Del Odio al Amor- Capítulo 11



El sol aún estaba sobre el horizonte cuando el grupo llegó al pie de las montañas. Ahora cabalgaban a todo galope, pues la caravana se encontraba a muchos kilómetros de distancia.

¡Maldito el hombre y su curiosidad! ¿Por qué conseguía irritarlo tan fácilmente? Él siempre se había enorgullecido de la serenidad de sus propias reacciones... hasta que conoció a Donghae.

Le había irritado la noche anterior, cuando rehusó decirle por qué lloraba. Hyukjae no podía entender aquellas lágrimas. Donghae nunca había llorado después de hacer el amor.

¿Conseguiría comprenderlo alguna vez? Donghae continuaba debatiéndose, pero Hyukjae sabía que le agradaba hacer el amor. ¿Por qué se oponía a lo que era tan grato?

Aquella mañana, cuando Donghae apareció en el corral, él comprendió que su fingido interés no era más que una excusa para abandonar la tienda. Pero, ¿podía criticarlo? El habría hecho lo mismo. Estaba seguro de que no intentaría huir de nuevo; le temía demasiado. Quizá pudiera confiar en él en la medida necesaria para dejar que recorriese libremente el campamento.

Hyukjae recordó la expresión de horror en el rostro de Donghae cuando él le dijo que salía para participar en una incursión. No había deseado explicarle ese aspecto de su propia vida. Tampoco a él le agradaba y sabía que él se sentiría abrumado. Pero estaba tan irritado por las preguntas que había querido impresionarlo. No estaba acostumbrado a que le formularan muchas preguntas acerca de su vida.

Rodearon la caravana una vez aproximaron a ella. Uno por uno, los guardias de la caravana arrojaron lentamente sus rifles. Yesung vigiló a los prisioneros, mientras el resto de la partida se ocupaba en abrir y saquear los bultos.

A la mañana siguiente cargaron en uno de los camellos los alimentos y otros artículos que necesitaban, dejaron en libertad al resto de la caravana y partieron en dirección a las montañas. Llegaron al campamento alrededor de la media tarde, llevaron los caballos al corral, descargaron el camello cargado y lo empujaron hacia las colinas donde podía pastar.

Hyukjae permitió que los hombres se dividieran el botín y llevó a su tienda un gran arcón.
Abrigaba la esperanza de encontrar a Donghae de mejor humor. Lo encontró tranquilamente sentado en el diván, la toalla cerca y sobre el regazo las prendas nuevas. El joven no dijo una palabra cuando Hyukjae entró en el dormitorio para depositar el arcón.

- precioso podemos ir a bañamos dentro de un minuto -dijo alegremente Hyukjae.

Volvió a la habitación principal y del arcón retiró un pequeño bulto.

- cariño ¿ocurre algo? - preguntó Hyukjae, que confiaba en que el silencio de Donghae no significara que aún estaba irritado con él.

Pero él se limitó a apartar los ojos y menear la cabeza. Bien, no lo obligaría a responder. Sin más palabras, Hyukjae lo obligó a ponerse de pie y comenzó la marcha hacia la ladera de la colina, donde estaba el estanque de los baños.

Donghae aún no había perdido su timidez cuando tenía que desvestirse en presencia de Hyukjae por lo que se volvió de espalda al hombre. Este dominó con mucho esfuerzo su deseo mientras lo contemplaba entrar al agua.

Había oscurecido cuando al fin regresaron al campamento. El fuego recién encendido iluminaba la tienda y las llamas proyectaban sombras en los rincones.

Hyukjae meditó acerca del aire hosco de Donghae mientras ambos terminaban la cena. Esa actitud del joven no podía continuar, porque él ansiaba llevarlo a la cama. De todos modos, él sucumbiría a sus avances después de la resistencia acostumbrada.

Reclinado en el diván, detrás de él, Hyukjae jugueteó con el cabello de Donghae. Se inclinó hacia adelante y con los labios rozó la piel suave detrás de la oreja y vio cómo se erizaba.

