Domando al Guerrero- Capítulo 34



-No conozco necio peor que... Muy bien. Seré yo quien envíe un hombre a Warhurst. A mí, al menos, no se me acusará de despecho, aunque eres injusto con tu padre al creer que sería capaz de pensar eso de ti.

-No te metas en esto Heechul . Lo digo muy en serio -ordenó Siwon fríamente- Una vez mi padre se haya ido, solucionaré esto a mi modo.

-¡Pero él debe saberlo!

-¡No por nosotros!


Heechul lo pensó mucho. Lo pensó seriamente. Y estuvo muy cerca de desafiar la autoridad de Siwon para hacer lo que creía correcto. Pero recordó la inequívoca seriedad con que él había ordenado no intervenir y decidió obedecer a su esposo, al menos en esa ocasión. Al fin y al cabo, era preciso comenzar a tener confianza en su buen juicio, y ése parecía buen momento para ello. En realidad, Heechul tuvo motivos para alegrarse de su decisión, pues el asunto se resolvió por sí solo y muy pronto.

Como Kangta no pudo alcanzar a Hanheng a tiempo para dialogar con él, decidió seguirlo a Warhurst y enviar un mensaje a Siwon, diciendo que regresaría más tarde.

Volvió mucho después. El salón estaba desierto y se le hizo pasar directamente a la alcoba preparada para él. Heechul tenía el hogar encendido; allí se calentaba agua para el baño y se mantenía la comida a punto. Kangta estaba cansado, pero no sólo por la fatiga fisica.
Bastaba mirarlo para comprender que había descubierto por sus propios medios la verdad sobre Hanheng. En realidad, los habitantes de la ciudad habían caído sobre él con quejas, lamentos y acusaciones de tiranía en cuanto cruzó las puertas.

-Todo esto es obra de él -dijo Kangta después de repetir algunas de las cosas descabelladas que le habían contado- No quiso casarse conmigo, gracias a Dios, pero tampoco permitió que yo me hiciera cargo del muchacho. Quería que se criara en la corte, como él.

Las intenciones de Heechul eran permanecer en silencio mientras Siwon y su padre resolvían aquello entre los dos. Pero como su esposo no hacía comentario alguno, no pudo soportar la curiosidad.

- ¿No dijisteis que Hanheng había sido educado por la familia de su padre, milord?

- Y así fue. Ah, comprendo vuestra confusión. Olvidé mencionar que Heebum es familiar del rey. De una rama ¡legítima, por supuesto.

Heechul se quedó boquiabierto. Siwon ni siquiera parpadeó. Por lo visto, lo sabía desde el momento en que conoció la existencia de su hermanastro.

-¿Hijo del rey? -preguntó al recobrar la voz.

-En efecto. Y ahora ya sabéis por qué esa vinculación complació tanto a mi padre. Pero el tío que Hanheng mencionó no es el rey Shing. Él apenas lo conoce. Por desgracia, fue el príncipe Dong el que se interesó por el niño. Y ya veis adónde lo ha conducido esa influencia.

-Pero ¿qué pasará si habla con él como dijo?

Kangta dejó escapar un resoplido de desprecio.

- Dong está muy atareado con sus maquinaciones para arrancar la corona a Shing. Ésa ha sido su obsesión desde la muerte del padre. ¿Creéis que puede interesarle un inofensivo insulto a su hermano bastardo? No señor, mi hijo menor gusta pensar que tiene influencias en la corte, pero en realidad no es así. Tampoco su padre las tiene ya. El hombre con quien se casó tenía cierto poder en otros tiempos pero lo perdió al ocupar el trono Shing Corazón de León. Lo que mi hijo posee, lo posee gracias a mí.

- ¿Qué haréis... qué podéis hacer, entonces? Warhurst es de Hanheng, por vuestra propia generosidad.

-No, no del todo. A diferencia de Farring Cross, cuya propiedad pasó íntegramente a Siwon, Warhurst aún forma parte de Lyonsford y así será hasta mi muerte. Mi error fue asignar a Hanheng su control, con la esperanza de que la responsabilidad le ayudara a desarrollar un carácter más honorable o, cuanto menos, alguna integridad. En cambio, ha corrompido al administrador que envié para que lo guiara y emula a sus poderosos parientes en lo peor.

-Pero ¿y el castellano? Hemos tratado con él.

Kangta meneó la cabeza.

-Era mi administrador. El castellano era Hanheng.

-¡Vaya, qué mentiroso! -protestó Heechul indignado- Hizo que todos los residentes en esta zona lo consideráramos lord de Warhurst.

Siwon rió entre dientes ante su enfado.

