Domando al Guerrero- Capítulo 19



Cuando cruzaron el primer puente elevadizo de Clydon, Heechul había recuperado en parte el buen ánimo. Aunque no hubiera disfrutado la cacería, sus invitados sí, y aún estaban muy alegres. Volvían temprano, con tiempo para refrescarse antes de iniciar el nuevo festín que les aguardaba. Después, casi todos iniciarían el viaje de regreso a casa, a fin de aprovechar el resto de la tarde. Entonces Clydon volvería a la normalidad, al menos por la mañana, lo cual sería un verdadero alivio.

Heechul Solía disfrutar de la compañía y habitualmente insistía en que sus huéspedes se quedaran tanto como descaran, pero esta vez no era así. Necesitaba tiempo a solas para aclimatarse al drástico cambio experimentado en su vida. Hasta había ideado una manera para librarse de su marido por un tiempo, siempre que él estuviera de acuerdo.

Pero no podría librarse de todos los invitados. Según vio al entrar en el salón con el grupo de cazadores, había uno más. Jung Yunho se levantó del banco instalado junto al hogar, donde estaba conversando con Jey Kim, y cruzó el salón para reunirse con Heechul.

Heechul había aminorado el paso. Su primera reacción fue de crudo enojo, pues en ese momento no estaba muy complacido con su esposo y todo habría sido distinto si Yunho hubiera llegado una semana antes. ¡Sólo una semana! Luego se sintió arrepentido. El tenía sus propios problemas, pues se había hecho cargo de las tierras de su hermano. No era posible culparlo también de los de él, por mucho que le hubiera gustado culpar a alguien. Además, no podía olvidar que él mismo había elegido a Siwon, y por motivos importantes. Si comenzaba a detestarle, era sólo por mala suerte.

Aparte de esos sentimientos, Heechul se alegró de ver a su viejo amigo, pues hacía más de un año que él no visitaba Clydon. En ese tiempo había perdido más peso del normal y se le veía un poco pálido; por lo demás, estaba igual. Sus ojos aún revelaban un corazón tierno; su expresión cálida, el placer de verlo otra vez. Heechul esbozó también una sonrisa cordial y le devolvió el breve abrazo.

-Lord Jey me ha dicho que debo felicitaros, Heechul. ¿Por eso revelabais tanta urgencia en vuestra carta? ¿Era una invitación a presenciar vuestra boda?

Heechul aceptó de buen grado esa excusa.

-Por cierto. Me habría gustado mucho que asistierais a la boda.

Inmediatamente lamentó sus palabras y el doble significado que encerraban; no había sido su intención darles ese sentido, pero lo captó al oír que su mayordomo sofocaba un bufido de risa. Notó que Yen se inclinaba contra la pared, desgarbado, y le vio poner los ojos en blanco. Minho le volvió rápidamente la espalda para ocultar la cara.

Pero ¿qué otra cosa podría haber dicho? Probablemente, Yunho se habría mostrado muy feliz de tomarlo por esposo, sobre todo porque el poder otorgado por Clydon habría aliviado sus dificultades actuales. Si le decía que lo había convocado para una propuesta matrimonial, sólo le provocaría una innecesaria amargura.

-¿Por qué tanto secreto, Heechul? ¿Por qué no lo especificasteis en vuestras cartas?

-¿Cómo? Ah, sí. Tenía problemas con uno de mis vecinos; interceptaba mis mensajes -respondió él evasivo- Quería casarse conmigo, ¿comprendéis?

-Apostaría a que habláis de lord Gura. Pero luego hablaremos de ese tema. Ahora decidme cuál de estos nobles caballeros es el afortunado señor que os ha conquistado.

Estaba mirando por encima del hombro de Heechul, hacia los rostros que no reconocía. ¡Por Dios! ¿Cómo había podido olvidarse de Siwon?

Se volvió en redondo y lo encontró detrás de él, tan cerca que se dio de narices contra su duro pecho. ¡Maldito hombre! ¿El también lo había escuchado? ¿Había percibido la melancolía de sus palabras, al lamentar que Yunho no hubiera asistido a la boda? Observó su expresión, pero sólo detectó curiosidad. Entonces recordó que no conocía a Yunho. Tal vez tampoco reconociera su nombre, puesto que lo había oído sólo una vez.