Después de beber el resto de su vino Hyukjae se puso de pie y se apoderó de la mano de Donghae.

-Ven, Hae -murmuró, y lo condujo al dormitorio, sorprendido porque no oponía resistencia.

Mientras se desnudaba, observó a Donghae que se acercaba al lado opuesto de la cama. Asombrado, Hyukjae vio que se desnudaba con movimientos lentos y seductores. Se sentó desnudo en la cama, como si lo invitase a reunirse con él. Pero cuando Hyukjae se acercó,
Donghae alzó las manos para detenerlo.

- Hyukjae tengo que hablarte -dijo Donghae buscando los ojos del hombre con los suyos.

- Después querido - replicó con voz ronca Hyukjae y lo silenció con un beso.

Pero haciendo un esfuerzo él consiguió apartarlo.

- ¡Por favor Hyukjae! Necesito saber algo.

Él lo miró, y vio los labios temblorosos y sus los ojos marrones casi oscuros.

- ¿De qué se trata, Hae?

- ¿Qué te propones hacer conmigo?

- Pensaba hacerte el amor. ¿Creías otra cosa?

Hyukjae sonrió con picardía

- Quiero decir en el futuro... cuando ya no me desees... ¿qué harás conmigo entonces?

- A decir verdad, no he pensado en ello -mintió Hyukjae porque en realidad no había nada en qué pensar, jamás permitiría que se marchase.

- ¿No permitirás que regrese con mi hermano? - aventuró tímidamente Donghae.

Hyukjae comprendió ahora qué inquietaba a Donghae. ¿Creía realmente que estaba dispuesto a abandonarlo? Por supuesto, lo pensaba, pues siempre se mostraba dispuesto a creer lo peor de él.

- Hae cuando me canse de ti... bien, en ese caso puedes regresar con tu hermano.

- Hyukjae ¿me darás tu palabra?

- Tienes mi palabra. Lo juro.

Él vio que el rostro de Donghae expresaba alivio, aflojando los músculos sobre la almohada. Le dirigió una sonrisa tentadora.

- Y ahora querido, olvidarás tus temores -murmuró él, marcándole el cuello con sus labios hambrientos.

- Casi todos -jadeó Donghae.

Acercó el rostro de Hyukjae al suyo propio, y aceptó de buena gana el beso apasionado.
Hyukjae pensó fugazmente qué motivo tendría Donghae para temerle. Pero ahora no se debatía y este cambio de actitud desconcertó y excitó a Hyukjae. No meditó mucho tiempo, porque no estaba en condiciones de desaprovechar el momento formulándose interrogantes triviales.



Cuando comenzó la alborada Donghae despertó lentamente, una mueca se dibujó en su bonito rostro cuando recordó la noche anterior, y las cosas que habían llegado a hacer.

No necesitaba representar el papel de prostituto. Ya había conseguido que Hyukjae le prometiese devolverlo a su hermano. Pero había hecho un trato con él y se había entregado sin resistencia para sellar el pacto. No era un sacrificio muy grande... de todos modos, él lo habría poseído.

Sonrió al recordar cómo sus caricias habían enloquecido de deseo a Hyukjae. La ferviente pasión de Hyukjae los había elevado a ambos a alturas mayores que nunca. Y él se había sentido atrapado por el mismo torbellino de deseo, hasta que la marea los había llevado a ambos a un océano de mutua felicidad.

Bien se había entregado a Hyukjae por una razón. Pero puesto que se habían disipado sus temores, Hyukjae descubriría que en el futuro no estaría tan bien dispuesto. En realidad, se mostraría más obstinado que nunca.

Será un día maravilloso. Donghae debería sentir repugnancia de sí mismo, pero no era así. En realidad, se sentía feliz.

Un rato después, Hyukjae lo llamó desde el dormitorio. Donghae sabía que él lo creía ausente y se disponía a contestar cuando oyó que Hyukjae maldecía.

Irrumpió a través de las cortinas, y aún no había terminado de ponerse la túnica. Pero se interrumpió bruscamente cuando lo vio, y la cólera de su rostro se convirtió en sorpresa.

