Domando al Guerrero- Capítulo 16



-¿Qué hace eso aquí?

Heechul vio el «eso» en cuestión plantado en el centro de su lecho nupcial. Había hecho espulgar a Lord Heebum a su llegada, pero no sabía que la bestia compartiera el aposento con su dueño.

-Es la mascota de Siwon -respondió a la áspera pregunta echa por uno de sus acompañantes.

-¿De veras? -Otro rió infantilmente.

Heechul también sonrió. Si eso les parecía divertido, ¿qué dirían cuando vieran aquel feo animal envuelto al cuello del gigante?

-Pero nunca se ha permitido entrar animales en esta planta -insistió otro.

Heechul se encogió de hombros.

-Ahora Clydon tiene un nuevo señor. Si él desea tener a su mascota en su alcoba, ¿quién va a contradecirlo?

-Vos, señor.

Caramba, qué confianza le tenían. Si hubieran visto la celeridad con que había corrido a buscarlos para que lo acostaran, no pensarían ahora que podía deshacerse de un gato esmirriado. Al aposento se lo llamaba «la alcoba del señor», desde luego, pero los dormitorios eran, por tradición, dominio del joven señor, quien podía elegir con quién compartirlos... mientras no se tratara de su esposo.

Pensando en él y en lo mucho que lo había abrumado al gruñirle aquella orden de acostarse, dijo a Lord Donghae:

-Llevadlo a la cocina para que le den un poco de leche caliente -De inmediato se le ocurrió que el cocinero podía disgustarse y agregó- Explicad al personal de la cocina a quién pertenece, para que no la echen a los establos.

-¿Muerde? -preguntó el joven viudo, cauteloso.

Eunsoo tomó a “lord” Heebum por el pellejo del cuello y se lo ofreció a Donghae.

-Si os muerde, devolvedle el mordisco.

Eso provocó la risa general y calmó un poco el nerviosismo de Heechul. Ya había pasado por el primer acoplamiento, que era el peor, y no tenía muchos motivos para estar nervioso... pero lo estaba. Quizá había hecho mal en ordenar que se aguara el vino de su esposo hasta reducirlo a poco más que agua coloreada. Si se hubiera achispado un poco, divirtiéndose más, tal vez no tendría tanta prisa de llevarlo al lecho. Quizá había hecho mal también en provocarlo. La conducta de Siwon había sido extraña durante todo el día, vacilante entre el desconcierto y la simple acritud; no era humor para aceptar de buen grado una broma.

¿Qué se podía esperar de un gigante sobrio y malhumorado? ¿Otro encuentro apresurado y rudo? ¿O rudo y largo? ¡Dios, había sido una locura meterse en ésas! ¿O tal vez ni siquiera habría acto de amor?

Esa idea le animó un poco. Después de todo, Siwon no estaba obligado a acostarse con él sólo porque toda Clydon lo esperara así. Y sólo había dicho que deseaba concluir con las formalidades, no que tuviera intenciones de...

Heechul había recuperado todo su nerviosismo, pero ése era el estado en que supuestamente debía encontrarse, de modo que no provocó más comentarios que las bromas usuales en la ocasión.

Guardó silencio mientras le quitaban cuidadosamente las ropas para guardarlas en el armario, pero al ver la blanca camisa recordó que su esposo no había hecho ninguna mención de la ropa nueva. Sus costureras habían trabajado muchas horas, a petición de él, para terminar a tiempo el manto y las calzas. Le había mandado a hacer la chaqueta, haciendo juego con sus propias prendas, para lo cual utilizó otra pieza de aquella preciosa seda con hilos plateados que había estado reservando. ¿Por qué se había tomado tantas molestias? Difícilmente volvería a hacerlo, si el hombre se lo agradecía tan poco.

Sin embargo lucía bien, muy apuesto. ¿Qué necesidad había de recibir su agradecimiento, si uno podía sentirse tan orgulloso al verlo con su espléndido atavío?

Suspiró.

De inmediato recordó dónde estaba y se ruborizó. Pero nadie lo había oído. Estaban demasiado ocupados en festejar con risitas las bromas que hacían.

Lady Hyorin sacó un peine y comenzó a acicalar a Heechul. Al cabo de un rato oyeron que los hombres se aproximaban y Heechul fue puesto en la cama con celeridad. Allí debía esperar, como la virgen en el altar del sacrificio... y así se sentía.

Si alguien suponía que los alegres camaradas de Siwon lo llevarían en andas hasta franquear el umbral, como solía ocurrir, Heechul podía asegurar que difícilmente ocurriría así.

¿Quién sería capaz de alzarlo? Y nadie lo intentó.
Las bromas soeces continuaron, más escabrosas que nunca tras la llegada de los hombres.

