-¿Qué demonios significa lo que acabas de decir?
-preguntó Hyukjae.
-OH... nada - sonrió Donghae, y comenzó a frotarse el cuerpo de la cabeza a los pies. Sabía que Hyukjae lo miraba, y por extraño que pareciera, eso no lo molestaba en lo más mínimo. Antes le avergonzaba desvestirse frente a Hyukjae, pero ahora le agradaba el efecto que tenía en él la contemplación de su cuerpo.
- Donghae quizá sea mejor que te laves en la habitación contigua.- Él parecía fastidiado y Donghae adivinó la razón.
-OH... nada - sonrió Donghae, y comenzó a frotarse el cuerpo de la cabeza a los pies. Sabía que Hyukjae lo miraba, y por extraño que pareciera, eso no lo molestaba en lo más mínimo. Antes le avergonzaba desvestirse frente a Hyukjae, pero ahora le agradaba el efecto que tenía en él la contemplación de su cuerpo.
- Donghae quizá sea mejor que te laves en la habitación contigua.- Él parecía fastidiado y Donghae adivinó la razón.
- Pero, ¿por qué, Hyukjae? - replicó con aire inocente - Casi he terminado, y de todos modos, si te molesta mirarme, puedes cerrar los ojos.
Donghae oyó gemir a Hyukjae, y de pronto se irritó consigo mismo, no estaba bien burlarse de Hyukjae. Un mes e incluso una semana atrás, le habría agradado ensañarse con él. Pero ahora deseaba únicamente que él se curase. Deseaba sentir nuevamente la fuerza de sus brazos.
Después de secarse Donghae se acercaba a la cama.
-Donghae espera. Creo que será mejor que yo duerma unos días en el diván... hasta que este maldito dolor desaparezca.
Donghae pareció ofendido un momento, pero después su rostro mostró una expresión decidida.
-No harás nada por el estilo. Yo seré quien duerma en el diván. No tiene sentido que te muevas después de haber hallado una postura cómoda.
Se acercó al arcón y retiró una de las túnicas que usaba para dormir.
-Donghae no permitiré que duermas solo en esa habitación.
-No estás en condiciones de discutir conmigo. - Se puso la túnica y la aseguró a la cintura, y después comenzó a subirse las largas mangas - Ahora, cálmate, y descansa bien. Te veré por la mañana.
-¿En serio?
Donghae se volvió y lo miró con expresión afectuosa.
-¿Eso es lo que te molesta... la posibilidad de que huya durante la noche? Qué vergüenza, Hyukjae. No estaría bien que yo me fugara ahora, cuando tú no puedes moverte. Además, no confío en tu condenado desierto. Te doy mi palabra de que estaré aquí por la mañana.
-¿Tu palabra tiene valor?
-¡OH, eres insoportable! Tendrás que esperar hasta mañana para descubrir la respuesta a tu pregunta. Y ahora, buenas noches.
Dicho esto, salió del dormitorio y se acostó en el diván solitario. Bien, por lo menos era cómodo. No, no deseaba dormir allí; hubiese querido dormir en la cama, con Hyukjae. Pero por supuesto, él tenía razón. Podía tocarlo durante la noche y lastimarlo, y no deseaba que eso ocurriera. Quería que él mejorase cuanto antes.
Ahora que sabía que lo amaba todo era distinto. Ya no podía rechazarlo o negarle nada. Pero, ¿cómo podía explicar su cambio de actitud sin hablarle de su amor? Tal vez él creyera que estaba agradecido porque lo había salvado. Sí, era posible que creyese eso. 0 quizá simplemente no supiese a qué atenerse.
Pero ya que había cedido, ¿qué ocurriría si Hyukjae se cansaba de él en vista de que al fin se había impuesto? No... Hyukjae no era así. Seguramente lo querría un poco, porque de lo contrario no habría acudido a salvarlo. Donghae no soportaría que ahora él le rechazara. Ni siquiera le importaba el matrimonio. Sólo deseaba permanecer con Hyukjae.
