Domando al Guerrero- Capítulo 27



Park Leeteuk, de pie en el umbral de su salón, presenciaba con horror la llegada de jinetes y más jinetes que cruzaban sus puertas para amontonarse en el patio interior. Se le había anunciado la llegada de lord Choi, pero demasiado tarde para que él pudiera cerrarle los portones. Ahora comprendía que con eso no habría podido detenerlo: sus hombres continuaban entrando, cincuenta, sesenta, más, y entre ellos el gigante, a lomos de su inquieto, y enorme caballo de combate. Lo miraba de frente.

Sólo pudo reconocer a uno de los hombres: sir Cho Kyuhyun. Ese, al menos, no había muerto. Pero ¿y los otros dos visitantes del día anterior? ¿Significaba su ausencia que no habían sobrevivido a la emboscada?

¡Qué locura había cometido! Se había arrepentido muy poco después de mandar a sus hombres al ataque. Envió a otro para que los detuviera, pero era ya demasiado tarde. Y ahora, su señor feudal venía a tomar venganza. Y todo era culpa de Kim Kangin, maldito patán. Si él no hubiera dicho que le bastaba pedirlo a lord Siwon para que él se lo diera como esposo, agregando que pensaba pedírselo, Leeteuk no habría cometido semejante estupidez.

Claro que también era culpa de Yonghwa, por mostrarse tan reacio a desposarlo. Kim Kangin no lo habría alterado tanto si lo hubiera conocido casado. Pero no podía culpar a Yonghwa, lo amaba. Con un poco de tiempo lo habría convencido de que formaban una pareja ideal. Ahora era demasiado tarde.

¿O no? Lord Choi se presentaba con un pequeño ejército, pero ¿cómo podía saber lo que había hecho ? ¿Cómo, si él no confesaba? Tampoco los pocos hombres que regresaron de su ataque del día anterior admitirían su culpabilidad. Y Yonghwa, a quien el maldito sentido del honor podría haber obligado a actuar, no sabía nada. Bastaría con que él...

-¿Park Leeteuk ?

Se estremeció. El no había desmontado; ni siquiera se había molestado en acercarse. Su voz resonó en el patio como una trompeta.

Tendría que gritar para responder o acercársele. Prefirió no hacer una cosa ni la otra. Por el momento, se limitó a asentir con la cabeza.

-¿Son éstos vuestros hombres, señor?

Leeteuk echó un vistazo a su alrededor: todo el mundo había salido a contemplar al nuevo señor de Clydon, incluso los sirvientes. Pero no había nada que temer, desde luego; al menos, así lo creían ellos. También Yonghwa estaba allí, con los hombres de armas, el ceño fruncido ante la actitud de lord Choi. Ésos eran los hombres a los que Choi hacía referencia. Sólo quedaban doce, pues el día anterior habían caído diez.

Antes de que pudiera asentir, en respuesta a la pregunta, lord Siwon interpeló:

-¿Quién de vosotros es Jung Yonghwa?

Entonces Leeteuk bajó los peldaños a toda carrera.

-¿Para qué buscáis a sir Yonghwa? -gritó- Él ni siquiera estaba aquí a... ayer...

Era demasiado tarde para retirar unas palabras que prácticamente lo condenaban, a juzgar por la mirada de lord Siwon. Por fin desmontó. Leeteuk palideció al ver la estatura de aquel gigante que iba hacia él. Quiso echar a correr, pero lo paralizaba el terror.

-Habría jurado que no era culpa vuestra, señor. Cuando Kyuhyun sugirió que, probablemente, vuestro hombre Jung habría actuado por cuenta propia para eliminar a sus competidores, me sentí inclinado a creerlo así, aunque él no recordaba haber sido presentado a ese hombre.

Para Siwon había sido una sorpresa ver aparecer a Kyuhyun en el momento en que él, tras despachar a la mitad de sus hombres con el grupo de prisioneros, rumbo a Clydon, se preparaba para cabalgar con el resto hacia la casa solariega de Keigh. Kyuhyun observó que no tenía sentido que él siguiera esperando la salida de los forajidos por el este del bosque, puesto que la patrulla de Warhurst acababa de aparecer por allí. Por lo tanto, fue directamente con sus hombres a reunirse con Siwon tras oír la historia del forajido, se apresuró a defender al viudo.

«Es muy bello -había dicho- Si Kangin no hubiera sucumbido tan pronto a las flechas de Cupido, yo mismo os la habría pedido. Cualquiera podría asesinar por él, y ese caballero amante sin duda vio peligrar sus posibilidades al averiguar el por qué de nuestra visita.»

Ahora Siwon se arrepentía de haberle prestado oídos. Habría debido confiar en su instinto, que dudaba ante todo de cualquier joven señor, simplemente porque todos eran traicioneros y mentirosos. Y él era hermoso: sedoso cabello de trigo, juventud y ...miedo... justificado. Correspondía ahorcarlo, pero su princesa se opondría.

