Amor en Altamar- Capítulo 21



- ¡Yoochun! -exclamó Donghae al levantar un extremo del pañuelo empapado en lágrimas. Su hermano caminaba hacia la cama - ¿Desde cuándo entras así en mi cuarto, sin llamar?

-Desde que tengo dudas respecto al recibimiento que se me dispensará ... ¿Qué te pasa?

Donghae arrojó el pañuelo sobre la mesa que tenía junto a la cama y sacó las piernas por el borde para sentarse.

-nada -murmuró con voz confuso.

-¿Entonces por qué estás todavía en la cama? ¿Sabes qué hora es?

Con eso logró que Donghae le lanzara una mirada incendiaria.

-Estoy levantado. ¿Acaso te parece que estoy en pijama?.


-Así que te has vuelto perezoso, ¿no? Con tanto viaje y sin dar golpe...

Donghae quedó boquiabierto, pero apretó los labios en una tensa línea de irritación.

-¿Qué es lo que quieres?

-Averiguar cuándo piensas volver a hablarme.

Lo dijo sonriendo y se sentó a los pies de la cama para mirarla de frente. Donghae no se dejó engañar. Yoochun quería algo mas. Y cuando éste no iba al grano, significaba que había algún tema delicado o desagradable para que comentar, algo a lo que, de momento, no tenía deseos de enfrentarse.

Todo por no haber ido él a buscar a Shang. Si hubiera sido así, él no habría conocido a Hyukjae, y cuando se divulgara su embarazo, Yoochun podría sentirse culpable... Pero no lo era. Donghae habría podido impedir que Kim Hyukjae le hiciera el amor, si se hubiera negado.

Decidió terminar con eso, mientras su hermano estaba ahí.

-Perdona, Yoochun, si te induje a creer que estaba enfadado contigo. No es así

-no soy el único que tiene esa impresión. Hyunjoong me asegura...

- Hyunjoong está demasiado protector últimamente, eso es lo que pasa -insistió Donghae, con exasperación - Francamente, no es su costumbre interesarse tanto por los asuntos ajenos. No me explico...

-¿Qué no te lo explicas? - lo interrumpió suavemente - Tú tampoco acostumbras a mostrarte impetuoso. El reacciona a tus reacciones. Y lo mismo ocurre con Yunho, dicho sea de paso. Se pasa todo el tiempo provocando

-Siempre ha sido un provocador.

Yoochun rió entre dientes.

-Cierto, pero lo suele hacer con más sutileza. En cambio ahora busca pelea simplemente por gusto y sin importarle con quien.

-Pero ¿por qué?

-Es un modo de descargar ciertas emociones que le cuesta dominar.

Donghae hizo una mueca de disgusto.

-pues sería mejor que buscara otro modo de hacerlo. Ojalá volviera a enamorarse. Así encaminaría sus pasiones por otro rumbo. De esa manera tal vez dejara de...

-¿He oído bien, Lee Donghae?

Donghae por un momento se olvidó de que estaba conversando con uno de sus hermanos.

-por el amor de Dios, Yoochun - alegó a la defensiva - ¿Crees que no sé absolutamente nada dela vida?

-No más de lo que debieras saber acerca de ese aspecto de la vida... que, dicho sea de paso, tendría que ser muy poco.

El joven gimió para sus adentros, pero se mantuvo firme.

-¡No digas tonterías! Después de todas las conversaciones que he oído en esta casa, ¿crees que todavía soy un ingenuo? Era un tema tan, tan... fas-ci-nan-te...

Yoochun reclinó la cabeza contra la columna de la cama, cerrando los ojos.

-¿Me explico, Yoochun? -insistió.

-Has cambiado, Hae. Seunghun Clinton dice que estás autoritario, pero yo diría que es...

-Seguridad en mí mismo. Y ya era hora de que la demostrara, ¿no te parece?

-A mí me parece más bien cabezonería.

-Bueno, también tengo derecho a tener un poco – dijo mientras sonreía.

-Y descaro, sin duda.

-Eso me han dicho últimamente.

-¿Y bien?

-¿Y bien, qué?

-¿A qué se debe esta nuevo hermano que encuentro al volver a casa?

Donghae se encogió de hombros.

-Supongo que he descubierto que soy capaz de tomar decisiones propias con respecto a mi vida... y de aceptar las consecuencias.

-¿Cómo lo de ir a Inglaterra? -preguntó él, con cautela.

