Atrévete a Amar- Capítulo 28



A la mañana siguiente, Heechul bajó con premura a las siete y media de la mañana. Sus mejillas aún estaban enrojecidas a causa de la mortificante experiencia de encontrarse con Hyukjae cuando salió de la habitación de Siwon, vestido tan sólo con su bata transparente.

Hyukjae todavía llevaba su ropa de etiqueta; por supuesto acababa de regresar de una noche de jolgorio y estaba abriendo la puerta de su dormitorio cuando Heechul lo vio y Hyukjae lo vió a él. Lo miró despacio, de arriba abajo y frunció el ceño con gesto divertidamente interrogante.

Demonios, Heechul se había sentido muy avergonzado y, con las mejillas encendidas, había entrado apresuradamente en su habitación. Cuando cerró con fuerza la puerta, oyó la carcajada de Hyukjae. Sólo deseaba acurrucarse debajo de las mantas de su cama y no volver a salir de allí.

Una cosa era que Hyukjae pensara que se había reconciliado con Siwon y compartía de nuevo su lecho y otra que viera que no era ése el caso, pues él aún dormía en un cuarto separado. ¿Qué pensaría Hyukjae? No debería importarle. Tenía demasiados problemas en qué pensar para preocuparse por lo que el hermano de Siwon pudiese pensar de su insólito comportamiento.

Uno de esos problemas era el de hallar las facturas de todas sus compras recientes, antes de que las hallara Siwon. Ahora comprendía que su deseo de provocarle problemas sólo por rencor era infantil. Y totalmente despreciable. Además, Siwon estaba demasiado enfadado con él para arriesgarse a encolerizarlo aún más, cosa que ocurriría si descubría la gran cantidad de dinero que había gastado en su nombre.

No tenía mucho tiempo. Aunque había dejado a Siwon durmiendo en el diván, él siempre se levantaba temprano para su cabalgata matinal. El deseaba estar fuera de la casa antes de que Siwon bajara. Ahora que Hyunsang ya no representaba un peligro y él podía salir con libertad, iría al banco y pagaría esas cuentas en persona.

Cuando llegara el momento de volver a encontrarse con Siwon, por lo menos tendría la conciencia tranquila respecto a eso. Luego meditaría sobre la forma de anular ese horrible convenio que había hecho con él, sin sacrificar su orgullo y sin decirle que aún no le había perdonado sus mentiras. En realidad, consideraba que sería imposible corregir la situación sin que su orgullo sufriera.

Entró en el estudio de Siwon para buscar las facturas. En el primer cajón había libros mayores y de contabilidad y en el segundo, correspondencia personal que no revisó. En el tercer cajón halló lo que buscaba y más aún. Estaba lleno de cuentas; algunas abiertas y otras no. Era típico de las clases acomodadas y no le sorprendió. Las cuentas solían ignorarse, en ocasiones durante meses, a veces indefinidamente, por lo general hasta que llegara el momento oportuno de pagarlas. Las suyas no habían sido abiertas. Lo comprobó con alivio al reconocer los nombres de los cinco comerciantes a los que había acudido.

Pero esta vez Heechul no pudo resistir la tentación de examinar el contenido del cajón. Una cuenta de quinientas libras de un sastre no le sorprendió, pero arqueó las cejas al ver una de un joven joyero por valor de dos mil. Otra por valor de treinta mil a nombre de un señor Simmons le produjo un gran asombro; y ni siquiera decía de qué se trataba. Y eran tan sólo tres acreedores de por lo menor veinte cuentas que había en el cajón.

¿Estaría Siwon endeudado? Demonios, y él había planeado aumentar sus deudas en forma considerable. Si hubiera abierto esas cuentas hubiera montado en cólera. Gracias a Dios, como el resto de su clase, había guardado todo, postergándolo para otro momento.

Mientras esté en el banco se ocuparía de transferir a una cuenta a nombre de Siwon los fondos que le correspondía de acuerdo con el contrato matrimonial. Después debería llevar a cabo la penosa tarea de explicárselo a Siwon, pues si no lo hacía, él nunca sabría que ese dinero estaba a su disposición. Y éste no era el momento de hablar con él de dinero. Otro maldito problema que le preocupaba.

