Domando al Guerrero- Capítulo 13



El movimiento en el campamento lo había despertado. Al salir de la tienda vio actividad en todas partes. Casi un centenar de hombres desayunaban y se preparaban para otro día de viaje. El joven buscó algunos arbustos donde hacer sus necesidades, sin que nadie le prestara atención. Cuando volvió, Onew se le acercó con una jarra de cerveza y un trozo de pan del día anterior.

Heechul le dio las gracias, pero sin sonreírle, y el muchacho se marchó presuroso. Tal vez aprendiera el manejo de las armas bajo la tutela de Siwon, pero carecía de cortesía caballeresca. A ninguno de los dos escuderos le haría daño pensar que estaba disgustado por el papel que habían jugado en su secuestro. Ambos debían aprender que las artes de la guerra no bastaban para convertir a un hombre en caballero. Era menester aprender cortesía, sobre todo, debían aprender cómo se trataba a un joven señor en todo momento, aun durante un secuestro. A él no se le había tratado así.

Alguien se le aproximó, el traidor gato de Siwon, que volvió a frotarse contra las piernas de Heechul.

-Conque así son las cosas, ¿eh? – Heechul frunció el ceño-. ¿Crees que no adivino tus intenciones?

Hubo un «miau» por toda respuesta; luego la criatura se alejó a brincos hacia Onew, que acababa de bajarle una lata de sobras de comida. Heechul no estaba seguro de tener deseos de tontear con un gato. Probablemente fuera necesario, si su esposo tenía intenciones de llevar el animal al castillo.

En ese momento oyó ruidos en la tienda y volvió a ella. Siwon lo miró bizqueando al abrir él una rendija, dejando entrar el sol brillante de una bella mañana primaveral.

-¿Dónde está lord Heebum? -preguntó, gruñón.

Heechul se puso rígido.

-No sabía que hubiera otro señor en el campamento.

-Mi gato -aclaró él.

-¿Cómo? ¿Tú gato se llama lord Heebum?

- sí.

El joven vio por primera vez una expresión realmente simpática en su marido. No estaba seguro de que fuera una sonrisa, pero resultaba fascinante.

-Lleva el nombre del gato más astuto que conozco -agregó él- Por eso es muy adecuado.

Cabía preguntar quién sería ese otro Heebum, pero no lo hizo. Obviamente, su esposo no tenía muy buena opinión de él.

-Tu Heebum...

-Lord Heebum...

- Lord Heebum está desayunando -dijo Heechul rechinando los dientes. Era un insulto otorgar un título nobiliario a aquella bestezuela esmirriado. Su propio título, por añadidura. Pero no estaba dispuesto a iniciar la primera riña con su flamante esposo-. ¿Queréis que llame a vuestro escudero para que os ... ?

-Todavía no.

Se incorporó al interrumpirlo y la manta le cayó en el regazo. Heechul apartó la vista. Aquella amplia extensión de pecho era como un imán para los ojos, pero resistió tercamente la atracción.

-Quitaos la ropa.

El volvió a mirarlo, con los ojos dilatados de incredulidad.

-Creo no haber oído bien.

-Oísteis perfectamente. -El tono de Siwon era dulce, pese a su gravedad- Quiero saber si anoche soñé o si realmente hice el amor con vos.

-Os bastará mirar las sábanas, a vuestro lado, para comprobar que en verdad fue así.

Él lo hizo, y ante el tamaño de la mancha de sangre lanzó un juramento.

-Por todos los santos, ¿os he matado?

-No lo creo –replicó Heechul atrayendo otra vez aquellos ojos hacia él- ¿Os parezco muerto?

Eso provocó un fruncimiento de ceño.

-Os parecéis al joven señor con quien me casé. Pero yo quiero saber si soñé o si realmente sois como recuerdo cuando estáis sin ropas. Quitáoslas de inmediato o...

-¡No os mováis! -ordenó Heechul con su voz más autoritaria, al tiempo que él se quitaba la manta. Le costaba seguir mirándole de frente, pero se las compuso- Antes de decir más tonterías, recordad lo que debemos hacer hoy. Si no nos ponemos en marcha cuanto antes, dejando que los soldados sin montura nos sigan a su propio ritmo, no llegaremos a Clydon con luz suficiente como para que se me reconozca con facilidad. Bastante difícil me será explicar a lord Minho, quien probablemente esté allí, por que me he casado con mi secuestrador. No quiero añadir la dificultad de que no se me permita entrar en mi propio castillo, sólo porque vos preferís malgastar la mañana.

Durante unos momentos él no dijo nada. La miraba con fijeza. Luego se encogió de hombros.

-Muy bien, supongo que puedo esperar hasta la noche.

«Eso es lo que tú piensas», se dijo Heechul, mientras escapaba de la tienda, aliviado. Tenía la intención de seguir su plan original: dormiría en su propia alcoba hasta la segunda boda. Mientras no se casara en presencia de sir Henry y éste aceptara el juramento de Siwon hacia Shefford, él no se consideraría realmente casado, aunque el acto de amor hubiera sido consumado.




