Domando al Guerrero- Capítulo 31



La anguila con sabrosa salsa de hierbas estaba aún caliente; también el pollo y el espaciado conejo a la crema. Siwon no tocó el plato puesto ante él; Kangta, tampoco. Heechul no solía dejar que las emociones afectaran su buen apetito, pero por cortesía a los hombres que lo flanqueaban, se limitó a sorber el vino.

En la mesa reinaba un inusual silencio. Se echaba en falta la chispa de Hyukjae. Hasta los sirvientes, advirtiendo la tensión del ambiente, se comportaban mejor que de costumbre.
Por desgracia para Heechul, eso no se prolongó hasta el final de la comida. Suponía que Siwon no podía pensar sino en su padre, pero una pequeña parte de su mente debía de estar reservada a él, por lo visto, Siwon se incorporó de pronto y le puso una mano bajo el codo, obligándolo a levantarse. Sin una palabra de explicación para su padre ni para él, lo apartó de la mesa. Heechul no habría dicho nada, pero notó que lo llevaba hacia la escalera que conducía a la alcoba.

-¿Qué hacéis? -preguntó alarmado.

-Necesito una distracción, señor, antes de estallar.

Heechul pensó inmediatamente en la habitual lascivia de su marido.

-¿Ahora? -protestó.

-No hay momento mejor, pues no quiero teneros esperando temeroso toda la noche. ¿O pensasteis que me olvidaría de lo que os prometí?

¿Esperando temeroso toda la noche? ¿Qué promesa era aquélla? ¡Buen Dios, se refería al castigo anunciado esa mañana, no a hacer el amor! Heechul perdió el color, sólo para recuperarlo aumentado ante la visión de lo que él podía hacer. A su modo de ver, si él lo castigaba en esos momentos sería de una manera muy dolorosa, pues necesitaba dar salida al torbellino que la visita de su padre le había causado. Pero si impulsaba antes una reconciliación, era probable que las emociones de Siwon fueran menos turbulentas; entonces tal ve lo tratara con más benignidad; tal vez hasta se limitara a un severo regaño.

No trató de detenerlo, pero echó una mirada hacia la mesa, rogando a lord Kangta con los ojos que los siguiera. Por suerte, él estaba observándolos. Un momento antes de que ellos llegaran a la escalera, se levantó, pero su expresión parecía insegura. ¡Maldición! ¿Estaría recordando lo que él le había dicho antes de comer? ¿No había asegurado que no abandonaría el castillo mientras no arreglara las cosas con Siwon? ¿Qué mejor oportunidad esperaba para hablar con su hijo a solas?

Heechul se dejó arrastrar por la escalera; ya no estaba seguro en absoluto de lograr una tregua. En el vientre tenía un apretado nudo: el miedo que Siwon había mencionado. No quería entablar relaciones con la palma de su mano, que hasta entonces sólo lo había tratado con ternura. Pero en realidad merecía algún castigo. Lo había provocado deliberadamente, además de obligarlo a enfrentarse a su padre contra su voluntad. Pero ¡por Dios!, Heechul no lo había creído capaz de llegar a tanto, después de amenazarlo tantas veces sin consecuencia alguna.

Él no lo soltó sino cuando estuvieron dentro de la alcoba, y entonces lo hizo sólo para cerrar la puerta y echar el cerrojo. Las palpitaciones de Heechul se multiplicaron. El sentido común le decía que todo pasaría muy pronto; si los niños podían soportar una paliza, él también podría. Pero ¡al diablo con el sentido común!

-Siwon, ¿no podemos discutirlo?

-No -dijo él secamente y caminó hacia la cama. Se sentó en el borde, de lado, y dio una palmadita a su lado- Instalaos aquí, señor, y bajad su pantalon.

Heechul palideció.

-¿Además queréis humillarme?

-La humillación es la base de esta lección. La molestia física pasará muy pronto, pero la humillación será algo que recordaréis durante mucho tiempo.

-¡También recordaré que esto os dio placer! -le espetó él.

-En absoluto, señor. No me gusta más que a vos, pero me habéis desafiado en exceso. Ahora, venid.

Heechul permaneció en su sitio como si hubiera echado raíces.

-No hagáis que vaya por vos...

