Entre el Miedo y el Amor- Capítulo 23



–Supongo que debo informaros que espero invitados este fin de semana.

La declaración de Eunhee hizo converger todas las miradas hacia ella. Estaban sentados en el comedor principal. La distancia entre los dueños de la casa era tan grande, que debían hablarse a gritos. Sungmin encontraba esto muy apropiado: no le había dirigido la palabra a su marido en tres días.

Eunhee y Ahra estaban sentadas frente a frente en la mitad de la mesa. A ellas les resultaba más fácil hablar, pero las dos hermanas no tenían nada que decirse. Sir Lee Sooman estaba junto a Eunhee. Este vecino y amigo se había presentado un poco antes a saludarles y ella lo había invitado a comer. Como siempre ocurría, los modales de Eunhee cambiaban totalmente cuando el caballero estaba de visita. Era casi amable ahora.

De edad madura, algunos años menor que Eunhee. Era un auténtico hombre de campo que nunca se cansaba de hablar de terrenos, cosechas y temperaturas. Era divertido ver hasta qué punto se ponía serio al hablar de estas cosas, ya que nunca abandonaba su tono indiferente al tocar otros temas.

Kyuhyun se aplicó a ser cortés con su invitado, lo cual fue un alivio para todos, después de tres días de mal humor. Para caerle en gracia a Sir Sooman habló largamente con él de las cosechas de primavera. ¿Realmente lo hacía para caerle en gracia? Tal vez estuviera interesado de verdad. Sungmin estaba sorprendido de la cantidad de detalles que él conocía. ¿Sería también Kyuhyun, en el fondo, un hombre de campo? ¡Qué pocas cosas sabía del hombre con el que se había casado!

Pero su actual afabilidad no se extendía a su esposo. Todos los demás se beneficiaron de ello. Hasta Eunhee recibió respuestas corteses. Pero a Sungmin lo pasaba por alto. Y esto le ofendía. Ya no estaba enfadado por el intercambio de palabras que habían tenido, pues en los enfados no le duraban mucho. Estaba ofendido porque no podía olvidar lo que había sentido en brazos de él. Era un tonto por haberle aceptado en su corazón. ¿Cómo podía ser tan débil? ¿Cómo podía perdonar tan fácilmente?

La frase de Eunhee sobre los invitados que esperaba hizo fruncir el ceño a Kyuhyun.

–¿Todo el fin de semana? Parece que no es una comida corriente...

–No, no lo es –contestó Eunhee - Espero que no te moleste. Por desgracia, las invitaciones se hicieron antes de vuestra llegada. Yo no os esperaba.

–Tampoco esperabas que yo me quedara: de esto estoy seguro –dijo Kyuhyun.

Ahra intervino para interrumpir el incipiente roce.

–Me parece una idea excelente. Estamos muy cerca de la temporada de Londres, pero de todos modos no va a empezar hasta dentro de una semana. ¿Cuántos invitados crees que vendrán?

–Oh, unos veinte. De todos modos, no todos se van a quedar a dormir.

–Este no es tu estilo habitual –dijo Kyuhyun – ¿Puedo preguntar qué estás festejando?

Eunhee giró la cabeza directamente hacia Kyuhyun para que Sir Sooman no pudiera verle los ojos.

–¿Es necesario festejar algo? –sus ojos relampagueaban.

–No. De todos modos, si las grandes reuniones son ahora de tu agrado, te sugiero que vayas este año a Londres y te des allí el gusto. Incluso puedes utilizar mi casa en la ciudad, ya que mi esposo la ha redecorado convenientemente.

–No se me pasa por la cabeza dejar Foresight sin gente que se ocupe de administrarla –contestó Eunhee agriamente.

–Te comunico que he decidido vivir aquí y ocuparme de todo. Soy perfectamente capaz de hacerlo, aunque te complazca pensar lo contrario.

