Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 24



Al llegar a la antecámara, Sungmin se detuvo de golpe. No, no iba a correr y a esconderse, como si su corazón estuviera destrozado. Los Kim estaban hechos de una pasta más firme. No eran personas capaces de cometer el error de enamorarse dos veces del mismo ser. No era el amor lo que le había hecho este nudo en la garganta. Desde luego que no: él estaba sofocado de rabia y eso era todo.

Volvió al salón con la misma sonrisa que había exhibido durante todo el día. Muy tranquilo, tomó asiento y se sumió en una conversación con dos jovenes.

Kyuhyun entró al salón en el momento en que Sungmin se sentaba, echó una mirada a la tranquila expresión de él, y el corazón se le encogió. ¿Qué había esperado? ¿Lágrimas? Para que una persona esté celosa es menester antes que esté interesada. El diablo podía llevarse a Jinhee por haberle echado los brazos al cuello y sorprenderle con la guardia baja.

¿Sabía él acaso que Sungmin estaba cerca? En primer lugar, Kyuhyun no había querido acompañar a Jinhee a recorrer la casa, pero éste le había provocado, había insinuado que tenía miedo de que le vieran juntos, que ya no era dueño de sus actos. Como un imbécil, Kyuhyun lo había arrastrado de cuarto en cuarto, haciendo el recorrido. ¡Cuánta idiotez!
Jinhee había querido ver lo que había detrás de las puertas cerradas del invernadero y una vez, allí se había interesado en una flor que crecía en una enredadera retorcida. Se había encaprichado por tener esa flor. Después de dos intentos por alcanzarla, le había suplicado dulcemente que la arrancara para él. El tendió el brazo para arrancar la maldita flor y en cuanto dio el tirón y se volvió para entregársela, Jinhee le había echado los brazos al cuello.
Habían pasado dos segundos cuando Sungmin apareció. Algo increíble, una mala suerte inimaginable.

Volvió a mirar a Sungmin y sus ojos volvieron a encontrarse. En ese momento, antes de volverse, los ojos de Sungmin le lanzaron una llameante mirada.

Las esperanzas de Kyuhyun resurgieron. Sonrió. ¿Conque no le importaba? Entonces, ¿por qué estaba tan furioso con él? Decidido, se acercó a las tres jóvenes que estaban en el sofá.

–¿Puedo haceros compañía, señores? Mis deberes de dueño de la casa no me han permitido dedicar un solo instante a mi encantador esposo.

–Aquí no hay sitio para ti, Kyuhyun –dijo Sungmin con voz neutra.

Pero a él no le asustaba esto ni el tono animoso de Sungmin. Lo tomó de la muñeca, lo forzó a ponerse de pie, se sentó y luego lo forzó a que se sentara en sus rodillas.

–¡Kyuhyun ! –exclamó sin aliento.

–No seas tímido, amorcito –dijo él sonriendo y manteniéndolo firmemente.

–¡Esto es un escándalo, lord Guixian! –exclamó uno de los jóvenes señores, aun más sorprendido que Sungmin – Si tenéis tanto interés en estar al lado de vuestro esposo, podéis ocupar mi asiento... –y se fue.

Inmediatamente el otro se retiró, fingiendo un súbito interés en un cuadro que estaba colgado en el otro extremo del cuarto. Sungmin bajó de las rodillas de su marido y se sentó a su lado. Hizo un ademán para separarse de él, pero él le puso un brazo sobre los hombros y lo retuvo.

–Es, es...

–Silencio –susurró Kyuhyun –. Debes sonreír, amor mío. Nos están observando... –Sungmin sonrió mecánicamente, pero lo maldecía con sus ojos. Kyuhyun chasqueó la lengua.– ¿No puedes lograr algo mejor? –Y luego añadió en voz baja:– Te juro que no ha sido nada.

Sungmin no tuvo que preguntarle a qué se estaba refiriendo.

–Por supuesto que no –contestó irónicamente.

–En realidad no ha sido nada. Hizo un intento por seducirme y fracasó. Y eso es todo.

