Domando al Guerrero- Capítulo 26




El cielo tormentoso reducía el calor, pero en nada aliviaba la impaciencia de Siwon, en tanto avanzaba la mañana. Habían salido de Clydon en la oscuridad, al promediar la noche y en pequeños grupos, a intervalos. Otra precaución fue cabalgar primero hacia el sur y luego regresar rodeando los bosques, a fin de que la encerrona no fuera descubierta.

Siwon había tomado los sesenta y ocho caballos existentes en Clydon, incluido el melindroso palafrén de su esposo. Aun así, algunos hombres tuvieron que montar de dos en dos, a fin de que los cien convocados pudieran acompañar a Siwon hasta donde él deseaba antes de romper el alba.

Kyuhyun y sir Janghoo se encaminaron hacia el este, con la mitad de los hombres; Siwon continuó por el linde occidental de los bosques. El hecho de no conocer el terreno no fue obstáculo, al menos en el límite del oeste. El arroyo que corría paralelo al bosque, a lo largo de una legua, formaba un barranco bajo que bastaría para ocultar los caballos, aún diseminados para vigilar los puntos por donde pudieran salir los proscritos. Necesitaban permanecer escondidos para aprovechar la sorpresa. Sólo cabía esperar que Kyuhyun hubiera hallado una protección parecida.


Entre el bosque y el arroyo había un ancho sembrado de avena de muy poca altura; no ofrecerían cobertura alguna a los forajidos, una vez se los atrapara en el medio. Según uno de los hombres de Clydon, el campo de avena pertenecía al joven viudo Park, por lo que a Siwon no le importaba sembrarlo de cadáveres y pisotear las tiernas plantas. Hasta había pensado enviar a un hombre a la casa solariega, a fin de reclutar todos los hombres de los que el joven viudo pudiera prescindir, pero decidió no hacerlo. En caso de que lord Sooman decidiera ir a ver qué había sido de su novio o si había nuevos problemas con Kim Gura, entonces habría llegado la ocasión de convocar a sus vasallos.

-¿Habrá salido algo mal, Siwon? -preguntó Key, a su lado- Tal vez los hombres de Warhurst tuvieron suerte, por una vez, y los han atrapado.

Siwon se limitó a gruñir, pues a él se le había ocurrido lo mismo. Los bosques medían sólo unas cuantas leguas de anchura: ¿cuánto podía tardar en salir un hombre que corriera para salvar la vida? Claro que aquellos forajidos tenían astucia. En ese mismo instante podían estar en el límite del bosque, atentos a cualquier trampa, antes de decidirse a correr hasta la vega siguiente, hacia el oeste.

Y entonces vio un movimiento, aunque tardó un momento en asegurarse. ¡Por eso aquellos hombres habían eludido la captura durante tantos años, sin caballos y vestidos con los colores del bosque, podían confundirse fácilmente con el follaje circundante; hasta debían de resultar invisibles en la copa de un árbol. Si los perseguidores no eran muchos, no había motivos para salir del todo. Warhurst debía de haber enviado una patrulla tan numerosa que estaban nerviosos y se arriesgaban a salir.

Los hombres eran ya dos; ahora, tres. No llevaban prisa. El primero se volvió para decir algo a sus camaradas, mientras otros salían de los bosques. Si se habían diseminado para huir de los soldados de Warhurst, obviamente habían vuelto a reunirse antes de arriesgar la salida a campo abierto. Era más de lo que Siwon podía pedir. Había temido que salieran de uno en uno, pues de ese modo sólo se podría capturar a un puñado antes de que los otros lo advirtieran y volvieran a perderse entre los árboles.

Siwon dio la orden de prepararse, aunque la banda de proscritos que cruzaba el sembrado no podía pasar inadvertida. Ahora sumaban casi cincuenta, lo cual agradó a Siwon treinta y cuatro de sus hombres les saldrían al encuentro. Los demás estaban apostados con ballestas, para abatir a los que se pusieran a su alcance. Siwon no tenía intenciones de perder a uno solo; por lo tanto, primero debía cortarles la retirada hacia los bosques.

