Amor en Altamar- Capítulo 4



-¿Shang?- Un joven apareció de súbito, interrumpiendo sus palabras - ¿Por qué no me has avisado de que teníamos visitas? - Y se dirigió a Donghae, con una franca sonrisa - Soy Yoon Won, señor. ¿Vienen ustedes de la mansión? Van a dar otra fiesta, ¿no?

Donghae miró fijamente al joven. Luego, al niño que se escondía con timidez detrás. Tenía unos cinco años, el pelo oscuro de Shang, sus ojos azules, e incluso había heredado sus hermosas facciones. Dirigió aún otra mirada al padre del niño, que parecía decididamente descompuesto.

-¿Tu hermano, Shang? - preguntó Donghae, con su tono más agradable.

-No.

-Ya me parecía...

Ni despedidas, ni buenos deseos, ni siquiera un ¡vete al diablo!. Donghae se limitó a girar en redondo para salir de ahí, dejando atrás sus esperanzas y sus sueños juveniles. Oyó que Donghwa decía algo; probablemente estaba disculpándolo ante Yoon Won por su falta de cortesía.

Donghwa no dijo una palabra, al menos hasta que dejaron atrás la aldea. Hae intentó cabalgar con más rapidez, carcomido por la necesidad de alejarse cuanto antes; pero el viejo animal no lo pudo complacer. Durante el trayecto Donghwa tuvo tiempo de sobra para estudiarlo y adivinar los sentimientos que, a pesar de su sosegado aspecto exterior, pugnaban en el interior del joven. Y algo era innegable: Donghwa tenía el fastidioso hábito de ser franco cuando uno menos lo deseaba.

-¿Por qué no lloras, niño?

Donghae decidió no prestarle atención, sabiendo que entonces no lo presionaría. Pero lo que bullía en lo más profundo de su ser tenía que explotar.

-En este momento estoy demasiado furioso. Ese condenado sin vergüenza debió de casarse con ese joven la primera vez que llegó a puerto, mucho antes de que acabara la guerra. No me extraña que se pasara a los británicos. ¡Le convirtieron por medio del matrimonio!

-Sí, es posible. También puede que se divirtiera un poco y no se dejara atrapar hasta la segunda llegada a puerto.

-¿Qué importa el cuándo ni el porqué? Lo cierto es que, mientras yo me quedaba en casa añorándole, él se había casado, y estaba haciendo niños y pasándoselo de maravilla.

-Es cierto que has perdido el tiempo, pero nunca te he visto llorando por él.

Donghae lloriqueó ante esa falta de comprensión.

-Lo amaba.

-Amabas la idea de tenerlo para ti porque era un chico muy guapo. Fue un capricho de niño que deberías haber superado al crecer. Si no hubieras sido tan fiel y tan terco, habrías renunciado a ese sueño tonto hace mucho.

-Eso no es...

-Déjame terminar sin interrumpirme. Si lo amaras de verdad, ahora estarías llorando y el enfado te vendría después, no a la inversa.

-Estoy llorando por dentro - protestó él, tieso- lo que pasa es que no lo ves.

-Bueno, te agradezco que me ahorres la escena, ¿sabes? Nunca he podido soportar las lágrimas.

Donghae le clavó una mirada fulminante.

-Los hombres sois todos iguales, tan sensibles como...¡como un muro de ladrillos!

-Si es compasión lo que buscas, no seré yo quien te la ofrezca, niño. Recuerda que te aconsejé olvidarte de ese hombre hace más de cuatro años. También te dije que lamentarías ese viaje, y no precisamente por la reacción de tus hermanos contra ti cuando lo sepan. Dime, ¿qué has conseguido esta vez con tu terquedad?

-Desilusión, humillaciones, dolor...

-invenciones tuyas...

-¿Por qué te empeñas en enfurecerme más de lo que estoy? - le espetó Hae, acalorado.

-Por defensa propia, tesoro. Como te he dicho, no soporto las lágrimas. Mientras sigas gritándome, no llorarás sobre mi hombro. Oh, vamos, no hagas eso, Hae...- agregó, al ver que la cara del muchacho empezaba a contraerse .

Pero las lágrimas estallaron de verdad, y Donghwa no pudo hacer otra cosa que detener las monturas y tenderle los brazos.

