Amor en Altamar- Capítulo 25



-No irás a creer que eso te dará resultado otra vez, ¿eh?, Hae?

Donghae, que estaba intentando forzar el cajón del escritorio de Seunghun, asomó la cabeza. Hyunjoong, de pie ante él, lo miraba fijamente. Kyujong, a su lado, parecía desconcertado por la pregunta de su hermano.

El joven se levantó lentamente, furioso por haber sido descubierto. ¡El los creía a todos acostados, maldición! Y Hyunjoong, demasiado perceptivo, había adivinado sus intenciones. De todas formas, intentó plantarle cara:

-No sé a qué te refieres.

-Claro que sí, tesoro -sonrió su hermano - Aunque logres apoderarte de él, ese jarrón no tiene importancia comparado con lo que ese inglés hizo contigo. Yunho preferiría sacrificar la pieza antes que dejar en libertad al capitán Kry.

-No me gusta que lo llames así -comentó él, dejándose caer en la silla del escritorio.

-¿He oído bien? -preguntó Kyujong- ¿Quieres que ese canalla salga en libertad, Hae?

Donghae alzó el mentón.

-¿Y qué? Ninguno de vosotros ha tenido en cuenta que Hyukjae ha venido por mí. De lo contrario, tú y Yoochun no lo habríais reconocido y en estos momentos no estaría encerrado en el sótano. ¿Crees que mi conciencia soportaría verlo juzgado y sentenciado a la horca?

-Puede ser que lo absuelvan, si Yoochun se sale con la suya -señaló Kyujong.

-No quiero correr el riesgo.

Hyunjoong frunció la frente, pensativo.

-¿Lo amas, Hae?

-¡Qué tontería! -resopló él.

-Gracias a Dios -el suspiro de su hermano fue muy audible- Francamente, creía que habías perdido la cabeza.

-Bueno, en todo caso -replicó Donghae - le he recuperado, por suerte. Pero aun así, no quiero que Yunho y Seunghun se salgan con la suya.

-A Seunghun le importa muy poco que sea el infame Kry -aseguró Hyunjoong- Sólo quiere que no vuelva a poner los pies en nuestra casa. No le perdona que haya podido con él.

-También os ha derrotado a vosotros, pero no por eso os he oído pedir la horca.

Kyujong rió entre dientes.

-Pero Hae... no lo entiendes. ¿No te has fijado en lo bien que pelea? Está mucho más entrenado que nosotros. Cuando luchas contra alguien más experto no hay por qué avergonzarse de perder.

Hyunjoong se limitó a sonreír.

-Kyujong tiene razón. Habría mucho que admirar en él, si no fuera tan... tan...

-¿Antipático? ¿Insultante? ¿Despreciativo en todos sus comentarios? – Donghae estuvo a punto de reír - Lamento ser yo quien lo diga, pero ésa es su actitud constante, hasta con sus amigos más íntimos.

-A mí me volvería loco -exclamó Kyujong- ¿Cómo lo soportabas?

Donghae se encogió de hombros.

-Cuando te acostumbras, llega a resultar divertido. Pero es una costumbre peligrosa; simplemente, no le importa irritar a quien no debe... como esta noche. Pero a pesar de su comportamiento, sus delitos pasados y todo lo demás, no creo que hayamos jugado limpio con él.

-Bastante limpio -insistió Kyujong- teniendo en cuenta lo que él te ha hecho a ti.

-No hablemos de mí, por favor. No se ahorca a un hombre por seducir a un joven, si no, vosotros dos habríais estado más de una vez en serias dificultades. –Kyujong tuvo la decencia de ruborizarse, pero Hyunjoong se limitó a esbozar una furiosa sonrisa - Lo expresaré de otro modo - continuó Donghae, clavándole una mirada de disgusto - no me importa que haya sido pirata; no quiero que lo ahorquen. Y tampoco había que implicar a su tripulación en todo esto. En este punto, Hyukjae tiene razón.

-Tal vez, pero no sé qué puedes hacer tú al respecto -replicó Kyujong- Lo que tú pienses no alterará en absoluto la actitud de Yunho.