«O será peor», habría podido agregar. No lo hizo. La advertencia era demasiado obvia.

Heechul obedeció, pero nunca había tardado tanto en dar unos pocos pasos. Sus manos ya estaban sudorosas. Lo que tanto temía no era el escozor en el trasero, sino el golpe que acusaría su orgullo. Y no se le ocurría manera alguna de... a menos que...
En un gesto desesperado, le echó los brazos al cuello.

-Querías una distracción, Siwon hazme el amor, en vez de castigarme.

A los ojos del marido saltó una llamarada, pero fue sólo por un instante. Sus labios eran una línea dura y recta, inflexible. Poco a poco, se liberó del abrazo y le puso los brazos al costado.

- Después.

A Heechul también se le encendió la mirada, pero con una llama diferente.

- ¡Maldito seas! Si me tocas después de pegarme, no te lo perdonaré jamás.

-¿Eso significa que me perdonarás por este castigo que te has buscado?

Por una vez, él tenía razón y él se equivocaba. Claro que lo perdonaría. Pero no pensaba dejárselo saber.

-¡No tienes por qué hacerlo ahora! -exclamó- Al menos, espera a que se te pase un poco el enfado.

-Ya no estoy enojado contigo -respondió él, paciente- Hasta comprendo lo que trataste de hacer -De inmediato endureció la voz, haciéndole comprender que estaba perdido - Pero no me dejaré manipular así, señor, y será mejor que lo aprendáis sin más dilaciones.

Heechul se preguntó si las lágrimas servirían de algo. Probablemente no. Era demasiado bárbaro para apreciarlas.

-¿Y si prometo ser el esposo aburrido, callado y cobarde que al parecer deseas? No te daré más motivos para que me llames «princesa». ¿No te contentas con eso?

A juzgar por su ceño fruncido, no se contentaba. Cielos, ¿qué había hecho él para provocar tanto enojo? Pero Heechul no tuvo oportunidad de averiguarlo: la tregua que esperaba se presentó, por fin, con un toque a la puerta.

Con un suspiro de alivio, dijo a Siwon

-Ha de ser tu padre. Llega a tiempo.

El ceño se oscureció notablemente.

- No creo que se atreva.

Heechul se encogió por dentro, temiendo que sus próximas palabras empeoraran la situación.

-Yo... eh... creo que yo lo invité.

Siwon se levantó con un rugido, haciendo que Heechul diera un respingo. Pero él se limitó a clavarle una mirada, con la que no le dejó duda alguna sobre lo que pensaba por esa nueva audacia.

-Le... le diré que se vaya -ofreció él, con voz débil.

-No, lo harás pasar -replicó él, con voz ruda, pero dominada- Y no te moverás de aquí. No tengo intención de perseguirte por todo el castillo cuando esto acabe.

Heechul hizo un gesto de horror, pero fue a abrir la puerta. Por un momento fugaz pensó en volver a desafiarlo echando a correr, pero apartó la idea por pura curiosidad. Y aún tenía una esperanza: que Siwon se reconciliara con su padre y, por lo tanto, le perdonara por el papel desempeñado en el caso. Era una esperanza muy pequeña, pero lo puso otra vez en el bando de lord Kangta.

-Pasad, milord -dijo, cerrando la puerta detrás de él- Aquí podéis conversar en privado. No reparéis en mí, por favor. Por desgracia no puedo abandonar el cuarto, pues debo recibir un castigo en cuanto vosotros acabéis con lo vuestro, ¿sabéis?

-Heechul... -advirtió Siwon

-¿Qué importancia tiene que se lo diga? -replicó con una mirada rencorosa- De cualquier modo, gritaré tanto que se enterará todo Clydon.

-Gracias por la advertencia -dijo Siwon quedamente, con claro tono de amenaza-. No olvidaré amordazaros antes.

A esa altura Kangta carraspeo, decididamente incómodo.

-Si no es buen momento para...

-No hay ningún momento bueno para abrir viejas heridas -bramó Siwon- Pero si estáis decidido a ver sangrar las mías, decid lo que gustéis y acabemos con el asunto.

