Domando al Guerrero- Capítulo 17



El alféizar de la ventana estaba sombreado y silencioso, con la frescura del aire nocturno que emanaba de los paneles de vidrio. Heechul sentado en el asiento cubierto de pieles, con las piernas recogidas contra el pecho y los brazos alrededor de ellas, contemplaba pensativamente el cielo, que viraba poco a poco al malva, luego al espliego. Su esposo aún dormía. Había dormido apaciblemente durante toda la noche, a partir del momento en que se apartara de él. Heechul no había tenido tanta suerte.

Había pasado largas horas tendido a su lado, escuchando su respiración suave y pareja. Habría preferido que él roncara a todo pulmón, para tener algo de qué quejarse, puesto que no podía quejarse de lo que en verdad le molestaba. Pero él no le dio más satisfacción en ese sentido que en lo otro, rato antes. Heechul había estado muy cerca de... ¿de qué? No estaba seguro, pero sin duda valía la pena, puesto que podía provocar en él, fuera lo que fuese, aquel primario rugido de placer.

Esta vez, el dolor fue menor, había sido diferente; resultaba muy grato tenerlo dentro de su cuerpo. La sensación era muy extraña pero no daba miedo: al principio, cálida y lánguida; después había aparecido otra vez ese aleteo en su vientre. Entonces la calidez se hacía más intensa, la respiración se tornaba difícil y algo empezaba a acumularse en su interior, centrado en su ingle: algo muy, pero muy agradable. Y de pronto todo terminó, dejándole una frustración tan aguda que había estado a punto de golpear a su marido, instantáneamente dormido.

Pero no cometió la locura de hacerlo. Y la frustración tampoco duró tanto. Fueron otros pensamientos los que lo mantuvieron despierto, pensamientos provocados por la extraña conversación que habían mantenido.

Todo aquello, al recordarlo, tenía algo de irreal. Nunca habría imaginado que a Siwon podía preocuparle el nerviosismo de su esposo, pero así era. ¡Y qué divertido había estado al asegurar que no se diferenciaba de los otros hombres, considerando que, además de ser un verdadero gigante, era sumamente atractivo! Y después, al decir que su impaciencia se debía a que se le había negado lo que deseaba... ¿El? Parecía improbable.

¿Por qué un hombre de aspecto tan estupendo como Choi Siwon podía haber dicho semejante cosa? El valor de Heechul radicaba en lo que podía aportar al matrimonio. Sin embargo, él había dicho aquello, y Heechul había experimentado un placer embriagador al oírlo... antes de restarle crédito.

Después Heechul le oyó dudar de su propia valía; eso le dio una pauta de lo que tanto le había molestado en los días anteriores: no estaba convencido de que lo considerara el mejor amo para Clydon. ¿Qué podía importarle lo que Heechul pensara, al fin y al cabo?.

Después, la impaciencia del joven volvió, y Heechul descubrió que en verdad lo deseaba. No fingía. Si su tensión contenida había sido palpable desde un principio, el motivo quedó a la vista cuando su mano buscó su entrada. En ese instante, él vio por casualidad el bulto erecto que ocultaban las bragas. Cualquiera fuese el motivo, durante la noche anterior él había experimentado un fuerte deseo... probablemente porque se le había negado y Siwon no toleraba las negativas.

Aún no llegaba a comprender, pero, aquella risa triunfante que tanto lo sorprendiera, sobre todo tras la bochornosa pregunta sobre si la vez anterior había estado preparado. Obviamente, él no recordaba nada de aquella primera noche; de lo contrario no le habría sido necesario preguntar. Y con sólo recordar lo preparado que había estado, se le calentó la entrepierna. Entonces, la carcajada: la primera que le escuchaba, transformándolo, haciendo de él un hombre completamente diferente, mucho menos gruñón, hosco e inabordable.

Pero eso no duró. En la segunda oportunidad él no se le había echado encima, pero la sensación fue la misma, debido a su afiebrada prisa por obtener de él lo que obtenía, fuera lo que fuese. Al evocarlo, Heechul volvió a recordar su frustración y frunció el ceño. ¿Sería siempre así, apresurado y fugaz? ¿Eso era lo normal? ¿Acaso la falta radicaba en él, que no era lo suficientemente rápido en sus reacciones?

