Amor en Altamar- Capítulo 15



Donghae no ignoraba lo que era el acto amoroso. Demasiadas veces había oído a sus hermanos conversar sobre esas cosas, en términos directos y hasta groseros, como para hacerse una idea aproximada de lo que en él ocurría. Pero nunca había asociado eso con lo que le estaba sucediendo... hasta ahora, al sentir el cuerpo de Kim adherido al suyo, piel contra piel, un fuego enardeciendo otro fuego.

Ni siquiera se preguntó cómo ni cuándo había terminado él de desvestirlo. Sabía que ahora estaba tan desnudo como él, pero al mismo tiempo experimentaba demasiadas sensaciones como para avergonzarse. Lo tenía sobre él, oprimiéndolo, rodeándolo de una manera puramente dominante. El le sujetaba la cara con sus manos para besarlo y besarlo, con lentitud, con ternura, y luego con ardorosa intensidad. Su lengua se demoraba en su boca degustándola y haciéndole sentir su propio sabor.

No quería que aquello cesara: lo que él hacía, lo que estaba sintiendo. Sin embargo, ¿no se hacía preciso interrumpirlo, o por lo menos hacer el esfuerzo? Sucumbir a sabiendas, y estaba razonablemente seguro de cuál sería el final de todo eso, equivalía a aceptar. Pero ¿quería aceptar, de verdad?

¿Cómo saberlo con certeza, si apenas podía hilvanar dos pensamientos? A tres metros de distancia de aquel hombre... no, mejor a seis, lo habría sabido. Pero en ese momento prefería que no hubiese siquiera un centímetro entre los dos. Oh, cielos, aún no sabía si ya había sucumbido. ¡No! Tenía que hacer un esfuerzo por asegurarse, por consideración a su propia conciencia, que al día siguiente le preguntaría: ¿Qué hiciste anoche?.

-¿Capitán? -logró intercalar entre dos besos.

-¿Hummm?

-¿Está haciéndome el amor?

-Oh, sí, mi pequeño...

-¿Y le parece correcto?

-Sin duda alguna. Al fin y al cabo, es la cura para tu mal.

-No puede ser...

-Claro que sí. Tus náuseas, querido mío, eran sólo un saludable deseo... por mí.

¿Lo deseaba? ¡Pero si él ni siquiera le gustaba! Sin embargo, eso explicaría perfectamente por qué disfrutaba tanto de lo que estaba ocurriendo. Por lo visto, no hacía falta que a uno le gustara el objeto de su pasión. Y ya tenía la respuesta: sí, probablemente lo deseaba, porque el hecho de hablar, concentrarse y apartar de la mente sus sensaciones, siquiera por un instante, había sido inútil. Todo estaba aún allí, excitándolo de forma salvaje. Sí, lo deseaba, al menos por esa vez.

"Tiene mi permiso para proceder, capitán."

No lo dijo en voz alta, pues con eso sólo habría logrado divertirlo. Y por el momento no quería divertirlo. Además, el pensamiento había sido sólo para su propia conciencia. Pero lo comunicó sutilmente, rodeándolo con sus brazos, y él capto la indirecta. En realidad, la captó con mucha rapidez.

Hyuykjae se levanto de nuevo dirigiendo su mirada a Donghae. Su cuerpo era tan bello para él, no entendía como día a día había podido verlo y contenerse de saltar sobre el para hacerlo suyo. Pronto regreso sus manos y comenzó a acariciarle el pecho, frotando su cuerpo contra el de Donghae.

Con sus dedos, tomó una de sus tetillas y comenzó a masajearlas, el placer para Donghae era enorme. Sobre todo cada vez que volvía la cabeza y abría sus ojos observando a Hyukjae encima suyo. Aunque era inexperto, Donghae sabía que necesitaba algo más, pues se estaba dejando llevar por sus instintos y necesidades.

Sintió como una de las manos de Hyukjae envolvía su pene comenzando a masturbarlo. Primero despacio y luego fue acelerando el movimiento hasta convertirse en algo mas salvaje.

Hyukjae se incorporo un poco y volvió a subir por el pecho de Donghae acariciando con su lengua cada rincón de este, pasando por sus pezones, clavícula y cuello, para llegar a los tan apetecibles labios y darles un suave masaje. Hyukjae se sorprendió cuando Donghae hizo el beso tan apasionado que los dejó faltos de aire.

