Si Hyukjae volvía a tocarlo, su cuerpo lo
traicionaría, le demostraría lo mucho que aún lo deseaba, lo necesitaba y lo
amaba. No podía entender por qué el experimentó ese desagrado instantáneo hacia
el inofensivo Jinhyuk. Debería estrecharle la mano y darle una palmada en la
espalda. ¡Después de todo, le había ofrecido a su indeseado esposo un trabajo,
un salario y alojamiento!
Se estremeció cuando Hyukjae cerró con
fuerza la puerta del auto tan pronto como él se instaló en el asiento y se
mordió el labio cuando lo vio rodear el auto para ocupar su lugar al volante.
Sabía que era capaz de encolerizarse;
aunque Hyukjae era justo y siempre estaba dispuesto a escuchar los puntos de
vista de los demás, su helada ira, cuando alguien no estaba a la altura de sus
exigencias, era algo que debía evitarse a toda costa.
Pero Donghae nunca antes la experimentó,
hasta ahora. Le hacía sentirse Pequeño y vulnerable, amenazado, como si se
hubiera convertido en un desconocido peligroso y amenazador.
Salieron a una velocidad peligrosa, se
obligó a mirar hacia adelante, sin dar muestras de ninguna emoción. Ni siquiera
le preguntaría a dónde diablos pensaba llevarlo. El también guardaba silencio,
concentrado en conducir el veloz auto.
Al fin, detuvo el auto frente a un sendero
que se adentraba en el bosque y Donghae bajó, cerrando la puerta y apoyándose contra
el coche, débil y aliviado. La tensión, la cólera silenciosa de Hyukjae eran
más de lo que podía soportar; se secó con el dorso de la mano las gotas de
sudor que cubrían su labio superior.
Hyukjae se quedó de pie frente a él, una
presencia sombría y silenciosa que hizo que el corazón le diera un vuelco al
oírlo acercarse con pasos silenciosos. Parecía como si la concentración
necesaria para conducir, el auto hubiera ahuyentado su cólera. Al mirarlo a los
ojos, bajó la vista al reconocer la expresión más suave en sus ojos y los
rasgos.
¿Compasión? ¿Lástima? No necesitaba eso.
Siempre lo trató con amabilidad y respeto, incluso después de que perdió al
hijo que tanto anhelaban. No era un hombre deliberadamente cruel y no querría
causarle un dolor, pero no podía evitarlo, para Hyukjae, Shiyoon siempre fue
una obsesión.
Todos lo sabían y por eso, sus padres y Minnie,
le advirtieron que no aceptara su proposición de matrimonio. Debió escucharlos,
pero estaba demasiado seguro de su capacidad de hacerlo olvidar
y enseñarlo a amarlo a él. Estaba seguro de que lo lograría, sobre todo cuando
le diera el hijo que él tanto deseaba.
-Vamos a caminar ―su voz era apagada,
seguramente por el pesar de lo que estaba a punto de decirle.
Quería su amor y jamás lo tuvo. Ahora sabía
que jamás lo tendría.
-Vamos ―repitió él y le tendió una mano. Donghae
la ignoró y se hizo a un lado, poniendo mucho espacio entre ellos y echó a
andar.
Hyukjaeo lo siguió y lo alcanzó, caminando
con pasos apresurados para seguir por un sendero más angosto y poco transitado.
Justo cuando Donghae pensó que estaba condenado a aminar por ese solitario
lugar durante una eternidad, Hyukjae habló por encima del hombro.
-Cuando me dejaste, debiste decirme que no
soportas que te toque. ¡Tal vez entonces no me habría molestado en buscarte!
-¡No sé por qué lo hiciste! ―gritó furioso y
con la respiración agitada, más porque sabía que al fin iba a empezar la última
confrontación, que por el paso rápido de él.
Mientras Hyukjae no supiera lo mucho que
anhelaba su contacto y con qué frecuencia, durante los últimos tres meses,
lloró hasta quedarse dormido, ansiando la intimidad física que antes compartían
y que él rechazó, podría aferrarse a su dignidad, que apenas empezaba a
recuperar.
-¡Pensé que estarías demasiado ocupado en la mansión, con Shiyoon... y el pequeño Minwoo!