Heechul se negó a escuchar, tampoco quiso ver a Hyukjae, que se atrevía a despojar al novio de su chaqueta. Se centró en la cacería que había preparado para la mañana, en lo que haría preparar para la cena, si la mitad de los invitados se quedaba a pasar el día completo... y era probable. Pensó en la visita que debía a los aldeanos para atender sus enfermedades, cosa que había descuidado en los últimos días. Pensó en cualquier cosa que lo distrajera. Y de pronto la puerta se cerró, interrumpiendo su concentración. Heechul tragó saliva con dificultad, estaba a solas con su esposo.

Él mismo había cerrado la puerta y, sin más pérdida de tiempo, fue directamente a la cama.

Heechul contuvo el aliento. ¿Saltaría otra vez sobre él?

Esta vez no fue así. Siwon le arrancó las mantas.

Heechul ahogó una exclamación, un sonido diminuto que sólo él advirtió. Siwon le miraba el cuerpo con tanta atención que, si el techo se le hubiera caído en la cabeza, no se habría inmutado. El joven seguía sin respirar, temeroso de moverse, temeroso hasta de cubrirse con las manos, sin saber qué haría a continuación el imprevisible gigante con el que se había casado.

-Conque no era sueño -comentó él.

Los ojos de Heechul se movieron cautelosamente hasta hallar los de él, ahora oscurecidos hasta el añil. Él parecía sorprendido por lo que había descubierto. Y expresaba otras emociones que no pudo determinar.

-¿Eso es bueno... o malo?

La única respuesta fue un gruñido. ¿Acaso esperaba cumplidos, después de todo lo que Heechul le había hecho pasar? Pues podía esperarlos sentado. Pese a eso, ¡por todos los santos!, bien se alegraba de que cuanto había llevado en la mente en los últimos días no fuera sólo un sueño.

Ahora lo recordaba claramente, de pie en el centro de su cama, vestido con una camisa corta. Eso lo había inflamado otra vez, como al verlo a horcajadas en el caballo. ¡Pero su cuerpo desnudo! ¿Quién habría podido pensar que aquel hombre ocultaba formas tan perfectas bajo las ropas?.

Quería permanecer así, mirándolo. Quería arrojarse sobre él. Lo irritante era no poder hacer ambas cosas al mismo tiempo. La vez anterior no había estado seguro de nada. Pero ahora, si bien su lascivia no era menos, él podía dominarla... o al menos eso esperaba. Por lo clavos de Cristo, ¿se encontraría siempre en desventaja con ese señor?

Una rodilla descendió sobre la cama; luego, la otra. Oyó su exclamación y volvió a mirarlo a los ojos, apreciando lo que antes le había pasado inadvertido.

-¿Tenéis miedo? -preguntó.

El gesto afirmativo lo tomó por sorpresa, sobre todo porque recordaba sus sarcásticas palabras, dichas en la mañana posterior a la boda, al preguntarle él, estúpidamente, si la había matado: «¿Acaso os parezco muerto?».

Comenzó otra vez:

-Sin duda sabéis que...

- Lo sé.

-¿A qué teméis, pues? ¿Creéis que soy diferente de los otros hombres?

Heechul emitió un sonido que produjo en Siwon un rápido fruncimiento de ceño. En seguida bajó la vista a su propio cuerpo y reconoció, a regañadientes:

-Sí, un poco diferente, tal vez.

El gemido se agudizó, lo cual le hizo juntar las cejas un poco más.

-No hace falta que deis detalles. Y tal como os apresurasteis a decirme, ya una vez soportasteis mi tamaño sin morir. ¿Qué teméis ahora?

-Supongo... supongo que es lo desconocido, el... el no saber por qué estabais tan impaciente por tenerme aquí, a solas.

Él lo miró con incredulidad.

-De no saber... Señor ¿por qué otro motivo pude mandaros a acostar?

-Pero vuestra impaciencia...

-¿Qué esperabais, si el único hombre que en adelante debe estar en mi lecho no acude a él? Puedo mantener la abstinencia como cualquier hombre, cuando es necesario, pero la abstinencia forzada no le va a mi carácter. Será mejor que lo sepáis desde ahora: no me gusta que se me niegue lo que deseo.

Y volvió a fruncir el ceño, acababa de comprender que Heechul, astutamente, le había hecho admitir que lo deseaba, aunque él sólo experimentara una fugaz lascivia. Porque era sólo lascivia, ¿no?. Cualquier joven podía satisfacer esas ansias, aunque las hubiera provocado él. Pero en ese caso, ¿por qué lo había obligado a abandonar los festejos, si le hubiera sido posible escabullirse por unos instantes con cualquier mozo de buen ver, sin que se lo echara de menos?

Unos dedos en la frente lo sobresaltaron, interrumpiendo sus pensamientos.

-¿Por qué lo hacéis? -preguntó Heechul.

- ¿Qué?

-Fruncir el ceño con tanta frecuencia, sin motivos fundados. ¿Sabéis que nunca os he visto sonreír?

-Si queríais sonrisas, debisteis haberos casado con Hyukjae -replicó él agriamente.

