Domando al Guerrero- Capítulo 30



Heechul sonrió para sus adentros, pero dio un paso más hacia la puerta antes de hacer la confesión final:

-Yo aún no lo conocía y no tenía excusas para mostrarme tan poco hospitalaria. Por eso se me ocurrió invitarlo a comer con nosotros, para disculparme.

-¿Qué dices? -estalló él.

Ése era el momento justo para escapar deprisa.


Heechul tuvo que taparse la boca con la mano mientras corría hacia la escalera. La expresión de Siwon era muy cómica, estaba entre la sorpresa y la furia. Pero en realidad había hecho mal en actuar de aquel modo. Él no dejaría de ajustar cuentas por haberle puesto en semejante aprieto. Y tal vez ni siquiera diera resultados. No porque Heechul deseara recibir a su padre debía él presentarse para impedirlo. Y de cualquier modo, ¿qué era lo que esperaba lograr? ¿Que todo estuviera bien en cuanto se viesen? Esto difícilmente sería posible. Y en verdad, no quería ser él quien pidiese al padre de Siwon que se fuera. Ya había sido demasiado grosero. Si Siwon no lo quería en el castillo, que fuera él mismo quien lo expulsara.

Heechul se detuvo en lo alto de la escalera, pues aún tenía que dar alguna explicación a ese hombre, cuando volviera al salón sin su hijo. ¿Una excusa, una mentira, la verdad? ¿Qué sería más creíble? Si conocía a Siwon tan bien como daba a entender, ¿no estaría esperando esa reacción suya?

Aún cavilaba sobre el problema, con el ceño fruncido, cuando una mano se cerró sobre su hombro, dándole un susto de muerte, pues no había oído que nadie se acercara por detrás.

Al volverse en redondo comprendió por qué: allí estaba Siwon, descalzo... desde los pies a la cabeza. Heechul quedó boquiabierto: nunca se habría atrevido a provocarlo, a no ser por la seguridad de poder escapar a su ira franqueando la puerta del cuarto; no podía creer que él se atrevería a seguirlo así.

-¿Estás loco? -acusó, sintiendo en las mejillas el ardor de la vergüenza que él habría debido sentir. Imaginó a diez sirvientes que aparecían de pronto y presenciaban la total falta de pudor de su marido- ¡Estás desnudo, por Dios!

-¡Desnudo de paciencia, señor! -gruñó él, a manera de respuesta- ¡Os habéis ganado el castigo que merecíais hace tiempo!

-¿Os vestiréis antes, al menos?

De inmediato Heechul lamentó su atrevimiento. El loco era él, por provocarlo aún más. Supuso que lo arrastraría a la alcoba, para aplicarle el castigo, o que se lo cruzaría sobre las rodillas allí mismo. Teniendo en cuenta su último e imprudente comentario, no se lo podía criticar.

Por fortuna, Siwon no hizo ni lo uno ni lo otro, pues no había olvidado el motivo principal de su enfado.

-Por ahora volveréis al salón, señor, y retiraréis vuestra invitación.

Heechul suspiró para sus adentros. ¿Era necesario que él se mostrara tan... tan inflexible? Su respuesta, la única que podía dar, lo pondría aún más furioso, pero sólo con él.

-No puedo hacerlo, mi señor.

- ¿Cómo que no puedes? No te lo pido, Heechul. Te lo ordeno.

- Lo sé.

Heechul pareció empequeñecerse, a continuación dijo:

-Y me gustaría cumplir, pero ¿cómo? Esto ya no es sólo un asunto entre vos y vuestro padre. Me equivoqué al invitarlo sin antes haberos consultado, pero ya está hecho. Siendo vuestro esposo, no hablo sólo por mí, sino también por vos, en vuestra ausencia. ¿Queréis que retire mi hospitalidad, acarreando la vergüenza sobre mí y sobre Clydon? ¿Es eso lo que me exigís?

