Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 7



–Debe haber algo que podamos hacer, Siwon, alguna historia que podamos inventar.

–Podemos inventar una docena, conejito, pero nadie creerá ninguna. Lo malo es que Guixian ha seducido antes a jóvenes inocentes como tú. El hecho de que hayas estado solo con él, aunque no fuera contigo con quien quisiera estar a solas, implica que él se aprovechó de la situación. Es un demonio tan apuesto, que se supone que no hubieras podido resistirle. Esto es lo que pensará la gente. Y lo que se comentará.

Sungmin se ruborizó y miró hacia otro lado, incómodo.

–No sé siquiera por qué estoy discutiendo esto contigo –añadió Siwon tajante–. Sólo queda una cosa por hacer y me corresponde a mí.


Sungmin suspiró.

–Tienes razón, naturalmente, no sé por qué me he opuesto tanto.

Él levantó la ceja, desconfiado.

–Nada de trampitas, Min.

–No son trampas. Tienes que hacer que se case conmigo. No hay otra solución.

–¡Maldición! –Siwon dio una patada en el suelo, furioso.– No es digno de ti...

–Sin embargo...

–No, y no mil veces. Y no creas que no te entiendo, Lee Sungmin. Crees que esto solucionará tu otro problema y que ya no tendrás que buscar un marido.

–Ya que lo mencionas... oh, Siwon, en verdad no me molestaría tenerlo de marido, te juro que no me incomodaría. Y se te parece.

–Se me parece demasiado, y es por eso que no te conviene.

–Pero también me recuerda al tío Zhoumi. Y hay incluso algo del tío Shindong en él. Vamos, quedó apabullado cuando le sugería que lo que había hecho iba a arruinar mi reputación e iba a tener que casarse conmigo.

–¿Le dijiste eso?

–Ese era mi estado de ánimo. Y él se enfadó. Actuó como hubiera actuado el tío Shindong.

–¿Cómo dices? Ese...

–No, no, Siwon. ¿No ves que es perfecto? Se parece un poco a ti... a todos vosotros. Es lo que yo andaba buscando. Además, me gustaría intentar reformarlo.

–Ese hombre nunca cambiará, Min –insistió Siwon – Nunca podrá vivir tranquilo.

- Oh, no lo sé – Sungmin sonreía–. Podemos afirmar eso de ti, pero no lo estamos tan seguros acerca de él. Y le gusto. Eso es algo.

–No seas tonto, Min –dijo Siwon – Te deseaba. Pero deseará también a otros jóvenes, y correrá tras ellos. No será un marido fiel.

-Eso lo sé –dijo muy tranquilo.

–¿Y sigues queriendo casarte con él?

Sungmin no quería verlo muerto. Y esa era la alternativa.

–Después de todo –dijo Sungmin tranquilamente– él debe arreglar esta situación. Me ha metido en un escándalo, y a él le corresponde sacarme de esto. Es una solución pacífica y estoy seguro de que el tío Shindong estará totalmente de acuerdo.

–No puede decirse ante mis ojos que sea lo que merece Guixian –dijo Siwon furioso–. Te conseguirá a ti en el trato, pero tú seguirás sufriendo.

–El no lo ve así, Siwon. Lo cierto es que estoy seguro de que va a rehusar.

–Bien –Siwon sonrió y volvió a limpiar su pistola.

–Oh, no –dijo Sungmin – debes prometerme que harás todo lo posible para convencerlo, Siwon.

–Está bien –asintió él.

Sonreía de una manera que a Sungmin le dieron ganas de pegarle. Conocía demasiado bien aquella sonrisa.

–Quiero que tío Zhoumi esté presente cuando hables con él –dijo desconfiado.

–Pero tu vizconde estará aquí pronto, conejito –le recordó él.

