Amor en Altamar- Capítulo Final



—¡Arrojadlo por la bor...!

Donghae lo enmudeció momentáneamente clavándole un codo en las costillas. La furia centelleante que le brillaba en los ojos confundió a su hermano por un momento más. Y Hae estaba furioso de verdad, no sólo con él, sino también con Hyukjae. ¡Condenados idiotas! 
¿Cómo se atrevían a ignorar por completo su voluntad, como si no fuera el futuro de él el que allí se jugaba?

—¡Basta ya, Kim Hyukjae! —gritó hacia abajo, en el momento en que otro marinero salía despedido por los aires.

—¡Baja de ahí, Donnie!

—¡No puedo! —repuso Donghae. Quería agregar “Todavía no”, pero él no le dio tiempo.

—¡Lo que no puedes hacer es abandonarme!

Hyukjae cayó hacia atrás. Aún quedaban seis marineros para hacerle frente, pero eso no parecía amedrentarlo en absoluto, para mayor furia de Donghae. El necio iba a lograr que lo arrojaran al río.

Tal vez lo hiciera él mismo. Empezaba a estar harto de que le ordenaran qué hacer y qué no hacer.

—¿Y por qué no puedo abandonarte?

—¡Porque te amo!

Lo gritó sin detenerse siquiera antes de dar otro golpe. Donghae, en cambio, se quedó muy quieto, sin aliento. Estuvo a punto de sentarse en la cubierta, porque se le habían aflojado las rodillas con la increíble emoción que le embargaba.

—¿Has oído? —susurró a Yunho.

—Lo ha oído el puerto entero —gruñó él —. Pero eso no cambia las cosas en absoluto.

Los ojos del muchacho se dilataron de asombro.

—¡Estás bromeando! Para mí las cambia por completo, porque yo también le amo.

—Lo mismo decías de Shang. Tú no sabes lo que quieres.

—Yo no soy él, Yunho.

El hermano apartó la vista al oír mencionar al joven que lo había tratado con tanta falsedad, a la responsable de la frialdad con que trataba ahora a los jóvenes. Pero Donghae le sujetó la cara entre las manos, obligándolo a mirarlo a los ojos.

—Te quiero. Sé que estás tratando de protegerme. Pero tendrás que confiar en mí, Yunho. Lo de Shang era una fantasía de niño. Pero Hyukjae es mi vida. Es lo todo lo que deseo, lo que siempre desearé. No trates de mantenerme separado de él, por favor.

—¿Pretendes que nos crucemos de brazos y permitamos que te mantenga separado de nosotros? Porque eso es lo que quiere, bien lo sabes. Si él se sale con la suya, no volveremos a verte.

Donghae sonrió, comprendiendo que lo había conmovido. Ahora Yunho sólo objetaba aquello que todos temían.

—El me ama, Yunho. Se lo has oído decir. Yo lo arreglaré todo, pero déjalo en mis manos. Tú sólo consigues sacar a relucir lo peor de él.

—¡Oh, por amor de Dios! ¡Hazlo, entonces! - Aceptó contrariado Yunho.

El joven dio un grito de alegría y lo abrazó, pero no perdió un segundo más para girar en redondo... y estrellarse contra un muro de ladrillos.

—Así que me amas, ¿verdad?

Donghae no se preguntó cómo había llegado Hyukjae hasta allí. En la cubierta inferior sonaban gemidos que lo explicaban bien. Tampoco le importó que hubiera escuchado el diálogo con su hermano. Se limitó a aprovechar que estaba apretado contra él para rodearlo con los brazos y mantener esa posición.

—¿Piensas gritarme delante de mis hermanos?

—No se me ocurriría hacerlo, pequeño.

Pero no sonreía. Tampoco pensaba quedarse allí. Lo alzó en brazos y giró para desembarcar.

—Todo marcharía mucho mejor si no dieras la sensación de que me llevas por la fuerza —señaló Donghae.

—Es que te llevo por la fuerza, querido.

Oh, bueno. Al fin y al cabo nadie esperaba que el resto fuera fácil.

—Por lo menos, invítalos a cenar.

—¡Ni pensarlo!

—¡Hyukjae!

Resonó un gruñido en el pecho de Kim, en tanto se detenía y giraba sobre sus talones. Pero fue a Hyunjong a quien miró, no a Yunho.

—Bueno, condenados... estáis invitados a cenar.

—Por Dios —protestó Donghae, mientras Hyukjae continuaba su camino —, que invitación tan falta de...

—Calla, Donnie. Todavía no lo has arreglado todo.

