Domando al Guerrero- Capítulo 11



-¡Por todos los santos, Siwon! -protestó Hyukjae horrorizado- ¡No se te ocurra siquiera...!


-Pues no mereces menos, por haberme enredado en esto -gruñó Siwon por lo bajo. Luego, a Heechul - Ahora, si habéis terminado, volvamos a las condiciones. ¿Qué deseáis de mí, señor?

-Poseo tierras en abundancia y preciosos trofeos de Tierra Santa, pero en la actualidad no hay dinero alguno, tal como sin duda habéis notado. No lo habrá sino después de la cosecha y las rentas a cobrar el día de San Miguel.

-¿Cómo es posible eso? ¿Os han robado? Esos forajidos de vuestros bosques...

-No, nada de eso -le aseguró- Las cruzadas no son baratas, sir Siwon, mi padre se llevó más de la mitad de nuestra riqueza en oro y joyas para mantener el gran ejército que lo acompañaba. También marcharon con él la mayoría de nuestros caballeros y cincuenta soldados de Clydon.

-¿Por eso estabais tan mal protegido?

Eso provocó una mirada del monje y un rubor por parte del joven.

-En parte. Debía reemplazar la guarnición y los caballos, pero sólo repuse los hombres... y perdí treinta de ellos en combate. Muy poco después de partir mi padre, algunos de los feudos y fincas fueron atacados; por eso no recibí ingreso alguno de esas propiedades el año pasado, y en cambio me costó mucho reconstruir la aldea y cuidar de que sus pobladores no murieran de hambre. Pero sir Yesung fue capturado y se me pidió rescate; en eso empleé casi todo el dinero que me restaba. Y al perder treinta hombres a los que acababa de pagar un año de salarios, no me fue fácil reemplazarlos, sobre todo porque los inconvenientes se presentaron en cadena para obligarme a postergarlo. Luego me fue posible contratar a otros hombres para formar una guarnición de cincuenta y cinco soldados, al cobrar las rentas vencidas el año pasado.


-Es poco para un castillo tan grande, pero no todos están allí -le recordó Siwon

Heechul le clavó una mirada melancólica antes de responder:

-Sólo en esta última quincena volvieron a faltarme. Varios caballeros que he enviado en mi nombre a los feudos han necesitado escoltas. Y uno de mis alguaciles solicitó ayuda por cierta matanza producida en una de mis casas solariegas, de modo que le envié a un caballero con cinco hombres, hace sólo cuatro días.

Había sido entonces cuando sir Yesung tuvo la loca idea de enseñarle a defender su propio castillo y de hacerle forjar una armadura.

-Sé que el número es escaso -concluyó- Ya he dicho que hasta ahora, desde hace mucho, no he tenido suficiente para más.

-Pero el año pasado cobrasteis vuestros derechos.

-Y este año sufrí más catástrofes de las que quisiera recordar. He tenido que reconstruir edificios incendiados, reparar aquellos que lo necesitaban, algunas aun sin concluir. Me robaron más de cien ovejas, lo cual me impidió vender ninguna, y todas las vacas. Sospecho que Kim Gura tuvo algo que ver en eso. He tenido que reemplazar animales, aunque todavía no tengo suficientes para todos mis hombres. Y...

-Por tanto, lo que necesitáis de mí es dinero.

-Sí, pero no demasiado. Lo suficiente para finalizar las reparaciones de Colina Roth y para enfrentarme a cualquier otra emergencia que surja antes de San Miguel. Ya tenéis los hombres necesarios para incrementar la guarnición, aunque en Colina Roth y en Torre Brent harían falta unos cuantos. Y varios caballeros más no sobrarían, por cierto. ¿Es demasiado pediros?

La respuesta de Siwon vino acompañada de una mirada agria.

-Ya sabéis cuánto tengo, por lo tanto, no ignoráis que esto no me será penoso en absoluto. Pero ¿qué hay del pago obligatorio que deben haceros vuestros vasallos en el día de vuestra boda?