Heechul cambió de idea con respecto a lo que diría a Lee Minho y a sus otros vasallos. Explicó los motivos a Siwon durante el viaje. Montaba delante de él, en su caballo de combate; él le había impedido usar otro animal porque aún no confiaba; quería tenerlo al alcance de la mano, por temor a que volviera sus hombres contra él. Y puesto que sólo los acompañaban a Clydon los pocos soldados que contaban con montura, Heechul no intentó convencerlo de que sus temores eran infundados. Siwon tendría que descubrir por sí mismo si su esposo aceptaba o no el matrimonio, si tenía o no planes para acabar con él.

En cuanto a sus vasallos, logró hacer comprender a Siwon su idea. Sería más fácil que creyeran en la buena voluntad con que él aceptaba ese enlace si se les decía que el matrimonio aún no se había consumado. Decir que Heechul se había casado con él por propia voluntad, en tan breve tiempo, cuando todo estaba hecho y era irremediable, despertaría dudas. Y quería que sus vasallos lo aceptaran sin reservas; eso sería más probable si les informaba que Siwon era el hombre con quien deseaba casarse y luego celebraban la boda.

Él aceptó a regañadientes. A su modo de ver, tenía copias del contrato matrimonial para mostrar si él intentaba algún subterfugio. Era preciso advertir a sus hombres, que sabían que Heechul había pasado la noche en su tienda. De cualquier modo, ninguno se negó a fingir que la boda aún no se había celebrado.

Heechul creía tener todas las probabilidades cubiertas, pero no estaba seguro. No resultaba fácil pensar con claridad con aquellos brazos gruesos y firmes a cada lado. Además, todavía estaba confuso por el incidente de la mañana.

No comprendió por qué le importaba a su esposo cómo era cuando estaba desnudo. ¿A qué venía, ese capricho de abochornarlo obligándolo a desvestirse? ¿Le gustaba o no lo que había visto? ¿Estaba acaso horrorizado? ¿Quería sólo verificar o le fastidiaba el no poder recordarlo?

El hecho de que él no supiera con seguridad si había soñado o no con el acto de posesión lo fastidiaba y lo consideraba un insulto. Si hubiera sabido que Siwon, aturdido por la bebida, no sabía lo que estaba haciendo, tal vez habría podido postergar la cosa... pero tal vez no.
Sólo cabía pensar y pensar, y asegurarse de que, la próxima vez, él no estuviera borracho.




Siwon guardó silencio durante las múltiples y efusivas bienvenidas dedicadas a su esposo; todas se interrumpían en cuanto se veía qué brazos lo rodeaban. No le gustó dejar tras de sí a tanta gente estupefacta al cruzar las puertas, con lo cual quedaba sin posibilidades de retirada, pero eso no tenía remedio. En realidad, sólo se inquietó cuando llegaron alpatio interior, donde esperaban más de cien soldados y quince caballeros; algunos sólo llevaban espadas; otros, armadura completa; se veían otros aún bajando apresuradamente la escalera del torreón, como si se les acabara de advertir de que el señor regresaba.

-Estad tranquilo, señor -le dijo Heechul en voz baja, cuando él detuvo su caballo frente a aquel pequeño ejército- Son sólo dos de mis vasallos, con sus caballeros y sus hombres. Os dije que había mandado por lord Minho, con noticias del ataque. El es un hombre casi inflexible, de modo que la primera impresión que de vos se forme será la que guarde siempre. Veo que sir Janghoo ha vuelto también. Es el caballero del castillo que envié en ayuda de mi alguacil. Está con nosotros desde hace casi cuatro años, ha prestado un servicio excelente, pero como está bajo contrato, a vos os corresponderá decidir si se les renueva o no.

-¿No queréis opinar al respecto?

-Me gustaría que me pidierais opinión sobre cualquier cosa de la que no estuvierais seguro. Pero no, la decisión final os corresponde.

-¿Es vuestro lord Minho el que marcha hacia nosotros con la mano en la empuñadura de la espada?

Heechul hizo una mueca ante lo agresivo de su tono.

-Sí, pero dejad que sea yo quien me encargue de esto. Sería mejor que me dejarais bajar y retirarais las manos de mí. De lo contrario, pensarán que aún soy vuestro prisionero.

-¿Es una orden, señor?

-No cometeré la audacia de daros órdenes, señor.

-Ajá -gruñó él- como no lo hicisteis esta mañana, en mi tienda.

Heechul se ruborizó ante el recordatorio, justo a tiempo para que Minho lo viera, lo cual empeoró las cosas. Pero Siwon desmontó y lo dejó en pie frente al otro. No volvió a tocarlo, aunque no le resultaría muy difícil hacerlo, pues permanecía muy cerca, detrás de él.