-Es cierto -añadió Hyunjoong- Será mejor que te acuestes y reces para que todo se arregle.

-no puedo -repuso, sencillamente, hundiéndose en la silla.

Empezaba a sentir otra vez ese pánico insidioso que había llevado hasta allí para intentar medidas desesperadas. Se obligó a reprimirlo. Nada ganaría con el pánico. Tenía que pensar. Y entonces se le ocurrió, mientras miraba a sus dos hermanos menores, que iban hacia el armario de los licores. Probablemente para eso habían bajado al despacho. No era extraño que necesitaran un poco de ayuda para dormir; después de todo, estaban llenos de magulladuras. Donghae trató de no pensar en el estado de Hyukjae, que había resultado mucho más castigado en la trifulca. Comenzó por establecer los hechos.

-Ahora Hyukjae es vuestro cuñado. Todos vosotros os encargasteis de eso. ¿Queréis ayudarme?

-¿Quieres que arrebatemos la llave a Yunho? -preguntó Hyunjoong, muy sonriente- La idea me atrae mucho...

Kyujong, que estaba bebiendo un poco de coñac, se atragantó.

-¡Ni se te ocurra!

-No es eso lo que estaba pensando -aclaró Donghae - No hay motivos para que ninguno de vosotros se enemiste con Yunho. Más aún, él no tiene por qué enterarse de lo que hagamos.

-Supongo que podríamos romper sin mucha dificultad ese viejo candado del sótano-estimó Hyunjoong.

-No, eso tampoco serviría -rechazó Donghae – Hyukjae no se irá sin su tripulación ni sin su barco, pero no está en condiciones de liberarlos. Tal vez él crea que sí, pero...

-¿Y tú quieres que lo ayudemos también con eso?

-Exactamente. Furioso como está, no creo que aceptara vuestra ayuda. Trataría de hacerlo todo solo y volverían a atraparlo. Pero si consiguiéramos liberar primero a su tripulación, a ellos les resultaría fácil rescatar a Hyukjae y devolverlo a su nave. Por la mañana ya habrían huido. Yunho creería que sus hombres habían dejado escapar a dos o tres y que éstos, a su vez, habían liberado al resto.

-¿Y qué haremos con los guardias que Yunho ha dejado a bordo del Opera? Ellos le dirán exactamente quién tomó el barco.

-No, si no reconocen a nadie -repuso Donghae, confiado- Os lo explicaré en el trayecto. Dadme unos minutos para cambiarme de ropa.

Pero mientras daba la vuelta al escritorio, Hyunjoong lo tomó del brazo para preguntarle con suavidad:

-¿Te irás con él?

No hubo vacilación ni emotividad en la respuesta:

-No. El no me quiere.

-Creí haber oído algo diferente...

Los rasgos de Donghae se torcieron en una mueca de rabia al recordar lo que Hyukjae había dicho ante todos: sería bueno como amante.

-Permíteme expresarlo de otro modo: él no quiere un esposo.

-Bueno, eso es indiscutible. De cualquier modo, ni Seunghun ni Yunho te dejarían ir. Aunque te hayas casado con él, te aseguro que no ha sido con la intención de permitirte compartir su vida.

Donghae no pudo negarlo. Tampoco deseaba vivir con Hyukjae. Había dicho la verdad al asegurar que no lo amaba. Ya no, de veras. Y si se lo repetía con la suficiente frecuencia, acabaría siendo absolutamente cierto.


Cuarenta minutos después, los más jóvenes de los Lee se encontraban en la pequeña bahía donde el Opera continuaba anclado. La tripulación de Yunho lo había capturado fingiendo una visita oficial del capitán de puerto; Xian Junsu no pudo hacer gran cosa, pues no sabía si Bridgeport tenía jurisdicción sobre aquella parte de la costa o no.

