Domando al Guerrero- Capítulo 4



-Aún no sé a qué habéis venido a Clydon.

-Nos envía vuestro señor.


Heechul aflojó su tensión. Era una extraña manera de decir que los enviaba Kwon Jiyong. Sin duda se les había pedido que entregaran otra carta del castellano del conde, al pasar por Clydon, puesto que Heechul aún no había respondido a la anterior, donde se le preguntaba la fecha de su boda. Tampoco ahora podría responder, al menos hasta que no llegara Jung Yunho, a la semana siguiente, y el supiera si estaba dispuesto a desposarlo o no. Lord Hanheng, con quien habría preferido casarse, aún estaba en Irlanda, según la última respuesta de su castellano, visitando las tierras de su padre en aquel país. El castellano no había sabido decirle cuándo regresaría. Pero esos problemas tendrían que esperar.

Puesto que los hombres eran vasallos de Shefford, al igual que el, merecían una buena bienvenida, aunque sólo fueran servidores de Shefford.

-Perdonad mi brusquedad, sir Siwon. Debo confesar que los acontecimientos de esta mañana me han alterado. Responderé a todas vuestras preguntas, pero permitidme primero, por favor, atender a vuestra comodidad.

Ante el renuente asentimiento del visitante, Heechul suspiró de alivio y se volvió hacia Hyunsoo, que en ese momento estaba sacudiéndose la ropa, después del reciente susto. Por su parte, Heechul estaba demasiado fatigado para ocuparse de la suya.

-Haz que los sirvientes preparen las mesas para comer. Luego envíame a mi mayordomo para que le dé las órdenes pertinentes, él se encargará de los hombres de sir Siwon. Tú preséntate a lord Ryeowook, quiero saber cómo está sir Yesung. Yen, busca a Eunsoo y haz que prepare varias alcobas, con baños en cada una, y vino. No te olvides del vino. Y di a lord Jey que se ocupe de los heridos. Yo me he ocupado de los más necesitados, pero aún quedan algunas suturas que realizar, y es hora de que aprenda a aplicar la aguja a la carne. Después podrás ocuparte de mí.

Hyukjae lo observó, en tanto Heechul se alejaba, y sacudió la cabeza.

-Apenas puede mantenerse en pie, mucho menos llegar a su alcoba, y... ¿has visto cómo se ha hecho cargo de todo? Tal vez deba ayudarlo...

Se le apagó la voz: Siwon acababa de abandonarlo. Quedó boquiabierto al ver que marchaba tras el señor.

Siwon lo alcanzó en tres largos pasos y lo alzó en brazos. Hyukjae oyó que el muchacho dejaba escapar una exclamación, pero él no se inmutó. Lo llevaba camino de las escaleras hacia las que se dirigía.

-No deberíais usar armadura, si no podéis soportar su peso –fue cuanto dijo.

Bien lo sabía él, pero no lo dijo; en aquel momento temía las intenciones del hombre. Pero ese miedo duró sólo el tiempo que él tardó en subir las escaleras: apenas segundos. Ya en lo alto, lo dejó en el suelo y, con un seco saludo de cabeza, regresó abajo.

“¡Qué caballeroso!”, se dijo Heechul. Y no volvió a pensar en él.

Heechul avanzó lentamente por el estrecho pasillo que atravesaba el grueso muro del torreón, iluminado por varias ventanas estrechas. Pasó por las habitaciones de los jóvenes, donde dormían casi todas sus acompañantes. Por fin llegó a su alcoba, en la torre del norte. Habría podido trasladarse a las amplias habitaciones su padre, pero se lo impedía el dolor. Después de casarse tendría ocasión de ocuparlas.

Su habitación estaba vacía, como siempre a esa hora de la mañana. Heechul se apoyó contra la puerta, soltando un suspiro de fatiga. No tenía fuerzas ni para cubrir los pocos metros que lo separaban de la cama. Ni siquiera podía pensar en el resto del día: atender a los visitantes y responder a sus preguntas como había prometido. Resultaba muy difícil hablar con ellos, sin saber cuánto decir, quién estaba informado de sus circunstancias y quién no. Lo peor era mentir. Y era su padre quien lo había iniciado todo, creyendo hacer lo que Heechul deseaba.

Si lord Geunsuk no hubiera muerto, él habría podido casarse con él antes de que su padre partiera hacia las cruzadas, dos años antes, siguiendo al rey Shing. Había sido prometido en matrimonio a Geunsuk cuando sólo tenía tres años; nunca se le ocurrió oponerse a la alianza, aunque apenas lo conocía: no lo había visto más de cinco o seis veces en su vida.

