Poco después, movido por la ira consigo mismo, y con
Heechul, Siwon entró en la villa con la sutileza de un policía en una redada.
Cerró de un portazo y Heechul salió corriendo del dormitorio.
–¿Qué ha pasado? –le preguntó, asustado.
Siwon vio la maleta a los pies de la cama y supo que llegaba justo a tiempo. Zhoumi había tenido razón. Unos minutos después se habría ido.
Empeñado en desvelar la verdad, caminó hasta él, lo arrinconó contra la pared y apoyó un brazo a cada lado, atrapándolo.
"Ahora intenta escapar. Inténtalo, princesa mía".
La intensidad de la ira que crecía en su interior era desbordante. Los ojos de Heechul se ensancharon.
–¿Qué ha pasado? –le preguntó, asustado.
Siwon vio la maleta a los pies de la cama y supo que llegaba justo a tiempo. Zhoumi había tenido razón. Unos minutos después se habría ido.
Empeñado en desvelar la verdad, caminó hasta él, lo arrinconó contra la pared y apoyó un brazo a cada lado, atrapándolo.
"Ahora intenta escapar. Inténtalo, princesa mía".
La intensidad de la ira que crecía en su interior era desbordante. Los ojos de Heechul se ensancharon.
–¿Qué diablos te ocurre? –exigió él.
Heechul intentó escabullirse pero él lo impidió. Se sentía como un animalito en una trampa, retorciéndose y jadeando para liberarse, pero consiguiendo solo que él lo apretara más.
–No vas a ir a ningún sitio –metió la mano entre su pelo oscuro, suave y sedoso–. No saldrás de esta habitación hasta que admitas cómo te sientes.
–¿Ahora mismo? Cansado de estar contigo.
–Mientes. Deseas esto tanto como yo… –apoyó la boca en la de él, transmitiendo toda su ira, desesperación y emoción con ese acto físico. Lo besó como si nunca lo hubiera hecho antes y no fuera a hacerlo nunca más, como si fuera el aire que le daba la vida, la sangre que alimentaba su corazón. El sabor dulce y cálido de su boca se le subió a la cabeza. Era como una droga peligrosa que lo invadía, transformando la ira en otro potente sentimiento.
Siwon era vagamente consciente de que Heechul había dejado de forcejear y se agarraba a su camisa, entreabriendo la boca bajo la de él. Fue como una llamarada que le hizo perder el control del todo. Lo alzó en brazos, sin pensarlo, y lo llevó a la enorme cama desde la que se veía la piscina privada y la suave curva de la playa al fondo. Un entorno idílico que ni vieron, cegados por la pasión.
El pantalón cayó al suelo, seguido por el pantalón y la camisa de Heechul. Después lo tumbó de espaldas. Solo los boxer de ambos se interponían, y no tardó en arrancárselo. Esa vez no iba a permitir que le escondiera nada, ni un milímetro de su ser. Lo cubrió con su cuerpo, dispuesto a utilizar su peso para retenerlo, pero Heechul se aferró a su cuello, buscando su boca. Como un hombre desfallecido, calmó su hambre en sus labios, que gimiendo y enredando los dedos en su pelo, exigía tanto como daba. Con la lengua en su boca, una mano moldeaba la curva de su mejilla mientras la otra acariciaba su pecho.
Los detalles se difuminaron mientras saboreaban, tocaban e incitaban. Era un encuentro salvaje, casi violento, y hubo un momento en el que, mientras rodaban enredados, ansiosos como animales, Siwon no supo si Heechul luchaba o lo animaba. Clavó los dientes en su hombro y éste emitió un sollozo que se transformó en gemido cuando Siwon introdujo una mano entre sus muslos. El primer dedo se deslizo en la húmeda entrada y Heechul se estremeció de placer.
Cuando introdujo el segundo, ya se podía apreciar una expresión de placer en el bello rostro de Heechul mientras que lo preparaba. Introdujo un tercer dedo y Heechul grito de placer arqueando su espalda dejando al descubierto su cuello, el cual Siwon no se resistió en probar y lo comenzó a besar mientras seguía moviendo sus dedos en su interior.