-Hola.

Heechul se sobresaltó y ocultó las cuentas en el bolsillo de su chaqueta, por fortuna Minho no pudo ver qué estaba haciendo. Afortunadamente, estaba solo. Si hubiera sido Siwon, no hubiera tenido excusas para estar allí. Con Minho no las necesitaba pero incluso así estaba nervioso.

-Has madrugado –dijo Heechul, saliendo de detrás del escritorio y poniéndose el sombrero.

-Kangin vendrá a por mí. Iremos a una fiesta en la campiña que con probabilidad durará varios días.

Estaba muy alborotado. Deseó haber conocido a Siwon cuando era tan joven como Minho, a quien tanto se parecía. Pero dudaba de que Siwon hubiera sido tan transparente, ni siquiera a los diecisiete años.

-¿Tú padre lo sabe?

-Por supuesto.

Lo dijo con mucha rapidez y el instinto paternal de Heechul surgió de improviso.

-¿Qué clase de fiesta es ésa?

Minho le guiñó un ojo, lleno de entusiasmo.

-No habrá jóvenes señores, sino muchos jovenes.

-¿Sabe eso tu padre?

Él rió al ver su gesto reprobatorio.

-Dijo que tal vez asistiera.

Heechul se ruborizó. Si su padre lo aprobaba, ¿quién era él para entrometerse? El chico era lo bastante mayor para... bueno, Hyukjae seguramente pensaba que lo era. Pero sus hijos no saldrían con jovenes a los diecisiete años. El se encargaría de que así fuera... en el caso de que tuviera un hijo.

Suspiró y tomó su bolsó.

-Bien, que te... -No, no le diría que se divirtiese. No podía aprobar lo que estaba a punto de hacer, aunque su aspecto fuera el de un hombre adulto. -Te veré cuando regreses.

-¿Vas a salir? -preguntó él, preocupado-. ¿No hay peligro?

-Ninguno. – Heechul sonrió. -Tu tío se encargó de todo.

-Entonces te llevaremos. Kangin llegará muy pronto.

-No, un coche me aguarda y me acompañará un lacayo, aunque sólo iré al banco. Sé bueno, Minho -dijo al marcharse, mortificándolo.

El viaje hasta el banco no resultó tan breve como pensaba, pero, para exasperación de Heechul, aún era demasiado temprano. En su impaciencia por salir de la casa, no había pensado en la hora. En lugar de permanecer sentado allí, aguardando, ordenó al cochero que diera varias vueltas a la manzana, hasta que el banco abrió sus puertas.

Él trámite le llevó casi una hora, pues también abrió la cuenta de Siwon. Una suma de cien mil libras, además de un adicional mensual de veinte de acuerdo con el contrato, lo ayudaría a saldar sus deudas. Quizás no le agradecería esa dote, pero ésa era otra cuestión. La mayoría de los hombres lo haría. No sabía si Siwon era como la mayoría.

Al salir del banco Heechul se distrajo al ver a dos hombres riñendo a puñetazos; era algo que uno esperaba ver en los muelles pero no allí...

Su pensamiento fue interrumpido por un brazo que lo tomó desde atrás por la cintura y algo duro y punzante que se clavó en su costado.

-Nada de juegos esta vez, señor, o le demostraré qué afilado está esto.

Heechul no dijo una palabra. En el primero momento, a causa de la sorpresa y luego a causa del temor. A la luz del día y frente a un banco; era increíble. Y su coche estaba allí, amenos de un metro y medio de distancia. Pero le conducían por detrás del coche, mientras la riña que tenía lugar delante de él llamaba la atención de todos. ¿Habría sido organizada para distraer a los demás? Demonios, si esto era obra de Hyunsang... pero no podía ser. Había sido advertido por medio de la violencia. No se atrevería.

Le introdujeron dentro de un viejo coche, con cortinajes oscuros en las ventanillas. Heechul trató de levantarse del suelo, pero una mano ruda le empujó nuevamente hacia abajo.

