Una brisa fresca acarició el rostro de Donghae, miró su
vientre prominente y sonrió cuando sintió el golpe del niño. Sus movimientos se
habían hecho perceptibles durante el último mes y lo complacía sobremanera esa
experiencia.
Ya hacía más de una hora que estaba en cubierta. Los pies le dolían terriblemente, pero no deseaba regresar a su cabina con su ambiente sofocante... sobre todo ahora que tenía enfrente las costas de Inglaterra.
El viaje se había desarrollado con tal rapidez que tenía la impresión de que hubiera sido ayer que se había despedido de Siwon. Donghae había llorado un poco y había recordado a su hermano que cinco meses más tarde también él abordaría una nave para volver a Inglaterra. Había besado y abrazado a Heechul, que había venido con Siwon para despedirlo.
-Cuídate y cuida al niño -había dicho Heechul y después también se había echado a llorar.
Donghae se palmeó el vientre y murmuró de modo que nadie pudiese oírlo
Ya hacía más de una hora que estaba en cubierta. Los pies le dolían terriblemente, pero no deseaba regresar a su cabina con su ambiente sofocante... sobre todo ahora que tenía enfrente las costas de Inglaterra.
El viaje se había desarrollado con tal rapidez que tenía la impresión de que hubiera sido ayer que se había despedido de Siwon. Donghae había llorado un poco y había recordado a su hermano que cinco meses más tarde también él abordaría una nave para volver a Inglaterra. Había besado y abrazado a Heechul, que había venido con Siwon para despedirlo.
-Cuídate y cuida al niño -había dicho Heechul y después también se había echado a llorar.
Donghae se palmeó el vientre y murmuró de modo que nadie pudiese oírlo
-Pequeño Hyukie, pronto estaremos en casa... sí, muy pronto.
Donghae consiguió fácilmente un carruaje que lo llevó a la Residencia Choi. Viajaban sin prisa y durante la noche se detuvieron en una cómoda taberna para no poner en peligro su condición. Pero a él no le importaba. Contemplaba el bello paisaje inglés, y miraba todo ansiosamente mientras salían de Londres.
Al anochecer del día siguiente, el carruaje se detuvo frente a la hermosa Residencia Choi. Los faros encendidos a ambos lados de las grandes puertas dobles iluminaban con luz acogedora el sendero. Donghae abrió la puerta del carruaje, porque no deseaba esperar ni un segundo más.
-¡Un momento joven! —gritó el conductor, que se descolgó del pescante. Se acercó a la puerta y lo ayudó a descender -. Es necesario pensar en el niño.
-Disculpe. ¡Hace tanto tiempo que no estoy en casa! Además, estoy acostumbrado a arreglarme solo.
-Tal vez sea así, pero...
Se abrieron las grandes puertas dobles y apareció Kim Youngjo
-¿Quién viene a estas horas de la noche? ¿Es usted joven Donghae? ¿Realmente es usted?
El joven rió y abrazó al hombrecito.
-Soy yo, Youngjo al fin en casa.
-Oh, qué agradable verlo otra vez, joven. ¿Y también el amo Siwon regresó a casa?
-No, volverá dentro de unos meses. Pero yo deseaba llegar antes... para tener aquí a mi hijo.
-¡Un hijo! Sí, se le ve bastante adelantado bajo la capa.
-¿Quién es Youngjo? -llamó Sora desde la puerta.
-Es el joven Donghae. Regresó a casa antes de lo esperado. Y puedo decir que ha venido solo-agregó con expresión desaprobadora.
-¡Mi niño! -exclamó Sora. Descendió de prisa los peldaños y abrazó a Donghae- Después, retrocedió un paso, en el rostro una expresión de sorpresa- Mi niño tendrá también un niño. Oh, Dios mío, cuánto esperé este momento. Pero, ¿por qué no escribiste a tu niñera para decírselo?
-¿Y habrías podido leer mi carta? -bromeó Donghae.
-No, pero alguien me la habría leído. Ahora, entra en la casa. Tendrás que explicar algunas cosas y podrás hacerlo mientras bebes una taza de té. Youngjo entra el equipaje y ofrece algo de comer al conductor antes de que se marche.
En el vestíbulo bien iluminado Donghae se sintió agobiado por los alegres saludos del resto de la servidumbre. Poco después, Sora los despachó a todos con una serie de órdenes: traer té, preparar comida, calentar el agua del baño y desempaquetar el equipaje.
Donghae retrocedió un paso y se echó a reír.
-No has cambiado nada, Sora.
-Sí... por tu culpa tengo canas... por esas vagabundeadas en tierras de paganos con tu hermano. Creí que enloquecía cuando el amo Siwon ordenó que enviasen el resto de tus cosas. Y después, ni una palabra de ninguno de los dos. Ha pasado casi un año -se quejó Sora.