Pero cuando llegó el momento de la boda, su prometido se había convirtido en el favorito de la corte de Shing; el viejo rey lo empleaba mucho, enviándolo de un lado a otro con distintos recados. Al parecer, Geunsuk no tenía tiempo de mandar por él ni de presentarse en Clydon, para que ambos pudieran pronunciar sus votos. Y al fin recibió la noticia de que él había muerto al cruzar el canal, ahogado al tratar de salvar a un niño que había caído por la borda.

La nueva entristeció a Heechul, pero no lo conocía tanto como para llorarlo. Sin embargo, esa muerte lo ponía en un aprieto: su padre ya había dado su palabra de acompañar en las cruzadas a su señor feudal, lord Jiyong, y a Shing Corazón de León, el nuevo rey. Así, Heechul quedó soltero y con su padre a punto de partir hacia Tierra Santa, sin tiempo de buscarle otro marido.

Por eso él le pidió que buscara candidatos por su cuenta y los sometiera a su aprobación. El siguió la indicación, pero su primera carta no llegó a manos del padre. Antes llegó una de Champeney, contando que se habían detenido para conquistar Chipre y que el rey se había casado allí con Park Shin.

Acompañaba a la carta un carro lleno de botín, pero a Heechul le pareció inapropiado vender pieza alguna, aunque necesitaba el dinero, por provenir de las cruzadas, se le antojaban casi sagradas.

La segunda carta de Heechul llegó cuando su padre aún estaba en Chipre, pues el rey se demoró largamente allí. Él contestó, aprobando a dos de los candidatos que él había propuesto: lord Jung Yunho, uno de los servidores de Champeney, que a la muerte de su hermano mayor, heredó las tierras de la familia en Gales, y Xi Hanheng, heredero de Lyonsford, que ya poseía el torreón y la ciudad de Warhurst, a pocas horas de camino de Clydon. Heechul conocía bien a ambos y les tenía simpatía; estaba seguro de poder entenderse bien con cualquiera de ellos como esposo. Ambos eran jóvenes y de buen porte.

Han poseía un fino humor y sabía hacerlo reír; Yunho era bondadoso y amable. Con cualquiera de ellos sería feliz, pero sus preferencias se inclinaban por Han.

Su padre murió en el sitio de Acre, apenas un mes después de haber escrito esa última carta, de modo que nunca supo de las preferencias de su hijo. El conde, en la carta en que informaba a Heechul de su fallecimiento, también mencionaba que Jungmo había hablado de un nuevo compromiso matrimonial del muchacho, al parecer, en el delirio de la agonía, no había mencionado quién era su prometido. “Estoy absolutamente seguro de que, quienquiera sea el hombre que Jungmo eligió para vos, será aceptable para mí y estará dispuesto a rendirme homenaje. Vuestro padre me apreciaba tanto como yo a él; habría sido incapaz de poner a un enemigo mío al frente de Clydon. Por ende, la presente es para otorgaros oficialmente mi permiso y mi bendición en cuanto a vuestra boda.” Pero el conde decía que, en bien del propio muchacho, deseaba que la ceremonia se celebrara en el curso de pocos meses y que se le enviaran noticias de él.

Heechul se sintió confuso, pero al fin comprendió lo que su padre había hecho: había mentido a su amigo y señor para que él pudiera elegir entre los dos candidatos aprobados por él. De otro modo, lord Jiyong, quien era su tutor a la muerte de su padre, tenía derecho a elegirle esposo y hasta a vender su tutela, manteniéndolo soltero, aunque eso no era probable. Si bien el conde siempre lo había tratado con cariño y amabilidad, porque apreciaba a su padre, esas cosas no se tenían en cuenta al acordar un matrimonio. Y sin permiso del conde, sin que él aprobara a su esposo, Heechul podía perder su herencia.

Por eso había escrito a Hanheng, pidiéndole que acudiera a Clydon. No aclaró el porqué, pero si dijo que era urgente. Fue difícil localizar a Hanheng. Transcurrió un mes sin noticias de él y Heechul escribió entonces a Yunho. A esas alturas estaba dispuesto a casarse con cualquiera de ellos. Después de lo ocurrido aquella mañana, tras los esfuerzos de Kim Gura por apoderarse de él, la urgencia era mucho más crítica. Podía considerarse afortunado por el hecho de que, en los últimos meses, Gura hubiera sido el único que lo había intentado.
Heechul comenzó a apartarse de la puerta, pero en ese instante alguien la abrió. Su grito impidió que Suyen lo golpeara con ella.