-No me cree problemas, señor, y todo será más sencillo -dijo él introduciendo un trapo en la boca de Heechul y atando sus manos detrás de su espalda. Luego le miró los pies y decidió no correr riesgos. Ató una soga en torno a sus tobillos. Cuando sacó la daga de la bota de Heechul, rió - No tendrá otra oportunidad de usarla contra mi hermano.

Heechul gruñó en su interior. De modo que era uno de los hombres que había participado en su intento de secuestro. Un hombre de Hyunsang. Su primo debía estar demente para volver a intentarlo. Sabía que él estaba casado. ¿Qué demonios estaba haciendo? La idea que le asaltó le puso tenso. Ahora querría vengarse de Siwon por haberlo burlado.

El hombre salió del coche y lo dejó tendida en el suelo. Pocos minutos después el viejo vehículo comenzó a avanzar. Heechul se puso de costado para tratar de sentarse. La mordaza que le habían colocado estaba floja y comenzó a empujarla hacia fuera con la lengua. Casi había logrado sacársela cuando el coche se detuvo y oyó que el cochero decía:

-Es suficiente.

Un segundo después se abrió la puerta y entró otro individuo. Era al que había herido con su daga. Su labio sangraba y estaba jadeando. La distracción había sido planificada. Era uno de los pugilista, que con probabilidad había provocado una riña con un extraño para que nadie notase que el otro hombre se lo llevaba. Y él se había dejado llevar sin protestar, con un cuchillo apoyado en su cuerpo.

El tipo le sonrió al levantarlo y sentarlo frente a él. Volvió a ponerle la mordaza, meneando la cabeza, divertido. Por lo menos no deseaba vengarse por la herida que le había causado la vez anterior, o al menos, así lo parecía. Lo contemplaba, sonriendo. Al fin, rió.

-Dios, es usted una belleza. Demasiado para ese canalla que nos paga. – Heechul trató de hablar a través de la mordaza, pero fue en vano. -No lo intente. Creímos que jamás podríamos capturarlo, pero aquí está. Compórtese bien y no seremos rudos con usted.

Era la segunda vez que le advertían que no debía creara problemas. ¿Qué ocurriría si los creaba? Era una pregunta estúpida, ya que estaba atado de pies y manos y ni siquiera podía gritar.

Lo introdujeron en el edificio, cargándolo sobre el hombro. Antes de eso, habían aguardado que el otro hombre dijera que no había nadie a la vista. Heechul experimentó cierto optimismo. Lo llevaban a un sitio donde alguien podía pasar y preguntarles por qué lo trataban de esa manera. Sólo necesitaba dar un fuerte grito y sería rescatado.

En la posición en que se hallaba, con la cabeza hacia abajo, apenas vio una parte del edificio antes de entrar. Luego lo llevaron escaleras arriba. Pero en la acera de enfrente se veían casas con fachadas de ladrillo, que parecían pertenecer a una zona residencial de cierta categoría. ¿Sería ésa una casa de huéspedes? Era probable que ya no hubiera nadie a esa hora de la mañana.

¿De modo que Hyunsang se había instalado en una zona residencial de la ciudad? Eso explicaba que Siwon hubiera tenido tantos problemas para hallarlo, pues había pensado que estaría en un sitio semejante al cobertizo del muelle, adonde lo llevaran la vez anterior. Pero de nada le había servido hallar a Hyunsang. Y él, creyéndose seguro, había caído en la trampa. Demonios, despreciaba a Hyunsang por su terquedad escocesa al no darse por vencido.

Se detuvieron y alguien llamó a una puerta. Luego entraron y dejaron caer a Heechul en una silla. El gruñó; los brazos, atados a su espalda, le dolían terriblemente después del largo y lento viaje hasta allí. Pero olvidó su molestia y miró con furia a su alrededor, buscando a Hyunsang.

Cuando lo vio de pie junto a la cama, con una camisa en la mano, la maleta abierta sobre la cama como si estuviera empaquetando, lo miró fijamente, preguntándose quién sería. Pero el cabello color zanahoria...