-Vamos, señor, fuisteis engañados por un experto, que aprendió sus tácticas con los mejores mentirosos del país. No es culpa vuestra que no supierais detectar su engaño.

-Para vos es muy fácil decirlo -replicó él- porque no estuvisteis a punto de casaros con él.

Siwon sonrió.

-Gracias a Dios, no.

Kangta se apresuró a intervenir.

-De cualquier modo, no sufriréis más problemas por cuenta de mi hijo menor, señor -Y entonces no pudo evitar sonreír a su vez- Pero no puedo asegurar lo mismo por cuenta de éste. En estos momentos Hanheng viaja bajo escolta a casa de un primo que tengo en Irlanda; ese hombre no tolera la deshonestidad. Unos cuantos años allí lo pondrán en la buena senda. Al menos, eso espero.

-¿Y él aceptó viajar?

-No se lo pregunté -respondió Kangta con franqueza.

-Entiendo. Entonces todo queda arreglado, salvo...

-Todo queda arreglado Heechul -interrumpió Siwon seco- Ahora acuéstate. Me reuniré contigo muy Pronto.

Heechul apretó los labios, listo para librar batalla por verse despedido de ese modo. Aquel hombre tenía que aprender buenos modales. Pero de pronto recordó de qué se había librado a duras penas esa mañana y prefirió no provocarlo más, por ese día.

Aun así, en su interior había sentido todo el tiempo un demonio danzarín. Fue esa malvada criatura la que le instó a replicar, en el momento de abandonar el cuarto:

-No os deis prisa por mí, milord. Me encontraréis profundamente dormido.

-No será así, pues todavía tenemos algo que arreglar, como recordaréis.

Heechul abrió la boca, pero volvió a cerrarla bruscamente. No, no podía referirse a eso. A eso no.

Pero Siwon se refería a eso. En cuanto hubo entrado en la alcoba, preguntó:

-¿Temíais este momento señor? No, no hace falta que respondáis. Vuestra conducta del día habla por sí sola. Pero algo os ha inducido a error.

Heechul estaba sentado en un banquillo junto al hogar, peinándose. Siwon se acercó a la cama y adoptó la misma posición que por la mañana. Heechul se limitó a mirarlo, horrorizado

-Ven Heechul -dijo él con el más tranquilo de los tonos- No me llevará mucho tiempo.

¡Por Dios! ¡Qué bruto, qué bestia! ¿Cómo se atrevía a mostrarse tan tranquilo?

-¿Y si me niego?

-Entonces tardaré más... mucho más.

Sin duda no tenía en cuenta el tiempo que le llevaría perseguirlo por toda la habitación.

-Si esta mañana os hubiera dejado saliros con vuestra voluntad, no os habríais reconciliado con vuestro padre -dijo amargamente- ¿Eso no cuenta?

-El fin no justifica los medios Heechul. No prestaste ninguna atención a mis deseos y me obligaste a aceptar los tuyos. Ahora nos aseguraremos de que eso no vuelva a ocurrir.

-¡Lo que haces es cosa de bárbaros!

-Sería cosa de bárbaros si os pegara con un látigo, señor -dijo, y se puso de pie.

Heechul también se levantó de un brinco. Sin embargo Siwon no se acercó. Heechul comprendió que le daba aún la oportunidad de facilitar las cosas. ¿Valía la pena recibir un castigo por un poco de resistencia inútil?

Se obligó a acercarse y se detuvo ante él con la cabeza gacha. Sentía náuseas por el miedo y el corazón palpitante. No le parecía correcto manifestar una débil sumisión, pero ¿qué remedio le quedaba? No correspondía a un joven esposo oponerse a su marido y provocarlo hasta salirse con la suya. Y este esposo iba a encargarse de que él lo aprendiera de una vez, maldito fuera por su inflexible terquedad.

-Sabia decisión -comentó él mientras volvía a sentarse y lo tumbaba en su regazo- Puedes dejarte la bata puesta. Será sencillo levantarla hasta donde haga falta.

Heechul tuvo la sensación de que lo decía sólo para agravar su humillación, y dio resultado.
El hecho de que no se mostrara rudo, de que no le hablara con tono áspero, empeoraba las cosas. Su voz era ronroneante; sus manos actuaron con suavidad al tumbarlo sobre los muslos. Heechul dejó pender la cabeza para ocultar la cara: apoyó una mano en la cama y otra en la rodilla izquierda de Siwon. Si sentía la necesidad de incorporarse para salir de esa horrible situación, tendría apoyo para hacerlo. Al menos, eso pensaba. Pero la mano izquierda de Siwon, apoyada en el centro de su espalda con una presión sutil, insinuaba otra cosa.