–Oh, desde luego que os creo, señor –dijo Sungmin con voz helada – Os creo porque he oído dos veces esta noche que vuestros ex amantes dejan de interesaros cuando caen en la categoría de «asuntos terminados». Uno de vuestros antiguos jovenes me ha asegurado que nunca os servís dos veces del mismo plato. De manera que debo creeros, aunque mis ojos vieran lo contrario.

–Estás celoso.

–No digas tonterías.

Kyuhyun sonrió diabólicamente.

–Tu informante no fue del todo correcto, mi amor. Si tú fueras la comida yo volvería a servirme una segunda y una tercera vez, hasta atragantarme y morir.

–Oh –dijo Sungmin sin aliento–. No estoy de ánimo para bromas. Buenas noches.

Se puso de pie antes que él pudiera detenerlo y salió de la habitación. Kyuhyun lo vio partir, sonriendo para sí. Empezaba a pensar que la reunión de Eunhee era justamente lo que necesitaba para recobrar a su esposo. ¡El viejo pajarraco se moriría de un ataque en caso de saber que le había ayudado! La sonrisa de Kyuhyun se ensanchó. Su estado de ánimo era positivamente alegre.


El cálido sol de la mañana se derramaba en las habitaciones principales, que estaban abiertas para albergar a tantos invitados. En el largo bufete había fuentes llenas. Los lacayos volvían a llenarlas en cuanto quedaban vacías.

Era temprano y muchos dormían todavía o habían aprovechado el bien provisto establo para una cabalgata matutina. Sungmin había bajado porque Hyunmin se había despertado al alba y, tras alimentarle, no había podido volver a dormir. Una pareja habían bajado a desayunar, al igual que Kang Minam y el duque de Chungnam. Sungmin dejó que conversaran a su alrededor. No tenía interés en presentar una cara alegre. Ideas negras lo habían acompañado por la noche, al acostarse, y todavía lo atormentaban, Kyuhyun era el centro de esos pensamientos.

No era que hubiera ignorado desde el principio el tipo de hombre que era, pero, que el diablo se le llevara, ¿no podía haber esperado hasta regresar a Londres antes de empezar a manosear a otro joven? ¿Y por qué estaba él en Foresight ?.

Sungmin no había esperado verle allí. Y aquella constante mala cara que ponía era muy molesta. Tenia que irse, al menos sabía esto. El divorcio estaba fuera de toda posibilidad, claro está, pero no tenía por qué seguir viviendo con Kyuhyun en la misma casa. Podía regresar a SM. Al tío Shindong no le molestaría.

Pero no tenía derecho a separar a Hyunmin de su padre y Luna le había dicho que Kyuhyun visitaba la habitación del niño al menos dos veces por día, despidiendo a Luna para poder quedarse a solas con su hijo. Es verdad que aceptaba a Hyunmin como hijo suyo, pero era dudoso que alguna vez quisiera reconocer esto ante Sungmin. Suspiró profundamente.
¿Acaso no había dicho una vez que no le importaba el resultado de su matrimonio, con tal de no tener que seguir a la caza de marido? ¡Qué ingenuo había sido!

–Querido, tenéis visita –anunció Ahra al entrar en la habitación – Hanheng... Dios, ¡no me acuerdo!

-Park Hanheng

Arha asintió

–Lo han hecho pasar a la sala de espera, porque la casa está llena.

–La sala de espera no es lugar para Hanheng. Hacedle pasar a la biblioteca. Debe estar vacía a esta hora. Y haced que le sirvan té. Debías haber dormido hasta más tarde, Ahra, si te sientes cansada.

–Estoy muy bien querido. Es verdad que nos acostamos tarde, pero me divertí. Estaré totalmente despierta cuando tome mi té. ¿Conoces a tu visitante?

–Sí –replicó Sungmin – Pero no puedo imaginar para qué ha venido.

–Bueno, es mejor que lo veas.

Park Hanheng se puso de pie en el momento que Sungmin entró en la biblioteca había olvidado hasta qué punto Hanheng era un joven agradable.

–Temo haber llegado en un mal momento –se disculpó él–. El palafrenero que recibió mi caballo se quejó de que no había más lugar en las caballerizas.

–Estamos algo apretados, pero de ninguna manera sois una molestia.

–Pero tenéis que atender a vuestros invitados...