-Heechul debiste ver a esa buscona de Sohee, cómo meneaba el trasero en las narices de él –dijo Yen disgustado- Y Eunsoo se empecinó en bañarlo él. Deja que yo me ocupe de él, Heechul, por favor. A Sohee siempre le encargan...

-¿Qué te ocupes de quién?

Él emitió un suspiro dramático.

-Del cíclope pelinegro. ¿De quién, si no?

Heechul recobró la compostura.

-De acuerdo. Ve, encárgate. No me importa. –Y agitó la mano. Luego agregó-: ¡Espera! Antes quítame esto de encima. ¡Maldita armadura!

Él obedeció. Lo desnudó con más celeridad que nunca. Heechul estuvo a punto de echarse a reír al verlo tan impaciente. ¿Y él llamaba buscona a Sohee?

Cuando tuvo en ropa interior, se dejó caer en la cama.

-¿Te has ocupado al menos de que me enviaran el baño?

-Por supuesto –replicó él, indignado, en tanto arrojaba la armadura a un rincón.

-Bien envíame a Yin. ¡Espera, Yen! –Se incorporó sobre los codos para advertirle-: Si tu “cíclope” no tiene interés, será mejor que te apartes de su presencia cuanto antes.

El muchacho asintió con una amplia sonrisa y se marchó.




Lord Lee Sooman no merecía tanta suerte. Había obtenido sus extensos territorios casándose sucesivamente con cinco esposos ricos, y ahora volvería a hacerlo: aumentaría su gran fortuna con Clydon.

Siwon no sabía si la propiedad incluía otros feudos, pero Clydon, por sí sola, era una magnífica heredad para cualquiera. Él había visto los numerosos sembrados al acercarse al castillo: una gran aldea, donde debían de vivir cuanto menos doscientos plebeyos, en sólidas cabañas de madera sana; un arroyo que corría por detrás. A la distancia, un molino de agua, una casa solariega y una inmensa extensión de bosques, donde él y sus hombres habían acampado la víspera, para dejar allí las carretas con las provisiones y las personas que seguían a su pequeño ejército.

Pero lo más espectacular era el castillo. Ni siquiera el torreón de lord Montfort ni el del padre de Siwon eran tan grandes.

Los establos estaban en el patio interior, así como un granero, un establo más pequeño y varios depósitos. Allí también se hallaban la cocina y una huerta a la que nada faltaba, ni colmenas; dentro del torreón se había añadido una cocina nueva, siguiendo el ejemplo de torreones construidos en tiempos recientes, para lograr que la comida llegara caliente a la mesa.

Siwon había visto gran parte de todo esto. El escudero Hyunsoo le suministró más detalles en su entrecortado discurso, mientras conducía a los visitantes hasta el Gran Salón; también el sirviente a quien el señor llamaba Yen era una fuente de información, pues respondía a todas las preguntas de Siwon. Fue sólo por ese motivo que se dejó atender por él durante su baño, despachando a Onew para que fuera a limpiar su espada y su armadura ensangrentadas.

Por lo general, todo invitado era asistido en su baño por alguien del servicio; si el huésped era muy importante, se encargaba el joven señor, es decir, el esposo del lord. Siwon que no tenía tanta importancia, nunca había sido atendido por el joven señor de la casa, lo cual agradecía, los mejores criados se disputaban el honor de ocuparse, y él recordaba muchas horas agradables dedicadas a algo más que la higiene.

Llegó el joven que le había sido asignado, acompañado por los sirvientes que llevaban la tina grande y el agua caliente, una bandeja con vino, queso y pan blanco de trigo, para colmar su apetito hasta que se sirviera la cena. Siwon reconoció que el señor de Clydon debía considerarlo importante, no sólo porque él se había presentado como enviado de su señor (indudablemente, él no pensaba que se tratara de Sooman, sino de otro), sino también porque había salvado a Clydon, quienesquiera fuesen los atacantes.

Siwon había notado que lord Heechul apoyaba una mano en el hombro del joven al impartirle órdenes, era obvio que prodigaba al muchacho algún afecto especial. En ese caso, era posible que contara con la confianza del señor y recibiera sus confidencias; sabría sobre él cuanto hiciera falta saber. Y si estaba en la alcoba de Siwon, sólo podía ser por órdenes de él, para obtener del visitante alguna información. Sin embargo, aún no había hecho ninguna pregunta y, en cambio, no vacilaba en responder a todo lo que Siwon deseaba saber sobre Clydon.

