Domando al Guerrero- Capítulo 3



-¿Qué opinas, Siwon? –preguntó Hyukjae pensativo, en tanto el escudero desaparecía por una escalera, en una torrezuela de la esquina- ¿Te parece que las habitaciones del joven señor pueden estar ahí arriba?

-Este torreón es tan grande que no se puede saber dónde está cada cosa. No pierdas esa escalera de vista.

Siwon paseó la mirada por el salón, inspeccionando brevemente a los jovenes. Detectó a uno especialmente bonito y lo dejó para un posterior análisis. Luego se volvió hacia sus acompañantes.

-Kyuhyun, ve a... ¡Kyuhyun ! –Hubo de golpear al joven en las costillas para que apartara los ojos del pelinegro deslumbrante que Siwon acababa de descubrir- No es hora de devorar a los muchachos con los ojos –gruñó el caballero, con voz grave.

-¡Sí, pero por los clavos de Cristo! ¿Visteis alguna vez algo semejante...? –Kyuhyun se interrumpió con un gruñido ante el codazo que recibió de Kangin. Por fin vio el ceño de Siwon, cada vez más oscuro- Eh... ¿sí, señor?

-Ve a apostar a un hombre en cada puerta. No quiero que nadie abandone el castillo. Nadie en absoluto - Mientras Kyuhyun se marchaba, Siwon se volvió hacia Key- Tú pregunta a los sirvientes dónde está el señor- Pero como el mozo se encaminó directamente al bello pelinegro, Siwon agregó en voz alta- Dame una excusa para que te la corte y verás si no lo hago. El trabajo está antes que los placeres.

Key palideció, llevándose una mano hacia la ingle; luego asintió y echó a andar otra vez. Hyukjae y Kangin se echaron a reír al ver que describía un gran rodeo en torno del joven.

-Ven, Siwon. Si es preciso esperar, al menos sentémonos –sugirió Hyukjae, empujando uno de los taburetes puestos frente a la chimenea hacia Siwon, antes de ocupar otro- Onew, trata de localizar al mayordomo o a cualquiera que pueda traernos un poco de cerveza. Me vendría bien un trago después del ejercicio, pero todo el mundo está intimidado por nuestro jefe, como de costumbre, y nadie es capaz de acercarse con refrigerios. –Hyukjae sonrió ante la agria mirada que Siwon le dirigió-. Sabes que es cierto, hermano. Cierto que los jóvenes se te echan encima cuando comprueban que no eres tan peligroso como pareces, pero sólo después de comprobarlo.

-Es una locura provocarlo ahora, Hyukjae –le susurró Kangin.

Sin embargo, Siwon se sentó.

-No te preocupes –replicó Hyukjae, en voz igualmente baja- Si no lo hago, perderá la paciencia esperando al joven señor. Y en ese caso, ¡Dios le ayude!

-A juzgar por su expresión, ya ha perdido la paciencia.

-No, todavía no –sonrió Hyukjae-. Pero será mejor que él aparezca cuanto antes.

Por desgracia, Key volvió diciendo que nadie había visto a Kim Heechul desde el amanecer.
Entonces Siwon estalló.

-¡Por los clavos de Cristo! Huyó antes de que se iniciara el ataque. ¡Ha escapado!

-No, Siwon, cálmate. Lo más probable es que se haya escondido prudentemente. Sin duda nadie le ha dicho aún que puede salir sin peligro.

-Si –agregó Kangin- sus acompañantes han de saber dónde está. A ellos deberíamos haber preguntado. Buscaré a uno y... ¡por el amor de Dios! Aquí está el señor Siwon.

Siwon se volvió en redondo. Ji Hyunsoo venía acompañado por un joven que era todo un caballero, sin lugar a dudas. Era mucho más joven de lo que él esperaba. Por lo que experimentó un leve desagrado ante la perspectiva de capturarlo en nombre de Sooman. Y eso, sólo porque era muy joven y, además, encantador.

Ocurría con frecuencia que los viejos lores desposaran a niños, y él ya había discutido con su conciencia por el hecho de llevar a cualquier esposo a manos de alguien como Lee Sooman. Pero un hombre en su situación no podía permitirse el lujo de juzgar lo correcto y lo incorrecto. Si él no lo llevaba al anciano, algún otro lo haría. Así pues ¿por qué renunciar a sus quinientos marcos? ¿Sólo porque Lee Sooman le producía repulsión? Toda su renuencia a encargarse del asunto se debía sólo a que no le gustaba tener que tratar con un “joven señor”. La experiencia le había enseñado que esas personillas no eran lo que parecían.

