Domando al Guerrero- Capítulo 12



A Heechul le resultaba difícil acostumbrarse a temer a un hombre, cuando nunca en su vida había sentido miedo de nadie. Siempre se había visto protegido de las duras realidades padecidas por otros jóvenes, aunque no las ignoraba. En sus primeros años recibió amor en abundancia de sus padres; en los últimos seis años, tras la muerte de su madre, Kim Jungmo lo había redoblado. Aprendió en el hogar a leer, a escribir y hablar latín, francés y hasta el inglés, tan poco usado. Sabía todo lo necesario para administrar un castillo y sus propiedades circundantes, por dentro y por fuera; hasta podía tomar decisiones financieras y legales, aunque eso era lo más tedioso y reconocía de buen grado que no tenía mucha habilidad para el dinero.

Sabía lo que era el miedo, por supuesto, lo había sentido al morir su madre, al marchar su padre a las cruzadas, alquedar solo para cuidar a Clydon, con la única ayuda de sus pocos vasallos, y al enterarse de la muerte de su padre. El día en que Kim Gura envió a sus hombres para que lo capturaran, tuvo miedo, pero no de Gura personalmente. Ni siquiera le había tenido miedo aquella noche en que se escabulló en su alcoba para caer sobre él, con sus sucias intenciones. En ese momento sintió indignación, tanta que lo hizo arrojar al foso.

Claro que si él hubiera logrado apoderarse de él y obligarlo a aceptarlo por esposo, entonces tal vez le habría tenido miedo... quizá hasta el extremo de matarlo. Su padre no le tenía aprecio y él confiaba en su criterio cuando de hombres se trataba. Por eso no había prestado la menor atención a su propuesta matrimonial.

Pero otro acababa de adueñarse de él, y éste sí le inspiraba miedo, aunque no albergara la idea de matarlo. Le temía tanto que no habría hecho el intento... y tampoco deseaba hacerlo. El miedo estaba allí, pero era distinto y no se debía a los mismos motivos.

En esos instantes lo consumía todo, pues iba hacia el campamento, hacia la cópula prometida. Descontando eso, Siwon merecía el beneficio de la duda. El lo había aceptado. No era su candidato preferido, ni siquiera el segundo de su elección, pero posiblemente habría sido el tercero, si se lo hubieran propuesto en circunstancias diferentes. Después de todo, Choi tenía mucho a su favor.

Jamás se cansaría de mirarlo, aunque no era tonto como para dejarle saber que lo encontraba muy atractivo. Le había visto usar su espada con una habilidad impresionante, y si se podía creer en la palabra de su amigo Hyukjae, era más que impresionante. Era joven, era fuerte, era bondadoso para con los animales, tal como Heechul lo había comprobado gracias al gato pardo que cabalgaba en su hombro. Y no tenía otras obligaciones. Tanto lord Yunho como lord Han habrían tenido que dividir su tiempo entre las propiedades de Heechul y las propias. El hecho de que Siwon se dedicara íntegramente a Clydon lo convertía en el mejor de los candidatos.

Sí, tenía mucho a favor... pero también mucho en contra. Su mal genio, el cual había podido apreciar con bastante frecuencia. Sus atroces modales. El hecho de que desconfiara de los jóvenes señores y les tuviera inquina, tal como sir Hyukjae explicaba, no le haría las cosas fáciles. Y era imprevisible. ¿Quién habría pensado que pudiera acobardarse ante la posibilidad de recibir una propiedad como Clydon?

También habría problemas con Suyen, a menos que Siwon aceptara olvidar el desdichado incidente entre ambos. Y quedaba por ver cómo manejaría a los aldeanos.

Probablemente lo que Heechul temía era que aquel hombre no tuviera ninguna consideración con sus sentimientos. Heechul le disgustaba. Ya lo había tratado con rudeza más de una vez. Y el hecho de que ahora tuviera la facultad de herirlo y ofenderlo a voluntad le hacía pedazos la paz interior. Sin embargo, también en ese aspecto merecía el beneficio de la duda. Sólo quedaba esperar que aquel matrimonio no resultara el peor error de su vida.