Heechul hizo una mueca. Si no hubiera sido por el cabello, no lo hubiera reconocido. Lucía horrible. Tenía el aspecto de alguien que debería estar en cama y no empaquetando para marcharse. Dios, cómo lo había dejado Siwon. Su rostro estaba amoratado e inflamado; tenía un ojo negro, completamente cerrado y el otro, de color morado, apenas estaba abierto. Su nariz estaba hinchada y torcida. Sus labios estaban cubiertos por costras sanguinolentas. Tenía heridas en el rostro y en la frente, donde la piel se había desgarrado sobre el hueso.

No lo miraba. Contemplaba a los dos malandrines que lo habían llevado hasta allí, que a su vez lo miraban como si nunca lo hubieran visto. ¿Acaso no sabían que él había recibido una zurra? Demonios, ¿se trataba de un error?

Así era. Hyunsang arrojó la camisa con un gesto de furia, luego gruñó y apoyó sus manos sobre sus costillas. El movimiento brusco le produjo un intenso dolor. Los hombres permanecieron de pie, inmóviles, sin saber qué pensar.

Hyunsang se los dijo con voz ahogada por la ira. Apenas podía pronunciar las palabras a causa de sus labios inflamados.

-Idiotas. ¿El muchacho que envié no os entregó mi nota?

-¿Ésta? -dijo uno de los hombres sacando del bolsillo un trozo de papel-. No sabemos leer, señor -dijo, encogiéndose de hombros y dejando caer la nota al suelo.

Hyunsang gruñó.

-Esto me ocurre por contratar bodoques ingleses. -Señaló a Heechul con el dedo. -Ya no lo quería. Se ha casado con el maldito inglés.

En apariencia, los hombres creyeron que era gracioso y se echaron a reír. Heechul vio que lo poco que quedaba del rostro de Hyunsang de color normal enrojecía. Si no hubiera debido pasar por una situación indignante, también él lo hubiera hallado gracioso. No así Hyunsang

-Marchad; ambos.

Los dos hombres dejaron de reír.

-Después de que nos pague, señor.

El hombre empleó palabras respetuosas, pero su tono no lo era. En realidad, el individuo bajo y barbudo miró a Hyunsang con gesto amenazante. El hombre más alto que estaba a su lado hizo lo mismo. Hyunsang estaba callado y Heechul lo miró sorprendido. Ya no estaba encolerizado; tenía miedo. ¿Acaso no tenía dinero para pagarles?

La verdad era que Hyunsang apenas tenía el dinero suficiente para regresar a Escocia. Había contado con el dinero de Heechul para pagar a sus mercenarios. Pero todo el dinero había ido a parar a manos del inglés. No era justo. Y ahora estos dos probablemente le matarían. En su estado, ni siquiera podría defenderse.

Empujando la mordaza con la lengua, Heechul logró zafarse de ella.

-Desátenme y les daré su dinero... a cambio de mi daga.

-No lo toquen -ordenó Hyunsang.

Heechul furioso, se volvió hacia él.

-Cállate, Hyunsang. ¿Sabes qué hará mi marido contigo cuando se entere de esto? Si vuelve a tenerte entre sus manos quedarás mucho peor que ahora.

Los hombres repararon en el significado de , pero de todos modos escucharon a Hyunsang. Habían matado a algunos hombres, pero nunca habían lastimado a un joven. Este trabajo les había desagradado desde un comienzo y no lo hubieran aceptado si el escocés no les hubiera ofrecido lo que para ellos representaba una fortuna.

El alto se adelantó y cortó las ataduras de Heechul con la daga de Heechul. Luego se la entregó, pero retrocedió con rapidez para estar fuera de su alcance.

Heechul se sorprendió al comprobar que había resultado muy sencillo. Había estado en lo cierto al pensar que Hyunsang no tenía dinero. De lo contrario él les hubiera pagado antes de que lo liberaran de sus ataduras. Hyunsang se sentó en la cama, sosteniendo sus costillas y mirando a los tres con cautela.

