Domando al Guerrero- Capítulo 25



Heechul observaba la nueva prenda hecha para Siwon, extendiendo la prenda terminada para su última inspección. Y tuvo que sonreír. Habían logrado una bata digna de un rey.

Quedaba por ver si su esposo aceptaba usarla, y no sólo porque él no estuviera acostumbrado a usar bata, sino porque toda su ropa era deslucida: simples prendas de lana o hilo, sin adornos y casi siempre necesitadas de algún arreglo. No se le podía acusar de ostentoso ni de exhibicionista, aunque estaba, desde hacía tiempo, en condiciones de gastar mucho más en ropas. El hecho de que prefiriera atuendos sencillos decía mucho en favor de su carácter.

El resto del nuevo guardarropa que había mandado a hacer para su esposo sería de buena calidad, pero más modesto... al menos mientras él no se habituara a la idea de que los ricos Lores del reino debían mostrarse elegantes y presentar un mejor aspecto que el de sus vasallos.

Mientras observaba la prenda, los comentarios que recibió de los jóvenes mayores fueron picantes, los habituales en esta situación para cualquier recién casado, y él los aceptó de ese grado.

-¿Estáis seguro de querer cubrir con eso, hombros tan magníficos?

-Lo que quiero es quitarle la bata, no ponérsela.


-Lo lamentaréis, si hace como mi Yesung y decide dormir con ella puesta -dijo lord Ryeowook.

-Si no está habituado a usar bata, ¿por qué cambiar algo tan bueno?

Lo que no parecían comprender (y Heechul no estaba dispuesto a explicarlo) era que ver un cuerpo como el de Siwon paseándose desnudo por la habitación, hacía estragos en el equilibrio de su mente. Cuando él estaba desnudo, Heechul cometía estupideces, como mirarlo fijamente con descarada falta de tacto, o acusar de malas intenciones a un pobre gato. No pasaría mucho tiempo sin que Heechul sucumbiera a los impulsos sensuales que aquella piel provocaba en él, querría tocarlo, acariciarlo, degustarlo, aunque él no se lo mandara. Y entonces, ¿qué pensaría Siwon después de todo, el hecho de que le hiciera el amor con tanta frecuencia era sólo el cumplimiento de un trato. Eso terminaría en cuanto él se embarazara.

Lo de enfundarlo en una bata era un seguro contra la tentación. Si él hubiera continuado como en un principio, tal problema no habría existido. Pero sus nuevas técnicas lo tenían cautivado. ¡Dios, cuán cautivado! Y él lo sabía. Además, se mostraba dulce y encantador en su placer por tan gran hazaña, reacción típicamente masculina, probablemente, como la del niño que logra su primera victoria contra obstáculos insuperables. Por lo tanto, a Heechul le correspondía hacerle creer que mantenía, básicamente, su indiferencia. Por lo menos, debía salvar su orgullo.

Heechul cogió la prenda terminada para llevarla a su alcoba. La dejaría en la cama, para que Siwon la viera. Era de esperar que se sintiera obligado a usarla, pues había sido cosida especialmente para él. En caso contrario, Heechul se encargaría de provocar corrientes de aire en el cuarto, retirando algunos tapices. Un poco de frío le haría frenar su impudor.

-En vuestro lugar, lo pensaría mejor -pronunció uno de sus acompañantes, con voz de sonsonete, provocando una risita traviesa entre los más jóvenes.

Heechul sonrió a su pesar. Si las circunstancias de su matrimonio hubieran sido otras, lo habría pensado mejor, sí. Pero difícilmente podría olvidar que había sido preciso casi retorcer el brazo de Siwon para que aceptara desposarlo. Pese a sus nuevas habilidades amatorias, de las que estaba tan orgulloso, sin duda preferiría practicarlas con algún otro.

-Si os veis obligado a regalarle una bata, perded la vuestra -sugirió Donghae muy serio- De ese modo él no usará la suya con mucha frecuencia.

Por fin lograron provocar el rubor que buscaban. Pero antes de que Heechul pudiera pronunciar una respuesta adecuada, Yin apareció en el vano de la puerta e interrumpió las alegres risas. Venía exhausto, con una mano en el pecho, señales de que había llegado a toda carrera. Tampoco perdió el tiempo en rodeos, una vez hubo recobrado el aliento.