También aquél, pese a su aspecto de dulce inocencia y nerviosismo, podía ser tan cruel como todos los que él había conocido. Al recordarlo, Siwon apretó los dientes. Por pura perversidad, no se puso de pie, como lo exigía la caballerosidad, sobre todo tratándose de un joven señor cuyo rango estaba tan por encima del suyo. Ellos siempre lo trataban de bruto y grosero, sólo porque él no disimulaba el desprecio que le inspiraban. Pero como con a aquél sí debía tratar, impuso a sus facciones una relajación que disimulaba sus verdaderos sentimientos.

De echo, fue él quien le hizo una reverencia. Bien ¿por qué no? Siwon estaba habituado a oírse llamar “lord” por los sirvientes y quienquiera que ignorara que era sólo un caballero sin tierras, indigno de ese título.

-Os doy la bienvenida a Clydon –dijo él, con voz suave y algo vacilante por el nerviosismo-Perdonadnos por no saludaros antes, pero todos pensábamos que nuestro señor os había salido al encuentro en...

-¿Vuestro señor? ¿No sois vos Kim Heechul?

-Oh, no, milord. Soy Jey Kim de Forthwick. Tengo el honor de ser educado aquí, en Clydon.

-Bueno, Siwon... –Comenzó Hyukjae, al ver que la expresión de su amigo se oscurecía peligrosamente.

Pero ya era demasiado tarde.

-¡Por la sagrada sangre de Cristo! –aulló Siwon-. ¡Quiero saber por qué el señor no me recibe, y quiero saberlo ahora mismo! Vos, Ji, fuisteis enviado...

-¡Por Dios, milord! –gritó Hyunsoo, retrocediendo temerosamente al igual que Jey Kim-. ¡Mi señor no estaba donde yo creí encontrarlo, pero juro que su deseo es que os sintáis a gusto!

-Cinco minutos, señor, o por Dios...

No hizo falta que concluyera, Hyunsoo se volvió y echó a correr otra vez, ahora hacia el patio. Siwon fijó entonces los ojos en lord Jey, que empezó a tartamudear.

-¿Puedo... puedo ofreceros...?

Con una inaudible exclamación, abandonó el esfuerzo y huyó también.

-Bueno, ahí va nuestro refrigerio, muchísimas gracias –gruñó Hyukjae-. Con ese trueno has asustado a todos. Supongo que podría buscar las cocinas por mi propia cuenta, pero ¡por los clavos de Cristo! En un sitio como éste uno puede tardar días enteros en hallarlas.

La respuesta de Siwon fue breve y concisa:

-Kangin si este hombre dice una palabra más, tápale la boca.



Hyunsoo estuvo a punto de arrollar a Heechul en las escaleras por las que este subía con Suyen. Si Yen no lo hubiera sujetado, el muchacho habría caído. Sin embargo, el escudero estaba tan agitado que ni siquiera se disculpó.

-¡Habéis venido, señor, gracias a Dios! Al parecer, el señor se siente insultado por el hecho de que no lo recibierais. Acaba de dar un susto de muerte a lord Jey y...

-Y también a ti, por lo que veo –le espetó Heechul impaciente- Por Dios, Hyunsoo, te dije que te encargaras de atenderlo. ¿Le ofreciste bebidas, te ocupaste de que estuviera cómodo?

-Yo... no creí que tardarais tanto y... Y es un monstruo, señor. Nunca he visto a nadie tan...

-¡Necio! ¿Quieres decir que en todo este tiempo nadie los ha atendido?

-Esperaba que vos mismo bajarais.

-¡Yo no estaba arriba! Había heridos que necesitaban atención inmediata y... ¡Oh, no importa! Me tienes harto Hyunsoo, si desapareces durante una semana no te echaré de menos, lo juro. ¿Quieres hacer algo útil? Ayúdame a bajar por estas escaleras. Estoy mortalmente cansado y, gracias a ti, ni siquiera podré pasar a hurtadillas junto a ellos para subir a mi alcoba, como pensaba. No te quedes ahí como un idiota, Yen. ¡Ayúdame!

-Admitiréis, señor mío, que no es frecuente veros tan enfurruñado. – Yen riendo entre dientes, lo tomó de un brazo, mientras Hyunsoo lo asía del otro, para descender por los últimos peldaños- Resulta muy novedoso y esclarecedor. Bueno, ¿podéis arreglaros solo ahora? –preguntó, en lo alto de la escalera.

-Sí, y tú te encontrarás relegado a las cocinas, si debo seguir soportando tus muestras de humor. Te sobrepasas, como siempre. Y ahora no tengo ánimos para tolerarte. ¿Dónde demonios se han ido todos?

