Domando al Guerrero- Capítulo 22



-¡Oh, Dios mío, vuestro señor!

- ¿Qué?

Siwon se volvió hacia la puerta. Su esposo estaba enmarcado por el vano, con el cesto de pociones medicinales en la mano. Pero apenas llegó a verlo. Ya había desaparecido.


-¡Tenéis que seguirlo y explicarlo! -exclamó Changsu.

-¿Para qué? Si lo sigo, lo más probable es que vuelva a darle un revolcón en los bosques. Y eso no le gusta mucho.

Changsu lo miró horrorizado, la noticia lo distrajo por un momento.

-¡Pero él pensará que ...

-No seas tonto, hombre -le interrumpió él- Te he dicho que él no tiene motivos para pensar así. No se me niega, aun cuando no le gusta. ¿Qué necesidad tengo de otros?

Changsu no le dijo que muchos hombres van en busca de otros para pasarlo mejor, cuando a sus esposos les disgusta la cópula. La total falta de preocupación que él mostraba acabó por calmar sus temores. Tal vez lord Heechul le estaría agradecido. Y si no era así,
Changsu se encargaría de que sintiera gratitud... aunque fuera de un modo indirecto.

-Señor, temo que he encarado esto de modo equivocado. Me preguntasteis cómo podíais complacer a vuestro señor sin hacerle daño. Y hay una manera que he pasado por alto. Tal vez si comenzáis lentamente... Al principio, no lo toquéis con las manos. Usad los labios y la lengua.

-No será lo mismo.

-¿Por qué no? Podéis tocarlo con la boca en cualquier parte que toquéis con las manos. Sé que a la mayor parte de los hombres no se les ocurre, pero los pocos que lo hacen gozan con ello. Es posible que él se resista, claro, pues le parecerá extraño. Pero si insistís, no sólo le gustará, sino que de ese modo podéis llevarlo a la plenitud de su placer.

Siwon no estaba muy seguro.

-Tenéis que confiar en mí. Y de ese modo no hay prisa por aprender qué caricias lo complacen y cuán suave debéis ser. Habrá tiempo de sobras para eso, a medida que lleguéis a conocerlo mejor.

Él no hizo más preguntas. Dejó en la mesa una moneda de plata, más dinero del que Changsu había visto nunca, con la promesa de darle el doble si los resultados eran buenos.

Si era así o no, dependía del joven señor. Algunos en ese caso era raro que el hombre insistiera mucho. Pero el nuevo lord no parecía propenso a ceder con facilidad. Lejos de eso, estaba decidido a ver gozar a su joven señor, le gustara a o no.

¡Qué no habría dado Changsu por ser una pulga del lecho conyugal, aquella noche!




-Pero ¿por qué ahora, señor?

-Porque es el momento perfecto, Jonghoo. -«Ahora que el muy bastardo se siente culpable por su infidelidad», agregó Heechul, para sus adentros- Hoy dirá que sí a todo lo que yo le pida.

-Eso me temía -murmuró el niño.

Heechul frunció el ceño.

-¿No querías ocuparte de lord Heebum?

-Sí, quiero, pero no pensé que para eso tuviera que enfrentarme al señor.

-No debes preocuparse. Espera en el alféizar de la ventana hasta que yo te llame-Luego le revolvió el pelo con una sonrisa, para tranquilizarlo- Ve, Jonghoo. No tienes nada que temer de él.

La sonrisa se le deshizo en cuanto el niño le volvió la espalda. Era una de las pocas enseñanzas que de su madre había recibido: que en el mundo donde las mujeres y los jóvenes tenían tan poco dominio sobre su propia vida, donde hacía falta la autorización de sus señores para hacer o conseguir cualquier cosa, era preciso aprovechar todo lo que ayudara a obtener un sí, cuando cabían dudas al respecto.

Una vez, su madre le había dicho que la culpa era una emoción estupenda para aprovechar. Aunque ella nunca había sospechado infidelidades por parte de su esposo. En vida, aprovechaba las promesas olvidadas, los descuidos y ese tipo de cosas intrascendentes.