Lo tocó con destreza y su respuesta confirmó lo que había sospechado: estaba tan loco por él, como él por Heechul. Allí, en la situación más íntima, no podía esconderse de él.
Y él no podía esconderse de la verdad.
No quería un divorcio.
Quería a su esposo. Allí. En ese momento.
Para siempre.
Con un gruñido, Siwon descendió por su cuerpo y utilizó la boca para dominar a ese hombre que lo tenía hechizado. Lamió su miembro erecto trazando círculos diminutos, Siwon le succionaba presionando su miembro con los labios y con la lengua, para luego sacárselo de la boca y darle cortas lengüetadas, apenas insuficientes para calmar sus ansias de ese cuerpo que tan bien recordaba y extrañaba.
Las caderas de Heechul se movían intentando acelerar el ritmo. Desesperado tomó la cabeza de Siwon entre sus manos, obligándolo a seguir todos sus deseos, cada vez más profundo, más intenso sobre su miembro.
Siwon seguía con su labor, introduciéndose una vez más el miembro de Heechul en su boca, disfrutando plenamente de su sabor, mientras que poco a poco empezaba a acelerar el ritmo. Heechul estaba a punto de terminar. Su rostro enrojecido, su respiración agitada, el cuerpo tenso y la espalda arqueada lo anunciaban. Ahogando un gemido con su boca, agarro con firmeza el miembro de Heechul mientras se corría entre sus dedos, cubriendo su mano con su caliente semilla, sintiendo la carne aterciopelada de su entrada tensarse sobre sus dedos, hasta que Heechul gritó su nombre y estalló en mil pedazos.
Tentación y sensación. Se consideraba un hombre controlado, pero el control no existía con Heechul desnudo bajo él. Sin piedad ni pausa, lo llevó al clímax una y otra vez.
Después, no pudo aguantar más, se situó sobre Heechul, remplazó sus dedos por su miembro y lo penetró con una embestida de pura posesión. Espero a que se acostumbrara besándolo para que se distrajera del dolor.
Era suyo y siempre lo había sido.
La abrasadora pasión le hizo cerrar los ojos.
Sintió que el cuerpo de Heechul se tensaba y su mente se quedó en blanco. Siempre había sido así entre ellos, era mucho más que sexo. Era una unión que iba más allá de lo meramente físico. Fuera lo que fuera mal, el sexo siempre lo había solucionado. Olvidándolo todo menos el momento, lo penetró una y otra vez, haciéndolo suyo de todas las formas posibles.
Siwon comenzó a embestirlo lento y luego fue aumentando hasta encontrar el punto en que Heechul gritaba de placer, entonces tomó su miembro con una mano para masturbarlo al ritmo que llevaba con las embestidas. Al encontrar el punto exacto con el cual Heechul se perdía, lo penetro mas vigorosamente hasta hacerle terminar entre sus cuerpos. Poco después Siwon alcanzo a terminar dentro de Heechul gimiendo del placer que esto le había causado.
La explosión de placer fue la culminación de dos años de privación y abstinencia. Una tormenta destructiva que acabó con sus diferencias. Una y otra vez, en oleadas, sus cuerpos experimentaron algo cercano a la fusión sexual.
Al notar que Heechul lloraba, intentó despejarse de la pasión, pero el impacto de lo que habían compartido lo había debilitado; se sentía impotente para detener las lágrimas que surcaban sus mejillas y los sollozos incoherentes contra sus labios.
Para entender lo que decía, apartó la boca de la suya. -No puedo volver a hacer esto...-, creyó oír.
La emoción le oprimió el pecho y le cerró la garganta. Maldijo y lo apretó contra sí, en un gesto posesivo y protector.