Las manos de Hyukjae volvieron a recorrer el cuerpo de Donghae, pasando por entre sus piernas y cuando accidentalmente rozo su entrada, Donghae se movió retirándose al instante de aquella mano que lo exploraba. Después de breves segundos de indecisión y muchos besos apasionados, Hyukjae regresó la mano a su trasero y lentamente fue penetrando un dedo en la entrada de Donghae.

Al principio al ver el rostro incomodo de Donghae pensó en no continuar, pero Hyukjae sabia que iba a ser mas doloroso para él si no lo preparaba a conciencia. Entonces comenzó a meter y sacar su dedo penetrándolo; al cabo de unos segundos Donghae se encontraba suspirando, metió un segundo dedo y volvió con su acción de seguir preparándolo; con su otra mano volvió a tomar su pene para seguir masturbándolo mientras que su otra mano se encontraba ya con el tercer dedo dentro, por un buen rato continuo dándole placer de esta forma a Donghae.

¿Excitante? Eso resultaba lo bastante explícito. El se instaló entre sus piernas y todas sus entrañas parecieron apartarse para abrirle paso. Los labios del capitán volvieron a recorrerle el cuello hasta el pecho. El se incorporó un poco. Donghae lo lamentó, se sentía muy a gusto bajo su peso. Pero había una compensación, más presión abajo y, ¡Dios mío, qué calor ahí! ese calor, tan tenso, llenándolo, colmándolo de emociones. Conocía su cuerpo, sabía exactamente qué era lo que le penetraba. No tenía miedo... pero nadie le había dicho que sería doloroso.

Ahogó una exclamación, más debida a la sorpresa que a otra cosa. Pero no podía negarlo: dolía.

-Capitán, ¿le he mencionado que nunca he hecho esto antes?

Su peso había caído otra vez sobre él, derrumbándose placenteramente. Kim tenía la cara vuelta hacia su cuello y los labios ardientes contra su piel.

-Creo que acabo de descubrirlo por mí mismo. – Donghae apenas percibió sus palabras - Y me parece permisible que me tutees.

-lo tendré en cuenta, pero ¿le molestaría mucho interrumpir esto?

-Sí.

¿Acaso estaba riéndose? Al menos, le temblaba todo el cuerpo.

-¿He sido demasiado cortés? -inquirió Donghae.

No había duda. Estaba destornillándose de risa.

-Lo siento, amor mío, te juro que lo siento, pero... ¡Dios mío, qué sorpresa...! No esperaba que fueras... Quiero decir, te mostrabas tan apasionado que... Oh..., caramba esto...

-¿Tartamudea, capitán?

-Eso parece. -Se incorporó para rozarle suavemente los labios con los suyos. Luego le sonrió -Querido mío, ya no hay por qué interrumpirlo, aunque pudiera. El daño está hecho y tu dolor virginal ya ha pasado.

Se movió dentro de él para demostrárselo. Los ojos de Donghae se abrieron centelleantes: el movimiento le provocaba un gran placer sensual.

-¿Todavía quieres que pare?

"¡Esto es para ti, conciencia!"

-No.

-¡Gracias a Dios!

Ese evidente alivio le hizo sonreír. Y el beso que recibió como premio le arrancó un gemido. Acompañando el lento mecerse de las caderas de Hyukjae y con una de sus manos volvió a masajear su miembro. Su cuerpo se movía intensamente dentro de él, sumergiéndose cada vez más en ese éxtasis.

Donghae no sabía como se sentía; quería que parara, quería que siguiera, que fuera más despacio, que lo penetrará con más dureza. Olas de placer lo recorrían por entero, haciendo que se estremeciera una y otra vez, notando como su cuerpo comenzaba a temblar.

Sus cuerpos se entregaban totalmente, moviéndose como uno sólo, ahogando los gemidos y suspiros con besos profundos, sus lenguas enredándose apasionadas, la piel sudorosa y estremecida ante el más leve roce con la piel del otro.

