Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 12



Aquella noche, poco después de que Kyuhyun y Sungmin llegaran a casa del joven Hwang en el West End, un hombre bajo, robusto, contrató un coche de alquiler que pasaba, y dio al cochero la dirección de una taberna cerca de los muelles.

El realizaba tareas diversas, desde trabajar honestamente en los muelles, hasta cortar el pescuezo a un hombre. Reconocía que prefería las tareas fáciles, y esta era de las más fáciles, al parecer. Tenia un compinche trabajando con él. Todo lo que tenían que hacer era seguir a aquel hombre adondequiera que fuese, y luego informar dónde andaba el caballero, a la persona que les había contratado.

Le tocaba informar y no se retrasó en llegar a la mejor taberna de la manzana. Llamó a una puerta. Tardaron un momento en abrir.

En el cuarto había dos hombres. Uno era alto y delgado. El otro era un joven de estatura mediana, realmente un muchacho, guapo con pelo negro y ojos negros. Nunca le habían dicho sus nombres, y tampoco le importaba saber quién eran. Cumplía con el trabajo por el que le pagaban, y no hacía preguntas.

–Parece que va a pasar una buena noche –empezó dirigiéndose al mayor de los hombres – Una fiesta en el West End. Muchos coches elegantes a ambos lados de la calle.

–¿Sólo?

–Trajo un jovencito en su coche, como la otra vez. Lo llevó dentro, los he visto.

–¿Estáis seguro de que se trata del mismo joven? ¿ el que salió sin él la última vez?

El robusto asintió.

–No es posible olvidarse, señor. Ese es una belleza, de verdad lo es.

El hombre más joven habló.

–Debe ser su amante, ¿no os parece? Mi padre dice que no es tipo de perder tiempo con un joven con el que no se acuesta.

–¡Maldición, muchacho! –rugió el mayor –. ¡Habla como es debido, caramba! No lo haces cuando tu padre no esta. Sólo oigo impropiedades.

El joven se ruborizó hasta el pecho, cosa que se reveló por la abertura de su camisa. Sus ojos se apartaron, turbados, se acercó a una mesa sobre la que había un juego de naipes junto a una botella de vino y dos vasos. Se sentó allí, mezcló las cartas, porque no pensaba oír el resto del informe: se sentía humillado.

–Continuad, señor.- dijo el mayor

–Está bien, señor. –Y el «señor» le salió naturalmente, porque el individuo no parecía un caballero, pero hablaba como si lo fuera.– Sé que queréis saber sobre el joven, porque esta noche volvió a salir con él.

–¿Cómo es la iluminación de la calle?

–Buena. Pero no tan brillante como para que no podamos sacar al cochero limpia y silenciosamente.

–Entonces quizás esta noche es la noche. Ya sabéis lo que hay que hacer si se presenta la ocasión.

–De acuerdo, señor. Sé que no queréis que el joven quede metido en el asunto. Si sale solo, es nuestro.

La puerta se cerró. Y el mayor rió. Era una risa profunda y sonora la que salía de aquel hombre tan delgado.

–Vamos, no te asustes, muchacho. Si todo va bien, mañana estaremos de camino a casa.

–No tenías por qué reprenderme delante de gente como esa, Sunnie. Mi padre no me corrige delante de los demás.

–Bueno, tu padre es un padre bastante joven y, por eso, procura no hacerme sufrir, Minho.

–¿Ya ti no te importa?

–¿Por qué me va a importar, muchacho?- Había verdadero afecto en las maneras del hombre de más edad, y él joven Minho sonrió al fin.

–Si lo atrapan esta noche, ¿podré intervenir?

–Lo siento, chico. Es un asunto en el que no le gustaría a tu padre verte metido.

–Tengo dieciséis años –protestó Minho. Y he estado en una batalla marina.

–Apenas.

–De todos modos...

–No –dijo el mayor irreductible–. Aunque tu padre estuviera de acuerdo, yo no te dejaría. No es necesario que conozcas lo peor de tu padre.

–El sólo le va a dar una lección, Sunnie.

–Sí, pero como tú fuiste herido, la lección va a ser dura. Y también su orgullo está metido en el asunto. No has oído los desdenes y las provocaciones que el joven lord metió en la herida. Estabas tendido de espaldas con una herida mortal.