Heechul tembló y sollozó, empapándole el pecho. Dos años antes lo habría consternado que alguien le dijera que lo complacería verle llorar. Pero sí sentía una alegría salvaje, primitiva, porque Heechul rara vez mostraba sus emociones. Que lo estuviera haciendo indicaba que se sentía debilitado y vulnerable, en ese estado podría persuadirlo para que hablara.
Tal vez fuera cruel aprovecharse. El ya lo había acusado de crueldad. Pero Siwon no era persona que se rindiera cuando era necesario hacer algo.
Le apartó el pelo húmedo del rostro y secó sus ojos. Su respiración era discontinua, jadeante, pero no había indicios de un ataque de asma. Eso era un alivio, porque no iba a permitir que nada, ya fuera volcán, terremoto o su propia conciencia, interrumpiera la conversación.
Hizo acopio de resolución y lo miró, no podía permitir que volviera a levantar sus barreras. Seguía dentro de él, aún duro, gracias al impresionante efecto que ejercía en él. Heechul tenía los ojos rojos e hinchados, y la boca amoratada por sus besos.
Era imposible una situación más íntima. Y él quería eso. Lo quería todo.
Todo lo que habían perdido, y mucho más.
Tomó su barbilla con la mano y giró su rostro para que lo mirara.
–Ahora dime que no estás enamorado de mí.
Heechul estaba conmocionado por el torrente de emociones y el impresionante sexo. Agotado física y emocionalmente, solo quería ponerse de lado y apoyar la cabeza en la almohada. Pero Siwon, sobre él y aguantando el peso en los codos, se lo impedía. Intentó apartarse, pero estaban entrelazados en todos los sentidos. Aún lo sentía en su interior, duro.
–No te muevas…
–Entonces muévete tú…
–No hasta que admitas lo que sientes… –su voz sonó ronca. Heechul lo conocía lo suficiente para saber que no cejaría hasta oírle decir lo que quería escuchar. Y no tenía ninguna intención de hacerlo.
–Pesas mucho. No puedo respirar.
Movió las caderas instintivamente, arrancando una maldición de los labios de Siwon.
–He dicho que no te muevas –inspiró profundamente y cerró una mano sobre su cadera, sujetándola e intentando no perder el control.
–Necesito aire fresco.
–Cobarde.
¿Era un cobarde? Decidió que no. Era fuerte. Había sobrevivido a una infancia que habría destrozado a la mayoría de la gente. Pero su cruda realidad le había enseñado una importante lección: la vida trataba de elecciones; y él había decidido elegir siempre lo mejor.
"¿Y qué haces en la cama de Siwon?".
Era una mala elección pero, en su descargo, Siwon solo le había dado milisegundos para pensarlo.
–Eres un hombre muy atractivo, Siwon, es innegable. Por eso hemos practicado el sexo.
–Lo he notado –esbozó una sonrisa de macho orgulloso. Movió el cuerpo lo justo para arrancarle un gemido–. ¿En qué te convierte eso?
–En un estúpido.
Él siguió sonriendo, aunque con cierta ironía.
–No eres estúpido, pero sí mentiroso, princesa. Y estás enamorado de mí.
–Eres un arrogante. El mundo no empieza y acaba en ti.
–Para ti sí. Admítelo –seguía teniéndolo atrapado. Heechul se retorció bajo él, pero al notar que la erección le aumentaba, se quedó quieto.
–Quítate de encima o te haré daño.
–Eres fuerte, pero yo lo soy más –farfulló él–. Dime por qué te marchaste. ¿Por qué no me gritaste y discutiste para arreglarlo?
–Porque no quería arreglarlo –no estaba acostumbrado a sentirse impotente, y con él le ocurría a menudo–. Eres un bastardo egoísta y no quiero pasar el resto de mi vida contigo. No estamos bien juntos.
–Tienes razón. Juntos estamos fatal –le susurró en los labios, seductor–. Puede que sea un bastardo egoísta, pero te quiero.
–Ya se te pasará –dijo Heechul. Él siempre sabía qué decir para desequilibrarlo. Lo derretía.
