Atrévete a Amar- Capítulo 11



-No, Dios mío, que todo sea un sueño.

En realidad era una pesadilla. Se había despertado en una habitación que no era la suya y no recordaba cómo había llegado hasta allí. Heechul miró a su alrededor. Rogando no estar despierto, pero sabiendo que lo estaba. El papel de los muros estaba manchado y descascarado. Había una aljofaina astillada llena de agua y una cucaracha caminaba por la jarra que estaba a su lado. Todo se hallaba sobre una mesa de tres patas precariamente instalada en un rincón, porque faltaba la cuarta. Heechul se hallaba sobre una cama angosta, cubierto hasta la cintura con una manta de lana basta. Nada en el suelo, ni en los muros, ni en la ventana.

¿Cómo era posible? Oprimió sus sienes, tratando desesperadamente de recordar. ¿Había estado enfermo? ¿Había sido víctima de un accidente? Pero sólo recordaba la noche anterior, aunque esa noche pudo haber sido la de muchos días atrás.

No había podido dormir, circunstancia enojosa que se repetía cada vez que veía a Kim Siwon. El y Geunsuk habían regresado de la campiña tres días antes, pero no había podido olvidar los momentos que pasara allí junto a Siwon, ni su inesperado ofrecimiento de ayuda en lugar de intentar seducirlo.

Y sin embargo, a pesar de su promesa de no asediarlo, al menos hasta que él no se casara, había permanecido todo el día junto a él. Le había permitido alternar con los demás invitados al almuerzo campestre y cortejar a sus otros caballeros, pero cada vez que Heechul lo miraba, él le estaba contemplando, como si lo vigilara constantemente. Esa noche bailó con él en tres oportunidades y con nadie más; ni siquiera con su sobrino.

Cuando comprendió qué trataba él de hacer, el daño ya estaba consumado. Lord Hyesun, que le había invitado a ir al teatro cuando regresaran a Londres, se había excusado, alegando recordar súbitamente un compromiso previo, cuando en realidad era obvio que estaba intimidado por el abierto interés que Siwon demostraba hacia él.

Sí, anoche Heechul había estado insomne, furioso e inquieto, porque ninguno de sus caballeros le había visitado desde que llegara a Londres, y no se engañaba a sí mismo diciéndose que estarían muy ocupados. Las atenciones aparentemente inocentes de Siwon le habían perjudicado.

Si podía recordar todo eso, ¿cómo era posible que no recordara cómo había llegado hasta esa horrible y sórdida habitación? Siwon no hubiera... no, no lo hubiera hecho. Y dudaba que Geunsuk hubiera enloquecido y tuviera algo que ver con todo eso. Sólo restaba una alternativa, a menos que estuviera muy enfermo y todo formara parte de un delirio, y era demasiado real para que así fuera. Estaba en manos de Hyunsang. De alguna manera se había ingeniado para secuestrarlo de la casa de Geunsuk y le resultaba imposible imaginar dónde se hallaba. Era inconcebible, pero, ¿qué otra cosa podía creer?

Pero una parte se resistía a admitir que Hyunsang se hubiera salido con la suya. Cuando vio la realidad con sus propios ojos, su sorpresa fue auténtica. También lo era el temor que atenaceaba su garganta, amenazando asfixiarlo y que hacía transpirar las palmas de sus manos. Yoon Hyunsang entró impasiblemente en la habitación, con una expresión victoriosa en el rostro.

-Bien, me alegra comprobar que la señora Pym estaba en lo cierto cuando dijo que finalmente te habías despertado. Sabe cuán impaciente he estado, aunque naturalmente, el dinero que le di estimuló su diligencia. Pero no creas que prestará atención a las tonterías que puedas decirle. Le he dicho que te he rescatado para reintegrarte a tu familia. No creerá una palabra de cuanto digas si contradices mi versión.