-Milord, será mejor que vengáis cuanto antes. Han regresado los caballeros de lord Siwon, y dos de ellos están malheridos.

En el cuarto se hizo el silencio. El corazón de Heechul había dado un vuelco ante las primeras palabras, pensando que Siwon había sufrido algún percance. No habría podido explicar el porqué de esa reacción, pero al recuperar el color también recobró la eficiencia de su mente.

- Jey, Donghae, venid conmigo -Arrojó la bata a Yin- Pon eso en mi alcoba cuando vayas a buscar mis medicamentos. Ryeowook, recoged lo que haga falta y reuníos conmigo abajo. Yoona, enviad a alguien en busca de mi señor. No podemos aguardar su vuelta.

-¿Dónde está?

-En la aldea, según creo. -«Pagando una fortuna a Changsu», agregó para sus adentros, pues no estaba seguro de que Siwon hubiera bromeado al asegurar que los consejos del hombre valían su peso en oro- ¿Donghae?

El joven viudo no se había levantado para reunirse con él; por el contrario, aún miraba a Yin con el semblante pálido.

- ¿Es... sir Hyukjae está entre los heridos?

-No lo sé, señor -respondió Yin- Aún los estaban llevando al torreón cuando el maestro Hwang me envió en busca de lord Heechul.

Esa respuesta no mejoró el color de Donghae, Heechul tuvo que preguntarse si el encantador moreno sentía cierta ternura por Lee Hyukjae. Obviamente, sus propios problemas le habían hecho perder el contacto con lo que ocurría en su casa. Ni siquiera sabía que los hombres de Siwon hubieran abandonado Clydon ese día.

-Tal vez sea mejor que permanezcáis aquí, Donghae -sugirió, decidiendo que el joven sólo serviría de estorbo si sir Hyukjae estaba entre los heridos y él lo amaba-. Ryeowook puede...

-No. Necesito saberlo.

-Por cierto, pero...

-Oh, por favor, señor -insistió Donghae - Fue sólo la sorpresa. Ya estoy bien.

Heechul vacilaba, pero acabó por asentir y abandonó el cuarto.

Aun antes de llegar al salón oyó las invectivas que Kim Kangin lanzaba contra los hombres que lo llevaban. Había recibido un golpe de pico en el muslo y, aunque la cabeza metálica había sido extraída, aún tenía clavados en la herida eslabones de sus calzas de malla, que se movían con cada sacudida. Sin embargo, su voz revelaba que su estado no era tan grave como Yin había dado a entender. Hyukjae, por el contrario (en efecto, él era el otro herido), estaba inconsciente. No tenía buen color y sangraba por más de una herida.

Los seguía Cho Kyuhyun. Heechul le dirigió las preguntas para las que requería respuesta, mientras los portadores depositaban a los caballeros en alcobas separadas, contiguas al salón.

-¿Cuánto hace que sir Hyukjae está sangrando?

-Demasiado tiempo -replicó Kyuhyun, con voz ronca de preocupación- Recibió un tajo en el costado a poco de iniciada la reyerta, pero continuó combatiendo. Estábamos a buena distancia de Clydon cuando nos emboscaron.

-¿Cayó del caballo al recibir esa herida en la cabeza? -preguntó Heechul - Debo saber si tiene heridas internas.

-No, no hay costillas fracturadas ni nada parecido. Ninguna de las dos heridas lo derribó. Fue al ver su propia sangre, cuando todo terminó, que... ch...

-Comprendo -interrumpió Heechul, asumiendo que a un caballero le resultaba difícil hablar del desvanecimiento de un par- ¿Sabéis quién lo hizo?

-Estábamos en la ruta del bosque, milord.

Probablemente eso lo explicaba.

-Muy bien. He mandado por Siwon haz que uno de mis acompañantes te atienda esos rasguños antes de que él llegue, pues querrá escuchar un informe completo de lo ocurrido.

Encontró a Donghae inclinado sobre Hyukjae, en la alcoba donde lo habían puesto. Estaba otra vez muy pálido, pero en actividad. Retiraba con cuidado las vendas improvisadas que le habían puesto en la cabeza.

-Dejad eso -dijo Heechul enérgico- Ahí la hemorragia ha cesado, pero en el costado aún sigue.

- ¿No... morirá, señor?