Donghae hizo una mueca, lamentando que su marido hubiera advertido aquella muestra de excesiva seguridad. Pero confiaba en lograrlo. El ya había hecho la primera concesión; de muy mal grado, cierto, pero era un comienzo.

—¿Hyukjae?

—¿Hum?

—Disfrutarás con mis esfuerzos para hacerte ceder. La ceja rojiza se enarcó.

—¿De veras? - le deslizó un dedo por el labio inferior.

—De veras. –Hyukjae se detuvo en medio del muelle, muy lejos de su carruaje, y empezó a besarlo. 

Donghae no fue capaz de recordar después cómo llegaron a casa.



—¿No deberíamos bajar, Hyukjae? Hace una hora que están llegando carruajes.

—Es mi familia, que viene a presenciar este importante acontecimiento. Con un poco de suerte, tus hermanos no encontrarán la casa.

Donghae retorció un mechón de pelo rojizo con el dedo y tiró con suavidad.

—¿Vas a seguir fastidiando?

—Yo nunca fastidio, amor mío. Pero aún no me has convencido de que perdone a tus hermanos.

Los ojos de Donghae se dilataron, y lo hicieron aún más cuando Hyukjae giró en la cama, poniéndose sobre él otra vez. Quería enojarse, pero cuando Hyukjae descansaba entre sus muslos el enojo quedaba muy lejos de su mente. De cualquier modo, le recordó.

—Tú los invitaste.

—Yo los invité, pero la casa es de Siwon.  Si él los echa a puntapiés, estará en todo su derecho.

—¡Hyukjae!

—Bueno, convénceme.

Aquel odioso hombre lo miraba con una enorme sonrisa, y a Hae le fue imposible no sonreír a su vez.

—¡Eres imposible! Hice mal en prometerte que disfrutarías con esto.

—Pero me lo prometiste... y estoy disfrutando.

Hae rió de forma infantil al sentir que sus labios le recorrían el cuello hasta capturar la punta de un pezón ya endurecido. Pero luego ahogó una exclamación, pues el deseo ardía con toda su fuerza, avivado por la succión de aquella boca. Deslizó las manos por la espalda de Hyukjae, amando su contacto, todo su cuerpo, todo.

—Hyukjae... Hyukjae, dímelo otra vez.

—Te amo, mi niño querido.

—¿Cuándo?

—¿Cuándo qué?

—¿Cuándo lo supiste?

El le cubrió la boca con un beso largo y profundo, antes de responder.

—Siempre lo he sabido, querido. ¿Por qué crees que me casé contigo?

Con cautela y lamentando tener que mencionarlo en un momento así, Donghae le recordó:

—Te casaste conmigo porque te obligaron.

Un beso, una sonrisa y luego...

—Yo obligué a tu familia a obligarme, Donnie. No es lo mismo.

—¿Qué estás diciendo?

—Anda amor...

—Kim Hyukjae...

—Bueno, ¿qué demonios podía hacer? —preguntó él indignado —. Había jurado que no me dejaría atrapar. Todo el mundo lo sabía. ¿Cómo echarme atrás para pedir tu mano, dime? Entonces recordé cómo se había casado ese inútil que mi adorado sobrino llama esposo. Y supuse que, si había servido en su caso, también serviría en el mío.

—No puedo creer lo que oigo. ¿Todo fue deliberado? ¡Pero si te molieron a golpes! ¿También habías contado con esto?

—Siempre hay que pagar un precio por conseguir lo que se desea.

Al oír eso se apagó el fuego de Donghae. El fuego de la cólera, desde luego, porque el otro estaba 
regresando. Pero miró a su esposo moviendo la cabeza.

—Me desconciertas. Siempre sospeché que eras un loco.

—Sólo un hombre decidido, querido. Pero yo mismo estaba muy desconcertado. No sé cómo lo hiciste. Lo cierto es que te metiste en mi corazón y me resultó imposible sacarte de él. Claro que... empiezo a acostumbrarme a tu presencia en él.

—¿Ah, sí? Y ese sitio ¿no está demasiado lleno?

—Hay lugar para unos cuantos descendientes que te hagan compañía —replicó él, muy sonriente.

Con esa respuesta se ganó un beso, hasta que Donghae recordó:

—¿Y por qué confesaste que eras el pirata Kry? Ellos habían decidido ya que te casaras conmigo.

—¿Olvidas que me habían reconocido?

—Si te hubieras callado, yo los habría convencido de que todo era una equivocación —rezongó él.

Hyukjae se encogió de hombros.

