Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 2



La mansión Kim, en Grosvenor Square, estaba brillantemente iluminada, y casi todos los ocupantes estaban en sus habitaciones, preparándose para el baile de los duques de Park. Los criados, más ocupados que de costumbre, corrían de un extremo a otro de la mansión atendiendo a todos sus habitantes.

La única persona que se preparaba para el baile y que no era hijo, era lord Lee Sungmin, sobrino de lord Kim Zhoumi y primo hermano de su gran cantidad de hijos.

La casa desbordaba actividad. Los Lord Kim habían empezado los preparativos mucho más temprano, porque habían sido invitados a la comida formal dada para unos escasos elegidos antes del baile. Se habían marchado hacía poco más de una hora. Los dos hermanos Kim iban a acompañar a sus jóvenes hermanos y a su primo, una gran responsabilidad para ellos, de los cuales uno acababa de dejar la universidad, y el otro todavía no.

Kim Yesung no había tenido mucho interés en acompañar a los jóvenes de la familia, hasta hoy, cuando inesperadamente un joven amigo había pedido unirse al grupo en el coche de la familia Kim. Era un golpe de suerte haber recibido esta petición precisamente de tal joven.

Estaba perdidamente enamorado de él desde que lo había conocido, el año anterior, cuando había ido a su casa para pasar las vacaciones. El joven no le había hecho mucho caso entonces, pero ahora Yesung había terminado los estudios y tenía veintiún años, era todo un hombre. Vamos, ya podía establecer una familia si quería. Y podría pedirle a determinado joven que se casara con él.

Lord Onew también pensaba en la edad. Tenía veinte años, por horrible que esto fuera. Era su tercera temporada y aún no había conquistado un marido... ¡ni siquiera se había comprometido! Había recibido algunas propuestas, pero de nadie a quien pudiera tomar en serio. Oh, era bastante bonito, este era el problema. Era simplemente bonito. No soñaba ser tan llamativo como su primo Sungmin, y tendía a apagarse cuando estaba junto a él. Y el maldito destino quería que esta fuera la segunda temporada que debía compartir con Sungmin.

Onew estaba furioso. Su primo ya debía haberse casado. Había recibido docenas de propuestas. Y no es que él no quisiera, parecía más que dispuesto, pero, por uno y otro motivo, todas las propuestas habían quedado en el aire. Ni siquiera con un viaje por Europa el año anterior había obtenido un marido. Sungmin había vuelto a Londres, siempre esperando encontrar marido.

El año próximo, si Onew aún no había encontrado marido, tendría que competir con sus hermanos. Teamin era tan bello como Sungmin. Onew tenía que encontrar marido esa temporada, aunque le costara la vida.

Onew no estaba enterado, pero estos también eran los sentimientos de su hermoso primo. Lee Sungmin contempló su imagen en el espejo, no veía sus ojos negros ligeramente oblicuos, o los delgados labios que se fruncían en un mohín, o la piel quizás demasiado blanca, que destacaba tan fuertemente el oscuro pelo y las largas pestañas negras. Veía hombres, desfiles de hombres, legiones de hombres –franceses, suizos, austriacos, italianos, ingleses– preguntándose por qué él todavía no se había casado. Ciertamente no era porque no lo hubiera intentado.

Min, como lo llamaban, había tenido tantos pretendientes para elegir, que realmente era perturbador. Había una docena con los que estaba seguro de haber podido ser feliz, dos docenas de los que creyó empezar a enamorarse, y muchos que, por un motivo u otro no le habían convenido. Y cuando Sungmin creía que alguno era aceptable, no era esta la opinión de sus tíos.

¡Ah, por cierto que era una desventaja tener cuatro tíos que lo querían tanto! El también adoraba a los cuatro. Shindong, había sido jefe de la familia desde que tenía dieciséis, responsable de sus tres hermanos y una hermana, la madre de Sungmin. Shindong se tomaba en serio sus responsabilidades... a veces demasiado en serio. Era un hombre muy severo.

Zhoumi era exactamente su opuesto, de buen humor, alegre, indulgente. Un año menor que Shindong, Zhoumi se había casado con el tío Henry cuando tenía veintidós años, mucho antes de que se casara el tío Shindong. Tenía cinco hijos, tres jóvenes entre ellos. El primo Jonghyun, de diecinueve años, era de la edad de Sungmin y estaba en medio de la familia.
Toda su vida habían sido compañeros de juegos, al igual que el único hijo del tío Shindong.