Donghae se acurrucó en sus brazos. Pero no le bastó llorar en abundancia sobre un hombro amigo. Aún le quedaba dentro un gran disgusto, que surgió transformado en una gran cantidad de gimoteos:

-Esos hermosos niños deberían haber sido míos.

-Ya tendrás tus propios críos, a montones.

-No, no es cierto. Estoy haciéndome demasiado viejo.

-oh, sí. Veintidós años, nada menos. Eres viejísimo, realmente.

Hae se interrumpió para lanzarle una mirada cargada de reproche.

-Buen momento eliges para estar de acuerdo conmigo.

Las cejas de Donghwa se irguieron en fingida sorpresa.

-¿De veras?

Hae sollozó y volvió a gimotear:

-¡Oh, si al menos ese joven hubiera entrado un minutito antes! Así yo no me habría puesto tan en ridículo diciendo a ese perro que aún estaba dispuesto a casarme con él.

-Con que ahora es un perro, ¿eh?

-El más despreciable y vil...

-Comprendo, tesoro, pero deberías alegrarte de haber dicho eso. Creo que ha sido una buena venganza, si es venganza lo que deseabas.

-¿Se trata de algún tipo de lógica especial demasiado compleja para mi mente? ¡No ha sido una venganza, sino una humillación!

-No. Lo que has hecho ha sido mostrar a ese hombre lo que perdió al abandonarte: un joven al que no ha reconocido por lo bonito que se ha vuelto, y con un barco propio que él habría podido capitanear como siempre había querido. Probablemente ahora esté dándose de patadas, y puedes estar bien seguro de que pasará años lamentándose por lo que ha perdido.

-por el barco, puede ser. Pero por mí, no. Tiene un empleo del que está orgulloso, hijos hermosos, un esposo encantador...

-Encantador, sí; pero no es Lee Donghae, propietario del Bada, socio de la compañía Mokpo, de cuyos beneficios recibe la misma parte que sus hermanos, aunque no tenga voz ni voto en la administración. Y también dicen que es el joven más bonito de la Costa Este.

-¿Eso es todo?

-no pareces muy impresionado.

-no lo estoy. Tal vez ese joven sea bonito ahora, pero no lo ha sido siempre. ¿Y de qué le sirve la belleza si ha perdido los mejores años de su vida? Y aunque tenga dinero propio, en suficiente cantidad como para vivir sin privaciones, en estos momentos no tiene bastante para pagarse el pasaje de regreso. Puede ser bonito y rico, pero eso no evita que sea tonto, estúpido, crédulo, inepto para juzgar el carácter de los demás, no muy inteligente y...

-Te estás repitiendo. Estúpido y no muy inteligente...

-No me interrumpas.

-Te interrumpo porque estás parloteando sin sentido. Ahora ya has dejado de llorar. Busca lo positivo.

-No hay nada positivo.

-Sí que lo hay. No habrías sido feliz con ese hombre despreciable y vil, con ese... ¿perro, has dicho?

Los labios de Donghae se estremecieron al intentar esbozar una sonrisa, pero ésta no llegó a materializarse.

-Te agradezco lo que haces, pero no me ayuda a superar lo que siento ahora. Sólo quiero volver a casa. Y quiera Dios que jamás conozca a otro inglés, con ese lenguaje tan decoroso, esa maldita compostura y esos hijos infieles.

-Detesto ser quien te lo revele, pequeño, pero todos los países tienen hijos infieles.

-Todos los países tienen también sus muros de ladrillo. Pero no pienso casarme con ninguno.

-¿Casarte con un...? Estás diciendo tonterías otra vez. ¿Qué fijación tienes con los muros de ladrillo, si puede saberse?

-Llévame a casa, Donghwa. Busca un barco, cualquier barco. No hace falta que sea norteamericano, siempre que zarpe rumbo a nuestras tierras y lo haga pronto, preferiblemente hoy. Puedes usar mi anillo de jade para pagar los pasajes.

-¿Te has vuelto loco, niño? Ese anillo es un regalo de tu padre, que te lo trajo desde...

-No me importa- insistió con aquella expresión empecinada que él solía temer de verdad- Es la única manera de que podamos pagar el viaje de vuelta, a no ser que estés dispuesto a robar, cosa que no harías. No puedo esperar a que te lo ganes, de verdad. Además, cuando lleguemos a casa podremos volver a comprar ese anillo.