-¿Por qué no has contestado?

-No me has dado la oportunidad – Donghae rió de buena gana- ¿Creíste que te había abandonado de nuevo?

-Sencillamente, me preocupaba tu seguridad.

-Bien, no necesitas temer, estoy a salvo -replicó.

Hyukjae se volvió y abandonó la tienda. Donghae pensó en la preocupación que él había demostrado. No sabía si Hyukjae estaba realmente inquieto por su seguridad, o si sólo le desagradaba perder un juguete apreciado.

Donghae fue aquella tarde al corral. Los caballos estaban todos en el corral. Miró alrededor, pero no vio a Hyukjae. Sintió la presencia de una persona detrás, y se volvió bruscamente, creyendo que era Hyukjae, pero le sorprendió ver que Ryeowook lo miraba tímidamente.

- No quise asustarte –dijo Ryeowook

- No me asustaste. Creí que era Eunhyuk.

- Ah, el jeque Eunhyuk te vigila como un halcón. Creo que está muy enamorado de ti.

- Qué ridículo. No me ama. – Donghae se echó a reír ante la idea- Sólo me desea.

- No entiendo – replicó Ryeowook con expresión de asombro.

- Está bien, yo tampoco lo entiendo.

- ¿Puedo formularte una pregunta? – Ryeowook parecía confundido, pero continuó hablando cuando Donghae asintió —. ¿Es cierto que comes en la misma mesa con el jeque Eunhyuk?

Donghae lo miró sorprendido.

- Por supuesto, como con él. Si no fuera así, ¿Dónde podría comer?

Ryeowook lo miró con los ojos castaños agrandados por la sorpresa.

- No lo creí cuando Junsu me lo dijo, pero ahora que tú lo confirmas, tengo que aceptarlo.

-¿Qué tiene de extraño que coma con Eunhyuk? –preguntó Donghae con curiosidad.

- Está prohibido que las parejas coman con los hombres – contestó Ryeowook meneando la cabeza -. Eso no se hace.

De modo que Hyukjae infringía una regla cuando comía con él. Pero eso es ridículo No soy uno de ellos. Sus reglas no se aplican a mi persona. De todos modos, no deseaba ofender a Ryeowook.

- Ryeowook tienes que entender que me criaron de diferente modo. En mi país todos comen juntos. Como ves, Eunhyuk sencillamente trata que me sienta como en mi país.

- Ah, ahora comprendo – sonrió Ryeowook - Muy considerado de parte del jeque Eunhyuk. Tienes mucha suerte porque te eligió.

Donghae sintió deseos de reír. ¡Suerte! ¿Lo habían secuestrado y poseído en contra de su voluntad! Pero Donghae advirtió que Ryeowook era una romántico y él no deseaba destruir sus ilusiones.

- Eunhyuk es un hombre apuesto. Cualquiera se sentiría afortunado si él lo eligiese - mintió Donghae. Cualquiera menos él- Pero Ryeowook ¿Dónde están tus hijos?- preguntó.

- Heewon los vigila. Son sus únicos nietos y los mima mucho. Aquí es difícil casarse, porque no vienen muchos visitantes a nuestro campamento.

- Entonces, ¿cómo os conocisteis tú y Yesung?

-Ah, Yesung me raptó –dijo orgullosamente Ryeowook.

- ¡Te raptó! – exclamó Hyukjae.

¿Acaso todos aquellos hombres eran iguales?

- Antes de enemistarse, nuestras tribus solían compartir los pastos. Conocí a Yesung cuando yo era niño y siempre lo amé. Cuando tuve edad suficiente para casarme Yesung tuvo que raptarme. Mi padre habría prohibido el matrimonio.

- Pero, ¿por qué se enemistaron las dos tribus? - preguntó Donghae, ahora más interesado.

- No lo sé, porque los hombres no explican esas cosas. Únicamente sé que el jeque Lee Junki de mi tribu guarda rencor a Rain. Tiene algo que ver con la madre de Jihoo, que era la hermana de Lee Junki.