La madre de Sungmin, Amber, era siete años menor que sus dos hermanos mayores. Dos años después del nacimiento de Amber, había venido al mundo Hyukjae. Este era el hermano loco, que mandaba todo al diablo para hacer lo que le daba la gana. Se suponía que ni siquiera había que mentar su nombre. Para lo que se refiere a Shindong y Zhoumi, Hyukjae no existía. Pero Sungmin seguía queriéndole. Le echaba muchísimo de menos, e iba a verle en secreto. En los últimos nueve años sólo le había visto seis veces, la última hacía ya más de dos años.

Pero, a decir la verdad, Siwon era su tío favorito por ser tan libre, tan poco inhibido como el mismo Sungmin. Siwon, siendo el menor de la familia, era más un hermano que un tío. También, y eso era muy divertido, era el calavera más notable desde que su hermano Hyukjae se había ido de Londres, pero, mientras que Hyukjae podía ser brutal, ya que tenía mucho de Shindong, Siwon estaba dotado de algunas de las cualidades de Zhoumi. Era un don Juan, un notable seductor. No le importaba lo que se pensara de él;' pero, a su manera, hacía todo lo posible para agradar a quienes le interesaban.

Sungmin sonrió. Pese a todos sus queridos y estrafalarios amigos, pese a todos los escándalos que florecían a su alrededor, los duelos que había tenido, las apuestas que había hecho, Siwon era a veces el hipócrita más adorable en lo que a Sungmin se refería. Porque si alguno de sus disolutos amigos se atrevía a mirarlo siquiera de reojo, era invitado enseguida a un combate de boxeo. Y así todos aprendieron a ocultar sus deseos cuando él visitaba a su tío, y conformarse con una charla inofensiva. Si el tío Shindong llegaba a enterarse de que Sungmin había estado en el mismo cuarto con algunos de los hombres que había conocido, algunas cabezas podían rodar, especialmente la de Siwon. Pero Shindong nunca lo supo y, aunque Zhoumi lo sospechaba, nunca había sido tan estricto como Shindong.

Los tíos lo trataban más como a un hijo que como a un sobrino, porque los cuatro lo habían educado desde la muerte de sus padres, cuando Sungmin sólo contaba dos años.
Literalmente lo habían compartido desde que cumplió seis años. Zhoumi vivía por entonces en Londres, al igual que Hyukjae y Siwon. Los tres tuvieron una gran pelea con Shindong, porque este insistía en que Sungmin siguiera en el campo. Le permitía y toleraba que viviera seis meses del año con Zhoumi, donde podía ver con frecuencia a los tíos más jóvenes.

Cuando Sungmin cumplió once años, Siwon pidió pasar un tiempo con él. Se le concedieron los meses de verano, que eran de estricta diversión. Y Siwon se sintió feliz haciendo el sacrificio de transformar todos los años su casa de soltero, cosa que se hacía fácilmente, porque junto con Sungmin llegaban su doncel. Siwon y Sungmin comían dos veces por semana con Zhoumi y su familia. Pero, pese al encanto de aquella vida doméstica, Siwon nunca había sentido deseos de casarse. Seguía siendo soltero. Cuando Sungmin fue presentado en sociedad ya no resultaba adecuado que pasara parte del año con este tío, de manera que ahora sólo le veía de vez en cuando. Ah, bueno, pensaba Sungmin, lo cierto era que él iba a casarse pronto. No era lo que deseaba especialmente. Con mucho gusto se hubiera divertido unos años más. Pero sus tíos querían que se casara. Suponían que su deseo era encontrar un marido conveniente y formar una familia, ¿Acaso no era éste el deseo de todo joven? Lo cierto es que se habían reunido para discutir el tema y, pese a que él había afirmado que no estaba preparado para dejar el seno de la familia, las buenas intenciones de ellos prevalecieron sobre las protestas de Sungmin, hasta que, finalmente, cedió.

A partir de entonces había hecho todo lo posible para agradarles, porque les quería mucho a los cuatro. Presentó pretendiente tras pretendiente, pero, uno u otro de los tíos encontraban un defecto a cada uno. Sungmin continuó la búsqueda en el continente, pero ya estaba harto de mirar con ojos críticos a cada hombre que se le acercaba. No podía hacerse amigos. No podía divertirse. Cada hombre debía ser cuidadosamente disecado y analizado... ¿estaba materializado su futuro marido? ¿Era acaso esa persona mágica que todos sus tíos iban a aprobar?

Sungmin empezaba a sospechar que tal hombre no existía, y desesperadamente necesitaba terminar con aquella búsqueda obsesiva. Quería ver a su tío Siwon, el único capaz de entender, de interceder ante el tío Shindong. Pero Siwon estaba visitando a un amigo en el campo cuando él volvió a Londres, y no había regresado hasta la noche anterior.