–Entonces, ven conmigo a ver ahora al tío Zhoumi. Deja un mensaje para lord Guixian diciéndole que vuelva esta noche. Y –añadió lentamente, desatando la bufanda– creo que el tío Zhoumi debería ver esto para que comprenda hasta qué punto es importante obtener el consentimiento de Guixian.

La cara de Siwon se ensombreció.

–Dijiste que sólo te había besado.

Sungmin volvió a atar la bufanda y su aire era perfectamente inocente.

–Bueno, ese cardenal es la huella de un beso, Siwon.

-¿Cómo se ha atrevido a marcarte?

Sungmin se encogió de hombros, eludiendo con cuidado los ojos de su tío.

–¿Crees que el tío Zhoumi tomará a mal la marca y asumirá lo peor? Creo que creerá que es su deber informar al tío Shindong. No crees que quieran apresurar la boda, ¿verdad? Yo preferiría esperar unos meses para que mi primer hijo nazca después de un tiempo correcto.

–Esto es un chantaje, Min.

El abrió mucho los ojos azules.

–¿De verdad?

–Shindong debía haberte dado un pellizco en el trasero cuando por primera vez mostraste ese talento para manejar a la gente.

–¡Lo que dices es horrible! –dijo Sungmin, conteniendo el aliento.

Siwon rió entonces y movió la cabeza.

–Deja de representar tu comedia, conejo. Haré que tu vizconde se case contigo, de una u otra manera.

Sungmin lo abrazó, y su deleite era evidente.

–¿Y no volverás a hablar de matar a nadie?

–A nadie que importe –suspiró él–. Como Zhou es el más lógico de nosotros, el más capaz en los negocios, quizás se le ocurra algo para convencer a ese caballero sin recurrir a la violencia.

Se apartó de él y guardó la pistola.

–Dices que Guixian no estará de acuerdo, Min, y, cuando un hombre es terco, se necesita persuasión para que cambie de idea. Y tú también puedes cambiar de idea, ¿sabes?

–No. Cuanto más pienso en ello, más cuenta me doy de que esto es lo que conviene hacer.

–Puede llegar a odiarte por eso, ¿sabes? ¿No se te había ocurrido?

–Sí, puede que así sea, pero me arriesgaré. No pensaría en el casamiento, si él no me hubiera encontrado atractivo. Pero intentó seducirme... intentó, he dicho. Ese hombre será mi marido, Siwon. Diles al dio Zhoumi y al tío Shindong que no aceptaré a ningún otro.

–Está bien, entonces –replicó Siwon, y añadió con una mirada penetrante–: Pero no te quites esa maldita bufanda, ¿quieres? No hay motivo para que mis hermanos piensen peor de su futuro sobrino político de lo que ya van a pensar.




Eran las diez y media de la noche y Kyuhyun esperaba en su carruaje ante la casa de Kim Zhoumi, en Grosvenor Square. Se había demorado media hora para la cita, pero no hacía movimiento alguno para dejar el coche.

Tenía que adivinar qué era todo aquello. Había entendido muy bien por la mañana la convocatoria de Kim Siwon, pero, como la cita no había tenido finalmente lugar, ya no sabía qué pensar. No imaginaba a Zhoumi, el correcto tío de Kangin, exigiendo un duelo. Pero, ¿qué podía ser entonces? ¡Demonios!



Sungmin observaba el oscuro coche desde una ventana alta, y su nerviosismo se había convertido en terror. A Kyuhyun no iba a gustarle lo que había puesto en marcha. No, seguramente no. Pero debía sospechar para qué había sido convocado allí. ¿Por qué vacilaba en entrar, si no era por eso?

