Amor en Altamar- Capítulo 19



Al ver que Hyunjoong se mostraba tan comprensivo con su tristeza, Donghae empezó a sentirse algo mejor y, ciertamente, mucho más optimista con respecto a la reacción de sus otros hermanos. Naturalmente, Hyunjoong atribuía todas sus lágrimas a Shang. Aún no quería comentar que sus pensamientos y sus emociones se centraban en otro hombre, cuyo nombre no había pronunciado jamás, salvo para explicar que era el capitán del barco en que había llegado a Jamaica.

Se sentía culpable al engañar a Hyunjoong. Más de una vez estuvo a punto de decirle la verdad. Pero no quería que volviera a enfadarse con él. Esa ira le había sorprendido de verdad. El era su hermano divertido, el que más bromeaba con él, el que nunca dejaba de animarlo. Y también esta vez lo había hecho, aunque, en realidad ignoraba el verdadero motivo de su angustia.


Ya se enteraría con el tiempo. Todos se enterarían. Pero la peor de las noticias podía esperar un poco más, hasta que la herida hubiera cicatrizado, hasta que supiera cómo reaccionaban los otros ante algo que ahora le parecía una nimiedad. Las auténticas discusiones vendrían dentro de un mes o dos, cuando exigieran saber de quien era el hijo que desfiguraba su cintura.

Por su parte, aún no estaba seguro de sus propias reacciones ante las consecuencias de su breve aventura. Estaba realmente asustado. Algo desconcertado pero... también contento. No podía negarlo. Era muy consciente de las dificultades a las que se tendría que enfrentar, pero aun así sus sentimientos se podían resumir en cuatro palabras: un hijo de Hyukjae.

¿Qué importaba lo demás? Era una locura. Debería de sentirse horrorizado ante la perspectiva de tener un hijo y criarlo sin un marido a su lado, pero no le importaba. Hyukjae no sería suyo jamás y, después de él, ya nadie podría sustituirlo. Lo amaba demasiado. Pero podía tener a su hijo y mantenerlo a su lado. Y eso era exactamente lo que pensaba hacer.

La certeza de estar gestando ese bebé ya le había levantado el ánimo cuando el Henecia entró en Long Island Sound, en el último tramo del regreso, tres semanas después de zarpar de Jamaica. Y cuando avistaron Bridgeport, se entusiasmó al sentirse de nuevo en casa, sobre todo en su temporada favorita, cuando el clima no era aún demasiado frío y los colores crepusculares del otoño persistían aún en todas partes. Pero su entusiasmo cesó al ver que había varios barcos de la Mokpo en el puerto, entre ellos tres que hubiera preferido ver en cualquier otro sitio...

Cubrieron en silencio el trayecto hasta la mansión de ladrillos rojos, situada en las afueras de la ciudad. Hyunjoong, sentado junto a él en el carruaje, lo cogía de la mano de vez en cuando para infundirle valor. Lo tenía firmemente a su lado, aunque no le serviría de mucho cuando tuviera que enfrentarse con los mayores. Hyunjoong nunca había podido defenderse de ellos más que Donghae, sobre todo cuando estaban de acuerdo entre sí.

Se había quitado las ropas de grumete, parcialmente culpables de la furia de Hyunjoong. Al menos, los otros tendrían un motivo de queja menos.

-Sonríe, Hae. No es el fin del mundo, ¿sabes?

Donghae le miró de soslayo. Hyunjoong comenzaba a encontrar cierta comicidad en la situación, cosa que Donghae no apreciaba en absoluto. Pero ese tipo de comentario era muy habitual en él. No se parecía en nada a los otros hermanos. Era el más desenfadado de la familia, el único que, después de ser derribado de un golpe, era capaz de levantarse riendo... cosa que ocurría muy a menudo cuando irritaba a Yunho o Kyujong.

Al recordar el mal humor de Yunho, respondió al comentario de Hyunjoong:

-Eso es fácil de decir, pero ¿crees que me dejarán dar alguna explicación antes de matarme? Yo lo dudo.

-Bueno, Seunghun no necesitará muchas explicaciones. Ese horrible acento inglés con el que hablas ahora ya te delata. Quizá te convenga dejar las explicaciones de mi cuenta.

-Te lo agradezco, Hyunjoong, pero si está Yunho ahí...

-Comprendo. Bueno, recemos porque haya pasado la noche en la taberna y no se entrometa hasta que Seunghun haya emitido su veredicto. Es una suerte que Seunghun esté en casa.

-¿Suerte? ¿Te parece una suerte?

-¡Chist! -murmuró él - Ya hemos llegado. Los cogeremos por sorpresa.