Después de quitarle la capa, los grandes ojos de Sora se fijaron en el vientre de Donghae.
-¿Cómo es posible que el amo Siwon haya permitido que viajases solo? ¿Y dónde está tu marido... no me dirás que tuvo que quedarse en esa tierra de paganos? –preguntó Sora, sentada al lado de Donghae en el diván.
Donghae se recostó en el respaldo y suspiró hondo.
-Siwon aceptó que yo viniera solo a casa para tener al niño. De lo contrario, hubiera sido necesario permanecer en Egipto hasta que mi hijo tuviese edad suficiente para viajar. Y con respecto a mi marido... no lo tengo. jamás...
-¡Oh, mi pobre niño! Tu hijo todavía no nació, y ya eres viudo.
-No, Sora... no me has permitido terminar. No tengo marido porque jamás me casé.
-¿No te casaste? ¡Oh, Dios mío! – Sora comenzó a llorar.- ¡Oh, mi niño! En tu vientre tienes un bastardo... oh, seguramente sufres mucho. ¿Por qué el amo Siwon permitió que te ocurriese esto?, ¡Oh... el maldito que te hizo esto... que mil demonios lo ... !
-¡No! -gritó Donghae-. jamás digas nada contra él... ¡jamás!. Amo al padre de mi hijo. Siempre lo amaré. Y criaré y amaré a mi hijo. ¡No me importa que sea bastardo!
-Pero joven... no comprendo. ¿Por qué no te casaste? ¿Ese hombre está muerto?
Donghae comprendió que pasaría mucho tiempo antes de que pudiese acostarse aquella noche. Se acomodó mejor y relató la historia completa a Sora, incluyó todo lo que no había dicho a Siwon. Comenzó hablando de la primera vez que había visto a Hyukjae en el baile de Londres y concluyó explicando cómo había sabido que estaba embarazado y hablando de sus planes de regreso a casa.
Sora lloraba y sostenía abrazad a Donghae.
-Oh, mi niño... cuánto ha sufrido. Si por lo menos hubiese podido estar allí para ayudarte. Y todavía digo que Lee Hyukjae es un bandido... haberte apartado así...
-No Sora, Hyukjae tenía sus motivos. Eran motivos egoístas, pero de todos modos no lo critico. Sólo abrigo la esperanza de que se siente feliz con Junsu, porque yo soy feliz con mi hijo -replicó Donghae.
- Sí, tal vez te sientas feliz, pero aún así también se te ve triste, porque has amado a un hombre y después lo has perdido en tan poco tiempo. Lo siento, amor... de veras lo siento. Pero ahora debo llevarte a la cama. Te estás durmiendo. Debería avergonzarme de mí misma por retenerte aquí a estas horas. Pero mañana puedes dormir todo lo que desees. Ordenaré a los criados que no te molesten.
Arriba, en el cuarto Sora lo ayudó a cambiarse. La gran bañera llena de agua que estaba frente a la chimenea de mármol azul se había enfriado mucho tiempo antes, pero de todos modos Donghae estaba demasiado fatigado para bañarse.
Donghae examinó su viejo cuarto mientras Sora ordenaba el resto de las cosas. Le agradaba ese cuarto y lo había elegido porque la complacían los tonos azul oscuro que prevalecían en el decorado.
¡Oh, pero qué grato era volver a casa y encontrar las cosas y a las personas entre las cuales había crecido y a las que amaba!
Donghae se acostó y se cubrió el cuerpo con las mantas. Ya estaba dormido cuando Sora lo besó en la frente y salió en silencio de la habitación.
Las gruesas cortinas de terciopelo impedían que la luz del día claro y luminoso penetrase en el cuarto de Donghae. Una puerta se cerró fuertemente en un rincón de la casa. Los ojos enrojecidos parpadearon un momento, pero se sentía muy cansado y no deseaba abandonar la tibia comodidad de su lecho. Volvió a sumirse en un pacífico sueño.
Pero unos instantes después el sonido de voces coléricas despertó a Donghae.
-¿Dónde está, maldita sea?
Donghae se incorporó, apoyándose en los codos.
-Señor Kibum no puede entrar allí. Le he dicho que está durmiendo.
Donghae reconoció la voz irritada de Sora frente a la puerta de su habitación.
-Santo Dios, mujer... es mediodía. O usted entra y lo despierta... o lo haré yo.
Era Kim Kibum
-No hará nada por el estilo. Mi niño está cansado. Llegó muy tarde anoche y necesita dormir.
-¿Por qué demonios no me informaron de que había regresado? Tuve que saberlo esta mañana por mis criados.
-Cálmese, señor Kibum. No supimos que venía hasta que lo vimos aquí. Le habría informado apenas despertarse. Ahora, salga de aquí. Mandaré llamarlo en cuanto despierte.