–Gracias a él, y es por eso por lo que...

–He dicho que no –interrumpió bruscamente el mayor.

–Bueno –refunfuñó Minho – pero todavía no sé por qué nos metemos en todos estos líos y molestias, tras haberlo seguido en Southampton sin suerte y tras haber perdido dos semanas en Londres haciendo lo mismo. Hubiera sido mucho más divertido hundir simplemente uno de sus buques.

–A tu padre le gustaría oír cuál es tu idea de la diversión. Pero este señor puede que tenga sólo seis barcos de la línea mercante, y perder uno no le hará daño al bolsillo. Tu padre está decidido a ajustar cuentas a un nivel más personal.

–¿Y después podremos volver a casa?

–Sí, muchacho, y tú podrás volver a estudiar como se debe.

Minho hizo una mueca y el mayor rió. Después oyeron la risita de un joven que provenía del cuarto contiguo, donde estaba el padre de Minho, y la mueca de este se convirtió en un ardiente rubor, haciendo que el mayor riera aún con más fuerza.



Todavía calentado por el sol del día, el suelo estaba ardiente bajo su mejilla. O tal vez había yacido horas en aquel lugar y su cuerpo había calentado el suelo, la verdad es que no lo sabía. Estos pensamientos atravesaban la mente de Kyuhyun cuando volvió en sí y abrió los ojos.

Después se llamó a sí mismo tonto, mil veces tonto. Como caballero que era había salido de su coche, sin soñar que iba a ser atacado antes de poner el pie en tierra.

Escupió el polvo que tenía en la boca. Al parecer le habían dejado allí tendido. Un cuidadoso movimiento le hizo saber que tenía las manos atadas a la espalda y que, además, estaban entumecidas. ¡Caramba! Agudos dolores como de puñales le atravesaban la cabeza, y hubiera sido una suerte poder ponerse de rodillas, por no decir de pie. Pero, si le hubieran dejado el coche, tampoco hubiera podido conducirlo, privado como estaba del uso de las manos. Quizás habían dejado el coche...

Torciendo la cabeza en medio de un atroz dolor, Kyuhyun vio una de las ruedas del coche... y un par de botas al lado.

–¿Todavía estáis ahí? –preguntó incrédulo.

–¿Y adonde voy a ir, camarada?

–De vuelta a vuestra cueva de ladrones, supongo –contestó Kyuhyun.

El otro rió. ¿Qué diablos significaba esto? ¿No se trataba de un robo corriente? Pensó otra vez en Kim, pero, por más que analizaba al hombre, no podía imaginarle contratando a un matón para que lo atacara.

–¿He estado mucho tiempo inconsciente? –preguntó Kyuhyun. La cabeza le palpitaba.

–Una hora larga, amigo, no cabe duda.

–¿Entonces, queréis decirme qué diablos estáis esperando? –gruñó Kyuhyun – ¡Robadme y terminad de una vez!

–Ya lo hice, amigo, enseguida. No me dijeron que lo hiciera, pero lo hice. Pero estoy encargado de custodiaros aquí.

Kyuhyun procuró sentarse, pero le invadió un intenso mareo. Maldijo e intentó de nuevo incorporarse

–Tranquilo, camarada. No intentéis ninguna treta, o volveré a golpearos.

Kyuhyun se sentó, con las rodillas dobladas contra el pecho. Aspirar profundamente el aire le haría bien. Finalmente logró ver al individuo. No quedó impresionado. Si conseguía ponerse de pie daría fácilmente cuenta de él, incluso con las manos atadas.

–Ayudadme a incorporarme.

–Es gracioso, amigo. Sois casi dos veces de mi tamaño. Y yo no he nacido ayer.

«Bueno, estoy listo», pensó Kyuhyun.

–¿Qué hicisteis con mi cochero?

–Le dejamos en un callejón. No os preocupéis. Despertará con dolor de cabeza, lo mismo que usted, pero no le pasará nada.

–¿Dónde estamos?

–Me gustabais más cuando estabais dormido –fue la rápida respuesta elusiva–. Hacéis demasiadas preguntas.

–Al menos podríais decirme qué hacemos aquí –dijo Kyuhyun con impaciencia.