Unos ruidos en la cama le llamaron la atención. Sorprendido, vio que la luz del amanecer había hecho desaparecer todas las sombras del cuarto. La vela solitaria que había encendido para ponerse la bata, ya consumida, tampoco hacía falta.

Su esposo, dos veces desposado, estaba sentado en la cama. La arruga que le surcaba la frente no desapareció del todo al hallarlo, por fin, en el rincón más alejado del alféizar.

- ¿Escondido, señor?

-¿A plena vista, mi señor?

Su gruñido se oyó con claridad en toda la alcoba.

-¿Por qué no me despertasteis?

Heechul estiró las piernas y sintió que se le habían entumecido, de modo que tardó un momento en levantarse.

-Es temprano, pero tal vez queráis vestiros ahora mismo. No hay modo de saber cuándo llegará nuestra compañía.

-Sí, creo que sí.

- Bien. Y ya que estamos despejando el ambiente, por así decirlo, ¿no sería hora de que comenzáramos a tutearnos? ¿Recuerdas mi nombre?

-Conque ha vuelto la princesa, y con verdadero sarcasmo. Es lo que me hacía falta para despertarme.

Heechul se puso rígido.

-No es ése el nombre que me gusta, esposo mío.

-Lo que te gusta no me interesa mucho, por ahora... esposo mío.

Heechul retiró su conclusión anterior sobre que él era un hombre fácil de tratar. Casi tan fácil de tratar como un cerdo salvaje.

-No es bueno iniciar la jornada con una reyerta -dijo fríamente.

-A mí me sienta bien -gruñó él, sin duda sólo para contradecirlo.

-¿De veras? Es lo que os hace falta para despertamos, ¿eh? -replicó utilizando las palabras de Siwon - Será mejor que os deje.

-Adónde vais?

Heechul se detuvo cerca de la puerta.

-No creo que os incumba...

- ¿A dónde?

Conque su propia vida ya no le pertenecía. Heechul había previsto que debería renunciar a eso al elegirlo en vez de Han o Yunho, a quienes habría podido manejar con facilidad. Se volvió hacia él con un suspiro.

-A esta alcoba sólo fue traída esta bata -explicó, señalando el terciopelo blanco que lo envolvía- Iba a mi antigua habitación para vestirme y disponer que traigan aquí mis pertenencias, mientras salimos de cacería. A menos que hayáis cambiado de opinión y prefiráis no compartir conmigo estos aposentos.

El frunció el ceño ante el dejo de esperanza que se detectaba en la voz de su esposa.

-Dormiréis aquí, como corresponde.

Lo mismo había dicho la noche anterior. ¿Por qué se mostraba tan obstinado, si en verdad no lo deseaba allí?

Con un gesto, no menos rígido que el de Siwon un momento antes, Heechul continuó su camino. Se negaba de plano a pedirle permiso para retirarse. Si era necesario hacerlo, pasaría en ese cuarto el resto de su vida. Él no volvió a detenerlo. Eso habría debido mejorar el humor de Heechul, pero no fue así.

Y lo menos que deseaba, por cierto, era enfrentarse a Yen, que lo esperaba en su propia alcoba para asediarlo con preguntas ansiosas.

-¿Y bien? ¿Cómo estuvo esta vez?

-¿Quieres todos los detalles morbosos o te bastará con unas pocas palabras? -le espetó él.

-Conque fue otra vez rudo y rápido.

-No tan rudo -reconoció regañadientes- pero terminó sin darme tiempo a darme cuenta de que había empezado.

Yen se sentó pesadamente en un banquillo; su rostro joven mostraba un absoluto desencanto.

-¿Conque aún no te ha complacido?

-¿Complacerme? -resopló, mientras se acercaba al cofre instalado a los pies de la cama- Dime una cosa, Yen ¿se supone que debo sentir algo especial durante la cópula, o es sólo el deseo de otorgar al hombre los favores que él desea?