En ese momento Hyukjae entró cabalgando en el campamento, con un rifle cruzado a la espalda y una larga espada ceñida al cinto.

-¡Ahora debo irme!- exclamó Ryeowook cuando vio a Hyukjae.

- Ryeowook me agrada conversar contigo. Por favor, ven a visitarme en mi tienda. Serás bienvenido y trae contigo a los niños.

- Con mucho gusto - dijo tímidamente Ryeowook. Caminó de prisa hacia su tienda mientras

Hyukjae enfilaba el caballo hacia Donghae, desmontando al llegar.

- ¿Por qué se fue Ryeowook con tanta prisa? -preguntó Hyukjae.

- Creo que te teme - Contestó con una leve sonrisa en los labios.

- ¿Qué? - Él pareció incrédulo.- No tiene por qué temerme.

- En eso te equivocas, mi señor, pues tu misma presencia provoca temor-se burló Donghae- ¿No puedes ver como tiemblo?

Hyukjae le respondió con una sonrisa perversa.

- Tú, cariño tienes mucho que temer – dijo dibujando una línea en el brazo del joven.

Donghae se sonrojó, porque entendió el sentido de las palabras de Hyukjae. Tenía mucho que temer de él. Y el momento del día que más temía estaba se aproximaba, porque se había puesto el sol.

Compartieron una deliciosa comida preparada por las manos hábiles de Heewon. Después, Hyukjae se reclinó en el diván y se dedicó a leer uno de los libros que había traído. Donghae se fue al diván que estaba enfrente, mientras tallaba en madera una figura de caballo, ese era otro de sus pasatiempo en la residencia Choi, su amor por los caballos también lo expresaba en el tallado de madera. En su hogar tenia varias figurillas que lo enorgullecían.
El tiempo era cada vez más frío y deseaba usar las chilabas de Hyukjae para abrigarse. Se rió en voz alta cuando se imaginó vestido como un beduino.

- cariño ¿algo te divierte?

- Me imaginaba con una túnica. He observado que el tiempo es cada vez más frío -contestó Donghae.

- Es sensato de tu parte prepararte, pero no le veo la gracia- observó Hyukjae depositando el libro sobre la mesa.

- No es exactamente lo que un ingles elegante usa en estos tiempos.

Hyukjae sonrió.

- ¿Deseas que traigan tu equipaje de El Cairo? Puedo arreglar eso.

Donghae pensó un momento.

- No... la súbita desaparición de mi equipaje a lo sumo inquietaría a Siwon. No deseo que se preocupe por mí y por el lugar en que estoy.

Donghae miró la navaja con que tallaba. Pobre Siwon. Abrigaba la esperanza de que acabase aceptando que él había muerto, en lugar de preguntarse dónde estaba y cuánto sufría. La cólera lo consumió al pensar en el hombre cuyos deseos habían descalabrado la vida del propio Donghae.

-¡Donghae!- gritó Hyukjae sobresaltándolo- Te pregunté si deseabas que tu hermano te creyese muerto.

-¡Sí! -Grito a su vez Donghae, el cuerpo rígido de cólera- Mi hermano y yo estábamos muy unidos. Siwon sabe cuánto sufriría viéndome dominado por un bárbaro como tú. Sería más humano que me creyese muerto hasta que pudiera regresar con él.

Hyukjae se puso de pie, sorprendido ante la súbita cólera del joven.

- Hae ¿aquí sufres mucho? -preguntó Hyukjae con voz neutra—. ¿Te castigo y te obligo a trabajar para mí?

-¡Me retienes prisionero! - replicó él, los ojos oscuros mirando hostiles a Hyukjae- ¡Me violas todas las noches! ¿Pretendes que me agrade ser poseído contra mi voluntad?

-¿Lo niegas? -preguntó en voz baja, Hyukjae, los ojos burlones.

El bajó la cabeza para evitar la mirada de Hyukjae, temeroso del sentido de las palabras del hombre.

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 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...