Amor en Altamar- Capítulo 6



Toda la familia había salido para despedir a Hyukjae: Shindong y Kangin, Zhoumi con toda su prole, Siwon y su pequeño escocés. Siwon estaba bastante pálido, pero era comprensible. El pícaro de Minho estaba muy animado, pese a que iba a separarse de Hyukjae por primera vez desde que se encontraron, y de esto hacía seis años.

Probablemente creía que ahora podría hacer lo que se le antojara, puesto que sólo estaba su tío Siwon para mantenerlo a raya. Pronto descubriría que Shindong y Zhoumi también iban a vigilarlo. Estaría muy controlado, tanto o más que con Hyukjae y Junsu, el primer oficial de su padre.

La marea puso fin a las despedidas. De cualquier modo, la resaca de Hyukjae, atribuible a Siwon, no soportaba más palmadas en la espalda. Casi estuvo a punto de olvidarse de la nota que tenía preparada para el pequeña escocés, en ella le explicaba el asunto del camarero que el joven creía amante de su marido. Llamó a Minho a la pasarela y se la entregó.

-Encárgate de que tu tío Heechul reciba esto, pero cuando Siwon no esté presente.

Minho guardó la nota en el bolsillo.

-No me digas que es una carta de amor.

-¿Una carta de amor? -resopló Hyukjae - Sal de aquí bribón. Y cuidado con...

-Ya sé, ya sé – Minho alzó las manos, riendo- No haría nada que tú no hubieras hecho.

Y descendió a la carrera por la pasarela, antes de que Hyukjae pudiera ajustarle las cuentas por ese atrevimiento. Pero su padre sonreía cuando, al volverle la espalda, se encontró cara a cara con Xian Junsu, su primer oficial y mejor amigo.

-¿Qué era ese papel?

Hyukjae se encogió de hombros.

-He decidido echar una mano, después de todo. A este paso, Siwon se pasará la vida metiendo la pata.

-Habías dicho que no te ibas a entrometer -le recordó Sunnie.

-Mira..., al fin y al cabo es mi hermano. Aunque no sé por qué me tomo molestias, después de la que me jugó anoche.- Consiguió esbozar una sonrisa ante la ceja enarcada de Sunnie, pese al terrible dolor de cabeza - Procuró que hoy me sintiera fatal a la hora de zarpar, el condenado.

-Y tú le seguiste la corriente, claro.

-Desde luego. No iba a permitir que bebiera más que yo, ¿no? Pero tendrás que ser tú quien nos ponga en alta mar, Sunnie. Me temo que estoy destrozado. Cuando hayamos zarpado, preséntate en mi camarote.

Una hora después, Sunnie se servía una medida del whisky guardado en el bien provisto armario del capitán y se reunía con él ante el escritorio.

-No irás a preocuparte por el muchacho, ¿verdad?

-¿Por ese tunante? – Hyukjae sacudió la cabeza, pero la jaqueca le continuaba, viéndose obligado a tomar otro sorbo del tónico que su primer oficial había hecho traer de la cocina – Siwon se encargará de que Minho no se meta en líos. Eres tú el que se preocupará, Sunnie. Deberías haber tenido hijos.

-Quizá ya los tenga. Falta que los encuentre como te ocurrió a ti con el tuyo. Seguro que aún tienes algunos más que desconoces.

-¡Por Dios, basta con uno!-replicó Hyukjae, fingiéndose horrorizado y provocando una risa sofocada en su amigo - Bueno, ¿qué sabes de la antigua tripulación? ¿Cuántos de aquellos hombres has podido reunir?

-Dieciocho. Y no he tenido dificultades para completar los puestos, con excepción del contramaestre, como ya te conté.

-Con que zarpamos sin él. Será mucha carga para ti, Sunnie.

-Quizá, pero ayer conseguí un contramaestre; mejor dicho, él se ofreció. Quería embarcarse como pasajero, con su hermano. Como le dije que el Opera no lleva pasajeros, se ofreció a pagar el viaje trabajando. No he visto escocés más testarudo.

-¿Otro escocés? ¡Cualquiera diría que no me las he visto lo suficiente con ellos últimamente!. Entre lo de perseguir al primo de lord Heechul y el tropiezo con aquella zorrilla y su acompañante...

-Ya podrías haberte olvidado de eso.

Hyukjae replicó con gesto ceñudo:

-¿Cómo sabes que este escocés conoce algo de cordajes?