–De ningún modo –le aseguró Sungmin – Esta fiesta la ha dado mi suegra, estaba planeada antes de nuestra llegada. Casi todos son amigos de ella... y de mi marido... y muy pocos se han levantado a esta hora. Sentaos, Hanheng – Se sentaron frente a frente.– Si queréis quedaros, seréis bien recibido. Probablemente conocéis a casi todos aquí, y no dudo que podré encontraros un lugar para que paséis la noche, si no os molesta compartir un cuarto.

Él sonrió dichoso.

–Aceptaría de no haber recibido una llamada de mi madre. Está de vacaciones en Brighton y pensé que podía hacer una parada en el camino para veros y saber cómo estabais.

Sungmin le sonrió.Se había apartado bastante de su camino para poder verlo.

–Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad? –Inició alegremente el tema, recordando que él podía ser encantador.

–Desgraciadamente mucho –recalcó él. Kristal trajo el té y Sungmin lo sirvió.

–¿Cómo esta vuestra madre, Hanheng?

–Tan bien como es posible esperar, teniendo en cuenta su estado de ánimo. –Dijo esto con una mueca, como si esperara un castigo al llegar a Brighton.– Toda la familia está bien. Y hablando de familia, vi a Siwon la semana pasada en el club. Parecía furioso por algo. Casi golpeó a un hombre simplemente por haber tropezado con él.

Sungmin sabía lo que esto significaba. Una semana antes era cuando Siwon debió enterarse del regreso de Kyuhyun.

–El tío Siwon tiene sus ratos de mal humor, aunque por suerte no son frecuentes.

–¿Y vos los tenéis? –La expresión de él era seria de pronto.

–¿Malos humores, Hanheng? ¿Acaso no los padecemos todos?

–¿No os molesta estar aquí, enterrado en el campo? ¡Yo me moriría si tuviera que estar una semana!

–Me gusta Foresight. Siempre me ha gustado el campo.

Hanheng pareció desilusionado.

–Pensé que... tal vez no erais feliz. Se oyen cosas... –Tosió. ¿Acaso estaba turbado?

–Entonces uno debe taparse los oídos –canturreó Sungmin – Soy feliz, Hanheng –Pero no se atrevió a mirarle a los ojos.

–¿Estáis seguro?

–Ya os lo ha dicho, Park –afirmó fríamente Kyuhyun desde la puerta –. Y como esto es obviamente lo que vinisteis a buscar, os agradecería que partierais.

Sungmin se puso de pie de un salto.

–¡Kyuhyun!

–No te preocupes, Min –dijo Hanheng, poniéndose de pie.

–Este joven es el joven lord Guixian, amigo –dijo Kyuhyun con tono suave y ojos brillantes–. No lo olvidéis.

Sungmin apenas podía creer lo que oía.

–No debéis iros, Hanheng, de verdad, no debéis.

–Pero yo insisto en que lo haga. –Kyuhyun se volvió y atronó en el vestíbulo:– ¡Jay! ¡El caballero se va!

Sungmin se puso escarlata.

–Perdón Hanheng. No hay excusa para esta grosería.

–No lo tendré en cuenta. – Hanheng se acercó a despedirse de él, ignorando por un momento al indomable hombre que estaba en la puerta.– Ha sido un placer volver a veros, por breve que haya sido.

Sungmin esperó sólo dos segundos, después que Hanheng saliera apresurado de la habitación, para empezar a gritar; sus ojos lanzaron chispas contra Kyuhyun.

–¿Cómo te atreves? ¿Acaso yo he echado a tus putos? ¿Acaso lo he hecho? –Se interrumpió para cobrar aliento.– ¡Eres insufrible, totalmente insufrible! –rugió furioso –. ¿Es ésta otra de tus ridículas reglas? ¡Primero no permites que mi familia venga a visitarme aquí, y ahora mis amigos no son bienvenidos!

–Yo no diría que un antiguo amor es un amigo –replicó él.

–No es un antiguo amor. ¿Y cómo te atreves a hablar, cuando cuatro de tus antiguos amantes han dormido aquí anoche? ¡Vamos, probablemente has estado con alguno de ellos... o con más de uno!