Por suerte, nadie había resultado herido. El engaño funcionó perfectamente y, cuando un buen número de tripulantes del TVQX hubo pasado al Opera, fue fácil hacerse con el dominio del desprevenido barco. Y como Yunho no había ordenado a sus hombres trasladar a Bridgeport la presa ni los prisioneros, simplemente encerraron a éstos en su propia bodega. El TVQX regresó luego a puerto con casi toda su dotación, dejando el navío capturado un pequeño contingente para custodiar a los prisioneros.

Como todo lo sucedido había sido realizado de barco a barco, Donghae tenía la esperanza de que Hyukjae, al desembarcar, hubiera dejado en la costa algún esquife que ellos pudieran usar para alcanzar la nave. Tras diez minutos de búsqueda resultó evidente que el capitán se había limitado a ordenar que lo dejaran en tierra.

-No había imaginado que tendríamos que nadar a medianoche como parte de este absurdo plan. Estamos en pleno otoño, por si no te has dado cuenta. Se nos van a congelar los... ya me entiendes, Donnie.

Donghae frunció el ceño ante el nuevo nombre que sus dos hermanos le dieron cuando lo vieron bajar las escaleras vestido con sus viejas prendas de chico, que Hyukjae había tenido la consideración de devolverle. Y parecía que se había familiarizado con el nuevo tratamiento. Hyunjoong llegó a abochornarlo de verdad con su comentario "La verdad, no me gustas con esos pantalones, ahora que tu inglés ha señalado qué partes pueden admirarse fácilmente cuando te los pones".

-No sé de qué te quejas, Kyujong -replicó irritado - Habría sido mucho más difícil si el barco estuviera en puerto. Allí tendríamos que medirnos con los hombres de guardia de todas las naves, no sólo con los de Yunho.

-En tal caso, hermanito, nunca habría aceptado participar en esto.

-Bueno, pues lo hiciste. Con que quítate los zapatos y acabemos de una vez. Estos hombres necesitan contar con alguna ventaja, por si Yunho comete la ridiculez de perseguirlos.

-Yunho podría sentirse justificado en lo que respecta a tu capitán -señaló Hyunjoong- pero no es un suicida. Esos cañones que asoman por las troneras no son de juguete, tesoro. ¿Y Kry asegura haberse retirado?

-Es difícil romper con una vieja costumbre, supongo -alegó Donghae; estaba convirtiéndose en un hábito para él salir en defensa de Hyukjae - Además, navegaba por las Indias Occidentales, donde aún rondan los piratas.

Esa lógica arrancó risas ahogadas de sus dos hermanos y un comentario de Hyunjoong.

-Esto sí que es bueno, un ex pirata que teme ser atacado por sus antiguos camaradas.

Los recuerdos de Donghae confirmaban que eso era cierto, pero se limitó a decir:

-Si no os dais prisa, podéis quedaros con los caballos. Iré solo.

-Por Dios, Seunghun tenía razón -comentó Hyunjoong a su hermano, mientras brincaba con un pie para quitarse la bota del otro - Se ha vuelto autoritario... ¡Oye, Hae, no se te ocurra ser el primero en trepar por ese cable!

Pero él estaba ya en el agua; los hermanos tuvieron que darse prisa para alcanzarlo. No tardaron mucho, pues ambos eran estupendos nadadores, y pronto los tres se deslizaban por la superficie de la bahía. Diez minutos después llegaron cerca del barco y nadaron a su alrededor, en busca del cable del ancla que usarían como escala para trepar a bordo.

El plan original incluía el uso del esquife de Hyukjae; pensaban aproximarse sin ningún disimulo al barco, asegurando que habían encontrado a otro tripulante del Opera en la ciudad y que lo traían para encerrarlo con los otros.

Donghae se habría encargado de hablar con los hombres de guardia, pues era el menos conocido de los tres para los hombres de Yunho. Hyunjoong debía mantenerse entre ambos y Kyujong fingiría ser el prisionero. En cuanto Donghae se acercara lo suficiente a uno de los guardias, agacharía la cabeza para permitir que Kyujong lo golpeara. Muy sencillo. Pero como a nadie se le podía ocurrir llevar un prisionero a nado, tuvieron que rechazar el plan, y como no permitían que Donghae tomara parte en la toma de la cubierta, permaneció en el agua en una tensa espera, mientras sus hermanos desaparecían por encima de la borda.

