Domando al Guerrero- Capítulo 2



Siwon se acercaba. Sólo entonces notó el muchacho que aún tenía a lord Heebum en sus brazos, pues en ese momento soltó un maullido como para despertar a los muertos, o como para informar a Siwon que estaba muerto de hambre. ¡Maldito majadero! A veces el muchacho sentía deseos de retorcerle aquel cogote flaco, pero Siwon despellejaría vivo a quien se atreviera a arrancarle uno de sus cortos pelos pardos. ¡Qué feo animal! ¿Cómo era posible que un hombre amara a un animal tan feo?


-¿Todavía no has alimentado a mi señor?

-Eh... no, señor –admitió Onew.

-¿No te he despertado del todo?

-Ya iba, señor, ya iba –chilló el mozo, estirando una mano para cubrir su trasero amenazado hasta verse fuera del alcance de Siwon.

El caballero rió entre dientes mientras su escudero se alejaba deprisa. Luego volvió a su tienda. Los ojos de Kangin se encontraron con los de Kyuhyun; ambos sonrieron.
Kangin expresó sus pensamientos al oir esa risita.

-Ya está decidido. Llevará al joven a los brazos de su nuevo esposo. Onew tenía razón. Quinientos marcos es demasiado para rechazarlos, sobre todo cuando representan la diferencia entre poseer tierras y no poseerlas. Y él no piensa sino en la tierra.

-Quizá nunca estuvo indeciso. Quizá no se comprometió del todo solo para poner nervioso a Lee Sooman.

-Sí, es posible. Ese viejo lord se le hizo muy antipático. Deberíamos haber preguntado a sir Hyukjae...

-¿Qué queréis preguntar a sir Hyukjae? –inquirió el nombrado en voz baja, a espaldas de ellos.

Los tres jóvenes se volvieron para enfrentarse al hermano de armas de Siwon, pero el bochorno les pasó al notar que sus ojos refulgían.

No existían dos hombres tan diferentes como Choi Siwon y Lee Hyukjae, tanto en temperamento como en aspecto; sin embargo, se querían como verdaderos hermanos desde el día en que se conocieron. Hyukjae, con más de metro setenta de estatura, era más alto que la gran mayoría de los hombres. Siwon lo superaba aún en diez centímetros. Siwon era la noche: pelo y ojos negros, Hyukjae el día: cabellos castaño y ojos café. Siwon bramaba aun cuando estaba de buen humor. Hyukjae festejaba con risas el peor chiste. Siwon muy rara vez reía.

Hyukjae era de ánimo despreocupado. Por ser el tercer hijo varón de un noble de poca monta, carecía de tierras tanto como Siwon; la diferencia radicaba en que a él no le importaba. Se sentía igualmente feliz vinculado con un gran señor como con un pequeño propietario... o con ninguno. Eso le interesaba poco. No tenía ambiciones; no experimentaba la necesidad de crearse un nombre, de adquirir riquezas ni poder. Como sus hermanos mayores lo amaban, siempre tendría un hogar que lo acogiera en caso de necesidad.

Siwon ni siquiera tenía ese respaldo. Aunque su padre fuera un gran señor, aunque lo hubiera sacado de la aldea donde su padrastro lo había criado durante los nueve primeros años de su vida, aunque le hubiera hallado un hogar donde se le adiestró para caballero, Siwon odiaba a ese hombre; jamás le pediría nada, aun si su vida dependiera de ello.

Siwon no tenía hogar, pero su ambición era corregir esa carencia. Era su única meta, la que lo consumía. Tan sólo por eso trabajaba vendiendo sus servicios a cualquiera, sin preguntar por la tarea a realizar, las dificultades o su propia opinión al respecto. Su ambición no permitía escrúpulos. Había arrancado torreones a otros señores, librado guerras por ellos. Nunca fracasaba en lo que emprendía. Eso le había ganado una verdadera reputación; por eso ya no se lo podía contratar por poco dinero. Y por eso lord Lee Sooman había accedido a pagar la exorbitante suma de quinientos marcos a cambio de que el joven a quien deseaba por esposo le fuera entregado.

-¿Y bien? – Hyukjae sonrió al ver que nadie respondía a su pregunta- ¿Acaso lord Heebum os ha comido la lengua?