—Me pareció razonable aclararlo todo, Donnie, para que no surgieran cosas desagradables más adelante, cuando estuviéramos instalados en la felicidad conyugal.

—¿Así llamas a esto? —preguntó Hae, con suavidad —. ¿Felicidad conyugal?

—Bueno, yo me siento muy feliz en este momento. —Donghae ahogó una exclamación al sentir que lo penetraba bruscamente. Después de una risa sofocada, Hyukjae agregó —: ¿Y tú?

—Puedes... estar... seguro.

Un rato después, cuando entraron en el salón, encontraron a los Kim y a los Lee separados en dos bandos, cada uno de los cuales ocupaba un extremo de la habitación. Los hermanos de Donghae estaban en decidida inferioridad numérica, pues todo el clan de los Kim estaba presente. Y resultaba fácil adivinar que la familia de Hyukjae estaba unida por la lealtad que le guardaban. Nadie haría el menor gesto cordial mientras él no informara de que el desacuerdo estaba solucionado. Y él se había limitado a decirle a Siwon, mientras subía con él en brazos al dormitorio, que vendría gente desagradable a cenar. Desde luego, el bribón entendió perfectamente que se refería a los hermanos de Donghae.

Pero el semblante ceñudo con que su esposo miraba a los cinco Lee no presagiaba una unión de los grupos. Y Donghae no estaba dispuesto a tolerarlo.

Utilizó la misma treta con que había atraído la atención de Yunho por la mañana: le clavó el codo en las costillas a su marido.

—Si me amas, ama a mi familia —le advirtió, aunque con dulzura, desde luego.

El le sonrió, apretándole el brazo bajo el suyo para que no hubiera más codazos.

—Permíteme que te corrija, Donnie. Si te amo, soportaré a tu familia. —Pero luego suspiró, diciendo —: 
¡Oh, qué demonios!

Y empezó a hacer las presentaciones.

—¿Dices que todos son solteros? —preguntó Sungmin poco después —. Tendremos que ocuparnos de eso.

Donghae sonrió, decidido a no poner sobre aviso a sus hermanos de que había un casamentero en el salón. Pero sí señaló.

—No pasarán tanto tiempo aquí, Minnie.

—Maldición, ¿has oído eso? —comentó Siwon a Shindong, al pasar — Este joven ya ha adquirido las malas costumbres de su marido.

—¿Qué malas costumbres? —interpeló Donghae a los hermanos de Hyukjae, dispuesto a defenderlo.

Pero ellos no se detuvieron. Fue Sungmin quién se lo explicó, riendo.

—Se refieren a mi nombre. Nunca se han puesto de acuerdo en ese tema. Pero ya no es tan grave. Antes solían pelearse como energúmenos por eso.

Donghae puso los ojos en blanco. Luego buscó con la mirada a Hyukjae, que estaba en el otro extremo del salón, escuchando a Jaejoon y Kyujong con aire resignado. Sonrió. No había dicho una sola palabra insultante a cuatro de sus cinco hermanos. Pero continuaba sin acercarse a Yunho. Este, por su parte, tampoco se mostraba sociable.

Los otros lo habían sorprendido, en especial Seunghun, por lo bien que estaban entendiéndose con los odiados ingleses. Y Donghwa  pasaría por allí más tarde. Donghae había decidido presentarle a Heejin. 
Sungmin no tenía por qué ser el único casamentero.

Algo más tarde, Siwon y Hyukjae conversaban observando a sus respectivas esposos.

—¿Y si los prometemos en matrimonio?

Hyukjae se atragantó con el coñac que acababa de tomar, pues el tema en cuestión era la futura paternidad de ambos.

—¡Todavía no han nacido, pedazo de animal!

—¿Y qué?

—Que bien podrían ser del mismo sexo.

Una visible desilusión acompañó el suspiro de Siwon.

—Supongo que sí.

—Además, serían primos hermanos.

—¿Y qué? —volvió a inquirir Siwon.

—En la actualidad eso no está bien visto.

—Bueno, ¿qué diablos sé yo?

—Estoy de acuerdo —dijo Kyuhyun, acercándose por atrás —. No sabes nada. —Y a Hyukjae —: Bonita familia te has echado.

—Y que lo digas.

Kyuhyun sonrió.

—Ese tal Yunho no te mira con buenos ojos. Se ha pasado la velada fulminándote con la mirada.

Hyukjae dijo a su hermano:

—¿Quieres encargarte de hacer los honores o me cedes el placer?

La sonrisa de Kyuhyun desapareció, pues sabía perfectamente que estaban hablando de darle una paliza.