Oh, el tío Zhoumi había tenido bastante que decir acerca de lord Guixian, y con un énfasis, que hizo saber a Sungmin exactamente lo que le esperaba. Había conocido a la familia Cho desde hacia años, y lo cierto es que había sido muy amigo del padre de Kyuhyun. De manera que Sungmin estaba ahora enterado de todo, incluidas las historias de otros jóvenes a los que había involucrado en grandes escándalos, por haber tenido la debilidad de sucumbir ante sus encantos. Kyuhyun era un hombre irresponsable, sin conciencia, podía mostrarse frío, arrogante, de mal carácter. El encanto que desplegaba ante los jóvenes no era por cierto todo lo que había en él. Sí, Sungmin lo escuchó todo, pero pese al disgusto del tío Siwon, no cambió de idea.

Sungmin estaba usando la habitación de Taemin para espiar por la ventana, agradeciendo al cielo estar solo arriba. El tío Henry había reunido a todo su rebaño de hijos que protestaban con vehemencia, y se había ido a pasar la noche a casa de un amigo en las afueras de Londres. A Sungmin se le permitió quedarse, con el fin de que no tuviera que esperar hasta el día siguiente para saber cuál iba a ser su destino. Aunque tenía que permanecer arriba y no intervenir, pasara lo que pasara. El tío Siwon se había mostrado irreducible en esto. Aunque oyera que el infierno había estallado dentro de la casa, no debía aventurarse a bajar.


Kyuhyun entregó su sombrero y sus guantes y lo hicieron pasar a la sala. La casa le sorprendió, porque era mucho mayor de lo que parecía desde fuera. Sabía que Kim Zhoumi tenía varios hijos, y la casa era en verdad lo bastante amplia como para que en ella viviera una familia numerosa.

–Os esperan, milord –anunció el lacayo, cuando llegaron a la puerta de la sala. La cara del criado no tenía expresión alguna aunque su tono revelaba la desaprobación. Kyuhyun casi soltó la risa: sabía que se había demorado.

Pero todo el buen humor desapareció cuando el lacayo abrió la puerta y la cerró tras de Kyuhyun. En un sofá color crema estaba sentada Kang Arha, es decir su tía solterona. Al lado de ella, estaba Cho Hyorin, su formidable abuela. En ese momento parecía dispuesta a llamar la ira de Dios sobre la cabeza de su nieto.

Bueno. Iban a ponerlo sobre el tapete, ¿verdad? Iba a recibir una reprimenda de su propia familia, junto con la de la familia de Sungmin. Pero lo sorprendente es que no hubieran convocado a su «madre», Eunhee. ¡Cómo se hubiera divertido con todo esto!

–¿De manera que al fin reuniste valor para entrar, sinvergüenza? –empezó sin mayores preámbulos la vieja dama.

–¡ Hyorin! –le reprendió Ahra.

Kyuhyun sonrió. Sabía que su abuela no desconfiaba de su valor, lo mismo que él tampoco desconfiaba. Simplemente quería agitarle las plumas. Y tía Arha, bendita fuera, siempre estaba dispuesta en salir en defensa de él. En verdad era la única que se atrevía a reprender a la vieja dama. Hacía veinte años que la tía Arha vivía con la anciana señora como su acompañante, y él se maravillaba ante el vigor de ella, porque su abuela era una tirana cruel, que dominaba todo lo que la rodeaba, con voluntad de hierro.

En otro tiempo, Arha había vivido con Eunhee y Cho Joogwong en Foresight, durante los primeros años del matrimonio de éstos, antes de que Kyuhyun naciera. Pero el constante choque entre las dos hermanas había hecho que Arha volviera junto a sus padres. Después había ido a visitar a la madre de Joonwong, Hyorin en Cornwail. Y, a partir de aquella visita se había quedado allí, aunque había visitado con frecuencia Foresight, durante aquellos años.

–¿Cómo estáis, señora? –preguntó Kyuhyun a su abuela.

–¡Como si te importara cómo estoy! –fue la respuesta.– ¿Acaso no vengo a Londres todos los años para esta época? –preguntó la anciana.

–Es vuestra costumbre, sí.

–¿Y acaso me has visitado una sola vez desde mi llegada?