-por ejemplo, sí.

-¿Hay más?

-No voy a casarme, Yoochun - adujo, con tanta suavidad que Yoochun supuso que se refería a Shang.

-Ya lo sabemos, querido, pero...

-Jamás.

Yoochun empezó a intuir que no se trataba de un melodrama, sino de algo absolutamente serio.

-¿No te parece una decisión... algo drástica?

-no.

-Comprendo... No, en realidad no comprendo nada. A decir verdad, parezco tan inútil como Hyunjoong a la hora de hacer suposiciones. Por cierto, lo has dejado terriblemente preocupado.

Donghae se levantó. Por el tono de su hermano, percibía que la conversación iba a tomar un giro que, por el momento, prefería evitar.

- Yoochun...

-Anoche te oyó llorar.

- Yoochun, yo no...

-Insiste en que tienes el corazón destrozado. ¿Es verdad, Hae?

Hablaba con tanta compasión que Hae sintió brotar de nuevo las lágrimas. Se apresuró a darle la espalda hasta que dominó sus emociones.

Por fin el muchacho dijo, con una vocecita de desamparo:

-Creo que sí.

Pocas horas antes, a Yoochun no se le hubiera ocurrido formular la respuesta siguiente, pero estaba harto de hacer suposiciones.

-¿Por Shang?

Donghae giró en redondo, sorprendido. No quería verse obligado a decir más, pero Yoochun era demasiado perceptivo, además de insistente. ¿Para qué desorientarlo? ¿Qué importaba ya? Lo hacía por no hablar de Hyukjae. Si hablaba de él volvería a llorar. Y no quería seguir llorando. Después de haberse pasado la noche llorando... ¿cómo demonios le quedaban lágrimas?

Se dejó caer en la cama con un suspiro.

-Ojalá sólo sintiera lo que sentí al descubrir la traición de Shang. Eso fue fácil de aceptar... y de olvidar. Me puse furioso, nada más.

-Así que es otra cosa lo que te tiene tan melancólico.

-¿Melancólico? -soltó una risa breve - Qué poco dice esa palabra. - Entonces fue él quien quiso saber - ¿Por qué no te has casado todavía, Yoochun?

- Hae...

-Demuestra que eres paciente. ¿Por qué?

-Aún no he encontrado lo que busco.

-pero ¿lo buscas?

-Sí.

- Seunghun no, y mira cuántos años han pasado desde la muerte de su esposa. Dice que no quiere volver a pasar por todo eso. Yunho no lo busca porque todavía está amargado; aunque si le gustan tanto los niños, es probable que con el tiempo cambie de idea. Kyujong tampoco lo busca; asegura que es demasiado joven para sentar cabeza. Hyunjoong, por su parte, dice que por ahora prefiere no renunciar a la diversión que le proporcionan los jóvenes.

-¿Eso te ha dicho él? – Yoochun estuvo a punto de levantar la voz.

-No. Es una de las cosas que he oído.

-¿Adónde quieres llegar, Donghae? ¿Por qué has decidido no seguir buscando?

-He conocido a un hombre que tiene otra idea del matrimonio. Según él, antes es preferible el infierno.

-¡Por Dios! -exclamó Yoochun al comprender todo aquel rompecabezas - ¡Con razón no le encontraba ningún sentido! ¿Quién es?

-Un inglés.

Donghae se echó hacia atrás, esperando el estallido. Pero estaba hablando con Yoochun, que se limitó a preguntar:

-¿Cómo se llama?

Hae ya había dicho más de lo que deseaba.

-Eso no importa. No lo conocerás, y yo no volveré a verlo mas.

-¿Sabe lo que sientes por él?

-No... tal vez... bueno, no lo sé.

-¿Y qué sentía él por ti?

-Le gustaba mucho.

-Pero no tanto como para casarse contigo.

-Ya te lo he dicho, Yoochun: para él, el matrimonio es un error que sólo cometen los necios; y lo subrayó para que quedara bien claro. Creo que lo dijo para que no me hiciera ilusiones.

-Lo siento, querido, lo siento de verdad. Pero ése no es motivo para que decidas no casarte. Ya conocerás a otros hombres. Quizá no sea aquí, pero Seunghun quiere llevarte con él a New Haven, cuando visite a nuestras dos sobrinas. Y si allá no hay nadie que te atraiga, Yunho piensa llevarte a Nueva York.