Ella no había tenido un marido que entrara en celo por un arrebato, como su hijo.
Pero ¿cómo se las componía uno para pedir tranquilamente algo, si estaba ardiendo por dentro? Claro que su madre no había tenido un temperamento tan explosivo como el suyo; sabía componérselas para que su esposo supiera cuándo estaba disgustada con él de manera sutil; culpable o no, él no dejaba de pensar que su esposa tenía razones para eso y se precipitaba ante cualquier oportunidad de compensarla, ya fuera con un vestido nuevo o con una visita a la corte.

Heechul no imaginaba a su gigantesco esposo haciendo algo tan normal como tratar de apaciguar una conciencia culpable. Tampoco se imaginaba a sí mismo sugiriéndole algo con calma, cuando sentía deseos de partirle algo en la cabeza. Pero si su madre había podido, él también podría. Sin embargo, en cuanto tuviera el acuerdo que deseaba lo mataría. ¡Ese cerdo, ese miserable sin corazón!

¿Cómo había sido capaz de...? No, no, a qué preguntarse eso. De nada servía ponerse furioso por algo así. Según la opinión general, la infidelidad conyugal no era importante. El lo sabía y nunca había supuesto que su matrimonio pudiera ser distinto.

Lo mejor que Heechul había soñado era que su esposo no lo avergonzara trayendo a sus amantes a la casa, como hacían algunos. Pero esto ¿no era igualmente malo? Visitar a Changsu El pelirrojo, a plena luz del día, a la vista de todos los chismosos de la aldea, ¡apenas a días después de la boda! Heechul habría podido comprender mejor si lo hubiera encontrado en algún rincón oscuro con algún mozo de castillo. ¿Por qué debía ser diferente su lascivo esposo?

¡Pero Changsu! En verdad, el hombre no era feo, con su flamígero pelo y sus ojos incitadores, azules como los pensamientos. Y estaba lleno de curvas, como las que prefería su esposo. Pero Siwon sabía bien que Heechul, a diferencia de la mayoría de los jóvenes señores, visitaba a sus aldeanos para atender sus enfermedades. Tenía que saber que, si recurría a la ramera del caserío, su señor se enteraría de inmediato.

¿Y si él deseaba que Heechul se enterara? ¿Sería ése su modo de castigarlo por tantas quejas? Heechul se había estado quejando perversamente. ¿Acaso pensaba castigarlo? No, lo más probable era que sólo deseara una cabalgata más satisfactoria. Sin embargo, Heechul no olvidaba la pregunta de la noche anterior, sugiriendo que tal vez él estuviera más a gusto si Siwon buscaba a otro. ¿Y si había tomado su silencio por asentimiento y no por negativa? ¿Podía ser tan estúpido?

-El joven Jonghoo me ha dicho que deseáis hablar con migo.

Bien. Al estar advertido, él pensaría que su esposo deseaba mencionar lo de Changsu. Pero no tenía intenciones de hacerlo, con lo cual lo confundiría.

Heechul compuso sus facciones lo mejor posible y se volvió para enfrentarse a su pecador esposo... sólo para quedar a su vez, confundido. No sabía cuál era la expresión de un hombre que se estaba ahogando en la culpa, pero no podía ser una simple mirada inquisitiva. Hasta tenía a lord Heebum ronroneando en sus brazos, muy satisfecho, sin percibir agitación alguna en su dueño.

-Sentaos, señor. -Le señaló la silla del dueño de casa, que había puesto frente al hogar para esa entrevista- ¿Un poco de vino?

Él asintió, mientras ocupaba el asiento. Heechul levantó la mano y un sirviente se acercó con la bebida. No había pasado por alto el suspiro de su esposo al sentarse. ¿Tan cansado estaba tras sus esfuerzos en la aldea? Tuvo que ejercer toda su voluntad para entregarle el cáliz de vino, en vez de volcárselo en la cabeza.

-Mi alguacil me ha informado que esta mañana os llevó a ver los campos y el molino.

-Sí.

Él tomó un sorbo de vino para no mirarlo a los ojos (al menos, eso pensó Heechul). Se puso frente al hogar para mirarlo desde arriba.

-¿Supongo que el resto de vuestra jornada ha sido igualmente productiva?

Él se ahogó con el vino y tuvo que escupir. El gato, siseando, abandonó de un brinco su regazo. Heechul lo levantó para limpiarle las gotas de vino del pelaje; luego lo depositó en un banco cercano, donde el animal se dedicó a lamerse con detenimiento. Siwon seguía tosiendo.