Aguardó, pero con creciente impaciencia. Transcurrían los minutos sin que tuviera modo de saber qué estaba ocurriendo arriba. La falta de ruidos resultaba alentadora, pero ¿qué podía oír, en realidad, con el chapoteo del agua y las orejas cubiertas por la gorra de lana? Al no tener nada que lo distrajera, no pasó mucho tiempo sin que se le disparara la imaginación.

¿Habría tiburones en la zona? ¿No era un tiburón lo que había pescado uno de sus vecinos el año anterior, costa arriba? La sombra del barco le impedía ver nada en la superficie del agua, y mucho menos bajo ella.

Una vez imaginada la posibilidad, pasó apenas un minuto antes de que Donghae saliera del agua e iniciara el ascenso por el cable del ancla. No pensaba llegar hasta arriba. Le habían dicho que esperara, y habían cerrado la orden con la amenaza de un severo castigo si se le pasaba por la cabeza incumplirla.

No tenía intención de hacer enfadar a Kyujong y Hyunjoong, que tanto lo estaban ayudando. Pero su intención no tuvo en cuenta que sus manos no estaban hechas para colgar de un grueso cable. Apenas logró alcanzar la borda antes de que se le aflojaran los dedos. Y como a esas alturas estaba absolutamente seguro de que esas aguas estaban infestadas de tiburones, se sintió muy aliviado al pasar por encima de la borda en vez de caer a ellas... hasta que vio a diez o doce hombres que esperaban allí para saludarlo.

De pie en el charco de agua que iba formándose a sus pies, estremecido por el helado viento nocturno que fustigaba la cubierta, Donghae oyó una voz seca y despectiva que comentaba:

-¡Vaya, pero si es nuestro amigo Donnie! ¿Has venido a hacernos una visita?

-¿Sunnie? -exclamó Donghae al ver que el hombre hacia él para echarle un pesado abrigo sobre los hombros - Pero ¿qué hace en libertad?

-Con que sabes lo que ha pasado por aquí.

-Claro que... Pero no comprendo. ¿Habéis escapado por vuestra cuenta?

-Sí, en cuanto se abrió la escotilla. Esos compatriotas tuyos no son muy inteligentes, ¿verdad? No nos costó nada cambiar de sitio con ellos.

-¡Oh, Dios! ¿Les habéis hecho daño?

El frunció el entrecejo ante la pregunta.

-No más de lo necesario para arrojarlos donde ellos nos habían arrojado a nosotros. ¿Por qué?

-¡Porque vinieron para liberaros! ¿No les habéis dado oportunidad de explicarse?

-Ni por asomo -replicó él, con rotundidad - Por casualidad... ¿eran amigos tuyos?

-¡Sólo mis hermanos!

Sunnie rió entre dientes ante la airada respuesta del joven.

-Bueno, no ha ocurrido nada de especial. Seungin, ve a por los dos muchachos. Y esta vez pórtate bien con ellos. -Luego preguntó - Bien, Donnie, ¿serás tan amable de decirnos dónde está Hyukjae?

-Ah, es una historia bastante larga y andamos escasos de tiempo. ¿No preferirías que os lo explicara en el trayecto a la costa?

Fue su brusca intranquilidad, antes que sus palabras, lo que provocó la reacción de Sunnie.

-El capitán está bien, ¿no?

-Claro... sólo un poco magullado... Y necesita ayuda para salir de un sótano cerrado con llave.

-Con que cerrado con llave, ¿eh? –Sunnie se echó a reír, cosa que acrecentó el enfado de Donghae.

-No creo que sea divertido, señor Xian. Quieren juzgarlo por piratería -replicó abruptamente, con lo cual el alborozo del primer piloto cesó al instante.

-¡Se lo advertí, por todos los diablos!

-Bueno, habría sido mejor que lo hubiera atado a la cama. Todo esto no ha sido más que un error, todo culpa de Hyukjae... De él y de sus ostentosas confesiones.

