Atrévete a Amar- Capítulo 3



-¿Y bien, muchacho? ¿Qué tonterías piensas ordenar? ¿Te satisface? – Siwon estaba apoyado indolentemente contra el marco de la puerta contemplando a Minho, que examinaba se nueva habitación con evidente satisfacción.

-Demonios, tío Siwon, yo...

-Detente -dijo Siwon frunciendo el ceño-. Puedes llamar tío a mis hermanos, pero te agradeceré que me llames simplemente Siwon.

Minho sonrió. No estaba intimidado en absoluto.

-Es espléndido, Siwon. La habitación, la casa, tú. No puedo agradecerte lo...

-Pues no lo hagas, por favor -dijo Siwon - Y antes de que continúes alabándome debo advertirte que pienso corromperte, mi querido muchacho. Tu padre se lo merece por dejarte a mi cargo.

-¿Lo prometes?

Siwon debió reprimir la risa. El joven le había creído.

-No. Por Dios, ¿crees que deseo que Shindong me mate? De hecho armará un escándalo cuando sepa que Hyukjae te ha enviado a mi casa, en lugar de alojarte en la suya. No, te presentaré a ese tipo de jóvenes que tu padre ha olvidado que existe.

-¿Similares a Minnie?

Siwon frunció el ceño seriamente.

-Tú y yo nos llevaremos bien siempre que no pronuncies ese nombre. Maldición, eres como tu padre...

-Bueno, no puedo permitir que hables mal de mi padre, tío Siwon -dijo Minho muy seriamente.

Siwon avanzó y acarició los cabellos negros del joven, tan semejantes a los suyos.

-Compréndeme, cachorro. Amo a tu padre. Siempre lo he amado. Pero lo atacaré siempre que me plazca. Fue mi hermano antes de ser tu padre y no necesito que tú lo defiendas. De modo que tranquilízate. No hablaba seriamente.

Minho apaciguado, rió.

- Minnie, digo Min dijo que no eras feliz a menos que riñeras con tus hermanos.

-¿Ah, sí? Ese joven siempre ha sido una sabelotodo -respondió Siwon cariñosamente-. Hablando de él, me envió una nota hoy. Parece que está en la ciudad sin su vizconde y necesita un acompañante para un baile esta noche. ¿Te agradaría la tarea?

-¿Yo? ¿Lo dices en serio? -preguntó Minho, muy emocionado.

-Por qué no. Sabe que no soporto esas fiestas y no me hubiera hablado de ello si hubiera otra persona disponible. Pero Zhoumi ha llevado a su familia a SM esta semana para visitar a Shindong, y Kangin también está allí, de modo que sólo quedamos tú y yo. Somos los únicos Kim de la ciudad a los que puede persuadir, a menos que transmitamos la tarea a tu padre. Siempre que lo hallemos a tiempo. Puede que permanezca aquí esta semana, pero dijo algo respecto a reunirse con un viejo amigo...

-Raim -dijo Minho y sus negros ojos brillaron-. Trabaja en una taberna de...

-No me abrumes con detalles.

-De todos modos, no iría a un baile, ni siquiera para acompañar a su sobrino favorito. Pero a mí me fascinaría. Incluso poseo la ropa adecuada. Y sé bailar. Sinceramente. Sunnie me enseñó.

Siwon estuvo a punto de reír.

-¿Lo hizo? ¿Quién conducía a quién?

Minho sonrió.

-Nos alternábamos. Pero he practicado con rameras y no se han quejado.

Siwon no tenía la intención de preguntar qué otros tipos de prácticas había realizado, pues podía imaginarlas. Era obvio que tenía demasiados contactos con los desagradables amigos de su padre. ¿Qué haría con ese pícaro encantador? Algo debía hacer, pues Minho, gracias a su padre, carecía de virtudes sociales. Un caballero pirata (ya retirado) y un libertino desacreditado: dos buenos ejemplos para imitar. Quizás debía entregar al joven a sus primos cuando regresaran a Londres, para que le enseñaran los rudimentos.

-Estoy seguro de que Sungmin estará encantado de bailar contigo, muchacho, pero si dices que es una ramera, te tomará a golpes. Y te conoce bien, de modo que se alegrará de que lo acompañes. Tengo entendido que le agradas.

-Así es. Le caí simpático el día del secuestro.

-¿Debes recordármelo? Y sólo cuando supo quién eras te tomó simpatía. Dios mío, cuanto trabajo se tomó Hyukjae para vengarse del vizconde, para luego descubrir que Sungmin se había casado con él.