-A estas horas, alguien les habrá dicho que el Henecia está en puerto.

-Sí, pero no saben que tú venías en él. El elemento sorpresa, Hae, puede darte ocasión de hablar.

Tal vez habría sido así, si Kyujong no hubiera estado en el despacho con Seunghun y Yunho en el momento en que Donghae entró seguido por Hyunjoong. El menor de los hermanos lo vio primero y se levantó de un brinco.

Cuando terminaron con sus abrazos, sus bromas y sus incesantes preguntas, los dos mayores se habían recobrado ya de cualquier posible sorpresa y se le acercaban. A juzgar por la expresión de ambos, parecían a punto de liarse a golpes para decidir quién iba a ser el primero en ajustar cuentas con él.

Si Donghae tenía alguna esperanza de que sus hermanos no llegaran a castigarlo de verdad, la perdió al ver cómo se acercaban. Se apresuró a arrancarse de los brazos de Kyujong y lo arrastró hacia atrás, hasta ponerlo junto a Hyunjoong. Luego se escondió sabiamente tras ellos y asomó la cabeza por encima del hombro de Kyujong, lo cual no era fácil.

-¡Os lo puedo explicar! -gritó a Seunghun. Y luego, a Yunho -¡De veras!

Al ver que no se detenían Donghae se escurrió entre Kyujong y Hyunjoong para correr en línea recta al escritorio de Seunghun y utilizarlo como barrera. Al parecer, su huida enfureció aún más a Seunghun y a Yunho. Pero la escena siguiente despertó su propio genio: Hyunjoong sujetó a Yunho por un hombro para impedir que lo siguiera, y apenas logró esquivar un golpe como recompensa.

-¡Malditos, seáis los dos! ¡Es injusto...!

-¡Cállate, Hae! -gruño Yunho.

-¡No me voy a callar! No te debo explicaciones, Lee Yunho; al menos mientras Seunghun esté en casa.

Esta vez se detuvo, sí, aunque Donghae se quedó sin saber si era por la sorpresa de verlo enfrentarse con él por primera vez. Seunghun también se paró en seco. Los dos parecían alarmados.

-Deja ese jarrón, Donghae -aconsejó el mayor con mucha suavidad - Es demasiado valioso para malgastarlo contra la cabeza de Yunho.

-no creo que le importe mucho -replicó él, disgustado.

-Pues mira -balbució Yunho, con la misma suavidad - sí que me importa.

-Cielos, Hae -insistió Kyujong -no sabes lo que tienes en las manos. Obedece a Seunghun, ¿quieres?

Hyunjoong contempló la cara pálida de su hermano menor y la tensión que inmovilizaba a los otros dos. Después miró más allá, hacia su hermanito, que aún sostenía el jarrón como si fuera una cachiporra. Y de pronto estalló en una carcajada.

-¡Lo has conseguido, Hae, vaya que sí! -gritó alborozado.

Donghae apenas le dedicó una mirada de reojo.

-No estoy de humor para chistes, Hyunjoong -Y luego agregó -¿Qué es lo que he conseguido?

-los tienes encañonados, muchacho. Ahora te escucharán, no lo dudes.

Los ojos de Donghae volvieron a posarse con curiosidad sobre el mayor de los hermanos.

-¿Es eso cierto, Seunghun?

Este no sabía cómo tratarlo: si con severa insistencia o con suaves halagos. La inoportuna intervención de Hyunjoong resolvió las cosas.

-Estoy dispuesto a escucharte, sí, siempre que...

-Siempre que nada -interrumpió Donghae - ¿Sí, o...?

-¡Maldita sea, Donghae! -estalló finalmente Yunho- ¡Dame ese...!

-Cállate, Yunho -murmuró Seunghun - si no quieres que lo tire al susto. Y luego se dirigió a su hermano - Mira, Hae, no sabes lo valioso que es ese jarrón.

Donghae estudió el objeto, sin bajarlo. Era tan hermoso que le arrancó una pequeña exclamación. Tenía una escena oriental pintada en oro puro sobre blanco, con exquisitos detalles. Entonces comprendió perfectamente. Su primera reacción fue depositar esa bella pieza de porcelana antigua en el escritorio antes de que se le cayera accidentalmente.

Pero cuando la bajaba con cuidado, temeroso de que un simple aliento pudiera quebrar algo tan delicado, un suspiro de alivio colectivo le hizo cambiar de idea. Con una ceja enarcada, imitando a la perfección lo que tanto solía irritarlo de cierto capitán inglés, preguntó a Seunghun:

-¿Has dicho que era valioso?