Aunque insistió para que Sunnie se diera prisa, no por ello pudo evitar explicar el resto de lo sucedido por el camino. A sus hermanos los dejaron a bordo, por el momento, cosa que provocó la audible irritación de ambos muchachos. Pero Xian y sus hombres necesitaban usar los caballos.

Donghae montó con el primer oficial, que aprovechó la ocasión, tal como él se temía, para arrancarle hasta el último detalle. De vez en cuando interrumpía su relato con algún ocasional "¡Eso hizo!" o "¡No puede ser!", para concluir con un comentario furioso.

-hasta aquí tu historia es perfecta, Donnie; pero no pretenderás hacerme creer que Kim Hyukjae se ha dejado poner grilletes.

-no tiene usted por qué creerme –replicó - Después de todo, yo sólo soy su compañero de cadenas.

A partir de entonces no hizo el menor esfuerzo por convencerlo. Cuando llegaron a la casa, Sunnie seguía escéptico, pero a Donghae no le importaba. Para entonces estaba tan enojado que de buen grado habría rehusado mostrarles el camino al sótano, a no ser por miedo a que despertaran a algún criado por andar a tientas en la oscuridad.

Lo que lamentó fue haber esperado a que rompieran el cerrojo. A la luz de la única vela que había encontrado en la cocina, Hyukjae pudo ver quiénes eran sus salvadores, con excepción de él, que se mantuvo bien lejos de la puerta. De todas formas, aunque hubiera sabido que estaba allí, las palabras del capitán no habrían sido muy diferentes.

-¿Por qué te has molestado, viejo amigo? Merezco la horca, después de lo que me he dejado hacer.

Donghae interpretó aquel comentario como disgusto por su nuevo estado civil. Y Sunnie debió de pensar lo mismo.

-¿Con que es cierto? ¿Te has casado con el joven?

-¿Y tú cómo te has enterado?

-Hombre, me lo ha dicho el novio, por supuesto. –Sunnie se echó a reír antes de pronunciar la última palabra - ¿Puedo... felicitarte por...?

-¡Si se te ocurre hacerlo, me encargaré de que te resulte muy difícil decir una palabra más!
-bramó Hyukjae. Luego añadió -Así que lo has visto... y ¿dónde has dejado a esa pequeña zorra?

Sunnie miró a su alrededor.

-Estaba aquí mismo...

-¡Donnie!

El joven se detuvo en lo alto de la escalera, encogido ante aquel grito, que parecía un cañonazo. ¡Y él se quejaba de las atronadoras voces de sus hermanos! Apretando los dientes y con los puños cerrados, volvió a bajar la escalera con paso firme, decidido contribuir al griterío.

-¡Grandísimo idiota! ¿Quieres despertar a todos los de la casa solamente, o también a los vecinos? ¿Tanto te ha gustado el sótano que...?

Por desgracia, estaba ya junto a Hyukjae, que le tapó la boca con su mano sin contemplaciones. La sorpresa lo enmudeció por un momento. El capitán era rápido: antes de que el joven pensara siquiera en forcejear, la mano fue remplazada por un pañuelo, que resultó ser una mordaza bastante efectiva una vez enrollado a su cabeza.

Sunnie, que contemplaba toda la operación, no dijo una palabra, sobre todo al advertir que Donghae se limitaba a permanecer completamente inmóvil. Y la conducta de Hyukjae fue aún más interesante.

Habría podido pedir ayuda, pero no lo hizo. No soltó la cintura del joven ni siquiera para atar la mordaza, por lo cual tuvo que servirse de los dientes para ajustar el nudo. Y ese debió de dolerle, dada la cantidad de cortes y cardenales que mostraba su boca. Finalmente cargó al joven bajo el brazo y sólo entonces reparó en que Sunnie lo observaba.

-¡Bueno, es evidente que no podemos dejarlo aquí! -aclaró Hyukjae, irritado.

-Por supuesto... -asintió Sunnie.

-Daría la alarma.

-Desde luego.

-¡Tampoco es necesario que coincidas en todo conmigo!

-Claro que lo es. Por mis dientes, ¿sabes? Les tengo bastante cariño.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...