Se apresuró a presentarlos, con la esperanza de separarlos de inmediato, pero no fue posible. No habría podido decir qué esperaba de Siwon; antagonismo, tal vez, al ver a Yunho como rival. Sólo hubo una ceja negra que se arqueaba hacia él y una clara diversión bajo el gesto de su cara, falsamente blando.

-¿Dónde he oído antes ese nombre? -preguntó.

-Sin duda yo mismo os lo mencioné -respondió Heechul secamente. Y a Yunho - Acompañadme y cuidaré de que podáis refrescaros antes de sentaros a la mesa. Sir Henry partió esta mañana; podéis ocupar su alcoba.

Deliberadamente se llevó a Yunho a rastras antes de que Siwon pudiera agregar una palabra más. El muy bribón lo sabía. Pero ¿qué le divertía tanto?.

Cuando volvió al salón, oyó la atronadora carcajada de su marido. Estaba con sus amigos: Hyukjae ,Kangin y los otros. Heechul enrojeció de enfado, imaginando que estaban bromeando a costa del pobre Yunho. Dispuesto a no permitirlo, se dirigió directamente hacia el grupo, muy irritado.

-Me gustaría deciros una palabra a solas, señor.

-¿Como princesa o como esposo?

Probablemente era una broma, pero como él nunca le había hecho una broma hasta entonces, Heechul no lo interpretó así. De cualquier modo, no estaba de humor para guasas.

Lo fulminó con la mirada, negándose a repetir la petición, pero él no se apartaba para seguirlo. Heechul miró con intención a cada uno de sus compañeros, hasta que los muy lelos captaron la indirecta y se retiraron.

-Eso no era necesario, señor -aseguró Siwon con mirada divertida- Entre ellos y yo no hay secretos.

Eso lo hizo ruborizar, sin que supiera por qué. ¿Sería capaz de contarles sus intimidades? No, imposible; por cierto, no tenía de qué jactarse en ese sentido.

-Me alegro de que tengáis amigos con quienes compartirlo todo. Yo también tengo amigos, pero no lo comparto todo con ellos. ¿Me expreso con claridad, señor?

-No mucha.

Heechul apretó los dientes ante esa deliberada perversidad. La sonrisa de Siwon revelaba que sabía muy bien a qué se refería su esposo.

-En ese caso os lo diré con toda claridad. No digáis a lord Yunho nada que pueda hacerle conocer la verdadera razón por la cual lo llamé a Clydon. No hay motivo para que lo sepa y sí muchos motivos para que siga ignorándolo. Pero lo más importante es que no deseo que lo sepa.

-¿Y si desatiendo vuestros deseos?

Heechul entornó los ojos hasta reducirlos a grietas furiosas.

-Hacedlo, si queréis fastidiarme. Es vuestra prerrogativa, desde luego. Pero quien a hierro mata, a hierro muere, y yo tengo mis modos de saldar cuentas.

En ese momento no le importó la reacción que pudiera provocar en él. Siwon en vez de enojarse por la amenaza, se echó a reír.

-No dudo de que pensarías algo muy desagradable para castigarme Heechul, pero no necesitas preocuparse por tu amiguito, jamás te delataré como dulce mentiroso que eres, mientras tus engaños y tus verdades a medias no provoquen daños.

Ese brusco tuteo lo tomó tan de sorpresa que, de momento, no captó el verdadero significado de sus palabras. Por fin comprendió: acababa de ofrecerle apoyo marital, no sólo ahora, sino para cuando fuera necesario. Era algo que él no esperaba. ¿Lo decía en serio?

Fuera en serio o no, el solo hecho de que lo hubiera ofrecido después de su amenaza hizo que Heechul bajara la mirada, con una incómoda sensación de culpa. Y la sensación aumentó al comprender que él se las había ingeniado para hacerle descender a su grosero lenguaje.