Eunhee dejó pasar la provocación. Kyuhyun empezaba a ver que ella no iba a iniciar una reyerta en presencia de Sir Sooman. Situación perfecta. Muy divertida. Pero su tía tenía el ceño fruncido y el pobre Sooman parecía molesto. Sungmin, el dulce Sungmin, miraba su plato, evitando encontrarse con su mirada. Kyuhyun suspiró.

–Perdóname, madre. No quise dar a entender que me quería librar de ti o que tú no confías en tu único hijo. –Sonrió, mientras ella se ponía cada vez más erguida. Había todavía algunos pequeños gustos que podía darse.– Por supuesto, tú darás tu fiesta. Estoy seguro de que tía Ahra y Sungmin tendrán mucho gusto en ayudarte en los preparativos.

–Todo está preparado ya –se apresuró a decir.

–Entonces no hay nada más que decir, ¿no es así? Kyuhyun volvió a comer y Sungmin movió la cabeza. Consideraba que las peleas con la condesa no estaban a su altura, pese a que siempre era ella la que las provocaba. Pero no había hecho nada esta noche para provocar a Kyuhyun. Entonces, ¿por qué él se dedicaba a decir cosas desagradables?

Cuando la cena culminó, Sungmin se fue a sus habitaciones. Pero Hyunmin estaba durmiendo, Minji estaba en la zona de servicio con Jay y aún era demasiado temprano para acostarse. De todos modos, decidió no bajar. La actitud despectiva de su marido hacia él, delante de extraños, era humillante.

Kyuhyun notó la ausencia de Sungmin en cuanto entró a la sala. Se acercó a Ahra.

–¿Dónde está? – preguntó bruscamente.

–Dijo que se iba a acostar.

–¿Tan temprano? ¿No se siente bien?

–Mi querido Kyu, ¿por qué no te mostraste tan solícito con tu esposo cuando estaba a tu lado?

–No me regañes, tía. Creo que ya he sido bastante maltratado.

–Lo cual no impide que sigas tan empecinado como siempre –contestó Ahra, suspirando–. Y nada de esto te hace feliz... debes reconocerlo.

–Tonterías –dijo él irritado–. No conoces toda la historia, tía.

Ella suspiró, notando que él tenía las mandíbulas apretadas.

–Tal vez sea así. Pero no está bien que trates con tanto desprecio a ese pobre muchacho. Creo que no le has dicho ni dos palabras desde que llegamos aquí.

–Le he dicho más de dos, te lo aseguro.

–Tú puedes ser muy exasperante, Kyuhyun –Hablaba en voz baja.– No quieres admitir que estás equivocado, que tienes un esposo maravilloso, y que no hay ninguna razón para que no lo trates como se debe.

–Lo reconozco. Ahora es él quien está arrepentido de haberse casado. Una vez se lo dije. Es muy amargo –añadió– descubrir que uno tiene razón en el único punto que habría querido equivocarse.

Ella le vio alejarse y sus ojos se entristecieron. Hubiera querido ayudar. Pero esto era algo que él debía resolver por su cuenta.

Bastante más tarde, Kyuhyun entró a la sala que separaba los dormitorios de los esposos y se sorprendió al ver a Sungmin acurrucado en un sofá, leyendo. Tenía puesta una bata de raso. Sungmin bajó el libro y le miró.

Su mirada era directa y tenía el poder acostumbrado de sacudirle. Maldición. Otra noche que habría de pasar revolviéndose en la cama.

–Creí que te habías acostado ya –la frustración ponía una nota chillona en su voz.

Sungmin puso lentamente el libro en sus piernas.

–No tenía sueño.

–¿No puedes leer en tu dormitorio?

Sungmin se dominó y logró mostrar indiferencia.

–No me había dado cuenta de que este cuarto era para tu uso exclusivo.

–No lo es, pero si quieres echarte semidesnudo en los sofás, es mejor que lo hagas en tu cama –dijo él colérico. Torció la cara, se dio la vuelta y se alejó.

Sungmin se incorporó. Se lo merecía por haberse puesto a disposición de él. ¿Qué le llevaba a creer que podía seducirle? Lo único que lograba suscitar en él era ira. «Es mejor que lo recuerde», se dijo.