-Bueno, eso cambió todo.

-Naturalmente. Pero no debió arrastrarte en su deseo de venganza.

-Se trataba de una cuestión de honor.

-Ah, de modo que también sabes de cuestiones de honor, ¿no?, -dijo secamente Siwon - Entonces supongo que aún hay esperanzas para ti... siempre que eliminemos a las “rameras” de tu vocabulario.

Minho se sonrojó levemente. No era culpable de haber pasado los primeros años de su vida en una taberna, hasta que su padre descubrió su existencia y se ocupó de él. Sunnie, el primer compañero y mejor amigo de Hyukjae, corregía su lenguaje. Ahora aparecía otro dispuesto a corregirlo.

-Tal vez no sirva para acompañar...

-No vuelvas a tomar tan seriamente todo cuanto digo. –Siwon meneó la cabeza. -¿Acaso te hubiera sugerido que acompañaras a mi joven sobrino favorito si no te creyera capaz?

Minho frunció el ceño, pero por otro motivo.

-No puedo hacerlo. Demonios, ¿en qué estaría pensando? Por supuesto que no puedo. Si se tratara de otra persona... pero no. No puedo.

-¿Qué diablos estás diciendo?

Minho lo miró fijamente.

-No puedo llevarlo al baile si seré el único que lo proteja. ¿Qué ocurrirá si lo asedia alguien como tú?

-¿Cómo yo? –Siwon no sabía si reír o estrangular al mozalbete.

-Sabes a qué me refiero, Siwon, alguien que no acepta negativas. No se trata de que no atacaría al que se atreviera...

-Pero, ¿quién se dejaría impresionar por un joven de diecisiete años? -dijo Siwon frunciendo el ceño-. Maldición, no tolero estos condenados asuntos. Nunca pude ni podré. Pero estás en lo cierto. Supongo que deberemos llegar a una transacción. Tú lo acompañarás y yo lo vigilaré. Creo que el salón de baile está frente a un jardín, de modo que podré hacerlo sin aparecer directamente. Ello satisfará incluso a su sobreprotector marido. ¿Te parece bien, joven Galahad?

-Sí, siempre que sepa que estás allí y que intervendrás si surgen problemas. Pero, demonios, Siwon, ¿no te aburrirás toda la noche allí fuera en el jardín?

-Seguramente, pero supongo que puedo tolerarlo por una noche. No sabes cuál sería la alternativa si apareciese en una de esas reuniones y no hagas preguntas al respecto. Es lo que envenena mi vida, pero es la vida que escogí, de modo que no me quejo.

Y después de ese críptico comentario, Siwon dejó a Minho a solas en su nueva habitación.



-Y bien, querido, ¿me crees ahora? -murmuró Geunsuk, acercándose a Heechul por detrás.

Heechul estaba rodeado por un círculo de admiradores que no lo habían dejado ni un instante a solas desde que llegara al baile, el tercero en tres días.

Si alguien hubiera oído la pregunta la hubiera considerado perfectamente inocente. Si bien la mirada de los caballeros presentes retornaba una y otra vez a Heechul, que llevaba un traje color verde azulado, en ese momento estaban discutiendo amistosamente una carrera que tendría lugar al día siguiente. El había comenzado el tema para interrumpir la discusión previa, sobre quién bailaría con él a continuación. Estaba fatigado de bailar.

Afortunada o lamentablemente, Heechul no necesitó que Geunsuk le explicara la pregunta. La había formulado con mucha frecuencia en el transcurso de los últimos días, encantado de haber estado en lo cierto respecto a la acogida que tendría y de que Heechul hubiera estado equivocado. Disfrutaba del éxito de Heechul como si fuera propio.

-Te creo -suspiró Heechul, con la esperanza de que fuera la última vez que lo dijera- Te aseguro que sí. Pero ¿cómo habré de escoger entre tantos?

Geunsuk le dijo en un aparte

-No necesitas escoger a ninguno de ellos. Acabas de comenzar la cacería. Hay otros a los que aún no conoces. No tomarás una decisión a ciegas, ¿verdad?

-No, naturalmente; no tengo la intención de casarme con un perfecto extraño. Bueno, lo será en cierto modo, pero trataré de averiguar todo lo que pueda acerca de él. Deseo conocer a mi presa lo mejor posible para evitar errores.

-Tu presa, por Dios -dijo Geunsuk poniendo los ojos en blanco con gesto dramático- ¿Es así como lo consideras?