Después de lo cual sonrió y Heechul recordó por qué nunca había podido tolerar a ese miembro de la familia. Sus sonrisas jamás eran sinceras, sino burlonas o despectivas y a menudo taimadas y sus ojos, que hubieran podido parecer hermosos, expresaban sólo una maldad maliciosa.

Siempre había creído que era alto, hasta que conoció a los Kim, que lo eran mucho más. No era obeso, pero su cuerpo era un tanto rollizo y fornido y sabía que no podría luchar contra él para huir de allí. Pero era apuesto, por lo menos cuando su naturaleza perversa no asomaba detrás de sus rasgos. Rasgos que se asemejaban a los de su abuelo cuando tenía la edad de Hyunsang, según lo atestiguaba el único retrato que había de su abuelo.

-Estás muy callado -dijo Hyunsang al ver que continuaba mirándolo fijamente sin decir nada-. ¿No le das la bienvenida a tu único primo?

La incongruencia de la pregunta hizo reaccionar y enfurecer a Heechul. ¿Cómo se había atrevido a hacer lo que él tanto temía? Naturalmente era porque estaba allí en Londres, porque planeaba casarse sin necesidad de hacerlo, porque había entablado una amistad ridícula con Siwon, aceptándolo como confidente, cuando sabía que en realidad debía eludirlo. Pero lo terrible era estar en lo cierto. Olvidó su temor al pensar en todos los problemas y angustias que ese canalla codicioso le había creado.

-¿Bienvenida? -dijo despectivamente- Lo único que deseo saber, primo, es cómo lograste llevarlo a cabo.

Hyunsang que él supiera por qué estaba allí, le ahorraba el trabajo de explicárselo y de convencerlo de que debía colaborar con él. No le agradaba estar en Inglaterra ni contratar mercenarios ingleses; cuanto antes regresaran a casa, mejor.

-Fue tan sencillo, niño; tan sencillo -alardeó él-. Supe que tratarías de urdir algo en cuanto el viejo fue enterrado, pero no imaginé que vendrías aquí. Pero hice vigilar casi todos lo caminos, de modo que el único lugar al que podías ir sin que yo me enterase era Inglaterra.

-Eres muy inteligente para hacer semejante deducción.- Él entrecerró los ojos ante la mofa de Heechul

-Sí, inteligente; lo suficiente para tenerte donde deseo.- Heechul dio un respingo. Él estaba en lo cierto.

-Pero, ¿cómo me hallaste tan pronto? Londres no es una ciudad tan pequeña.

-Recordé que tenías un amigo aquí. No fue difícil hallarlo y por tanto, hallarte a ti. Pero te hubiera apresado antes se esos malditos idiotas que contraté no hubieran sido tan cobardes porque había mucha gente a tu alrededor ese día en la calle.

De modo que había sido obra de él. Pero la referencia a la cantidad de gente hizo reír a Heechul, risa que se convirtió rápidamente en tos. Podía imaginar la historia que esos maleantes habrían contado para justificar su fracaso y evitar su ira.

-Y luego saliste de la ciudad y pensé que te había perdido -continuó diciendo - Me diste mucho trabajo y debí gastar mucho dinero. Debí enviar hombres en todas direcciones para seguirte el rastro, pero no lo dejaste, ¿verdad? Nadie llegó tan lejos. Pero regresaste por tu propia voluntad. -Volvió a sonreír, como indicando que Heechul había cometido un error típico de un joven. -Y luego fue tan sólo cuestión de esperar... y aquí estás.

Sí, allí estaba y aún no sabía cómo se las había ingeniado Hyunsang para hacerlo. Pero su mirada demostraba que estaba dispuesto a decírselo, porque estaba muy complacido de que todo le hubiera resultado tan bien y deseaba que él apreciase su habilidad. Y bien que la apreciaba; como a la peste.

Maliciosamente, Heechul decidió desalentarlo en lugar de estimular su ego con su curiosidad. Al oír sus explicaciones bostezó y dijo con gesto fatigado

-¿Y ahora, qué, primo?