-lo puse a prueba. Creo que ya ha hecho este trabajo. Y asegura que ha trabajado en otros barcos como oficial de intendencia, carpintero y contramaestre.

-Si es cierto, la verdad es que nos será muy útil. Muy bien. ¿Algo más?

- tu grumete renunció, pero te he conseguido otro. El hermano de Chang...

Hyukjae escupió el tónico rociando todo el escritorio.

-¿Quién? -preguntó, atragantado.

-¿Qué bicho te ha picado, Hyukjae?

-¿Has dicho Chang? ¿No será Donghwa su nombre de pila, por casualidad?

-Sí.- Esta vez fueron los ojos del primer oficial los que se dilataron - Por Dios, no me digas que es el escocés de la taberna.

-¿Te has fijado bien en el hermano?-inquirió Hyukjae, con cierta excitación.

-Ahora que lo dices, no. Era un muchachito silencioso, que se ocultaba detrás de los faldones de su hermano. No he tenido más remedio que contratarlo, pues tu grumete renunció cuando sólo faltaban dos días para zarpar. ¿No estarás pensando que es...?

-¡Claro que sí! -Y de pronto Hyukjae estalló en una carcajada- ¡Oh, Sunnie, esto sí que no tiene precio! Aquel día salí corriendo detrás de él, ¿sabes?, pero él y su escocés desaparecieron en seguida. Y ahora resulta que, por una impensable casualidad, voy a tenerlo conmigo.

Sunnie gruñó.

-Bueno, ya veo que piensas pasarlo muy bien durante el viaje.

-No lo dudes -la sonrisa de Hyukjae era decididamente juguetona- Pero no vamos a desenmascararlo, por el momento. He decidido que, primero, le tomaré un poco el pelo. Será divertido.

-Tal vez te equivoques. Bien podría ser un varón, después de todo.

-No creo- replicó Hyukjae - Pero lo descubriré en cuanto comience con sus tareas.

Cuando Sunnie hubo salido, él se arrellanó en la silla, cómodamente acolchada. Aún sonreía, maravillado ante la increíble casualidad de que aquel pequeño y su escocés hubiesen elegido su barco entre todos los disponibles, cosa que no tenía el menor sentido.

Según Sunnie, primero habían querido pagar pasaje, así que no les faltaba dinero. ¿Por qué no buscar otro barco? Hyukjae sabía de al menos dos navíos ingleses que debían partir rumbo a las Indias Occidentales. ¿Por qué tomarse el trabajo de disfrazar al joven, corriendo el peligro de que lo descubrieran?. Tal vez fuera su atuendo habitual... No, puesto que se enfureció cuando Siwon descubrió que era un joven señor. Eso significaba que ocultaba su condición...o lo intentaba.

Grumete. ¡Qué coraje el de aquel joven! Hyukjae meneó la cabeza, riendo para sus adentros.

Sería realmente interesante observarlo y ver cómo se las apañaba. Sin embargo, era evidente que había conseguido engañar a Sunnie. Tal vez hubiera logrado hacer lo mismo con él de no ser por su anterior encuentro. Pero no lo había olvidado. Por el contrario, lo recordaba muy bien. Le intrigaba aquel bonito trasero, que tan agradablemente se ajustaba a su mano. Y sus facciones eran exquisitas, en esos pocos instantes en que el joven lo miró de frente, junto a la taberna, el capitán se perdió en la profundidad de sus aterciopelados ojos.

En el último mes había regresado a la taberna docenas de veces, tratando de hallarlo. Ahora comprendía su falta de éxito. Nadie sabía nada de aquellos dos, porque no eran de la zona. Sin duda provenían de las Indias Occidentales y allí volvían ahora. Chang podía ser escocés, pero el joven. No había logrado identificar su acento, pero sin duda no era inglés.

El joven era un misterio, y él estaba decidido a resolverlo. Pero antes se divertiría con la comedia, instalándolo en su camarote, como si su grumete durmiera siempre allí. Tendría que fingir que no lo reconocía o dejarle suponer que había olvidado su encuentro anterior. Naturalmente, existía la posibilidad de que el joven no lo recordara, pero eso no importaba.
Antes de que terminara el viaje compartiría algo más que su camarote: compartiría su cama.




La cocina no era precisamente el mejor lugar para ocultarse, aún en verano y con las brisas oceánicas todavía muy lejos. Una vez que estuvieran en el mar sería más agradable, pero, por el momento con los enormes hornos de ladrillo que irradiaban calor desde el alba, y con el vapor que brotaba de las ollas, resultaba más agobiante que un infierno.