-Ese pago se realiza al celebrarse la boda del hijo mayor del señor, pero yo, técnicamente, ya no lo soy. Ahora soy el señor feudal, y nada se paga por la boda del lord. De cualquier modo, ese dinero sería para cubrir los costos de la boda, que no será carga alguna. En los depósitos de Clydon hay provisiones en abundancia. Nunca hemos corrido peligro de pasar hambre.

Siwon estaba aún tan insatisfecho que apenas podía soportarlo. ¿Cómo era posible que lo ofreciera todo y pidiera sólo una nimiedad a cambio? Claro que algún hombre debía recibir todo eso, pero lord Yunho o lord Han, sin duda, le habrían aportado indecibles riquezas y el poder de sus familias. Era allí donde el joven se equivocada. Él no tenía relaciones, familia que le prestara ayuda ni poder al que recurrir si se presentaba la necesidad. Si Heechul lo hubiera sabido, no habría propuesto que la mitad de las propiedades pasaran a la familia de su marido a la muerte de éste.

Siwon se puso tenso al recordar eso y lo que en verdad significaba. Tendría que hablar con el joven al respecto, pero no en presencia del monje.

Miró al religioso y preguntó:

-No habéis anotado todo esto, ¿verdad?

-No, milord. Sólo el inventario de las propiedades del joven que pasarán a vuestro poder con el matrimonio, quedando estipulado qué se hará a la muerte de cualquiera de vosotros y qué habéis acordado pagar, por vuestra parte. Ahora sólo necesito hacer la lista de vuestras propiedades. Luego podréis volver ante el padre Changmin para pronunciar vuestros votos. Los términos legales serán entregados más adelante. Las copias del contrato completo estarán listas por la mañana.

Siwon no dijo nada. Detestaba mencionar lo poco que aportaría a esa boda. Pero el monje esperaba.

-Su aportación al matrimonio es de siete mil marcos, para dar una cifra redonda -dijo Heechul, sin la menor inflexión en la voz- La mitad de su riqueza.

El monje quedó horrorizado ante lo exiguo de la suma.

-Pero...

-Sin peros -interrumpió Heechul enérgico. Pero agregó, con más moderación-: Sir Siwon también se compromete a darme hijos, a proteger a mis gentes y mis propiedades según su capacidad y... y a no golpearme, pues dado su inusitado tamaño, un golpe suyo podría matarme.

Todas las miradas se volvieron hacia Siwon y gozaron del intenso rubor que le inundaba el rostro. Ese último requisito era inaudito, pues todo hombre tenía derecho a golpear a su esposo, lo mereciera o no. El monje sería el primero en decirlo así. Sin embargo Heechul acababa de establecer algo que Siwon no había tenido en cuenta. Su tamaño, él no se atrevería a levantarle la mano, pues en verdad podría matarlo.

Pero ¡los hijos! ¡Hacerlos figurar en el contrato, para que él no pudiera ignorarlo!
¿Acaso lo creía capaz de tomar todo cuanto él tenía y luego encerrarlo en alguna parte?

La idea era tentadora, pero ¿no lo haría jamás. ¡Por los clavos de Cristo! Con tanto como recibía, se sentiría obligado por el honor a tratarlo con el más tierno de los esmeros.

-¿Estáis... eh... de acuerdo con esto, sir Siwon? -preguntó el monje, vacilante.

-Sí -asintió él, malhumorado- Pero antes de terminar con las condiciones necesito cambiar unas palabras con el joven señor.

Se levantó y tomó a Heechul de la mano, para llevárselo a rastras antes de que él pudiera contradecirle. El joven pensó que su intención era castigarlo antes de firmar el contrato. Se había atrevido a demasiado, considerando que no estaba en situación de exigir nada. Pero las cosas marchaban bien. Después de todo, Siwon había accedido antes de llevárselo fuera de la habitación.