Fue Key quien respondió. La curiosidad de un mozo no permite mucha sutileza.

-Sir Siwon habla con vos. Conocéis sus pensamientos y sus sentimientos mejor que nadie. Si no aceptó el dinero de lord Lee Sooman para comprometernos en esta misión, ¿fue sólo porque el señor le inspira una profunda aversión?

-No dijo a lord Lee que no lo haría.

-Tampoco le dijo que lo haría –observó Kyuhyun.

Eso hizo reír a Hyukjae.

-Sí. Ese “ya veremos” me pareció muy elocuente, proviniendo de un hombre tan agrio como Siwon.

-¿Pensáis que por eso Sooman insistió en que viniéramos con cincuenta de sus hombres?

-Desde luego. Las personas como él no son propensas a la confianza, sobre todo cuando se trata de algo importante. Ese anciano no confía ni en sus propios vasallos; de lo contrario no habría necesitado contratarnos, ¿verdad? Estaría aquí personalmente, de no ser por la gota que lo tiene postrado. Sin duda piensa que sus hombres, al formar un grupo más numeroso que el nuestro, serán incentivo suficiente para que la misión se cumpla.

-En ese caso no conoce a Siwon –exclamó Kangin, con una carcajada.

-No, no lo conoce –concordó Hyukjae, sonriendo también.

-Pero ¿qué rechaza Siwon de ese hombre? –quiso saber Kyuhyun-. Parece bastante inofensivo, aunque algo ladino.

-¿Inofensivo? –resopló Hyukjae-. Deberías conversar con sus hombres para saber qué clase de persona es.

-¿Lo hicisteis vos?

-No, pero vi lo mismo que Siwon: que es como el lord de Montfort, con quien ambos cumplimos nuestro aprendizaje. El nos tomó como escuderos propios en vez de cedernos a uno de sus caballeros. Si vosotros pensáis que Siwon ha sido un amo difícil, no sabéis lo que es el verdadero infierno. Pura crueldad: eso es lo que Siwon percibió y rechazó en Sooman.

-Pero ¿qué hay del trabajo? –preguntó Key- En absoluto cae fuera de lo normal, aunque nunca se nos haya contratado antes para llevar a un novio reacio ante su prometido. ¿Sentía sir Siwon verdadera renuencia a hacer eso? ¿O fue que no estaba dispuesto a asegurar a lord Sooman que lo cumpliríamos?

La risa encendió chispas en los ojos de Hyukjae.

-Si os lo dijera, niños, ¿qué os quedaría para chismorrear?

Kangin y Kyuhyun enrojecieron al oírse tratar de niños, considerando que Hyukjae no era mucho mayor que ellos. Pero el gruñido de Key distrajo su atención: Siwon salía de su tienda con la armadura completa.

-Que Dios nos proteja. Onew trabaja muy rápido esta mañana –dijo Hyukjae- Vergüenza para ti, Key: me dejas aquí, en ropa interior, parloteando como viejos chismosos. ¡Muévete, pelmazo, si no quieres que se vaya sin nosotros!

Cabía la posibilidad de que así fuera. Y así habría sido, de no ser porque lord Heebum había desdeñado el ofrecimiento de Onew de ir por su propia comida. Como Siwon no estaba seguro de que el gato supiera hallar el sitio al que se dirigían, que estaba a menos de una hora de viaje, todos tuvieron que esperar a que el felino regresara con su ratón y se pusiera, en la carreta de las provisiones, a disfrutar de su desayuno.




Heechul intentó sujetar al herido, pero como pesaba demasiado, ambos cayeron al suelo. Se había arrancado la flecha del hombro antes de que él pudiera impedirlo; ahora había allí una herida abierta, y Heechul no tenía nada para detener la hemorragia. Ni siquiera sabía quien era, pues el hombre estaba cubierto de cenizas y humo, por haber estado atendiendo el fuego. No parecía muy resistente al dolor, pues enseguida se desmayó. Y él no podía dejar que se desangrara.

-Hyunsoo, necesito un trozo de tela, cualquier cosa...

