Domando al Guerrero- Capítulo 18



-Sí, como señor casi todas las decisiones os corresponden.

- ¿Casi todas?

-¿Queréis cargar también con mi parte? Si debo limitarme a estar en mis aposentos decídmelo.

Siwon no dijo nada. Observaba los ojos de Heechul, que centelleaban de rencor, y su cuerpo tembloroso; sintió un fuego abrasador en la ingle. ¡Por los clavos de Cristo! ¿Otra vez? Pero allí estaba, tirándole de las entrañas, haciéndole olvidar la conversación y la cacería.


En ese instante, los perros encontraron el rastro y el grupo partió tras ellos, incluido su esposo. Siwon quedó lleno de una ira irrazonable, como un animal al acecho que hubiera perdido el rastro de su presa. Entonces comprendió que no tenía por qué enfurecerse. Lo que había vacilado en aceptar, tanto la noche anterior como esa misma mañana, cristalizó por fin en su mente, Kim Heechul era ahora Choi Heechul, su esposo, suyo. Le pertenecía por entero, clavó espuelas a su caballo, pero con una presa distinta en la mente.

Heechul comenzaba a relajarse, pensando que había dejado a Siwon atrás y que no volvería a ser molestado por sus irritantes modales, al menos por un rato; se equivocaba. El gran corcel volvió a ponerse junto a su palafrén, pero en esta oportunidad no fue para trotar a su lado. Antes de que pudiera darse cuenta, Siwon estiró la mano y le quitó las riendas; súbitamente, la pequeña yegua tuvo que seguirlo a la espesura.

Nadie se percató. Eso fue lo primero que Heechul pensó. Los otros miembros del grupo se limitaron a continuar, sin siquiera volver la vista. El segundo pensamiento lo hizo palidecer, recordando su actitud desafiante de los minutos anteriores. Sólo se le ocurría que él se había ofendido y pensaba castigarlo de inmediato.

Pero ¿por qué? Heechul se había enojado sin disimularlo, pero no era la primera vez. ¿Merecía una paliza? El podía pensar que sí. Y ahora tenía derecho a aplicársela. No, no era así: había jurado no golpearlo al firmar el contrato matrimonial. Pero nada se decía de no castigarle el trasero. Y Siwon había llegado a advertirle que bien podía hacerlo.

Palideció un poco más y se inclinó hacia adelante, tratando de recuperar las riendas. Pero en ese momento su yegua se detuvo detrás de Siwon. El joven, conteniendo el aliento, le vio desmontar. Estaba demasiado asustado como para hacer otro tanto; ni siquiera se le ocurrió huir.

Sólo se recuperó cuando las manos del hombre le ciñeron la cintura.

-No fue mi intención...

No pudo ir más allá en su intento de apaciguarlo, pues se vio desmontado a tirones, aplastado contra el pecho de su marido y sofocado por su boca. ¿Un beso? Sí, probablemente él lo llamara así. Heechul no estaba seguro de que eso fuera besar, sobre todo porque él le hundía la lengua en la boca. Trató de empujarla con la suya, rechazándola. Eso provocó en Siwon una especie de gruñido e hizo que lo estrechara con más fuerza. Lo extraño era que no dolía; por el contrario, encendía una llama trémula en el pecho.

Cuando él lo depositó en el suelo, Heechul sintió que las piernas le flojeaban. Casi no podía respirar y sus pensamientos estaban en desorden. Cuando logró reunirlos en algo coherente, el manto de Siwon estaba ya tendido en tierra. Se había quitado la espada y luchaba con las ataduras de su ropa interior.

-¿Qué...?

Una mirada feroz lo interrumpió.

-¿Sois mi esposo o no?

Aquella mirada y aquel tono deberían haberle servido de advertencia, pero no fue así. Heechul quedó sorprendido por la pregunta.

-Soy vuestro esposo, desde luego. ¿Acaso no nos casamos dos veces, para que no hubiera duda alguna al respecto?

-Así fue. Y por lo tanto, deseo hacer uso de mis derechos.

Heechul dilató los ojos incrédulo.

- ¿Ahora?