–Si hubiera compartido anoche mi cama, sabrías dónde estuve.

Sungmin abrió la boca, y después la cerró, enfadado. ¿Compartir con el la cama tras haberlo visto abrazado a otro? Lo molestaba deliberadamente. Bueno, había logrado enfurecerlo. Irguió los hombros.

–Tu desdichado comportamiento me ha ayudado a decidirme, Kyuhyun. Me niego a seguir viviendo un día más con un tosco patán. Vuelvo a mi casa.

Eso detuvo de golpe a Kyuhyun.

–Esta es tu casa, Sungmin.

–Tal vez lo haya sido, pero ahora me es insoportable,

–No te irás –dijo Kyuhyun secamente.

–No puedes detenerme.

–Claro que puedo. ¡Y verás si no lo hago! Siguió un silencio. Se miraron enfurecidos y luego
Sungmin se marchó.

Kyuhyun dejó caer los hombros. ¿Por qué diablos había perdido la cabeza de aquel modo? El había querido convencerlo de que volviera a ser el que había sido, y luego cortejarlo para llevarlo a la cama esa noche. Todo hubiera podido estar solucionado mañana por la mañana. Demonios eternos, ¿que le pasaba? Sungmin tenía razón, su comportamiento había sido intolerable, y él ni siquiera se entendía a sí mismo.



La puerta se abrió de golpe con un ruido resonante. Sungmin se dio la vuelta.

–¿Cómo? ¿Todavía no están hechos los baúles? –preguntó Kyuhyun en tono ronco.

–Estás borracho, Kyuhyun.

–No del todo amor. Lo suficiente como para darme cuenta de que, sin motivo, me he estado dando de cabeza contra la pared.

–Hablas confusamente.

Kyuhyun cerró la puerta y se apoyó contra ella, clavando en Sungmin sus ojos.

–Ten en cuenta una cosa: la casa es mía. El cuarto es mío. El joven es mío. No necesito permiso para llevarlo a la cama.

–Yo...

–No discutas, amor –argumentó él.

Sungmin le previno, con tono helado:

–Es mejor que te vayas antes que...

–... ¿qué grites, amor? ¿Para que los criados y las visitas vengan corriendo? No se atreverán a entrar, ¿sabes? Y tú sufrirás mañana una aguda vergüenza.

El muy bruto le sonreía.

–No te saldrás con la tuya, Cho Kyuhyun.

–Me saldré con la mía –corrigió él amablemente–. Y no te pongas histérico. Me alegro de que seas razonable, amor. Vamos ¿por qué no te quitas esa bonita prenda que llevas?

–¿Por qué no te vas...?

–¡Señor! –parecía molesto–. Si no podéis ser cortes...

–Kyuhyun –gritó Sungmin desilusionado –. No estoy de ánimo para tonterías.

–Bueno, si te apresuras, querido, te lo agradeceré.

Avanzó hacia Sungmin y éste corrió al otro lado de la gran cama, poniéndola entre ambos. Kyuhyun avanzaba, daba ya vuelta a la cama.

–No te acerques más –su voz se alzaba en cada palabra. Pero él siguió avanzando.

Sungmin saltó sobre la cama y rodó por ella. Miró y le vio sonreír. La caza lo divertía.

–¡Quiero que salgas de aquí enseguida! –Su voz se quebró de furia.

Kyuhyun saltó sobre la cama, agachándose para que el dosel no le molestara, y Sungmin corrió hacia la puerta. Pero el crujiente ruido de Kyuhyun al saltar de la cama le hizo cambiar de dirección.

Kyuhyun se dirigió a la puerta, la atrancó, después puso la llave fuera del alcance de Sungmin.

Sungmin la miró, no podía llegar y luego miró a Kyuhyun. Tomó un libro de una mesa cercana y se lo arrojó. El lo esquivó limpiamente, riendo ante sus esfuerzos, y se quitó la casaca.

–Si persistes, Kyuhyun, juró que te arrancaré los ojos.

–Puedes intentarlo, amor. –Sonreía. Se acercó al diván y lo sacó de un tirón desde atrás, sujetándolo con fuerza.

–Kyuhyun 


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...