Heechul volvió a suspirar.

-Oh, no sé, Geunsuk. No importa cómo lo mires, parece algo tan calculado y frío, especialmente cuando ninguno de los que he conocido me ha atraído ni siquiera un poco. He de comprarme un marido. Esa es la verdad. Y si esto es todo cuanto hay para escoger, tengo la impresión de que no me agradará mucho el individuo. Pero en tanto cumpla los otros requisitos...

-Bah -dijo Geunsuk con severidad-. Te estás dando por vencido cuando la búsqueda apenas comienza. ¿Por qué estás tan deprimido?

Heechul hizo una mueca.

-Son menores, Geunsuk. El conde es de mi edad aunque actúa como si aún fuera un colegial. Maldición, me hacen sentir tan anciano. Pero el abuelo me previno. Dijo que debía buscar un hombre mayor, pero ¿dónde están? Y si me dices que todos están ya casados me pondré a gritar.

Geunsuk rió.

-Hee, te estás apresurando. Existe una buena cantidad de caballeros distinguidos; algunos son viudos, otros solteros que seguramente desearán dejar de serlo cuando te conozcan. Pero bien seguro deberé señalártelos. Eres un gran éxito. Si deseas un hombre mayor, deberás alentarlo un poco; hacerle saber que estás interesado en él... bueno, tú sabes qué quiero decir.

-Por Dios, Geunsuk, no tienes por qué ruborizarte. No me importa tomar iniciativas cuando es necesario. Incluso estoy dispuesto a exponer mi caso y proponerle matrimonio. No arquees las cejas. Sabes que lo digo seriamente y que lo haré si es preciso.

-Sabes muy bien que te será incómodo ser tan audaz.

-Quizás lo sería en circunstancias normales. Pero en éstas, no tengo muchas alternativas. No tengo tiempo para perderlo en un noviazgo formal, ni para aguardar a que se presente el hombre indicado. De modo que indícame cuáles son los candidatos más experimentados y te diré a cuáles deseo que me presentes. Ya he tenido suficiente con estos mozalbetes.

-Bien -dijo Geunsuk mirando a su alrededor-. Allá, junto a los músicos, el más alto. No recuerdo su nombre, pero tengo entendido que es viudo y tiene dos niños; no, tres. Debe de tener unos cuarenta y uno o cuarenta y dos años y me han dicho que es muy agradable. Tiene una gran propiedad en Kent, donde viven sus hijos, pero prefiere la vida de la ciudad. ¿Se acerca más a lo que deseabas?

Heechul sonrió ante el sarcasmo de Geunsuk

-Oh, no está mal. Me agradan sus sienes canosas. Ya que no puedo tener amor, exijo al menos buena presencia y es apuesto ¿verdad? Sí, puede ser. ¿Quién más?

Geunsuk lo miró, disgustado, pues tuvo la sensación de estar en un mercado escogiendo mercadería selecta, aunque Heechul no opinara lo mismo. Era desagradable la manera práctica y desaprensiva con que Heechul encaraba el asunto. Pero en realidad no era así.

La mayoría de los jóvenes tenían un padre o un tutor que se ocupaban de esas cuestiones, en tanto ellos se preocupaban tan sólo de las felices fantasías del amor eterno o, en los casos desdichados, de la ausencia del amor. Hee no tenía a nadie que se ocupara de las realidades del matrimonio, de modo que debía afrontarlas por si mismo, incluyendo los acuerdos financieros.

Geunsuk señaló otro caballero y luego otro más. Después de una hora Heechul ya los conocía a todos y había confeccionado una lista más restringida, más aceptable desde el punto de vista de la edad. Pero los menores insistían en asediarlo y en bailar con él una y otra vez. Si bien su popularidad contribuyó en gran parte a disminuir su ansiedad, también se estaba convirtiendo en una molestia.

Habiendo vivido largo tiempo recluido con su abuelo y los criados a quienes conocía desde toda la vida, Heechul había tenido muy poco contacto con caballeros. Los que conocía estaban habituados a él y a los que no conocía, no los trataba. A diferencia de Heejin, que percibía cuanto ocurría a su alrededor con rapidez y notaba el efecto causado por Heechul.

Había llegado a la conclusión de que, dada su edad avanzada, comparada con los otros jóvenes casaderos, debía conformarse con individuos sin perspectivas, e incluso con algún aventurero jugador o algún lord arruinado económicamente. Y, aunque se firmara un contrato matrimonial que le permitiera controlar la mayor parte de su fortuna, sería generoso. Podía serlo. Era tan rico que le producía incomodidad.