Él se encogió de hombros, aunque en su mirada no había dejo alguno de despreocupación.

-Soy joven y apasionado. Es lo que exigisteis, ¿no?

- Pero...

Una vez más, fue imposible terminar la frase, mucho menos protestar. Él lo sujetó por la cintura con un brazo y lo acostó en el manto, para empezar a besarlo. En el fondo de su mente, Heechul pensaba que aún había tiempo para explicarle, en términos razonables, que el señor y el joven señor de Clydon no se apareaban en los bosques. Él tendría que dejar de besarlo para desvestirlo, entonces se lo diría.

Tonto él, por pensar así.

Porque él no dejó de besarlo. No lo desvistió, se limitó a bajarle los pantalones y arrancarle su ropa interior y a bajarse las propias. Un momento después estaba dentro de él, cabalgando con una veloz urgencia que llegó a su culminación en menos de un minuto.
Heechul no sintió nada. Eso, más que otra cosa, lo hizo desquiciar cuando él se dejó caer a un lado.

-¡Maldita sea Siwon! Tal vez estés habituado a bajar los pantalones de cualquier siervo con el que te cruces, ¡pero conmigo no actuarás así! Soy tu esposo, no un cualquiera que hayas encontrado en los sembradíos. Si me deseas, tendrás al menos la decencia de quitarte primero las ropas y desvestirme.

-Como quieras.

Como él alargara la mano hacia su pantalón, Heechul ahogó un grito y se apartó bruscamente, poniéndose de pie.

-¡Ahora no, so bruto animal! Estoy harto de tus habilidades de animal por lo que resta del día.

Él no pareció ofendido. Por el contrario, lo dejó estupefacto con una carcajada. Y sonrió como un perro saciado mientras se acomodaba la ropa interior.

-Quizá he tardado un poco en acostumbrarme a la idea de que me perteneces -le dijo, con aquella sonrisa enloquecedora - pero tú mismo lo has confirmado y no voy a seguir resistiéndome a la idea. Será mejor que te habitúes a mis costumbres cuanto antes, pues te tomaré, lo quieras o no y cuando lo desee.

-¿Y en cualquier parte?

Él echó un vistazo a los matorrales que los rodeaban; no eran protección alguna, por cierto. Tuvo la audacia de reír entre dientes.

-Sí, en cualquier parte. No, no me importa.

Heechul pasó a su lado, con los labios tiesos de furia.

-A mí me importa, y no volveré a salir de Clydon contigo, si persistes en tu actitud.

Eso provocó más risas, llevándolo al borde de la frustración. No pensaba pedirle ayuda para volver a montar, pero mientras forcejeaba por elevarse, Siwon le puso una mano en el trasero y le dio el impulso necesario. En vez de agradecérselo, Heechul se ruborizó intensamente y giró en redondo.

Con un poco de suerte, se reuniría con el grupo antes de que notaran su ausencia. Y con otro poco de suerte, su esposo se perdería en los bosques, para no regresar a Clydon hasta el crepúsculo, con un malhumor acorde al de él.



Siwon siguió a su esposo con la vista. Se alejaba al trote, desandando el trayecto que habían hecho, sin saber que él seguía sonriendo. Era como los otros jóvenes señores que conocía, pero también diferente. Y esa diferencia le proporcionaba un bienvenido alivio. La mayoría lloraban, suplicaban, utilizaban argucias o aplicaban todas las malas artes imaginables para salirse con la suya. Éste no. Era demasiado franco. Cortaba suavemente con su hiriente sarcasmo, dejaba en libertad su mal genio, que a él no le molestaba en absoluto. Por el contrario: lo divertía.

¿Por qué se había enfadado esta vez? Siwon no lo sabía con certeza, ¿Era posible que se opusiera a un rápido revolcón en los bosques, en un bello día de primavera?
Lord Brian nunca se había negado. A la inversa, había sido él quien instigara la mayor parte de sus encuentros, en los sitios más extraños.