Heechul paseó la mirada por el salón. Estaba desierto, descontando a unos pocos hombres sentados junto al hogar, alotro lado.

-Os dije que era temible –insistió Hyunsoo indignado.

-Lo que dijiste fue “monstruoso”. ¿Acaso este señor ha atemorizado a todos hasta el extremo de hacer que se escondieran?

-No lo sé porque estaba demasiado ocupado huyendo, señor, pero hicieron lo prudente al esconderse. Él no es normal, lord Heechul. Y daos prisa.

-¿Tengo motivos para temer, Hyunsoo? –preguntó él con seriedad.

-No, él sólo quiere asegurarse de que estáis a salvo. No me creyó cuando le dije que estabais bien. Tal vez se imagina cosas porque vos no habéis aparecido todavía. Cuanto más espere, más desconfiará.

-Bueno, adelántate y dile que me has hallado. Yo no puedo darme prisa, Hyunsoo, ni para salvar el alma. Esta armadura pesa tanto como un caballo.

-Por favor, señor mío. Ese hombre me retorcerá el cuello antes de que logre pronunciar una palabra si no os ve a mi lado. Vamos, vamos.

El obedeció con un suspiro. Los jóvenes lo flanqueaban, pero Heechul notó, disgustado, que lo hacían un par de metros más atrás. Cobardes.

Con los hombros encorvados y la cabeza dolorida por el agotamiento, sintiendo el cuerpo como si hubiera recibido una paliza (y así había sido al caer el herido sobre él), Heechul se presentó a su “salvador”. Quiso hacer una reverencia de cortesía (sin estar seguro de poder incorporarse después) pero de pronto se encontró alzado en vilo.

-Estoy harto de excusas, demoras y evasivas. Si has venido a decirme que no sabes dónde está el señor del castillo, date por muerto.

Heechul se quedó boquiabierto y sin poder pronunciar palabra. Las tenía atascadas en la garganta y era improbable que surgieran pronto. Lo sostenía en el aire con su maldita armadura, su cara quedaba a la altura de la del caballero. Todo eso comprobó con un vistazo; también comprobó que él no se había encaramado sobre nada que justificara su estatura. ¿Monstruoso había dicho Hyunsoo? ¡Por Dios, aquel hombre era un gigante! Tan ancho como alto (bueno, eso sí era una exageración); la amplitud de sus hombros y su pecho era notable y más fácil de apreciar desde su posición actual, que le permitía mirarlo desde arriba.

No fue él el único que se quedó estupefacto. También Suyen y Hyunsoo se vieron enmudecidos al ver que el gigante se atrevía a tratarlo así, a hablarle de aquel modo. Y no sólo eso: además, ¡lo sacudía! Al no obtener respuesta con la prontitud necesaria, volvió a sacudirlo.

Hyunsoo fue el primero en recobrar los sentidos, sólo para perderlos otra vez al pensar que él podía hacer algo. En vez de informar al gigante de su error, el tonto muchacho eligió ese momento para mostrar, por fin, coraje. Brincó hacia la espalda del gigante, que lo sacudió como a una ardilla molesta, pero fue lo bastante fastidiado como para menear a Heechul con más fuerza aún.

En ese momento Heechul oyó una voz sumamente razonable, que surgía con sequedad:

-Tal vez si lo dejas en el suelo, Siwon, ese mocito recobrará el uso de la lengua.

Pero fue Suyen quien lo recobró, lo suficiente para decir:

-Es a lord Heechul a quien estáis zarandeando, señor.

¡Oh, maldito muchacho! ¿Cómo podía ser tan idiota? El gigante, en su sorpresa, lo dejó caer. Se limitó a soltarlo y Heechul se estrelló contra el suelo, a sus pies.

Todos permanecían de pie a su alrededor: tres altísimos caballeros, demasiado estupefactos para moverse y mucho menos para hablar, que lo miraban con expresión absurda. Si Heechul no hubiera estado tan dolorido, se habría echado a reír; en verdad, era el final perfecto para un día nefasto desde el principio. Pero llegó a apreciar el lado humorístico.

Más tarde se sentiría mortificado. Por el momento le había tocado el turno.

-Bueno, éste es un modo como cualquier otro de averiguar si es preciso cambiar los juncos de los asientos.

Nada habría podido abochornar tanto al gigante. Su cara estaba tan roja que parecía a punto de estallar en llamas.

Heechul se sintió un poco mejor, hasta que trató de levantarse y sólo consiguió ponerse a cuatro patas. Por Dios, tenía que quitarse aquella armadura inmediatamente. Nunca se había sentido tan agotado y falta de gracia. En cuanto se la quitara la arrojaría al fuego.