El cocinero y sus dos ayudantes ya se habían quitado la mayor parte de la ropa cuando la tripulación empezó a entrar para desayunar rápidamente. Se presentaban de uno en uno o de dos en dos como máximo para ahorrar tiempo, pues las horas previas a la partida eran las de mayor trabajo. Donghae contempló durante un rato la actividad de la cubierta, mientras se terminaban de cargar las provisiones y el equipamiento para el barco, y se los trasladaba a la bodega o a la cocina. Pero el espectáculo le resultaba familiar y no le interesó demasiado.

Permanecía en la cocina, fuera de los lugares de paso y sin llamar la atención, encaramado en un banquillo. A pesar del calor, Donghae se sentía a gusto allí. Era realmente la cocina más limpia que había visto en un barco. En realidad, todo el buque tenía un aspecto radiante. Por cierto, le habían dicho que acababan de repararlo de punta a punta.

En el centro de la habitación había una mesa larga, pulida, y con una tabla de carnicero en el extremo esperando el momento de cubrirse con la sangre de los animales vivos alojados en la bodega, los cuales eran lo suficientes para asegurar la provisión de carne fresca durante todo el viaje. El cuarto estaba tan atestado como cualquier cocina, lleno de especias y ollas, arcones y utensilios. Y todo estaba cuidadosamente clavado en el suelo, en las pareces o en el techo.

Mandaba allí un irlandés moreno bajo el dudoso nombre de Young, el cual no albergaba la menor sorpresa sobre la identidad de Chang Dong. Young era un tipo cordial de unos veinticinco años, que vigilaba constantemente sus dominios con alegres ojos. Había autorizado a Donghae a quedarse allí, aunque con la advertencia de que le podía poner a trabajar. A él no le molestó; de vez en cuando le encargaban alguna tarea, si los dos ayudantes estaban ocupados. El cocinero, hombre conversador, no se oponía a las preguntas, pero él también era nuevo en la tripulación y no pudo decirle gran cosa sobre el barco ni sobre el capitán.

Donghae no conocía aún mas que a unos pocos tripulantes, aunque la noche anterior él y Donghwa. A juzgar por lo que había visto hasta el momento, los tripulantes constituían un abigarrado grupo de diferentes nacionalidades, cosa habitual en un barco que viajaba mucho. Desde luego, eso significaba que entre ellos siempre habría unos cuantos ingleses.

Uno de ellos era Xian Junsu, el primer oficial, a quien conocían afectuosamente por el nombre de Sunnie, aunque hasta el momento Donghae sólo había visto a un hombre que se atreviese a llamarlo así. Hacía gala de una dicción impecable, casi como uno de esos condenados aristócratas, y no parecía hombre de andarse con rodeos. Sus ojos color avellana eran tan directos que, en varias ocasiones, Donghae había tenido la escalofriante sensación de que su disfraz no lo engañaba. Sin embargo, lo contrató sin ningún tipo de pegas. En realidad, Donghwa había descubierto que era imposible negociar con ese hombre.

El señor Xian no tenía nada de malo, al menos por el momento. Si a Donghae le caía antipático era sólo por principio, lo cual no era justo. Pero él no tenía interés alguno en ser justo con los ingleses; en su opinión, pertenecían a la misma especie que las ratas, las víboras y otras alimañas detestables. No obstante, tendría que reprimir esos sentimientos cargados de aversión. No era cuestión de enemistarse con él, pues a los enemigos se los suele vigilar demasiado estrechamente. Tendría que evitarlo en lo posible, a él y a cualquier otro inglés de a bordo.

Aún no conocía al capitán Kim, pues cuando bajó a la cocina, él no había embarcado todavía. Sabía que era preciso ir a buscarlo, presentarse y averiguar si le correspondía alguna otra obligación, aparte de lo de costumbre. El señor Xian ya le había asignado todas sus obligaciones, pero sólo el capitán podía exigirle otras funciones.

Por ahora estaba ocupado en las maniobras de partida, cosa que, de momento, era una ventaja para él, pues retrasaba el tener que presentarse ante el capitán con su disfraz. Sin embargo, continuaba vacilando. Después de todo, sería el más difícil de engañar, puesto que pasaría más tiempo con él que con cualquiera de los otros. Y las primeras impresiones son las más importantes, pues tienden a prolongarse y afectan al juicio posterior. Si lograba pasar ese primer encuentro sin que él descubriera nada raro, podría quedarse más o menos tranquilo.