–Estáis sentado en medio del camino y yo me ocupo de que sigáis aquí.

–¡No, lo que hacéis es enojarme! –exclamó Kyuhyun.

–Es algo que me preocupa mucho, amigo. De verdad me preocupa.

Con un poco de equilibrio y esfuerzo podría dar un golpe con la cabeza a aquel ignominioso hijo de puta, pensó Kyuhyun. Pero sus planes fueron interrumpidos por el sonido de otro coche que se acercaba. Como el bandolero no se apresuró a dejar la escena, Kyuhyun llegó a la incómoda conclusión de que el coche era esperado. ¿Qué demonios iban a hacerle ahora?

–¿Se acerca algún amigo vuestro?

El otro movió la cabeza.

–Ya os he dicho, camarada, que hacéis demasiadas preguntas.

La lámpara exterior del coche que se acercaba iluminó la zona y lo que Kyuhyun vio fue como un escozor familiar. ¿Se habrían atrevido a asaltarlo estando tan cerca de su casa?
El coche se detuvo a unos dos metros de distancia, el cochero descendió, no sin recoger antes la lámpara. Detrás de él dos hombres salieron del coche.

–¿Lindo cuadro, eh, Sunnie? –les oyó decir. Y luego:

–En verdad que sí. Todo listo y a vuestras órdenes.

Las carcajadas que siguieron actuaron como un rallador sobre los sensibilizados nervios de Kyuhyun.

No reconoció las voces, pero el acento era culto. ¿Qué enemigos se había hecho últimamente entre el grupo elegante? ¡Docenas! ¡Todos los antiguos pretendientes de su actual novio!

- Un trabajo espléndido, amigos. –Arrojaron una bolsa al robusto cochero.– Encended esa lámpara para nosotros y luego devolved el coche alquilado. Nosotros usaremos este coche, ya que Su Señoría no va a necesitarlo.

La luz salió de sus ojos y Kyuhyun pudo echar al fin una mirada a los dos hombres. Ambos eran altos, ambos bien vestidos. Vio unos pantalones oscuros y unas botas bien lustradas. Pero, ¿quiénes eran estos hombres?

El más grueso, que era algo más bajo que el otro, llevaba un bastón con mango de marfil. Esto le daba un aire caricaturesco. Era de más edad que su compañero. Le pareció vagamente familiar, pero, aunque le fuera la vida en ello, Kyuhyun se sentía incapaz de reconocerlos.

–Traed esa otra lámpara antes de partir.

La lámpara del coche de Kyuhyun fue puesta en la parte de atrás del otro vehículo, iluminándole a él, pero dejando en sombras a los dos caballeros. El cochero y el matón se fueron en el carruaje de alquiler.

–¿Verdad que parece estar confundido, Sunnie? –dijo el hombre más joven cuando el otro coche se alejó–. Supongo que no irá a desilusionarme diciendo que no me recuerda.

–Tal vez convenga que le refresques la memoria.

–Quizás...

La punta de la bota golpeó a Kyuhyun en la mandíbula. Y él cayó hacia atrás con los brazos atados, gimiendo de dolor.

- Vamos, amigos, sentaos. Eso no ha sido más que un golpecito.

Kyuhyun fue asido rudamente de las muñecas atadas y puesto de pie, tras retorcerle los brazos. Se bamboleó un momento, vencido por un nuevo mareo, pero una pesada mano le sostuvo. Por suerte la mandíbula ya se le estaba entumeciendo. Apenas sintió un tirón cuando separó los labios.

–Si es que nos conocemos...

El primer hombre le cortó el aliento, dándole un golpe en el estómago. Kyuhyun se dobló, en busca de aire, que se le escapaba de los pulmones.

La mano que se deslizó bajo su mentón para enderezarlo fue casi suave.

–No me desilusionéis, amigo –la voz era dulce pero cargada de amenaza–. Decid que me recordáis.

Kyuhyun se ruborizó impotente de ira y miró fijamente al hombre. Era un poco más bajo que él. El pelo castaño claro. Cuando movió la cabeza a un lado para mirar a Kyuhyun un relámpago de oro brilló en su oreja. ¿Un pendiente? Imposible. El único hombre que usaba pendientes era... la inquietud empezó a reemplazar al enfado.