-Con esa misma rapidez decidiste venir aquí, muchacho. Se supone que debes aprender de tus errores en vez de volver a cometerlos.

-Si me estás recomendando que sea paciente, olvídate del asunto. He tenido paciencia durante seis años y ése ha sido el peor de mis errores. De ahora en adelante voy a practicar la impaciencia.

-Hae...- empezó Donghwa, en tono de advertencia.

-¿Por qué discutes conmigo? Hasta que no me vea en un barco rumbo a Norteamérica tendrás que cargar con un joven lloroso. ¿No dices que no soportas las lágrimas?

Donghwa decidió que la obstinación de ese joven era mucho peor, así que cedió con un suspiro de resignación.

-Si te pones así...



El hecho de que el horizonte estuviera cubierto de mástiles no garantizaba que, entre tantos barcos, se pudiera conseguir alguno que zarpara hacia América en breve. Cualquiera habría apostado que sí, y podría decirse que lo haría sobre seguro. Pero si Donghae hubiera aceptado la apuesta, sin duda la habría perdido.

Casi todos los barcos que arribaron con el suyo el mes anterior, habían zarpado hacía ya tiempo. Descontando los que se negaban a aceptar pasajeros, quedaban varios navíos norteamericanos, pero ninguno de ellos pensaba regresar a su lugar de origen antes del próximo año.

Tenia tantos deseos de abandonar Inglaterra que ya empezaba a pensar en un viaje de ocho o diez meses en uno de los barcos norteamericanos que partían esa semana, y eso que sólo hacía unos días que intentaban conseguir los pasajes. Así se lo dijo a Donghwa a la tercera mañana. Pocas horas después él apareció con los nombres de tres navíos ingleses que zarpaban la semana siguiente. No los había mencionado antes, imaginando que él no querría viajar en un barco inglés y con una tripulación totalmente del mismo origen. En efecto, el muchacho los descartó con bastante brusquedad. Fue entonces cuando Donghwa, vacilante, mencionó una alternativa que no habría tenido en cuenta.

-Hay un barco que zarpa con la marea matutina. No lleva pasajeros, pero necesita un contramaestre... y un grumete.

Los ojos de Donghae se dilataron con interés.

-¿Sugieres que regresemos trabajando?

-Es una ocurrencia. Sería mejor que pasar varios meses en el mar con un joven que ha optado por ser impaciente.

Donghae rió entre dientes ante el énfasis dado a la última parte de la frase, a la vez que dejaba entrever una mirada de excitación. Era lo primero que le divertía desde que había descubierto la traición de Shang.

-Tal vez practique un poco menos la impaciencia una vez que estemos de viaje. Oh, Donghwa, me parece una idea estupenda - opinó, con súbito entusiasmo - ¿Es un barco norteamericano? ¿Es grande? ¿Cuál es su destino?

-Despacio, niño. No es lo que piensas. Es el Opera procedente de las Indias Occidentales; tiene tres mástiles y un aspecto impecable. Una verdadera belleza. Pero creo que es un buque de guerra reformado y todavía fuertemente armado aunque propiedad de un particular.

-Cualquier navío mercante de las Indias Occidentales necesita estar bien armado si frecuenta esas aguas infestadas de piratas. Nosotros armamos bien a todos los barcos de la Mokpo que navegan por el Caribe, e incluso así los atacan de vez en cuando.

-Es cierto -reconoció él - Pero el Opera no es un mercante. Al menos en este viaje no va a llevar cargamento; sólo lastre.

-¿Qué capitán viajaría sin la finalidad de transportar mercancías?. Ha de ser un pirata.

-Este hombre navega por capricho y va a donde lo lleva su antojo, según dice su tripulación.

-Entonces el capitán es su propietario, y al parecer lo suficientemente rico como para navegar sólo por placer.

-Eso parece -dijo Donghwa.

- ¿Y qué importa que transporte carga o no, siempre que nos lleve a casa?

-Sí, pero... No va a Norteamérica, sino a Jamaica.