–Os visité en Cornwail hace sólo un mes –le recordó Kyuhyun.

–Ese no es el caso. –La dama se echó hacia atrás, y dijo:– Esta vez la has hecho buena, ¿eh?

–Así parece –contestó él secamente, y después se volvió a mirar a los dos hermanos Kim.

El de más edad se adelantó para saludarlo cordialmente. Kim Zhoumi no se parecía nada a su hermano Siwon, y mucho a su hermano Shindong.
El menor de los Kim estaba como clavado en su sitio ante la chimenea. Unos ojos negros parecían ver el descuartizamiento de Kyuhyun.

–Aún no hemos sido presentados, Cho –dijo Kim Zhoumi –. Pero he conocido muy bien a Jongwong, vuestro padre, y hace algunos años que conozco a Hyorin.

–Zhoumi ha invertido mi dinero, y lo hace por cierto muy bien –explicó Hyorin – No lo sabías, ¿verdad, sinvergüenza?

Bueno, esto explicaba que hubieran logrado que su abuela acudiera tan rápidamente. La proximidad de las familias empezaba a ponerlo nervioso.

Zhoumi prosiguió:

–Creo que conocéis a mi hermano menor, Siwon...

–Nuestros caminos se han cruzado de vez en cuando en los clubes –replicó Kyuhyun, sin adelantarse a saludar a Siwon.

Siwon no se dignó a prestarle atención, como no fuera para fulminarle con la mirada. Era tan alto como Kyuhyun igualmente ancho de hombros. Un demonio desde los dieciséis años, según Kangin. Y Kyuhyun adivinó que había peores escándalos en el pasado de Siwon que aquella tonta escapada con Sungmin. ¿Por qué diablos tenía Kim Siwon aquel aire tan reprobatorio?

–Ese quiere tu cabeza en un plato, sinvergüenza –se oyó la voz de la abuela en el creciente silencio. Arha procuró que se callara., pero la vieja dama no pensaba hacerlo.

–Ya lo sé, señora –dijo Kyuhyun, enfrentando a Siwon.- ¿Queréis que fijemos el momento del duelo, milord?

Siwon rió, tristemente.

–Dios, creo que deberíamos hacerlo. Pero, por más que quiera daros gusto en esto, he prometido dejar que ellos se ocupen primero del asunto.

Kyuhyun miró alrededor, hacia los otros. La simpatía emergía de los ojos de Arha, y Zhoumi parecía resignado. El nerviosismo de Kyuhyun aumentó súbitamente, y volvió a clavar los ojos en Siwon.

–Milord - dijo muy estirado – quisiera arreglar con vos el asunto.

–Mi sobrino quiere que sea de otro modo.

–¿El... quiere...?

–Su corazón es demasiado bondadoso –suspiró Siwon – No quiere que seáis herido... y esto es lamentable – Movió la cabeza.

–De todos modos, creo que...

–No, por Dios –atronó Hyorin –. Yo no he estado presente para impedir los duelos en los que has participado, pero impediré éste. ¡Preferiría verte antes en la cárcel, muchacho! ¡Ya lo verás!

Kyuhyun procuró sonreír.

–Ese caballero quiere una satisfacción, señora. Y no creo poder darle otra.

–Lord Siwon, aceptará otra cosa que un duelo, porque ama a su sobrino. Debemos dar las gracias a Dios por ello.

–¿Nosotros? Yo no puedo estar agradecido, señora.

–También podemos prescindir de tu satírico ingenio –dijo la abuela–. Es verdad que eres un muñeco arrogante, pretencioso, irresponsable, pero eres el último de los Cho. Debes tener un heredero antes de perder la vida en el campo del honor, como dicen.

Kyuhyun se estremeció.

–Lo habéis dicho muy bien. Pero, ¿por qué pensáis que no tengo ya un heredero que daros?