Habían llegado a un claro, Hyukjae se
detuvo, se volvió a mirarlo y por un momento, por su rostro cruzó una expresión
de dolor, luego desapareció. Sus rasgos parecían tallados en mármol cuando
habló.
-Comprendo tus celos,
pero no permitas que te amarguen la existencia. Te lo aseguro, Donghae, habrá
otro hombre para ti.
No supo cómo logró contenerse para no golpearlo
y no gritar todo su disgusto y su cólera. Ahora era el momento de aclararlo
todo y se preparó para eso, preguntándose si él podría escuchar el atemorizado
latido de su corazón en medio del silencio. Así que se controló y respondió con
toda calma:
-Ya sé por qué Shiyoon regresó con Minwoo.
Los oí cuando hablaron el día que ellos llegaron.
Ya estaba. Ahora Hyukjae no tendría que
darle la "noticia". Lo oyó aspirar aire con fuerza y luego expulsarlo
despacio y los hombros tensos se relajaron.
-Así que por lo menos entiendes eso ―sus
ojos se ensombrecieron con una expresión que Donghae no logró descifrar y casi
demasiado tarde, vio que había caído en una trampa.
Fugazmente, Donghae se preguntó por qué Shiyoon
abandonó a Hyukjae. El profundo y obsesivo amor que había entre ambos fue la
comidilla durante meses.
De alguna manera, tendría que hacerle creer
una mentira a Hyukjae, que lo abandonó no porque Shiyoon estaba de regreso y Hyukjae
quería el divorcio, sino porque él, Donghae, decidió que ya estaba harto de la
situación. Abandonarlo antes de que el pudiera pedirle que
se fuera, era la única forma de salvar su orgullo, que era todo lo que le
quedaba.
Por supuesto que lo entiendo ―respondió
tajante, resistiendo el Impulso de envolver los brazos alrededor de su esbelto
cuerpo, porque a pesar de lo caluroso del día, sentía un doloroso frío
interno―. Pero no es nada realmente importante; no tiene nada que ver con mis
razones para querer una separación.
-¿Y cuáles son esas razones? ―se acercó más.
Donghae no podía hablar, el corazón le latía apresurado y la cabeza le daba
vueltas. No podía mentirle, no en algo así, pensó entristecido y al alzar la
vista observó el rostro tenso de él.
Simplemente no podía hacerlo. ¿Cómo podía
negar su amor por él? ¿Ese amor que maduró y se intensificó desde que ella
tenía quince años?
-Tus razones, Donghae ―le apremió hosco,
entornando los párpados estudiando los rasgos angustiados de él.
-Me imagino que son las mismas que las tuyas
―replicó sin aliento, apartándose―. Los dos sabemos lo que han sido los últimos
meses. El matrimonio simplemente no funcionó.
Que él interpretara eso como mejor le
pareciera, pensó, tratando de sofocar un sollozo. Y la interpretación más
probable que le daría a su evasiva respuesta sería que, igual que él, estaba
cansado de esa relación estéril que hacía mucho tiempo había llegado a la etapa
en que, incluso el deseo físico, había muerto por completo. La forma en que había
rechazado su mano, reforzaría esa opinión.
-No lo creo ―Hyukjae se veía como si lo
hubieran abofeteado y Donghae no podía entenderlo... su cerebro estaba demasiado confundido.
¿Por qué simplemente no tomaba lo que él le
ofrecía en bandeja, terminaba ron todo y se alejaba corriendo... de regreso a
casa. ¿Por qué prolongar esa terrible confrontación?
No podría soportar mucho tiempo más. Sus
emociones lo habían afectado desde que escuchó esa
conversación. Débil, cerró los ojos y no hizo nada para impedir que las
lágrimas se deslizaran por sus mejillas.
Todo lo que quería era que lo dejara solo,
que le permitiera conservar su dignidad. Ya tenía lo que quería. ¿o no?
¿También tenía que causarle más dolor?
-Donghae, no lo hagas ―su voz era áspera y
antes de que se diera de lo que sucedía, los brazos de Hyukjae lo rodearon,
estrechándolo contra su cuerpo y por un absurdo momento se aferró a él,
bloqueando su mente a todo lo demás.