-¿Cuánto? -preguntó Heechul, poniéndose de pie.

-Treinta libras, señor.

Heechul miró a su primo desdeñosamente.

-Eres tacaño, Hyunsang. Pudiste ofrecer un poco más a estos individuos tan eficientes.

-Pude hacerlo si te hubieran atrapado antes de que ese canalla se casara contigo -dijo él, colérico.

Heechul chasqueó la lengua, satisfecho de haber logrado dominar milagrosamente la situación que tanto temía. Tomó un puñado de dinero de su bolsa.

-Creo que esto será suficiente, caballeros.

Los dos hermanos miraron fascinados las cincuenta libras. Dirigieron la mirada a la bolsa de Heechul. El se puso tenso.

-Ni lo intenten -les advirtió-. Y si no desean terminar como él -dijo mirando a Hyunsang - no vuelvan a presentarse ante mis ojos.

Ambos sonrieron al joven que osaba amenazarles. Pero habían recibido una paga abundante. Si el escocés no hubiera estado tan maltrecho, lo hubieran golpeado por haberles insultado. Dadas las circunstancias, se dieron por satisfechos y después de inclinar las cabezas sonriendo, se marcharon.

Pero al llegar a lo alto de las escaleras, dejaron de sonreír. En ese momento subía el mismo caballero cuya casa habían estado vigilando durante los últimos diez días; el mismo que sin duda era el marido del joven. Su aspecto no era amenazador, ni siquiera los miró al subir los escalones, pero ninguno de los dos hermanos pudo dejar de pensar que el estado en que se hallaba el escocés era obra de ese hombre.

Uno de los hombres sacó su cuchillo, sólo para sentirse más seguro, pero lo ocultó contra su cuerpo. Si el caballero no hubiera actuado con tanta indiferencia, hubiera resultado peligroso. En realidad, había visto el cuchillo y se detuvo. Suspiró antes de hablar.

-Mierda. Venid hacia mí y acabemos de una vez.

Los hombres se miraron antes de que ambos atacaran al unísono. Pero el ataque no dio el resultado que ellos esperaban. El caballero se apartó un segundo antes de lo previsto y, apoyando la espalda contra el muro, extendió un pie. Uno rodó por las escaleras, y antes de que el otro comprendiera qué estaba ocurriendo, ya no tenía el cuchillo en la mano. Al ver que lo sostenía el caballero en la suya, corrió escaleras abajo, recogió a su amigo y lo arrastró fuera del edificio.

Arriba, en la habitación, Heechul se paseaba enfadado ante la mirada amargada de Hyunsang

-No existen calificativos para definirte, Yoon Hyunsang. Me avergúenza que seas de la familia. Nunca has estado a la altura.

-Y tú lo has estado, ¿verdad?

-Cállate. Por tu culpa estoy casado. Por tu culpa debí casarme cuando no era lo que deseaba, al menos no de esta manera.

-Y lo has perdido todo, ¿verdad, estúpido? -dijo él-. Y me alegra, ¿me oyes? Ya que no puedo poseer la fortuna de los Choi, por lo menos sé que él ha logrado quitártela.

Heechul se detuvo y lo miró con furia.

-¿De qué hablas?

-Él me dijo que había quemado tu contrato matrimonial -respondió Hyunsang con una mueca
similar a una risa-. Él muy canalla lo posee todo ahora y aunque muera, no lo recuperarás, porque lo heredará su familia. Qué lindo marido te has agenciado, primo.

Heechul estuvo a punto de reír, pero si Siwon se había molestado en urdir esa mentira, él no lo desmentiría. En realidad, era brillante pues hacía creer a Hyunsang que ya no le quedaba ninguna oportunidad.

-De todas maneras, lo prefiero a ti, primo.

Él trató de ponerse de pie, pero gimió y volvió a sentarse en la cama. Heechul, lejos de compadecerse de él, lo instigó.

-Debiste marcharte cuando aún podías hacerlo, Hyunsang. Si mi marido te encuentra aquí, te destrozará. Ya habrás comprobado que es un hombre con el que no se juega. Pero te lo mereces por haber intentado matarlo.