–Te conozco demasiado bien. Aunque a veces parece que quisieras poblar el mundo, no tienes bastardos. Y sabes, además, que yo nunca aceptaría uno.

–¿Es necesario esto, Hyorin? –preguntó Arha apresurada.

–Sí, lo es –replicó la vieja, mirando significativamente a los dos hermanos Kim.

–Kyu ... – Arha lo incitaba a hablar y Kyuhyun suspiró.

–Está bien. Reconozco que no tengo bastardos. Tenéis mucha razón señora. Es algo de lo que me cuido.

–La única cosa que cuidáis.

El se inclinó levemente, pero no replicó. Sus maneras eran indiferentes, incluso algo cansadas, pero se retorcía por dentro. Le gustaban los duelos verbales con su abuela, cuando estaban solos, pero no en público. Ella lo sabía y lo provocaba porque le gustaba mostrarse dura.

–Oh, siéntate, Kyuhyun –dijo Hyorin agresiva.

- Estoy harta de tener que levantar el cuello para mirarte.

–¿Entonces esto tardará mucho tiempo? –Sonrió de manera irritante, antes de ocupar un asiento ante ella.

–Por favor, no te muestres difícil, Kyuhyun –suplicó Arha otra vez.

Él quedó atónito. ¿Esto de parte de Arha? Ella siempre había sido la persona con la que podía hablar, la que entendía la amargura de él bajo su apariencia superficial. Cuando él estaba creciendo, siempre había contado con el hombro de ella para sollozar encima. Ni siquiera lo reprendía por la forma en que vivía. Era como si pudiera saber por qué él hacía las cosas que hacía.

Naturalmente no lo sabía. Sólo Eunhee sabía porqué él era inquieto, temerario, por qué caminaba sobre una cuerda floja, por qué nunca descansaba.

Kyuhyun miró con ternura a su tía. La hermana mayor, Eunhee, había sido una vez la más bonita de las dos, pero la amargura había contribuido a devastar su belleza. A él le gustaba pensar que la bondad de Arha había contribuido a que se mantuviera tan bien.

Esta era la mujer que secretamente él había creído que era su madre durante toda su infancia. La expresión de ella le decía muchas cosas, y era tan fácil de leer ahora, como siempre lo había sido. Ella lamentaba la situación en la que él se encontraba. Rogaba para que él no provocara dificultades. También estaba de acuerdo con lo que se había decidido de espaldas a él. Pero, ¿era posible que se uniera a su abuela para atacarlo? Era algo que nunca había hecho antes. ¿De verdad creía que había seducido a Lee Sungmin?

Naturalmente que lo habría hecho si el joven hubiera querido, pero lo cierto es que no lo había seducido. Su conciencia era capaz de controlar sus intenciones.

–¿Te lo han contado todo, tía ? –le preguntó.

–Eso creo.

–¿Te han dicho que todo fue un error?

–Sí.

–¿Y que lo devolví intacto?

–Sí.

–¿Qué haces aquí entonces?

Hyorin frunció el ceño.

–Déjala en paz, sinvergüenza. No es culpa de ella que tú te hayas metido en esto.

–Sabemos muy bien de quién es la culpa –resonó detrás de ella la voz desdeñosa de Siwon. Kyuhyun ya no aguantaba más.

–¿De qué se trata, pues? –preguntó, girando en su silla para enfrentar a Siwon.

–Tú sabes lo que hay que hacer, Kyu –dijo Arha en un suave reproche–. Es una desdicha que haya pasado esto. Ninguno de los presentes cree que quisiste hacerle daño al chico, pero no cabe duda de que la reputación de él ha sido irreparablemente dañada. Y no puede sufrir la humillación de las malignas murmuraciones, porque una de tus calaveradas haya salido mal. ¿Te das cuenta, verdad? –Aspiró largamente, para tranquilizarse.– Lo menos que puedes hacer es aceptar la responsabilidad de tus acciones. Tienes que casarte con él


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...