Hyunsoo no le prestaba atención o no podía oírlo por el estruendo de afuera. El puente levadizo, cerrado, había sido destrozado, al igual que la primera de las dos rejas que cerraban la entrada por dentro. Ya no era posible alcanzarlos con agua o arena caliente, pero había que mantener las hogueras encendidas, para volver a arrojar agua cuando el enemigo avanzara.

Era hora de retroceder hacia el torreón. Los que habían atendido el fuego estaban exhaustos, derrumbados contra las murallas. Los soldados aún disparaban sus flechas cuando algún blanco se apartaba del sitio cubierto.

-¡Hyunsoo!

Estaba junto a él, mirando hacia el patio, pero aún no lo oía. Cuando aquello terminara, fuera capturado o no, ajustaría cuentas con Ji Hyunsoo por haberle provocado casi tanta exasperación como los atacantes. Le pegó en la pierna para llamarle la atención.

-Dame tu cuchillo... o tu espada.

Heechul no llevaba arma alguna, pues no tenía sentido agregarlas a la armadura si no sabía utilizarlas; además, su chaqueta de malla pesaba ya bastante sin añadir el peso de una espada (en total sólo pesaba siete kilos). La idea de Yesung no había sido que él luchara, sino protegerlo y que pudiera parlamentar desde las murallas en caso necesario.

Los ojos de Hyunsoo se agrandaron al verlo medio sepultado por el hombre caído.

-¡Señor mío!

-¡Un cuchillo, estúpido! –fue cuanto pudo gritar.

Él le entregó la daga que llevaba en el cinturón, sin pensar, pero Heechul tenía las manos tan empapadas de sangre, por haber estado apretando la herida, que la dejó caer.

Hyunsoo ordenó sus dispersos pensamientos, lo suficiente para recoger el cuchillo y cortar la chaqueta del hombre. Pero su buen criterio no alcanzó para antes ayudar a Heechul a salir de debajo del herido. Fastidiado, no podía liberarse sin ayuda. Y Hyunsoo volvió a distraerse antes de haber logrado nada: Heechul le oyó ahogar una exclamación. Siguió un gemido y luego otro golpe.

-¿Qué?

-¡Jesús! ¡Buen Jesús!

-¿Qué?

Hyunsoo se persignó antes de tartamudear:

-Han... han recibido refuerzos, señor. Por la puerta exterior están entrando hombres a caballo. Jesús, más de treinta jinetes, y más aún a pie. Y... y caballeros. Hay caballeros que les guían.

A Heechul se le heló la sangre. Y ahora ¿qué hacer? Sir Yesung estaba loco si pensaba que él podía manejar aquella situación, cuando el miedo le impedía casi pensar. Si no se hubieran perdido las murallas exteriores, si el enemigo hubiera hecho lo habitual, instalándose para un largo sitio, no habría tenido problemas. Pero Kim Gura, el malnacido, ese cerdo libidinoso, sabía bien que no tenía hombres suficientes. Seguramente allí estaba, creyendo que la batalla había terminado.

Y allí estaba él, clavado al suelo, con los brazos tan cansados de sostener las mangas de malla que ni siquiera podía quitarse aquella pesada espalda de encima. Ni siquiera podía ordenar la retirada.

-¡Hyunsoo! –lo intentó otra vez- ¡Ayúdame a incorporarme!

Pero él seguía hipnotizado por la escena del patio. Seguía narrándole lo que él no deseaba oír.

-Siguen llegando; setenta... ochenta... Han duplicado su número y hay más aún... ¡Esperad! ¡Jesús!

-¿Qué? –Y como él no contestara de inmediato- ¡Maldita sea, Hyunsoo! ¿Qué pasa?

Él bajó la mirada y le dedicó una amplia sonrisa.

-¡Los refuerzos son para nosotros, señor mío! ¡Estamos salvados!

Entonces él mismo lo oyó, el entrechocar de espadas, gritos y vítores de su propia gente, diseminada por la muralla. Hyunsoo continuó, riendo:

-Los asaltantes no les oyeron llegar y ahora es demasiado tarde. Están huyendo. ¡Ved cómo corren, los muy cobardes!

-¿Cómo quieres que mire, idiota? –protestó aunque ahora sonreía.