–Solo por curiosidad, ¿debajo de cuántos hombres gritas en una semana normal?
–Eres asqueroso.
–Pero sincero. Y puede que algo posesivo –concedió–, pero no me molesta que tú lo seas también. Creo que merece la pena luchar por lo que tenemos, por eso estoy aquí –atrapó su barbilla y la miró a los ojos–. Dilo. Di "te amo".
–¿Por el sexo? ¿Suponías que tu fantástica técnica actuaría como borrador mental? Ha sido un acto físico, Siwon. Sin significado emocional.
Siwon maldijo por lo bajo y se quitó de encima. Se tumbó de espaldas con gesto de frustración.
–Me vuelves loco, lo sabes, ¿verdad?
–Lo mismo te digo.
Aunque había querido que lo soltara, ya lo echaba de menos. Siempre habían dormido agarrados. El nunca había dependido de nadie, y su forma de dormir con Siwon lo había llevado muy cerca de saltarse esa norma.
En ese momento él se levantó, cómodo con su desnudez. Era un príncipe. Los músculos de su torso se contraían con cada movimiento, y Heechul sintió una respuesta física inmediata, a pesar de estar saciado.
Siwon giró la cabeza para mirarlo y él sintió la misma conexión que los había unido la primera vez que se vieron. Eso lo derritió por dentro.
–¿Por qué siempre convierten todo en un drama?
–¿Perdona? –la pregunta desconcertó a Heechul.
–Cometí un error –abrió las manos en lo que parecía ser un gesto de disculpa–. Debería haber estado allí, pero no estuve. ¿Por qué tiene que convertirse eso en una barrera insalvable? Fue desafortunado, sí, ¿pero renunciarías a todo solo porque un día tomé una mala decisión?
"¿Desafortunado?". La niebla de la mente de Heechul se despejó. Todo lo que se había ablandado volvió a endurecerse.
–Al menos admites que fue una mala decisión, supongo que es un principio –dijo, tembloroso.
–Si hubiera sabido que iba a afectarte tanto, es obvio que habría tomado otra decisión, pero el negocio caribeño estaba en una fase muy delicada.
"¿Delicada?". Heechul se vio en la cama del hospital, cuando le dieron la noticia. Siwon no tenía ni idea de por lo que había pasado, y él no se había molestado en contárselo porque ya era irrelevante.
–Estás diciendo que solo fue una mala decisión por cómo reaccioné. Si hubiera actuado como una tolerante esposo coreano, poner tu trabajo por encima de todo habría sido aceptable.
–Ese es nuestro hotel de más éxito. Si no hubiera ido ese día, habríamos perdido la puja.
–Así que estás diciendo que el negocio era más importante que yo, y que no te arrepientes porque te está dando buenos beneficios.
–¡Otra vez estás tergiversando lo que digo!
–No tergiverso nada. Lo veo todo muy claro.
–Ya está hecho. No tiene sentido recordarlo.
–Me alegra saber que no te fustigas por ello –dijo Heechul, seco–. Odiaría pensar que los remordimientos te quitan el sueño por la noche.
–Lo que digo es que anclarse en el pasado es un desperdicio de energía. No se puede cambiar.
–Cierto, pero puede utilizarse como indicador del comportamiento futuro. Se llama aprender de los errores. Algo que a ti no se te da bien, quizá porque el ego te nubla la visión –
Heechul saltó de la cama y fue hacia su maleta, abandonada en el suelo.
Horrorizado por lo cerca que había estado de dejarse seducir por un regreso al pasado, tiró de la cremallera. Siwon lo miraba, incrédulo.
–¿Qué diablos haces ahora?
–Irme. Es lo que intentaba hacer antes de que entraras aquí y utilizaras el sexo como arma.
–No utilicé el sexo como arma –su mirada se volvió oscura y peligrosa–. A no ser que te refieras a usarlo para cascar tu inexpugnable coraza.
–Llevo esa coraza para protegerme de gente como tú.