-¿A Jamaica? -El rostro de Donghae se ensombreció unos instantes, pero se rehízo en seguida - Oh, la Mokpo tiene oficinas en Jamaica. Y es el tercer puerto al que mi hermano Yoochun tiene que llegar, ¿no? Tal vez lleguemos antes de que él vuelva a irse. Y si no, la Mokpo tiene otros buques que hacen escala en Jamaica con frecuencia, entre ellos los de Kyujong y Hyunjoong, por no mencionar el mío -ahora sonreía otra vez - A lo sumo, tardaremos algunas semanas más en llegar a casa. Es mejor que seis meses. Y mucho mejor aún que permanecer aquí un día más.

-No sé, pequeño. Cuanto más lo pienso, más me arrepiento de haberlo mencionado.

-Pues a mí, cada vez me gusta más la idea. Anda, es la solución perfecta.

-Pero vas a tener que trabajar mucho - le recordó - Tendrás que llevar los mensajes del capitán, servirle la comida, limpiar su camarote y hacer todo lo que te pida.

-¿Y qué? -lo desafió - ¿No me crees capaz de tareas tan simples, cuando me has visto fregar cubiertas, limpiar cañones, raspar cascos, trepar a los cordajes...?

-Eso fue hace años, niño, antes de que empezaras a parecer un verdadero joven señor. Tu padre y tus hermanos te complacían. Pero aquí se trata de trabajar y de vivir con hombres que no te conocen ni deben conocer tu condición de doncell. No es trabajo para un joven señor. Por tanto, no te lo darán.

-Ya me he dado cuenta… Tendré que disfrazarme de nuevo. Aquella noche no me fue nada mal, después de todo...

-Mientras no abriste la boca ni miraste a nadie a los ojos - lo interrumpió con severidad - Tu disfraz sólo fue útil hasta ese preciso momento.

-Porque estaba intentando hacerme pasar por un hombre maduro. No fue muy inteligente, ahora que lo pienso. Con esta cara, no. Ya sé- continuó, sin dejarle que lo interrumpiera otra vez - me lo habías advertido y yo no presté atención. No sigas con ese tema. Esto es muy diferente, y tú lo sabes. Un varon puede tener facciones delicadas; eso se ve con frecuencia. Y yo, con mi estatura, esta delgadez, mi timbre de voz, puedo pasar fácilmente por un niño de nueve o diez años.

Esa suposición le valió una mirada de disgusto.

-Tu inteligencia te delataría.

-Bueno, un niño de doce, inteligente y poco crecido. - Y agregó con firmeza- Puedo hacerlo. Si no me creyeras capaz, no me lo habrías propuesto.

-Debo de estar loco, sí. Pero los dos sabemos quién es el culpable de mi locura.

-Bueno, bueno -lo regañó Hae, sonriente - Soy sólo un joven que pronto será un chico varonil. ¿Tantos problemas puede haber?

Donghwa emitió un sonido extremadamente grosero.

-Bueno, míralo de este modo: cuando antes lleguemos a casa, antes podrás deshacerte de mí.

En esta ocasión, la respuesta de Donghwa se redujo a un mero gruñido

Hubo más discusiones, pero al fin Donghwa suspiró:

-Está bien, pero antes probaré a embarcarte sin que tengas que trabajar. Tal vez acepten si me ofrezco a trabajar sin sueldo y te presento como a mi hermano pequeño.

Una ceja aterciopelada se arqueó, al tiempo que la sonrisa iluminaba los ojos de Donghae.

-¿Tu hermano? ¿Sin acento escocés?

-Bueno, mi hermanastro -corrigió - criado en otra parte. Teniendo en cuenta la diferencia de edad, no llamará la atención.

-Pero ¿no necesitaban un grumete? En ese caso, lo más probable es que insistan. Sé que mis hermanos no zarparían sin grumete.

- He dicho que lo intentaría. Les queda el resto del día para buscar otro chico.

-Bueno, espero que no lo encuentren - replicó Donghae, con seriedad - Prefiero cien veces trabajar durante el viaje que estarme sin hacer nada, sobre todo si tengo que disfrazarme. Nos presentaremos antes de que los puestos queden ocupados.

-Necesitas ropa.

-La compraremos en el trayecto.

-Tienes que hacer algo con tus cosas.

-Que se las quede el posadero. Y ahora, ¿quieres dejar de discutir? Vamos de una vez.

-Habías dicho que ibas a dejar de practicar la impaciencia gruñó él.

Donghae rió, empujándolo hacia fuera.

-Todavía no nos hemos embarcado, Donghwa. Dejaré de practicarla mañana, te lo prometo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...