El le clavó una mirada fulminante, pero al fin dijo:

-Dale de comer, pero quiero que se vaya cuanto antes.

Bendito hombre; no era tan inflexible, después de todo.

-Sí, mi señor. Y ¿puedo decirle ... ?

-¿Lord Heechul? -La voz de Donghae llegaba hasta ellos. Heechul ahogó una exclamación y se puso carmesí.

-¡Vete! -susurró a su marido.

-No hemos terminado -replicó él, terco.

- ¡Estás... estás desnudo Siwon !

-¿Y qué?

-Lord Heechul... – Donghae apareció en el recodo de la escalera- lord jey quiere saber...

-Ahora no -le espetó Heechul, volviéndose hacia Donghae tratando de ocultar la desnudez de Siwon, aun sabiendo que eso no bastaría para ocultar su enorme constitución.

- Pero...

-¡Ahora no, Donghae!

El joven se retiró de inmediato, pero Heechul no habría podido asegurar que no hubiera tenido tiempo de echar un buen vistazo a su marido. La situación era tan exasperante que puso en actividad su propio mal genio. Se volvió y fulminó a su esposo con la mirada.

-En mi vida he presenciado terquedad más necia. Si quieres pasearte desnudo delante de mis acompañantes, bien podrías venir ahora al salón. ¿Por qué beneficiar a uno solo? No dudo que a todos les encantaría verte el trasero al aire.

-No cambies de tema, Heechul.

Siwon parecía divertido y eso le enfureció aún más. Él no llegaba a sonreír, pero estaba claro que le costaba no hacerlo.

-Muy bien, milord -rechinó- Estábamos hablando de vuestro padre, ¿verdad? ¿Puedo decirle que os reuniréis con nosotros a su debido tiempo?

Eso hizo que él volviera a fruncir el ceño, para alegría de Heechul.

-Sería una mentira, señor. Vos lo invitasteis. Vos comeréis con él.

-Como gustéis. – Heechul descendió varios peldaños antes de volverse para agregar- Vuestra presencia no será necesaria para que yo apacigüe mi curiosidad.

-¡Vuelve aquí, Heechul!

Él siguió bajando.

-Os haré enviar la comida, milord.

- ¡Heechul!

Él no contestó. Bajaba de prisa, pues no estaba del todo seguro de que no lo siguiera. Había perdido las ganas de reír, pero no dejaba de experimentar una gran satisfacción por haberlo fastidiado por segunda vez. Sabía que el ajuste de cuentas llegaría más tarde, pues difícilmente Siwon olvidaría el castigo prometido. Pero en eso pensaría más tarde.



Heechul tuvo que dar indicaciones a los sirvientes para que prepararan la comida, además de atender una pequeña crisis de lord Jey, provocada por sir Kangin, que insistía en abandonar su alcoba. Aún no había vuelto a reunirse con su suegro cuando Siwon bajó por las escaleras presuroso, aún ajustándose el cinturón. Heechul no esperaba esa reacción a su último desafío y, por un momento, estuvo a punto de huir, pensando que su cólera lo llevaría a castigarlo inmediatamente. Sin embargo, Siwon se detuvo casi patinando al verlo junto a la alcoba de Kangin, a solas; debió de comprender que él aún no había vuelto a hablar con su padre. Entonces lo buscó con la mirada. Lo descubrió junto al hogar, conversando con varias jóvenes.

Heechul se mordió el labio al presenciar la indecisión y otras dolorosas emociones contra las que él parecía debatirse. No se movía. Se limitaba a mirar fijamente a su progenitor.

Heechul comprendió que había sido una falta de sensibilidad importunarlo justamente sobre ese tema. La verdad, merecía una paliza. Ignoraba lo que se sentía al odiar al propio padre, pero no debía de ser nada fácil ir contra el instinto.

Entonces vio que Siwon se ponía rígido y comprendió que, por fin, el padre había reparado en su presencia. El otro se puso de pie para avanzar hacia Siwon, con expresión de placer, de inmenso placer. La de Siwon se tornó súbitamente inescrutable. Sin embargo, su cuerpo permanecía rígido. Ni un sólo músculo se movía.