Donghae no pudo evitar sonreír. Todos sus hermanos tenían buenas intenciones. Y a él le gustaba la idea de ver de nuevo a sus sobrinas. Al morir la esposa de Seunghun, se había decidido que las niñas vivieran con los abuelos.

El caso era que, si iba a trasladarse a otro sitio, tendría que hacerlo pronto, antes de que su embarazo empezara a hacerse evidente y estallara el infierno. Tal vez por entonces sus hermanos ya habrían vuelto a la mar. Ojalá.

Por el momento, aceptaría cualquier cosa para poner fin a aquella discusión, antes de que Yoochun ahondara en su interrogarorio.

-lo voy a pensar... si me haces un favor. No digas a los otros lo de... bueno, lo que te he contado. No comprenderían que me haya enamorado de un inglés. Yo mismo no lo comprendo. La verdad es que, al principio, no podía soportar su arrogancia, su... Bueno, ya sabes cómo son esos condenados aristócratas...

-¿Encima aristócrata? No, es mejor no mencionar el caso a mis queridos hermanos. ¡Probablemente volverían a declarar la guerra a ese país!


Donghae se dirigió al estudio de Seunghun, ahí se encontró con Hyunjoong admirando el jarrón que le sirvió como escape.

-¿Qué hacías con eso? -preguntó, señalando el jarrón para cambiar de tema.

-Echaba un vistazo al objeto que nos ha costado nuestros negocios en China.

Donghae había oído esa historia la noche de su llegada. El jarrón no era una antigüedad cualquiera: tenía unos novecientos años y era una obra de arte de valor incalculable perteneciente a la dinastía Tang. Yunho la había ganado en un juego de azar en el que había apostado su barco contra el jarrón. Eso sólo se explicaba por el hecho de que en aquel momento estuviera completamente borracho, pues el TVQX era lo más importante de su vida.

Seunghun, que estaba presente en el lance, ni siquiera trató de convencer a Yunho de que no aceptara la apuesta, cosa que, por otra parte, hubiera sido imposible. Al parecer, deseaba ese jarrón hasta el punto de estar dispuesto a perder uno de los barcos de la Mokpo. Claro que el valor de un barco era ínfimo comparado con el de aquel objeto.

De todos modos, el guerrero chino que había apostado ese jarrón contra el barco de Yunho perdió la apuesta. Como no pensaba pagar, el chino envió a sus secuaces contra los hermanos cuando volvían a los barcos; a no ser porque sus tripulaciones acudieron al rescate, ninguno de los dos habría sobrevivido esa noche. Fue un milagro que lograran escapar de Cantón sin que les incendiaran las naves, y esa partida precipitada explicaba que estuvieran en casa mucho antes de lo esperado.

Mientras Hyunjoong guardaba cuidadosamente bajo llave el jarrón en el escritorio de Seunghun.

-Me sorprende que Seunghun lo aceptara tan bien, considerando que pasará mucho tiempo antes de que un barco de la Mokpo se atreva a aventurarse en aguas chinas.

-Oh, no sé. Por lucrativo que sea el comercio con Cantón, creo que se estaba cansando de esos viajes tan largos. Yunho, al menos, estaba harto. Y en el trayecto de regreso de detuvieron en varios puertos europeos, para establecer nuevos mercados.

Eso era algo que Donghae ignoraba.

-¿Eso significa que Inglaterra está perdonada y pasa a ser uno de esos mercados?

Hyunjoong lo miró con una risa sofocada.

-¿Bromeas? ¿Con tanto dinero como nos costó ese bloqueo arbitrario de la guerra? Por no mencionar esos malditos buques de guerra, que detenían a los nuestros para capturar a los supuestos desertores. Seunghun volverá a comerciar con un inglés el dia en que las ranas críen pelo. Además, tampoco estamos desesperados por conseguir mercados...

Donghae escondió un gesto de desilusión. Si albergaba alguna esperanza de volver algún día a Inglaterra para ver a Hyukjae, ya podía sepultarla. También hubiera podido viajar fácilmente a Jamaica para visitarlo allí, pero él había confesado que viajaba a la isla sólo para deshacerse de sus propiedades y radicarse definitivamente en Inglaterra.

-Ya me parecía... _dijo en tono alicaído.

-¿Por qué pones esa cara, Hae? ¿Acaso tú has perdonado a los ingleses, después de que esos malnacidos te robaran a Shang y te hicieran sufrir de ese modo?