-Tal vez el vino sea demasiado fuerte, mi señor -dijo Heechul con toda inocencia-. ¿Preferiríais cerveza?

El lo fulminó con la mirada, jadeando:

-Preferiría que fuerais al grano.

-Hay algunas cosas que debemos discutir, pero si estáis demasiado exhausto tras jornada tan agotadora, esos temas pueden esperar.

Siwon no pasó por alto el énfasis que Heechul daba a ese supuesto cansancio. Y en realidad estaba exhausto, pero de haber estado cabalgando como un demonio por los bosques, en busca de forajidos o de cualquier presa que apartara su mente de lo que Changsu le había dicho. O eso o ceder a la lujuria que sus sugerencias le habían inspirado.

Y no pensaba permitir que su maldito miembro volviera a gobernarlo.

Mientras pudo mantener a raya a esos pensamientos le fue bastante bien, aun en presencia de su esposo. Pero sus insinuaciones empezaban a distraerle. ¿Qué demonios suponía Heechul que lo había cansado tanto? Si quería saber qué había estado haciendo, ¿por qué no se lo preguntaba directamente? No era costumbre de él andarse con rodeos, siendo tan franco. Y percibía su nerviosismo. Se le veía sereno, demasiado sereno, pero irradiaba la tensión de una emoción poderosa.

-¿Ha ocurrido algo que yo deba saber? -preguntó.

Esa pregunta pareció desconcertarlo.

-Que vos debáis... Deberíais saberlo mejor que yo, mi señor.

¿Y eso qué significaba?

-No importa -suspiró Siwon- Decidme lo que deseáis, antes de que esté realmente demasiado cansado como para prestar atención.

Heechul apretó los puños por detrás de su espalda. Las cosas no marchaban como había supuesto. ¿Por qué no actuaba como cabía esperar? Él sabía que estaba enterado de lo que había hecho. Podría haberle dado muchas excusas para justificar su presencia en la casa del pelirrojo, si Heechul no lo hubiera visto con la mano apretada contra el miembro del hombre. Eso significaba que sólo tenía un motivo para estar allí.

¿No le importaba, pues, que él lo supiera? ¿O pensaba que no se atrevería a regañarlo por lo que había hecho, que no osaría siquiera mencionarlo? La mayoría de los esposos no se habrían atrevido, temerosos de recibir una paliza si se quejaban de la errabunda conducta del marido. Heechul, gracias a su contrato matrimonial, no padecía esos temores; de todos modos, ese miedo no le habría impedido hacer a ese hombre todos los reproches que mereciera.

Pero aún no. Antes quería ver si él sólo fingía despreocupación.

-Muy bien, señor. Esto no nos llevará mucho tiempo; son sólo unas cuantas decisiones que necesito de vos. Quise esperar hasta que todos nuestros invitados se hubieran marchado para tratar ciertos asuntos.

-Conque nuestro pichón de lord se ha ido.

Heechul apretó los labios ante aquel tono despectivo.

-Sí, lord Yunho nos abandonó esta mañana.

-Espero que me hayáis despedido de él. Después de todo, me gusta tratar bien a quienes han perdido ante mí.

-Él no perdió ante vos; perdió por no haberse presentado -le espetó - Y como ni siquiera sabe que ha perdido, vuestra cortesía es superflua. De cualquier modo, si se la hubierais ofrecido personalmente tampoco se habría enterado. Es bastante difícil identificar una muestra de cortesía cuando a uno le gruñen.

-Yo no gruño, señor.

-Si vos lo decís, milord -replicó Heechul con dulzura, con el gruñido aún sonándole en los oídos.

Siwon estuvo a punto de levantarse de un brinco, pero se contuvo y lo sorprendió con una risa contenida, en tanto se reclinaba hacia atrás.

-Al menos, yo no chillo como vuestro ratoncito.

-No es ningún... – Heechul cerró la boca, fulminándolo con la mirada- Muy gracioso, señor. Puedo seguir? Quería hablar un asunto: tu gato.

-¿Qué pasa con el?

Heechul llamó al niño, experimentando su primera vacilación en tanto ambos esperaban que él se acercara, con su paso lento. Estaba convencido de que Siwon tenía remordimientos, sí, aunque no los demostrara.