Siwon apartó los recuerdos antes de que amenazaran su buen humor. Y su humor había sido bueno desde que, en el enfrentamiento matinal con su esposo, saliera él ganador. Eso fue algo inesperado. Quería que los vasallos de su esposo supieran la verdad sobre la primera boda, pero si Heechul le hubiera dado motivos válidos para continuar con el engaño, él habría cedido. Después de todo, él conocía bien a esos hombres y estaba más capacitado para juzgar sus reacciones. Si Heechul prefería mantener engañado a sir Henry, estaba bien. Tal vez algún día, cuando su señor lo conociera mejor, él podría contarle la verdad. 0 tal vez no. Si Heechul quería conservar intacta la memoria de su padre, Siwon no tenía nada que objetar.

Pero Heechul se había mostrado de acuerdo, al menos en parte, demostrando que no era tan inflexible como algunos solían mostrarse por pura perversidad. Él mismo sufría esa tendencia, a veces.

¿Heechul? Era un nombre adorable, que él difícilmente olvidaría, pese a las acusaciones que éste le hacía. Pero ¿qué importaba el nombre? ¿Y qué importaba dónde hicieran el amor? ¿Podía ser eso, en realidad, lo que lo irritaba? había tratado de protestar, sólo para tornarse suave y dócil ante el beso. ¿O le molestaba acaso que él no lo hubiera desvestido? Claro que no había para escoger, en ese aspecto. Para desvestirlo habría necesitado un tiempo que el traidor agazapado en sus bragas no estaba dispuesto a concederle. Nunca había tenido tan poco dominio sobre esa maldita cosa. Y se estaba convirtiendo en un hábito.

En realidad, no era mal hábito, se dijo Siwon con una sonrisa, mientras recogía su manto. Había cosas peores que desear al propio esposo. De pronto su sonrisa se ensanchó y se convirtió en una risa sofocada: acababa de divisar en el suelo una prenda de hilo blanco.

Recogió la prenda, hecha del hilo más suave que jamás tocara. No recordaba haber sentido esa suavidad al arrancársela, pues en aquel momento sólo estaba atento a lo que había dentro. Se frotó la tela contra la mejilla, pensando en los lujos con que su esposo mimaba su cuerpo. Eso fue un error; en cuanto percibió su olor, su virilidad volvió a excitarse. ¡Otra vez!

Siwon, malhumorado, guardó la prenda bajo su chaqueta. Pero su fastidio no duró mucho. Al imaginar la expresión de su princesa cuanto él se lo devolviera, tornó a reír por lo bajo.
Y riendo por lo bajo estaba cuando Hyukjae lo halló. Siguió riendo tras el rápido examen de su amigo, que temía que su esposo lo hubiera eliminado.

-¿No puede uno demorarse por motivos que no sean el asesinato?

-¿Qué podía pensar yo -gruñó Hyukjae- si desapareciste con él en un bosque que no te es familiar? Además, cuando me crucé con tu esposo, estuvo a punto de fulminarme con la mirada.

-sí, cuando nos separamos estaba muy iracundo.

-¿Os apartasteis para discutir?

-Por qué nos apartamos no es cosa que te incumba, querido amigo -replicó Siwon.

Hyukjae aceptó eso por unos segundos, al cabo de los cuales estalló:

-¡Conque os retrasasteis por otros motivos! ¡Por todos los santos Siwon! ¡No me digas que... no serías capaz de ... i ¡Por los clavos de Cristo! ¿En el bosque? ¡Con razón está otra vez furioso! ¿No sabes que ellos gustan de ser cortejados con gentileza?

El bufido de Siwon sonó muy fuerte.

-¿Qué necesidad hay de cortejar a un esposo ya conquistado?

Hyukjae emitió un ladrido de risa.

-Creo que has pasado demasiado tiempo evitando a los jóvenes señores. Has olvidado lo que significa vivir entre ellos, sometido a sus cambios de humor y sus rencores. Y tu señor gobierna en tu casa. Recuerda qué desagradable resulta que a tus ropas les falten remiendos, tus cenas lleguen mal preparadas y no haya ladrillo caliente en tu cama en invierno.

Siwon sonrió.

-Son cosas de las que he prescindido hasta ahora.

-Pero ahora tienes un esposo que se encargará de tu bienestar... o no. Y no hay motivos para seguir prescindiendo de eso, lord Siwon.