Las sensaciones fueron aumentando, hasta sobrepasar todo lo que había sentido hasta entonces, hasta que la gloria suprema estalló en su interior, en pequeños impactos que le dejaron extasiado. Gritó, pero el grito fue acallado por la boca de su amante, hasta que él mismo alcanzó su propio clímax.


Donghae, todavía deslumbrado, tenía dificultades para creer en lo que había experimentado. Parecía imposible sentirse así. Se abrazó con fuerza al hombre que acababa de enseñarle hasta qué punto podía su cuerpo desbordarse en sensaciones. Con la gratitud, con la ternura, se mezclaba algo que le inspiraba deseos de darle gracias, de besarlo, de decirle que había sido fantástico y manifestar su euforia. Pero se contuvo, limitándose a abrazarlo y acariciarlo con lentitud. Por fin lo besó en el hombro, con tanta suavidad que probablemente no se habría dado cuenta.

Pero sí se percató. Kim Hyukjae, experto en jovenes, aristócrata hastiado, se encontraba en un estado tal de conciencia que percibía hasta el más íntimo de sus movimientos. Y esa ternura lo emocionó más de lo que deseaba admitir. Nunca había experimentado nada parecido. Y eso lo asustaba de verdad.

- Ahora comprendo por qué la gente hace este tipo de cosas.

Hyukjae suspiró con alivio. Eso era justamente lo que necesitaba oír, alguna pequeña tontería que pusiera las cosas en su sitio. Dong era simplemente un sirviente, aunque muy atractivo. Pero nada lo diferenciaba del resto de jóvenes que había seducido. Desaparecido el desafío, no quedaba nada que retuviera su interés. Entonces, ¿por qué no se apartaba de él y lo despachaba a su propia cama? ¡Porque no quería, qué diablos!

Se incorporó para contemplarlo. Tenía aún la piel enrojecida y los labios irritados. Hyukjae trató de aliviarlos con un dedo. En aquellos ojos había una dulce mirada que, sin saber por qué, le encantó. Habitualmente los ojos del muchacho expresaban nerviosismo, frustración o simple irritación, tan divertido en su disfraz de varón... Por Dios, se había olvidado de eso, todavía ignoraba el motivo de su disfraz. Aún quedaba algún misterio que alentara su interés.

-¿Qué tipo de cosas, Donnie?

La ceja enarcada reveló a Donghae que la pregunta le divertía. Bueno, ¿y qué? Por otra parte, ese gesto ya no le parecía tan irritante.

-Mi comentario no ha sido muy romántico, ¿verdad? - inquirió suavemente, sintiéndose de pronto muy cohibido.

-Tampoco muy digno de un amante, pero he captado el sentido, querido niño. Has disfrutado, ¿verdad?

Donghae no logró pronunciar la palabra. Se limitó a asentir con la cabeza. Luego sintió un delicioso escalofrío ante la sonrisa que él le dedicaba.

-¿ Y tú?

"¡Donghae! ¡Tienes que estar loco para preguntarle eso!"

-Quiero decir...

Hyukjae echó la cabeza hacia atrás en una carcajada y rodó hacia un lado llevándolo consigo. Ahora Donghae lo miraba desde arriba. En esa posición tenía algo más de dominio... hasta que Hyukjae abrió las piernas y lo dejó deslizarse entre ellas.

-¿Qué voy a hacer contigo, Donnie?

Aún seguía riéndose y estrechándolo contra sí. En realidad, al joven no le molestaba su diversión, pero, como siempre, no comprendía dónde estaba lo gracioso.

-Podrías dejar de llamarme Donnie, para empezar.

Apenas lo hubo dicho, se arrepintió. Se quedó muy quieto, con la esperanza de no haberle recordado su engaño con ese comentario. El también se quedó repentinamente inmóvil. Aunque su sonrisa no había desaparecido, el cambio de actitud era casi palpable. Otra vez el autócrata sardónico.

-¿Y cómo debo llamarte, lo quieres decir? ¿por tu verdadero nombre, quizá?

-Mi verdadero nombre es Dong.

-haz otro intento, cariño, vamos; eso no hay quien se lo crea.

No hubo respuesta. En realidad, la expresión del muchacho se tornó testaruda.

-Ah, con que voy a tener que arrancártelo por la fuerza ¿eh? ¿Traigo los instrumentos de la Inquisición? ¿Látigos, potros y todo eso?