-"Dime lo que te sucede ―murmuró él, haciéndole
apoyar la cabeza sobre su hombro con una mano fuerte y Donghae sintió que la
sangre corría apresurada por sus venas, drogándolo; sólo cuando la otra mano
inició un lento movimiento para acariciar su espalda se dio cuenta de lo que
hacía.
Le estaba permitiendo tomar la iniciativa
una vez más, como siempre lo hizo en su relación. Apartó la cabeza, apretó los
puños y lo empujó por los hombros; en el límite de sus tuerzas, dijo entre
dientes:
- ¿No puedes dejarme en paz?
Sus esfuerzos para alejarlo fueron en vano;
parecieron incrementar el deseo de Hyukjae de dominarlo, pensó frenético al
notar su respiración agitada y el salvaje destello en sus ojos cuando le sujetó
con más fuerza y exclamó:
- ¿Por qué diablos debería hacerlo?
¡Maldita sea, aún eres mi esposo!
Luego el mundo se quedó inmóvil,
silencioso, y en los oídos de Donghae sólo resonaban los caóticos latidos de su
corazón, sus propios sollozos y la respiración agitada de él que escapaba entre
sus labios apretados, antes de que su boca se apoderara de la suya dándole un
beso brutal, como nunca antes lo había hecho.
Su vigoroso cuerpo venció sus débiles
intentos de huir, haciéndolos caer a ambos sobre el mullido suelo, y
arrastrándolos hacia un calor oscuro y ardiente del que no había salida, y del
cual habían desaparecido todos los sentidos y la razón, porque, aunque Hyukjae
ya no lo quería en su vida, él todavía era legalmente su
posesión y quería grabar su marca, por última vez, sólo para demostrar su
dominio.
Eso iba a ser una violación.
Pero no fue una violación. Por supuesto que
no. En lo que a Hyukjae concernía, el cuerpo de Donghae era todo fuego y furia,
igualándose a lo que él sentía.
Hacía tanto tiempo que no lo tocaba, que no
lo deseaba, que cuando Donghae sintió el cuerpo duro cubriendo el suyo, todo
pensamiento lógico huyó de su cabeza y le echó los brazos al cuello para
acercarlo más.
Como si su ansiosa respuesta hubiera
desencadenado un acercamiento más suave, la ternura que siempre fue una parte
intrínseca de su pasión cambió su actitud y se hizo más suave; ahora su boca
saboreaba la de él, explorando un mundo dentro de otro mundo, buscando y
encontrando la puerta que llevaba a su alma. Porque su alma, su corazón, su
mente y su cuerpo siempre le pertenecerían a él, sin importar lo que sucediera,
pensó Donghae y bloqueó su mente cuando los hábiles le alzaban la camiseta;
cedió y el momento... el futuro, el pasado, ya no eran importantes.
Con un suave gemido, Hyukjae bajó la cara a
su pecho y Donghae arqueó el cuello, mientras sus manos acariciaban ávidas la
ancha espalda debajo de la sudadera.
No fue un viaje de descubrimiento;
simplemente regresaba a casa. Conocía y adoraba cada centímetro de ese duro
cuerpo y cuando Hyukjae alzó la cabeza y le miró con ojos centelleantes, Donghae
sólo pudo murmurar su nombre.
- Bésame ―le ordenó él áspero, y Donghae le
enmarcó la cabeza entre sus manos, enredando los dedos en el cabello suave y
oscuro, acercándolo a sus receptivos labios entreabiertos.
Y cuando se sintió morir bajo el dulce
tormento de su boca, Hyukjae se rodó hacia un lado, mirándolo a los ojos con
ardiente intensidad mientras se desabrochaba la hebilla del cinturón. Donghae
sintió que todo su cuerpo se estremecía con débiles temblores de necesidad.
Hacía tanto tiempo que ansiaba el amor que Hyukjae
le había negado, que su unión sobre el mullido suelo del
bosque fue explosiva, provocándole una salvaje y tumultuosa liberación que lo
dejó saciado. Con su cuerpo sofocado por la pasión, se acurrucó contra el calor
del cuerpo de esposo y se quedó dormido como un niño.
Cuando despertó, Donghae sintió el roce del
aire fresco sobre su piel desnuda, dejó escapar un leve gemido de angustia y
luego abrió los ojos, concentrando la mirada en el hombre a su lado. Ahora
estaba vestido y al escuchar su débil sonido de protesta, se arrodilló frente a
él, frotándole los brazos y los hombros y diciendo con voz áspera:
- Tienes frío. Te ayudaré a vestirte.