Su caballo avanzaba lentamente tras el de él, regresando al campamento. Ninguno de los dos llevaba mucha prisa. Heechul había tenido la esperanza de pasar la noche en la abadía, donde alguien pudiera oírlo si gritaba. Pero no fue así. El padre Changmin le había ofrecido alojamiento, desde luego en cuartos separados. Su flamante esposo, hombre de tantos recursos, habría podido hallar el modo de llegar hasta el de él para hacerle el amor. Eso habría aliviado sus temores, siquiera en parte. Pero él rechazó el ofrecimiento.

Heechul no se sentía casado, pero lo estaría antes de que acabara la noche. Sus estremecimientos interiores no cesaban al pensar en eso. Sabía lo que iba a ocurrir. Lo había imaginado con frecuencia, con Han y hasta con Yunho. Hasta entonces había esperado con ansias la noche de bodas, pues ya estaba demasiado crecido como para no haber experimentado aún el acto de amor. Y ahora sólo podía maldecirse a sí mismo por haber acicateado a Siwon hasta el punto de que quisiera poseerlo aquella misma noche, cuando habría podido contar con varios días para acostumbrarse a la idea, si hubiera mantenido la boca cerrada en vez de mencionar los hijos.

Pero contó con un pequeño respiro. Al desmontar ante la tienda, Siwon lo señaló con la cabeza, diciendo:

-Haced lo que necesitéis. Pronto me reuniré con vos.

El «pronto» resultó dos horas después, con lo cual quedó demostrado que él temía la consumación tanto como el mismo Heechul. Necesitó animarse con dos botas de vino que el padre Changmin les había obligado a aceptar, para celebrar la ocasión. A Heechul también le habría venido bien un poco de vino, pero no tenía más que agua en la jarra de la gran tienda. También tuvo ocasión de conocer a su querido: un muchacho corpulento y fornido, que no estaba exactamente despatarrado en la cama, pero poco le faltaba: sentado en el borde, descansaba sobre los codos, con las rodillas separadas en la posición más provocativa y puerca que Heechul hubiera visto.

El encuentro fue una sorpresa para ambos, era obvio que el muchacho no estaba allí para ayudar a Heechul, sino que esperaba el regreso de Siwon, por lo visto, nadie le había revelado el motivo por el que su amante había abandonado el campamento. Y allí estaba, esperando a que él entrara y viera su inequívoca insinuación.

Sin embargo, Heechul no se horrorizó, sobre todo porque fue el otro el que se espantó. Se levantó precipitadamente, tartamudeando algo como que había pensado que sus servicios podían ser necesarios. Luego suplicó a Heechul que no revelara al señor su presencia. Estaba claro que nadie lo había llamado, de lo contrario Siwon no habría hecho que su flamante esposo entrara en la tienda.

¿O sí? «No, Heechul concédele el beneficio de la duda.»

-¿Cómo te llamas?

-Jin, señor -dijo de prisa- Me llamo Jin.

-Bueno, Jin, puesto que me he casado con el señor, espero que ésta sea la última vez que te vea. Por la mañana volveremos a Clydon. Sabrás comprender si te pido que no te demores aquí.

Jin se limitó a asentir; no podía creer en su buena suerte de escapar tan fácilmente, dadas las circunstancias. Una vez había sido azotado por orden de un joven señor, quien sólo tenía sospechas de que su esposo había visitado a Jin. Sabía de otros que habían desaparecido por obra de señores celosos. Ese era uno de los motivos por los que se había hecho hombre de campamentos. Si el señor se había casado, alabado fuera Dios, Jin no quería saber nada más de él. No valía la pena arriesgar la vida por amor. En adelante, los prostitutos de Clydon se encargarían de él, si aquel joven señor era tan indiferente como parecía.

Heechul se cambió de ropa, al menos el muchacho le había traído un par de zapatos. Casarse descalzo habría sido el toque final de un día verdaderamente horrible.
En la tienda había varias cosas. Había una caja fuerte cerrada con llave, un pequeño arcón que no podía contener más que unas pocas ropas y, sobre él, una vasija con agua y una toalla que Heechul tenía la intención de usar. Sobre una mesa baja había algunas herramientas, una jarra de agua, vasos y varias velas gordas. El jergón para dormir era, en realidad, un colchón muy grueso, muy largo y de metro y medio de anchura. Estaba cubierto por una manta de lana suave y sábanas de hilo, mejores de las que ella esperaba.