- Yo lo disfruto, por cierto.

-Bueno, pues yo no.

- Dime, ¿es normal que termine tan pronto?

- Normal, no. Pero míralo de este modo, ese hombre encantador ya te ofrece el supremo cumplido de no poder contenerse por lo mucho que lo excitas o...

-¡Habla en serio, tonto!

Él esquivó la camisa que Heechul le arrojó, protestando:

-¡Pero si hablo en serio! 0 de lo contrario, como te decía, es su modo de ser y no le importa que sientas placer o no. Por desgracia, hay hombres así.

-Y yo me he casado con uno de ellos. – el joven suspiró, sentándose en la cama con una chaqueta en una mano y una camisa en la otra-. ¿Qué voy a hacer?

-Puedes decirle que no te satisface su modo de...

-¿Estás loco? –chilló - ¡No puedo decirle eso! - Yen se encogió de hombros.

-En ese caso, excítalo otra vez cuando haya terminado. Habitualmente, actúan con más lentitud la segunda vez.

Eso concitó el interés del muchacho.

-¿0 sea... inmediatamente después?

-Sí.

-¡Pero si se duerme!

-Despiértalo.

Heechul frunció el ceño

-No creo que le guste.

-No le molestará, si lo haces bien.

-¿Cómo? ¿Y cómo lo excito?

-¡Heechul! -exclamó él, poniendo los ojos en blanco- ¿Acaso tu madre no te enseñó nada sobre cómo se complace un esposo? Lo tocas, lo acaricias por todas partes... Oh, si yo pudiera... -Ruborizado, continuó de inmediato- Lo acaricias, sobre todo donde más cuenta.

Heechul ensanchó los ojos.

- Supongo que no ha de ser tan difícil.

-Pues bien, espero verte sonreír mañana por la mañana.

Heechul lo fulminó con la vista.

-Ése es sólo el menor de mis problemas. No imaginas lo insufrible y fastidioso que puede llegar a ser. Si alguna vez vuelvo a sonreír, será por milagro.



Heechul echó un vistazo al claro, suspirando. Se habían detenido mientras los galgos olfateaban los matorrales, tras haber perdido el rastro del gran venado que divisaran rato antes. La túnica de lana fina que llevaba era ideal para montar, pero hacía calor, aunque todavía no era temporada, y las gotas de sudor le molestaban en las sienes, empapándose la camisa de hilo. En otra ocasión no habría reparado en eso, atrapado por el entusiasmo de la cacería, pero en esa oportunidad tenía demasiadas cosas en la mente.

No prestó atención a su esposo, que había detenido su caballo junto a él; al menos, trató de no prestarle atención. Le había sonreído a Heechul al reunirse con él en el salón para el desayuno. Habría debido desconfiar de esa sonrisa, pero por entonces estaba demasiado intrigado por el extraño aleteo que volvía a sentir en el vientre. ¿Podía ser algo provocado por esa sonrisa? ¡Pardiez! Sería mejor que continuara con su humor de cerdo salvaje.

-¿No son éstos los bosques donde habitan los bandidos que oí mencionar?

Heechul se vio obligado a prestarle atención.

-¿Te refieres a los terribles forajidos que atacaron tu campamento, aquella noche, obligándote a partir tan de prisa?

Siwon no mordió el anzuelo. Tuvo el descaro de dedicarle otra sonrisa ante el recordatorio de la triquiñuela que había empleado para sacarlo de Clydon aquella noche fatídica. Dos sonrisas en pocas horas. Decididamente los eventos de la noche le había mejorado el humor.

-Creo que a esos mismos forajidos me refiero -respondió él, con un tono que, para su carácter, era muy simpático- ¿Crees que veremos algún rastro de ellos?

Heechul decidió refrenar, momentáneamente, su fastidio, puesto que él parecía interesado de verdad.

-Tal vez divises alguna señal de su paso, pero no los verás. Parecen saber por anticipado cuándo saldrá un grupo numeroso de Clydon o de Warhurst. Entonces se diseminan al este y al oeste, abandonando los bosques.

- ¿Warhurst?