Sungmin había ido dos veces a verle aquel mismo día, pero no le había encontrado y finalmente le dejó una nota. Seguramente ya la había recibido. ¿Por qué no había venido?

En el momento en que estaba pensando en ello, un coche se detuvo delante de la casa. Rió con una carcajada alegre, musical.

–¡Al fin!

Salió corriendo de la habitación; oyó el grito de Minji ¡Lee Sungmin!, pero no se detuvo.

Corrió hasta llegar a las escaleras que llevaban al salón de abajo. Rápidamente se refugió en un rincón, decidido a no salir hasta que oyera la voz de su tío. Pero no la oyó. En lugar de esto escuchó un joven y, cuando espió vacilante desde el rincón, quedó decepcionado al ver que el lacayo hacía pasar a un joven y no al tío Siwon. El joven lord Tal o Cual, alguien a quien Sungmin había conocido hacía unos días en Hyde Park. Caramba, ¿dónde diablos se había metido Siwon ?

En aquel momento Minji lo tomó del brazo y lo llevó a la habitación. Minji se tomaba libertades, esta era la verdad, pero no era de extrañar, porque había estado con Sungmin tanto tiempo como la niñera Luna, es decir, siempre.

–Creí que era el tío Siwon. Tengo que verle esta noche. Ya sabes para qué, Minji. Es el único que puede ayudarme. Escribirá al tío Shindong y finalmente podré descansar.

–¿Y creéis que vuestro tío Siwon pueda decir al marqués algo que os sea útil?

Sungmin hizo una mueca.

–Lo que voy a sugerir es que sean ellos quienes me encuentren un marido.

Minji movió la cabeza y suspiró.

–No os gustará el hombre que elegirán para usted, hijo mío.

–Tal vez. Pero ya no me importa... –insistió Sungmin – Sería bueno que yo pudiera elegir a mi marido, pero ya sé que mi elección no será tomada en cuenta si, de acuerdo con ellos, es mala. Me he estado exhibiendo desde hace un año, he ido a tantas reuniones, fiestas y bailes que los odio a todos. Nunca creí llegar a decir esto. ¡Vamos, si se me hacía corto el tiempo para bailar en mi primera fiesta!

–Es comprensible, querido –dijo Minji para apa¬ciguarlo.

–Lo único que pido es que el tío Siwon comprenda y quiera ayudarme. Sólo quiero retirarme al campo, vivir otra vez tranquilamente... con o sin marido. Si pudiera encontrar esta noche al hombre que me conviene, me casaría con él mañana, cualquier cosa con tal de cortar este ajetreo social, pero sé que no va a suceder, de manera que lo mejor es dejar que mis tíos elijan. Como los conozco, tardarán años en hacerlo. Nunca se ponen de acuerdo en nada y, entretanto, yo me iré a casa en SM.

–No veo qué puede hacer vuestro tío Siwon que no podáis hacer usted. No le tenéis miedo al marqués. Podéis manejarlo con el meñique cuando os da la gana. ¿Acaso ya no lo habéis hecho con frecuencia? Decidle cuan desdichado sois y él...

–¡No puedo hacer eso! –exclamó Sungmin sin aliento – No puedo hacer que el tío Shindong crea que me ha hecho desgraciado. Nunca se lo perdonaría.

–Sois de corazón demasiado tierno para vuestra conveniencia, hijo mío –gruñó Minji – ¿Pensáis por lo tanto seguir siendo desdichado?

–No. Por eso quiero que el tío Siwon le escriba al tío Shindong. Si yo lo hago, y él insiste en que siga aquí, ¿qué sacaré con esto? Pero si la carta de Siwon es despreciada, sabré que el plan no da resultado y tendré tiempo para pensar en otra cosa.

–Bueno, no cabe duda de que esta noche en el baile veréis a lord Siwon.

–No. Él odia los bailes. No querría asistir ni muerto a uno, ni siquiera lo haría por mí. Bueno, caramba, todo tendrá que esperar hasta mañana...

Minji frunció el ceño y miró hacia otro lado.

– ¿Qué significa eso? ¿Acaso sabes algo que yo no sé? –preguntó Sungmin.

–Es que... probablemente lord Siwon se irá por la mañana a SM y no volverá en tres o cuatro días. Pero podéis esperar ese tiempo.

–¿Quién te dijo que se marchará?

–Oí que lord Zhoumi le decía a su esposo que el marqués le había mandado llamar. Creo que van a citarlo de nuevo por algún otro problema en el que se ha metido.

–¡No! –Y añadió preocupad– ¿No crees que ya se ha ido, verdad?

–De verdad que no, ese sinvergüenza no debe tener muchas ganas de enfrentarse a su hermano mayor. Estoy seguro de que retrasará la partida todo el tiempo que pueda.