-¿Qué pasa aquí, lord Choi ?

Siwon, al girar, se encontró ante el caballero que le había llamado la atención anteriormente. Supuso, sin equivocarse, que se trataba de sir Jung Yonghwa. Era alto y apuesto, de pelo negro y dulces ojos grises; no le costaría inspirar pasión a un joven solitario. Quedaba por resolver quién deseaba a quién.

-Vuestro señor decidió que tenía demasiados pretendientes y que correspondía matar a algunos -replicó Siwon

- Vuestra acusacion es grave, señor.

-De cualquier modo, él es el responsable.

-No mientras no lo demostréis, y yo seré su campeón para dirimir la cuestión.

Eso despertó inmediato interés en Siwon. Miró al hombre con más atención. No estaba mal: medía casi un metro ochenta, era corpulento y mostraba disposición. Tras haber pasado la mitad de la noche y toda la mañana esperando el combate, Siwon se sentía frustrado. Tal vez aquélla era su oportunidad.

-¿Contra mí?

Hubo un respingo de sorpresa, pero sir Yonghwa se repuso de inmediato y asintió secamente. La sonrisa de Siwon fue lenta y escalofriante por lo que sugería. Lord Leeteuk se apresuró a romper en lágrimas y arrojó los brazos al cuello de Yonghwa.

-¡No podéis luchar contra él! ¡Por favor, Yonghwa.! No hice nada, al menos él no puede probarlo. Y lord Heechul me protegerá.

-Basta -dijo Yonghwa, áspero, haciéndolo a un lado.

-¡Es que os matará!

-Debisteis pensar en eso antes de actuar con vuestra habitual impetuosidad infantil.

Le volvió la espalda y avanzó hasta el centro del patio. Siwon hizo una seña a Kyuhyun para que inmovilizara al joven en caso necesario, y fue a reunirse con su desafiante. Hubo una breve espera, en tanto el escudero de sir Yonghwa iba en busca de su yelmo, a fin de armarlo tal como lo estaba Siwon hecho eso, Siwon desenvainó la espada y atacó.

Tenía esperanzas de haber hallado, por fin, un adversario digno de él. La verdad, Jung Yonghwa se desempeñó muy bien en los primeros instantes. Era de movimientos veloces e instinto certero; su hoja o su escudo bloqueaban todos los golpes. Pero no sabía hacer otra cosa. Como de costumbre, la ofensiva de Siwon no daba oportunidad para el contraataque. Sus poderosas estocadas se sucedieron sin pausa hasta que Jung cayó de rodillas por puro agotamiento, sin poder levantar ya el escudo.

Agachó la cabeza, aguardando el golpe mortal, demasiado exhausto como para afligirse. Oyó, en cambio, que Siwon envainaba su espada y levantó la vista sorprendido. El gigante sonreía, con la respiración apenas agitada. Yonghwa sacudió la cabeza, confuso.

-No es mérito alguno disfrutar de este triunfo, cuando el destino del señor es el que pende en la balanza.

Siwon rió ante la mala interpretación del hombre.

-No he hecho nada que pueda repugnaros, señor. El destino del señor estaba decidido, lucharais por él o no.

-¿Por qué aceptasteis mi desafio, pues?

-Necesitaba ejercicio. Como mi adversario de costumbre está en cama, gracias a la traición del joven señor, por mucho tiempo no podré contar con alguien capaz de enfrentárseme. Pero no habéis preguntado por ese destino. ¿Tan poco lo amáis?

-No lo amo en absoluto. Es bello, sí, pero también superficial y malcriado como un niño, demasiado caprichoso para mi gusto.

-¿Sabíais que os deseaba?

-Sí, pero nunca le di esperanzas. Al contrario, hice todo lo posible para demostrarle que no me interesaba; hasta le rogué que me permitiera abandonar su servicio. Pero no quiso creerme.

-¿Y por qué os ofrecisteis a ser su campeón?

-Aunque sea una zorrilla, malcriado y tonto, aún soy su servidor hasta que me libere.

Siwon contuvo otra risa ante el rencor que denotaban aquellas palabras.

-Muy elogiable. Me vendría bien un hombre de tales convicciones a mi servicio, si estáis dispuesto. En cuanto al destino del señor, sir Yonghwa, no tenéis por qué preocuparos. Lo casaré con uno de mis hombres para asegurarme de que no cometa más travesuras. Le guste o no, aprenderá a ser fiel a su señor, aunque su trasero cargue con el peso de la enseñanza.

-Lección que debió haber recibido hace mucho tiempo -resopló Yonghwa, de total acuerdo.