Hae estuvo a punto de reír. A los ingleses en general, no, pero a cierto inglés en particular hubiera estado dispuesto a perdonarle todo si tan sólo... Si tan sólo ¿qué? Si tan sólo le hubiera amado un poquito, en vez de limitarse a desearlo.

Pero Hyunjoong estaba esperando una respuesta, y él le dio la que probablemente esperaba.

-No, de ninguna manera -aseguró.



Como suele suceder en toda ciudad portuaria, había muchos más jovenes que hombres. Pero la fiesta resultó un éxito, pese a la improvisación. La mayor parte de los invitados se había reunido en la sala, pero en conjunto eran tantos que abarrotaban todas las dependencias de la planta baja.

Donghae estaba disfrutando de la velada, pese a que Yunho no se alejaba nunca de él. También Kyujong aparecía a su lado cada vez que se le acercaba un hombre, cualquiera que fuese su edad y aunque se presentara acompañado por su esposo. Hyunjoong se mantenía cerca, sólo para observar la actitud autoritaria de sus dos hermanos, que lo divertía infinitamente.

- Seunghun nos ha informado de tu próximo traslado a New Haven.

-Eso parece -replicó Donghae a la fornida señora que acababa de incorporarse al pequeño grupo.

-Pero tú acabas de regresar de Inglaterra -señaló la señora, como si Donghae lo hubiese olvidado - A propósito, querido, ¿qué impresión te ha causado?

-horrible -respondió él, con toda sinceridad - Hay tanta gente que no te puedes ni mover, está lleno de ladrones y mendigos...

No se molestó en mencionar la hermosa campiña ni las bonitas aldeas que, sin saber por qué, le habían recordado a Bridgeport.

-¿Lo ves? -comentó la señora a su esposo - Tal como lo imaginábamos: una madriguera de iniquidades.

Donghae no habría llegado tan lejos en su descripción. Después de todo, Londres estaba dividida en dos partes; la pobre y la rica... bueno, sí que se podía llegar tan lejos: aunque los ricos no fueran ladrones, él conocía a uno de sus aristócratas y era malvado como el que más.

-Por fortuna, no has estado mucho tiempo -continuó la señora.

-En efecto –concordó - He liquidado rápidamente el asunto que tenía por resolver.

Era obvio que la dama estaba intrigadísima con ese asunto, pero no se atrevió a preguntar. Y Donghae no estaba dispuesto a informar de que lo habían traicionado, desdeñado y abandonado.

Aún le irritaba haber cometido la estupidez de aferrarse por tanto tiempo a una fantasía de niño. Y ya había llegado a la conclusión de que ni siquiera podía aducir la excusa del amor. Lo que había sentido por Shang no era nada comparado con los sentimientos que le inspiraba Kim Hyukjae.

Más tarde, al ver que la señora miraba con asombro hacia la puerta que quedaba de espaldas a Donghae, un cosquilleo de premonición le recorrió la espalda. Por supuesto, era absurdo, una pura ilusión de su mente. Bastaría con mirar hacia atrás para que su pulso recobrara el ritmo normal. Pero no podía hacerlo. Aunque infundaba, la esperanza estaba allí, y quería saborearla, aferrarse a ella antes de que se hiciera trizas.

-¿Quién puede ser ese hombre? - inquirió la señora, interrumpiendo sus pensamientos - ¿Uno de los hombres de tus hermanos, Donghae?

Probablemente, sí. Sin duda. Sus hermanos siempre contrataban marineros de otros puertos, y las caras desconocidas provocaban inevitable curiosidad en Bridgeport. Pero aún se resistía a mirar.

-No parece un marinero - agregó la mujer.

-No, no lo parece. - El comentario era de Kyujong, a quien Donghae había olvidado, aunque permanecía junto a él - Pero me resulta familiar. Lo conozco... o lo he visto en otra parte.

Adiós esperanzas, pensó Donghae, disgustado. Su pulso perdió celeridad. Volvió a respirar. Se giró para ver quién demonios era el que provocaba tanta curiosidad.

El estaba a tres metros escasos: alto, pelirrojo, tan elegante y atractivo que hacía sufrir. Pero los ojos cafe que lo paralizaban, robándole la respiración, eran los más fríos y amenazadores que Donghae jamás había visto. Su amor, su inglés y... su perdición.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...