No era común en él mostrarse tan quisquilloso e irritable. La causa era el incidente en el bosque, pero no sabía por qué. De cualquier modo, eso no justificaba provocar a Siwon hasta hacerle perder el buen humor, sobre todo cuando aún había invitados, que no debían presenciar una reyerta entre ambos.

Con la cabeza gacha, dijo:

-Os lo agradezco, señor.

-No, no me des las gracias por lo que te corresponde... así como no debes esperar que yo
te agradezca lo que me corresponde.

Heechul alzó la mirada con un destello suspicaz. La sonrisa de Siwon le reveló que había interpretado bien la intención oculta: él le estaba recordando, indirectamente, que estaba en su pleno derecho si lo tumbaba en el bosque o dondequiera se le antojara. Heechul olvidó su aire contrito.

Pero antes que pudiera hallar una respuesta adecuada sobre esos derechos y lo que pensaba de ellos, su marido continuó, con otro tono:

-Sólo por curiosidad, me gustaría saber si en verdad te habrías casado con ese pequeño...

-No lo digáis. ¿Os atrevéis a juzgar a un hombre por su aspecto?

-Su aspecto me dice que yo podría hacerlo desaparecer con un soplido.

La risa que se leía en los ojos lo irritó más aún.

-¿Eso pensáis? -desafió-. Tal vez Yunho no gane muchos torneos, pero no por eso carece de habilidad con la espada ni de la velocidad que no poseen algunos brutos corpulentos.

-Estoy dispuesto a poner eso a prueba.

Heechul arqueó despectivamente una ceja.

-¿Mediríais vuestro aliento contra su espada?

-No es eso lo que quise decir -bufó él.

-Desde luego, no. Pero si desenvaináis vuestra espada en mi fiesta de bodas, como no sea para cortar una porción de carne, os daré tantos coscorrones como a cualquier otro tonto.

-¿Te crees que podrías alcanzarme la cabeza?

Había hecho mal en olvidar que él, tan poco caballeroso, era capaz de aceptar el desafío que le hiciera.

-Con el banquillo, si fuera necesario -replicó.

Eso provocó una risa ahogada.

-Estando yo cerca, no necesitáis banquillo alguno.

Heechul dio un brinco atrás al ver que él avanzaba estirando las manos hacia su cintura para levantarlo. Alargó un brazo para impedírselo, en tanto echaba un vistazo a su alrededor para ver si alguien estaba observando tanta ridiculez. Nadie los miraba, pero eso no alivió su exasperación.

- ¡Pardiez, no hay modo de tratar con vos! Y tengo demasiadas cosas que hacer como para perder el tiempo intentándolo.

- ¿Heechul?

Le había vuelto la espalda, pero giró otra vez hacia él, dispuesto a hacer restallar todo su genio. Apenas llegó a abrir la boca. Por puro reflejo, atrapó lo que él le arrojaba.

-Creo que es tuyo -aclaró él, con expresión engañosamente blanda- No son cosas que se abandonen en cualquier parte cariño. Puede provocar raras ocurrencias en los hombres.

Heechul no comprendió hasta que miró lo que tenía en las manos. Entonces aspiró tan bruscamente que se ahogó con el aire, aumentando el color subido que le inundaba la cara.

Horrorizado, guardó las bragas en su ancha manga, clavando en su esposo una mirada fulminante, digna de su humor, y se marchó, antes de que alguien notara que acababa de encogerse.

En aquel momento se sentía de medio metro de estatura.




El crepúsculo fue un horrible banco de nubes que amenazaron lluvia, pero Heechul volvió al torreón antes de que cayeran las primeras gotas. Había pasado el resto de la tarde en la aldea, atendiendo las enfermedades y heridas que descuidara la semana anterior. Tenía por costumbre pasar allí una o dos horas cada pocos días, a menos que hubiera algún enfermo grave. Por fortuna, esta vez no era así.

Su eficiencia le permitió atender a todos en sólo dos horas. Se demoró más en hacer visitas y responder a las numerosas preguntas sobre el nuevo señor... y para esconderse. Tras la envoltura de pulcras excusas, sufría de simple cobardía, que lo llevó a descuidar a sus invitados durante el resto del día sin el menor remordimiento.