En un rincón había un armario con los instrumentos de su oficio, entre ellos una espada como la que Siwon usaba... y un gato pardo.

Por un momento Heechul quedó sorprendido ante aquel segundo invitado, los ojos amarillos lo miraban con fijeza desde las sombras. Pero al punto le agradó su presencia. Los gatos le gustaban, acostumbraba asegurarse de que los felinos de Clydon estuvieran tan bien alimentados como los perros de caza, pues también cumplían con una finalidad: impedir que los roedores proliferaran demasiado.

La presencia del gato en la tienda de Siwon probaba lo que había sospechado al verlo en los hombros del caballero. El animal era una mascota. Lo curioso era que un hombre tan corpulento y engurruñado eligiera un animal tan pequeño para mimar.

Aparte todo eso, parecía bastante amistoso, pues se acercó ante los suaves sonidos que Heechul emitió para atraerlo y fue a frotarse contra su pierna. Heechul se inclinó para rascarle las orejas y obtuvo un fuerte ronroneo de contento. Sonrió. Por lo menos, alguien en el campamento parecía gustar de él.

Vestido sólo con su camisa, Heechul se ocupó de su arreglo personal, sin dejar de conversar con el gato, que continuaba pasándole entre las piernas y le respondía con su fuerte ronroneo. Era un sonido sedante, y en realidad necesitaba que lo sedaran. Hizo todo lo posible para no acostarse en el jergón, hasta revolvió el arcón de Siwon en busca de un peine.

Pero no era mucho el tiempo que podía dedicar a su cabello. Era inútil preguntarse qué retrasaba a Siwon. Vendría cuando estuviese dispuesto. Heechul tuvo la idea de dormir mientras esperaba, pero comprendió que le sería imposible.

Por fin, levantó al gato y lo puso en el centro de la cama, para matar el tiempo quitándole las pulgas. El animal parecía disfrutar con sus atenciones, cuando se puso patas arriba, estirado, para facilitarle la tarea, Heechul descubrió que se trataba de un macho. Absorto en la operación, no oyó entrar a su esposo... pero el gato sí. En un segundo dejó de ronronear y se levantó con un siseo. Heechul recibió un fuerte arañazo por haber supuesto que el gato era cordial.

Incrédulo, siguió con la vista al felino, que se alejó a saltos para lanzarse a los brazos de Siwon. Puesto que él no se sorprendió, debía de ser algo normal. Pero Heechul se sintió algo ofendido. Mientras se frotaba el arañazo del muslo, se dijo que nunca más volvería a atender a aquel traidor. ¡Atreverse a tratarlo así, cuando él le había permitido llevar sus pulgas a la que, desde ese momento, era su cama!

Siwon aún no lo había mirado, pues estaba muy ocupado con su mascota. Heechul se tomó un instante para sacudir las sábanas. Un momento después entró Key.

Probablemente tendría que acostumbrarse a eso. El escudero tenía funciones que cumplir, como la de desarmar y desvestir a su esposo. Pero la alcoba del señor, en Clydon, tenía una antecámara. Tal vez lograra convencer a su esposo para que se desvistiera allí. Pero tal vez (se dijo, mientras observaba el proceso en silencio), tal vez decidiera no intentarlo.
Buen Dios, ¿eran auténticos los bultos que se veían sobre la chaqueta? Al desaparecer la prenda emitió una leve exclamación. Eran auténticos, sí: gruesos músculos que se tensaban y ondulaban con cada movimiento. Yen se lo había dicho sin que él le prestara atención.
Todo tan bello, había dicho, y era verdad. El hecho de que Yen lo hubiera visto desnudo le inspiró un poco de envidia, en tanto esperaba, conteniendo el aliento, a que desaparecieran las calzas. Siwon despidió a Key y se acercó al cuenco, para humedecerse con agua fría todo el cuerpo. Sólo después de usar la toalla, ya humedecida por él, pareció recordar su presencia y se volvió bruscamente, para atravesarlo con aquellos ojos.