Lo hizo con manos hábiles, compensando su torpeza.
Su cerebro estaba en estado de choque después de lo sucedido y recordó que al
principio, Hyukjae casi lo obligó a hacer el amor, pero después, como un tonto, y lo alentó activamente.
Se sentía tan avergonzado que quería morir.
Al sentir el frío la fantasía y la magia habían desaparecido.
Pero en eso no hubo nada mágico, se recordó
mientras se ponía sus sandalias; fue sólo una estupidez de su parte y el
natural deseo de Hyukjae de dejar su marca en algo que era de su propiedad...
incluso si ya no lo quería.
Hyukjae murmuró con voz apagada y una
expresión remota:
-Ponte mi sudadera ―empezó a quitársela,
pero Donghae movió la cabeza impaciente. Aunque sería agradable sentir el calor
extra, su calor.
-No, gracias ―respondió y a toda prisa
empezó a caminar por el sendero―. Debo regresar ―deseaba volver a la seguridad
de la vieja granja, a la intimidad de su pequeña habitación. Después pensaría
en la forma de explicarle a Jinhyuk su ausencia
Su desagradable comportamiento no dejaba
cabida para nada más en su mente. En un minuto, le estaba diciendo a su esposo
que comprendía por qué volvió a recibir en su vida a su antiguo
amante y asegurándole que podría obtener el divorcio que obviamente quería y al
siguiente minuto... se encontraba en sus brazos, revolcándose en el suelo del
bosque, casi suplicándole que le hiciera el amor!
-Donghae ―lo sujetó de un brazo y le hizo
girar para enfrentarse a él. había caído la tarde y el denso follaje de los
árboles ocultaba la luz, dejando en la penumbra su rostro de expresión remota―.
Debemos hablar.
-¡No ahora! ―retiró el brazo y Hyukjae dejó
caer las manos a los costados, apretando la boca en un gesto sombrío. Donghae
giró sobre sus talones y empezó a alejarse, con el cuerpo rígido por la ira.
¿Cómo era posible que Hyukjae esperara que
discutieran el divorcio que quería, o cosas tan sórdidas como una pensión o
cualquier otro aspecto, cuando acababa de llenar su cuerpo con la explosión de
su pasión?
¿Como podía mencionar ese odioso tema? ¿No
podía ver que estaba a punto de desintegrarse, disgustado consigo mismo, y que
sólo su cólera lo ayudaba a mantenerse de pie? Furioso, exclamó entre dientes:
-Sólo llévame a casa. ¡No quiero volver a
verte!
-Si eso es lo que quieres ―replicó Hyukjae
tenso. Rabioso, lo alcanzó con grandes pasos y lo dejó atrás, diciendo por
encima del hombro―: Pero la casa de Choi no es tu hogar. ¡No lo olvides jamás!
"Como el perro del hortelano",
pensó Donghae furioso, clavando una mirada centelleante en la espalda de
Hyukjae. Ya no lo quería como su esposo y no obstante, no soportaba el
pensamiento de que estuviera al lado de otro hombre.
No era que en su relación con Jinhyuk
hubiese nada sexual. Estaba allí para desempeñar un trabajo y se había tomado
una buena parte del día; tal vez ahora se quedaría sin trabajo, pensó afligido.
Hyukjae condujo en silencio hasta la
granja... el ambiente en el interior del auto era denso... y mientras Donghae
luchaba por soltar el cinturón de seguridad, lo vio consultar su reloj, con el
ceño fruncido en un gesto de impaciencia.
Nada ha quedado resuelto, ni una maldita
cosa ―impaciente, tamborileó con los dedos sobre el volante y Donghae bajó del
auto a toda prisa cuando continuó amenazador―: Pero regresaré, puedes estar
seguro.
No te molestes ―replicó Donghae brusco,
cerrando la puerta con manos débiles―. Haz los arreglos para el divorcio a
través de mi abogado ―se sobresaltó cuando un momento después, oyó que el
potente motor cobraba vida, saliendo a toda velocidad.