–Entonces tengo que verlo esta noche. Esto es perfecto. Él podrá convencer más fácilmente al tío Shindong en persona que por carta.

–Pero no podéis ir ahora a casa de lord Siwon, ya es casi hora de partir para él baile.

-Tomaré el coche y regresaré antes de que mis primos estén listos para partir.

Lo cierto es que ya estaban listos y sólo esperaban a Sungmin cuando éste corrió unos minutos después escaleras abajo. Aquello era incómodo, pero no iban a disuadirlo.

–Yesung, realmente detesto tener que pedirte esto, pero necesito el coche unos minutos antes de que todos partamos.

–¿Cómo?

Sungmin había hablado en murmullo, pero la exclamación de él hizo que todos se volvieran a mirarlos.

–En verdad, Yesung, no deberías comportarte como si te hubiera pedido el mundo.

Yesung, consciente de que los observaban, y sorprendido de su momentánea falta de control, recobró toda la dignidad que pudo y dijo en el tono más razonable que logró dominar:

–¡Hace ya diez minutos que te esperamos, y quieres que esperemos aún más!

–No lo pediría sino fuera importante, Yesung. No tardaré más de media hora... bueno, seguramente menos de una hora. Tengo que ver al tío Siwon.

-Cómo puedes ser tan desconsiderado Min? Tú no eres así. Harás que todos lleguemos tarde. Tenemos que partir enseguida.- dijo su primo Onew.

- Seguramente no querréis ser los primeros, ¿verdad?

–Pero tampoco queremos ser los últimas en llegar –dijo Onew caprichoso – El baile se iniciará dentro de media hora, y tardaremos el mismo tiempo en llegar. ¿Es tan importante que veas ahora al tío Siwon?

–Es un asunto personal y no puede esperar. El parte mañana temprano para SM. No podré hablar con él a menos que vaya a verle enseguida. No puedo esperar, aceptaré un coche alquilado, Yesung, si enviáis a uno de los lacayos a buscarlo. Iré al baile a unirme con vosotras en cuanto haya terminado.

–Imposible.

Yesung estaba enfadado. Era muy de su primo meterle en alguna tontería de modo que él, que era el mayor, cargara más tarde con la responsabilidad. Pero esta vez no lo haría, por Dios.

–¿Un coche alquilado? ¿Por la noche? No es seguro, y lo sabes, Min.

Sungmin miró todas aquellas caras tan poco comprensivas. Pero no quería ceder.

–Entonces no iré al baile. Además, no tenía ganas de ir.

–Oh, no. –Yesung sacudió gravemente la cabeza.– Te conozco demasiado, querido primo. Apenas nos hayamos ido te escabullirás e irás a pie hasta la casa del tío Siwon. Y mi padre me matará.

–Soy demasiado inteligente para hacer eso, Yesung –replicó provocativo – Enviaré Otro mensaje a Siwon y esperaré que él venga aquí.

–¿Y si no viene? –señaló Yesung – Tiene cosas más importantes que contestar a una llamada tuya en cuanto le hagas una seña. Además, es probable que no esté en su casa. No. Vendrás con nosotros y esto es definitivo.

–No iré.

–Irás.

–Puede ir en mi coche –todos los ojos se volvieron hacia el invitado – Mi cochero y el lacayo están conmigo desde hace años y puedo confiar en que lo llevarán sano y salvo donde desee y después al baile.

La sonrisa de Sungmin fue deslumbrante.

–Espléndido... Realmente es usted mi salvador, lord...

–Kim Jinhee –replicó el joven – Nos han presentado esta semana.

–Sí, en el parque, lo recuerdo. Lo cierto es que soy muy olvidadizo con los nombres, he conocido mucha gente este último año. Nunca os lo agradeceré bastante.

–No es nada. Me hace feliz seros útil.- Y Jinhee estaba feliz... cualquier cosa para partir cuanto antes. Ya era bastante malo haber tenido que aceptar a Kim Yesung como acompañante para el gran baile de la temporada. Pero él era el único entre la docena de caballeros a los que había enviado notas esa mañana que no lo había rechazado con una u otra excusa. Kim, que era menor que él, había sido un comodín de último momento. Y aquí estaba ahora, en medio de una disputa familiar, todo debido a este muchachito descarado.

–Bueno, Yesung –dijo Sungmin – no puedes oponerte ahora.

–No, supongo que no –dijo él de mala gana – pero recuerda que has dicho que tardarás media hora. Es mejor que llegues a casa de los Park antes que mi padre se dé cuenta de que no estás. De lo contrario, lo pasaremos muy mal, y tú lo sabes.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...