Pero ¿quién iba a criticarlo? El almuerzo se sirvió tarde porque se había retrasado en regresar al salón; cuando lo hizo fue para sentir que enrojecía a cada mirada de Siwon, pues sabía, de algún modo, que él se reía de él para sus adentros. Jamás superaría la mortificación de no haber tenido conciencia de que le faltaba aquella prenda. Pero él lo había sabido desde el principio, ese demonio, ese bellaco lleno de malos chistes.

Escapó lo antes posible. Y aún ahora no se decidía a regresar. Sólo cabía esperar que su esposo no estuviera, que Minho, siguiendo sus indicaciones, le hubiera convencido de acompañarlo.

Al desmontar, al pie de la escalinata, vio que Jonghoo lo observaba. Arrojó sus riendas al palafrenero que esperaba, pero el niño no corrió a saludarlo, según tenía por costumbre. Entonces cayó en la cuenta de que no lo veía desde hacía varios días. En realidad, ¡por Dios!, desde el ataque de Kim Gura. Claro que él no solía entrar en el salón; además, Heechul había delegado en sus acompañantes muchas de las tareas que lo llevaban a cruzarse con él, a fin de dedicar más tiempo a sus invitados.

Jonghoo estaba sentado junto a un depósito, con la espalda contra la pared. Al ver que Heechul lo observaba, apartó la vista. El comprendió entonces que el niño tenía algún problema serio; cruzó el patio para reunirse con él; no tenía mucha prisa en entrar en el torreón, aunque las primeras gotas de lluvia habían empezado a caer. Sólo cuando estuvo a su lado notó que el niño no estaba solo: tenía a lord Heebum acurrucado en su regazo.
Sin mencionar al gato, preguntó al niño:

-¿Me has estado evitando, Jonghoo?

Él no levantó la vista para responder.

-Estabais ocupado señor.

- Es cierto.

Heechul se puso en cuclillas junto al chico. El corto alero del depósito no lo protegía de la lluvia, pero lo ignoró al igual que el niño. ¿Por qué el gato no corría en busca de abrigo? Aquel animal era tan estúpido como feo.

-¿Pensabas que todo sería diferente ahora que me he casado?

-¿Y no es así?

Seguía sin mirarlo, pero no lograba disimular lo sombrío de su expresión. No estaba seguro de lo que le tenía tan preocupado, pero algo sospechaba.

-Pronto todo volverá a la normalidad -le aseguró- La única diferencia es que Clydon vuelve a tener señor y más hombres para protegernos. ¿No te parece que eso nos beneficia?

-Nos arreglábamos muy bien...

-No, Jonghoo, eso no es cierto y tú lo sabes. Y ahora dime qué haces aquí, en vez de estar ayudando al panadero.

-Vino a la cocina -susurró Jonghoo, a manera de explicación.

-¿Quién? Ah, él. ¿Y bien?

-Huí corriendo. Y ahora el panadero me azotará por eso, sobre todo porque tiene que hacer muchos barquillos para los invitados.

-Deja que yo me encargue del panadero – Heechul se dijo que, si el panadero había azotado a Jonghoo, haría servir sus orejas como postre en vez de los barquillos-. Pero hiciste mal en huir, Jonghoo - No pudo terminar el reproche; después de todo, él también había hecho lo mismo- No importa. A veces uno tiene motivos para desaparecer por un rato. ¿Por qué huiste?

-¿Por qué? -Por fin el niño lo miró sorprendido, como si la respuesta le pareciera obvia- No quería que el señor me viera. Temo que me eche del torreón por cojo.

Heechul gruñó para sus adentros. Habría querido abrazar al muchacho y asegurarle que eso no ocurriría jamás, pero ¿cómo, si tenía razón? Había quienes reaccionaban ante los lisiados de modo despreciable, como si los consideraran una amenaza, y él no conocía a Siwon lo suficiente como para asegurar que no actuaría así.

Escogió la lógica; sólo cabía esperar que resultara cierto.

-Si te expulsara, Jonghoo, sería porque te tiene miedo. Y yo siempre he oído decir que los gigantes no temen a nada... salvo a otros gigantes.