Su cuerpo temblaba por la reacción cuando
rodeó la casa y se dirigió a la cocina. Tenía que controlarse antes de reunirse
con su jefe, pero no sería fácil encontrar una disculpa para sus largas horas
de ausencia. ¡Ciertamente no podía decirle la verdad, que pasó la tarde
haciendo el amor con el esposo de quien estaba separado, quedándose dormido en
sus brazos!
Yina estaba en la cocina, preparando la cena,
mientras trataba de encontrar las palabras en coreano para las interminables
preguntas que obviamente tenía en la punta de la lengua. Donghae le brindó una
sonrisa débil y se dirigió al anexo, a la seguridad e intimidad de su
habitación.
Tendría que ver a Jinhyuk, se recordó
cuando salió de la ducha. Cuando su asistente desaparecía durante horas, tenía
derecho a una explicación.
Lo encontró en la fresca sala de la casa
principal, la habitación en donde acostumbraba comer; estaba cerca de la
ventana. Se volvió brusco al oírlo entrar y sorprendentemente,
en el atractivo rostro sólo había una expresión de alivio.
-Estás bien? Cuando no regresaste, pensé que
ese bruto te había hecho algo. Empezaba a invadirme el pánico.
-Lo lamento ―respondió Donghae sonrojado al
recordar las vividas imágenes de lo que ese "bruto" le hizo. Pero no
podía expresar eso en palabras, así que empezó a farfullar- Nuestra...
discusión se llevó más tiempo de lo que yo pensaba. Por supuesto, te compensaré
por el tiempo perdido.
-Ni siquiera pienses en eso ―declaró Jinhyuk
con voz áspera―. Lo que importa es que estés bien ―se dirigió a la mesa que
había puesto Yina, sirvió una copa de vino y se la entregó a Donghae―. Siéntate
y bebe esto, por lo visto lo necesitas ―cuando Donghae se dejó caer agradecido
sobre el sofá, él se sentó a su lado, con las manos entre las rodillas y le
preguntó― ¿Fue algo referente al divorcio? Cuando llegaste aquí, me comentaste
que estaban separados. Mi consejo es que le des lo que te pide, de cualquier
manera lo obtendrá... creo que es ese tipo de hombre.
Donghae asintió, haciendo girar la copa
entre los dedos y Jinhyuk le dio una palmada en el hombro, añadiendo con voz
áspera:
-¿No tuvieron hijos, verdad? ―y él movió la
cabeza.
No, no había hijos. Sólo Minwoo, pero por
supuesto que no era suyo. Había perdido a su hijo, junto con todos sus absurdos
sueños de felicidad, hacía tres largos meses. Los ojos se le anegaron de
lágrimas y Jinhyuk habló a toda prisa.
-Lo siento, no es asunto mío. Pero si ese
bruto te ha hecho sufrir, mi consejo es que termines esa relación y huyas.
Olvídalo y no mires hacia atrás, pues eso nunca da resultado. Y no lo olvides,
si alguna vez quieres hablar de eso, aquí estoy ―se sonrojó y cambió de tema a
toda prisa―. Mañana me dedicaré a investigar y estaré muy ocupado. ¿Por qué no
te tomas la mañana libre?
Era muy bondadoso y no debía saber que Donghae
prefería trabajar hasta agotarse. El trabajo arduo era lo único que podía
alejar el dolor de su mente, pero no podía rechazar su amabilidad, sobre todo
cuando declaró sonriente:
-Ya te lo dije. Debo averiguar ciertos
hechos antes de seguir adelante y prefiero investigar yo mismo. Además, si
puedes traer pescado fresco. Ve si puedes encontrar un par de lenguados.
- Sí, por supuesto.
Sería un alivio hablar del dolor y el
sufrimiento que había soportado, de la inseguridad de saber que su esposo ya ni
siquiera fingía quererlo en ninguna forma significativa, de la dolorosa
sorpresa que recibió cuando Shiyoon volvió a aparecerán escena. Nunca había
hablado de eso con nadie, nunca dio a entender, ni siquiera a sus padres, que
algo andaba mal.
Con un suspiro, dominó el momento de
debilidad. ¿Quién era él para abrumar a los demás con su dolor? Después de
todo, Jinhyuk sólo era su jefe y, si le decía toda la verdad, tal vez sólo
lograría que se sintiera cohibido.