Si el capitán no veía nada raro en él, todo iría bien. Pero ¿Y si los suyos eran los únicos ojos a bordo que no se dejaban engañar? Y en el caso de que lo desenmascarara antes de llegar al canal, podía perfectamente dejarlo en tierra en vez de encerrarlo hasta que acabara el viaje.

Lo peor sería que sólo lo desembarcara a él. Después de todo, Donghwa era mucho más necesario que un grumete. Y si el capitán se negaba a dejar que Donghwa se fuera con él, si lo retenía hasta que no pudiera seguirlo, entonces sí que los dos se verían en apuros.

Así que Donghae permaneció en la cocina, donde ya la habían aceptado bajo el nombre de Chang Dong. Hasta que se dio cuenta de que había tardado demasiado en preocuparse por su capitán. Lo comprendió cuando Young le puso una pesada bandeja en sus manos. Al ver las fuentes de plata y los finos cubiertos, comprendió que aquella comida no era para él

-Entonces...¿el capitán está ya en su camarote?

-Dios te ampare, chico. ¿Dónde has estado, para no enterarte de que el hombre tiene un dolor de cabeza peor que el de cualquiera de nosotros? No ha salido de su camarote desde que subió a bordo. Ha sido el señor Xian quien nos ha puesto en marcha.

-Ah...

¡Maldita suerte!, ¿por qué nadie le había dicho nada? ¿Y si él lo había requerido? ¿Y si estaba furioso por no haber tenido quien lo atendiera? Sería un mal principio, desde luego.

-Creo que será mejor... Sí, será mejor que...

-Sí, y pronto. ¡Cielos, cuidado con la bandeja! Bueno, pues adelante, muchacho. Pero procura esquivarlo si se enoja.

Donghae se detuvo antes de llegar a la puerta.

-¿Por qué tengo que esquivarlo? Por el amor de Dios, ¿Sería capaz de tirarme algo a la cabeza?

Young se encogió de hombros con una ancha sonrisa.

-¿Cómo quieres que lo sepa? Todavía no conozco a este capitán. Pero cuando alguien tiene una tremenda jaqueca nunca se sabe cómo puede reaccionar. Hay que ser precavido, chico. Ese es el consejo que te doy, y créeme, es bueno.

Estupendo; el mejor consejo para ponerlo aún más nervioso de lo que estaba. Donghae empezaba a descubrir un fino sentido del humor en el maldito señor Young.

Había una larga distancia hasta el castillo de popa, donde estaban los camarotes del capitán y de los oficiales. Donghae buscó con la vista a Donghwa necesitaba que le reconfortara con unas cuantas palabras. Pero su amigo no estaba a la vista; y como la pesada bandeja empezaba a fatigarle los brazos, no pudo entretenerse buscándolo. De todos modos, cualquier retraso por su parte habría sido imprudente. No era con comida fría como se apaciguaba a un hombre amargado y molesto por el dolor.

Sin embargo, cuando se detuvo ante la puerta del capitán, sosteniendo precariamente la bandeja con una mano para poder llamar con la otra, fue incapaz de hacerlo: le resultaba imposible dar ese golpecito que le permitiría entrar.

No tenía por qué ponerse tan nervioso. En el peor de los casos, aquello no sería el fin del mundo. Era un joven de recursos, capaz de llegar a su casa por otros medios, aunque tuviera que apañárselas él solo.

Por todos los demonios, ¿por qué no había averiguado algo sobre ese capitán, aparte de su nombre? No sabía si era joven o viejo, perverso o bondadoso, si lo apreciaban, si simplemente lo respetaban...o era realmente detestado por la tripulación. Sabía de algunos capitanes que se portaban como verdaderos tiranos, pues la autoridad divina que tenían sobre la tripulación se les subía a la cabeza.

Había hecho mal en no preguntar a otra persona, dado que el señor Young no podía informarlo. Quizás aún estaba a tiempo. Si se demoraba unos minutos más para intercambiar unas palabras con alguien que se encontrara por ahí cerca, tal vez descubriría que el capitán Kim era el anciano más amable con quien se podía navegar. Entonces las manos dejarían de sudarle y se olvidaría de todas esas horribles posibilidades... Pero en el momento en que giraba sobre sus talones, se abrió la puerta.

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 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...