–Adoro tu casa, Kyu –exclamó Kang Minam cuando le encontró en la biblioteca–. ¡Es... es estupenda! Tu madre me la ha mostrado, ¿verdad que es un ángel?

Kyuhyun sonrió mecánicamente y no dijo nada. Si el elogio hubiera venido de otra persona, se habría sentido halagado de que apreciaran su casa. Pero había logrado saber algo de ese moreno durante un tórrido amorío que había durado dos semanas, varios años atrás, y sabía que él muy pocas veces pensaba lo que decía. Sí, estaba impresionado con Foresight, pero sin duda estaba despechado por no ser el joven señor del lugar.

Cuando el idilio entre ellos terminó, el se enteró por chismorrees de los sirvientes, de que había destrozado su dormitorio en un ataque de nervios. Desde entonces, sólo lo había visto ocasionalmente. El siempre le dedicaba una sonrisa amistosa, pero cuando lo sorprendía de improviso, Minam parecía furioso.

Jóvenes como Minam y Jinhee siempre chocaban con su irascible temperamento. En sus épocas más disipadas, Kyuhyun había conocido jóvenes de todos los tipos, pero sólo había estado en verdadero peligro con uno: el encantador Kim Jaejong. Afortunadamente, Jaejong estaba casado con el viejo duque de Chungnam. Hacía tres años que no veía a lord Jaejong y el dolor de la separación hacía tiempo que se había cicatrizado.

–Nos preguntábamos dónde te habías metido, Kyu –dijo Minam, sentándose, sin ser invitado, junto al escritorio–. Están sirviendo el té en la sala. Ha llegado más gente. No los conozco, un hidalgo y... ah, finalmente apareció tu precioso esposo. Es encantador y adorable. Por supuesto, ya lo conocía. Hizo furor en la penúltima temporada. Los hombres se morían por una sonrisa de él. Incluso yo estaba un poco celoso hasta que se hizo claro que algo..no andaba bien en su caso, pobrecito.

Kyuhyun ya sabía a donde llevaba esta cháchara tonta, pero de todos modos se puso tenso.

–¿Debo adivinar lo que quieres dar a entender con eso?

Minam rió con una risa cantarina.

–Esperaba que tú me lo dijeras. Todo el mundo está en ascuas por saberlo.

–¿Saber qué? –preguntó Kyuhyun secamente.

–Bueno... saber qué es lo que no te gusta en él.

–No hay nada en mi esposo que no me guste, Minam –dijo él fríamente.

–¿De modo que no quieres confesarlo? Es galante de tu parte, Kyu, pero no muy esclarecedor –contestó suspirando–. No puedes imaginarte la tormenta que esto ha suscitado. No todos los días uno de nuestros solteros más apetecibles se casa y abandona a su esposo prácticamente en el altar. Corre el rumor de que uno de los tíos de lord Sungmin te entregó a él encadenado.

No fue fácil para Minam descubrir si se había anotado un tanto o no. Sólo la tensión de las manos de Kyuhyun dejaba ver su ira. Hubiese deseado que Kyuhyun estallase. Minam albergaba más rencor contra este hombre, que contra todos sus otros amantes presentes y pasados. Había hecho serios planes en relación a Cho Kyuhyun y él se los había destrozado. Un mujeriego canallesco. Y ahora estaba encantado de que hubiera terminado casándose con un joven que no le convenía.

–Ese rumor es un disparate, Minam - dijo Kyuhyun bruscamente –. Yo volví a Inglaterra en compañía de Kim Hyukjae nada más porque él tuvo la bondad de ofrecerme un camarote en su barco, cuando me encontró varado en las Indias Occidentales y –añadió velozmente, antes de que Minam pudiera decir nada – lamento decepcionarte, pero lo que me separó de mi esposo fue un asunto de negocios. Algo inesperado que tenía que ver con las propiedades en una isla y que no podía esperar.

–Otro hombre, tal vez habría llevado a su esposo, en una luna de miel prolongada –dijo – Es raro que no se te haya ocurrido.