-No cometerá semejante tontería -pronunció Heechul, sin embargo, no podía asegurarlo mientras no viera las heridas.

Lo más difícil fue retirar la pesada armadura de Hyukjae para llegar a la herida. Hizo falta la colaboración de dos hombres para lograrlo moviéndolo lo menos posible. Luego cortaron sus ropas con celeridad, dejando al descubierto su herida.

«Demasiado tiempo», había dicho Kyuhyun. Y no era exagerado. Hyukjae tenía todo el costado izquierdo rojo y empapado hasta las botas; la herida, desigual, aún goteaba. El arma, cualquiera fuese, había atravesado la cota de malla justo por debajo de la costilla inferior, pero en vez de penetrar en el cuerpo para causar la muerte, había sido desviada por la costilla, tras lo cual desgarró la carne en diagonal. Era profunda, pero no parecía tan grave; al menos, no lo habría sido si hubiera cerrado a tiempo. Ahora el peligro era que hubiera perdido demasiada sangre y estuviera muy débil para luchar contra la infección.

Heechul trabajó de prisa, limpió la herida y aplicó un ungüento para detener la hemorragia. Dejó que Donghae hiciera la sutura mientras él se encargaba de la herida de la cabeza. Era sólo un pequeño corte en la piel, pero abajo había un grueso chichón. Eso se habría podido evitar con un casco. Hyukjae tendría un fuerte dolor de cabeza durante muchos días, lo cual le enseñaría a no salir nuevamente de Clydon sin casco.

Hyukjae no despertó ni por un momento, lo cual fue una suerte, pues había muchos puntos de sutura a aplicar. En cambio, no resultó fácil hacerle tragar el tónico que Heechul le preparó. Dejó que Donghae se encargara de eso, mientras iba a verificar el estado del caballero más joven.

Las potentes quejas de Kangin, que se tornaban más estruendosas ante los cuidados de Jey, se oían con claridad en la cámara vecina. Sólo cuando el joven hubo terminado a medias se acallaron. Pero al ver a Heechul, el caballero volvió a alzar la voz.

-Sois cruel, señor, por haberme enviado a este brujo.

-Ese brujo tiene manos más suaves que las mías, señor, agradeced que yo estaba muy ocupado con sir Hyukjae y no pude atenderos personalmente.

Eso le hizo callar y provocó una risita ahogada en Jey, quien comentó:

-¡Ni los niños arman tanto jaleo por un pinchazo!

-¡Un pinchazo! – Kangin estuvo a punto de atragantarse.

-Sólo tres puntos de sutura, señor -informó Jey

-¿Tan pocos? Sir Hyukjae acaba de recibir casi veinte. ¿Lo oísteis acaso gritar pidiendo misericordia? – Heechul sonrió, compadecido del joven, que se había ruborizado- Estamos bromeando, Kangin. A veces el gritar alivia el dolor. Deberíais haber oído a mi padre cuando se clavaba una simple astilla en el patio de ejercicios. Para poder quitársela teníamos que llenarnos las orejas de trapos.

-¿Hyukjae está ... ?

-No os preocupéis. Todavía está inconsciente, pero en este momento es lo que le conviene. Sus heridas no son tan graves como parecían, pero serán muy dolorosas cuando despierte. Ahora bebed esto. -Le tendió un brebaje de amapola blanca, mezclada con vino caliente- Os aliviará el dolor y hará dormir, que es lo que también a vos os conviene.

-Pero Siwon…

- Kyuhyun responderá a sus preguntas.

En ese momento se abrió violentamente la puerta de la alcoba vecina. Kangin se apresuró a tragar su brebaje.

-¿En cuánto tiempo hará efecto?

Heechul lo miró frunciendo el ceño.

-¿Qué os pasa?

-Se pondrá furioso. Preferiría estar dormido cuando se enfurezca.

-Pero ¿qué motivos tiene para enojarse? A menos que vosotros tres hayáis actuado mal. ¿Fue así?

-Tenemos un muerto y dos heridos. Ellos eran sólo quince. Deberíamos haber hecho mejor papel, señor.

-Y vosotros, ¿cuántos erais?

- Seis.

Heechul le clavó una mirada de disgusto.

-Dormid atolondrado. Jey, cuidad de que mi esposo no entre bruscamente a perturbarle.

-No es poco lo que pedís, milord.