Cuando él se detuvo ante la puerta, Heechul contuvo el aliento. Habría querido cerrar los ojos con fuerza, pero no quiso aparentar miedo. Si él lo castigaba, sería sólo su merecido por haberse decidido a aceptarlo. Era una locura ponerse bajo el imperio de aquel hombre, un perfecto desconocido. No poder impedirle que vendiera sus tierras, si así lo deseaba. Pero ¿qué alternativa cabía? Casarse con un viejo codicioso, a quien nada le importaría de Clydon, pues sólo quería aprovecharse de sus riquezas.

Se estremecía con sólo pensar en Sooman, después de lo que de él le habían contado... en realidad había interrogado a algunos de sus hombres, pues no confiaba en sir Hyukjae. Siwon se ocuparía de las tierras, cuanto menos. El hecho de que hubiera ahorrado por tanto tiempo para poseer tierras propias lo revelaba así. Y era sobradamente capaz de mandar en Clydon. Ése había sido el factor decisivo y explicaba que Heechul no hubiera tratado de buscar ayuda en el monje, que tampoco era, realmente, garantía. Ni Yunho ni Han habrían podido desempeñarse tan bien como ese gigante, cuando de combatir se tratara. Dado su tamaño, era dudoso que alguien pudiera derrotarlo.

-¿Qué motivos habéis tenido, señor, para esas ridículas exigencias? -inquirió Siwon en un ronroneo grave-. ¿Creéis acaso que no soy capaz de cuidar de vos y de lo vuestro?

Heechul suspiró. Ese era el tono más suave que jamás le había oído; era un buen presagio, pues al menos no lo atropellaba.

-En absoluto. Creo que seréis muy capaz de proteger Clydon.

El no estaba seguro de haber oído bien. ¡Un cumplido! ¿De boca de él? ¡Increíble!

-No fueron ésos los sentimientos que demostrasteis antes, en el campamento -le recordó.

-No seáis estúp... –Heechul se mordió la lengua. Por Dios, tendría que aprender a cuidarse ante aquel hombre- Eh... os pido perdón por lo que dije anteriormente. Estaba alterado y no lo dije en serio.

-Si me creéis capaz, ¿por qué insistís en verlo todo por escrito?

-Ese requisito y el otro fueron sólo una cortina, por así decirlo, para aminorar el impacto de lo último.

Él frunció el ceño.

-Con el cual abusasteis de vuestra suerte, por cierto.

-Por cierto -reconoció Heechul bajando los ojos al amplio pecho que tenía ante sí- Pero habéis accedido. En cuanto a mencionar los hijos, ya sé que era innecesario. Dejarme embarazado os beneficia, pues fortalece vuestra situación para el caso de que Sooman o cualquier otro proyecte apoderarse de mí dejándome viudo.

-Habláis con mucha franqueza de las relaciones íntimas, señor. ¿Estáis preparado para ellas?

Heechul comprendió que él lo preguntaba sólo para azotarlo. Y dio resultado.

-Sí -susurró.

-¿Esta noche?

Los ojos del joven volaron a los de él.

-¡No es esta ceremonia la que cuenta! Debemos casarnos de nuevo en Clydon, ante la presencia de mis vasallos y de sir Henry. Supuse que aguardaríamos...

-¿Para volver a Clydon sin haber consumado el matrimonio y vuestros vasallos puedan expulsarme? No señor, no tendréis base alguna para anular el acuerdo. Estipulasteis que yo debía daros hijos, cuanto antes nos ocupemos de ello, mejor.

Heechul sintió que sus mejillas se acaloraban rápidamente y con ellas su mal genio. Aquel hombre actuaba así sólo para ajustar cuentas. Sabía perfectamente que no le atraía en absoluto, que no deseaba acostarse con él. Probablemente no lo habría hecho jamás si no lo hubiera avergonzado estableciendo exigencias con respecto a hijos frente a otros. Con los labios apretados, preguntó:

-¿Eso es todo?

La expresión del joven se tornó asombrosamente intranquila.

-En realidad, no fue por eso que os pedí que me acompañarais.

Heechul habría podido decir que no existía tal petición, que él se había limitado a sacarlo a rastras, pero prefirió no aclarar el punto. Lo que él deseaba decir, fuera lo que fuese, le resultaba obviamente difícil.