–No había tiempo para eso... –empezó a decir él, pero Minam sonrió y se dispuso a partir.

–De todos modos, será interesante observarles a los dos. Me sorprende que estés recibiendo gente tan pronto después de haberte casado.

–Esta pequeña reunión no ha sido idea mía.

–Sí, fue tu madre quien envió las invitaciones, pero tú ya estabas aquí, de modo que supongo que querías la fiestecita. En fin, dicen que la mejor manera de evitar el aburrimiento es dar una fiesta. Espero que no hayas pensado en una fiesta personal entre nosotros dos cuando me hiciste incluir en la lista de invitados. Los hombres casados no me atraen, si entiendes lo que quiero decir.

Giró sobre sus talones y salió de la habitación, antes que él pudiera replicar. Kyuhyun siguió sentado, mirando la puerta. Había sido rechazado, a pesar de que no había hecho ninguna propuesta. ¡Había que ser insolente!

En él surgió un fuerte deseo protector. ¡Algo en Sungmin que no le gustaba! Eso decían. Salió de la biblioteca con intenciones de encontrar a su esposo y dedicarse a él plenamente, mientras quedara un invitado en la casa. Pero, al salir de la biblioteca y echar una mirada al pasillo de entrada, vio a Kim Jinhee, que bajaba de su coche. Enfurecido, fue en busca de Eunhee.

–Me parece muy divertido que hayas llevado cuenta de mi vida todos estos años –le dijo–. ¡Cuánto amor! Naturalmente, esto te ha permitido saber cuáles son las personas que yo no deseaba ver.

–En absoluto –contestó su madre con una sonrisa forzada–. Lo cierto es que hay muchas almas caritativas que piensan que una madre debe estar informada de lo que hace su hijo en el pecaminoso Londres... y con quién. No puedes imaginarte a cuantas personas bien intencionadas he tenido que escuchar, poniendo cara de agradecimiento, pese a que no me importaba que mi supuesto hijo se hubiera ahogado en el Támesis... –Le lanzó una mirada de puro odio.– Sí, las casualidades pueden ser útiles a veces.

Los ojos de él relampaguearon de furia. Se volvió y avanzó hacia las escaleras, seguido por una carcajada de satisfacción de Eunhee.

–No es posible estar escondido todo el fin de semana, lord Guixian –dijo ella sarcásticamente, levantando la voz.

Kyuhyun no miró atrás. ¿Qué demonios estaba buscando esta vieja arpía intrigante y resentida, al invitar a su casa a dos de sus antiguos amantes? ¿Qué nuevas sorpresas lo estaban esperando?



El salón estaba lleno de gente: los veinte invitados de Eunhee resultaron ser treinta. El salón de música estaba abierto al igual que el comedor, la larga mesa tendida con una cena fría. Los invitados pasaban de una habitación a otra.

Kim Jinhee había cambiado poco en el año transcurrido desde que Sungmin lo había visto por última vez. Estaba ataviado con un traje que le hacia ver mas joven haciendo parecer a Sungmin mayor; todos los hombres estaban pendientes de cada palabra de Jinhee, que de cuando en cuando se volvía hacia Sungmin con una mueca de satisfacción.

–Arriba ese ánimo, querido. Era inevitable que esto ocurriera algún día.

Sungmin se volvió hacia la señora que le hablaba, una antigua conocida, sentada a su lado en el sofá.

–¿Qué es lo que tenía que ocurrir? –preguntó Sungmin.

–Encontraros con los jovenes que han tenido algo que ver con vuestro marido. ¡Ha habido tantos!

–Si os referís a lord Jinhee...

– No es sólo él, querido. Ahí está el joven duque Heo youngsaeng, y ese picaro de Minam.

Los ojos de Sungmin recorrieron cada uno de los jovenes que había nombrado la vieja solterona, y se detuvieron en Kim Jaejong el joven duque de Chungnam, un rubio bello que sólo tenía unos pocos años más que Sungmin. El joven duque estaba sentado, con cara contrariada, junto a un viejo de cerca de ochenta años. Seguramente era el duque de Chungnam. Qué desdichado debía ser ese joven con un marido tan viejo, pensó Sungmin.

