiempo en las islas -dedujo.

-No, no mucho. Hace tiempo que un plantador vecino me viene insistiendo en que le venda mi finca. Hasta podría haber solucionado el asunto por correspondencia.

Y en ese caso no habrían vuelto a verse.

-Me alegro de que decidieras hacerlo personalmente.

-Yo también, querido mío. Y tú ¿adónde piensas ir?

-A casa, por supuesto, a Nueva Inglaterra.

-Espero que no te vayas de inmediato.

Donghae se encogió de hombros, dejando que Hyukjae extrajera sus propias conclusiones. El asunto dependía de él, pero Donghae no tuvo coraje suficiente para decirlo. En realidad, dependía del tiempo que tardara en atracar allí algún navío de la Mokpo, pero no tenía por qué decírselo. El mismo prefería no pensar en eso. Y para apartar el tema de su mente, le dijo jaque mate a Hyukjae.

-Demonios...- protestó él, al ver su jugada - Muy astuto, Donnie. Me has distraído para que perdiera.

-¿Yo? ¡Pero si has sido tú quien se ha pasado todo el rato haciendo preguntas! Esto sí que es bueno. Muy de hombre, buscar excusas cuando te derrota un joven.

El rió entre dientes y lo atrajo hacia su lado de la cama.

-No me refería a las preguntas, querido mío. Es este apetitoso cuerpo tuyo el que me ha estado distrayendo. Y por eso no me importa perder.

-tengo puesta la camisa -protestó Hae.

-Pero nada más, encantadora criatura.

-mira quién habla; tú con ese batín tan corto -observó él, tocando la seda.

-¿Te ha distraído?

-Me niego a responder.

Hyukjae fingió asombro.

-Por Dios, no me digas que al fin te has quedado sin palabras. Comenzaba a pensar que había perdido mi habilidad.

-¿De dejar muda a la gente con tus burlas?

-En efecto. Y mientras te deje mudo a ti...

Donghae hubiera querido decirle que su genio no era tan inmisericorde como le gustaba creer, al menos no siempre. Pero estaba de nuevo deliciosamente distraído...


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