-La pequeña población que hay al otro lado del bosque. En realidad, Warhurst sufre sus ataques más que nosotros. Ocasionalmente roban una saca de granos o un barril de manteca a mis aldeanos...

-¿Y esos importantes robos de vacas y de ovejas que mencionaste?

-Pueden ser obra de ellos, pero no lo creo. Sólo son aldeanos proscritos. ¿A quién venderían esos animales? Y en los bosques consiguen toda la carne que necesitan. No, lo que suelen hacer con frecuencia es asaltar a los pequeños grupos de viajeros que transitan por la ruta del norte, la cual atraviesa estos bosques; en especial, a las caravanas de mercaderes que van a Warhurst. Como te dije, atacan más a esa aldea que a Clydon.

-¿No has tratado de desalojarlos?

Heechul no pudo dejar de sonreír, como si recordara con afecto.

-Mi padre solía ir todos los meses con sus hombres para limpiar la zona. Hasta se divertía con la persecución: a su regreso se desahogaba maldiciendo a los bergantes, pues nunca lograba atraparlos. Como te dije, parecen saber cuándo se los amenaza. El castellano de Warhurst envía patrullas con frecuencia, pero ese hombre es un imbécil y lo burlan con facilidad. Los proscritos son simples aldeanos, pero tienen astucia.

-¿Crees que vigilan tanto a Clydon como a Warhurst?

-Estando los bosques tan cerca, no les sería difícil.

Siwon lo estudió por un momento

-No crees que sean una auténtica amenaza, ¿verdad?

-Me habéis entendido mal, señor. Para mi padre eran como un deporte que nos divertía a ambos. Pero desde su partida han importunado más. Es cierto que, hasta donde puedo asegurarlo, no han matado a nadie, pero algunos visitantes de Clydon sufrieron sus ataques. A un lord le robaron casi cien marcos, que me sentí obligado a reponer. Después de todo, los bosques son míos.

-Y por lo tanto, también los proscritos son vuestros -resopló él.

-Míos, sí... y ahora vuestros. -Eso, por fin, hizo que Siwon frunciera el ceño. Heechul estuvo a punto de reír- Tendréis que aceptar lo malo junto con lo bueno, señor.

-¿Hay más cosas malas?

Heechul sonrió.

-Por cierto. Dejadme pensar. Está el herrero. Cada pocos meses bebe en demasía y trata de incendiar la aldea. Nadie sabe por qué, ni siquiera él.

- ¿Y no lo has hecho ahorcar?

-¿Por qué? Es un buen herrero y paga con su trabajo los daños que causa. Espero que no tratéis de solucionarlo todo con la horca.

-¿Y si así fuera?

Heechul se puso rígido, levantando el mentón en un gesto desafiante.

-En ese caso discutiremos mucho.

-Tal vez, pero no por eso. La frecuencia con que yo utilice la horca está por verse, pero será mi decisión de señor. ¿No es así?

Heechul lo miró por un largo instante. Observó sus facciones implacables, la evidente tensión de su cuerpo. ¿Qué podía decir? él mismo le había concedido el poder de hacer su voluntad al casarse con él. Pero se había casado con él para que protegiera a su pueblo, no para que lo ahorcara arbitrariamente.

Pero no podía haberse equivocado tanto con respecto a él. Sin duda, esa pregunta sobre el herrero era sólo una manera de probarlo. De lo contrario, ¿cómo podía Siwon saber de qué modo trataba Heechul con su gente? Hacia mal en alterarse. Pero tardó en tranquilizarse y con tono aún duro, respondió:

-Sí, como señor casi todas las decisiones os corresponden.

- ¿Casi todas?

-¿Queréis cargar también con mi parte? Si debo limitarme a estar en mis aposentos decídmelo.

Siwon no dijo nada. Observaba los ojos de Heechul, que centelleaban de rencor, y su cuerpo tembloroso; sintió un fuego abrasador en la ingle. ¡Por los clavos de Cristo! ¿Otra vez? Pero allí estaba, tirándole de las entrañas, haciéndole olvidar la conversación y la cacería


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...