—No os atreveréis. Vuestros dos hermanos mayores se os echarían encima, por no hablar de mi esposo.

—Pues creo que valdría la pena, muchacho —aseguró Hyukjae.

Y sonrió, porque Kyuhyun decidió alejarse con toda prudencia. Siwon reía por lo bajo.

—A este mozo le gusta abusar de su suerte.

—Estoy aprendiendo a soportarlo —reconoció Hyukjae —. ¡Diablos, estoy aprendiendo a tolerar muchas cosas!

Ante eso, Siwon se echó a reír, siguiendo la mirada de Hyukjae, que se había posado en Lee Yunho.

—El viejo Kyu tenía razón. Ese tipo no te tiene ninguna simpatía.

—El sentimiento es mutuo, te lo aseguro.

—¿Crees que tendrás problemas con él?

—En absoluto. Dentro de poco tendremos todo el océano entre los dos, por suerte.

—El pobre no hizo más que proteger a su joven hermano, muchacho —señaló Siwon —. Lo mismo habríamos hecho tú o yo por Amber.

—¿Quieres privarme del placer de odiarlo, siendo como es un tipo odioso?

—Ni pensarlo. —Siwon esperó a que su hermano tomara otro sorbo de coñac para agregar —: A propósito, Hyukjae, ¿te he dicho alguna vez que te quiero?

El licor voló por toda la alfombra.

—¡Por Dios, unos cuantos tragos y te vuelves loco!

—¿Te lo he dicho o no?

—Creo que no.

—Pues dalo por dicho.

Tras una larga pausa, Hyukjae gruñó.

—Pues considéralo un sentimiento mutuo.

Siwon sonrió.

—También quiero a los mayores, pero no me atrevo a decírselo... Por la conmoción, ya comprendes.
Hyukjae enarcó una ceja.

—¿Y no te importa que a mí me dé un ataque?

—Desde luego que no, hermanito.

—¿Qué pasa? —preguntó Donghae, acercándose.

—Nada, amor mío. Mi querido hermano es un incordio... como de costumbre.

—No más que el mío, supongo.

—¿Te ha dicho algo? —reaccionó Hyukjae.

—No, por supuesto. No dice nada a nadie. —Donghae suspiró —. Si tú dieras el primer paso, Hyukjae...

—Muérdete la lengua, Donnie —exclamó él, fingiendo un horror que no era del todo fingido —. Estoy en la misma habitación que él. Es más que suficiente.

—Hyukjae... —insistió Donghae, en tono persuasivo.

—Donnie... —replicó él amenazador.

—Por favor.

Siwon se echó a reír. Sabía reconocer al hombre condenado. Por ese regocijo se ganó una de las miradas más coléricas de su hermano, que ya se dejaba arrastrar por su esposo hacia el más odioso de sus hermanos.

Hizo falta otro codazo en las costillas para que abriera la boca.

—Hola, Lee —se limitó a decir.

—Hola, Kim —fue la respuesta, igualmente cortante.

Y entonces James se echó a reír, confundiendo tanto a Donghae como a su hermano.

—Supongo que debo darme por vencido —dijo, aún riendo entre dientes —, puesto que tú, por lo visto, no has aprendido todavía a detestarme de un modo civilizado.

—¿Qué significa eso? —preguntó Yunho.

—Se supone que debes disfrutar con la discordia, muchacho.

—Preferiría...

—¡Yunho! —le espetó Donghae —. ¡Oh, por el amor de Dios!

El le clavó una mirada fulminante. Después, con un gesto de disgusto, alargó la mano a Hyukjae, que aceptó aquel indolente acuerdo de paz sin dejar de sonreír.

—Ya sé cómo te ha dolido, amigo, pero quédate tranquilo. Dejas a tu hermano en manos de un hombre que lo ama hasta robarle el aliento.

—¿El aliento? —Donghae frunció el entrecejo.

Hyukjae volvió a enarcar una ceja, gesto amanerado que ahora encantaba al joven más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—¿No estabas jadeando en la cama, hace un ratito? —Preguntó con toda inocencia.

—¡Hyukjae! —las mejillas del joven ardían. ¿Cómo había podido decir eso delante de Yunho precisamente?

Pero los labios de su hermano se estaban arqueando levemente hacia arriba, por fin.

—De acuerdo, Kim. Te has hecho entender. Procura mantenerlo así de feliz y yo no tendré que volver a hacer este viaje para matarte.


—Así está mucho, pero que mucho mejor, amigo —replicó Hyukjae, riendo, y dijo a su esposo —¡Maldita sea, Donnie, está aprendiendo!

2 comentarios:

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...