Quizá tuvieran hijos. Eso los uniría más. Un niño... ¡un hijo! Así todo se arreglaría, pues Hyukjae no podría alejar de su lado a la persona que le de un hijo. ¡La vida podría ser tan maravillosa!
A Donghae le parecía que hacía una eternidad que estaba corriendo. Los kilómetros se sucedían interminables, pero no llegaba a ninguna parte. Sólo alcanzaba a ver arena... arena por doquier y un sol implacable que lo golpeaba. Pero detrás estaba la muerte y él no tenía modo de huir. Las piernas le dolían terriblemente, y le parecía que se habían desprendido de su cuerpo. El pecho le dolía cada vez que respiraba, pero la muerte continuaba persiguiéndolo.
Tenía que correr más rápido... ¡escapar de allí! Oyó que la muerte pronunciaba su nombre. Miró hacia atrás, y el miedo lo dominó, porque ésta se acercaba más y más.
El cuerpo se le cubrió de sudor a causa del miedo. Volvió a oír su nombre, pero Donghae continuó corriendo y rogando que un milagro lo salvase. Ahora la voz de un hombre era cada vez más estridente e insistía en pronunciar el nombre de Donghae. El volvió a mirar hacia atrás. Dios mío, ya estaba encima, y extendía las manos, y de pronto, vio su rostro.
Era ese individuo que lo había golpeado, y ahora quería matarlo. ¡Hyukjae! ¿Dónde estás?
-¡Donghae!
Donghae se incorporó bruscamente en el diván, los ojos asustados muy abiertos. Pero se serenó cuando vio el ambiente conocido de la tienda.
Sonrió. Había sido un sueño... un sueño estúpido. Se enjugó la transpiración de la frente. Maldición, hoy hará mucho calor.
-Qué estúpido fui. No debí confiar en él.
Donghae se preguntó con quién estaría hablando Hyukjae. Se levantó de prisa y entró en el dormitorio. Cuando abrió las cortinas lo vio sentado sobre el borde de la cama, tratando de ponerse los pantalones.
- Hyukjae ¿qué demonios estás haciendo? Aún no debes levantarte -lo reprendió Donghae. Paseó la mirada por la habitación, pero no vio a nadie-. ¿Y con quién estabas hablando?
Hyukjae lo miró, en el rostro una expresión sorprendida, que un segundo después se convirtió en irritación.
-¿Dónde demonios estabas?
-¿Qué?
-¿Dónde estabas, maldita sea? Hace diez minutos que estoy llamándote. ¿Dónde estabas? --gritó.
-De modo que hace un momento hablabas solo. Bien, eres un estúpido si no puedes tenerme ni siquiera un poco de confianza. Estaba en el diván, durmiendo. Te dije que no me iría y mi palabra vale tanto como la tuya.
-Entonces, ¿por qué no me han contestado?
-¡Porque tuve una pesadilla!. Soñé que ese hombre que me golpeó me perseguía a través del desierto. El sueño era tan vívido... pensé que él pronunciaba mi nombre. Cuando desperté, oí que tú estabas murmurando.
-Está bien, lamento haber pensado mal.
Hyukjae se levantó de la cama y trató de calzarse los pantalones.
-Hyukjae no deberías levantarte - se apresuró a decir Donghae cuando vio la expresión dolorida en el rostro de él.
- Hae permaneceré acostado, pero en esta tienda hace demasiado calor. Y la decencia exige que me vista.
Donghae se acercó y le ayudó a ponerse los pantalones, y después lo obligó a recostarse nuevamente.
- Hyukjae ¿puedo traerte comida?
-Por eso te llamaba. Tengo mucho apetito.
Donghae comenzó a salir de la habitación y de pronto se volvió.
-Después que te haya traído la comida, ¿me dirás cómo te quemaste?
-Ahora te diré una sola cosa. No necesitas tener pesadillas con ese hombre... está muerto.
-¡Muerto! ¿Cómo?
-Yo lo maté.
- OH Hyukjae ¿Por qué tuviste que matarlo? ¿Por mí?
