Después de la cena, Sungjin recorrió la planta baja con
Donghae. Los acompañó la bondadosa ama de llaves, Cho Minji. Las habitaciones
de los criados, una espaciosa biblioteca y un aula estaban en el tercer piso.
Jamás se usaba el segundo piso del ala Occidental, pero en la planta baja un
amplio salón de baile ocupaba todo el fondo de la casa. Donghae vio la cocina,
un gran salón de banquetes y un comedor más pequeño a un costado de la
residencia. Del otro lado, el estudio del amo y el salón.
El salón estaba hermosamente decorado en verde y blanco, y muchos retratos adornaban las paredes, Donghae se sintió atraído por el principal, que colgaba sobre el hogar.
Permaneció de pie frente a la imagen, contemplando un par de negros y un poco rasgados. Era el retrato de una hermosa mujer, de cabellos muy negros que le llegaban a los hombros desnudos. La inquietud anterior de Donghae se repitió, pero esta vez más intensa.
-Es lady Sunye - informó Minji- Era tan hermosa. Su abuela era coreana... de allí le vienen esos cabellos negros y sus ojos.
El salón estaba hermosamente decorado en verde y blanco, y muchos retratos adornaban las paredes, Donghae se sintió atraído por el principal, que colgaba sobre el hogar.
Permaneció de pie frente a la imagen, contemplando un par de negros y un poco rasgados. Era el retrato de una hermosa mujer, de cabellos muy negros que le llegaban a los hombros desnudos. La inquietud anterior de Donghae se repitió, pero esta vez más intensa.
-Es lady Sunye - informó Minji- Era tan hermosa. Su abuela era coreana... de allí le vienen esos cabellos negros y sus ojos.
-Tiene una expresión muy triste -murmuró Donghae.
-Sí. Pintaron el retrato cuando regresó a Inglaterra con sus dos hijos. Jamás volvió a sentirse feliz, pero nunca explicó a nadie la razón de su actitud.
-¿Usted mencionó a dos hijos?
-Sí, el señor Lee tiene un hermano menor, que vive en Londres.
Donghae sufrió un mareo y se desplomó en la silla más próxima.
–Se siente bien joven, Se ve pálido -exclamó Minji.
-No lo sé... yo... me siento un poco débil. ¿Quiere decirme el nombre de pila del señor Lee? -preguntó. Pero ya conocía la respuesta.
-Por supuesto -dijo Minji- Se llama Hyukjae. El caballero Lee Hyukjae.
-¿Y su hermano es Kyuhyun? -preguntó Donghae con voz débil.
-Vaya, sí... ¿cómo lo sabía? ¿Conoce al señor Hyukjae?
-¡Sí lo conozco! – Donghae emitió una risa histérica- Voy a tener a su hijo.
Sungjin contuvo una exclamación.
-Pero, ¿por qué no me lo dijo? -preguntó Minji una expresión conmovida en el rostro.
-¡Me parece maravilloso! -exclamó Sungjin.
- pero ustedes no entienden. Yo no sabía que ésta era su casa. Sungjin usted nunca dijo a Sora el primer nombre del señor Lee, y Hyukjae nunca me explicó que tenía una propiedad en esta región del país. Ahora no puedo permanecer aquí... a él no le agradaría.
-Tonterías -sonrió Minji -. ¿Qué lugar mejor que su propia casa para que nazca el hijo del señor Hyukjae?
-Pero Hyukjae no quería saber nada más conmigo. No deseaba este hijo.
-No puedo creerlo joven... usted es tan bello. El señor Lee no puede ser tan estúpido. ¿Usted le habló del niño?
-Yo... sabía que él no deseaba este hijo, de modo que no vi motivo para decírselo.
-Si no se lo dijo, no puede estar seguro de sus sentimientos. Se quedará aquí, tal como lo planeamos. No puede negarme la oportunidad de ver al hijo de Lee Hyukjae.
-Pero...
-Bien, no quiero oír una palabra más acerca de su partida. Pero me encantaría saber cómo se conocieron usted y el señor Lee.
-¡Yo también deseo conocer toda la historia! -dijo Sungjin.
Donghae contempló el retrato de lady Sunye. ¡Qué notable parecido entre Hyukjae y su madre!
Pocas semanas después, comenzaron los dolores de Donghae. Sintió los primeros espasmos leves mientras daba su paseo matutino por los amplios jardines que se extendían detrás de la casa.
Inmediatamente dieron aviso al medico de la localidad. Sungjin permaneció al lado de Donghae y le aseguró que todo estaba bien. Las horas pasaron lentamente, y a pesar de que el galeno le había suministrado un tónico para sedarlo un poco y no sentir el dolor del procedimiento, Donghae tuvo que apelar a toda su voluntad para contener el dolor que a pesar de la bebida sentía.