Kang Minam, Kim Jaejong, Heo Youngsaeng y Kim Jinhee. ¡Cuatro ex amantes de Kyuhyun en la misma habitación con su esposo! Era demasiado. ¿Se suponía que debía conversar con ellos? ¿Actuar como un amable anfitrion?

Kyuhyun se hizo presente en ese mismo instante y Sungmin lamentó no poder lanzarle una mirada fulminante: era imposible. Mientras él le miraba, lord Jinhee tomó a Kyuhyun del brazo y se lo apretó enérgicamente.

–Supongo que esto no os molesta, ¿verdad, querido?

Sungmin se dio la vuelta y se encontró con que la señora con que hablaba había desaparecido y Heo Youngsaeng estaba en su lugar. ¿Había llegado el momento de ser consolado por uno de los amantes de Kyuhyun?

–¿Por qué habría de molestarme? –dijo Sungmin con voz desabrido.

El joven Youngsaeng sonrió.

–No debería perturbaros. Después de todo, él le ha perdido y ahora es vuestro. Es algo que le ha hecho sufrir.

–¿Y a usted?

–¡Dios mío, alguien ha estado contándoos cuentos! Mucho me lo temía.

Por alguna razón, Sungmin no podía mantener su actitud enfadada. El joven parecía realmente amistoso, sus ojos pardos estaban llenos de compasión. No era una mala persona. Y sus amores con Kyuhyun se habían producido mucho antes de que Sungmin le conociera.

–No hay que pensar más en eso –dijo Sungmin, sonriendo.

–No voy a pensar. Y espero que usted haga lo mismo. Podéis tener la seguridad, mi querido, de que Kyuhyun nunca se sirve dos veces el mismo plato.

Sungmin, un poco escandalizado, no pudo evitar una carcajada.

–Lo expresáis de una manera pintoresca.

–Es la verdad: a él no le interesan los lamentos de los jovenes de su pasado. Muchos han tratado de recobrarlo, pero no lo han logrado.

–¿Y usted? –preguntó Sungmin brutalmente.

–¿Yo? ¡Dios me libre! El no era para mí yo lo sabía. Quedé muy agradecido por la única noche que pasé con él. Ocurrió poco después de haberme quedado viudo, estaba a punto de volverme loco y Kyuhyun me ayudó a ver que la vida no había terminado para mí, después de todo. Siempre se lo agradeceré.

Sungmin asintió y Heo Youngsaeng le dio una palmadita en el brazo.

–No debéis preocuparos por nada de esto, querido. El ahora es vuestro para siempre.

Pero Kyuhyun no era de él y no lo había sido desde aquella noche de hacía casi un año. Le dio las gracias a al joven señor Heo y lanzó una mirada alrededor, buscando a Kyuhyun. No le vio; tampoco estaba en el comedor o en el salón de música. Sólo quedaba el invernadero de paredes de cristal. Hacia calor y estaba oscuro, pues sólo recibía luz de las lejanas ventanas del comedor. Había luz suficiente para ver hasta la fuente y nada más, para ver a Kim Jinhee, que había echado los brazos en torno al cuello de Kyuhyun.

–¿Estáis disfrutando de vuestro recorrido de la casa, lord Jinhee? –dijo Sungmin en voz muy alta, acercándose.

La voz hizo que se separaran. Jinhee tuvo la amabilidad de mostrarse confundido. Pero Kyuhyun no dio ninguna señal de arrepentimiento. Incluso enrojeció de cólera. Al notar su cólera, la indignación de Sungmin se convirtió en un dolor que le oprimía la garganta. Una puerilidad. El no había tenido intenciones de soltar a Jinhee.

Sungmin se dio la vuelta y se alejó a toda prisa. Kyuhyun gritó llamándolo, pero él aceleró el paso. Un libertino donjuanesco. ¿Cómo había podido ser tan estúpido... tan ingenuo... cómo se había permitido ilusionarse?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...