Domando al Guerrero- Capítulo 5



Heechul usaba rara vez el taburete que solía poner en el centro de la gran tina forrada de tela; tampoco ahora lo usó. Necesitaba hundirse profundamente en el agua caliente, para aliviar sus músculos doloridos. A su baño habían agregado aceite de mirra, cuya delicada y exótica fragancia lo relajó; era su esencia favorita desde que la descubrió en la carreta de tesoros enviados por su padre.

Ya había hablado con su mayordomo y estaba seguro de que, abajo, las cosas volvían a la normalidad. Aun así, era incorrecto demorarse en su alcoba habiendo huéspedes en el torreón. Su alcoba era el único lugar donde podía gozar de intimidad, sin que nadie esperara nada de él. Y eso era exactamente lo que necesitaba en aquellos momentos. Nadie, aparte de Yen o Yin, entraría jamás sin su permiso. Cuando estaba allí todos sabían que no quería ser molestado.

Suyen seguía guardando silencio y el agua del baño empezaba a enfriarse.

-¿Y bien? -inquirió Heechul hundido en la tina.

-Y bien ¿qué?

Ante esa malhumorada respuesta, se incorporó y apoyó los brazos en el borde. Le llevó un momento localizar a Yen, que estaba sentado en un rincón, en el suelo; con aire abatido, apoyaba el mentón en las rodillas y abrazaba sus piernas.

No hacía falta preguntar, pero lo hizo con suavidad:

-¿Él no mostró interés?

-Ningún interés.

-¿Qué te pasa, Yen? No es habitual que te tomes un rechazo tan a la tremenda.

Él levantó bruscamente la cabeza.

-no solo fue el rechazo, lo peor es que… por estar distraido por poco y… le quemo su hombria.

-¡Que! Que hiciste que!

-¡no hice nada!, dije que casi…es que no lo has visto, Heechul. Todo tan bello...

-Ahórrate los elogios, Yen -interrumpir con sequedad- Lo mismo dices cada vez que encuentras una hermosa cara nueva.'Y nunca te detienes a pensar qué hará tu amante de turno si lo descubre. ¿No frecuentas ahora a uno de mis hombres de armas? No me gustaría tener que alejarlo del castillo como al anterior, el que te golpeó por tu infidelidad.

-¿Qué culpa tengo yo si los hombres son tan posesivos?

Heechul se echó a reír ante la resignación de su voz.

-Si quieres ser como Sohee, que pasa de uno a otro, al menos no te comprometas con uno solo.

-¿Vas a compararme con esa buscona, que conoce todas las camas del torreón? -acusó él, indignado- Es tan estúpida que apenas sabe complacer por un día.

-Pero tiene la sagacidad de evitar palizas de los celosos, cosa que tú no puedes decir -le recordó - No me gusta tener que consolarte cuando lo hacen. Si no puedes ser fiel, al menos busca amantes más menudos o desarrolla tus músculos.

-Es que me gusta sentirme indefenso. ¿Preferirías tú ser más fuerte... ?

- No se trata de mí - replicó levantándose - Y no sé por qué me molesto en discutir contigo, si harás lo de siempre, por mucho que yo te diga.

Suyen se apresuró a adelantarse con una toalla y lo ayudó a salir de la tina.

-¿Averiguaste, al menos, a qué ha venido sir Siwon?.

-No tuve muchas oportunidades de hacer preguntas, con todas las que él me hizo. Me interrogó sobre Clydon, como casi todos los que vienen por primera vez. Pero también quería saber de ti.

-¿Sobre mí?

Yen sonrió al recordarlo.

-Sentía curiosidad por tu edad. -Decidió no repetir las palabras textuales del hombre- Me preguntó cuántos años tenías, cuándo sería el enlace y quién era tu prometido.

-¿Y qué le dijiste?

-Nada a lo que pudiera hincarle el diente. Seguramente te lo preguntará... si logra calmarse un poco.