En la cabeza de Heechul resonaron campanas de alarma de diferentes timbres, Siwon había empezado a bajarle el pantalón de la pijama. Lo hizo apoyando la mano en el dorso de su pantorrilla y deslizándola suavemente por la pierna, hacia abajo, arrastrando con ella la tela. Era una caricia, simple y directa, y le provocó la más extraña de las sensaciones. Su cuerpo no sabía qué esperar, si dolor o placer, y la mente le daba vueltas confusamente.

¿Era eso un castigo?

Muy pronto el pantalón quedó debajo de las rodillas y la mano se retiró. Heechul se preparó, cerrando los ojos. Le ardía la cara por tener el trasero desnudo ante los ojos de Siwon su corazón palpitaba en loca carrera. Pero Siwon no hacía nada y la tensión resultaba terrible; era peor la espera que cuanto él pudiera hacerle a modo de castigo.

Cuando por fin llegó la palmada, fue casi una desilusión. Casi, pero no del todo. Escoció, sí, provocándole un grito ahogado de dolor y sorpresa. Tensó los músculos para recibir la siguiente. Pero no hubo otra. Su voz dijo con suavidad:

-Por si no estás seguro, princesa, ése era todo el castigo que pensaba proporcionarte cuando te hice subir aquí, esta mañana.

El alivio hizo que todos los músculos de Heechul se relajaran.

-Pero ya que estás en posición tan conveniente -agregó él-, se me ocurre otra cosa.

Heechul abrió los ojos al sentir un beso en la marca rojiza dejada por aquella mano.

-Y esto.

Heechul aspiró bruscamente; los dedos de Siwon se deslizaban a traves de su entrada sin ninguna dificultad. La anterior caricia lo había preparado para recibirlos. No la resistencia era poca contra el calor que lo inundaba.

-Desde luego, olvido que me prohibiste tocarte después del castigo, algo dijiste sobre que no me perdonarías -Hizo una pausa, atormentándole con los dedos- ¿Era cierto eso?

-Tal vez... me mostré algo... apresurado.

-¿O quizá ya no importa? -Los dedos provocaron otro grito ahogado- ¿Importa?

- No.

-Al parecer, Changsu acertó otra vez -dijo él, con un dejo de satisfacción- El miedo, combinado con una correcta estimulación, puede aumentar el placer hasta tal punto que pase por alto cualquier castigo leve que reciba.

Heechul se puso tenso, pero no tanto como para disipar la niebla de placer que él creaba con tan pasmosa celeridad.

-¿Recurriste otra vez a él?

-No. Fue una información que me ofreció por gratitud, ante la considerable suma que le di por su ayuda. Y ha sido muy útil, ¿no? – Siwon retiró los dedos, volvió a hundirlos, los retiró, llevando a Heechul hasta el límite mismo del éxtasis- ¿Quieres que lo pongamos a prueba?

Heechul creía que ya estaba hecho, pero en esos momentos no pensaba con claridad.

-¿Cómo?

-Mencioné que ése era el castigo pensado en un primer momento. -El cambio de tono sirvió a Heechul de aviso- Pero desde entonces te has ganado cuanto menos otra...

-¡Si... won! -alcanzó a exclamar antes de que sonara la palmada. El penoso escozor fue mucho peor que el primero- ¿Qué he hecho? -chilló.

-Me provocaste por segunda vez en esta misma alcoba, señor. Me regañaste delante de mi padre, ¿recuerdas?

La mano vovió a descender,

-¡Siwon!

-Me llamaste «patán sin corazón», ¿verdad?

Otra palmada en las nalgas.

-¡Basta! -La voz de Heechul cobró más volumen- ¡Buen Dios, amordázamel ¡Dijiste que me amordazarías!

-No hay necesidad -dijo él bruscamente- He terminado.

Heechul se encontró de pronto sobre sus propios pies, no muy seguros. Le bastó una mirada de su esposo para comprobar que estaba enojadísimo. Y su trasero bien podía atestiguarlo. Las palabras siguientes fueron una confirmación.

-No me obliguéis a repetir esto, señor -gruñó.

Él meneó la cabeza, pero no estaba seguro de estar afirmando o negando. Por el momento, poco importaba. Tenía el trasero en llamas, pero no ardía tanto como el otro fuego encendido por él. Sin pensarlo más, Heechul se tumbó nuevamente en su regazo.

-Estoy debidamente castigado señor. Ahora terminad con lo que comenzasteis.

No fue necesario pedirlo dos veces.


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yota´s news : De regreso?

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