- ¿No... habéis dormido?

Heechul sintió un pequeño nudo de nerviosismo, que se enroscaba y moría en su pecho. Había visto con sus propios ojos qué tipo de hombre prefería, y él no se parecía en absoluto. Desde luego, él había pensado que estaría dormido. ¿Se arrepentía de su promesa? ¿Por qué, si no, había tardado tanto en reunirse con él? ¿Y por qué venía con paso inseguro y tambaleante?

Bien, Heechul no se quedaría donde nadie lo deseaba. La cópula tendría que suceder, algún día, pero podía quedar para cuando ambos se hubieran habituado a la idea.
Se incorporó en el centro de la cama, sintiendo algo parecido a la desilusión, aunque sólo habría debido experimentar alivio.

-No, no dormía. Esperaba para saber dónde deseáis que duerma.

Lo dijo tranquilamente, aunque con el mentón en alto, como desafiándole a tratarlo de mentiroso.

Él no lo hizo. Se limitó a mirarlo con atención, durante un tiempo horriblemente largo. Después dejó caer la toalla, sin darse cuenta.

-Dormiréis allí... conmigo -dijo con voz ronca, sorprendiéndolo... y quizá sorprendiéndose a sí mismo.

Pero continuaba mirándolo, como si dudara de lo que veía. Un momento después desató las ataduras de sus calzas, arrancándolas en su prisa. Heechul dilató los ojos. Tuvo la clara sensación de que él se arrojaría sobre su cuerpo... y no se equivocaba mucho. Lo tendió en la cama. Heechul perdió el aliento y, un momento después, la camisa.

- Esperad...

-¿Eres virgen?

No esperó respuesta. Heechul comprendió que poco le importaba si lo era o no, y eso lo ofendió. Por lo visto, aquel hombre había decidido que era preciso terminar cuanto antes.

Como para demostrarlo, le plantó la boca en los labios durante un horrible segundo y luego subió sobre él. Bueno, Heechul también asumiría la misma actitud. Lo mejor era terminar cuanto antes, para averiguar hasta qué punto cabía temer la próxima vez... si había una próxima vez.

Heechul se preparó para ser aplastado, pero no fue así. En cambio, lo sintió entrar sin desgarrarlo; fue suave y fácil. ¿Acaso con sólo mirarlo sus humores se habían puesto a fluir, sin que él lo tocara siquiera? Quedó sorprendido y experimentó una ambigua sensación de placer, distinta de todo lo que conocía. Y entonces sí, algo lo desgarró.

El grito se le cortó por obra de aquellos labios magulladores. No habría podido decir cómo se las arregló para besarlo altiempo que se clavaba en él. Tal vez porque la mayor parte de su estatura estaba en sus largas piernas; tal vez porque tenía la espalda curvada sobre él, puesto que no lo aplastaba, como temiera. Sólo le aplastaba los labios; en ese aspecto no le vendrían mal algunas lecciones. Pero en otros... Buen Dios, ¿qué era lo que empezaba a sentir?

Fuera lo que fuese, no obtuvo respuesta, porque su esposo, con un fuerte bramido, había terminado con lo suyo.



Heechul se movió cuidadosamente, haciendo inventario antes de levantarse. En realidad, no estaba destrozado. Sentía los labios algo magullados y, en su parte baja, un dolor definido. Pero nada se había roto cuando Siwon se tumbó sobre él unos instantes, después de alcanzar su placer.

Eso sí: lo habían inducido a error. Le habían dicho que era estupendo. Sohee debía pensar lo mismo, puesto que lo hacía con tanta frecuencia. Heechul no habría dicho que esa experiencia era maravillosa. Una vez perdida su primera vez, probablemente no quedaba nada que temer, pero tampoco tenía nada de recomendable. Se vistió de prisa, mientras su esposo aún dormía. Verlo en aquel estado de indefensión no ayudaba a pensar con claridad. Y tenía mucho en que pensar; sobre todo, qué diría a lord Lee Minho, quien probablemente estaría en Clydon cuando ellos llegaran.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...