-Oh, Yen, ¿no pudiste darte cuenta de lo que hacias, debe estar enfurecido.

-Estaba distraído. -Su voz se tornó defensiva- Es que ese hombre es tan…

- al menos le enviaste a alguien para que continuara con el baño

-¿Y a quién le enviaste?

-A Kang Hodong.

-¡Yenl ¿Cómo se te ocurrió?

-¿Qué tiene de malo? -replicó él, con toda inocencia, mientras le ayudaba con la camisa- El estaba desocupado.

Heechul lo fulminó con la mirada y sintió deseos de abofetearlo.

-A estas horas debe de estar furioso. Te juro que si tu tonto rencor me provoca dificultades con él, yo mismo te despellejaré y clavaré tu piel en la pared.

Yen protestó:

-Él tiene mucho en qué pensar y no le interesa retozar con nadie. Ni siquiera lo mirará.
-Ojalá tengas razón. ¡Apresúrate!. Quiero estar en el salón cuando él baje.




Al bajar por la escalera de la torre, Siwon vio a Hyukjae sentado en el último peldaño, esperándolo.

-Empezaba a preguntarme si te habrías perdido allá arriba. ¡Y yo temía ser el último en volver al salón, por culpa de ese encanto que me atendió!

No podía haber dicho nada peor, considerando que Siwon se había demorado deliberadamente en la alcoba para que se le enfriara el ánimo. Primero se le ofrece el sirviente del señor, en su campamento sabian que mientras él no buscara con quien retozar, todo aquel que se le ofreciera lo enviaba freir sapos; tenia que reconocer que en ese castillo no tenían porque saberlo, pero lo que si lo enfadó fue que ese estupido niñato iba acabando con su maravilloso miembro viril, por Dios!!!. Y para colmo después, le envian a uno tan voluminoso que ni siquiera Siwon habría podido rodearle con sus brazos... cosa que no se le ocurrió, por cierto.

-¿El señor ha bajado ya?

-Sí, hace un rato -respondió Hyukjae, con una mirada de curiosidad-. ¿Y a ti qué te pasa?

-Nada que él no pueda solucionar -replicó Siwon, en tanto atravesaba la arcada que daba al Gran Salón.

Casi sofocado por el enfado, se encaminó directamente hacia la plataforma, en cuyo centro ardía un gran hogar; Kangin y Kyuhyun estaban allí con un grupo de jovenes. Aminoró el paso, bastante aplacado, al rodear la larga mesa, ya cubierta de un mantel de hilo blanco para la cena: acababa de caer en la cuenta, tardíamente, de que no sabría distinguir a Kim Heechul.

Eran cuatro jóvenes mayores; el joven Jey, a quien él había asustado antes, y otros tres. Resultaba imposible determinar cuál era el Lord de Clydon.

El más joven de los cuatro se separó de sus compañeros para saludarlo. Como los otros, mantenía los ojos castamente bajos, con lo cual Siwon siguió a oscuras, cuanto menos, habría podido reconocer los ojos que había visto antes.

-Sir Siwon, permitidme presentaras a Kim Ryeowook, esposo de sir Kim Yesung que aún está en cama y no puede reunirse con nosotros.

Kim Ryeowook era el mayor. Faltaban tres.

-Lord Jey dice que ya os conoce.

¿Era censura lo que se percibía en su voz?.

-Y el joven Jungki, hijo de sir Yesung.

Un bonito joven de doce años. Por lo visto, las presentaciones se estaban efectuando por rango.

- el joven caballero Lee Donghae quien ha quedado viudo -continuó quien hablaba- Su esposo era caballero de Clydon, y peereció con mi padre en Tierra Santa.

Eso sí exigía una respuesta, Donghae era un joven atractivo, con bellos ojos negros que lo espiaban con timidez.

-Lamento enterarme de su pérdida -dijo Siwon recibiendo como respuesta una sonrisa y un gesto de la cabeza.