-Sí, él tiene cierto encanto alegre... pero me he casado con vos.

-Así ha sido, pero ¿por qué? Y esta vez quiero saber la verdad, señor, pues no se trató de que os vierais obligado a elegir entre Sooman y yo. Tuvisteis oportunidad de desecharme, una vez estuvisteis de regreso aquí.

-Pero ya escuchasteis lo que dije a mis vasallos. Era la verdad Siwon. Decidí que vos erais el mejor candidato para Clydon.

-¿Y para vos?

-Clydon está ante todo.

Había tardado un momento en responder, y la respuesta resultaba muy poco satisfactoria. Pero lo tenía claro si esperaba recibir cumplidos de Heechul. Nunca le había dado motivos para pensar que lo deseaba. De cuantos jóvenes conocía, era el primero que no lo miraba con algún interés, sexual o no. Y él lo había desposado; estaba casado con un hombre que mostraba miedo cuando menos correspondía, que prefería evitarlo, sobre todo en la cama, cuando otros se disputaban el mantenerse en su lecho. Bueno, él mismo se lo había buscado. Le gustara o no, sería suyo.

-¿Aún tenéis miedo? -preguntó con sequedad.

- No.

-Me alegro, porque ya me habéis rechazado demasiado tiempo con estas tonterías.

-No creo que fueran...

-¡Por todos los santos, no se os ocurra discutir ahora, señor!

Heechul emitió un sonido que se pareció sospechosamente a una risita, pero a Siwon ya no le importaba. Había dominado su lujuria hasta entonces sólo porque no le gustaba que le temiera, cuanto menos, que le temiera en la cama. Pero mientras hablaba para calmarlo, pero ese cuerpo le subyugaba; era un imán para su mirada... y para sus manos. Por fin, cedió.

Heechul aspiró bruscamente al sentir que un dedo se deslizaba hacia su entrada, aun sabiendo lo que iba a ocurrir no estaba listo. A Siwon le resultaba frustrante, considerando que su deseo no había disminuido en absoluto. Pero ¿qué sabía sobre excitar su pareja, sobre todo a un joven señor? Generalmente era él quien no estaba listo y no a la inversa. Pero cabía esperar algo así de un hombre que se mostraba tan indiferente.

Y de pronto se le ocurrió otra idea. Lo miró ásperamente, e indagó:

-La vez anterior, ¿estabais tan poco dispuesto como ahora?

En ese caso, el dolor habría sido mucho más intenso, lo cual explicaría su actual renuencia y su miedo anterior. Sin embargo, la respuesta fue un rubor que se expandió hasta su pecho. Y Heechul era un hombre que no se avergonzaba de llamar a las cosas por su nombre.

¿Se equivocaba? ¿Acaso su joven señor no era tan inmune a él como aparentaba? En el momento en que se lo preguntaba, su dedo pudo entrar un poco en Heechul, aunque no lo había movido, y el rubor del joven se acentuó aún más.

La carcajada de Siwon fue espontánea; se sentía más que aliviado: encantado. Su risa sorprendió a Heechul que lo miró como si lo creyera loco, pero a él no le importó.

- ¿Ocurre... ocurre algo malo, mi señor?

-No, todo está bien.

Se sentó en la cama para desanudarse los cordones, aunque no apartó la mirada de él. No recordaba lo que había hecho en la ocasión anterior, pero sus dedos impacientes volvieron a romper los lazos para quitar el resto de la ropa. Y estaba impaciente otra vez. Heechul lo deseaba. No se había casado sólo por el bien de Clydon. ¡Ja! Aquel pequeño no cedería una pizca, haría cualquier cosa por disimular la verdad, pero había cosas imposibles de ocultar, y que acababa de descubrirlo.

-Si vuestra intención es... -comenzó, nervioso. Luego lo intentó otra vez-: ¿No cerraréis primero las cortinas?

-Después -dijo Siwon

E impidió cualquier otra pregunta cubriéndole la boca con la suya, en tanto lo ponía en la posición adecuada. ¡Qué bien sabía ese hombre! ¿Cómo podía haberlo olvidado? Retrasó la penetración... hasta que las manitas le rodearon el cuello, vacilantes. Esa pequeña respuesta fue su perdición: se hundió en su calidez con un gruñido. ¡Qué maravillosa sensación! ¿Cómo había olvidado también eso? Era como una mano suave que lo estrechara, atrayéndolo hacia adentro, más adentro.

Lo que hasta entonces había sido sólo una necesidad física, igual que el comer o el orinar, ahora parecía diferente. Quiso saborear la sensación, pero el desear y el conseguir no siempre se funden. En ese momento lo reconoció. Su cuerpo no estaba dispuesto a contenerse, no podía hacerlo. Y ya no importaba. Todo perdió importancia, en medio de la culminación más plena de su vida. Oyó vagamente un rugido capaz de estremecer las vigas del techo y no supo que era suyo.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...