-¿Crees que esto es más fácil para mí? ¡Descubrir, después de tantos años, que mi padre me mintió! Ahora hasta me doy cuenta de que nos mantuvo separados deliberadamente, tanto antes como después de que supe de tu existencia. Cuando te envió a Montfort él era todavía un hombre activo, pero dejó en mis manos el manejo de todas sus propiedades. Yo era apenas mayor de lo que tú eres ahora, Siwon, y no sabía nada de administración, pues hasta entonces había vivido prácticamente en la corte, con mi esposo, pensando que faltaban muchos años para hacerme cargo de esas responsabilidades.

Siwon no dijo nada; la expresión de su rostro no revelaba si sus sentimientos habían cambiado en algo. Heechul tuvo deseos de darle un puntapié por ese silencio. Si Siwon no tenía nada que preguntar, a él le sobraban las preguntas.

-¿Por qué actuó así vuestro padre?

-No lo sé, señor, y sus motivos murieron con él, hace ya varios años. Tal vez se enteró del nacimiento de Siwon pasados algunos años, y entonces...

-Él lo supo siempre -interrumpió Siwon- Mi madre se lo dijo. Por eso la casó con el herrero de la aldea.

-De los bebés nacidos en una aldea, uno de cada dos muere antes de cumplir los dos años -señaló Heechul - Tal vez os ocultó la noticia para que no sufrierais si Siwon no sobrevivía.

-Señor, si yo hubiera conocido a Siwon desde su nacimiento, lo habría hecho criar en el torreón, rodeado de todos los cuidados. Simplemente, no sé por qué mi padre lo dejó en manos de plebeyos.

-¡Por Dios! -susurró Heechul, recordando a alguien que había entregado su bebé a los plebeyos justamente con la esperanza de que no sobreviviera. Echó un vistazo a Siwon, preguntándose si él estaría recordando lo mismo o si ya había estudiado esa posibilidad, atribuyendo a su propio padre el deseo de que él muriera. Lo mejor era no mencionarlo, pero Kangta no había concluido.

-Sólo se me ocurre un motivo para que me lo ocultara. Yo tuve otro hijo natural, con un joven cuya familia era muy poderosa. No me permitieron casarme con él, pues ya estaba comprometido. Pero se me obligó a nombrar heredero a ese hijo.

-¿Se os obligó?

-Se me arrancó esa concesión al nacer el niño. Mi padre estaba de acuerdo, pues de lo contrario ellos nos declararían la guerra, cosa que, en aquel entonces, no estábamos en condiciones de permitirnos.

-Pero erais muy joven -observó Heechul - Seguramente ellos sabían que os casaríais y tendríais hijos legítimos.

-Sí, pero se me comprometió a proveer para el mantenimiento del niño, aun en ese caso. De ese modo ellos no se veían en la necesidad de hacerlo y contaban con un vínculo no oficial entre las dos familias. Cosa que, además, encantaba a mi padre. Tal vez por esa razón prefirió ocultar el nacimiento de Siwon, tanto a mí como a la familia de lord Heebum.

-¿Heebum? – Heechul miró bruscamente a Siwon - ¿Lord Heebum?

El hosco ceño de su marido hizo que estallara en una carcajada. Kangta no comprendió la broma.

-¿Conocéis a ese señor? -preguntó a Heechul.

-No, milord, pero mantengo estrechas relaciones con su tocayo -Un grave rugir de su marido le borró la sonrisa de los labios- Claro que eso no tiene nada que ver aquí. ¿Por qué vuestro padre os dijo, por fin, lo de Siwon?

-Yo pasé ese verano en casa, tras varios años de ausencia. La corte estaba de viaje y mi esposo creía estar embarazado, de modo que no teníamos prisa por partir. Por entonces, Siwon había llegado a una edad en que me bastaría verlo para saber que era hijo mío.

- Entonces vuestro padre temió que lo descubrierais por vuestra cuenta y, posiblemente, sospecharais que él os lo había ocultado a propósito. Al informaros de su existencia, fingiéndose tan sorprendido como vos, acabaría con vuestras sospechas antes de que pudierais concebirlas.

-Eso debo suponer.

-Pero una vez que supisteis de él, ¿por qué mantenemos apartados?

-Nuevamente, señor, sólo puedo suponer: no quería que se formase entre nosotros ningún tipo de vínculo.

