Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 4



Sungmin no estaba asustado. Había oído lo bastante como para darse cuenta de que su secuestrador era un noble. Suponía que había sido reconocido por el cochero del coche que lo había traído, de manera que no pensaba dañarlo seriamente.

Y otra cosa hizo que Sungmin sonriera con una sonrisa deliciosamente maligna. El hombre había cometido un error atroz. Él creía que era otra persona... lo había llamado Jinhee. «Soy sólo yo», había dicho, como si pudiera reconocer su voz fácilmente.

¿Jinhee ? ¿Por que pensaba este hombre que él era Jinhee? Simplemente lo había levantado en la acera, de manera que... ¡Dios, lord Jinhee! El conocía el coche, de manera que creía que Sungmin era él.

Aquello no tenía precio. Él iría al baile de los Park y... voilá, allí encontraría a lord Jinhee con sus primos. ¡Oh, cómo le gustaría ver la cara que iba a poner el hombre! Era exactamente el tipo de travesura que él hubiera hecho unos años antes.

Y entonces él volvería corriendo a su casa, lleno de locas excusas, le pediría perdón. Le suplicaría que no dijera nada. Sungmin tendría que aceptar esto, porque su reputación estaba en juego. Iría al baile, y simplemente diría que se había retrasado más de lo previsto con el tío Siwon. Nadie iba a saber nunca que había sido secuestrado.

Tras quitarse la mordaza y las ataduras de las muñecas, se tendió en la cama, muy cómodo, disfrutando de la aventura. No era, ni con mucho, la primera. Había tenido aventuras toda su vida desde los siete años, cuando se había caído en una grieta del hielo, después un jabalí salvaje que lo había obligado a trepar a un árbol.

Ni siquiera la devoción de sus tíos para educarlo había podido intervenir en el destino, y Sungmin había visto más aventuras en diecinueve años que las que debía. Mirando alrededor de su elegante prisión temporal, sonrió. Sabía que los jóvenes soñaban con la aventura, anhelaban ser raptados por hermosos y desconocidos a caballo, pero él había vivido el episodio. Dos veces en verdad, ya que la escapada de esta noche era la segunda.

Dos años atrás, cuando tenía diecisiete, había sido atacado en un camino por tres bandoleros enmascarados y atrapado por el más audaz de los tres. Por suerte su primo mayor, Kangin, estaba aquel día en el coche y montado uno de los caballos del coche había perseguido furiosamente al secuestrador, rescatandolo de... de lo que pensara hacerle el desconocido.

Y antes, cuando tenía doce años, había tenido su gran aventura marina. Fue secuestrado durante todo un verano, y soportó aterradoras tormentas en el mar e incluso una increíble batalla.

Bueno, ahora vivía otra aventura, una aventura divertida y segura esta vez. Y entonces se sentó muy erguido. ¡El tío Siwon! ¡Él estaba enterado de esto! Y súbitamente dejó de ser divertido. Si descubría quién era su secuestrador, iba a presentarse y echar abajo la puerta. Los chismes serían interminables, y él quedaría con la reputación arruinada. Kim Siwon no iba a dejar que todo terminara tan fácilmente. Retaría a duelo al pobre sujeto y lo mataría, hubiera cometido un error o no.

Sungmin se puso de pie y empezó a caminar descalzo, por el cuarto. Oh, Dios, esto empezaba a complicarse atrozmente. Seguía paseando examinando la habitación. Estaba tapizada en verdes y marrones apagados, y había unos pocos muebles modernos. Su capa estaba sobre una silla, sus zapatos en el suelo, delante de la capa, su antifaz sobre el asiento de cuero colchado. Una única ventana daba a un jardín, oscuro y lleno de sombras.
Se preguntó si Jay realmente iría a atarlo y amordazarlo si empezaba a gritar pidiendo socorro. Era mejor no averiguarlo. También se preguntó por qué Kyu tardaba tanto en descubrir su error. Los minutos seguían pasando.