Kyujong gruñó por lo bajo. Yunho giró en redondo blasfemando... Hyunjoong se limitó a reír entre dientes. Y en el rostro de Seunghun había un asomo de frustración.

-Eso es un chantaje, Donghae -protestó, apretando los dientes.

-En absoluto. Se trata de defensa propia. Además, no he terminado de admirar este...

-Nos has convencido, niño. Será mejor que todos nos sentemos. Así podrás apoyar mejor el jarrón.

-Eso ya me parece mejor.

Al hacer esa sugerencia, Seunghun no esperaba que Donghae ocupara su propio sillón, detrás del escritorio. Pero tuvo que tragarse su orgullo. El joven sabía que estaba abusando de su suerte, pero le resultaba embriagador tener a sus hermanos a sus pies; una sensación completamente nueva. Aunque probablemente tendría que conservar indefinidamente en las manos ese jarrón que tanto parecía preocuparlos.

-¿Podríais decirme por qué estáis tan enfadados conmigo? No he hecho otra cosa que...

-¡Viajar a Inglaterra! -exclamó Kyujong - ¡Nada menos que a Inglaterra, Hae! Es un criadero de diablos, y lo sabes muy bien.

-A mí no me ha parecido tan mal...

-¡Y solo! -agregó Seunghun -¡Te fuiste solo, por el amor de Dios! ¿Dónde estaba tu sentido común?

- Donghwa vino conmigo.

-El no es hermano tuyo.

-Oh, Seunghun, vamos. Sabes que él es como un padre para todos nosotros.

-Pero contigo se muestra demasiado blando. Haces con él lo que quieres.

Eso era innegable, y todos lo sabían. Sobre todo que jamás habría perdido la inocencia ni el corazón con un truhán inglés como Kim Hyukjae si en vez de ir en compañía de Donghwa lo hubiera hecho con cualquiera de sus hermanos.

Ni siquiera habría conocido a Hyukjae. No habría experimentado aquella felicidad... ni ese infierno. Y no habría un bebé descansando bajo su corazón, lo cual iba a provocar el mayor escándalo que Bridgeport hubiera conocido jamás. Pero era inútil pensar en lo que habría debido ser. Y con toda franqueza, no se lamentaba de que las cosas hubieran resultado así.

-Quizás he sido un poco impulsivo...

-¡Un poco! -intervino Yunho otra vez, nada sosegado.

-Bueno, tal vez muy impulsivo. Pero ¿acaso no tenía motivos importantes para viajar?

-¡En absoluto!

Seunghun agregó lo suyo:

-No hay explicación que pueda compensar lo preocupados que nos has tenido. Eso ha sido imperdonable, egoísta...

-¡Pero no teníais por qué preocuparos! -exclamó él, a la defensiva - Ni siquiera habríais debido saber de mi viaje hasta mi regreso. Yo habría debido llegar a casa antes que ninguno de vosotros. Y a propósito, ¿qué hacéis todos aquí?

-Es una larga historia, relacionada con el jarrón que tienes en las manos. Pero no cambies de tema, niño. No tenías nada que hacer en Inglaterra, pero allí fuiste. Sabiendo que nos opondríamos, sabiendo con toda exactitud los sentimientos que nos inspira ese país en concreto... sin importarte nada de eso, tuviste que ir allí.

Hyunjoong había escuchado lo suficiente. Al ver que Donghae encorvaba los hombros bajo esa carga de acusaciones, su instinto protector salió a la luz.

-Tienes toda la razón, Seunghun, pero Hae ha sufrido demasiado. No necesita que vosotros tres lo hagáis sufrir más.

-¡Lo que necesita es una buena paliza! -insistió Yunho - Y si Seunghun no se la da, créeme que lo haré yo.

-¿No te parece que es ya un poco mayor para eso? -matizó Hyunjoong, pasando por alto que él había sido de la misma opinión al encontrarlo en Jamaica.

-Los jovenes nunca son demasiado mayores para recibir una paliza.

Las imágenes suscitadas por esa gruñona respuesta hicieron que Hyunjoong sonriera de oreja a oreja, arrancaron a Kyujong una risita entre dientes e hicieron poner los ojos en blanco a Seunghun.

Por el momento, todos habían olvidado la presencia de Donghae en la habitación. Pero allí estaba, escuchando esas ridiculeces, y ya no se sentía acobardado, por el contrario, estaba tan irritado que habría estrellado el precioso jarrón contra la cabeza de Yunho.

Hyunjoong intervino en su defensa:

-Los jóvenes en general, de acuerdo. Pero los jóvenes hermanos pertenecen a otra categoría. ¿Y qué es lo que te tiene tan acalorado, a fin de cuentas?