Lo que siguió fue una farsa que habría podido asquear a un guerrero curtido. El elemento sorpresa dio resultado. Al ver que una hilera de jinetes cargaba desde el terraplén, delante de ellos, los proscritos quedaron boquiabiertos durante interminables segundos; luego se dieron la vuelta y echaron a correr. Los alcanzaron algo más allá del medio del campo, lo que les hizo perder el coraje, pues los bosques estaban muy lejos. Varios fueron derribados en el paso, pero cuando Siwon giró hacia atrás se encontró con toda la banda postrada; todos habían arrojado sus armas y gritaban pidiendo merced, como si fuera una treta bien ensayada.

Siwon se disgustó, pero no le quedaba sino aceptar la rendición, a menos que deseara iniciar una verdadera masacre. Sin embargo, no cejaría en la venganza que buscaba. Kyuhyun había dicho que cinco bandidos habían abandonado la lucha para perderse en el bosque al ver que estaban siendo derrotados. Haría ahorcar a esos cinco y al jefe de la banda. Los demás podrían volver a Warhurst.

Siwon desmontó e hizo señas al maestro de armas, para que le dijera lo que deseaba. No tuvo que esperar mucho, pero el fornido maestro de armas volvió con un solo hombre. Rasurada la mandíbula cuadrada, cortado el bigote y pelo castaño aún más corto que el de Siwon, no se parecía al forajido que uno imaginaba. Nada en su aspecto indicaba que viviera a la intemperie. No estaba sucio, sus ropas eran pulcras y, aunque un momento antes había pedido piedad a gritos, como los otros, en su mirada no había miedo alguno; hasta era demasiado directa.

-Dice ser el jefe -informó el maestro de armas, aunque Siwon ya había llegado a esa conclusión.

-¿Sabéis quién soy? -preguntó al proscrito.

-Me ocupo de conocer a todos mis vecinos y de saber a qué se dedican, lord Choi, tanto a los nuevos como a los viejos.

-Eso indicaría que posees algún grado de inteligencia. Pero si lo poseyeras, habrías observado y esperado hasta conocer mi disposición antes de atacar a los míos -replicó Siwon, áspero.

-Eso hice. Mis hombres vigilaban Clydon y los dos caminos que conducen a sus puertas. Los hombres que atacaron a vuestros compañeros no eran de mi grupo. Siguieron a los vuestros desde el sitio de donde partieron, y esperaron a que se adentraran en el bosque para atacarlos.

-¿Los siguieron a caballo y atacaron desmontados? -se burló Siwon y agregó, en voz baja y más amenazante- No creas que saldrás bien librado con sólo contar unas fábulas. Si supieras de dónde venían mis hombres, no intentarías decir que los culpables salieron de allí.

-Venían por el estrecho sendero que lleva desde la casa solariega de Keigh a Warhurst o a Clydon sin dar un rodeo de varias leguas por la ruta del oeste. Y por allí venían los vuestros y los que les seguían. Eso lo sé, porque uno de mis hombres, que estaba cazando en la zona, los vio apartarse de la senda. Si vuestros compañeros venían de Keigh o de más allá, como decís, no lo sé. Pero el camino del bosque no describe una línea recta, lord Choi.
Describe muchos recodos para evitar los árboles más añosos. Según mi hombre, los que seguían a los vuestros se mantenían entre los árboles; cuando llegaron a la curva más cerrada, acortaron camino para adelantarse a vuestros hombres, dejaron sus caballos ocultos en la espesura y salieron a interceptarlos. Es irrazonable atacar desmontados, tal como pensasteis, sobre todo contra jinetes... a menos que se quiera que la culpa recaiga sobre otros, sobre alguien que no posee caballos.

- ¿Vosotros?

-Veo que aún dudáis, pero el sentido común ordenaba una emboscada mejor. A lo largo de la ruta hay varios puntos en donde el follaje de los árboles es denso. Yo habría dispuesto a mis hombres allí, a ambos lados del camino y hasta tendidos a lo largo de las ramas que lo cruzan, para que cayeran sobre el blanco desde todos lados; de ese modo todo habría acabado pronto y con éxito asegurado. Preguntad a vuestros hombres; os dirán que todo sucedió de modo muy distinto. Les habría sido fácil girar en redondo y huir en vez de luchar.

-¡Nichkhun! -aulló Ranulf.

Los hombres de armas que habían acompañado a Hyukjae el día anterior estaban a muy poca distancia; Siwon no tuvo que formular la pregunta.