Luego Siwon envió la cortesía al diablo. Se volvió hacia lord Heechul con intención de llevárselo a algún rincón y decirle a la cara lo que pensaba de él.
Pero él fue el primero en hablar. Apoyándole en el brazo una delgada y suave mano, se inclinó hacia él para decirle, medio en susurros:

-Acompañadme, sir Siwon, por favor. Me gustaría hablar en privado con vos, antes de que nos sentemos a la mesa.

Pese al «por favor», aquello sonaba a orden. Era lo mismo que Siwon iba a proponer, aunque con menos gentileza; aun así, eso no cambiaba el hecho de que un joven señor estuviera dándole órdenes, cosa que no le gustó. De cualquier modo, Heechul no aguardó su respuesta. Seguro de que él no se negaría. Su mano ya no descansaba en el brazo de Siwon, sino que lo sujetaba con fuerza, como si pretendiera arrastrarlo tras de sí. Cosa imposible, si él se negaba. Pero lo siguió, sólo porque él también deseaba cambiar unas palabras en privado.

Lord Heechul lo condujo al vano de una ventana, a un lado del salón, entre dos muros que parecían de sendas alcobas. Dos bancos enfrentados recogían la brillante luz de la tarde.

Heechul entró primero y ocupó el banco de la izquierda, Siwon se sentó en el otro, aunque de ese modo quedaba a plena vista de quienes seguían reunidos ante el hogar. Eso no le impediría ventilar su enojo, pero una vez más Heechul no le dio oportunidad de pronunciar palabra.

-Gracias, señor, por permitirme pediros disculpas en privado. El incidente que provocó mi ayudante de camara me resulta tan bochornoso como a vos, de modo que seré breve. Suyen no suele ser tan torpe, pero en este caso me ha dicho que así lo hizo, y por eso os pido perdón, en mi nombre y en el suyo. No hay excusas... pero estaba tan deslumbrado que... Oh, jesús, esto es más bochornoso de lo que yo pensaba.

Heechul se movió en el asiento, incómodo. El hombre no lo ayudaba a poner fin a la situación. Aunque no había podido mirarlo a los ojos durante su parrafada, estaba seguro de que él lo miraba fijamente, ruborizado también, esperando a ver qué más decía. ¿Y qué más podía decir?

Prosiguió, con un suspiro.

-Basta con miraros, sir Siwon, para saber que cualquiera a su lado puede distraerse y cometer algún accidente.

-Sí, es cierto.

Heechul se puso rígido al oír, por fin, su agrio murmullo. Conque seguía enfadado. Bueno y quien no, si casi le quemaron a su “amigo”. Pero le había pedido disculpa y se sentía ofendido por el hecho de que él no se mostrara magnánimo después de ellas.

- nuevamente le pido disculpas, ya lo he castigado y me encargaré de que no vuelva a recordamos este incidente con su presencia. Pero si os resulta imposible olvidar este asunto y deseáis abandonar el castillo, lo comprenderé.

¿Olvidar o abandonar el castillo? Siwon tuvo que morderse la lengua para no replicar. Siwon no se marcharía, por supuesto, mientras no se hiciera de noche y pudiera llevarlo consigo. Pero ¡por Dios!, ese tipo se había encargado de eliminar todo reparo en cuanto a entregarlo lo más pronto posible a Sooman. Esos dos se merecían mutuamente.

Con dificultad, Siwon logró pronunciar:

-Tal como decís, el asunto queda olvidado.

-Pese a todo, no puedo decir que me sienta perdonado, sir Siwon ¿Queréis sacudirme otra vez? ¿Os serviría eso?

Él lo fulminó con la mirada por recordarle aquel error. Sin duda el recordatorio era deliberado. Él tuvo la audacia de sonreírle, descubriendo una hilera de blancos dientes.
Tampoco esperó respuesta. Tendió una mano por el estrecho espacio que los separaba y se la apoyó en la rodilla; luego la retiró, como si recordara que no había entre ellos tanta familiaridad como para tocarlo. Y sonrió.