-no le veo la gracia -contraatacó Donghae

-Me parece lógico, pero tal vez a mí me resulte entretenido. No, no te retuerzas así, amor mío. La sensación es deliciosa, pero en este momento prefiero las explicaciones. ¿Por qué no empezamos por el motivo de tu disfraz?

Donghae, suspirando, le apoyó la cabeza en el pecho.

-Tenía que salir de Inglaterra.

-¿Tenías problemas?

-No, pero no soportaba quedarme allí un día más.

-¿Y por qué no te embarcaste como todo el mundo, comprando un pasaje?

-Porque los únicos barcos que cruzaban el Atlántico eran ingleses.

-Eso debe de tener algún sentido. Dame un momento para que lo piense... No, me rindo. ¿Qué demonios tienen de malo los barcos ingleses?

Donghae se irguió para mirarlo con el ceño fruncido.

-Tú no les encontrarías nada malo, pero ocurre que yo desprecio todo lo inglés.

-¿De veras? ¿Incluido yo?

En esta ocasión Donghae sintió un poderoso impulso de bajarle de un tirón aquella ceja enarcada.

-Antes sí. Ahora no lo sé.

El capitán le dedicó una amplia sonrisa y acabó riéndose entre dientes.

-Empiezo a comprender, Donnie. No me digas que eres uno de esos norteamericanos temperamentales. ¿O si? Eso explicaría tu acento, que aún no he podido identificar.

-Y si lo fuera ¿qué? -inquirió, a la defensiva.

-Caray, tendría que pensar en encerrarte, desde luego. Es el lugar más seguro para quienes gustan de iniciar guerras.

-No fuimos nosotros los que iniciamos...

Hyukjae lo besó en silencio, profundamente, hasta dejarlo sin aliento.

-No pienso discutir contigo viejos asuntos, pequeño. Así que eres norteamericano. Eso puedo perdonártelo.

-¡Pedazo de...!

Cuando algo da resultado, vale la pena repetirlo. Hyukjae lo sabía, y por eso lo calló con otro beso, prolongándolo hasta dejarlo completamente aturdido.

-me importa un comino tu nacionalidad -aseguró, contra los labios de Donghae- Yo no participé en esa guerra absurda, nunca la apoyé ni estuve de acuerdo con la política que la provocó. Es más, en aquella época vivía en las Indias Occidentales.

-Aun así, eres inglés -adujo Donghae, aunque en un tono menos airado.

-Pues sí, lo soy. Pero ahora no es ésa la cuestión importante, ¿no crees, amor mío?

Mientras hablaba, los jugueteos de su boca lo iban convenciendo, hasta que Donghae se olvidó del asunto. Percibía los cambios que de nuevo alteraban el cuerpo de Hyukjae, aunque ahora captó en seguida lo que eso significaba. En el fondo de su mente surgió la idea de que ese incesante interrogatorio se acabaría si volvían a hacer el amor. Aunque, evidentemente, el hecho de que volviera a experimentar aquellas maravillosas sensaciones nada tenía que ver con eso...

Pero un rato después, cuando las sábanas estuvieron un poco más arrugadas y Donghae se encontraba de nuevo sobre él, Hyukjae siguió acosándolo con preguntas:

-Y ahora ¿podríamos hablar de lo que yo sentí al descubrir que mi grumete no era criado varón sino un joven criado? ¿Mi azoramiento al recordar las veces que me ayudaste a bañarme o que me... desvestí en tu presencia?

Así expresadas las cosas, Donghae se sintió horriblemente mal. El engaño, por sí solo, ya le provocaba sentimientos de culpabilidad; pero que este engaño hubiera causado momentos tan embarazosos para el capitán eran inadmisible. Hubiera debido confesarlo todo el primer día que la hizo asistirle en el baño. Qué tonto había sido al creer que podría hacer todo el viaje sin ser descubierto. El tenía todo el derecho del mundo a estar furioso. Por eso preguntó, entre vacilaciones:

-¿Estás...estás muy enfadado?

-No demasiado, ya no. Digamos que he sido adecuadamente recompensado por todos mis apuros. En realidad, acabas de pagar tu pasaje y cualquier otra cosa que desees.