Él quedó boquiabierto.

-¿No te interesa saber cómo llegaste hasta aquí?

-¿Importa acaso -preguntó con tono indiferente-. Tal como tú dijiste, el hecho es que estoy aquí.

La mortificación fue tan intensa, que Heechul pensó que su primo estallaría.

-Te lo diré, pues fue el más simple pero más ingenioso de mis planes.

-Adelante -dijo Heechul.

Pero volvió a bostezar y comprobó, complacido que lo miraba furibundo. Era tan transparente, tan mezquino, egoísta e irascible. Pensó que no era prudente irritarlo más. Y, hasta tanto pudiera hallar la manera de huir de allí, en el caso de que la hubiera, era mejor aplacarlo.

-Fue la criada; una joven inteligente que contraté para que se introdujera en la casa. Simplemente logré que una de las criadas habituales no se presentase a trabajar y esa joven la reemplazó, alegando que había ido para substituirla, pues la otra criada estaba enferma.

Heechul se irritó.

-¿Y qué has hecho con la pobre joven que no se presentó a trabajar?

-No te ofusques, primo -Recuperó el buen humor al ver que volvía a prestarle atención. -No le hice daño; sólo tiene un pequeño golpe en la cabeza y ya he enviado a un hombre para que la libere, pues ya deben haber notado tu ausencia de todos modos. Pero, como te decía, estando mi criada en la casa y a tu servicio, sólo debió aguardar a que pidieses algo de comer o beber antes de acostarte y ella introdujo un somnífero en lo que ingeriste.

La leche. La maldita leche tibia que había pedido la noche anterior, con la esperanza que le ayudara a dormir, sin imaginar que dormiría tan profundamente que ni siquiera despertaría cuando lo secuestrasen.

- Comprendes cómo lo hice, ¿verdad? -dijo Hyunsang riendo-. Luego la criada introdujo a mis hombres en la casa y los ocultó. Después, habiendo cumplido su cometido, se marchó a su casa. Entonces, cuando el resto de las criadas se fueron a dormir y la casa se hallaba en silencio, mis hombres te sacaron de allí y te trajeron hasta aquí, sin que despertaras en ningún momento.

-¿Y cuáles son tus planes ahora? -preguntó tenso y con voz burlona-. Seguramente habrás pensado en algo despreciable.

-He hallado a un sacerdote al que persuadí de que no necesita tu consentimiento para casarnos. El cura ebrio vendrá en cuanto mis hombres descubran en qué callejón se refugió anoche. Pero no tardarán, primo. Y no intentes nada mientras aguardamos. La señora Pym estará alerta junto a tu puerta.

Cuando vio que se marchaba y oyó que hacía girar la llave, Heechul pensó en llamarlo. ¿Reconsideraría la situación si supiese que tanto Heejin como Geunsuk estaban enterados de que él lo aborrecía y que jamás consentiría en casarse con él? Pero se abstuvo de decir nada, pensando en la codicia insaciable de él. Si se casaba con él obtendría una fortuna y, si había sido capaz de secuestrarlo, probablemente también se atrevería a eliminar a cualquiera que se interpusiese en su camino.

¿Cuál era entonces su situación? Contraer matrimonio con ese canalla, se respondió a sí mismo. Demonios, no lo haría mientras pudiera evitarlo. Pero el pánico comenzaba a apoderarse de él. Él había dicho que la boda se celebraría pronto. ¿Con cuánto tiempo contaba? Quizás el cura ebrio ya estaba a punto de llegar. ¿Y, dónde diablos estaba?

Miró hacia la ventana, se quitó las mantas y corrió hacia ella. Se desanimó al ver que estaba en la planta alta de un edificio. Por eso Hyunsang no había tomado la precaución de entablarla. Y, si trataba de gritar pidiendo ayuda, la señora Pym aparecería en el acto, y sería maniatado y amordazado.