Pero, después de la primera fiesta a la que asistió con Geunsuk, se vio obligado a reconsiderar su situación. Había descubierto que toda clase de caballeros mostraba interés por él, aunque no conocían el monto de su fortuna. Los hombres mayores que figuraban en su lista tampoco eran pobres y todos parecían muy halagados por el interés que les demostraba. Pero, ¿estarían dispuestos a casarse con él? Eso aún no se sabía. La primera preocupación de Heechul era averiguar algo más acerca de ellos. No deseaba recibir sorpresas desagradables después de casarse.

En ese momento necesitaba un confidente y consejero; alguien que hubiera conocido a esos hombres durante varios años y le ayudara a reducir su lista. Geunsuk había vivido muy recluido y protegido desde que enviudara y no podía serle útil en ese sentido.

Personalmente, sólo conocía a los amigos de su marido y no podía recomendar a ninguno. Los hombres que había presentado a Heechul esa noche eran simples conocidos, sobre los que tenía una información muy vaga.

Las habladurías podrían ayudar, pero no eran de confianza, pues los antiguos chismes eran reemplazados por otros más recientes y no serían útiles en ese caso. Si Heechul tuviera otros amigos en Londres, pero Geunsuk era el único.

Desde el comienzo, Heechul había supuesto que la búsqueda de un marido sería un asunto difícil. Suponía que le provocaría grandes angustias, porque no contaba con el tiempo necesario para tomar una decisión muy meditada.

Por lo menos, esa noche estaba haciendo progresos, lentos pero efectivos. El viudo de las sienes canosas, había afrontado a los petimetres y le había invitado a bailar. Por desgracia, no fue una danza propicia para la conversación y sólo pudo averiguar que tenía cinco niños de su primer matrimonio (y no tres, como había dicho Geunsuk) y que no tenía interés en formar una nueva familia si alguna vez se volviera a casar. Heechul hubiera deseado saber cómo haría para evitarlo, pero él lo había afirmado rotundamente.

Era lamentable, ya que Heechul deseaba tener niños cuando se casara. Era lo único que le entusiasmaba del matrimonio. Deseaba tener hijos; no muchos pero dos o tres, o cuatro y eso estaba decidido. Tampoco podía aguardar mucho tiempo para tenerlos, dada su edad.

Si pensaba formar una familia, debía comenzar de inmediato. Eso debía quedar claro. No podía aceptar que le dijeran o .

Pero no tenía por qué eliminarlo de su lista aún. Después de todo, él no sabía que era uno de sus <>, de modo que seguramente no había considerado su pregunta sobre los niños como algo importante. Además, un hombre podía cambiar de idea. Si algo sabía acerca de los hombres, era eso.

Después de bailar con Heechul, lo llevó de nuevo junto a Geunsuk que estaba junto a la mesa con un joven que Heechul no conocía. Pero de inmediato comenzó a sonar la melodía de un vals y uno de sus pretendientes menores se acercó a él. Heechul gruñó audiblemente. Era demasiado. No pensaba dejarse pisar otra vez por ese torpe individuo.

-¿Qué ocurre, Heechul ? -preguntó Geunsuk.

-Nada... todo -respondió exasperado. Luego, sin tener en cuenta al extraño que aún no le habían presentado, dijo -No bailaré más con ese tonto. Juro que no lo haré. Fingiré desmayarme, pero eso podría causarte problemas, de modo que me ocultaré.

Riendo, miró a los jóvenes señores con gesto de conspiración y desapareció entre la multitud, dejando que ellos dieran las explicaciones del caso al persistente hombre.

Heechul se dirigió a una de las puertas que daban a la terraza y salió. Se cercioró de que nadie pudiera observarlo mientras contemplaba el amplio jardín que se extendía más allá de la terraza. Luego se inclinó para mirar hacia el interior y asegurarse de que no le siguiesen.
Volvió a mirar nerviosamente hacia atrás para asegurarse de que el jardín estuviera desierto. En apariencia, lo estaba.

Suspirando, Heechul se enderezó. Debió huir antes en dirección al jardín. El aire fresco fue un bálsamo para sus pensamientos, confundidos por las complejidades de su vida actual. Necesitaba estar a solas para tranquilizarse, al son de la melodía que salía por las puertas abiertas.