Pero ese dolor se vio recompensado por un llanto vigoroso.
-Quiero ver a mi hijo -murmuró con voz débil, aun bajo un poco de sedición.
-Apenas Sungjin termine de lavarlo, podrá verlo. Pero, ¿cómo sabía que era niño?-comentó Minji.
-¿Acaso el hijo de Lee Hyukjae podía ser otra cosa?
Era mediodía, a fines de septiembre, y las paletas de los ventiladores que se movían lentamente no aliviaban el calor y la humedad del pequeño comedor de hotel. Hyukjae había llegado a El Cairo el día anterior. Aquella mañana había conseguido encontrar un traje más o menos decente y había ordenado todo lo que necesitaba para el viaje de regreso a Inglaterra. Ahora estaba paladeando una copa de coñac y esperaba la comida, su mente estaba totalmente vacía. No deseaba pensar en los últimos ocho meses, que habían sido para él un verdadero infierno.
-Lee Hyukjae ¿verdad?, Qué coincidencia verlo aquí. ¿Qué lo trae a El Cairo?
Hyukjae alzó los ojos y vio a Choi Siwon de pie frente a la mesa.
-Tenía que atender algunos asuntos -replicó Hyukjae. Se preguntó si Siwon sabía que esos asuntos se relacionaban con Donghae -. Pero ahora he terminado, y a fines de mes regresaré a Inglaterra. ¿Quiere almorzar conmigo? -preguntó cortésmente Hyukjae
-En realidad, estoy esperando a una persona con quien me cité para almorzar, pero beberé una copa con usted mientras llega.
-¿Se reunirá aquí con su hermano? -preguntó Hyukjae con la esperanza de que la respuesta fuese negativa.
No deseaba verlo ahora... o nunca.
-Donghae regresó a Inglaterra hace unos cinco meses. No podía soportar Egipto. Tampoco a mí me agrada mucho este país. El único aspecto positivo de mi estada aquí fue conocer a mi esposo. Nos casamos el mes pasado y muy pronto volveremos a casa, probablemente en el mismo barco que usted.
-Imagino que corresponde felicitarlo. Por lo menos, su viaje a Egipto no fue una pura pérdida... a diferencia del mío -dijo amargamente Hyukjae. De buena gana se alejaba de Egipto y de los recuerdos recientes que el país evocaba en él.
Choi Siwon se levantó e hizo señas en dirección a la entrada y Hyukjae vio a dos hermosos jóvenes que se aproximaban a la mesa. Siwon besó en la mejilla al mayor de los dos jóvenes y presentó a su esposo y su cuñado.
-El señor Lee es un conocido de Londres. Parece que volveremos juntos a Inglaterra -dijo Siwon a los jóvenes.
-Me alegra muchísimo conocerlo, señor Lee -exclamó Kim Heejin- Estoy seguro de que el viaje será muchísimo más agradable con usted. Señor Lee no está casado, ¿verdad?
La audacia del joven divirtió a Hyukjae.
- Es reconfortante conocer a una persona que dice lo que piensa.
Aquella noche, Hyukjae estaba acostado en la cama del hotel y maldecía su suerte, que lo había llevado a encontrarse con Choi Siwon. El encuentro había renovado vívidamente la imagen de Donghae. Había abrigado la esperanza de olvidarlo, pero era imposible. Noche tras noche su imagen lo perseguía, el cuerpo bello y esbelto apretado contra el cuerpo del propio Hyukjae, sus cabellos cuando lo rozaba y esa sonrisa seductora. Sólo con pensar en él sentía que lo dominaba una profunda excitación. Aún lo deseaba, pese a que había decidido no verlo nunca más.
Al principio Hyukjae había pensado permanecer en Egipto. No podía regresar a Inglaterra y correr el riesgo de tropezar con Donghae. Pero dondequiera que miraba, lo veía. En la tienda, a orillas del estanque, en el desierto... por doquier. Mientras permaneciera en Egipto no podría apartarlo de su mente.
Hyukjae había pensado regresar a Inglaterra cuatro meses antes. Pero Hyun, hermano de Ryeowook, había llegado de visita al campamento y había revelado a Hyukjae la verdad acerca del secuestro de Donghae. Jihoo había planeado el asunto. Había tratado de que mataran a Hyukjae porque deseaba ser jeque.
Jihoo no había regresado al campamento después de llevar a Donghae con su hermano. Si hubiese regresado, Hyukjae lo habría matado, durante cuatro meses buscó a Jihoo, pero el árabe había desaparecido.