Por un momento pensó en la posibilidad de razonar con la señora Pym, pero desechó la idea de inmediato. Era probable que la mujer pensare que estaba demente o algo similar.

Heechul miró nuevamente a su alrededor. La única probabilidad de fuga era la ventana. Daba a una especie de sendero, o más bien un callejón lo suficientemente ancho para dar paso al tráfico. Pero no había tráfico. Estaba desierto y envuelto en sombras, lo mismo que los edificios que se levantaban a ambos lados e impedían el paso de la luz. Sacó la cabeza por la ventana y en ambos extremos del callejón vio calles bien iluminadas, carros que pasaban, un niño que corría, un marinero con una mujer vestida llamativamente. Si gritaba con fuerza quizás atraería la atención de alguien. Ninguno de los extremos de la calle estaba demasiado alejado. Pero un grito también atraería la atención de la señora Pym.

Heechul volvió rápidamente a la cama, tomó la manta y, sacándola por la ventana, la agitó violentamente hasta que quedó exhausta y con la respiración entrecortada. Nada. Si alguien lo notó, seguramente pensó que estaba oreando la manta, lo cual no suscitaría la curiosidad de nadie.

Demonios, ¿no podía hacer nada?. Cuando Hyunsang volviera a entrar, seguramente lo haría acompañado por el sacerdote y por los hombres que habían ido a buscarlo, para oficiar de testigos de la impía ceremonia.

Heechul estaba tan distraído imaginando su casamiento con Yoon Hyunsang, que no oyó el vehículo que pasó por el callejón hasta que fue casi demasiado tarde. Cuando miró hacia fuera el carro cargado con heno estaba prácticamente debajo de su ventana. Ese conductor, también solitario, maldecía a las jacas que tiraban del carro, y enfatizaba su ira aparente blandiendo la botella de ginebra que tenía en la mano, bebiendo un trago y sacudiéndola continuamente al tiempo que volvía a maldecir. Éste no la oiría a causa del ruido que él mismo hacía.

No tenía alternativa. Tal vez no se presentara otra oportunidad. Sin detenerse a pensarlo, pues eso le hubiera aterrorizado y paralizado, Heechul trepó al alféizar de la ventana, aguardó unos segundos hasta que el carro estuviese directamente debajo de él y saltó.

Era una locura. Esa idea pasó por la mente de Heechul mientras caía, los pies frente a sus ojos, las manos aferrándose instintivamente al aire, sabiendo que moriría. Maldijo a Hyunsang con su último aliento, pero al menos le producía cierta satisfacción que él pensara que había preferido morir a casarse con él, aunque no la satisfacción suficiente para que valiese la pena, pues era él quien moría, mientras el infame codicioso quizás lograra presentar un certificado de matrimonio y reclamar su fortuna.

Aterrizó sobre su espalda. El golpe le hizo perder momentáneamente el sentido. Un adoquín que faltaba hizo saltar al carro y volvió en sí. Gruñó, en la creencia de que se había quebrado por lo menos una docena de huesos. Pero la sacudida siguiente del carro no le produjo molestia alguna. Era increíble que hubiera podido hacer algo tan insensato y salir ileso. Sin duda había sido bienaventurado, pero los tontos suelen serlo y él lo había sido en grado sumo. Pudo haberse roto el cuello y lo sabía. Pero, afortunadamente, el colchón de heno lo había salvado. Si el carro hubiese llevado otra carga...