Heechul contuvo el aliento mientras avanzaba para interponerse entre ambos. Rogaba que su presencia bastara para impedir cualquier confrontación. Los dos hombres parecían haberse olvidado del resto del mundo, ambos por diferentes motivos. Pero todos los ojos del salón estaban fijos en ellos, observando con fascinación a aquellos dos hombres, tan idénticos en su extraordinaria estatura. Tal vez por eso Siwon calló lo que habría dicho de haber estado a solas con su padre.

Soportó el caluroso abrazo, pero sin devolverlo. Su padre no se dio cuenta o, en todo caso, no lo manifestó.

-Por todos los cielos, cuánto me alegro de ver que has sentado cabeza, Siwon y en tan buena posición.

-¿Sí? ¿Creíais que iba a ser mercenario toda la vida?

-En absoluto. Siempre supe que tenías grandes ambiciones. No podía ser de otro modo, puesto que te me pareces tanto. Lo que me deleita es que hayas superado todas mis expectativas... y mucho antes de lo que yo esperaba. ¿Cómo lograste semejante hazaña?

- El señor quedó prendado de mí -La exclamación ahogada de Heechul puso en claro el sarcasmo del comentario. Siwon le sonrió, burlón- ¿Tenéis algo que objetar a mis palabras, señor?

-No me interesa cómo hayas llegado a ser el nuevo lord de Clydon -corrigió el padre, apresuradamente- Como sea, te felicito.

-Conque os alegráis por mí -replicó Siwon fríamente- ¿Eso pretendéis que crea?

El padre vaciló, sin poder seguir ignorando la hostilidad de su hijo.

-¿Dudas de mí?

-Dadme un motivo para no dudar.

-Yo puedo hacerlo -intervino Heechul, fastidiado ante tanta hosquedad- Es vuestro padre. Es motivo suficiente para desearos el bien.

-Me hicisteis bajar con astutas maquinaciones, señor, y ésa es travesura suficiente. Ahora retiraos. Esto no os concierne.

-Lo que os concierne me concierne a mí -replicó Heechul- Y no me iré de mi propio salón, Siwon. Si queréis que me vaya, tendréis que sacarme a rastras. Pero no os aconsejo que deis semejante espectáculo delante de mi gente; lo lamentaríais mucho más de lo que yo lamento haberos provocado.

¿Una disculpa y una amenaza al mismo tiempo? El ceño de Siwon se oscureció por un momento. Luego volvió a distenderse. Un momento después estaba riendo entre dientes, sin burla alguna.

-¿Me felicitáis, lord Kangta ? Tal vez deberíais ofrecerme vuestras condolencias.

Era evidente que bromeaba, de modo que Heechul no se sintió demasiado ofendido. También el padre rió, lo cual era buena señal, teniendo en cuenta la actitud de Siwon hasta ese momento.

-Señores míos, ¿puedo sugerimos que continuéis con este reencuentro en la mesa? El almuerzo se ha retrasado mucho por la pereza de ciertas personas.

Siwon no pasó por alto la indirecta y respondió a la sazón:

-¿Así se llama actualmente a la lascivia, señor?

Heechul le había vuelto la espalda, pero giró con una exclamación ahogada y dos manchas de color en las mejillas. Iba a decir algo, pero sólo emitió un chirrido. Cerró la boca bruscamente, pero sus gélidos ojos expresaron más que muchas palabras.

Siwon no cometió el error de pensar que tenía la última palabra. Más tarde, cuando viera sus propias tripas desparramadas por el suelo, sabría que él acababa de vengarse.
De momento, cuanto menos lo había dejado sin habla, lo cual era una verdadera hazaña.

Heechul se marchó con una mirada fulminante, dejándolo a solas con su padre, a quien ese último diálogo parecía haber azorado.