-Dijisteis que yo era un caballero vulgar.

-Y vos admitisteis que lo erais -concordó sorprendido de que eso le preocupara.

-Siendo así, ¿por qué mencionáis a mi familia, si sabéis que soy bastardo?

-Supongo que uno de vuestros progenitores ha de ser de alcurnia; de lo contrario no se os habría adiestrado para caballero y supongo que el de origen noble es vuestro padre, no vuestra madre. ¿Me equivoco?

Él apretó los labios y volvió a fruncir el ceño.

-No. En eso también acertáis.

-¿Acaso vuestro padre ha muerto?

-Para mí es como si no existiera. En toda mi vida sólo he hablado dos veces con él, señor. Sólo cuando tenía nueve años se dignó reparar en mí, aunque debía de conocer mi existencia, puesto que nací en la aldea del castillo.

-Sin duda os reconoció, puesto que os hizo adiestrar.

-Eso no importa. Tiene un heredero y no me necesita, ni yo a él. Aunque mi hermanastro muriera, yo ya no aceptaría nada de él. Es demasiado tarde.

-Ese gran rencor debería avergonzamos, señor -se atrevió Heechul a amonestarle-. Vuestro padre no podría pasar por alto a un heredero legítimo para nombramos a vos. Hacéis mal en...

-¿He dicho acaso que el otro fuera un heredero legítimo, señor? Mi hermanastro también es bastardo y, por añadidura, varios años menor que yo. Su buena suerte surge del hecho de que es hijo de un joven señor. Del tipo ramera, pero joven señor al fin.

Heechul no supo qué decir. Habría debido dejar las cosas así, pero no pudo. El acababa de hacerle una verdadera confesión y ya no le parecía un desconocido. ¡jesús, si hasta se sentía indignado por solidaridad con él!

-Reconozco que eso no es justo; al parecer, debo pediros perdón otra vez. En realidad tenéis motivos para guardarle rencor. Si un hombre debe escoger a un hijo natural como heredero, no debería actuar de otro modo que si estuviera escogiendo entre sus hijos legítimos, según la ley, hereda el mayor. ¿Quién es ese hombre?

Siwon quedó desconcertado por la firmeza de su respuesta. Bien sabía él que eso era injusto, pero le resultaba inesperado que él lo pensara así. ¿Un joven señor que no defendía a alguien de su clase?

Pero no contestó a su pregunta.

-No importa quien sea, pero no quiero que él reciba nada de lo vuestro. Si yo muriera, quiero que toda vuestra herencia retorne a vos; y no sólo la mitad de lo mío, sino todo cuanto poseo debe ser vuestro también. Quiero que eso sea establecido en el contrato.

Heechul lo miró con ojos dilatados por la incredulidad.

-Como... como lo deseéis.

-¿Queda bien entendido que esta alianza no os brindará el auxilio de nadie sino el mío?

-Sí. –Heechul había vuelto a dominar su voz- Pero nunca necesitaré otro auxilio que el vuestro. Tendremos todo el que necesitemos de Kwon, si fuera necesario.

Siwon se sintió extraño al oírle decir «tendremos» de ese modo, incluyéndolo. Nunca antes había sido incluido de ese modo. Y Heechul estaba demostrando que también sabía ser razonable, al menos durante ese tipo de discusiones. Peroal recordar las estipulaciones que el joven deseaba incluir en el contrato, lo cogió por debajo de los brazos y lo levantó a su misma altura.

-Ahora estamos de acuerdo y podemos terminar con este asunto. Pero debéis entender algo más, mi princesa. Aunque os hayáis protegido contra mi puño, si alguna vez merecéis castigo, vuestro trasero entablará relación con la palma de mi mano. No os sintáis con demasiada libertad de provocarme a voluntad.

Luego lo puso nuevamente de pie y lo acompañó. Intercambiaron los juramentos y el beso de la paz. ¿Paz? Heechul se preguntó si alguna vez volvería a gozar de esa condición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...