Nadie quería verse abrumado con los
problemas de los demás. Y debía pensar en su futura relación de trabajo.
Donghae estacionó su auto cuando llegó a la
ciudad y se dirigió hacia los puestos de pescado; el viento le alborotaba el
brillante cabello oscuro mientras caminaba con pasos ágiles.
Compró el pescado que Jinhyuk quería, dos
lenguados frescos. Regresó apresurado al auto, ignorando el bullicio de los
habitantes de la localidad y turistas. En cualquier otro
momento se habría detenido, disfrutando del ruido, la vista y los olores,
empleando la mañana de asueto que le concedió Jinhyuk para explorar la antigua
ciudad.
Tenía que ver a Hyukjae. En respuesta a la
pregunta de Jinhyuk, él mencionó el nombre del hotel en donde se alojaba, y
antes de armarse de valor para enfrentarse a la inevitable ruptura de su
matrimonio con el único hombre a quien había amado, tenía que verlo por última
vez.
Trató de calmar los agitados latidos de su
corazón, advirtiéndole que tal vez no resultaría nada de esa última entrevista.
Al fin encontró un lugar en un estacionamiento. No lograría nada lamentándose. Sus
pensamientos no lo dejaron dormir, atormentado por los recuerdos.
Durante meses, después del accidente, Hyukjae
no volvió a acercarse a él, ni siquiera le tocaba la mano, evitando cualquier
contacto físico y pasando cada vez más tiempo fuera dé su hogar.
Sin embargo, la tardé anterior actuó como
si lo deseara; su ronco grito dé júbilo, cuando lo llevó a las alturas del
éxtasis para luego explotar como un cataclismo dentro de su tembloroso cuerpo,
fue algo más que el clímax del placer obtenido en una última relación sexual
con una esposo al que no amaba ni le interesaba.
¿Le habría hecho el amor con esa tumultuosa
pasión, le habría demostrado tanta ternura si ya no significaba nada para él?
Era una pregunta a la cual no podía responder, pero que estaba decidido a
hacer.
Si había alguna
esperanza para salvar su matrimonio, por muy ligera que fuese, entonces
lucharía por conservar a su esposo, se juró decidido al descender la colina de
la vieja ciudad y caminar por el laberinto de callejuelas.
Rezando porque Hyukjae no hubiera regresado
a casa... la noche anterior fue evidente que tenía prisa, lo notó al ver su
mirada impaciente al reloj... caminó apresurado. Si había una remota
posibilidad de salvar su matrimonio, era evidente que él tendría que reconocer
a Minwoo como su hijo, verlo con regularidad y asegurar su futuro. A pesar de
la pérdida de su propio hijo, Donghae estaba seguro de que podría aceptar esa
situación... ¡si sólo pudiera estar seguro de que la obsesión de Hyukjae por el
appa del niño era algo que pertenecía al pasado!
-¡Vaya, vaya, mira quién está aquí! ―la voz
ronca era inconfundible y Donghae se quedó paralizado por una helada sensación
de aprensión. ¡No podía creer que eso estuviera sucediendo, simplemente no era
posible!
Despacio, volvió la cabeza hacia las mesas
instaladas en la acera, afuera del restaurante por donde pasaba despreocupado,
y sintió que el corazón se le retorcía al tropezar con la mirada desdeñosa de Shiyoon.
Con la boca reseca, se quedó inmóvil, mientras los labios de Shiyoon se
entreabrían en la parodia de una sonrisa.
-Hyukjae me comentó que te habías tomado
unas vacaciones lejos de tu hogar, para trabajar un tiempo... un eufemismo, si
alguna vez he oído uno ―dejó la taza de café sobre el platito y se apoyó en el
respaldo de la silla― Pero todos sabemos por qué huiste, ¿no es cierto? ―su voz
ahora parecía irritada―. Tu puritana mentalidad no pudo enfrentarse al hecho de
la existencia de Minwoo... ni siquiera pudiste soportar una discusión de las
implicaciones de eso, ¿verdad? No es que tu obstinada cobardía signifique la
más mínima diferencia; lo que pasó, pasó, incluso si tu delicada sensibilidad
se siente ofendida, no puedes alterar nada.