Dos manos se deslizaron bajo sus brazos y lo dejaron otra vez suspendido. Un segundo después estaba de pie. Ante sus ojos tenía ahora el pecho del gigante. Heechul se rehusó a mirar más allá hasta que pudo retroceder. Y entonces experimentó su propia sorpresa.

Hasta entonces aquella cara había sido borrosa, pero ahora apreciaba con claridad sus facciones. Cejas negras, gruesas y rectas, oscuras como el pelo, que le llegaba a los inmensos hombros. Nariz bien formada entre anchos pómulos, cuya piel mostraba el beso del sol. Labios firmes sobre una mandíbula cuadrada, oscurecida por una incipiente barba.

Aquel rostro, duro en su masculinidad, era también increiblemente apuesto. Y tenía los ojos penetrantes; en ese momento se entornaban ante la mirada fija de Heechul.

Siwon sintió que su enojo renacía y se centraba únicamente en el joven señor, si acaso era un caballero. ¿Quién no se equivocaría, viendo aquella camisa de malla sin formas, que le llegaba a las rodillas, calzas de malla en las piernas y hasta una cofia de malla adherida a la cabeza, dejando a la vista sólo un pequeño óvalo de cara. La cofia le cubría hasta las cejas y la barbilla. Además, tenía sangre seca en las manos y las mangas.

Aunque no llevara espada ni arma alguna, no se parecía en nada a un joven señor, salvo en la voz, suave y melodiosa; pero él la había oído demasiado tarde para evitar el ridículo. Ni siquiera tenía el alivio de verlo reaccionar ante él como la mayoría de los jóvenes. Si se había sorprendido, la sorpresa no le duró más de un segundo. Sus ojos no expresaban ni admiración al contemplarlo. Lo miraban directamente, sin miedo, con un levísimo dejo de curiosidad.

-Gracias –lo oyó decir, en respuesta a su ayuda.

-No, debo rogaros que me perdonéis.

Era su propia voz la que hablaba, aunque él sólo deseaba arrancarle esa cofia de la cabeza para determinar si era un niño o un hombre. No le gustaba esa incertidumbre.

Y entonces él lo sorprendió, asumiendo toda la culpa por ese error, aunque tenía todo el derecho de cubrirlo de improperios.

-No, señor mío, soy yo quien debe pediros perdón por recibiros en estas condiciones y provocar vuestra confusión. Mi intención era cambiarme antes, pero Hyunsoo me informó que estabais... impaciente... por aseguraros de que yo estuviera indemne.

El hombre que acompañaba al gigante soltó una súbita carcajada.

-E indemne estabais, hasta que os acercasteis a mi amigo. Permitidme presentaros a este aturdido camarada, que se siente muy confuso: Choi Siwon. Y nuestro joven amigo, Kim kangin.

-¿Y vos sois...?

-Lee Hyukjae, a vuestro servicio.

El saludó con la cabeza a cada uno, mientras aguardaba que el gigante volviera a hablar.
No lo hizo. Se limitó a fulminar con la mirada a Lee Hyukjae por tomar a la ligera su bochorno.

Habían dado sus nombres, sí, pero Heechul tenía perfecta conciencia de que, en realidad, no decían quiénes eran. En todo caso, la cortesía mandaba.

-Yo soy Kim Heechul, y os doy la bienvenida a Clydon. Vuestra llegada fue muy oportuna, como sin duda habéis notado.

Hyukjae se apresuró a interrumpir aquella muestra de gratitud.

-¿Durante cuánto tiempo estuvisteis bajo sitio?

- No hubo sitio alguno. Atacaron al amanecer; un hombre enviado por ellos pasó la noche con nosotros y les abrió las puertas exteriores.

-¿Y vos salisteis personalmente a combatir?

Por fin se oía otra vez la voz del gigante. Su desprecio era inequívoco. Heechul habría preferido que él mantuviera la boca cerrada.

-A combatir no, señor. Sir Yesung, mi caballero, estaba enfermo y en cama; no había otro capaz de hacerse cargo.

-¿Mandasteis por ayuda?

-No hubo tiempo –respondió Heechul impulsivamente. Y de inmediato palideció al comprender que había cometido la tontería de brindar información sin saber con qué propósitos estaban ellos allí.

Él lo había salvado de un peligro, pero bien podía representar otro. Y habría jurado que la respuesta le alivió, que sus labios se distendieron, que su postura se relajó.

-¿Por qué no tenéis...?

Heechul lo interrumpió.

-Aún no sé a qué habéis venido a Clydon.

-Nos envía vuestro señor.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...