-Es cierto, señor. Llegaron a la carrera, todos juntos, desde un mismo lado de la ruta; tuvimos tiempo suficiente para desviarnos de dirección a fin de evitarlos. Ahora que lo pienso, no fue ataque digno de hombres supuestamente diestros en el asalto.

-¿Dónde está el hombre de Clydon? -preguntó Siwon -Aquí, milord.

-¿Te llamas Yoochun ? -Ante el gesto afirmativo, Siwon preguntó-: ¿Qué piensas de la historia de este bandido?

- Que es cierto lo que dice de sus métodos. En todos los asaltos de los que hemos tenido noticia, las víctimas aseguraban que los bandidos los habían rodeado en segundos, cayendo hasta del cielo. Rara vez tenían tiempo para blandir un arma. Nosotros, en cambio, tuvimos tiempo sobrado para eso.

-¿Podríais haber sido seguidos desde la casa solariega de Keigh sin saberlo?

-Sí -admitió Yoochun, algo renuente- En realidad, ninguno de nosotros prestaba mucha atención a la ruta. íbamos riendo tanto que no habríamos oído ningún perseguidor.

- Explícate.

-Sir Kangin quedó cegado por el viudo, vuestros otros dos caballeros lo llenaban de pullas, sobre todo porque el joven no correspondía a su interés.

Siwon ni siquiera había recordado preguntarles cómo habían sido recibidos en Keigh Manor. El motivo de aquella visita había quedado olvidado a la luz del ataque sufrido a manos de los proscritos... si eran proscritos quienes habían atacado.

-¿Cómo encontrasteis a lord Park?

-Ahora que lo mencionáis, milord, comenté que el joven señor parecía cambiado desde la última vez que lo vimos en Clydon.

-¿En qué aspecto?

-Se mostraba cortés, pero bastante frío. Siendo un joven necesitado de marido, cabía esperar que recibiera de buen grado a tres apuestos caballeros, pero se alegró más de verlos partir.

-¿Le dijeron ellos a qué iban?

-Sir Kangin debe de habérselo dicho. Como he comentado, estaba deslumbrado.

- ¿Acaso insulto al joven?

-¿Con sus declaraciones de amor eterno?

- Le faltó algo de tacto -resopló Siwon - Pero ¿qué tenía el joven contra Kyuhyun y Hyukjae? ¿Acaso ellos también se mostraron ofensivos?

-En absoluto. Por eso me llamó la atención la actitud del joven señor.

- ¿Se te ocurre algún motivo por el que pueda haberse comportado así?

-A mí sí -dijo el proscrito, sin vacilar en atraer otra vez la atención de Siwon Continuó
- Según rumores, Park Leeteuk ha puesto sus afectos en Jung Yonghwa, un caballero de su
casa. Si tiene a un esposo entre ceja y ceja, ¿puede recibir de buen grado a otros candidatos?

-¿Cómo sabes esto? -interpeló Siwon

El hombre se encogió de hombros.

-Tenemos nuestros medios para averiguar. Así supimos de vuestra llegada y también quién era el que hicisteis huir de Clydon aquella mañana.

-Ya sabemos quién fue el atacante de Clydon.

-¿Lo sabéis, milord?

Aquello fue dicho en un tono como para no dejar dudas: el proscrito sabía algo que Siwon ignoraba. Y al caballero nunca le había gustado servir de juguete. En un abrir y cerrar de ojos, sujetó al hombre por la pechera de su jubón de cuero y lo levantó hasta la altura de su cara.

- Harías bien en hablar de inmediato, antes de que yo recuerde para qué te hice traer.

-¡Huyeron hacia Warhurst!

-Mientes -siseó Siwon- Sé de buena fuente que el castellano de Warhurst es un imbécil. ¿No lo ha demostrado al dar por cierto el mensaje que le envié anoche, actuando conforme a él sin saber de quién provenía? Así lo indica el hecho de que estéis aquí.

-Es como decís, señor. Pero el lord del castillo no es imbécil. Y lord Han estuvo en Warhurst toda esa semana. También en la ruta, esa mañana, con una tropa numerosa. Ni él ni sus hombres lucían sus colores. Yo mismo le vi regresar a Warhurst, con una herida en el hombro derecho. Difícilmente puedo confundir al hombre que me convirtió en proscrito, sólo porque deseaba a mi pareja.