–Te amaba. Aún te amo –su voz se espesó–. Me comprometí contigo, pero por lo visto eso no significó nada para ti. Sigue sin significar nada.
–Nunca me amaste, Siwon. Te gustaba el reto, la persecución… –abrió la maleta–. Quizá te gustara que fuese el único que no te miraba embobado y al que no impresionaban tu dinero y tu estatus. No lo sé, pero sí sé que no era amor. Tú solo amas tu trabajo, es lo primero para ti.
–Te amaba. Pero eso te daba miedo. Tu problema es que no te permites necesitar a alguien.
–Y eso te irrita, ¿verdad? No puedes tener una relación con alguien que no te necesite. No quieres un igual, quieres a alguien dependiente porque así te sientes más grande y más macho –sacó una camiseta de la maleta–. Me obligaste a necesitarte. Pinchaste y pinchaste hasta agujerear la armadura que llevo creando toda la vida, y después te marchaste, dejándome expuesto. Te odio por eso.
–¿Por qué no me lo dijiste en vez de irte sin más? Eso fue una cobardía.
–Fue pura supervivencia.
–Volví del viaje dispuesto a ofrecerte todo mi apoyo y estabas allí sentado, en silencio. No me hablaste, excepto para decir: "Voy a dejarte".
Heechul no había tenido palabras para comunicar lo que sentía. Era algo tan enorme y aterrador que apenas era capaz de funcionar como persona.
–No había más que decir –Heechul se puso unos pantalones vaqueros–. Esta conversación ha terminado. Mi vuelo sale dentro de una hora.
–Entonces saldrá con un pasajero menos –el tono áspero de su voz habría detenido a cualquier otra persona, pero Heechul se puso los zapatos.
–Estaré en ese avión, y si intentas detenerme, llamaré a la policía –prefirió no recordar que el jefe de policía cenaba con los Choi muy a menudo–. El divorcio sigue adelante. Esta mañana firmé todos los documentos que trajo Yesung.
–Eso ahora es irrelevante.
–¿Qué quieres decir?.
–La ley coreana expresa claramente que la separación ha de ser física para ser válida. Hace falta una separación formal de tres años –su mirada, intensa y sensual, pasó del pelo a su boca, recordándole lo que acaban de hacer.
–No hablas en serio –a Heechul se le encogió el estómago al comprender lo que insinuaba.
¿Era posible que hubiera reiniciado el reloj, sin saberlo?
–Incluso si no acabáramos de demostrar que no podemos estar separados tanto tiempo, ya no te concedería el divorcio –su voz sonó acerada.
–Nadie sabe lo ocurrido. Podemos divorciarnos.
–No quiero el divorcio.
–¡Sí lo quieres! Me odias por dejarte.
–Y tú me odias por haber asistido a una reunión cuando debería haber volado a casa para estar contigo. Ambos cometimos errores. Estar casado supone solucionarlos y seguir adelante. Eso es lo que vamos a hacer.
Heechul cerró la maleta y agarró el asa. Le desesperaba su arrogancia; creía que le bastaba con chasquear los dedos para conseguir sus deseos.
–Crees que podemos seguir adelante, pero no tienes ni idea de lo que ocurrió ese día –temblaba solo de pensarlo–. No sabes cómo me sentí.
–Pues dime cómo te sentiste. Dímelo ahora –su frialdad desapareció–. No te guardes nada.
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[i]–Y tú me odias por haber asistido a una reunión cuando debería haber volado a casa para estar contigo. Ambos cometimos errores. Estar casado supone solucionarlos y seguir adelante. Eso es lo que vamos a hacer.
Heechul cerró la maleta y agarró el asa. Le desesperaba su arrogancia; creía que le bastaba con chasquear los dedos para conseguir sus deseos.
–Crees que podemos seguir adelante, pero no tienes ni idea de lo que ocurrió ese día –temblaba solo de pensarlo–. No sabes cómo me sentí.
–Pues dime cómo te sentiste. Dímelo ahora –su frialdad desapareció–. No te guardes nada
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