–Capitán Kry...

–Muy bien, amigo. No hubiera podido aceptar la idea de que me hubierais olvidado –dijo Kry con una risita.- ¿Ves lo que se logra cuando se golpea bien, Sunnie? Y la última vez que nos encontramos fue en un callejón oscuro. Dudo que el muchacho pudiera verme bien entonces.

–Te vio bastante bien en el Opera

–¿Pero es que acaso parezco el mismo a bordo de un barco? No. Me ha reconocido porque es inteligente. Fue cuestión de deducir, ¿entiendes? Dudo que tengas otro enemigo como yo.

–Lamento desilusionaros –dijo pausadamente Kyuhyun – pero ya no tenéis el monopolio en eso de odiarme.

–¿No? Espléndido. No me gustaría que lo pasaseis demasiado bien cuando yo no esté aquí.

–¿De manera que viviré para ver otro día? –preguntó Kyuhyun. Sunnie rió.

–Es tan arrogante como tú, Kry, vaya si lo es. No creo que le hayas asustado lo más mínimo. En cualquier momento te escupirá en los ojos.

–No lo creo –dijo fríamente Kry – En ese caso yo le arrancaría un ojo. ¿Cómo quedaría con un parche como el viejo Billings?

–¿Con esa bonita cara? –replicó Sunnie–. Sólo serviría para poner más de relieve sus soberbias facciones. A los jóvenes les encantaría.

–Bueno, entonces es probable que tenga que ocuparme de su cara.

Kyuhyun ni siquiera vio venir el golpe. El fuego estalló en su mejilla y el impacto le hizo tambalearse.

Cuando se le aclaró la cabeza, Kyuhyun escupió sangre. Sus ojos brillaron con una luz asesina al encontrar la mirada fija del pirata.

–¿Estáis ya lo bastante enfadado como para querer luchar conmigo, hijo?

–Bastaba con preguntarlo –logró decir Kyuhyun.

–Necesitáis tener motivos. Estoy aquí para que estemos a la par, no para jugar con usted. Quiero una buena exhibición, o tendremos que repetir esto.

Kyuhyun resopló, aunque le dolía el pecho al hacerlo.

–¿Estar a la par? Olvidáis quien atacó a quién a mar abierto.

–Recordad que ese es mi oficio.

–¿Entonces cómo os atrevéis a hablar de venganza simplemente porque os han vencido? –exigió Kyuhyun – ¿O soy acaso el único hombre que ha vuelto con el barco entero tras un encuentro con el Opera.

–De ningún modo –dijo Kry sinceramente –. Ya hemos entrado otras veces averiados a puerto. Yo mismo he recibido heridas en el fragor de la batalla. Aunque no me gusto que mi hijo resultara herido cuando hicisteis caer mi palo mayor. Pero hasta esto debí aceptar para tener a bordo al muchacho. De todos modos, de caballero a caballero...

–¿Un caballero pirata? –Era peligroso, pero Kyuhyun tenía que decirlo.

–Burlaos como queráis, pero sois lo bastante inteligente como para daros cuenta de por qué teníamos que volver a encontrarnos.

Kyuhyun casi soltó la carcajada. Era increíble. El pirata le había atacado primero, para apoderarse del cargamento que. Y Kyuhyun había ganado aquella batalla marina. Pero había hecho mal en provocar al capitán Kry cuando se alejaba. Había sido un golpe bajo. Aunque había sucedido hacía cuatro años, y el era entonces muy joven y temerario, la victoria se la había subido a la cabeza. Al parecer habían sido las provocaciones las que habían llevado a Kry a buscar ponerse a la par. ¿Acaso un caballero podía pasar por alto un insulto?

¡Caballero! Se habían encontrado en un callejón oscuro en Southampton cuando Kyuhyun
regresó a Inglaterra, tres años antes. Aquella noche no había podido ver a su asaltante, aunque a Kry le había dado placer presentarse. Aquel encuentro había sido interrumpido.
Kyuhyun se convenció de que su enemigo era terrible. ¿Por qué?, ¿ah?, ¿por qué había tenido el regalo de que estuviera ávido de su sangre?


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...