En esa oportunidad fue directamente al grano.

-Jonghoo, aquí presente, se ha encariñado con tu mascota. Trabaja en las cocinas, pero quiere encargarse también de cuidar a lord Heebum, darle de comer, cepillarlo y todo lo demás. Es huérfano.

Siwon miró al niño, mientras su esposo lo observaba a él. Su inquietud iba en aumento, aunque él no revelaba en su expresión los pensamientos que le pasaban por la cabeza.
Había hecho mal en arriesgarse así. Habría debido ocultarle al niño en vez de enseñárselo.

¿Y si Siwon decidía expulsarlo? ¿Qué podría hacer?

Y el pobre Jonghoo estaba horrorizado. No levantaba la vista y Heechul notó que le temblaban las piernas. Su galope hacia el pánico se convirtió en un piafar furioso: ¿cómo osaba Siwon torturar así al pequeño con su silencio?

Heechul levantó el pie con la intención de dar un puntapié a su esposo. En ese momento, con voz que, en él, resultaba suave:

-Conque te gusta mi gato ¿eh?

-Sí, milord -susurró.

-Pues cuida de no alimentarlo en demasía.

Jonghoo tardó un momento en comprender que había obtenido el permiso deseado. Levantó la vista, con una sorpresa que pronto se convirtió en una amplia sonrisa.

- ¡Sí, señor!

Heechul tardó un momento más en bajar el pie. ¡Qué cerdo, mantenerlos en suspenso de ese modo! Eran remordimientos. En realidad, se estaba ahogando con ellos. Y ya que estaba dispuesto a pagar, lo mejor era aprovechar el momento.

-Lleva a lord Heebum a la cocina, Janghoo. Como ha pasado el día fuera, con lord Siwon, ha de tener mucha hambre - Esperó a que el niño levantara cuidadosamente el animal y se alejara, cojeando. Luego se enfrentó nuevamente a su esposo- En cuanto a...

-Debisteis haberme prevenido antes de presentármelo, señor.

Heechul se puso tenso, a la defensiva.

-¿Por qué? ¿No os gusta que un tullido atienda a vuestro precioso gato?

-Ese trabajo era de Onew, no le gustará que un lacayo de cocina se lo quite.

-Jonghoo no es ningún lacayo. Sus padres eran arrendatarios libres. Cuando murieron nadie quiso recoger al niño, ni siquiera ayudarlo. Lo trataron como si su cojera fuera una enfermedad contagiosa. Él era débil y enfermizo, por dos veces estuve a punto de perderlo por enfermedades leves que apenas habrían afectado a un niño normal. Es pequeño e indefenso, pero tiene orgullo. No acepta caridad, trabaja para pagar su manutención. Y si le dedico un afecto especial es porque no tiene a nadie.

-Con un general como respaldo, ¿a quién más podría necesitar?

Heechul pasó eso por alto.

-Ya que hablamos de tu gato...

-¿De él hablamos? Pensé que el tema era el niño.

-El niño corre por mi cuenta, el gato te corresponde, sobre todo cuando se trata del sitio en donde duerme. No me gusta despertar con su hocico pegado a la cara, como esta mañana. Nunca debió permitírsele la entrada en la alcoba.

-El va donde yo voy y duerme donde yo duermo. Siempre ha sido así.

-Eso estaba muy bien cuando dormíais en tiendas, milord, pero un dormitorio no es sitio para animales.

- ¡Y yo que creía que a mí también me teníais en esa categoría! ¿Acaso pensáis expulsarme también a mí de la alcoba?

- ¡Como si aceptarais iros! -resopló Heechul.

-No, no lo aceptaría. Y tampoco se irá lord Heebum.

-Debemos seguir discutiendo el tema.

-El tema queda cerrado Heechul -dijo él con firmeza- Ahora hazme preparar un baño. Si quieres reunirte conmigo, ven. De otro modo, nos veremos a la hora de la cena.

Heechul tuvo que apretar los dientes para no llamarlo cuando le vio alejarse. Supuestamente, ese hombre debería haber aceptado todo lo que él pidiera, sin negarle nada. Pero era preciso reconocer que conseguir una merced de dos solicitadas no estaba mal. De cualquier modo, si él creía que con eso purgaba su infidelidad, estaba muy errado.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...