-Lord Heechul, ¿habéis sufrido daños? -preguntó Minho

-En absoluto -respondió con una sonrisa- Si queréis saber la verdad, Minho, disfruté de una verdadera aventura.

En ese momento, Siwon se encontró con los ojos del hombre, que aún no revelaban hostilidad, aunque tampoco estaban tranquilos. Puesto que estaba estudiando al pelinegro caballero, Heechul se apresuró a presentarlos:

-Permitid que os presente a sir Choi Siwon. Sir Siwon mi vasallo, lord Lee Minho.

-Pero ¿no es el mismo que ... ?

Heechul lo interrumpió:

-Sólo fue un error, Minho. Sir Siwon no me capturó por su cuenta, sino por orden de un tal lord Sooman, que le había engañado; aseguró que yo era su prometido y que me negaba a la boda. Naturalmente, en cuanto informé a sir Siwon de que nunca había oído mencionar a ese Sooman, el honor le obligó a devolverme al hogar. No fue culpa suya ser confundido por un codicioso que deseaba poseerme a toda costa. Sooman no se diferencia de Kim Gura, y me alegro de que respondiera tan pronto a mi llamada, pues debemos discutir qué haremos con respecto a mi presuntuoso vecino, aunque me inclino a dejar el asunto así. De cualquier modo, debo ocuparme de mi boda... y de eso también debemos conversar.

Como los ojos del vasallo se volvieran hacia Siwon, suspicaz, Heechul agregó:

-¿Cuándo llegasteis?

-Esta mañana, a tiempo para leer la carta que fue dejada aquí -respondió Minho, agrio.

-Ah, la carta -dijo forzando una sonrisa- Admitiréis, Minho, que fue una treta sagaz y que dio resultado, aunque ni una palabra era cierta. Mirad a este hombre. ¿Os parece capaz de matar a un ser indefenso sólo para evitar una pequeña escaramuza? Si hubierais querido seguirme, yo habría estado perfectamente a salvo. Pero me alegro de que no lo hicierais, pues probablemente Gura vigila Clydon en busca de otra oportunidad. Difícilmente supiera que yo estaba ausente, puesto que nos fuimos después de los maitines. No puedo deciros lo mucho que me preocupaba eso y cuánto me tranquilizaba la esperanza de que vos estuvierais aquí, listo para defender al castillo de otro ataque.

Esas palabras, apaciguadoras y sedantes, tuvieron el efecto esperado: aliviaron en el caballero la culpa de no haber hecho nada por recuperar a su señor y, además, actuaron como elogio por no haber intervenido.

-Venid, Janghoo - llamó al otro caballero- Quiero que conozcáis al hombre que ha renunciado a una fortuna sólo por la palabra de un joven. He aquí a Choi Siwon. No tenía por qué creerme, ¿sabéis? Era sólo mi palabra contra la de lord Sooman.

A esas alturas tuvo que sonreír; no necesitaba mirar a Siwon para saber que no le gustaba lo que estaba oyendo; en su mente surgían dudas; se preguntaba si no sería Heechul quien había mentido. Heechul travieso, esperó un largo instante para agregar:

-Creo que a estas alturas sería conveniente una confirmación. ¿Quiere alguno de vosotros aliviar la mente de sir Siwon? ¿Alguna vez estuve comprometido en matrimonio con alguien llamado lord Sooman?

Se oyeron unos decididos «No»

-Va a casarse con Jung Yunho, si el muchacho sabe todavía llegar hasta Clydon, cosa que se está volviendo dudosa.- dijo Minho

-No seáis cruel -le amonestó Heechul, con suavidad- Lord Yunho ha tenido sus problemas, que hasta ahora le han impedido venir. Pero en cuanto a mi boda, he cambiado de idea. ¿Queréis venir todos adentro? Discutiremos el asunto durante la cena. Pero antes debo comunicar a mis jóvenes acompañantes que he regresado sano y salvo, y comprobar si mis sirvientes se han vuelto perezosos en mi ausencia. Asumid mis funciones, Minho, y presentad vuestros hombres a mis huéspedes. Atendedlos por mí, ¿queréis? -Por fin se volvió hacia Siwon - Me reuniré con vos en el salón muy pronto. -Y con una sonrisa- Podéis confiar en que mi «pronto» será más breve que el vuestro, señor.

Sabía que él detestaba perderlo de vista, pero nada pudo hacer, Heechul subió corriendo la escalinata y entró altorreón. Siwon quedó de pie entre los hombres de Clydon y los otros caballeros que, desaparecido el joven señor, convergieron hacia él.

Pero sus preocupaciones eran innecesarias. Lord Minho, informado por Heechul de que aquel caballero y sus hombres eran invitados suyos, no necesitó más para olvidar cualquier interrogatorio suspicaz. Hizo sólo lo que le había ordenado: presentó al grupo de caballeros y después los condujo lentamente al interior del torreón. Se habló de cualquier cosa, salvo del secuestro del joven señor.


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