-¡Suponía que deseabas verlo muerto!. Además ese hombre también hirió a Sunwoo y yo prometí a Yesung que pagaría por lo que había hecho. Ahora no me complace haberlo muerto, pero de todos modos lo habrían ejecutado por desobedecer órdenes. Esperaba su muerte cuando llegué al campamento. Por lo menos conmigo tuvo una oportunidad... los dos estábamos armados.
-Pero, ¿por qué has tenido que hacerlo tú?
-¡Maldita sea, Hae! Cuando vi cómo te había castigado, me dominó la cólera. Y cuando descubrí que era el mismo hombre que había herido a Sunwoo... tuve que hacerlo. De todos modos, ese individuo habría muerto a manos de sus propios tribeños. Además, ya me habían dicho que yo moriría de muerte lenta, de modo que si ese hombre vencía hubiera podido ahorrarme la tortura.
-¿Por qué tenías que morir? ¿Quizá por eso estás quemado... querían quemarte vivo?
-Sí.
-¿Por qué?
-Hae como dije anoche es una historia bastante larga. Por favor, ¿puedo comer antes de hablar?
El asintió sin decir más, y salió de la habitación.
Pero no tuvo que abandonar la tienda, porque sobre la mesa la esperaba una bandeja con alimentos. Donghae sonrió, ese Ryeowook, siempre se adelanta a mis pensamientos. Llevó la comida al dormitorio, e insistió en alimentar personalmente a Hyukjae. Sabía que el movimiento mismo de los brazos lo hacía sufrir.
También él comió, y esperó a que Hyukjae se hubiera saciado antes de decir palabra. Era necesario responder a muchas preguntas. ¿Por qué querían matarlo?
Cuando terminaron de comer, Donghae retiró la bandeja y se sentó en la cama, al lado de Hyukjae.
-¿Estás dispuesto ahora? -preguntó el joven.
Hyukjae le relató la historia completa. Al principio Donghae reaccionó con cólera... sobre todo cuando supo que lo habían usado para atraer a Hyukjae a su propia destrucción. Pero después compadeció a Junki, que había vivido todos esos años dominado por el odio. Quizás era mejor que hubiese pasado esos días en el sueño provocado por drogas. No hubiera podido soportar el espectáculo del sufrimiento de Hyukjae.
Cuando él le relató cómo había escapado, agradeció a Dios que Hyun hubiese tenido valor para ayudarlo. Hyukjae le había mencionado la angustia y el dolor que había soportado bajo el sol ardiente. Había una dificultad. No podía agradecer a Hyukjae que lo hubiese salvado. Eso hubiera equivalido a reconocer que prefería estar con él, en efecto, sus secuestradores lo hubiesen devuelto a Siwon, y ahora no se atrevía a decirle cuánto lo amaba, puesto que él no le devolvía ese sentimiento.
Donghae lo miró tiernamente. Cuánto había sufrido para salvarlo. Sintió que tenía cierta esperanza...¡quizá lo amase!
-Hyukjae ¿por qué viniste a buscarme? -preguntó.
-Eres mío Hae. Nadie me quita lo mío.
A Donghae se le endureció el rostro. Se apartó de la cama y con pasos lentos salió de la habitación. Eso era lo que significaba para él. Una propiedad que podía usar hasta que se cansara, pero no permitía que nadie se lo quitara. Había sido un estúpido. ¿Qué esperaba que dijese... que había venido a buscarlo porque lo amaba? ¿Que no podía soportar la idea de perderlo?
De pronto se detuvo. No tenía derecho a enojarse ante esa respuesta. Pretendía demasiado. Por lo menos había dicho que él era suyo, y eso era lo que Donghae deseaba ser. Sólo necesitaba tiempo... tiempo para conseguir que él lo amase, tiempo para darle un hijo que los uniese.
Donghae necesitaba algo que apartase su mente de Hyukjae. Se acercó al gabinete y tomó uno de los libros que le había traído, después se sentó en su lecho provisional y comenzó a leer.