El día anterior a la partida de la nave, como no tenía nada mejor que hacer, Hyukjae fue a la plaza del mercado y recorrió los puestos y las pequeñas tiendas. Las calles estaban atestadas de árabes que regateaban. Por doquier Hyukjae vio camellos cargados con fardos de mercancías.
El aroma fragante de los perfumes saturaba el aire y recordaba a Hyukjae la primera vez que había recorrido esa plaza, unos catorce años atrás. Había venido a buscar a su padre, pero no tenía idea del modo de hallarlo. Sabía únicamente el nombre de su padre, y que era el jeque de una tribu del desierto.
Durante los duros meses que siguieron después de haberlo encontrado, Hyukjae se familiarizó con las privaciones de la vida en el desierto. El sol ardiente calcinaba la tierra durante el día, el frío intenso lo obligaba durante la noche a buscar el calor del camello.
Jamás olvidaría el día que había encontrado a su padre, ni la expresión del rostro de su padre cuando Hyukjae se identificó.
Hyukjae había sido feliz en Egipto, pero ya no podía soportar más la permanencia en ese país. Mientras estuviese allí, no podría olvidar a Donghae. Como aparentemente no tenía esperanza de hallar a Jihoo, decidió regresar a Inglaterra. Volvería a Inglaterra e informaría a Kyuhyun de la muerte de su padre, y vendería su propiedad. Quizá fuera a Estados Unidos. Deseaba ir a un sitio muy alejado del lugar en que estuviera Choi Donghae.
Donghae permaneció en Jewel un mes después del parto y llegó a conocer muy bien al pequeño Hyukjae. El nombre le cuadraba, porque era la imagen misma de su padre, los mismos ojos, los mismos cabellos negros, los mismos rasgos bien definidos. Era un niño hermoso, sano... y con apetito insaciable. Era la alegría y la vida de Donghae.
Pero ya había permanecido demasiado tiempo en esa casa y era hora de regresar a su hogar. Sora sin duda ansiaba ver a Hyukjae y Donghae confiaba en que ahora podría enfrentarse con Kibum.
Se volvió para mirar a su hijo, que estaba acostado en el centro de la gran cama de Hyukjae, y que lo contemplaba serenamente. Donghae le dirigió una sonrisa, guardó las últimas prendas en el baúl y aseguró bien los cierres. Había oído llegar el carruaje pocos minutos antes, de modo que se acercó a la puerta y pidió a una de las criadas que ordenase al cochero que subiera a buscar el equipaje.
Cuando la criada se retiró, Donghae dirigió una última mirada a la habitación. Era la última vez que veía algo que pertenecía a Hyukjae. De pronto se sintió entristecido ante la idea de abandonar el hogar del hombre a quien amaba. Se paseó por la habitación y con la mano acarició los muebles, consciente de que era la misma madera que otrora él había tocado.
-¿Y quién es usted?
Donghae se volvió bruscamente ante el sonido de la voz desconocida y contuvo una exclamación cuando vio a Lee Kyuhyun en el umbral.
-¿Qué demonios hace aquí? -preguntó él. Pero de pronto vio el niño de ojos negros en el centro de la cama-. ¡Qué me cuelguen! Dijo que lo conseguiría. Dijo que lo conquistaría, ¡pero yo creí que usted jamás aceptaría casarse con él! – Kyuhyun rió en voz alta, y se volvió para mirar de nuevo a Donghae que aún estaba tan sorprendido que no sabía qué decir- ¿Dónde está mi hermano? Supongo que corresponde ofrecer más felicitaciones.
-Señor Lee, su hermano no está aquí, y yo no me casé con él. Ahora, si me disculpa, quiero salir -replicó fríamente Donghae y se acercó a la cama para recoger al niño.
-Pero usted tiene a su hijo. ¿Quiere decir que ese canalla no se casó con usted?
-Su hermano me secuestró y me tuvo cautivo cuatro meses. No quiso casarse conmigo. Tuve al hijo que Hyukjae no desea, pero yo sí lo deseo, y lo criaré solo. Ahora, si usted me disculpa, me marcho.
Pasó frente a Lee Kyuhyun y descendió la escalera.
Kyuhyun permaneció inmóvil, mirándolo y preguntándose qué demonios ocurría. No podía creer que Hyukjae no deseara a su propio hijo. ¿Y por qué no se había casado con Choi Donghae? ¿Habría enloquecido su hermano?
Era evidente que no obtendría respuesta de Donghae. Tendría que escribir a Hyukjae.
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