-Eso fue... -comenzó a decir, cauteloso. Pero cambió de idea- No importa.

-Aquí haríais bien en ser franco -replicó Siwon en tono neutral- Yo tengo intención de serlo.

kangta hizo una mueca ante lo que eso implicaba, pese a la falta de emoción de las palabras.

-Muy bien. Iba a decir que eso fue una falta de caballerosidad. Después de todo, él es tu esposo.

-Exactamente: mi esposo. Y vos no tenéis ninguna autor¡dad para juzgar lo que ocurre entre él y yo, si no sabéis qué ha sucedido anteriormente. Basta decir que el señor merecía algo mucho peor y que lo sabe muy bien. De lo contrario me habría hecho jirones con el filo de su lengua, aquí y ahora. Tengo entendido que ya habéis hablado con él; sabréis, pues, lo que quiero decir.

-En realidad, lo había olvidado -admitió Kangta - pero no he de negar que sabe usar las palabras.

-Dijo que erais impermeable a ellas.

-¿De veras? – Kangta rió entre dientes- En absoluto. En realidad me encantó. Resulta refrescante conocer a un joven que no se deja impresionar por mi rango, mi estatura o mi sonrisa. Hasta ahora no me había ocurrido.

-No habéis perdido el encanto, si eso es lo que teméis. Tampoco yo lo impresioné mucho cuando nos conocimos.

-Aun así Siwon, no has comprendido lo que quise decir. Aunque un joven señor se comporte como una verdadera bruja, todo caballero debe cuidarse de castigarlo o de insultarlo, al menos en público.

-¿Otra vez con las reglas de caballería? -bufó Siwon- ¿Qué os hace suponer que en Montfort me enseñaron esas cosas? Os aseguro que allí no se trataban delicadezas semejantes.

Kangta se ruborizó.

-Ya te dije que no sabía qué clase de hombre era Montfort Siwon, de lo contrario no te habría hecho adiestrar como caballero allí. Fue mi padre quien lo dispuso todo. El Lord era un viejo amigo suyo, y se me aseguró que allí serías bien tratado y educado por los mejores. Además, se me mantenía informado sobre tus progresos, que eran realmente notables. No me sorprendió mucho que ganaras las espuelas a tan corta edad. Yo tenía diecinueve años cuando me armaron caballero. Hasta mi padre quedó impresionado ante tus habilidades.

-¿Creéis que me importa lo que ese viejo pensara? –Siwon ya no pudo seguir disimulando su amargura- En todos los años que pasé en la aldea, nunca recibí de ti una palabra amable cuando venía a ver cómo estaba. Ni siquiera...

-¿Qué has dicho? -le interrumpió Kangta áspero.

-¿Era demasiado pedir? ¿Una palabra bondadosa del abuelo a un niño -bramó Siwon.

-Buen Dios, ¿qué estás diciendo Siwon ? Él no conocía tu existencia. Yo mismo no estaba enterado. Tenías nueve años de edad cuando él me dijo que existías. Y juró que apenas acababa de enterarse.

Siwon sólo pudo sostenerle la mirada, sintiendo que se le desgarraban las entrañas. Aquello ponía en carne viva la médula de su amargura: que su padre, por puro desprecio, no hubiera reconocido siquiera su existencia en aquellos primeros años de vida. Nunca se le había ocurrido que tal vez no estuviera enterado. ¿Cómo era posible, si su abuelo lo sabía? Pero estaba pasando por alto el resto de su vida y otras amargas desilusiones. No, no las pasaba por alto, pero el resto no era tan importante.

Con voz desprovista de inflexión, dijo:

- Mintió.

-¡No es posible! -insistió Kangta.

-Muy bien -suspiró Siwon, demasiado dolorido como para que le importara nada-. Mentí yo.

Por la cara de Kangta cruzó una breve expresión de angustia, que sacudió a Siwon hasta lo más hondo.