El intento jovial no tuvo éxito. En vez de esbozar una sonrisa de alivio, Jonghoo quedó pensativo por un momento, cavilando sobre lo que Heechul acababa de decir. Tal vez hasta lo aceptaba. Era lógico que un niño tuviera miedo de alguien con la estatura intimidante de Siwon, Por Dios, hasta los hombres fornidos le temían.

- El ser gigante no significa que sea perverso o cruel. Fíjate en este gato. ¿Te parece que un hombre perverso la tendría como mascota?

Los ojos de Jonghoo se agrandaron.

-¿Decís que el gato es de él?

-Sí. ¿No lo sabías?

-Pensé que era un gato extraviado y que necesitaba atención. Como lo encontré revolviendo el cubo de los desperdicios, en la cocina, me pareció mejor ahorrarle un puntapié del cocinero y lo traje aquí.

-Fuiste muy bondadoso Jonghoo. El cocinero no le habría dado ningún puntapié, porque sabe de quién es.

-Ah -murmuró él, otra vez sombrío.

Heechul sonrió ante esa expresión abatida.

-Pero es cierto que necesita atención. ¿Quieres encargarte de ese trabajo?

Por fin el niño sonrió.

-Sí -dijo, y la sonrisa vaciló- Pero ¿el señor me lo permitirá?

Heechul se encogió de hombros.

-Se lo preguntaré muy pronto. Por ahora, salgamos de esta llovizna antes de que descargue un aguacero. Puedes llevar a lord Heebum a la cocina.

-¿Así se llama?

-Sí, aunque parezca tonto. Además Jonghoo, di al panadero que, si te levanta la mano, tendrá que vérselas conmigo. Pero discúlpate por haberlo dejado sin ayuda.

-Sí, señor.

Se adelantó renqueando, mientras Heechul lo seguía sin mucha prisa. Quedaba poca luz, pero no tenía prisa por entrar en el torreón. Ya habrían empezado a cenar sin él, tal como era costumbre cuando se demoraba en la aldea. Por su parte no tenía hambre; estaba muy tenso por no saber si su esposo estaría allí o no.

Lo supo aun antes de llegar al salón, pues el propio Siwon casi lo atropella al bajar por la escalera. Estaba armado y con cota de malla; sin reconocerlo siquiera, emitió un gruñido de fastidio al ver que alguien se le interponía. A Heechul no le agradó que lo apartaran a empellones y dejó escapar un juramento. Siwon se detuvo algo más abajo: había reconocido su voz.

-Conque aún estáis aquí, señor -Era una afirmación, no una pregunta, y llena de disgusto.

Él se volvió en redondo para fulminarlo con la mirada.

-¿Dónde queríais que estuviera? Pero es mejor preguntar ¿dónde habéis estado?

-En la aldea, ya que preguntáis. En cuanto a dónde debíais estar vos, Minho iba a sugerimos que lo acompañarais a Forthwick para ver esas tierras.

-Lo hizo, pero me negué. Prefiero familiarizarme con Clydon antes de inspeccionar vuestras otras propiedades.

Tenía razón, aunque Heechul no lo admitiera.

-¿Y adónde ibais, pues?

Antes que él pudiera responder, Hyukjae bajó precipitadamente, seguido por Key. Cuando se estaba por producir otra colisión, Hyukjae se detuvo a tiempo. Key, menos afortunado, se estrelló contra su espalda.

-Conque lo has encontrado -comentó Hyukjae, después de lanzar una mirada de fastidio al muchacho- No has perdido el tiempo.

Siwon se limitó a gruñir, alargando un brazo para que Heechul lo precediera hacia arriba. El se quedó perplejo ante las palabras de Hyukjae.

-¿Ibais a buscarme? -preguntó, en voz baja.

-Os habíais retrasado, señor -fue la agria respuesta- En adelante estaréis entre estas paredes antes del oscurecer.

Heechul sonrió para sus adentros. Por lo menos, su visita a la aldea había servido para pulverizar el buen humor de su marido. Mejor así, su malhumor era mucho más previsible.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...