Entonces Siwon se alejó, arrojando su yelmo a Key. Por casualidad, su vista cayó sobre el viudo, que estaba demasiado lejos para oír lo que se había dicho de él. Estaba pálido, angustiado y temblando de miedo, pues su campeón no había logrado liberarlo por medio del combate. Pero al acercarse Siwon para informarle de su decisión, lo vio cambiar de actitud. Sus facciones se suavizaron, relajó el cuerpo y su mirada adquirió un sesgo sensual. Siwon casi pudo oír el girar de sus engranajes mentales. Había visto demasiadas expresiones similares como para equivocarse: era el aspecto de aquel dispuesto a seducir a un hombre para obtener lo que desea.

-Ni lo penséis, señor -le gruñó, antes de volverle la espalda.

Leeteuk podía esperar a que Kangin se recobrara. Entonces él mismo le informaría sobre su destino. Hasta entonces, que ardiera de preocupación en su encierro; era mucho menos de lo que merecía por las vidas que había costado su idiotez.

Y si esa idiotez no hubiera llevado a otros descubrimientos, Siwon se habría mostrado bastante menos blando.




-Ya viene, señor.

Heechul no esperó a oír más, salió a toda prisa de su alcoba, bajó la escalera, cruzó el salón y siguió bajando escaleras hasta llegar al patio, en el preciso momento en que Siwon desmontaba. Sin pensar en el caballo de combate cuyas riendas él aún retenía, se adelantó como una tromba y echó los brazos al cuello de Siwon.

El juramento que le oyó pronunciar fue la primera indicación de que había hecho mal en actuar tan impulsivamente. La segunda fue sentir que todo el cuerpo de Siwon se sacudía ante el tirón de las riendas. Luego oyó al caballo, que se elevaba de manos para ejercitar su especialidad: pisotear al tonto capaz de correr hacia él, aunque fuera su amo. Heechul emitió un pequeño grito y se soltó para ponerse a buen resguardo.

Cuando finalmente Siwon logró dominar al animal, estaba ya furioso. Pero le bastó una mirada a la cara cenicienta de Heechul, tan parecida al miedo de Park Leeteuk, para guardarse el enojo para mejor ocasión. Avanzó hacia su esposo y lo alzó en brazos.

-Qué tontería habéis hecho, señor -dijo.

-Lo sé. Una cosa estúpida e inconsciente. No volverá a ocurrir.

-Bien -replicó él quedamente- Ahora dime por qué has hecho esa cosa estúpida e inconsciente.

Heechul bajó los ojos con timidez, mientras elevaba las manos vacilantes hasta los hombros de su marido y las deslizaba por ellos, hasta aferrarse otra vez a su cuello.

-Estaba preocupado -le susurró al oído- Me asusté al ver que los hombres regresaban con prisioneros y decían que tú te habías ido. Pensé en Jung Yonghwa, que no es hombre de poco físico. Temí que combatieras con él y resultaras herido.

Sus estremecimientos, según descubrió un momento después, eran de risa. Eso convirtió su preocupación en fastidio Lo mismo ocurrió con el fuerte abrazo que recibió antes de ser depositado en el suelo.

-No seas tonto, señor.

La sonrisa que él le dedicó fue el acicate que su mal genio necesitaba para estallar.

- Sí, debo de ser tonto, puesto que me preocupo por un patán de poco seso, capaz de meterse en un sitio donde se sospecha que hay traición con tan pocos hombres para guardarle las espaldas.

-Los hombres de Kyuhyun se reunieron conmigo antes de que fuéramos a la casa solariega
-observó él, sonriente.

-Ah -murmuró Heechul, aunque todavía no estaba del todo satisfecho- Aun así, debiste haber esperado.

-¿Para qué? Estaba allí y tenía hombres de sobras para enfrentarme a un mero puñado. En cuanto a Jung, no es un alfeñique, pero mírame Heechul, y dime por cuál de los dos apostarías.

Heechul le clavó una mirada agria por aquella presunción.

-Sólo hace falta un hombre con una flecha para derribar a un gigante, Siwon no eres invencible.

-Tal vez no -concedió él- Pero tampoco soy idiota. Hace siete años que tomo fortalezas y derroto ejércitos en nombre de otros. ¿Crees que puedo descuidarme ahora que trabajo para mí mismo?

-Supongo que no -reconoció Heechul a regañadientes.

-¿Por qué te preocupas, pues?

- Los jóvenes no necesitamos motivos para preocuparnos -replicó irritado- Como tenía ganas de preocuparme, lo hice.

-Señor, antes de que continuéis diciendo cosas cada vez más insensatas, debo deciros que mis pies no resistirán mucho tiempo más. Deberíais estar ofreciéndome un baño, una comida y una cama, en vez de regañarme por un trabajo bien hecho. ¿Sabéis cuánto llevo sin dormir?

Un color subido inundó las mejillas de Heechul.

-¡Buen Dios! ¡Haberlo dicho antes! Entrad, señor, entrad y tendréis lo que deseáis.

Él dejó que lo precediera por la escalinata. Observando el meneo de sus caderas, sacudió la cabeza. Lamentaba que Heechul hubiera utilizado esas palabras: por una vez, estaba demasiado exhausto para aprovecharse de ellas.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...