Kyuhyun lo observaba valsear en brazos de un dandy. Con aquellos colores que ambos vestian la pareja no podía pasar inadvertida, ni siquiera en un salón tan repleto.

–Maldición –gruñó Kyuhyun.

Changmin, que estaba a su lado, estaba espantado.

–¡Oh, Dios me valga, ahora sí que la has hecho buena! Me di cuenta de que no debías iniciar esto, y ahora realmente te has metido en una buena.

–Cállate, Changmin.

–Bueno, ese es él, ¿no? Entonces, por el amor de Dios, ¿quién es el pajarito que tienes encerrado en tu casa? Me parece que has robado al amante de Kim. Te matará, Kyu. Es lo menos que hará.

Kyuhyun estaba dispuesto a matar a su excitable amigo.

–Te gusta seguir y seguir, ¿eh? Lo único que va a salir de todo esto es una serie de insultos de un joven enfurecido al que nunca he visto antes. Lord Kim no me retará a duelo por una equivocación tonta como esta. ¿Qué daño he hecho, después de todo?

–La reputación del joven Kyu –empezó Changmin –. Si la historia cunde...

–¿Cómo va a cundir? Usa la cabeza, viejo. Si es el amante de Kim no tiene ninguna reputación que perder. Pero me gustaría saber qué hacía en el coche de lord Jinhee –suspiró, sintiéndose incomprendido y acosado –. Supongo que lo mejor es que vuelva a casa y lo ponga en libertad... sea quien sea.

–¿Necesitas ayuda? –Changmin sonrió–. Lo cierto es que tengo cierta curiosidad de saber quién es.

–No creo que tenga muchas ganas de recibirnos –señaló Kyuhyun –. Me daré por bien librado si sólo me arroja un florero a la cabeza.

–Bueno, eso lo puedes arreglar solo, gracias. Prefiero que me lo cuentes todo mañana.

–Sabía que ibas a responder así –dijo Kyuhyun preocupado.

Y salió galopando hacia su casa lo más rápido que pudo. Ya estaba totalmente sobrio y lamentaba profundamente lo que había sucedido aquella noche. Rogaba que el misterioso joven tuviera sentido del humor.

Jay le hizo pasar, dobló su capa, tomó el sombrero y los guantes.

–¿Algún problema? –preguntó, suponiendo que la lista iba a ser larga. Pero no fue así.

–Ninguno, milord.

–¿No hizo ruido?

–Ninguno.

Kyuhyun aspiró larga y profundamente. Probablemente reservaba todo su furor para cuando él se presentara.

–Haz que traigan el coche, Jay –dijo, antes de subir la escalera.

En el primer piso había un silencio sepulcral. Los criados habitualmente no acudían a esta parte de la casa después del anochecer. Con excepción de Jay, nadie estaba enterado de la presencia del joven en la casa.

Kyuhyun se detuvo un momento ante la puerta del cuarto en el que estaba Sungmin, después hizo girar la llave y abrió con rapidez. Estaba preparado para recibir un golpe en la cabeza, pero el sobresalto que tuvo al verlo por primera vez fue aún más abrumador.

El estaba en el marco de la ventana y le miraba de una manera sorprendentemente directa. En su expresión no había ni timidez ni miedo, y su rostro era exquisito, delicado. Los ojos eran turbadores, ligeramente exóticos. Unos ojos negros en aquella preciosa cara. Los labios eran suaves y delgados, y la nariz recta y delgada. Sobre esos bellos ojos se arqueaban graciosamente unas cejas oscuras. El pelo era negro, como las alas del cuervo.

Este joven cortaba el aliento. Hubiera querido abrir un poco esa caqueta y ver ese torso que lo llamaba. Sintió otro sobresalto, porque su virilidad se erguía en contra de su voluntad. ¡Dios, desde su primera juventud no había perdido el control de este modo!