-¿Formasteis algún vínculo con vuestro otro hijo?

-No – Kangta suspiró- La familia de Heebum se encargó de su educación y no se me parece en nada. A veces he llegado a sospechar que, en realidad, no es mío. Sin embargo, mantiene conmigo una relación más estrecha que Siwon, pues Siwon nunca permitió que me acercara.

-¿Podéis reprochárselo? Tal como veo las cosas, señor, ésta es sólo la tercera vez en su vida que habla con vos. Pasó sus primeros nueve años pensando que no lo queríais. Mientras se le adiestraba como caballero, nunca mandasteis por él ni lo visitasteis. Teniendo en cuenta todo eso, comprendo que dude de vuestra sinceridad. Yo mismo dudo.

Aquellas palabras provocaron un fruncimiento de cejas en ambos. Bueno, mala suerte. Siwon no hacía pregunta alguna y él quería escuchar algún fundamento de lo que Kangta había dicho. Si en verdad se interesaba por ese hijo, habría debido acercarse a él muchos años antes.

-Tengo entendido, señor, que la administración de Clydon ha estado en vuestras manos en estos últimos años -observó Kangta, a la defensiva- Decidme, ¿cuántas veces tuvisteis tiempo para viajar por placer?

Heechul se ruborizó.

-Realmente, nunca.

-Tampoco yo. Mi padre nunca fue afecto a delegar su poder en otros. Cuando asumí sus funciones pasaron años antes de que hallara a hombres de confianza con los cuales compartir mi carga. Ahora pienso que él tuvo mucho que ver en eso, pero no tengo pruebas. Lo que sí sé es que me aconsejaba no intervenir en el adiestramiento de Siwon puesto que yo recibía informaciones periódicas sobre sus progresos y estaba tan atareado... Pero eso no es excusa. Hice mal y estoy dispuesto a reconocerlo. Nunca debí haber dejado pasar tanto tiempo sin volver a verlo ni reducir mi comunicación con él a meras cartas.

-¿Qué cartas? -interpeló Siwon, quebrando por fin su silencio- Sólo recibí dos cartas de vos; ambas, después de haber abandonado Montfort.

-No es posible; debiste recibir muchas más. Te escribí seis cartas al año, cuanto menos, durante todo el período que pasaste en Montfort. No esperaba que respondieras, pues sabía, por propia experiencia, lo anotadora que es la instrucción de un escudero. Sólo quería hacerte saber que no te olvidaba.

Heechul estuvo a punto de llorar ante la expresión de angustia con que su esposo gritó:

-¡Os digo que no recibí carta alguna!

Kangta también estaba conmovido por el obvio dolor de su hijo.

-Mi padre debió de haberlas interceptado -murmuró.

- el lord de Montfort -apuntó Heechul en voz baja- ¿No decís que era amigo de vuestro padre?

Kangta, sin responder, sin mirarlo, dio un paso hacia Siwon. Heechul tuvo la sensación de que sentía la desesperada necesidad de abrazarlo. Él experimentaba lo mismo. Pero Siwon había vuelto a dominar sus emociones y su expresión no invitaba a gestos de ese tipo.

-Te escribí, Siwon -insistió Kangta - Te lo juro. También mandé por ti cuatro veces, pero en cada oportunidad Montfort respondió con excusas, diciendo que no era momento adecuado para dejarte ir. Supongo que tampoco te enteraste de eso.

A manera de respuesta, Siwon se limitó a fruncir el ceño. Heechul no se atrevía a intervenir otra vez. Era obvio que su esposo no acababa de creer en lo que oía. ¿Por qué creerlo, al fin de cuentas? Sólo contaba con la palabra de su padre, que bien podía ser falsa. De un modo u otro, la reconciliación estaba tan lejos como antes. Para alcanzarla haría falta algo en apoyo del relato de Kangta.

-Aseguráis que recibíais informes periódicos sobre Siwon mientras él estaba en Montfort, aunque él no os escribiera personalmente, lord Kangta. Lo que no comprendo es cómo sabéis tantas cosas de lo que hizo una vez terminada su instrucción.

Por un momento pensó que él no respondería. Parecía vacilar por vergüenza.

-En realidad, uno de los hombres de Siwon trabaja para mí.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...