Cada puerta y cada ventana que daba al jardín dibujaba sobre la terraza de piedra rectángulos de luz dorada. Divisó un banco debajo de un árbol, en el extremo de la terraza que se unía al césped. Por lo menos, parecían las patas de un banco. La luz sólo iluminaba esa parte, pues una rama baja no permitía ver el resto. El resto de esa zona estaba en sombras a causa de tres gruesos árboles, a través de los cuales la luz de la luna no podía penetrar. Era perfecto. Podría apoyar los pies sobre el asiento y tornarse invisible para todo aquel que saliera. Sería agradable ser invisible durante un rato.

Experimentó la ansiedad de no llegar a tiempo. Sólo deseaba unos pocos minutos de soledad. El banco se había convertido en una necesidad esencial por motivos puramente emocionales. Entonces, de golpe, comprendió que no había hallado refugio alguno. El banco, su banco, ya estaba ocupado.

Permaneció de pie, inmóvil, mirando inexpresivamente lo que había parecido sólo una sombra en la distancia, pero que ahora resultaba ser la pierna de un hombre. El pie estaba apoyado en el asiento en el que Heechul había pensado tornarse invisible. Su mirada recorrió la pierna y comprobó que el hombre estaba en parte de pie y en parte sentado. Los antebrazos estaban apoyados sobre la rodilla flexionada; las manos laxas, con las palmas hacia abajo. Sus dedos eran largos y elegantes; detalles que se hacían evidentes por el contraste de su color claro contra el negro de los pantalones. La mirada de Heechul siguió ascendiendo y vio un par de anchos hombros, inclinados hacia delante, y la corbata blanca con el nudo flojo. Finalmente miró su rostro, pero, en la oscuridad, sólo vio una mancha gris de cabellos oscuros.

Estaba completamente oculto entre las sombras, donde él había planeado estar. Era sólo un conjunto de sombras negras y grises, pero estaba allí y era real y guardaba silencio. Se enfureció y deseó vengarse. Sabía que él extraño podía verlo claramente, iluminado por la luz que provenía de la casa y por la luna. Probablemente, lo había visto y no decía nada. No se movía. Simplemente, lo miraba.

Heechul se sonrojó. Su furia aumentó ante el silencio de él. Si hubiera sido un caballero hubiera dicho algo para que se sintiera menos incómodo; para hacerle creer que acababa de verlo, aunque no fuese así.

El prolongado silencio le hizo desear huir, pero hubiera sido demasiado. Heechul no sabría quién era él, en tanto que él le reconocería fácilmente.

Heechul se dispuso a preguntarle quién era; estaba decidido a insistir, incluso a arrastrarlo por la fuerza hacia la luz si fuera necesario. Tal era su furia. Las palabras no fueron necesarias; de hecho, se olvidó de ellas. En una de las habitaciones de la planta alta de la casa se encendió una luz y ésta se filtró a través de la copa de los árboles. Iluminó entonces la parte superior del cuerpo del hombre: sus manos, uno de sus hombros, su rostro.

Heechul no estaba preparado. Contuvo el aliento. Durante unos instantes su aturdimiento fue tan grande que no hubiera podido recordar ni su propio nombre.

Vio una boca que esbozaba una sonrisa; una mandíbula fuerte y arrogante. La nariz era aguileña. La piel estaba un poco bronceada por el sol, pero contrastaba con el cabello negro. Los ojos (que Dios protegiera de ellos a los inocentes) eran de un oscuros como la noche y levemente rasgados. Eran exóticos, hipnotizadores; enmarcados por pestañas negras y cejas finas. Eran imponentes, inquisidores, atrevidamente sensuales; cálidos, muy cálidos.

La falta de aire hizo reaccionar a Heechul, que volvió a la realidad. Inspiró lenta y profundamente y exhaló un suspiro. No era justo. Su abuelo se lo había advertido. No hacía falta que nadie le dijera nada. Lo sabía. Sabía que era uno de ellos, uno de los que <>. Era demasiado apuesto para no serlo.

Su enfado se disipó, reemplazado por la irritación. Heechul sintió la imperiosa necesidad de golpearlo por ser lo que era. ¿Por qué debía ser él? ¿Por qué el único hombre que le atrajo poderosamente debía ser el único tipo de hombre inaceptable para él?

-Me está mirando con descaro, señor. -¿De dónde había sacado eso, cuando el resto de sus pensamientos era tan caótico?

-Lo sé -dijo él sencillamente, sonriendo


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...