Jey también recibió una mirada de disgusto por ese innecesario sarcasmo.

-Muy bien, yo mismo me encargaré. -Y Heechul se retiró murmurando-: jesús, ¿tres a uno les parece buena proporción? ¿Acaso Siwon piensa que todos sus hombres son gigantes como él?

Kyuhyun estaba apoyado contra la pared, ante la alcoba de Hyukjae, débil; al parecer, ya había contado a Siwon lo ocurrido. La puerta seguía franca, y Heechul vaciló al ver a Siwon dentro. Estaba junto a la cama de Hyukjae, contemplándolo con el cuerpo tan tenso que parecía hecho de piedra: los músculos abultados, los puños cerrados contra el flanco.

Heechul no pudo verle la expresión, pero sin duda estaba furioso, puesto que había asustado a Donghae al punto de haberle hecho abandonar a su paciente: también él esperaba fuera del aposento.

Cuando Heechul llegó a su lado, él no se movió ni desvió los ojos para mirarlo.

-No es posible que estés furioso con él por haber sido herido, Siwon ¿Crees que lo hizo a propósito?

-El muy tonto sabía que iba a cruzar los bosques, señor. Sabía que ese lugar hervía de bandidos. Sin embargo, sólo fue con tres hombres de armas.

-Pero también los acompañaban tres caballeros bien armados. Los forajidos rara vez atacan a los viajeros que marchan en grupo y armados.

-Esta vez lo hicieron.

¿Qué cabía replicar? Él tenía motivos para estar enojado. Pero cuando lo miró, no fue enojo lo que vio en sus ojos, sino un miedo profundo, terrible.

-Señor, por favor, no lo dejéis morir -dijo, con sincero pesar- Si lo ayudáis a recobrarse, contaréis con mi más profunda gratitud.

Heechul sintió un nudo en la garganta. Experimentaba el irresistible impulso de abrazarle y asegurarle que no había nada que temer. Pero la compasión y los consuelos vacuos no eran modo de tratar con aquel hombre.

-¿Qué estáis pensando, señor? -exclamó, con voz deliberadamente severa- Por mucho que me gustara contar con vuestra obligación en los momentos en que así me conviniera, debo deciros que Lee no va a morir... Sus heridas son leves comparadas con algunas que he visto.

-En ese caso, ¿por qué no despierta?

-Porque le di algo para hacerle dormir, y también a sir Kangin. Es la mejor manera de recobrar fuerzas después de haber perdido sangre. Pero ninguno de los dos está tan malherido que no vaya a protestar por el largo reposo al que los obligo.

No estaba seguro de que su esposo lo creyera, pero al cabo de un instante él asintió secamente y salió de la alcoba. Heechul suspiró, pero el alivio duró poco. Al mirar a Hyukjae comprobó que aún estaba horriblemente pálido. No era de extrañar que Siwon lo hubiera creído moribundo.

-Será mejor que me escuches, Lee - Se inclinó hacia el herido para susurrarle ásperamente al oído- Si me haces quedar como mentiroso muriéndote, pasaré el resto de mi vida rezando para que pases la eternidad pudriéndote en el purgatorio. No sé por qué estúpidos motivos, pero él te quiere. Y por él te recobrarás muy pronto.

Le escuchara él o no, Heechul se sintió mejor por haberlo dicho.

Donghae aún rondaba la puerta, ansioso, de modo que Heechul lo hizo pasar, le dio instrucciones para que vigilara la fiebre y le mandara llamar al primer síntoma. Al echar un vistazo al salón, descubrió que Siwon estaba otra vez conversando con Kyuhyun, pero sólo oyó el final del diálogo al acercarse.

-Envía un mensajero de confianza al castellano de Warhurst. Dile que podrá apresar a los forajidos si envía tras ellos a una fuerza numerosa, mañana al romper el alba.

- ¿Es cierto?

-Sí. Después de que los persiga hasta ponerlos en nuestras manos, podrá quedarse con lo que de ellos reste para hacer su voluntad.

Heechul se alejó sin que Siwon lo viera. Era lógico que no reparara en él, puesto que sólo pensaba en derramar sangre. Heechul nunca le había oído hablar en ese tono, pero cualesquiera fuesen sus planes para el día siguiente, prefería no conocerlos. Casi compadecía a los forajidos, pero habrían debido ser eliminados tiempo atrás.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...