Siwon lo depositó lentamente en tierra. Luego, para desconcierto de sus hombres y sus prisioneros, estalló en una carcajada. ¿Era posible que su princesa se hubiera equivocado tanto al elegir a ese personaje como candidato a esposo? ¿Era posible que el pichón de señor feudal hubiera cometido el error de pretender apoderarse de él por la fuerza, ignorando que lo deseaba por marido? ¡Por los clavos de Cristo, ésa sí que era buena!... si era verdad. Dominándose al fin, clavó los ojos en el proscrito.

-Sois una auténtica fuente de información, bandido.

El hombre se irguió en toda su estatura; el color le iba volviendo a las mejillas.

-Lo que sé del joven viudo Park son sólo rumores y suposiciones. Es joven; en muchos aspectos sigue siendo un niño. Yo sería el primero en dudar que él hubiera enviado a sus hombres tras los vuestros. Sin embargo, sé con seguridad que mis hombres no participaron y que los atacantes venían de la zona de Keigh Manor. La solución es simple, sin duda, sólo que yo no la tengo ni pretendo conocerla. Sin embargo, lo que sé de Xi Hangen de Warhurst es verdad.

-Así dices, pero tú mismo admitiste tener buenos motivos para mancillar su nombre -señaló Siwon.

-Los tengo, como todos los hombres que me acompañan. El padre de ese hombre es poderoso; por eso él se considera por encima de la ley. En Warhurst es así, pues nadie puede contradecirlo. Quien lo intenta no tarda en unirse a nuestra banda.

-¿Acaso todos sois de Warhurst?

-Sí. Fuimos expulsados sin ser oídos y se nos separó de nuestras familias. Si no lo hizo lord Hanheng, lo hizo su castellano o esos gordos mercaderes que le caen en gracia, pues imitan su manera de actuar; acusan falsamente a cualquiera sólo porque codician sus pertenencias o, simplemente, porque no le tienen simpatía. Podéis comprobar cuanto os he dicho interrogando a cualquier persona de Warhurst.

-Si así son las cosas, ¿por qué no habéis buscado justicia en la corte del condado?

-¿Contra un señor feudal, que aún tiene a nuestras familias entre sus murallas, sometidas a sus caprichos?

Siwon emitió un gruñido, pues conocía de primera mano el poder de esos pequeños tiranos. Montfort era uno de ellos.

-Tú no eres un plebeyo cualquiera. ¿Qué hacías en Warhurst?

-Trabajaba como escribiente de lord Hanheng -replicó el hombre, disgustado- Ni siquiera el hecho de que yo conociera sus ganancias mal habidas le impidió deshacerse de mí.

Siwon arqueó una ceja.

-¿Ganancias mal habidas? ¿Ganado y ovejas robadas, por ejemplo?

-Sí, entre otras cosas.

-¿Ganado y ovejas robados a Clydon, por ejemplo? -especificó Siwon.

-No sé de dónde provenían los animales, pero los llevaba al norte para venderlos.

-Dime una cosa más -pidió Siwon - ¿Por qué en Clydon nadie ha sospechado de la tiranía de este pequeño señor, si son vecinos tan próximos?

-¿Cómo podían sospecharlo? El señor no tiene necesidad de frecuentar los mercados de Warhurst; los mercaderes de su propia Birkenham lo proveen de todo; por eso no ha oído ninguna queja. Pero lord Hanheng visita Clydon con frecuencia y, fuera de su pequeño reino, se convierte en otro hombre. Es capaz de engañar a cualquiera que no le conozca y hacerle creer que no tiene en el cuerpo una pizca de maldad. Es joven y astuto; sólo es lord de Warhurst desde hace cuatro años. Si el joven señor y su padre hubieran oído algún rumor contra él, se habrían apresurado a defenderlo. Vos mismo dudaréis de cuanto os he dicho cuando lo conozcáis, pues provoca ese efecto en la gente: parece digno y virtuoso, aunque es todo lo contrario.

-No necesito conocerlo para dudar de ti, hombre. Todo lo que has dicho es materia de duda. ¿O suponías que yo aceptaría ciegamente la palabra de un proscrito como verdad divina? Pero tu relato hace que te libres de la horca durante un tiempo, al menos hasta que yo hable con lord Park para averiguar qué sabe de esto. Si compruebo que no me has causado daño alguno, entonces investigaré lo demás.


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yota´s news : De regreso?

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