Como Yunho se negó a responder, lo hizo Kyujong.

- Yunho llegó ayer a puerto; pero en cuanto le contamos lo que había hecho Hae, hizo preparar su barco, decidido a salir esta misma tarde... rumbo a Inglaterra.

El joven dio un respingo. Le extrañaba tanto que no podía creerlo.

-¿De veras ibas a buscarme, Yunho?

La pequeña cicatriz que su hermano tenía en la mejilla izquierda parecía latir. Obviamente, a él no le gustaba confesar que se preocupaba por él tanto o más que los otros, por lo que se negó a contestar. De todas maneras, Donghae tampoco necesitaba respuesta.

-Vaya, Lee Yunho, es lo más bonito que podías hacer por mí.

-Oh, diablos -gruñó él.

-No te avergüences -sonrió Hae - Aquí sólo estamos lo de la familia. Que no seas tan frío y tan duro como te gusta hacer creer sólo quedará entre nosotros.

-Te voy a dejar lleno de cardenales, Hae; te lo prometo.

Donghae no se tomó en serio esa advertencia, quizá porque ya había desaparecido su acaloramiento. Se limitó a mirarlo con una tierna sonrisa, como diciendo "Yo también te quiero". Después de un largo silencio, Kyujong preguntó a Hyunjoong:

-¿Qué has querido decir con eso de que Hae ya había sufrido demasiado?

-Encontró a cu querido Shang, por desgracia.

-¿Y?

-Que no esté aquí, ¿no te sugiere nada?

-¿Quieres decir que lo rechazó? -preguntó Kyujong incrédulo.

-Peor que eso – Hyunjoong - Hace cinco años que está casado.

-¡Pero qué grandísimo...!

-¡...pedazo de inútil...!

-¡...hijo de perra!

Donghae parpadeó ante esa cólera renovada, esa vez en su favor. No se lo esperaba, aunque era previsible sabiendo cuánto lo protegían. Imaginó lo que dirían de Hyukjae cuando llegara el momento de la gran confesión. No soportaba pensar en ello.

Mientras cada uno lo compadecía a su modo, entre expresivos insultos, el tercero de los varones entró en la habitación.

-Todavía no me lo creo -dijo, atrayendo la sobresaltada atención de todos - los cinco en casa al mismo tiempo. Demonios, hace unos diez años desde la última vez.

-¡Yoochun! -exclamó Seunghun.

-¡Caramba, Yoochun, has debido de llegar pisándome los talones! -comentó Hyunjoong.

-Más o menos. -El recién llegado rió entre dientes - Te vi frente a la costa de Virginia, pero volví a perderte de vista. -Luego volvió su atención a Donghae, sorprendido de verlo sentado tras el escritorio de Seunghun - ¿No me saludas, tesoro? ¿Sigues enfadado conmigo por retrasar tu viaje a Inglaterra?

¿Enfadado? De súbito se puso furioso. Era muy típico de Yoochun conceder poca importancia a los sentimientos de su hermano.

-¿Mi viaje? -dio la vuelta al escritorio, con el jarrón bajo el brazo, tan enfadado que ni siquiera recordaba tenerlo allí - Yo no quería ir a Inglaterra, Yoochun, te pedí que fueras por mí. Te rogué que lo hicieras. Pero no quisiste, ¿verdad? Mis pequeñas preocupaciones no eran tan importantes como para alterar tus condenados planes.

-Anda, Hae -repuso él, con su serenidad habitual - Ahora estoy dispuesto a ir, y si quieres, te llevaré conmigo.

-Ya ha hecho el viaje -le informó Hyunjoong con sequedad.

-¿Qué viaje? ¿Adónde?

-A Inglaterra. Ida y vuelta.

-¡No puede ser! -Los ojos Yoochun volvieron a Donghae, encendidos de preocupación - No puedes haber cometido esa tontería, Hae...

-¿Qué no? - lo interrumpió él, con aspereza. Pero de pronto se le llenaron los ojos de lágrimas - Es culpa tuya que yo esté... esté... ¡aquí!

Le arrojó el jarrón y salió corriendo avergonzado de llorar por un inglés sin corazón llamado Kim Hyukjae. Apenas había dado dos pasos empezó un gran jaleo. Pero no era por sus lágrimas; salvar el dichoso jarrón continuaba siendo un asunto de gran importancia.

Yoochun atrapó en el aire el jarrón que él le había arrojado, pero no antes de cuatro hombres adultos cayeran a sus pies, en un esfuerzo por salvarlo si él no lo hacía.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...