Donghae se incorporó con brusquedad, incrédulo. ¿Cómo podía aquel hombre decir algo así, después de la intimidad que acababan de compartir? "Es natural, soberano estúpido. Es inglés, ¿no? Un inglés arrogante. ¿Y acaso no te ha llamado criado? Eso revela claramente la pobre opinión que tiene de ti" Cuando bajó la vista hacia él, sin ocultar su furia, Hyukjae advirtió en seguida que se sentía insultado.

-¡Podrías haber esperado hasta mañana para ponerte estúpido otra vez, grandísimo bastardo!

-¿Cómo dices?

-¡Lo que has oído!

Hyukjae quiso sujetarlo, pero el joven saltó de la cama. El trató de explicarse.

-Creo que me he expresado mal, Donnie.

Donghae giró en redondo para fulminarlo con la mirada.

-¡Deja de llamarme así!

Hyukjae comenzaba a ver lo absurdo de lo que estaba pasando. Por esto mantuvo la voz
serena al señalar:

-Bueno, todavía no me has dicho tu verdadero nombre.

-Me llamo Donghae.

-Por Dios, te compadezco de todo corazón. Prefiero seguir llamándote Donnie, gracias.

Se suponía que el comentario era para hacerlo sonreír. La expresión de fingido horror que lo acompañaba estuvo a punto de conseguirlo, pero no llegó a tanto. Eso de que acababa de pagar su pasaje aún dolía.

-Me voy a la cama, capitán. A mi cama -matizó con sorprendente altanería. Le salió espontáneamente, sin reparar siquiera en su desnudez - Le agradecería que por la mañana dispusiera otro alojamiento para mí.

-Por fin está surgiendo el auténtico Donnie, verdad? Todo un carácter.

-¡Váyase al demonio! - murmuró Donghae, mientras se dirigía hacia su hamaca.

-¿Tanto rencor por haber intentado halagarte... a mi manera?

-Pues sepa que su manera es asquerosa. -Y agregó, con un dejo de desprecio - ...señor.

Hyukjae suspiró, pero mientras lo seguía con la vista, acabó por sonreír. ¡Qué deliciosa sorpresa resultaba ser aquel muchacho!

-¿Cómo te las has arreglado para comportarte tan dócilmente durante toda esta semana, Donnie?

-¡Haciéndome llagas en la lengua de tanto mordérmela! -replicó él.

El dejo escapar una carcajada, pero con suavidad, para que Donghae no se enterara. Luego se tendió de costado para observarlo. Donghae estaba recogiendo la ropa que había tirado al suelo, en un arranque de rabia. Se vistió, murmurando para sus adentros y lanzando alguna que otra maldición. Esta vez trepó hacia la hamaca con más facilidad que nunca. Y esa tremenda facilidad que tenía lo que siempre había hecho sospechar a Hyukjae.

-No es la primera vez que navegas, ¿verdad, Donnie?, aparte de tu viaje a Inglaterra.

-Creo haber dicho que mi nombre era Donghae, no Donnie.

-Bueno, sígueme la corriente, querido mío. Me gustas como Donnie. Y has navegado...

-Por supuesto -interrumpió, mientras se giraba hacia la pared, con la esperanza de que él captara la indirecta. Pero no pudo resistir la tentación de agregar - incluso tengo mi propio barco.

-Oh, claro que sí, querido -le contestó Hyukjae para complacerlo.

-De veras que sí, capitán.

-Oh, pero si te creo, te creo. ¿Y qué te llevó a Inglaterra, si tanto la odias?

A Donghae le rechinaban los dientes ante aquel tono burlón.

-Eso no es asunto de su incumbencia.

-Tarde o temprano te haré confesar, Donnie. ¿Por qué no me lo dices ahora?

-Buenas noches, capitán. Pensándolo bien, espero que le vuelva el dolor de cabeza... si es que era real, cosa que empiezo a dudar.

Esta vez la carcajada fue audible. Simplemente, Hyukjae no pudo evitarla: acababa de comprender que aquel arrebato de mal genio no era nada comparado con lo que vendría si llegaba a descubrir que él conocía que era un joven desde el comienzo. Podía decírselo cuando estuviera aburrido, sólo para ver qué ocurría.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...