Desesperado de no poder controlar nada, buscó algo, cualquier cosa que decir:

–Hola...

Su tono implicaba: ¿En qué me he metido? Y Sungmin sonrió, sin pensarlo. Él era espléndido, sencillamente espléndido. Y no se trataba sólo de su cara, aunque era notable. Tenía un magnetismo sexual que desconcertaba. Era incluso más apuesto que el tío Siwon, a quien siempre había considerado como al hombre más hermoso y atractivo del mundo.

La comparación era tranquilizadora. Él le recordaba al tío Siwon, no sólo por la estatura y el aspecto, sino también por la forma en que sus ojos lo examinaban. Su boca se torció hacia arriba, aprobando. Con frecuencia había visto a su tío mirar de aquella manera a los jovenes. Bueno, este hombre era un sinvergüenza, se dijo. Sólo un hombre de este tipo podía ser capaz de raptar a su amante en el umbral de la casa de otro hombre. Quizás se había puesto celoso pensando que él y el tío Siwon eran... oh, la situación era divertida de verdad.

–Hola señor –dijo Sungmin traviesamente–. Ya empezaba a preguntarme cuando ibais a daros cuenta de vuestro error. Desde luego que os habéis tomado tiempo.

–Me estaba preguntando si de verdad he cometido una equivocación. No parecéis ser un error. Más bien sois algo que no me vendría mal para un cambio.

Rápidamente cerró la puerta y se apoyó contra ella, y los hermosos ojos cafés lo recorrieron audazmente de pies a cabeza. Por cierto no era muy seguro para un joven, estar a solas con un hombre de este tipo, y Sungmin se daba cuenta. Pero, por algún motivo, cuya profundidad no podía medir, este hombre no le inspiraba miedo.

Escandalosamente se preguntó si sería algo terrible tener su primera vez con él. ¡Oh, se le ocurrían de pronto cosas muy peligrosas!
Miró la puerta cerrada y la elevada silueta de él cerrando esta única salida.

–Vamos, señor, espero que no busquéis comprometerme más de lo que ya lo habéis hecho.

–Lo haré si me lo permitís. ¿Me lo permitiréis? Pensad con cuidado antes de contestar –dijo él, con una sonrisa devastadora–. Mi corazón está en juego.

Sungmin río, divertido.

–Mentira. Los calaveras como usted no tienen corazón. Todo el mundo lo sabe.

Kyuhyun estaba encantado. ¿Nada de lo que decía lo desconcertaba? Lo dudaba.

–Me herís, precioso, si comparáis mi corazón con el de Kim.

–Jamás lo he pensado, señor –le aseguró –. El corazón de cualquier hombre es naturalmente más constante que el de Lord Kim. Incluso el vuestro –terminó secamente.

¿Era posible que el amante de un hombre pudiera decir esto? Kyuhyun no podía creer su buena suerte. Ni siquiera había parecido resentido por aquello. Simplemente aceptaba el hecho de que Kim nunca iba a serle fiel.

–¿No sentís curiosidad de saber por qué os he traído aquí? –preguntó él. Porque estaba en verdad intrigado: «¿Porqué ese chico no estaba perturbado?»

–Oh, no –dijo Sungmin ligeramente–. Ya imagino de qué se trata.

–¿De verdad? –estaba divertido, esperando alguna conclusión distinta, a la que hubiera llegado.

–Creísteis que yo era lord Kim Jinhee –dijo –. Y no queríais que fuera al baile de los Park, mientras usted pensaba ir y no perder una sola pieza. ¿No es así?

Kyuhyun se sacudió.

–¿Cómo?

–¿Bailasteis todos los bailes?

–Ni uno solo.

–Bueno, debéis haberlo encontrado allí. Oh, cómo me gustaría haber visto vuestra expresión... –Se reía de nuevo.– ¿Quedasteis terriblemente sorprendido?