-No tengo intenciones de intentarlo ―ahora Donghae
había recobrado la voz, pero sonó áspera, como si no la
hubiera usado en mucho tiempo.
Hyukjae fue a buscarlo sólo con un
propósito... para discutir el divorcio. Y ni siquiera entonces pudo separarse
de la persona amada, que acababa de regresar a su vida.
¡Histérico, se preguntó qué diría Shiyoon
si le dijera que esa discusión jamás se llevó a cabo y la forma en que se
desviaron de ella! Pero guardó silencio, reteniendo las amargas palabras, porque
a pesar de que mostraría a Hyukjae bajo una luz desfavorable, también revelaría
su excesiva vulnerabilidad hacia él... Al parecer Hyukjae sólo quería dejar en él
por última vez, la marca de su posesión... y su excitación sexual se debió al
hecho de que desaprobaba que su esposo viviera bajo el mismo techo que su jefe.
En ese momento odió a todos... a Hyukjae, a
Shiyoon, pero sobre todo a él mismo... y estalló, hablando con voz emocionada.
-Puedes tener lo que quieres. ¡No pasará
mucho tiempo antes de que tu hijo bastardo pueda llevar el apellido Lee!
En el mismo momento en que pronunció las
palabras desdeñosas, quiso morderse la lengua. Nada de todo ese lío era culpa
del niño y por lo que pudo ver durante ese terrible fin de semana, era un
pequeño encantador, bien adaptado y confiado, que se asemejaba tanto a Hyukjae
que cada vez que lo veía se le estrujaba el corazón.
-Lo siento ―murmuró con voz ronca,
consternado por su actitud, pero por lo visto, Shiyoon no estaba ofendido y
sólo se encogió de hombros.
-Tienes razón, por supuesto. Eso es lo que
planeo y lo que sucederá ―luego señaló el asiento vacío a su lado―. Siéntate, Hyukjae
no debe tardar mucho. Se llevó a Minwoo al muelle y quedamos de reunimos aquí
―consultó su reloj―. Llegará en cualquier momento; esta tarde volaremos al sur.
Al sur, hacia la exótica región, en donde
los dos disfrutarían de un romántico idilio para compensar los años que
estuvieron separados, y con el pequeño que reforzaba sus lazos. Debió imaginar
que él no instalaría a su amante y a su hijo en la mansión Lee hasta después
del divorcio, cuando pudiera llevarlo como su esposo
legítimo.
-No, gracias ―murmuró Donghae, sintiéndose enfermo.
¿En realidad esperaría Shiyoon que se
sentara a esperar paciente al esposo que quería verlo fuera de su vida?
¿Esperaba que los tres se sentaran juntos a tomar café, entablando una
conversación cortés y carente de significado? Esas cosas podían suceder en los
círculos mundanos en donde se movía Shiyoon, pero para Donghae la sola idea era
impensable.
-Como quieras ―despreocupado, Shiyoon se
encogió de hombros―. Huye de nuevo de los hechos... eso no me molesta. Siempre
supe que no eras lo suficiente para retenerlo ―sonrió malévolo―. Hyukjae no es
un hombre fácil de complacer y nunca creí que pudieras manejar a un hombre
sexualmente peligroso y dominante como él.
Mudo, Donghae se alejó. Al enamorarse de
Hyukjae como un tonto, creyó que podría enfrentarse a la vigorosa y peligrosa
masculinidad que percibía en Hyukjae, que podría dominarlo con la fuerza de su
amor. Y a pesar de todo lo sucedido, de todo lo que sabía, se había aferrado a
esa vana esperanza hasta hacía media hora. ¡Qué tonto fue!
Al fin, subió sin aliento a su auto y se
controló. Shiyoon sabía, y siempre lo supo, que sólo una persona tan seductora
y obstinada como él podría encontrar un lugar en el corazón de Hyukjae... y
conservarlo. Ahora Donghae también lo sabía y al fin lo aceptó, sin mirar hacia
atrás. Le demostraría al mundo que era capaz de vivir sin él, que podía
controlar su vida y su futuro... sin importar lo vacío que le pareciera.
El resto de su vida empezaría allí, en ese
momento, y sin importar lo duro que le resultara, jamás miraría hacia atrás.
Con mano firme y rasgos serenos, introdujo
la llave en el encendido.
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