Unos minutos después Jihoo entró en la tienda. Cuando vio a Donghae, en su rostro se dibujó la sorpresa. Donghae se mostró igualmente sorprendido, porque desde la advertencia de Hyukjae, su hermano Jihoo no entraba directamente en la tienda.
-¿Qué... haces aquí? -preguntó Jihoo después de un extraño y prolongado silencio.
-Vivo aquí... ¿acaso podría estar en otro sitio? -dijo riendo.
-Pero tú... ¿Cómo llegaste?
-¿Qué te pasa, Jihoo? ¿Nadie te explicó lo que ha ocurrido? Me secuestraron, y tu tío casi mató a Hyukjae, pero consiguió escapar y me trajo de regreso. Creí que lo sabías.
-¿Está aquí?
-Por supuesto. Jihoo tu conducta es extraña. ¿Te sientes bien?
-¡Jihoo! - llamó Hyukjae desde el dormitorio.
-Ahí lo tienes -dijo Donghae que tenía la extraña sensación de que Jihoo no le creía- Será mejor que entres, porque él no puede caminar.
-¿Qué le pasa?
-Tiene graves quemaduras, de modo que será mejor que permanezca un tiempo en cama.
Tras vacilar un momento, Jihoo entró en el dormitorio. Donghae lo siguió y se sentó en la cama, al lado de Hyukjae.
-¿Dónde has estado, Jihoo? -preguntó serenamente Hyukjae.
-Bien... he explorado el desierto, buscando a Donghae. Regresé la noche que se lo llevaron, y Yesung me relató lo que había ocurrido.
-¿Y Donghae no te explicó nuestra aventura?
-Habló de mi tío.
-Dime una cosa, Jihoo. ¿Sabías del odio de tu tío a nuestro padre?
-Sí, pero mi tío es un anciano. No creí que intentara hacer algo al respecto -contestó Jihoo, un tanto nervioso.
-Cuando dijiste a Lee Junki que nuestro padre había fallecido, él volcó sobre mí su odio.
-No lo sabía -murmuró Jihoo.
-Como resultado de tu charla imprudente, usaron a Donghae para atraerme al campamento de tu tío. Lo golpeó un hombre de su tribu y tu tío casi consiguió matarme. –Hyukjae hizo una pausa y miró fijamente a Jihoo.- En el futuro te agradeceré que evites mencionar mi nombre o nada que tenga que ver conmigo a tu tío... o para el caso, a nadie. Si llegara a ocurrir algo que perturba mi vida como resultado de tus comentarios, lo tomaré a mal. ¿Está claro?
-Sí- contestó nerviosamente Jihoo.
-Ahora, puedes marcharte. Necesito descansar.
Donghae observó a Jihoo mientras éste salía de la habitación, y después se volvió a mirar a Hyukjae.
-¿No crees que te has mostrado demasiado duro con él? En realidad, no tiene la culpa de lo que ocurrió.
-¡Siempre tienes que defender a Jihoo! La culpa puede corresponder a muchos... a Hyun que me liberó, pero comenzó por secuestrarte, al padre de Hyun que aceptó el plan, a Junki que me odia y a Jihoo que suministró la información. Que la culpa recaiga sobre uno y otros, mientras no se repita el episodio. ¿No estás de acuerdo, Hae?
-Sí -sonrió sumisamente Donghae.
- Bien, no hablemos más de esto. Ahora, ¿quieres tener la bondad de traerme dos odres de vino? Cuando me haya vencido el sopor del alcohol, me harás el favor de quitarme esta condenada grasa.
-Pero la necesitas para calmar el dolor.
-Necesito varias cosas, pero esta grasa no es una de ellas. El dolor ya no es tan intenso pero la grasa me molesta mucho.
-OH, está bien, puedo quitártela ahora, si lo deseas -propuso con aire de inocencia.
-¡No! Primero beberé el vino. El dolor se ha atenuado, pero no ha desaparecido.
-Sí, amo, lo que tú digas -se burló y salió de la habitación.
«Bien –pensó— por lo menos su actitud está mejorando.»
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