–Sí... terriblemente –reconoció él. Se mostraba incrédulo. ¿Cómo demonios había reconstruido todo? ¿Qué había pensado cuando lo transportaba escaleras arriba?

–Estoy en desventaja. Parece que os he dicho muchas cosas.

–¿No las recordáis?

–No con claridad –reconoció Kyuhyun débilmente–. Me temo que estaba bastante borracho.

–Bueno, en ese caso tenéis una disculpa, ¿verdad? Pero no dijisteis tanto. Me ayudó el conocer a la gente involucrada. ¿Sabéis?

–¿Conocéis a lord Jinhee ?

–Sí. Pero no mucho, naturalmente. Lo he conocido esta semana. Y él ha tenido la amabilidad de prestarme su coche.

Kyuhyun se apartó súbitamente de la puerta y atravesó la habitación hasta llegar a escasa distancia de Sungmin. De cerca era aún más bonito.

Ante su sorpresa, Sungmin no retrocedió, sino que lo miró como si confiara en él enteramente.

–¿Quién sois? –preguntó él en un murmullo ronco.

–Lee Sungmin.

–¿Lee? –Frunció el ceño, pensativo.– ¿No es ése el nombre de la familia del conde de Shen?

–Sí, claro. ¿Le conocéis?

–No. Es dueño de una tierra contigua a la mía que hace años quiero comprar. Pero ese pomposo... no responde a mis demandas. Espero que no seáis pariente suyo.

–Es lamentable pero lo soy, aunque lejano

Kyuhyun rió.

–A muchos jóvenes no les parecería lamentable ser parienta de un conde.

–¿De veras? Entonces es que no conocen al actual conde de sheng . Me alegra decir que hace años que no veo a ese hombre, y dudo que haya cambiado. En verdad es pomposo...

Él sonrió ampliamente.

–¿Quiénes son vuestros padres, pues?

–Soy huérfano, señor.

–Oh, lo lamento.

–Yo también lo lamento. Pero tengo por el lado materno una familia cariñosa, que se ha encargado de educarme. Y ahora, es justo que vos me digáis quién sois.

–Cho Kyuhyun.

–¿Cuarto vizconde de Guixian? Oh, he oído hablar de usted.

–Escandalosas mentiras, os lo aseguro.

–Lo dudo. –Sonrió.– Pero no temáis que piense mal de usted. Después de todo nadie es tan malo como Siwon, o su hermano Hyukjae, incluso, y amo mucho a los dos.

–¿A los dos? ¿A Kim Siwon y a Kim Hyukjae ? –Estaba totalmente anonadado.– ¡Dios, no me diréis que sois también el amante de Kim Hyukjae !

Los ojos de Sungmin se dilataron al momento. Se mordió con fuerza el labio, pero no dio resultado. La carcajada estalló, pese a sus esfuerzos.

–No veo nada gracioso en esto –empezó a decir Kyuhyun, con frialdad.

–Oh, pues hay algo muy gracioso, os lo aseguro. Habéis creído que Siwon y yo... ¡oh, es grandioso! Tengo que contárselo a Siwon... no, es mejor que no lo haga. A él no le parecerá divertido... –Suspiró.– Bueno, él es mi tío.

–Si preferís llamarle así...

Sungmin rió de nuevo.

–No me creéis, ¿verdad?

–Querido joven Lee...

–Lord Lee –corrigió Sungmin.

–Bien, lord Lee. Quiero que sepáis que el hijo de Kim Shindong, Kim Kangin, es íntimo amigo mío.

–Lo sé.

–¿Lo sabéis?

–Sí, en verdad vuestro mejor amigo. Fuisteis juntos al colegio, él os tomó cariño. Y yo también os quise por haceros amigo de él, aunque sólo tenía once años cuando él me lo contó y yo no os había visto nunca. ¿Dónde creéis que he oído hablar de usted, lord Guixian?.

–¿Entonces por qué no os ha nombrado jamás? –exclamó Kyuhyun.