-Sólo estaba tratando de atemorizarlo para que te dejara. No sabía que ya estabas casado con él. Pero me golpeó por dispararle. Me dejó tendido en el suelo y no pude levantarme hasta esta mañana. -Pronunció esas palabras gimiendo. -Pero ya ves que iba a marcharme, de modo que no tienes por qué decirle nada a ese maldito espartano.

¿Espartano? Sí, quizás Siwon pudiese en ocasiones ser comparado con esos hombres. Su
autocontrol podía ser desesperante cuando se lo proponía. Sólo había que mirar a su primo y recordar que Siwon no había recibido ni un rasguño.

-No pensaba decírselo a Siwon; no si de verdad te marchas -dijo.

-Eres muy bondadoso.

El sarcasmo lo enfureció.

-Si esperas que te compadezca, lamento decepcionarte. No puedo hacerlo, después de todo cuando me has hecho. Trataste de lastimarme.

-Te amaba.

Esas palabras le provocaron una sensación de asfixia. ¿Era prosible? Lo había dicho muchas veces a lo largo de los años, pero nunca le había creído. ¿Por qué en esta ocasión sonaban sinceras? ¿O quizás su primo se había convencido a sí mismo de que era así?

En voz baja, temiendo la respuesta, Heechul preguntó:

-Si es verdad, dime qué pasó con mi madre. ¿Tú agujereaste su barco?

Él levantó la cabeza y luego, poco a poco, el resto del cuerpo que estaba tendido en la cama.

-¿Por qué no me lo preguntaste cuando sucedió, Heechul? ¿Por qué nunca me lo preguntó el viejo? No, nunca dañé su barco. Estaba en el lago buscando lombrices para poner en el guisado. No me acerqué a su barco.

-Pero, cuando te lo dijeron te horrorizaste.

-Sí, porque deseaba su muerte. Ese día me había golpeado. Pensé que mi deseo se había cumplido. Me sentí culpable.

Heechul sintió un malestar en el estómago. Durante todos esos años le habían culpado por algo que no había hecho. Y él sabía qué pensaban pero nunca se defendió; sólo alimentó su resentimiento. No le convertía en una persona grata, pero era inocente.

-Lo lamento, Hyunsang; soy sincero.

-Pero no te hubieras casado conmigo de todos modos, ¿cierto? Incluso sabiendo la verdad.

-No. Y no debiste tratar de obligarme a hacerlo.

-Un hombre hace cualquier cosa cuando está desesperado.

¿Por amor o por dinero? No lo preguntó. Pero pensó que quizás el testamento de su abuelo hubiera sido distinto si hubiese sabido la verdad. Aunque, en realidad, Heechul no lo creía.

Él siempre había despreciado la debilidad de Hyunsang, algo imperdonable para un hombre que tenía la fortaleza espiritual de su abuelo. Heechul no era tan implacable. Y debía liberar su conciencia por haberlo responsabilizado de la muerte de su madre, que ahora comprendía había sido un terrible accidente.

Le dejaría el dinero que tenía en su bolsa y con el cual pensaba pagar sus cuentas. No era mucho comparado con lo que él poseía, pero le serían útiles a Hyunsang. Y tal vez pudiera emplearlas para abrirse camino, en lugar de tratar de hallar siempre la senda fácil que le convertía en un ser más débil aún. Lo dejaría donde él pudiera hallarlo antes de marcharse.

-Te ayudaré a empaquetar.

-No deseo que me hagas favores.

Heechul ignoró su respuesta llena de amargura y fue hacia el tocador donde todavía quedaban algunas prendas. Las tomó y deslizó el dinero entre ellas antes de guardarlas en la maleta. Cometió un error al acercarse tanto a él. Hyunsang lo tomó por la cintura.

-Hee...

La puerta se abrió y él lo soltó. Heechul nunca supo qué había estado a punto de decirle. Deseaba pensar que se disculparía por todo cuanto le había hecho. Pero ya no importaba. Siwon estaba en la habitación.


1 comentario:

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...