La cara del joven se puso casi tan anaranjada como su pelo al verlo inmovilizado. De inmediato apartó al hombre inconsciente y lo ayudó a levantarse. Heechul vio la batalla que se estaba librando abajo, no hubo resistencia. Los recién llegados eliminaron al enemigo con tanta celeridad y tan poco esfuerzo que todo terminó muy pronto. El, ya aliviado, hasta perdonó a Hyunsoo por la “ayuda” que le había prestado esa mañana.

-Hazlos pasar en cuanto el jaleo haya terminado, Hyunsoo. Jesús, debo cambiarme. ¡No puedo recibirlos en este estado!

Hizo una mueca al mirar su atuendo; su cara enrojeció ante la idea de que alguien ajeno a su castillo lo viera así.

-¡Recíbelos como se merecen, Hyunsoo! –agregó, encaminándose ya hacia la escalerilla.

-Pero ¿quiénes son, señor mío?

-¿Qué importa, si acaban de salvar a Clydon?




Siwon se quitó el yelmo después de entrar en el Gran Salón y comprobar que allí sólo había jóvenes, mujeres y niños. No obstante, se sentía intranquilo; el sitio era demasiado grande y casi no había hombres. Intuía que en algún lugar había un ejército de soldados escondidos, tratando de decidir si él era amigo o enemigo antes de presentarse.

Por lo que llevaba visto, allí había más sirvientes que soldados, lo cual explicaba la patética defensa que había presenciado a su llegada. El castillo había estado a punto de caer, aunque los atacantes eran ridículamente pocos y ni siquiera había un caballero entre ellos.

Quienquiera que estuviera a cargo de la defensa debía de ser un imbécil.

-Si... si esperáis aquí, mi señor... el señor... lord Heechul, no tardará en daros la bienvenida.

Siwon echó un vistazo al joven; parecía tener la edad de Key. El mozo se presentó como Ji Hyunsoo, escudero de sir Kim Yesung, fuese quien fuera. Ji le había salido al encuentro en el patio interior, para conducirlo con sus hombres directamente al torreón, sin formular una sola pregunta. Siwon estaba habituado a intimidar a los hombres, pero aquello era ridículo; ardía por dar al mozo su merecido por la tontería de entregarles el torreón. Pero eso iba en contra de sus propios intereses.

Su intención había sido preguntar por Kim Jungmo, lord de Clydon, como si ignorara que éste había muerto. Podía tener negocios pendientes con el caballero, y eso habría impedido que el señor sospechara el verdadero motivo de su presencia. Pero para eso debía llegar sólo, con unos pocos hombres como escolta, tal como había planeado.

Sin embargo, al encontrar a Clydon en medio de un ataque, todo cambió. Se vio obligado a traer a sus treinta soldados y los cincuenta de Sooman. Ahora, si no quería asustar al joven caballero al extremo de inducirlo a esconderse, necesitaría una buena excusa para justificar su presencia.

Por el momento le habían dado una calurosa bienvenida, puesto que había despachado a los atacantes. Pero no podía decir que, al pasar por allí, había acudido en defensa de Clydon por puro espíritu de aventura. Los caballeros no viajaban con tantos hombres sin una finalidad militar; tampoco participaban en cualquier batalla con la que se tropezaran.

El escudero estaba demasiado nervioso; divagaba acerca de cierto vecino, llamado Kim Gura, a quien suponía vinculado con algunos proscritos que vivían en los bosques de Clydon y que, probablemente, habían sido los atacantes. Al parecer intentaba ganar tiempo: hablaba sin pausa, como para que nadie pudiera hacer preguntas. El señor del castillo habría debido estar allí, en el salón, para recibirlos. Siwon se preguntó por qué no era así. ¿Y si en ese momento lo estaban llevando lejos de su alcance?

Por fin, Siwon levantó una mano para acallar al escudero.

-¿Dónde está vuestro señor, caballero? Me gustaría asegurarme de que está sano y salvo.

-Eh... está sano y salvo. La última vez que lo vi... eh... No sé de seguro dónde se encuentra ahora.

Esta respuesta no alivió las preocupaciones de Siwon; el ceñudo gesto aterrorizó al pobre Hyunsoo, quien se apresuró a añadir:

-Iré a buscarlo.- dijo Hyunsoo prácticamente huyendo del salón a toda carrera.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...