-No será necesario. No me marcho. Esperaré abajo, pero será mejor que despierte pronto, porque de lo contrario regresaré.
Cuando Kibum hubo bajado la escalera, la puerta de Donghae se abrió silenciosamente y Sora asomó la cabeza. Cuando vio a Donghae sentado en la cama, entró en la habitación.
-Ah, niño... lamento haberte despertado. Ciertamente, el señor Kibum es obstinado cuando quiere.
-Está bien Sora. De todos modos, creo que es hora de que me levante. Me daré un baño y después iré a verlo.
-Sí y estoy segura de que se impresionará cuando vea tu estado. Bien, le diré al que puede verte en el comedor dentro de un rato. Podrás decirle lo que desees durante el desayuno... tú y el niño necesitáis alimento.
Aproximadamente una hora después, Donghae descendió lentamente la escalera curva y se encaminé sin vacilar hada el comedor. Kibum estaba sentado frente a la larga mesa, de espaldas a la entrada. Entró discretamente en la habitación.
-Kibum me alegro de volver a verte.
- Donghae por qué tú no...
Se puso de pie, volviéndose, pero se detuvo de golpe cuando vio el vientre prominente.
Un sonido breve y ahogado escapó de su garganta. Donghae se volvió y se sentó al otro extremo de la mesa. Una de las criadas trajo una gran bandeja con alimentos y como si no hubiese nada anormal, se sirvió jamón y huevos y dos deliciosas tartas de fresas.
-¿Deseas acompañarme Kibum? Detesto comer solo, y estos alimentos huelen demasiado bien -dijo Donghae sin mirarlo, atareado en poner mantequilla a una tostada.
-Cómo... cómo puedes comportarte exactamente del mismo modo que si nada hubiese ocurrido? Donghae ¿cómo puedes hacerme eso? Sabes que te amo. Quería casarme contigo. Estuve esperándote pacientemente, contando los días que me separaban de tu regreso. Por lo que veo, te casaste apenas llegaste a ese maldito país! ¿Cómo es posible? ¿Cómo pudiste casarte tan aprisa con otro hombre?
-No estoy casado Kibum... jamás lo estuve. Ahora siéntate, estás consiguiendo que pierda el apetito.
-¡Pero estás embarazado!.
-Sí – rió él- En efecto.
-Pero no entiendo -y después, contuvo una exclamación- ¡Oh, lo siento Donghae! ¡Si Siwon no mató al hombre, lo encontraré y conseguiré que se haga justicia!
-¡Oh, basta Kibum! Ni me he casado, ni me han violado. Me raptaron y me tuvieron cautivo cuatro meses. Me enamoré del hombre que me raptó. No sabe que llevo en mi vientre a su hijo y nunca lo sabrá. Pero entiende una cosa Kibum. Conservaré a mi hijo y lo criaré y le ofreceré todo mi amor. Me siento feliz, de modo que no me compadezcas. Hace mucho me pediste matrimonio, pero nunca dije que aceptaba. Y ahora, por supuesto, eso es imposible. Lamento haberte ofendido, pero de todos modos desearía que fuésemos amigos, si... si puedes perdonarme.
-¡Perdonarte! Te amé y te entregaste a otro hombre. Te quería por esposo y llevas en tu vientre el hijo de otro. ¿Pides que te perdone? ¡Oh, Dios mío!
Descargó un puñetazo sobre la mesa y salió bruscamente de la habitación.
-¡Kibum no te vayas así! -gritó Donghae, pero él ya había salido de la habitación.
Sora entró en el comedor en el rostro una expresión preocupada.
-Esperé hasta que oí que se marchaba. ¿Lo tomó muy a mal?
-Sí, me temo que lo ofendí terriblemente -suspiró Donghae- En realidad, no deseaba que hubiese ocurrido nada de todo esto.
-Lo sé cariño. La culpa no es tuya, de modo que no debes inquietarse. La culpa es de ese Lee Hyukjae. Pero el señor Kibum acabará calmándose. Tú y él tuvisteis muchas peleas antes y siempre terminaron arreglándose.
-Pero eso fue cuando éramos niños. No creo que me perdone esto jamás.
-¡Tonterías! Sólo necesita tiempo para acostumbrarse a situación. Recuerda lo que te digo... regresará. Pero ahora, termina tu comida. ¿Deseas que te la caliente un poco?
-No. Ya no tengo apetito -replicó Donghae y se levantó de la silla.
-Siéntate allí, y no te muevas. Ahora debes pensar no sólo en ti mismo. Tu hijo necesita alimento, y poco importa si tú tienes o no apetito. Deseas que nazca un niño sano y fuerte, ¿verdad?
-Sí Sora, en efecto.
-Entonces te sientas.
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