–¿Por qué iba a hablar de mí? –preguntó –. No me cabe duda de que usted y él tienen temas más interesantes de conversación.

Kyuhyun frunció el ceño, pensativo.

–Podríais estar inventando todo esto.

–Claro que podría.

Los ojos de Sungmin chispeaban rientes. Demonios, era en verdad muy bello.

–¿Qué edad tenéis? –preguntó él.

–¿Ya no está enojado?

–¿Acaso parezco enfadado?

–Oh, Dios, sí –sonrió Sungmin - No puedo adivinar el porqué. Yo debería estar enojado. Y tengo diecinueve años, si tanto os interesa, aunque no deberíais haberlo preguntado.

Kyuhyun empezó a sentirse relajado de nuevo. Era encantador. Ya casi no podía aguantar más. Quería abrazarlo, pero debía recordar lo embarazoso de la situación en la que estaban.

–¿Es vuestra primera temporada, Sungmin ? -A Sungmin le gustó la forma en que él había dicho su nombre

–¿Creéis entonces que soy quien digo ser?

– Supongo que debo creerlo.

–Parece que el hecho os desilusiona mucho –replicó Sungmin con viveza.

–Si os interesa saberlo, estoy destrozado. –Su voz se volvió ronca y se permitió pasarle un dedo por la mejilla, con suavidad, para no alarmarlo.– No quiero que seáis un muchacho inocente. Quiero que sepáis exactamente lo que digo cuando afirmo que quiero hacer el amor con usted, Sungmin.

El corazón de Sungmin empezó a latir más rápido.

–¿De veras? –murmuró. Se sacudió: no debía perder el control.– Sí, claro, lo deseáis –dijo bromeando–. Me ha parecido verlo en la expresión de vuestros ojos.

La mano de él cayó a un lado y sus ojos se entristecieron.

–¿Sois capaz de reconocer esa expresión?

–Oh, Dios, estáis enojado de nuevo –dijo Sungmin con inocencia.

–¡Maldición! –exclamó él–. ¿No podéis hablar en seno?

–Si me pongo seria, lord Guixian, los dos tendremos dificultades.

Sus ojos eran impenetrables. Había otro muchacho enteramente distinto bajo aquella efervescente superficie.

Sungmin se adelantó, pasó ante él, llegó al centro de la habitación y, cuando se volvió para mirarle, la sonrisa de pilluelo y la chispa de la broma estaban otra vez en su lugar.

–Esta es mi segunda temporada y he conocido a muchos hombres tan incorrectos como usted –le aseguró.

–No lo creo.

–¿Qué existan hombres tan irrespetuosos como vos?

–Que esta sea vuestra segunda temporada. ¿Estáis casado?

–Creéis que debo estarlo porque me presenté en sociedad el año pasado. Bueno, en lo que a mi familia se refiere, ningún candidato es bastante bueno para mí. Una odiosa circunstancia, os lo aseguro.

Kyuhyun rió.

–Es una lástima que el año pasado yo viajara a las Indias Occidentales para inspeccionar unas propiedades que tengo allí. De quedarme aquí os hubiera conocido antes.

–¿Y hubierais pedido mi mano?

–Hubiera pedido... una parte vuestra.

Por primera vez Sungmin se ruborizó.

–Sois demasiado atrevido.

–No tanto como me gustaría serlo.

«Oh, de verdad era un hombre peligroso», pensó Sungmin. «Hermoso, encantador, perverso. Entonces, ¿por qué no le daba miedo estar a solas con Cho Kyuhyun? El sentido común decía que debía temerle.»

Le observó conteniendo el aliento cuando él avanzó acortando una vez más el espacio entre ellos. Sungmin no se apartó y Kyuhyun sonrió. Una venita latía en la base de la garganta de él y Kyuhyun sintió un deseo arrollador de pasar por allí la lengua, sentir el latido.

–Me pregunto si sois tan inocente como afirmáis serlo, lee Sungmin.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...