A Siwon le tocó entonces ladrar de risa.

-¿Lord? Estás decidido a ponerme de mal humor, pero hoy no te será posible. Estoy muy contento con lo que me ha tocado en suerte. Deja que yo me preocupe por mi señor y sus enojos.

Hyukjae meneó la cabeza, pero acabó por encogerse de hombros y sonreír.

-Muy contento, ¿eh? Y no eres capaz de agradecerlo, cuando fui yo quien lo convenció para que te aceptara.

-¿Que tú lo convenciste? Si se convenció fue por mi bello rostro. ¿Acaso no se desmayó con sólo verme?

-Cayó a tus pies, sí.

Continuaron bromeando hasta reunirse con el grupo de caza. La presa había caído ya y los cazadores se estaban ocupando de ella; se conversaba con gran entusiasmo. Hyukjae se unió al grupo, pero Siwon volvió a su reticencia al ver nuevamente a su esposo, sobre todo porque él lo ignoraba deliberadamente.

¿Habría algo de verdad en las palabras de Hyukjae? ¿Acaso se mostraba demasiado rudo con él?. ¿Le habría hecho daño? Quizá era demasiado terco para decírselo y prefería el enfado.

Si algo sabía de los jóvenes señores, ese algo no le gustaba. Pero en verdad era muy poco. Los dos que lo habían vuelto contra la especie habían hecho un buen trabajo, pues desde entonces él evitaba a los señores de la nobleza. Y ahora estaba casado con uno de ellos, un hombre que él no comprendía en absoluto y que le hacía dudar de su propia conducta, aunque él no pudiera comportarse de otro modo.

Heechul tenía razón al decir que él estaba habituado a servirse de los jóvenes sin rodeos. Tratándose de sirvientes o aldeanos, era necesario ganar tiempo, pues ellos rara vez disponían de un rato para sí mismos. Y siempre habían sido fáciles de conquistar; se brindaban a cambio de una baratija o una buena comida; a veces, por nada, pues su tamaño les resultaba excitante y querían comprobar cómo era.

Nunca había tenido que cortejar a uno, ni siquiera a lord Brian, pues había sido él quien iniciara el romance. Pero nunca se había quejado de su rudeza, si es que había sido rudo. No recordaba gran cosa de esos apasionados encuentros, salvo el apresuramiento, por el temor de ser descubiertos. Por entonces él sólo tenía quince años y estaba embobado.

Cuando se le despejó la cabeza ya era demasiado tarde para apreciar la dulzura de un joven.

Racionalmente, él sabía que era injusto al comparar a todos con esa zorra de Brian, pero lo hacía. En cuanto a su esposo, estaba bien enterado de la educación que él había recibido y había apreciado sus modales antes de decidirse por él. Todos aprendemos por el ejemplo, y sus ejemplos habían sido su padrastro, el herrero, y Montfort: dos hombres brutales y rápidos para el golpe. Hyukjae había tratado de enseñarle otras cosas y le hacía muchas bromas por su falta de modales corteses, pero él mismo había estado a punto de perder los suyos en los años pasados al servicio de Montfort.

Siwon era lo que era, producto de su educación. Si su esposo deseaba algo distinto, tendría que buscarlo en otra parte...

Esa idea se abrió paso en su buen humor. No, él no buscaría nada en otra parte. Lo había escogido y tendría que reducir sus pretensiones como correspondía. Pero no se podía decir que, hasta el momento, lo hubiera tratado bien.

Desde el momento en que lo había conocido, lo había dejado caer al suelo, lo había atado y envuelto en una manta y hecho cubrir con sacos de cereal. Y sólo Dios sabía cómo había sido su primera vez en la verdadera noche de bodas, pues por entonces estaba demasiado bebido como para recordar el papel desempeñado. En aras de la justicia, Heechul no merecía ese trato. ¿Y qué costaba ser un poco menos... brutal? Sí, ésa era la palabra que
él había usado.

Por lo menos, podía intentar ser como él deseaba; como recompensa estaban las comodidades que Hyukjae había mencionado. Y Heechul le había dado mucho, más de lo que él soñara nunca. Lo intentaría, sí.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...