Ya desnudo, Siwon se metió en la gran tina redonda. Al sentarse, el volumen de su cuerpo le elevó el agua hasta el pecho.

Suyen estaba fascinado, nunca había visto un cuerpo tan bello. En cada músculo ondulaba una fuerza de hierro. Brazos como esos podían fracturar un hueso sin siquiera proponérselo. Piernas larguísimas, trasero firme y exquisitamente curvo, una espalda que no terminaba nunca, y todo eso macizo como la roca.

Suyen vio que el caballero alargaba la mano hacia el estropajo y el jabón puestos en un taburete, junto a la bañera, y se arrojó de cabeza hacia ellos.

-Permitid que yo os lave, señor.

Siwon se encogió de hombros, aunque no había esperado que el muchacho se prodigara tanto. Se inclinó hacia delante para ofrecer su espalda…

-Tu señor, ¿qué edad tiene?

-¿Por qué lo preguntáis?

-Porque no vi un cuerpo muy desarrollado que me ayudara a calcular. ¿Acaso es sólo un niño?

Suyen tuvo que borrar de su voz el tono presumido al responder; él bien sabía todo eso, pero aquel caballero nunca lo sabría.

-Hace muchos años que mi señor dejó de ser niño. Aunque no lo parezca, es un hombre perfectamente desarrollado.

Siwon notó que no se había respondido a su pregunta sobre la edad. Si el muchacho no estaba dispuesto a hablar de su señor, en seguida lo averiguaría:

-Si hace tanto que superó la niñez, ¿por qué no se ha casado?

Suyen deslizó el paño, acariciante, sobre la piel. Le costaba pensar sintiendo aquella espalda tan bella y musculosa bajo su mano.

-Estaba prometido, pero él murió hace dos años.

-¿Y no lo prometieron otra vez?

Suyen frunció el ceño, tratando de concentrarse. El tema se volvía peligroso. Aquel hombre provenía de Sheford y, por lo tanto, creía que Heechul estaba prometido en matrimonio, cuando en realidad no era así. ¿A qué venía esa pregunta?

-Está prometido, por cierto. ¿Acaso sir Henry no os envía para saber la fecha de la boda? El castellano de lord Jiyong vendrá a presenciarla y recibir, en nombre del conde, el homenaje del nuevo lord de Clydon.

Siwon agradeció que se le brindara con tanta facilidad una excusa para su visita al castillo. Y era obvio que Sooman tenía razón en una cosa, cuanto menos: si existía una promesa matrimonial, el señor la estaba desoyendo para casarse con otro.

-¿Eso significa que la fecha está... fijada, por fin? –preguntó Siwon.

Suyen aprovechó la distracción del gigante para acercarse un poco más y llevar el estropajo hasta su pecho.

-Sólo mi señor puede responder a eso.

-¿Y quién es el afortunado esposo?

Ni él lo sabía, pues Heechul solía esquivar esas preguntas.

¿Cómo decir que su prometido era Jung Yunho, si Heechul estaba decidido a casarse con Hanheng en caso de que éste, milagrosamente, se presentara primero? Decidió apostar a que Choi Siwon no supiera que la cosa aún no estaba decidida y a que no estuviera dispuesto a admitir que su señor no le había confiado el dato.

-No es algo que todo el mundo sepa, pero sin duda sir Henry os habrá informado.

Siwon gruñó. El muchacho se mostró otra vez evasivo, y eso no le gustó. Si las nupcias se celebrarían pronto (y el joven caballero lo querría así, sin duda, después de haber peligrado tanto aquella misma mañana), ¿por qué guardaba tan en secreto el nombre de quien la desposaría en lugar de Sooman? El hombre no podía haber sido elegido por su padre, si Sooman decía la verdad. Por lo tanto, debía de ser decisión del conde de Shefford tras la muerte de Kim Jungmo.

Ningun joven señor se atrevería a concertar su propia alianza ni a romper un compromiso. ¿Por qué el conde lo había dejado sin protección durante tanto tiempo? Si deseaba entregarlo a otro, era preciso hacerlo de inmediato, pues estaba a merced de cualquiera mientras no se celebrara la ceremonia.

En realidad, no le interesaba resolver ese acertijo. Su misión consistía en llevar al joven caballero a Sooman y así lo haría. Poco le importaba quien se apoderara de Clydon a través de él. Cabía envidiar al que se alzara con el botín, pues Clydon era magnífico. Su única desventaja era venir acompañado de un hombre-niño, dado a impartir órdenes como un general. Pero eso no tenía mayor importancia: aun jiboso y tullido habría sido deseable mientras Clydon fuera suyo.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...