-Ese ofrecimiento no iba en serio, ¿sabéis? ¿Nadie bromea con vos?

-Hyukjae arriesga muchas veces su vida por hacerlo.

-Si eso es cierto, os debería dar vergüenza -dijo Heechul soltando una risita agradable- Espero que sea sólo el vientre vacío lo que os pone tan hosco, pues eso puedo solucionarlo.

Siwon se ruborizó. El joven caballero seguía bromeando, pero si él no abandonaba de inmediato su malhumor, él le exigiría que se fuera sin siquiera darle la oportunidad de hacerlo por su propia voluntad.

-Perdonad. Vuestras viandas serán bien recibidas, por cierto.

-En ese caso, no os haré esperar. Venid. Compartiréis un banco conmigo.

Por los clavos de Cristo, ¿era preciso eso? Compartir su mesa era un honor, pero él no lo consideraba así. Sentarse junto a él lo obligaría a observar todas las reglas de la cortesía, servirle las mejores porciones, asegurarse de que su vaso no estuviera nunca vacío y hacer todo lo necesario para complacerlo. El hombre hambriento tenía derecho a comer en paz, pero ¿cómo era posible hacerlo en presencia de jovenes que querían ser servidos y entretenidos?

Siwon cerró los ojos con un gruñido, pero los abrió de inmediato para contemplar a Heechul, que volvía al estrado, una vez más, parecía dar por sentado que él lo seguiría. Clavó los Ojos en sus estrechas caderas, que meneaba suavementeal caminar... o al deslizarse. ¿Qué edad tenía, al fin y al cabo?

Sentado frente a él había tenido una buena oportunidad de estudiarlo, al menos mientras él mantenía los ojos bajos. En su rostro no había nada infantil. Se podian observar algunos razgos un poco femeninos. Ojos expresivos, nariz recta, labios carnosos. Era interesante observalo gracias a los carnosos labios y al cutis cuya blancura pedía ser tocada.

Sin embargo, no le atraía en absoluto. Los jóvenes que fascinaban a Siwon eran mozos fuertes y robustos, capaces de soportar un buen revolcón, lo único que a él le interesaba.

Los jovencitos delicados le provocaban pavor. Y si se trataba de jóvenes señores, peor aún, sólo por el hecho de serlo. En cuanto a ese en particular, le gustaba menos que ninguno, y acababa de agregar sus bromas a la lista de quejas que Siwon tenía en su contra. A Hyukjae podía tolerarle ese fastidio, pero a él no.

Al ver que Hyukjae le sonreía, se puso de pie. Era mejor terminar con aquello. Cuanto antes pudiera trazar planes para la partida, mejor. Sonó un cuerno, llamando a la gente del castillo a las mesas de caballete, instaladas debajo de la plataforma. Siwon apenas pudo dar crédito al pequeño número de soldados que entraban, algunos heridos. Una propiedad de ese tamaño, tan obviamente rica, podía mantener una guarnición de varios centenares. ¿Dónde estaban los hombres necesarios para protegerla? Ardía por saberlo, pero era preciso esperar.

Decidió no interrogar allí a al joven, donde se vería obligado a dominar su mal genio. El lo fastidiaba demasiado con su aire autoritario, cuanto menos le dirigiera la palabra, mejor. Ya tendría tiempo para hacerle preguntas cuando estuvieran lejos de Clydon. Entonces no se mostraría tan altanero.

Por eso dejó que Hyukjae actuara según su carácter, monopolizando la conversación con su humor jocoso, aunque algunas bromas fueran a costa de Siwon, así mantenía entretenido a Lord Heechul y distraía su atención, evitando que Siwon tuviera que sufrir su mirada directa, salvo una o dos veces.


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