-No, sé que no mientes. Buen Dios, ahora comprendo por qué te mostraste tan indiferente y frío cuando nos conocimos. Mi padre me dijo que era natural, puesto que tú también acababas de saber que yo era tu padre. Dijo que debía darte tiempo para que he habituaras a la idea.

-Sí, siete años es tiempo de sobra, especialmente porque no necesitaba habituarme a la idea. Supe quién era mi padre desde el día en que supe qué era un padre. Y supe también que el mío no estaba dispuesto a reconocerme.

Kangta palideció ante aquella acusación.

-¿Eso pensaste?

-¿Qué otra cosa podía pensar? Vivía en vuestras tierras, en vuestra aldea. Todo el mundo sabía que yo era vuestro bastardo, aun antes de que mi cara y mi cuerpo tomaran esta forma para demostrarlo.


Heechul había oído bastante, demasiado, pero se había quedado a escuchar, consciente de que ambos estaban demasiado perdidos en ese doloroso hurgar el pasado. Pero ya no quería escuchar más, y estaba seguro de que Siwon tampoco lo deseaba. Parecía afligido, con la angustia de su miserable y solitaria niñez en los ojos, en la voz, en cada una de sus palabras. Sufría, y él lo sintió, y odió al padre por hacerlo sufrir. Lo odió mucho más de lo que él lo odiaba... si lo odiaba, pues en ese caso no habría sufrido tanto.

Aunque no podía calmar el dolor, sí le era posible evitar que empeorara.

-No sé si os habéis dado cuenta, Siwon, pero esta sala está llena de gente famélica. Sólo se espera que ocupéis vuestro asiento a la mesa.

La interrupción le valió una mirada fulminante, pero logró lo que deseaba. Él asintió con sequedad y marchó a grandes pasos hacia la plataforma. Kangta iba a seguirlo, pero Heechul lo detuvo por el brazo. Los ojos que se volvieron hacia él estaban tan atormentados como los de Siwon, pero eso no lo arredró.

-Juré compensamos por mi grosería anterior -dijo con voz baja y decidida- Pero me es imposible después de lo que acabo de escuchar. Quiero que abandonéis Clydon ahora mismo.

Él no pareció sorprenderse ante la orden, pero la desoyó.

-No puedo partir antes de arreglar este asunto, señor.

-¿Os negáis a salir de aquí?

Él esbozó una débil sonrisa por la incredulidad que le había alisado el ceño.

-Para repetir vuestras palabras: «Si queréis que me vaya, tendréis que sacarme a rastras». Y tengo serias dudas de que podáis hacerlo personalmente, querido mío.

-El diablo os lleve, pues -siseó Heechul, sabiendo perfectamente que no podía hacerlo expulsar, al menos sin el permiso de Siwon y le sería muy difícil obtenerlo de él; de lo contrario, Siwon ya se habría encargado de echar a su padre- Pero os lo advierto, lord Kangta: si hacéis más daño a mi esposo con vuestras palabras, vuestros actos o de cualquier otra manera, juro que os aniquilaré, junto con vuestra casa y todo aquello que amáis.

-¿Y si lo que más quiero fuera vuestro esposo?

-No habéis podido convencerlo a él de eso. ¿Qué os hace pensar que yo lo creeré?

-Pues es cierto. Lo quiero. Lo he querido desde el día en que me miró con mis propios ojos, como una imagen mía. Antes de que yo abandone este castillo lo habré convencido, aunque deba hacerle aceptar la verdad a golpes.

Y se alejó, dejándolo en un mar de dudas y confusiones. Heechul no sabía si intervenir o permitir que él tratara de convencer a Siwon de su sinceridad... si en verdad era sincero. Aunque no lo fuera, si Siwon le creía, ¿no calmaría eso en parte la amargura que llevaba en su corazón desde hacía tanto tiempo? Pero eso de hacerle aceptar la verdad a golpes...
Las palabras usadas lo hicieron sonreír. Lord Kangta era, quizá, el único hombre capaz de hacer semejante cosa.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...