Milagrosamente, el conductor ebrio no percibió que llevaba un pasajero. Estaba literalmente cubierto de heno de pies a cabeza, pero cuando miró hacia la ventana desde la que había saltado se arrojó encima más puñados de heno para completar el camuflaje. Y lo hizo muy oportunamente, pues el carro salió del callejón oscuro a la calle brillantemente iluminada
Heechul tuvo poco tiempo para pensar en cómo haría para llegar a su casa sin dinero. El carro entró en un establo y se detuvo. Salió rápidamente de él y se ocultó detrás de una casilla, antes de que el conductor fuese hacia la parte posterior del carro para descargar el heno. Otro hombre, grande y fornido, se unió a él, maldiciéndolo amistosamente por haberse demorado. Mientras ambos se dedicaban a descargar el heno, Heechul exploró el lugar.

Un establo no era mal lugar para finalizar su viaje. En realidad, era el sitio ideal. Si pudiera alquilar un caballo y lograr información sobre cómo llegar a casa, ya que aún no sabía en qué parte de la ciudad se hallaba, podría llegar a su casa pronto y sin mayores inconvenientes. El problema era que el único objeto de valor que llevaba era un crucifijo de su madre, que usaba siempre, excepto cuando lucía sus alhajas más valiosas y no deseaba desprenderse de él. Pero aparentemente, no tendría otra alternativa, a menos que estuviera más cerca de lo que creía de casa. En ese caso podría llegar a pie, aunque estuviera descalzo.

Heechul frunció el ceño ante la idea. No era de las mejores. Fuera cual fuese la parte de la ciudad en que se hallaba, no era por cierto un sector distinguido, y si trataba de atravesarla a pie, era probable que debiera afrontar más peligros de los que ya había afrontado. Era, por lo tanto, indispensable alquilar un caballo.

Heechul no sabía si Hyunsang ya había descubierto su ausencia, ni si ya estaba buscándolo por la vecindad. Esa circunstancia lo puso muy nervioso mientras aguardaba que el bebedor de ginebra se marchara con su carro. Pero estaba decidido a correr el riesgo de hallarse a solas con el otro individuo para plantearle su problema; cuanto menor fuera el número de personas que le viera, mejor. Podía imaginar el escándalo si su situación se divulgaba. La gente se regocijaría con la historia y perdería su última oportunidad de realizar un casamiento rápido y honorable.

Pero debía obligarse a salir de su escondite cuando estuviera a solas con el mozo de cuadra, aunque le mortificara la idea de que cualquiera, desconocido o no, le viera en ropa de dormir. Y su vergüenza no tuvo límites cuando el hombrón lo vio y sus ojos se salieran prácticamente de sus órbitas. El hombre continuó mirándolo fijamente, inmóvil, mudo y boquiabierto. Era de mediana edad, cabellos castaños y entrecanos y barba gris. Ello no sabía si era el propietario o un empleado y de todos modos no importaba. Era el único que podía ayudarlo y eso aumentó su inquietud.

Heechul explicó entrecortadamente su situación, pero lo hizo tan rápidamente que el individuo no comprendió casi nada de cuanto dijo. Pasaron unos instantes hasta que dio señales de haberle escuchado. Luego rió, se levantó los pantalones y caminó hacia él.

-Un caballo, ¿eh? Debió decirlo en el primer momento, señor. Antes de que pensara que me habían enviado un hermoso obsequio para mi cumpleaños. ¿Un caballo? - Volvió a reír, meneando la cabeza.

Heechul enrojeció. -¿Puede alquilarme uno?

-Poseo dos jacas, pero los caballos buenos se marchan temprano.

-¿Aceptaría esto? -Se quitó el crucifijo y se lo entregó. -Le compraré las dos jacas y otras más, pero deberá devolvérmelo. Enviaré a alguien con el caballo y el pago adecuado.

Él inspeccionó el crucifijo y luego tuvo el atrevimiento de morderlo antes de asentir con un gesto de la cabeza.

-Servirá.

Heechul se sintió demasiado aliviado cuando se marchó en busca de la jaca.


1 comentario:

  1. Dios no puedo creer que el maldto ese lo encontrara. Hee por Dios debes casarte lo mas pronto posible, el malvado ese debe estar que se lo lleva el demonio

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...